31
La penumbra de la noche cayó pronto.
No era para menos, en aquella ciudad gótica se miraba y vestía mejor cuando llegaba la noche. Y en algún punto de esa misteriosa ciudad, un pequeño y extraño suceso estaba por ocurrir.
Bajo la luz de la enorme luna llena que cobijaba la metrópoli, Entre las calles de la zona más lujosa y excéntrica de la ciudad, resonaba un sonido peculiar que para muchos de los dueños de aquellas tiendas lujosas era nada más ni nada menos que un verdadero dolor de cabeza.
Una alarma, una alarma antirrobos, proveniente de una joyería. Una joyería recién robada.
La mayoría de los estantes de cristal estaban rotos, y por supuesto, vacíos. Sólo algunos tenían la peculiaridad de estar intactos, a excepción de un círculo perfectamente cortado en medio de su superficie. La policía pronto recibió el reporte, pero la responsable de ese atraco ya se encontraba bastante lejos para ser atrapada por ellos.
El sonido del pequeño tacón de sus botas hacía eco entre los callejones, corría rápido, asegurándose de tener el botín en su bolso oscuro. Tal vez algunas joyas cayeron de este, no importaba, le haría el día a alguna persona al día siguiente cuando las encontrara en el suelo.
Miró hacía atrás. Nadie la perseguía, por supuesto, se había salido con la suya nuevamente, pero no podía dejar de tener la sensación que alguien la estaba observando.
Su mirada lentamente tratando de llegar al techo subió hacía el techo de uno de los edificios frente a ella. Claro, no estaba del todo sola. Por detrás de la luna, se encontraba el Caballero Oscuro, vigilando la ciudad. Y no sabía si era peor ser atrapada por el Murciélago o por la policía.
"Tonterías" La mujer pensó. No era como el resto de los delincuentes en Gotham, no le temía al murciélago.
Bajó Batman directamente al suelo, la chica, camuflajeada por la oscuridad, sólo espero.
—Así que tú debes de ser el nuevo ladrón del que todos hablan
Los labios rojos de la mujer se encorvaron, formando una sonrisa.
—Tu debes ser el justiciero nocturno del que todos hablan
Fue el tono de voz que desconcertó a Batman, o más bien, que doblegó.
La mujer se dio la vuelta e inmediatamente corrió hacía alguna salida, la que fuera para salir de ahí. Él no iba a dejarla ir, fue detrás de ella, iniciando una persecución, creyendo que iba a ser una de las tantas que habían tenido que pasar cuando decidió volverse justiciero de la ciudad Gotham, sin esperar que esa pequeña persecución leído dejar más confundido.
La mujer corrió, corrió a pesar del dolor en sus talones, vio una de las escaleras antiincendios de algún edificio, y sin muy rápido pensarlo por mucho tiempo, tomó la escalera y subió por estar tratando de llegar hasta el techo del edificio. Batman subió la misma escalera con menos ventaja que ella. Esa mujer era muy hábil y rápida al escalar es edificio.
Ella logró llegar al techo, y rápidamente fue a la orilla de este, buscando algún techo de otro edificio lo suficientemente cercano para saltar. ¿Muy temeraria esa decisión? Tal vez, pero ella no le importaba realmente. Sin embargo, el murciélago también era muy rápido, y antes de que tomara su arriesgado salto, éste llegó a tiempo a truncarle todos sus planes.
La mujer no supo dónde ir, estaba la deriva, pero ella sabía que no estaba preparada, sólo era cuestión de tiempo y de pensar velozmente
Odiaba pelear porque se arriesgaba mucho a la hora de pelear, pero esta vez tenía ganas de hacer enojar a alguien. Rápidamente lanzó su puño contra el murciélago, y esto lo esquivó, de repente una patada, también las esquivó, cada uno de sus golpes él los esquivaba o a los detenía, mas nunca le regresó alguno de esos golpes. De repente éste sacó una navaja, provocando un miedo súbito a la mujer, pero sólo fue para rasgar el bolso, cayendo todas las joyas que ella había robado al suelo.
Desesperada y enfurecida, no tenía tiempo para estas tonterías, así que, en un intento de huir, ella arañó su hombro. Sorprendido, y enojado también, observó su hombro y era marcan que ella dejó, miró de vuelta a la mano de la mujer y vio que había garras filosas en sus guantes.
Aprovechando esa distracción, ella finalmente pudo darle una patada en su cara, y así, logrando distraerlo. Tomó un par de joyas del suelo, y tiró su inservible bolso por la borda del edificio, dando un enorme saltó al edificio vecino.
