37

Sus manos sostenían la tarjeta azul con las letras grabadas en dorado. Algo parecido a una respiración pesada, Alfred se había encargado personalmente de haber leído la invitación antes y no estaba del todo seguro de entregarla.

Dejó el resto del buzón en el despacho de Bruce y caminó a donde el seguía entrenando, a la vez que daba pasos sobre la enorme alfombra roja que decoraba el pasillo, Alfred se encontraba dudoso, la invitación era elegante, cordial, y las fechas coincidan en espacios libres para el joven Wayne. Sin embargo, había una pequeña lista de instrucciones que al leerlas, sonaban más a que eran diminutas advertencias sobre cierta persona invitada al evento.

Entrando por la puerta que daba al pequeño gimnasio personal de Bruce, el cual estaba entrenando, Alfred dejaba mostrar su presencia, la cual el más joven de los Wayne notó que algo no iba bien con Alfred apenas lo vio. De hecho, algo no iba bien con Alfred desde meses atrás, y sus sospechas eran cada vez más grandes.

—Buenos días, Bruce— Alfred llegó con una sonrisa, tratando de ocultar los nervios provocados por la invitación.

—Buenos días, Alfred, ¿Tienes algo para mí?— Bruce dijo a la vez que dejaba caer las mancuernas al suelo, provocando un notable daño en este. Alfred sólo elevó sus cejas, rebobinando todas las veces que Bruce empezaba a dejar ver pequeños comportamientos que, no eran del todo agresivos, pero tenía que prestar un poco más de atención. Eran pequeños comportamientos que podían llegar a ser normales en Batman, más no en Bruce.

—Sí... Acaba de llegar una invitación...— Alfred recuperó aquel tono de voz sereno que lo caracterizaba, una forma de adornar su temor —...Es una... Curiosa invitación

—¿Invitación?— Preguntó Bruce a la vez que terminaba de hidratarse, dejando la botella de agua en el piso, y dirigiéndose a Alfred —¿A dónde?

Alfred, mirando a la carta y después a Bruce, estiró su mano hacía a él. Bruce, lleno de curiosidad, tomo la invitación entre sus manos —Estimado Sr. Bruce Wayne...— Bruce leyó la parte trasera del sobre y se dispuso a leer las letras doradas en el papel oscuro.

"El Hospital Psiquiátrico Asilo de Arkham se complace en invitarlo a usted a la Cena de Gala para recaudación de fondos..."— Bruce leía en voz baja, detenidamente, a la vez que volvía a darle un sorbo a su botella de agua —¿No se supone que el gobierno debe de encargarse de eso?

—Escuché que la Gala es una especie de manifestación sigilosa de parte de Arkham...

—¿Manifestación sigilosa?— Bruce vaciló un poco al escuchar la curiosa definición de Alfred —Creo que les hubiera salido más barato detener la vía principal de Gotham en vez de hacer esta ridícula Gala...

—Parece que es así, las manifestaciones pacíficas han cambiado con el paso del tiempo— Alfred dijo en son de sarcasmo, Bruce quiso secundarle, pero al contrario, estiró su brazo a Alfred.

—No iré. Me encantaría ir, pero no iré. El Murciélago tiene algunos pendientes...

—Amo Bruce... Creo que no ha terminado de leer la invitación... Creo que hay algo que le interesaría al Murciélago...

—¿Huh? — La mirada de Bruce se dirigió de vuelta al sobre, y Alfred tenía razón, faltaba algo más, un pedazo del mismo material del sobre un poco más pequeño, algo similar a un separador de libros. Los dedos de Bruce sostuvieron, lo que sus ojos leyeron, el diminutivo instructivo. Eran reglas de etiqueta que todos aquellos que han asistido a una gala se lo sabían de memoria, pero era la última instrucción lo que hizo que se decidiera.

