38
Un par de meses antes...
Él había perdido la esperanza de salir en libertad desde el momento que sus pies pisaron aquella cárcel en específico. Sabía que la libertad como privilegio la perdió, y esa condena sería en un lugar tan horrible, en el lugar más asqueroso de todo Gotham, tanto que ni siquiera se encontraba en la ciudad.
Ese lugar se encontraba en una isla, porque era el lugar donde lo peor de Gotham era tirado cómo bolsas llenas de basura. En la penitenciaria de Blackgate era el basurero digno para aquellos criminales que se consideraban adecuados para aquel vertedero hecho cárcel. Y uno de los seleccionados para caer en el basurero era Walter Fields, conocido por muchos dentro y fuera de Blackgate como Mensajero.
Walter, dentro de una celda muy pequeña, en la pared marcaba los meses que llevaba encerrado ahí, faltaba poco para el año.
¿Por qué decidieron que Walter Fields, conocido como "Mensajero" fuera puesto en Blackgate? A pesar que Walter tenía muchas teorías, en realidad no le habían dado una razón en específico. Sólo recordó que en el Departamento de Policía de Ciudad Gotham le dijeron esa mala noticia. En el mismo departamento al que su padre perteneció alguna vez. Ni siquiera le daba ganas de pensar en su pasado, a esas alturas no valía la pena.
Lo importante en ese momento era parar el sangrado de su nariz.
Sentado en el suelo de la celda, tratando de detener la sangre que brotaba de sus fosas nasales. Minutos antes, él se encontraba descansando en aquella cosa dura con una aplastada y sucia esponja que simulaba ser un colchón, tratando de hacer valer su comportamiento como buen prisionero. A veces eran días buenos y otros días malos, y aquel día esperaba que fuese un buen día.
Que ingenuo era Walter a esas alturas.
Por supuesto que en toda Gotham la corrupción estaba al día, y un islote en medio del mar perteneciente a esa ciudad no iba a ser la excepción. Unos billetes de quién sabe de dónde habrían sacado el resto de los reos fue dado a unos de los guardias, pidiendo exclusivamente una sola cosa:
Los policías fueron a la celda de Walter y lo sacaron antes del tiempo de receso, claramente que este intentó poner resistencia, pero realmente era inútil. Fue llevado a donde se encontraban otro grupo de reos, reos los cuales eran ex compañeros de "trabajo" de Walter, a menos de parte del bando de Brando. A pesar que Walter gritaba y exigía que lo dejaran en paz, los policías hicieron caso omiso. Cuando Walter se encontraba alrededor de esos ex compañeros, ellos sencillamente decidieron disfrutar y descargarse contra él.
Después de utilizarlo cómo un saco de boxeo colectivo, y advertirle que la siguiente vez si les daba su gana sería su vida con la que acabarían, los policías tomaban lo que quedaba de Walter, lo arrastraban y lo aventaban dentro de su celda, magullado en diferentes partes de su cuerpo.
Walter se llevaba la mano a su nariz, la sangre brotaba sin parar de esta, el dolor una costilla rota le provocaba doblarse de dolor sobre el inmundo suelo. Sin querer recordaba las acciones que lo hicieron haberse quedado atrapado en esa celda.
¿Fue haber delatado a los suyos para proteger a una mujer que, a estas alturas, nunca se había interesado en él? ¿Fue no haber prestado atención a aquella pelea entre su bando y el bando enemigo? ¿Fue haber cambiado de bando? ¿Fue haber decidido entrar desde muy joven a la vida criminal?
Walter escupió una tercer molar, cayendo el diente al suelo. Por unos instantes se rio, un pendiente menos del que preocuparse, siempre buscando la parte positiva de lo malo. Aunque ese malo fuese estar encerrado en Blackgate.
—Oh... Mierda...— Suspiraba Walter al recostar su cabeza en pared, cerrando sus ojos, al menos dormido no podía sentir el dolor.
...
Así eran los días de Walter dentro de Blackgate, en veces entrenaba para no perder la cordura, para mantener su físico, para tomar fuerzas de quién sabe dónde y reservarlas por un "por si acaso". No le gustaba meditar, porque sería estar a solas consigo mismo, y aunque no le molestaba su propia compañía, desearía no hacerlo en esa etapa de su vida. Otros días, no tenía mucha suerte, y tenía que escuchar los pensamientos de su cabeza. Otros días, escuchaba los gritos de sus ex compañeros de ambos bandos, de Brando y de Joker. Ambos bandos acusándolo de traidor. Walter sólo se mantenía en silencio, guardando la compostura, tratando de no escuchar a ninguno de ellos, a ninguna de sus palabras llenas de odio y rencor.