Cuando Batman logró componerse, corrió al borde del edificio, y sólo observó la figura femenina bajó la luz de la luna huir de él, y ella decidió jugar un poco. Se detuvo sólo para darse la vuelta y observarlo una última vez. Una sonrisa más, un guiño de su ojo derecho, y un pequeño beso al aire, dirigido hacia a él.
Volvió a correr y esta vez, desapareció entre las sombras, a pesar de la iluminación lunar.
¿Qué podía decir Batman de eso? Simplemente miró de vuelta a la marca en su hombro, arañado por las garras de esa misteriosa mujer. Pasó su dedo por esa marca, y genuinamente sonrió. Volteo su mirada de vuelta a la dirección donde ella desapareció.
—Muchas gracias por este momento...
Se dio la vuelta, tenía trabajo que hacer.
...
La noticia resonó por semanas. Y quizá duraría meses en la boca de los ciudadanos de aquella ciudad gótica.
Saber que el criminal más peligroso de la ciudad ahora estaba bajo las manos de la justicia, encerrado en una habitación blanca y probablemente esposado de pies a cabeza le daba paz a miles de personas que residían en Ciudad Gotham. Si no es que la mayoría. La gente podía ir ahora al parque a respirar aire fresco, podía ir de compras a su centro comercial favorito o a su banco sin que no estuviera la amenaza de que un grupo de personas vestidas de payasos los atacaran.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta que, si iban a ser víctimas de crimen, era más fácil identificar al criminal si usaba una máscara o maquillaje de payaso, porque la mayoría de los criminales a partir de ese momento lucían como alguien normal. Porque no importaba si capturaban al rey, sus peones iban a seguir alterando la tranquilidad de Gotham.
De hecho, poco duró esa tranquilidad.
E incluso, inspiró a muchos más a alterar la poca tranquilidad que apenas duró semanas en Gotham.
—¡Es increíble! ¡Los crímenes han bajado poco desde la captura del Joker y la Arlequín!
Gritaba un frustrado Burke sentado en su escritorio, después de haber golpeado su puño contra la madera de este. En cada uno de los escritorios de cada agente había montañas de papeleo, montañas de casos criminales.
—¿Y qué esperabas? Todo gracias al Gotham Gazette, de no ser por ellos, que hicieron ver su relación como algo lujoso y codiciado, todos ahora quieren volverse delincuentes
Otro de los detectives del Departamento dijo aquello que sólo hizo sacar de sus casillas a Burke.
Habían pasado al menos tres meses después de lo ocurrido. Se suponía que la inseguridad debía de disminuir después de la gran captura de ambos criminales. Pero lo cierto fue que no ocurrió así. Gotham ya era una ciudad podrida. Y siendo sinceros, siempre había sido así.
—Robos, asaltos, crímenes y más crímenes, ¡Maldita sea!
—Hey, pero al menos es eso, ya no son cosas como los que solía hacer el payaso
—Al menos no... Pero es muy extraño que aún haya más de esto
—¿Extraño? Vete al carajo, no hay nada de extraño, la maldita ciudad esta hundida desde más de 10 años en esta mierda de inseguridad, incluso antes de que apareciera el payaso
—¡¿Quieren callarse todos de una maldita vez?!
Gritó la única mujer sensata dentro del departamento, mientras todos los hombres se callaban. Renée observó a todos y respiró profundamente, antes de continuar.
—En vez de quejarse, deberían de ponerse a trabajar, que tenemos un reporte de un robo a una joyería— Dejó caer el nuevo ejemplar del Gotham Gazette con la nueva noticia. No pasó mucho cuando algunos tomaron el periódico y leyeron el encabezado.
"Robo a joyería se convierte escandalo: Ladrona disfrazada es protagonista del hurto"
En las imágenes de la cámara de seguridad que la joyería vendió a la prensa se dejaba ver a una joven que si bien, se encontraba disfrazada, no se distinguía con claridad de que era su disfraz exactamente.
—Tiene un cuerpo ardiente, no podem—
—¡Por favor! ¡¿Quieres callarte Jackson?!
—Lo siento Montoya...
Pronto, en el área de audiovisuales, tenían el VHS de la cámara de seguridad. Esperaban ver quién era.
—¿Dicen que era una mujer?— Preguntó Gordon, quién se encontraba curioso del caso.
—Sí, una mujer disfrazada
—¿No será...?