Protocolos e instrucciones a seguir para la Cena de Gala:

· Llegar de forma puntual a la hora indicada

· Etiqueta rigurosa

· No se permiten niños

· Considerar la recaudación de fondos

· Favor de confirmar asistencia

· Nota de precaución: Entre nuestros invitados se encuentra la Dra. Harleen Frances Quinzel (Asistencia Confirmada). Considerarlo para confirmar o declinar asistencia.

—¿Huh?— Bruce elevó una ceja leer la última instrucción, pareciéndole curioso, ¿En verdad se animaron a invitar a la ex criminal más peligrosa de Gotham a su Gala?

—Se lo dije Sr. Wayne... Podría ser de interés para el Murciélago

Bruce volvió a ahogar una pequeña risa en su garganta, leyendo esa última parte, Harleen Quinzel, parte de una celebración, ¿Acaso nadie se daba cuenta de lo mal que estaba eso? Debía de haber algo más, una verdadera razón por la cual la Arlequín estaba invitada. Y posiblemente, sería algo que ellos no tenían ni idea de cómo manejarlo en caso de que se saliera de control. O de que llegara cierta persona que no era invitada a la Gala.

—No sólo del Murciélago, también se ha vuelto parte de mi propio interés... Pero temo que al final, seré un niñero para ellos— Bruce sonrió, y volvió a dirigirle la carta a Alfred —Confirme mi asistencia al evento, Alfred, sería todo un gusto para mi ser testigo del... desastre que se podría suscitar en la fiesta...

—¿Y sería un gusto para el Murciélago ser parte de?

—Por supuesto que no, yo sólo quiero ser Bruce ahí, esperemos que pueda ser Bruce toda la noche...— Alfred, con una pequeña risa, tomaba el sobre entre sus manos.

—Confirmaré su asistencia...— Alfred se dio la vuelta, a punto de dejar el pequeño gimnasio.

—¿Alfred?— La voz de Bruce hizo que su mayordomo, o más bien, su única familia, se detuviera y volviera a darse la vuelta, para él.

—¿Si, Bruce?

—Hm... ¿Usted cree que pueda haber un altercado en esa gala?

—Bueno, yo diría que debería de estar preparado por cualquier cosa. Es Gotham, Bruce, y es una gala a Arkham, y con esa invitada especial... Puede esperar todo el caos que deseé...

Bruce, volviendo a asentir, no dijo ni una sola palabra al respecto, Alfred estuvo a punto de irse de vuelta.

—Alfred, si existiera algo más, ¿Me lo dirías?

Alfred, confundido, sacudió ligeramente su cabeza hacía Bruce.

—¿Sobre la gala? Por supuesto que sí, le estaré informando si hay cambios... Esperemos que no vaya la invitada especial, así pueda ser Bruce toda la noche, y el Murciélago no tenga que aparecer...— Con una risilla, Alfred finalmente se fue de la sala.

Bruce se mantuvo serio, sentándose en el suelo. La pregunta, a pesar que sonara relacionada a la Gala, definitivamente no era así. Bruce le preguntó a Alfred en general. Sobre si aquellas palabras de aquel archivo psiquiátrico de la antigua sirvienta de los Wayne eran reales.

Sus manos entrelazadas, sus yemas frotando contra sus nudillos. Nervioso, sólo podía estar nervioso, ansioso de saber si existían más respuestas. No creía, no creía que esas palabras fueran ciertas. "Por Dios, Bruce, que era una maldita loca encerrada en Arkham". Se levantó del suelo y caminó fuera de su gimnasio personal. Si, de alguna forma, toda esa demencia no podía ser propio de él, tenía que sacarla de algún lado, la respuesta más lógica era que toda esa locura fuera heredada ¿La prueba? El expediente psiquiátrico de su madre.

Pero al caminar por los pasillos de su propio hogar, sentía que viaja otra vez por el tiempo. O al menos, su mente. Miraba alrededor, y sentía que podía ver a Penny Fleck caminando por ahí. Bruce no había caído en cuenta que donde el estaba pudo haber estado Penny. Imaginaba que podía ver a Penny y su padre, escondiendo su romance secreto en los rincones de su casa, y eso le revolvía el estómago.