A veces tenía que tener la seguridad de su lado, para evitar que media penitenciaria se le fuera encima y lo golpearan entre todos hasta matarlo. Pero cuando le llegaban al precio a los guardias, la seguridad quedaba reducida a nada para Walter.
Pero ellos no querían matarlo, no aún, podían usarlo cómo muñeco de diversión, podían descargar su enojo, su ira, su frustración de pasar su condena justo en Blackgate y no en otra cárcel de Gotham. La primera vez que a Walter le ocurrió eso, creyó que iba a morir en manos de la furiosa aglomeración de prisioneros que parecía una jauría. Sin embargo, no lo hicieron, lo querían vivo para un buen rato más. Eso fue extendiéndose por largos meses, meses donde Walter poco a poco se acostumbraba a los puños de los prisioneros, bajo la mirada negligente de los guardias de seguridad del lugar
No podía hacer mucho, más que usar las palmas contra el suelo para levantarse por sí solo, y escupir sangre cuando finalmente los demás lo dejaban en paz, y resignarse a que el resto de sus días podían llegar a ser así, si es que llegaba a cumplir su condena antes, o si no moría de alguna de las palizas del resto de la cárcel.
...
Había pasado dos semanas después de que los puños y las puntas de las botas de sus ex colegas estuvieran en su cara y cuerpo, el dolor en sus costillas no estaba mejorando, su nariz estaba rota, o al menos eso era probable, su mandíbula inflamada, producto de la muela que perdió. En el mugroso colchón su propia sangre ya se había vuelto parte de la inmundicia de la esponja aplastada. Walter no entrenaba, por obvias razones. Sentado, su mano derecha tocándose su torso, aguantando el dolor, y cerrando sus ojos, cuidando de no llenar sus pulmones de aire, porque si lo hacía, sus costillas podían resentirlo.
Ese día en especial la penitenciaria se encontraba tranquila, pero no dudaba que antes de que el lo asimilara, alguien abriría su celda, y lo llevarían arrastrando hasta una esquina del patio principal, la esquina donde la lente de las cámaras de seguridad no alcanzaban a captar.
Un par de golpes en su celda. Oh, fue antes de lo esperado. Walter giró con pesadez su cabeza hacía la pequeña ventana de la puerta de su celda, esperando ver a los guardias girar la llave en la oxidada cerradura. Un guardia estaba en su lugar, le extrañó que no hubiera muchos más. Walter frunció el ceño, pero una punzada de dolor en su nariz hizo que dejara de hacerlo.
—Wow... Sabía que te odiaban en este lugar, pero no imaginaba que a tanto...— El guardia que que solía conocer, el encargado de llevarle la comida, le señaló con el dedo todas las partes de su cara que se encontraban llenas de moretones.
—Uno se acostumbra...— Walter susurró y dejó escapar una pequeña carcajada, llena de dolor. Una sonrisa llena de dolor —...Se acostumbra a ser el más odiado...
El guardia, quién los primeros días en que Walter había sido encerrado era una completa mierda con él, le había tomado un poco de consideración los últimos meses, el había sido testigo de todas las golpizas a las que Walter era sometido, realmente los golpes de parte de los reos eran salvajes.
Abrió la pequeña compuerta y dejó la bandeja de comida dentro del aposento de Walter, este sólo miró la comida sin apetito alguno.
—Créeme, si tu jefe estuviera aquí, te aseguro que ni siquiera te voltearían a ver...— El guardia dijo con algo de honestidad, pero eso sólo provocó una carcajada más espontanea y sincera de parte de Walter, carcajada resentida en sus costillas lastimadas y nariz. Se odió por ello.
—No... No lo harían, porque yo ya estaría muerto...— Walter susurró y volvió a mirar a la nada.
El guardia, en cambio, le desesperaba como Walter dejaba de lado su propio bienestar. Incluso su futuro.
—Muchacho, ¿De verdad no te importa estar aquí? ¿De verdad no te das cuenta de que estas en Blackgate?