—No, ya he contactado con Arkham: Ella sigue encerrada en una celda blanca
—Oh...— A pesar de todo, Gordon sentía un poco de lástima por la chica de la que hablaban, al final no fue su "culpa" que terminará en un lugar así.
Volviendo a concentrarse en la pequeña televisión frente a ellos: En las cámaras de seguridad, nuevamente la penumbra no dejaba ver nada. Sólo observaban a la mujer usando algo punzocortante para hábilmente abrir las estanterías y robarse todo lo que brillaba dentro de esta. Al darse la vuelta, lo poco que la luz la reflejaba mostraba que usaba un traje oscuro, y ocultaba su rostro bajo el gorro de una chaqueta del mismo color.
—Vaya, sí que Quinzel provocó inspiración— Gordon comentó, Renée no sabía que pensar en ese momento, de sólo recordar a la chica llena de moretones le daba escalofríos en su espina dorsal.
—Debemos de concentrarnos en este caso, si no encontramos pronto quién es esta mujer, seguirá robando más locales— Renée habló en voz alta para ignorar esos recuerdos.
—¿Más?
—Se han reportado robos a otras 3 joyerías, pero en esta tenían cámaras de seguridad. Definitivamente es esta mujer la autora de los otros robos. Volvieron a rebobinar el video, observando de nuevo la escena completa del robo con detalle.
—... ¿Quién será esa joven? — Preguntó Gordon en voz alta, curioso de saber quién era esa nueva femenina criminal en las calles oscuras de la ciudad.
—No tengo idea... Pero lo que si se es que es muy silenciosa y escurridiza
Gordon carcajeó por un momento, Renée no entendía hasta que su jefe habló el chiste de su cabeza:
—Como un gato
—Oh... Sí, como un gato
...
Sus sospechas eran ciertas, y como lo había temido desde el principio que "aceptó" ese caso: Todo se estaba volviendo personal.
Había pasado semanas frente al escritorio que alguna vez le perteneció a su padre, y tal vez le había pertenecido también a su abuelo. Se rascaba la cabeza, pasaba su mano por su cara, en un intento de despertar, las ojeras debajo de sus ojos delataban la falta de sueño de esos últimos días en especial. Incluso su estómago gruñó, exigiendo alimento.
Bruce se levantó de su asiento, intentó despejar su mente, caminando de lado a lado por el despacho. Agotado física y mentalmente, debía de hacerle caso a las señales de alarma que su cuerpo le estaba gritando.
Sin embargo, aunque lo intentara, aunque desayunara, saliera al jardín y se distrajera viendo el cielo, no podía, no podría llegar a hacerlo.
Porque ese maldito nombre y apellido rondaba en su cabeza desde que la Arlequín lo mencionó en voz alta, desde que descubrió el pequeño pedazo de papel en aquel registro de su familia.
Pero sólo tenía dos pistas, no podía hacer mucho con eso. Muchas veces la prensa lo llamaba como un detective, el mejor de todos sus tiempos. Con menos pistas o a veces con ninguna podía resolver crímenes que ni la misma policía podía zanjar.
Pero esta vez era muy diferente.
"Penny Fl".
Volvía a leer el pedazo de hoja escrito con máquina de escribir entre sus dedos. ¿Por qué justamente el expediente de Penny Fleck había sido retirado de esa forma?
Dejando ese diminuto pedazo de papel, dejó la sala y caminó hacía el enorme reloj con la hora marcada. La maldita hora.
Antes de que el recuerdo lo alterara, se alejó del reloj y volvió a caminar por los pasillos de la mansión, paseando para relajar su mente. Pero no podía, simplemente no podía. ¿Cómo podía empezar con ese caso? ¿Por dónde comenzar? Semanas llenas de interrogantes y ni siquiera pudo haber avanzado.
—Bruce...
La voz de su confidente, Alfred, lo distrajo, y agradeció internamente a él que lo distrajera de esa tortura mental.
—Dios mío...— Alfred en cambio, quedó atónito al observar el físico de Bruce. No era para menos, no lo había visto en un par de semanas, puesto que Bruce apenas regresaba de sus labores como la cabeza de las empresas Wayne se encerraba en ese despacho hasta caer la noche, salía sólo a la cueva de murciélagos debajo de la mansión y regresaba hasta al amanecer, iba y se encerraba en su habitación a dormir sólo 4 horas de sueño, volvía de vuelta a despertar y encerrarse en el despacho si es que no había ningún pendiente en el trabajo familiar.