"Carajo, que es una puta loca, y ella no tiene razón"

Intentó volver a razonar, a entrar con su parte cuerda, la lógica. Ella estaba internada en Arkham, con interminables medicamentos y tratamientos. "Narcisista, psicótica, drogadicta. ¿Por qué crees en las palabras de una mujer así?"

Bruce elevó su cabeza, pudo sentir el fantasma de Penny juzgándolo desde algún rincón de su hogar.

Subía cada escalón en silencio, ignorando las letras leías en ese expediente. Lo había vuelto a leer mil veces más. Sencillamente, Bruce no podía concebir la idea de que su padre, Thomas, hubiera traicionado de esa forma a su madre, Martha. No podía concebir la idea de que se hubiese fijado en alguien como Penny.

No quería aceptar que aquel lazo por el que tanto tiempo sentía que lo unía al Joker en realidad era un lazo fraternal.

"¡NO!"

Bruce tropezó con su propio pie, y antes que cayera por las escaleras, se tomó del pasamanos. Sus pensamientos jugándole en contra, sabía que ese caso iba a volverse personal, pero no al grado que hasta los eventos ocurridos de ese caso pasaron en su casa.

—Debo... Debo pensar en la maldita gala...— Se llevó dos dedos a su ceño, frotándolo con cierta brusquedad. Volvió a subir a las escaleras con apuro.

De todo ese embrollo, sólo tenía un consuelo, aquel consuelo era que, si realmente esas palabras fueran reales, Alfred se lo hubiera confirmado desde hace tiempo atrás. Sabía que Alfred no le podía ocultar algo así de grave, que no podía traicionarlo de esa manera.

Tomando una ducha para quitar la suciedad y sudor de su cuerpo, la aprovechó para despejar su mente. No podía dejar que esa clase de pensamientos lo dominaran. No podía dejar que el miedo lo dominara.

Sería algo gracioso, ya que la otra cara en él derrochaba miedo. Sí, iría a esa gala, sólo por precaución. Además, iría Harleen, y tal vez le encantaría saludarla. Y en el fondo, deseó que ese payaso no apareciera, porque si lo hacía...

Ni siquiera sabía que podría hacer si el apareciera.

...

Con su cabello completamente desaliñado, el resto de su cuerpo igual, con ropas cómodas pero sucias, tirada en el hueco del sofá, comiendo de una bolsa de frituras de queso, algunas ni siquiera llegaban a su boca, caían a sus ropas, al sofá y al suelo, junto con más pedazos de comida chatarra de aquel estilo. Papas fritas, dulces, algunas palomitas de maíz. La televisión frente a ella, había sido golpeada y "arreglada" por ella misma (O al menos lo intentó), así descubrió que su televisión había sido intervenida, o al menos la señal, por eso nunca había escuchado noticia alguna del escape de él. O al menos, esa fue la conclusión que llegó. Por ahora, ya podía ver televisión real, con las noticias reales.

Se encontraba en crisis, por supuesto, sus ojos se encontraban hinchados de tanto llorar. Estaba tan harta de llorar. Y de llorar exclusivamente sólo por él.

Se levantó del sofá, tirando sus frituras al suelo, importándole poco la suciedad de la sala. Caminó directo al frigorífico, abriéndolo y buscando algo más decente para comer. Pero su cerebro necesitaba estar alegre para ello, o al menos, tener un poco de serotonina, algo que las pequeñas pastillas de Joan debían de otorgarle. Pero ya las había tomado, y no quería aumentar la dosis. No quería volverse adicta a otro tipo de "pastillas mágicas".

Tomó la barra de chocolate más grande del refrigerador, la abrió, tirando la envoltura al suelo y empezó a comer de esta, dando un buen mordisco.