—¿Qué más puedo hacer? No tengo elección... Nunca tuve elección...
Walter miró a la pequeña ventana en la pared, observando entre los barrotes el sol entrar por este. Deseaba poder mirar el mar, sabía que estaba en medio del mar, y le encantaría verlo, pero la vista sólo daba a un enorme muro de concreto, construido por seguridad, había una puerta ahí, que rara vez era abierta.
—¿En serio si te matan en una de sus golpizas te vas a dejar morir?
Un miedo irremediable se apoderó del estomago y pecho de Walter, pero este sólo se encogió de hombros.
—... No tengo elección— Repitió.
—¿Qué? ¿En serio? ¿Lo dices en serio? ¿Qué no tienes familia, muchacho? ¿Una esposa? ¿Hijos?
Sus pestañas revolotearon por una fracción de segundo.
¿Hijos? Claro que no, ¿Esposa? Sólo un par de novias cuando era más joven, y seguía sintiendo sentimientos por una chica en especial, pero justo por ella se había ganado al menos la mitad del odio de los prisioneros. En cuanto a la familia...
Familia, su familia. Ni siquiera podía hablar de la familia.
—No, no estoy casado, no tengo hijos tampoco. Pero a mi familia...— Walter intentó acomodarse en otra pose, que sus heridas ya estaban doliendo bastante —...A ellos no le intereso...
—¿Cómo? ¿Cómo que no le interesas a tu familia?— El guardia preguntó, asombrado de la respuesta de Walter.
—Estoy seguro que ni siquiera saben que estoy aquí...— Recargándose contra la pared, Walter exhaló, dejando escapar los quejidos entre sus dientes.
—Pero, ¿Por qué estas tan seguro de eso?
Una risa ahogada. Ahogada porque si la dejaba salir sus costillas volverían a doler ¿Por qué a estas alturas alguien estaría interesado en él? Quizá sólo el guardia le tenía lastima y quería empezar a ser decente con él, quizá la culpabilidad de haber sido parte de la corrupción de Blackgate le carcomía.
O tal vez sólo estaba aburrido, y acostumbraba a escuchar la historia de sus prisioneros por morbo o fastidio. Tal vez contarle su aburrida historia lo haría desaparecer de su puerta.
...
Walter tenía sólo 17 años cuando fue arrestado por primera vez. No era nada serio, algo que solían hacer muchos chicos de su edad. Intentar comprar alcohol con una identificación falsa. Lo atraparon en su mentira y llamaron a la policía. El problema fue el momento que la patrulla lo llevó a la comandancia más cercana, ¿Había algo más grave que ello? Si: Los oficiales de la patrulla lo reconocieron ¿Incluso podía llegar a ser peor?: Lo llevaron a la comandancia de su Padre.
Walter, avergonzado, mirando abajo en la ridícula celda que parecía sacada de caricaturas, sentando.
—Esto que has hecho no me tiene nada contento, jovencito...
Elevando sus cejas, Walter trató de mirar de reojo al detective Charles Fields, también conocido como el padre del chico que acababan de arrestar por usar una identificación falsa.
—¿Crees que es gracioso lo que has hecho, Walt? ¿De verdad te parece chistoso que uses una identificación falsa para tomar alcohol? Sólo tienes 17...
El viaje de vuelta a casa estaba lleno de sermones, Walter solo intentaba mirar a la ventana, tratando de ignorar el sermón de su padre.
—Éramos muchos, pero me dejaron solo...
—¿Ves? ¿Ves lo que te hemos dicho?— Charles volvía a regañar a su hijo —Te hemos dicho que esa clase de amigos que tienes no te van a llevar a nada bueno, tienes que alejarte de ellos, te faltan 2 años para entrar a la universidad...
—Nada me asegura que iré a la universidad
—¡Oh! ¡Walter! ¡Con un demonio...!
Walter en su juventud era un poco problemático, tanto en su entorno escolar y familiar. Siempre se metía en problemas. La trabajadora social escolar de la preparatoria de Walter intentaba explicar que ese comportamiento era un acto de rebeldía, una forma de llamar la atención de su padre debido a la profesión que el ejercía. En lo único que Padre e Hijo concordaban era que era una basura lo que esa trabajadora social, pero no estaba tan alejado de la realidad. Al menos de como lo veía Walter.