Alfred sólo se limitaba a dejarle el desayuno en la puerta de su recamara y bajar a hacer lo que hiciera falta en el edificio antiguo. Sin embargo, le preocupaba que el bienestar del joven Wayne que, a pesar que ya era todo un adulto, aún sentía que el joven era un chico todavía y aún estaba bajo su cuidado.
—Antes de que digas una palabra
—Bruce...
—Sólo he trabajado de más, no es nada grave
—¿Nada grave? ¡Parece un vagabundo!
Bruce no pudo evitar reírse ante esa afirmación, a pesar que Alfred no encontraba ningún tipo de gracia.
—Vamos Alfred, no es nada, sólo estoy intentando seguir con un caso
—¿Seguir un caso? ¿Qué clase de caso lo deja como a un muerto viviente?
—Bueno Alfred, todos los casos lo hacen...
—Oh, a veces olvido que eres el murciélago favorito de esta ciudad
Bruce volvió a reír ligeramente, incluso cuando Alfred lo regañaba, como si aún fuera aquel pequeño de 12 años que jugaba en la casita del jardín.
—¿Y a qué se debe ese nuevo caso que lo deja demasiado listo meses antes de Halloween?
Una punzada de su corazón provocó que Bruce esta vez fuera cuidadoso con sus palabras. Claro, en Alfred podía confiar, pues básicamente él llegaba a ser su segunda mano desde que decidió vestir de capa oscura como la noche. Pero esa corazonada le dijo que no fuera tan detallista con Alfred sobre este caso en especial.
Lo supo desde que lo vio ponerse nervioso al ver ese antiguo registro en sus manos.
—Bueno, es un caso bastante difícil... Necesito tener tiempo y espacio para resolverlo... Sin embargo, sólo tengo una pista, y es un pedazo de papel con un nombre...
—¿No necesita algún tipo de apoyo en cuanto a la investigación?
—... Esto es algo de hace más de 40 años... Quizá más... Necesito hacerlo por mi cuenta
—¿Por su cuenta?
—S-si...— Con mucha pesadez, Bruce confirmó. En el fondo, le dolía dejar a Alfred de lado, pero tenía que ser muy cuidadoso con esto que era de alto riesgo. Alfred sólo levantó una ceja, más confundido y consternado.
Por supuesto que estaba consternado, no sólo por el estado físico y mental de Bruce que ese caso le estaba absorbiendo, sino que presentía que no estaba siendo sincero del todo y algo ocultaba.
¿Pero que podría ocultar Bruce? Tal vez lo hacía para protegerlo, tal vez era algo que no sólo Batman podía entrar a investigar, sino también Bruce. Y tal vez sólo estaba intentando ser sigiloso.
Aunque tenía la sospecha que era algo más. Sobre todo, por el simple hecho que Bruce necesitaba investigar como Bruce y no sólo como Batman.
—Bueno. El desayuno está listo, si es que gusta tomar un poco de comida
—Te lo agradezco Alfred... Realmente si lo necesito...
—Y le recomendaría una ducha... y una siesta de mínimo 8 horas...
Bruce simplemente volvió a reír y se dirigió al comedor. Mientras Alfred iba detrás de él volvió esa sospecha. ¿Y si lo que Bruce buscaba era algo más? ¿Era aquello que habían ocultado por tantos años?
No podía serlo. Por supuesto que no. Alfred le echó la culpa a su paranoia. Tantos años ocultando la verdad, tanto tiempo esperando a que Penny o su hijo desaparecieran del mundo sin dejar rastro, volviéndose todo lo contrario, al menos respecto al hijo.
Sí, tal vez lo habían capturado, y tal vez había salido vivo a pesar de la herida de bala, pero era cuestión de tiempo de que volvería a pisar las calles. No sabía cuándo ni cómo, pero volvería a hacerlo. Al menos esta vez iba a pasar más tiempo dentro del lugar, recuperándose de sus heridas.
Pero Alfred esperaba que esa bala terminara con su miserable vida, y así podría finalmente haber cumplido con la promesa que Thomas Wayne le pidió años atrás.
Un pequeño recuerdo de Martha llegó al ver a Bruce. Al menos Martha no se había enterado de ese embrollo. Ya era ventaja.
O eso era lo que Alfred creía.
Sin embargo, Bruce tuvo un pequeño recuerdo, e inmediatamente dejó el desayuno, caminando rápidamente a su escondite. Alfred no paraba de pensar que tal vez el secreto familiar de los Wayne estaba a punto de ser revelado.
Sin embargo, Bruce sólo bajo a una cosa, a volver a ver su traje. Observó de vuelta ese enorme traje que lo protegía cada noche.