Se dirigió al sofá nuevamente hasta que soltó un pequeño quejido.

Ouch...

Miró al suelo, y la planta de su pie había pisado una palomita dura. Aún estaba encajada en la piel.

—Mierda... Espero que la tonta de Joan no se le ocurra aparecerse...— Susurró Harleen al notar el desastre alrededor de ella. Dio otro mordisco al inspeccionar su apartamento. Si, estaba jodida, sumida en la depresión, otra vez, pues enterarse de esa noticia que la había dejado tirada en un callejón con un ataque de ansiedad iba a repercutirle en al menos unas dos semanas más.

Un mordisco más, un poco de chocolate salió entre sus dientes, casi cayendo al suelo, pero Harleen lo atrapó llevándose un dedo muy cerca de su boca, metiéndolo de vuelta, necesitaba cada maldito gramo de serotonina, no importaba si fuera de algo tan simple como un chocolate.

Si sigues haciendo eso vas a perder tu figura

Harleen escuchó una voz y miró a su alrededor, buscando quién era, y la encontró: Vio a Harley, sentada en el sofá, con aquel traje que había robado de la tienda de disfraces.

—Sabes que necesito esto

No, no lo necesitas...— Harley se levantó del asiento, dirigiéndose a Harleen lentamente—...No necesitas chocolate, digo, es bueno comer chocolate, amamos el chocolate ¿No es así?— Harley se acercó lo suficiente para agachar su cabeza a la barra de chocolate y darle un mordisco, dio un pequeño murmuro de gusto al saborear el chocolate, a la vez que eso dejó aterrorizada a Harleen, ¿Desde cuándo sus alucinaciones se metían en la realidad? —¿Sabes que necesitas? Necesitas salir...— Apuntó Harley a Harleen —Necesitas salir, conseguir un traje más bonito que este y ¡Vamos a hacer muchas travesuras! Oh vamos Harleen, sé que lo quieres tanto como yo... ¡Lo sé, porque ambas somos la misma! — Harley empezó a gritar y a reírse, dando brincos en el suelo llenos de emoción.

Pero la emoción de Harley fue detenida por un portazo que se escuchó desde el baño. Ambas miraron a la puerta.

¿Hablas enserio, Harley?— Ambas chicas miraron a una joven acercarse a ellas, por un momento casi no se reconocieron, pero era sencillo, es que eran ellas mismas antes de toda la locura hecha infierno —¡¿Acaso estas loca?!— La Dra. Quinzel empezó a llamarle la atención a Harley —¡¿Crees que vamos a hacer lo mismo?! ¡¿A cometer crímenes para volver a Arkham?! ¡No! ¡No vamos a hacer eso!— Harley se encogía de hombros.

Yo sólo le daba un consejo...

¡No necesitamos de esos consejos!

Dándose cuenta de la gravedad de esa alucinación, Harleen se alejó del par, incluso dejando caer el chocolate al sofá.

¿Harleen? ¿Qué haces?— Harley preguntó en su voz chillona. Harleen no podía creer hasta que grado llegaba a alucinar su cabeza.

—N-Ne-Necesito que...

¿Sí? — Harley y la Dra. Quinzel preguntaron al mismo tiempo, provocando más nervios en Harleen.

—Necesito que se vayan...— Alcanzó a suspirar Harleen —Necesito que se vayan ahora mismo

¡¿Ahora?! Oh Harleen, ¡Pero sólo quería darte consejos para la gran gala!— Harley hizo una pequeña mímica refiriéndose a lo glamurosa que podía llegar a verse para la gala de Arkham —Por eso te decía que no comieras tanto chocolate, después no vas a caber en el vestido

De preferencia que no lo haga...— La Dra. Quinzel habló, tomando la palabra —Haber aceptado esa invitación fue un error...

Lo sé, se que fue un error, pero Joan...

¡Joan es una frívola y lo sabes!— Harley habló en voz alta —¡¿No recuerdas todo lo que ha hecho!?