No era por rebeldía, era por la economía de su hogar. En la familia Fields, conformada por el Padre y Líder de la familia, su esposa, madre de un hijo mayor y dos gemelas menores, y la abuela paterna, Walter observaba, siempre había sido observador, y sus ojos prestaban atención a que eran demasiados en ese hogar, y si eran muchos, era el equivalente a poco dinero para la familia. La abuela no podía trabajar por su edad, la madre, aunque quisiera, ella se encargaba del hogar, por órdenes del Sr. Fields, las gemelas en cambio, tenían que dedicarse al estudio, al igual que el hijo mayor, quién debía de ser el hijo prodigio, el primero de los Fields que entraría a la universidad.
Pero los planes de Walter eran otros.
El quería de una vez por todas trabajar, no podía dejarle a su padre toda la maldita responsabilidad de traer el dinero a su casa, pero, cuando Walter intentaba conseguir algún trabajo para hacerlo durante su rato libre, o no tenía éxito, o su padre se daba cuenta, y detenía sus planes lo antes posible.
"Tu tienes que dedicarte al estudio, yo sigo siendo el hombre de esta casa, y mientras yo no le falte a esta familia, tu seguirás estudiando hasta la universidad"
Recordaba esas palabras de su padre, y en verdad, quería empezar a seguirlas, a hacerlo sentir orgulloso, pero notaba que su abuela enfermaba cada día más, su madre no paraba de quejarse de que los precios en la tienda cada día aumentaban más y más, sus hermanas necesitaban más material escolar, y su padre poco a poco envejecía, causa del estrés de su trabajo como detective.
Y de toda esa desesperación acumulada con saber que no tenían el dinero suficiente para cubrir las necesidades de cada uno de los miembros de la familia Fields, Walter tomó una decisión que, pronto se daría cuenta, que era una mala decisión.
Walter, siendo observador, notaba como sus compañeros de la preparatoria pagaban grandes cantidades de efectivo por conseguir droga, y como algunos de esos vendedores eran alumnos como él, vendiéndola como si fueran dulces. Obviamente no consumiría de eso dulces, pero quizá si se convirtiera en un vendedor de esos dulces...
Sólo tenía que acercarse a uno de esos vendedores y preguntar como era el negocio. Por supuesto que iba a ser algo temporal, hasta que consiguiera el dinero suficiente para aguantar un par de temporadas, así hasta que en su hogar estuvieran estables financieramente.
La segunda vez que arrestaron a Walter fue un año después, con 18 años cumplidos. Lo encontraron unos policías en la calle, pero al arrestarlo, se sorprendieron más al darse cuenta sobre quién era el vendedor de droga. Encontraron una gran cantidad de drogas de diferentes tipos en sus bolsillos, y una pistola sin registrar.
Los rumores decían que Walter no llegó a juicio por ser hijo de uno de los mejores detectives del Departamento de Policía de Ciudad Gotham, pero el escandalo y la gritadera dentro de su celda provisional eran suficiente castigo para Walter.
Compañeros del detective Fields escuchaban a través de los pasillos y paredes los gritos agresivos de Charlie a su hijo Walt.
—¡Yo no te críe para que te convirtieras en un criminal! ¡¿Qué clase de mierda es esta?! ¡¿Por qué carajos decidiste volverte en un jodido vendedor?! ¡¿Por qué?! ¡Me vas a contestar ahora mismo porque!
—¡Papá! ¡Yo lo hacía por la familia! ¡Sabes que ya no podíamos pagar las cuentas! ¡Que estábamos llegando a final de mes! ¡No podía dejarte toda la—
Todos escucharon una fuerte cachetada. Algunos compañeros se taparon la boca de la impresión, mirándose los unos a los otros.
—¡Quiero que vayas a la casa, tomes todas tus malditas cosas y te largues! ¡No vas a arriesgar a nuestra pequeña familia con tu maldita mierda!
El silencio después de eso fue sepulcral. Todos fingieron que nadie había escuchado nada cuando un enfurecido Charlie se dejó ver entre los pasillos. Walter en cambio, con toda una mejilla enrojecida salió por la puerta trasera, sin su mercancía y sin su pistola.