Pero esa vez sólo quería acordarse un agradable recuerdo. Vio el cuero del hombro arañado, ahora reparado, pero sólo con algunas costuras, pasó de vuelta su dedo por ahí. Sonrió genuinamente de vuelta.
Esperó de verdad que esa misteriosa mujer felina y él volvieran a encontrarse, al menos en otra pelea más.
...
La cárcel era peor de lo que parecía.
Y hablando de cárceles, Blackgate era muchísimo peor de lo que podría ser una cárcel. Era un lugar que, si bien era alto en seguridad, era bajo en todo los niveles posibles. Un lugar terriblemente inmune, apenas había iluminación, el personal era horrible, y los criminales encerrados ahí, peor.
Contando todas las cosas malas del lugar, alguien se hacía una pregunta:
Si ahí estaban los más peligrosos criminales, los peores de todos, con los que nadie quería meterse, ¿Por qué carajos él estaba ahí?
Mensajero, o más bien, Walter, se hacía esa pregunta cada maldito día de su vida dentro de esa horrenda celda.
Oh, lo recordó, estuvo en dos bandas criminales, las peores de la ciudad. Y lo peor: Con un cargo importante em ambos lados. ¿Cómo es que aún no estaba muerto?
"Carajo..." Pensaba Walter mientras estaba acostaba en el pedazo de concreto con apenas una gastada colcha de esponja, cosa que se suponía que era una cama. Había terminado de entrenar, intentó darse una ducha, pero al abrir los grifos, el agua estaba oxidada. Prefirió pasar el rato con la peste de sí mismo en su cuerpo en vez de la peste de la prisión.
Escuchó voces muy autoritarias fuera de su sitio, por supuesto que venían por él. Abrieron la ventanilla de su celda.
—Levántate, flojo de mierda, es tu hora de comida...
Walter no quería decir nada, sólo observó al policía desde la "cama".
—¡Venga! ¡No tenemos tu tiempo! ¡Toma tu maldita comida!
Dando un suspiro pesado, Walter se levantó y fue hacía la puerta, tomando su bandeja. Observó la comida ahí, por supuesto que la comida era igual de inmune que el sitio, que todo el lugar en general.
—¿Qué es esto?
—Comida para perro, tal vez para gato, no recuerdo si había un perro o un gato en la lata, y espagueti. Es lo mejor que te hemos dado en semanas
—Sí claro, si tú lo dices...— Dijo mientras miraba aún la bandeja entre sus manos, completamente asqueado.
—Venga, ¿Vas a decir que comías mejor con Grant o con el Payaso?
—Comería mejor si fuera un vagabundo
El guardia levantó la ceja. Y sin que lo esperara, metió el brazo para golpear la bandeja, provocando que esta cayera al suelo.
—¡Si crees que comerías mejor si fueras un maldito vagabundo entonces demuéstralo! ¡Come tu maldita mierda del suelo!
Walter sólo observó el pedazo de carne en el suelo. No iba a hacer eso, todavía tenía un poco de dignidad dentro de él mismo.
Volvió a su cama y se volvió a acostar.
—¿Qué te pasa imbécil? ¿No quieres tragarte tu mierda?
El guardia aún no se había ido. Walter sólo observó desde su cama.
—Ya hiciste tu trabajo conmigo
—¿Qué?
—Que ya hiciste tu trabajo conmigo, puedes irte de aquí
—¡¿Qué clase de trabajo he hecho contigo?! ¡¿De qué carajos hablas?!
—Ya me disté la comida, ¿Qué más quieres de mí? ¿Vas a asegurarte de que me la coma?
El guardia quedó sin palabras, Walter intentó no reír, por más que sus palabras fueran ciertas. A veces, ser cínico era divertido.
Pero eso le traía malas consecuencias.
La ventanilla fue cerrada, Walter creyó que tendría un momento de paz al fin, pero para su sorpresa, la puerta fue abierta. El guardia entró junto con otros dos, y lo primero que hizo ese guardia fue golpear directamente a la cara de Walter.
—¡Que mier—
Un golpe más. Walter intentó defenderse, pero los golpes no pararon hasta dejarlo inmóvil.
—¡Nadie, menos un niñato idiota como tu se burla de mí! ¡Pedazo de mierda!
Los otros dos guardias se burlaron, Walter yacía en la esquina de su celda, con un ojo morado y su nariz brotando líquido carmesí. Este miró con desagrado a aquel guardia, con demasiado desagrado.
—Si logro salir de aquí...— Apenas duras, Walter empezó a hablar —...Te juro que te voy a cobrar cada uno de tus malditos golpes, guardia de mierda...