¡Y por eso hay que ser agradecidas!— Dra. Quinzel habló en voz alta nuevamente, callando a Harley —¡De no ser por ella seguiríamos en Arkham siendo la burla!

Oh vamos, ¡Fuimos la burla desde el internado!

¡Sí! ¡Lo fuimos! ¡Pero siendo pacientes no sólo fuimos la burla, Harley, te recuerdo que nos golpeaban, nos humillaban, nos dejaban sin comer por días y nos electrocutaban! ¡Faltaba poco para que el director y sus amigotes violaran de nosotras como en el subterráneo!

—¡AHHH! — Harleen dio un gritó lleno de miedo al escuchar a la Dra. Quinzel hablar de ese maldito recuerdo que había sido enterrado bajo tierra, hasta que lo volvió a sacar a la luz —¡No, no, no...!

¡¿Ves lo que provocas, maldita estúpida tonta?!— Harley llegó corriendo a con Harleen, abrazándola. Harleen se aferraba a Harley, a la vez que sólo Quinzel las miraba a lo lejos. Harley empezó a susurrar a Harleen al oído para calmarla de la peor forma posible—Tranquila corazón... Tranquila... Eso no va a volver a pasar... Recuerda que Pudín lo mató, recuerda que lo mató, lo mató a él y a sus amigos que seguramente hacían lo mismo...

Oh, ¿Le tienes que recordar a ese maldito imbécil? — la Dra. Quinzel enojada, reclamando a Harley la forma de consolar a Harleen.

Ese maldito imbécil nos salvó... Nos salvó de tantas formas...

Si, y nos intentó matar...

Harley rodó los ojos, a la vez que Harleen miró a ambas otra vez.

—¡Eso fue un error! ¡¿Lo sabes?! ¡El mismo lo admitió!

¡¿Y porque tuviste que perdonarlo?!

¡Porque me pidió perdón, por eso!

¡Eso no es suficiente! ¡Nos hizo mucho daño! ¡Mira! — Quinzel apuntó a Harleen, la cual estaba por entrar en otro ataque de pánico —¡Mira como estamos por culpa de Arthur!

¡Pudín sufrió mucho! ¡Por eso nos trató como nos trató! ¡Estoy segura que si no fuera por culpa de la zorra de Penny el nos hubiera tratado mejor!— Harley gritó en voz alta, provocando más alteraciones en Harleen.

—¡Eso no es excusa! ¡Que su infancia haya sido disfuncional no significa que tuviera derecho a provocarnos el mismo daño a nosotras!

—¡No es cierto!— Gritó Harleen a ambas versiones de ella misma, en medio de la crisis que enfrentaba —¡No es cierto, no es cierto...!— Poco a poco se agachaba, poniendo sus manos en su cabeza. Harley y Quinzel se miraban entre sí, y después volvían a mirar a Harleen, en casi una posición fetal en el suelo —No es cierto eso...Él dijo que nos amaba, nos dijo eso...

Sabes que eso es mentira...— Quinzel intentó hacerla reaccionar.

No, concuerdo con Harleen, nos ama, sé que él nos ama...

—¡¿Y si tanto nos ama, porque carajos no nos buscó desde que escapó de Arkham?!

—¡AHHHHHHHHHHHHHH!— Gritó Harleen más fuerte, tratando de ignorar a ambas alucinaciones, llorando más fuerte.

¿Si realmente nos amara... Nos merecíamos esto...?— Una mano levantó el mentón de Harleen, y Harley y la Dra. Quinzel ya no estaban. Sólo viéndose a ella misma de aquella noche, a esa Harley herida, con su rostro completamente recién golpeado, y su ropa rasgada, dejando ver el resto de golpes recién hechos en su cuerpo.

—Son besos... Recuerda que son besos...— Harleen empezó a llorar más.

Pero duelen...