Se las arregló esos meses para sobrevivir, para seguir vendiendo, a escondidas, pero cuando recibía dinero, en el buzón del departamento de su familia dejaba sobres con ese dinero, sobres que, si los encontraba su padre o su madre, inmediatamente eran desechados, pero si era alguna de sus hermanas, lo guardaban en secreto. Ellas eran las únicas las cuales le tenían afecto a su hermano, junto con su abuela, pero claro, la abuela no sabía exactamente porque su nieto ya no estaba en casa.
Pero la vida en esos momentos en Gotham era una bomba de tiempo, bomba que le faltaba poco para explotar. Una semana después, fue el día de la manifestación de los payasos, la manifestación que se salió de control y se volvió una anarquía total en toda Gotham. Walter tuvo que huir y resguardarse en otro lugar, sus clientes fueron a su lugar sólo a intentar robarle y matarle, incluso llegó a disparar a más de algún manifestante para poder sobrevivir aquella noche.
Días después de aquel gran caos, con toda la violencia en la ciudad, recibió una llamada de un número secreto, llamada que hizo que su esperanza de reconciliarse con su padre se esfumara como el humo de algún cigarrillo.
Su padre, Charles Fields, uno de los mejores detectives que el Departamento de Policía de Ciudad Gotham pudo haber tenido, fue asesinado. Unos disparos a quemarropa de un traficante, junto con su compañero de trabajo, el detective Driver, el cual se había quedado sin mano izquierda, pues había recibido disparos en esa mano.
Walter quedó destruido con la noticia, en verdad el tenía la ilusión de reconciliarse con su padre, pedirle perdón por la vida que había tomado, y explicarle sus razones, que no lo había hecho por querer llevar una mala vida, que de verdad sólo lo hacía por mejorar la vida de su familia.
Sin embargo, cuando asistió a su funeral, ni siquiera pudo entrar al cementerio. Apenas su familia notó su presencia, obtuvo el rechazo de cada miembro de esta.
—¡¿Cómo te atreves a llegar aquí como si nada?!— Su madre, terriblemente perturbada y alterada por el luto, gritaba ofensivamente a Walter, el cual no esperaba su rechazo —¡Por la maldita escoria de criminales como tú es que tu padre está muerto! ¡No te queremos volver a ver nunca en nuestras vidas! ¡Walter, para esta familia estas muerto!
Esas palabras quebraron el corazón de Walter, y por supuesto, quería explicarles con las mismas palabras que planeó alguna vez hacerlo con su padre a su familia, en cambio, agachó su cabeza, entendió que ya no era bienvenido en esa familia, y no volvería a estarlo por mucho tiempo. Se dio la vuelta y caminó cuesta abajo del cementerio, no sin antes volver a ver a su familia, una última vez.
El resto de la historia de Walter fue algo diferente a lo que el creía. Sabía que tarde o temprano terminaría muerto o en la cárcel, pero no esperaba que por mientras llegara una de esas dos opciones fuera "acogido" por una de las bandas criminales más peligrosas de esa ciudad, por Brando, y tiempo después, dejar esa banda por otra muchísimo más peligrosa, al Clan de los Payasos, liderada por Joker y su pareja sentimental, Harley Quinn.
...
—Wow... Muchacho... Si que has vivido mucho...
—Bah...— Walter exclamó con cierta dolencia en sus palabras —Yo ya sabía que iba a terminar así... Así que, no importa si mi familia sepa si estoy muerto o no, créeme que a ellos ya no les interesa en absoluto...
Un silencio incómodo, el guardia estuvo a punto de decir algo, cuando Walter habló.
—¿Sabes que es lo gracioso? En la comandancia, cuando me preguntaban porque hice eso, delatar a Joker y a los demás, eso... Respondí que ya no tenía nada que perder... Y era cierto, ya no tengo nada que perder...
Walter en ese momento, se intentó recostar en la mugrosa esponja, con sumo cuidado. El Policía no entendía que era lo que Walter hacía, hasta que volvió a hablar.
—Voy a tomar una pequeña siesta, si no te molesta...— El guardia, entendiendo que Walter quería un poco de paz, decidió dársela, tenía que aprovechar que la penitenciaria estuviese en calma, después de vivir una vida llena de malos pasos como la de Walter, le daría un poco de paz, aunque a cierta manera no sabia si se la merecía o no. Se la daría de todas formas.
...