Este sólo se burló de Walter una vez más. Este tenía que encontrar la forma de no verse más débil cuando algo viscoso cayó en su cara. Un escupitajo de aquel imbécil.
—Disfruta tú cena, y entrena más, no parece que entrenas mucho.
Los guardias se burlaron de Walter cuando salieron, cerrando la pesada puerta detrás de ellos. Walter sólo se sentó mejor en el suelo, tomando su costilla y aguantando el dolor. No sabía cuantas humillaciones más iba a sufrir en aquel horrendo lugar, porque esa no era la primera, y cada vez, era peor.
No sabía si era porque fue parte de las dos peores bandas criminales de la historia de Gotham, o porque su familia era todo lo contrario a lo él era, sobre todo su padre.
Simplemente respiró profundamente, y cerró sus ojos. Al menos tenía la esperanza de que ella estuviera mejor en aquel lugar.
Aunque fuera igual o peor que en Blackgate.
...
La melodía de una caja musical que sus oídos percibió provocó que despertara del sueño profundo en el dormía.
Abría sus ojos lentamente. Una melodía que abrazaba su corazón. Por un momento, sentía que todas las adversidades y el peligro dejaron de existir. Se levantaba lentamente de la cómoda cama, y miró a su alrededor. Por supuesto que no había peligro, no cabía en esa habitación.
Era la habitación cuando era ella una pequeña niña. Observó a su alrededor, la cama blanca con bordados de rosas, los peluches en las estanterías, la alfombra en forma de corazón en el suelo, la pequeña caja musical en la mesita de noche. Caminó curiosa de saber porque ella estaba ahí, pero no quería saber la respuesta. Simplemente observaba cada detalle.
Se miró al espejo, y por un segundo casi no se reconocía. Era ella, si, pero era antes de toda esa locura. Se acercó al espejo una vez más. Blusa roja, falda negra, medias negras, tacones rojos, bata blanca, sus lentes circulares, labios carmesí. Oh, recordaba perfectamente para que ocasión usó ese conjunto de ropa. Se apretó un brazo, carcajeó nerviosamente.
Decidió olvidar eso, y fue directo a ver sus antiguos juguetes, recordaba cada uno de ellos, la nostalgia la bañaba, haciéndola sentirse a salvo. Observó los peluches en la repisa. El peluche de oso que su madre le había regalado alguna vez, un peluche de princesa que su padre le regaló en su cumpleaños #6, recordó esa fiesta con cariño. Miró los peluches, hasta que llegó al penúltimo peluche, un pequeño peluche de murciélago.
"Eh?"
Estiró su mano para tomarlo. Una vez entre sus manos lo observó detenidamente, un peluche completamente desgastado y viejo, no recordaba haber tenido eso cuando era pequeña, de hecho, no recordaba haber tenido algo así. Frunció su ceño, sabía que algo andaba mal. Y sus nervios lo confirmaron, poniéndose de punta al ver el último peluche: Un peluche de un pequeño payaso.
Dio pasos atrás del terror que sintió, tropezando y cayendo al suelo. Tiró el peluche entre sus manos, lejos de ella. La iluminada habitación empezó a tornarse oscura. "¡No, no quiero esto!" Intento correr a la puerta para salir de ahí, pero no había nada, más que la puerta del armario. Se hizo hacía atrás, temblando de miedo, ya sólo había oscuridad, y esa puerta se abrió.
No podía ver nada más que niebla detrás de esa puerta, y una figura que ella conocía perfectamente. Esa figura dejó escapar una risa que le envió miles de escalofríos a su cuerpo. Aprisionada, sólo veía como esa figura se acercaba lentamente a ella, danzado de lado a lado. Sólo se alejaba, asustada como una pequeña niña, observando que todas sus pesadillas se volvían realidad. Dio un gritó desgarrador cuando esa figura salió del armario.
—¡Por favor Harley, despierta! ¡Despierta!
Abrió sus ojos abruptamente, otra pesadilla más, su respiración era violenta y sus ojos, a pesar de que no había llorado, dolían, como si hubiera estado así por horas. Se abrazó a la persona que la intentaba despertar, poniendo su cabeza contra su pecho, mientras que una mano pasaba lentamente por su cabello, acariciándola.
—Shhhh, shhhh, tranquila... Tranquila...
Aún estaba temblando, pero extrañamente, se sentía protegida en esos brazos. Prestó atención el pecho de esa persona, usaba un suéter rojo, volvió a cerrar sus ojos, calmándose finalmente.