—¡Es su forma de amar! — Harleen, a pesar del tiempo, a pesar de los golpes, a pesar del dolor, aún intentaba justificarlo —¡Es su forma de hacerlo!

Harleen volteó a la mesa, y nuevamente ahí apareció Quinzel, hojeando el diario de Harleen, y llevándose dos dedos al ceño al leerlo, la decepción se leía en su cara.

Harleen se levantó del suelo, e intentó caminar lejos, pero se tropezó con otra "Harley", y esa vez fue peor. Se encontró con una versión mucho más joven, una versión de ella misma con coletas, pero en su cabello natural, y aquella chaqueta bicolor de su banda favorita.

¿Quieres decir que eso seguirá pasándonos?— Era Harleen cuando era adolescente, llorando enfrente de ella —¿Todavía vamos a vivir con violencia? ¿Las personas que vamos a amar nos van a seguir golpeando? ¿Estamos condenadas a vivir así?

No esperaba encontrarse esa versión de ella misma, volver a ver a la pequeña niña que la habían dañado, que la única esperanza que tenía era que, después de aquel traumático evento, su vida empezara a mejorar.

—N-N-N-No pequeña, nosotras...— Harleen intentaba darle una explicación razonable a su yo de 15 años, pero más Harley's aparecieron detrás de ella.

Dile que es nuestro destino...

—No, ella no debe de—

Dile que así seremos por un largo tiempo...

—P-Pero n-nosotras

...Que porque el asesinó a nuestro agresor...

...Y el fue el único que no se burló de nosotras cuando entramos a Arkham...

...Porque es el único que nos ama a su manera...

...Él nos entiende, él nos salvó...

... Y nosotras decidimos agradecerle así...

... Convirtiéndonos en su Arlequín...

—¡NO!— Harleen tropezó en el suelo, empezando a sentir nauseas y a vomitar, otra vez su mente jugando sucio con ella. Gritó contra el suelo, llorando una vez más. Sintió de repente muchas manos rodearla, llevándola lejos del desastre que hizo con su estómago, y abrazándola, llorando y gritando con ella.

Y el error de Harleen fue preguntar a todas escas alucinaciones una sola cosa.

—¡¿Qué debo hacer?!

Todas empezaron a gritar al mismo tiempo que era lo que debía de hacer:

¡Tienes que volverlo a perdonar!
¡Tienes que comenzar de nuevo!

¡Déjalo ir lejos! ¡No te vuelvas a meter con él!

¡Ve por él, búscalo, busca a Arthur!

¡Véngate! ¡Tienes que vengarte de él!

¡Mátalo! ¡Mátalo por habernos abandonado!

¡No! ¡Tienes que preguntarle porque nos abandonó!

¡Pídele pern! ¡Tienes que pedirle perdón!

Y eso, incluso, la dejó peor. Harleen se levantó del suelo e intentó escapar de ellas, pero todas le gritaban que era lo que debía de hacer.

¡Por favor ya cállense! ¡Ya! ¡Ya! ¡cállense la maldita boca! ¡Cállense!— Harleen gritaba a la vez que escuchaba a todas gritarle lo que debía de hacer, a la vez que la jaloneaban y la intentaban detener, todas rogando ser escuchadas por Harleen.

La crisis empeoro, ¿Su salud mental había mejorado? Y una mierda.

—¡CALLENSE! ¡CALLENSE LA PUTA BOCA!

Su vista se nubló y Harleen despertó entre todas las migajas de comida chatarra en el suelo. Su respiración errática, su piel mojada de sudor, sus extremidades temblando.

¿Qué carajos había sucedido?

Se levantó y miró a su alrededor, la televisión daba anuncios comerciales y el reloj en la pared indicaba las 4 de la mañana. Confundida, se puso de pie y caminó a la sala, dándose cuenta que la mancha de vomito en el suelo había desaparecido. Con más confusión, e incluso un poco de miedo, casi corriendo, se dirigió al frigorífico, y la barra de chocolate seguía ahí.