Pasando un par de meses, Walter, con la mayoría de sus heridas curadas, más que un par de restos de hematomas en su cara, y sus costillas rotas casi al 100% curadas, intentaba comer un poco de su comida, en el comedor de la penitenciaria. Ya podía comer ahí, porque había seguridad resguardándolo, aunque aún que había ex compañeros suyos a lo lejos lanzándole pequeñas e indirectas amenazas de muerte con sólo el movimiento de sus manos.
Walter sólo daba vueltas su tenedor en el espagueti rancio de su bandeja, intentando no reírse, sería el colmo que no lo dejaran curarse esta vez. En cambio, se dedicó a escuchar las conversaciones de otros reos que no tuvieron nada que ver con sus antiguos ex jefes. Era bueno observando, ahora iba a poner a prueba si era bueno escuchando.
Entre las diversas conversaciones, escuchó una noticia que le llamó la atención, y que no tenía ni idea de como llegó a ellos ese nuevo dato.
—...Dicen que la ex novia de Joker ha salido de Arkham...
Walter quedó en blanco, ¿Acaso era Harley? ¿Harley ya estaba fuera de Arkham? Un mar de emociones llenó su pecho, ¿Eso significaba que Harley iba a caer en Blackgate? De ser así, Walter se las arreglaría para llegar a su celda y tratar de comunicarse con ella.
Si, Walter no quería hacerse muchas ilusiones con Harley, era probable que ella seguiría furiosa con él, pero si Walter lograba explicar sus razones, tal vez Harley lo comprendería, al final, ella no era cerrada de mente, ¿No era así?
Pero otro rumor llegó a él en las conversaciones al aire, ese rumor era más impactante que el anterior.
—...Los rumores dicen que Joker se escapó de Arkham otra vez...
"¿Qué?"
Si Joker había escapado de Arkham, y Harley se encontraba fuera, eso significaba que ella estaba en peligro...
"Mierda..."
Dejó la bandeja a medio terminar, levantándose y yéndose fuera del comedor, algunos de los reos lo vieron irse, aun planeaban otra buena paliza contra él, pero dejaron a Walter en segundo plano, porque había un asunto más urgente entre los prisioneros, algo que debía de concentrarse esa noche.
...
—Algo de ella, lo que sea, ¿Hay algún registro de que ella ya este aquí o vaya a estar aquí? — Walter preguntaba con sosiego en su voz, tenía que saber si Harley iba a terminar acabando en Blackgate una vez que hubiese sido dada de alta de Arkham, preguntaba por la ventana de la puerta de su celda a aquel policía que empezaba a tenerle consideración —Debe de existir algo que avise quienes van a llegar
—Muchacho, hace tiempo que no aceptamos mujeres en Blackgate...
—Pero ella es diferente, ella fue la novia del Joker...
El policía miraba con extrañeza, ¿Por qué aquel chico estaría tan preocupado por la Arlequín?
—Oye, en verdad, créeme que si ella llegara acá, ya hubiera un escandalo de los grandes... De cualquier forma, si me entero de algo, te lo diré...
Walter, sin más que decir, asintió con la cabeza. Pero al momento en que el policía estuvo a punto de irse, Walter preguntó algo peligroso y ridículo a la vez.
—Si ella llega, ¿Puedo ir a verla?
—¿Q-Que? ¿Qué acabas de decir?— El guardia, pasmado, lo miró incrédulo —¡¿Qué carajos dijiste?! ¡Claro que eso no es posible!
—¡Por favor! ¡Ella estará asustada de estar en Blackgate! ¡Yo quisiera ayudarla! ¡Yo quisiera hacerle saber que estoy aquí! ¡Para que vea una cara conocida en este horrible lugar!
El Policía miró de pies a cabeza (O al menos lo que la pequeña ventanilla le permitió) a Walter, ¿Este tipo estaba hablando enserio? ¿Qué no había estado en una cárcel antes?
—No puedo hacer mucho... Pero te aseguro que si llega esa tal Arlequín acá...
—Por favor...
—¡Si llega haré lo posible! ¡Pero recuerda! ¡Sólo soy un guardia, no el director del lugar!
Walter, con una pequeña simpática sonrisa en su rostro, agradeció al guardia. Este, completamente alterado por Walter, se alejó de la celda, antes de que alguien más lo viera. Walter, haciendo un pequeño gesto de alegría con sus labios y ojos, volvió a recostarse en el mugriento colchón.