—Aquí estoy... Aquí estoy...
Harleen abrió sus ojos, y lentamente volteó su cabeza hacía la cara de esa persona. Se sobresaltó, pues era la persona que más temía en su pesadilla.
—Hey, tranquila, estoy aquí...
—... Arthur...
Le dio una sonrisa cálida, sonrisa que la volvió débil.
—¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo?— Arthur acarició su mejilla, mientras que ella intentaba visualizar en donde estaba ahora. Ahora sus ojos percibían un departamento acogedor, un lugar que podría considerar su hogar. Su cabello era castaño otra vez, y parecía ser que esta vez sólo eran Arthur y Harleen.
Instintivamente, y respondiendo a la pregunta de Arthur, Harleen se acercó y fue directo a sus labios, besándolo lentamente, sintiéndose que todos sus sentidos se avivaban, llegando al cielo, una vez más.
Se separó de él, y no pudo evitar sonreírse.
—Creo, creo que me siento mejor...
—Oh, es bueno escuchar eso. Estaba preparando el desayuno, y te escuché gritar. Corrí asustado, no podía dejarte sola— Harleen rio levemente al imaginar a Arthur hacer eso —¿Quieres hablar de ese mal sueño?
—No... Mejor no... Prefiero que estés aquí conmigo...
—Siempre— Arthur se agachó y besó la frente de Harleen —Debes de relajarte, se que quieres ayudar a todos tus pacientes, pero debes de cuidarte
—Lo sé, perdón Arthur, es sólo que... Tú sabes como soy
—Creo que lo mejor será que vengas conmigo, el desayuno está listo— Arthur la ayudó a salir de la cama, mientras estiraba todas sus extremidades, una vieja costumbre cuando era gimnasta. Todas las noches y todos los días eran una bendición, como estar en el paraíso, al menos un pequeño pedacito del paraíso en la ciudad, así lo creía Harleen mientras escuchaba los sonidos de la ciudad. Ese departamento sí que era pequeño, pero entre estuvieran más juntos, mejor.
Salieron ambos de la habitación, tomados de la mano, y fueron al comedor, el desayuno estaba servido. Después de todo, Arthur era todo un caballero. Haber dejado su antiguo hogar con su madre para mudarse con el verdadero amor de su vida fue una de las mejores decisiones que ella pudo tomar.
—Gracias a Dios es Sábado
—Si, hoy no tengo que ir a trabajar, no hubo eventos que ocuparan payasos
—Es bueno que te dieran el día, a veces Hoyt es un condenado desgraciado, ¡Quisiera golpearlo!
—¿Tu crees que yo no?
Los dos soltaron una carcajada. Aquel día, a pesar de como inició para Harleen, debía de ser especial. Después del apetitoso desayuno que ambos disfrutaron, los dos cambiaron de ropas y tomados de la mano, salieron a pasear aquel día en Gotham. Era un día precioso que no debía de desperdiciarse. Fueron por helados, caminaron, platicaban muchísimas cosas, temas interminables, algunos interesantes, otros triviales.
Regresaron a la hora del almuerzo, el resto del día se dedicaron a darse besos y cariños en el sofá hasta que llegara la hora del show favorito de Arthur. Los dos lo veían juntos, siempre abrazados. Sin embargo, a mitad del show, Harleen se quedó dormida en el hombro de Arthur, había sido una semana muy pesada en el hospital, sin contar la terrible pesadilla de la mañana. Arthur notó eso hasta al final del show, y al hacerlo, la tomó en sus brazos, con todas sus fuerzas la llevaba a la cama. La dejó suavemente en la cama, mientras el se instaba al otro lado, acostándose lentamente para no despertarla.
—¿Art? — Harleen despertó del pequeño sueño, Arthur inmediatamente le prestó atención.
—¿Sí, Harley?
—¿Puedes quedarte conmigo?
Arthur se recostó al lado de Harleen, la rodeó con su brazo y la volvió a besar. Harleen cerró sus ojos y sintió los labios de Arthur sobre los suyos, percibiendo todo el amor que el le entregaba a ella.
—¿Arthur?
—¿Sí?
—¿Puedes abrazarme antes de dormir, por favor? No quiero soñar otra pesadilla— Rápido, Arthur atrapo a Harleen en sus brazos. Se abrazó a él, y dejó escapar una lágrima.
—No tienes que preocuparte Harleen, siempre vamos a estar juntos, siempre voy a estar contigo...