Una pesadilla más a la lista. Harleen dejó escapar un suspiro pesado. Fue al baño, abriendo el grifo, lavándose su cara. Sus manos aún temblaban, y sabía que no era por el frío del agua.

—¿Qué mierda acaba de pasar? — Susurró para ella misma. Su cuerpo se sentía agotado, pero por supuesto que no iba a volver a dormir, ni siquiera a intentarlo, temía hacerlo, no quería encontrarse con ella(s) misma(s) nuevamente. Abrió el estuche del espejo, y tomó las pastillas necesarias de los botes ámbar, esperando que esas pastillas la calmaran. Volvió a recordar sus pastillas mágicas, las extrañaba.

Recordando su pesadilla, se hizo muchas preguntas:

¿Qué carajos su mente le quería decir con todo eso? ¿Acaso su salud mental en realidad estaba empeorando? ¿Necesitaba más dosis? ¿Debía de decirle a Joan? ¿Qué demonios podía hacer ahora?

Las dudas carcomían su cabeza a la vez que barría la comida chatarra del suelo, y pensaba seriamente que no debía de seguir comiendo tanto, sino iba a perder su figura.

Al terminar, se sentó en el sofá, a la vez que esperaba que las noticias iniciaran. Pero apenas parpadeó, el teléfono de su casa timbró. Harleen, alertada, reaccionó y saltó del sofá, yendo a contestar el teléfono. No sin antes notar que el sol ya había salido y ahora había otra clase de programa en el televisor.

"¿Otra vez perdí la noción del tiempo?"

Harleen contestó el teléfono, y a los dos segundos se arrepintió de hacerlo. Era Susanne, y su voz irritante como siempre, le recordaba que no faltaba mucho para la Gala, y que Joan le había indicado que ella misma se llevaría a Harleen para ayudarla con su maquillaje y peinado.

Harleen, otra vez sintiéndose aprisionada, dijo estar de acuerdo, y antes de que Susanne empezara a indagar más, colgó. Otro suspiro pesado. "Maldito sea el momento en que acepte ir a esa tonta Gala".

Y entonces pensó.

"¿Debería de ir con este horrible cabello?" Se decía a si misma cuando se miraba al espejo, y observaba su cabello teñido. Lucía tan mal, tan barato. ¿Por qué dejó que Joan le tiñera el cabello con un tinte de tan baja calidad cuando dejó Arkham?

"Tal vez pueda arreglarlo por mi misma..."

Sin llamar a Joan para solicitar un permiso, y esperando que ningún vecino la viera, Harleen decidió hacer un par de compras por su cuenta.

Un par de horas después, Harleen regresaba con una bolsa en su mano, sonriendo, tal vez Susanne la podía ayudar con el peinado, pero el cabello podía arreglarlo ella misma.

"Espera..."

De repente, Harleen giró su cabeza a sus espaldas. Por unos segundos, su instinto le dijo que mirara hacía atrás, porque alguien la estaba observando. Harleen echó un vistazo a la calle, y parecía no ver a nadie conocido, o alguien que la reconociera.

Pero esa sensación de que alguien la estaba observando la sentía en todo su cuerpo, y con un cierto toque de nostalgia. Harleen, ignorándolo, siguió con su camino.

Tenía que prepararse para el día de la Gran Gala. O Al menos, lucir decente para estar entre un montón de gente rica.

...

"I paint my nails black
I dye my hair a darker shade of brown
'Cause you like your women Spanish, dark, strong and proud
I paint the sky black
You said if you could have your way
You'd make it nighttime all today
So it'd suit the mood with your soul
Oh, what can I do?
Nothing, my sparrow blue

Oh, what can I do?
Life is beautiful, but you don't have a clue
Sun and ocean blue
Their magnificence, it don't make sense to you

Black beauty, ooh
Black beauty, ooh..."

Lana del Rey – "Black Beauty"