"Ella quizá me odie... Pero seria tan feliz de volverla a ver"
Sonriendo más fuerte, cerró sus ojos. La esperanza de volver a ver a Harley le hacía su corazón volver a latir con mucha regocijo y gozo.
...
Los planes para Walter serían cambiados por completo.
En medio de la noche, mientras él dormía plácidamente (No había tenido una buena noche desde el primer día de condena en Blackgate), otra cosa terrible se suscitaba dentro de la penitenciaria.
Sus ojos se abrieron lentamente al escuchar un par de golpes y gritos a lo lejos. Se abrieron por completo al darse cuenta que algo andaba mal. Se levantó de la "cama" y se dirigió a la pequeña ventana de su puerta de metal.
—¿Qué carajos...?— Walter intentó ver a través de la ventana, no había nada, pero juraba que escuchaba una gran revuelta a lo lejos. No tardó mucho en darse cuenta que se trataba de un motín dentro de la cárcel.
—¡Carajo!— Rápidamente miró alrededor del pequeño cuarto, la pequeña ventana a la pared, fue a ella, tomó los barrotes y con todas sus fuerzas, intentó mover las barras de metal. Era una escena ridícula, en su totalidad, pero sabía que si ese rebelión se llevaba a cabo en toda la cárcel, muchos de los encerrados irían por él —¡Mierda!— Clamó, y en un intento desesperado, empezó a gritar por ayuda fuera de la ventana.
—¡No! No carajo, ¡Ellos podrían escucharme!— Se sermoneó a si mismo, se alejó de la ventana. Miró alrededor de la celda, ¿Qué más podía hacer dentro de sus posibilidades?
Dándose cuenta que no tenía mucho por hacer, y si venían por él, sería todo Blackgate, Walter pateó con fuerza el lavamanos. La cerámica se partió en muchos pedazos. Walter tomó dos pedazos, los más puntiagudos, esos pedazos de cerámica eran sus armas provisionales, sabía que no iba a poder matar con eso, pero podría ayudarse.
—Carajo...— Susurraba, en una posición donde estaba listo para la jauría hecha muchedumbre, preparado para dañar al menos cinco personas, cinco de cincuenta o sesenta personas.
La puerta de su celda empezaba a sofocarse, sin embargo, aún escuchaba los gritos de los demás muy lejanos. La puerta de metal fue abierta, y Walter empuñó los pedazos de cerámica en sus manos, pero la puerta, en vez de haber sido abierta a la fuerza, fue de forma manual, con su llave.
Un grupo de policías estaba del otro lado. No sabia Walter si eso era bueno o mano.
—¡Estamos sacando a todos los reos de esta sala! ¡El resto de las salas están jodidas! ¡Todos los malditos prisioneros se volvieron locos!
Walter, quedando como un tonto con su intento de armas, dejó caer los pedazos de cerámica al suelo y fue junto con los guardias. Su corazón palpitaba y la adrenalina en su cuerpo bombeaba a todo dar.
No fue mucho cuando estaba en un pequeño patio afuera de la cárcel, reunido con otros reos, la tensión dentro de Blackgate era cada vez más grande y escuchaba incluso un par de explosiones dentro de este, ¿Qué era lo que realmente había adentro de Blackgate?
De repente, el hombro de Walter fue tocado por los dedos de alguien, al darse la vuelta, notó que era el guaria que era amable con el, de los pocos que lo trataban como ser humano dentro de ahí. El policía con señas le indicó que lo siguiera, Walter miró atrás suyo, de que nadie los estuviese vigilando, y fue detrás de él.
—¿A dónde me lleva? ¿Qué no ve que hay prisioneros matándose entre ahí dentro?
—Tengo noticias de la chica que me dijiste— En ese momento, Walter se calló la boca —La chica no va a caer acá, la chica va a estar en una especie de libertad condicional, no se que carajos, pero no va a irse a una cárcel después de ser dada de alta de Arkham...
—¿E-Eso es enserio?— Walter sonrió como tonto al escuchar la buena noticia. Era bueno de saber que Harley estaría bien. Pero recordó el otro rumor. Y necesitaba asegurarse de que eso fuera real. —E-Espere... ¿Es verdad que Joker escapó de nuevo?