Harleen, sintió que más lágrimas cayeron de su rostro, y sólo lo dejó caer en el pecho de Arthur. Podía sentir sus brazos, su aroma, su calor.
Su amor.
—¡Despierta Quinzel! ¡Despierta!
Harley abrió sus ojos. Se había quedado dormida en una de las esquinas de la habitación blanca.
Esta vez no era un sueño dentro de otro sueño. No.
Esta vez, había despertado en la realidad.
¡Quién lo diría! ¡Una psiquiatra convertida en una demente!
Las burlas, a pesar de estar del otro lado de la puerta, eran muy sonoras.
No habían cambiado mucho las cosas en Arkham, ocurrió lo que Harley sospechaba y temía en el momento que volvía al psiquiátrico: Iba a ser tratada de nuevo como el fenómeno de circo, pero ahora ella era la principal atracción.
Harley se dio la vuelta, no quería escuchar a esos enfermeros imbéciles, sólo quería dormir, y soñar con Arthur de vuelta. Dormir era su escapatoria, así que trataba de hacerlo por mucho tiempo.
—¿Sabes algo Harley? Tenemos noticias de tu payaso favorito
Los sentidos de Harley se activaron al escuchar eso, y aunque intentó no hacerlo, su cabeza giró hacia ellos tan rápido.
—Dicen que la operación salió mal, que la bala atravesó muchas partes de su cuerpo, y que perdió mucha sangre— Los enfermeros no paraban de burlarse, no paraban de ver la expresión de Harley—Creemos que algo le pasó, ya que no se ha visto por aquí, ¿Verdad Robbie?
—¡Es cierto! Son tantos los rumores acerca del Príncipe Payaso del Crimen— Los dos exageraban su voz, tratando a Harley como si fuera alguien estúpida.
—Dicen que quizá se escapó del hospital, pero no creemos esa teoría, porque también dicen que ya nunca podrá escapar porque sus piernas ya no le funcionan
Los enfermeros empezaron a reírse más fuerte. El corazón de Harley se estaba quebrando en pedazos.
—Otros rumores dicen que perdió mucha sangre y él quedó en coma, probablemente no despierte en uno, dos, tres, tal vez en diez años
Harley se preocupaba muchísimo con cada palabra que ellos decían. ¿Era real? ¿Era mentira? ¡¿Cómo se atrevían a burlarse de él?! ¡Si tan sólo los escuchara, ellos serían hombres muertos!
—¡Oh! ¡No te olvides de mi teoría favorita!
—¿Cuál es esa?
—¡Que el ya se murió! ¡Jajajaj!
—¡Jajaja! ¡¿Oíste eso Harley?! ¡Tu payaso se murió! ¡Jajajaj!
Harley se levantó furiosa, ¡¿Cómo se atrevían a decirle esas patrañas?! ¡¿Cómo se atrevían a burlarse del Joker?! ¡¿Cómo se atrevían a burlarse de ella?!
¡Ella era Harley Quinn! ¡La princesa payasa del crimen! ¡Debían de temerle!
Gritando e intentando atacarlos, corrió hasta la puerta, estampándose contra esta.
"Ya no... Ya no lo soy... Ya no lo soy"
Cayó al suelo, sintió la sangre correr por sus ojos y por el puente de su nariz, escuchó las burlas de sus ex compañeros. Estos, después de bombardearla de nuevo con farsas e invenciones que se les ocurrió 5 minutos antes de atormentarla, decidieron volver a su trabajo.
En el suelo frío y sucio de la habitación blanca, ella recordó una frase dicha por su madre, en una ocasión que había peleado con su padre y estaba bebiendo licor, ¿Por qué tuvo que recordar a su madre en ese instante?
"Oh cariño, todos, absolutamente todos los que te amarán te harán daño en esta vida... Y el que más amarás, será el que más te hará daño..."
Desangrándose de la frente, desvaneciéndose ese recuerdo, Harley inconscientemente cerró sus ojos, y volvió al único lugar donde era feliz.
Dentro de su cabeza.
...
"I'm just a woman, a lonely woman
Waiting on a weary shore
I'm just a woman that's only human
One you should be sorry for
Got up this morning, along about dawn
Without a warning, I found he was gone
Why should he do it, how could he do it
He never done it before
Am I blue, am I blue
Ain't these tears in these eyes telling you
Am I blue, you'd be too
If each plan with your man
Done fell through
Was a time
I was his only one
But now I'm the sad and lonely one...lordy
Was I gay, 'til today
Now he's gone, and we're through
Am I blue..."
— Annette Hanshaw – "Am I blue"