El policía lo vio y dejó escapar un suspiro de frustración.
—Si... También ese se dio el auto alta de Arkham...
—Mierda... Quizá Harley este en peligro...— Susurró Walter en preocupación. Harley estaba libre, y Joker también. Eso no significaba nada bueno.
—Bueno muchacho, eso ya no es asunto tuyo...
—¿Q-Que?— Walter miró al policía desconcertado, y el policía le hizo ver lo obvio de la situación.
—¿De verdad te preguntas porque? Tu cabeza quizá tenga precio allá fuera como aquí, ¿Crees que el Joker se olvidaría de ti, después de haber traicionado a su Clan?
—¡P-Pero Harley es mi amiga! — Walter casi gritó al policía con más preocupación. Este sólo miró a todos lados, desesperándole la actitud del prisionero, hasta que se le ocurrió algo sumamente peligroso.
—Escucha... Te voy a decir algo... — El policía se acercó a Walter, queriendo susurrar algo a él —... Si tanto es tu amiga, lo mejor que puedes hacer es dejar que arregle su propia mierda, no te embarres de ella...
—¿Qué?
—Si, al final esos problemas que tiene tu amiga no son tuyos, son de ella. Y ella sabrá como resolverlos. Además, tienes que concentrarte en la tuya. Con este maldito desastre, en esta revuelta muchos reos van a escaparse
—¿C-Como sabe que van a escaparse?
—Lo sé, muchacho, esas cosas se saben. Y sé que los que se escapen van a ir por ti...
"Mierda".
Walter no tenía ni idea de lo que iba a ocurrir con él. Si eso se salía de control como el policía lo decía, esa noche estaría muerto.
Al menos que...
Walter observó en el cinturón del policía un par de llaves, y reconoció una de ellas, una llave que continuamente la usaban en una puerta en el muro alrededor de la isla, una puerta que veía Walter por la pequeña ventana de su inmunda celda. Walter miró alrededor, fingiendo más preocupación.
Las cosas dentro de la cárcel empezaban a reventar, el poco orden que había se esfumó. Los guardias se iban a preparar para reducir el ataque, a la vez que otros protegían a los reos que alcanzaron a sacar de ahí. Y mientras eso ocurría, uno de los guardias yacía en el suelo desmayado, no pasó mucho para que se dieran cuenta que ya había un compañero caído, y a la vez que la atención entre el compañero caído y la inminente revuelta en Blackgate, una puerta aledaña del muro de seguridad abierta, con las llaves aun puestas en la cerradura.
Y a unos pocos metros de ahí, un Walter nadando desesperando en el mar, tratando de ubicar donde estaba Ciudad Gotham.
Después de dos largas horas, cuando la isla de Blackgate ya era un completo caos, Walter llegó a las orillas de una playa de Gotham. Se dejó caer con cuidado en las suaves piedras, sus pulmones recuperaban el aire, a pesar que sus costillas lo resentían, sus brazos y piernas dolían, punzaban, pero al menos ya estaba libre. Soltó una pequeña carcajada de satisfacción.
15 minutos después de un pequeño descanso, Walter se levantó, sabía que el resto de prisioneros que lograron escapar irían por él. Quitándose el uniforme naranja y dejándolo abandonado, Walter caminó lejos de la playa, se sentía ridículo por sólo esta en camisa de tirantes y ropa interior, pero estaba en Gotham, lo menos que podía preguntarse la gente era porque carajos alguien en ropa interior caminaba en la calle.
Sólo tenía que conseguir ropa decente, ir a donde solía vivir, conseguir un poco de dinero y provisiones, y largarse de Gotham antes de que algo peor sucediera.
Pero desde luego, había un paréntesis entre la lista de cosas por hacer de Walter, el paréntesis se encontraba entre "conseguir un poco de dinero y provisiones" y "largarse de Gotham". El paréntesis era: Buscar a Harley.
...
"The tears I cry for you, could fill an ocean.
But you don't care how many tears I cry.
And though you only lead me on and hurt me.
I couldn't bring myself to say goodbye.
Cause everybody's somebody's fool.
Everybody's somebody's plaything.
And there are no exceptions to the rule.
Yes, everybody's somebody's fool.
I told myself it's best that I forget you
Though I'm a fool at least I know the score
Yet darlin' I'd be twice as blue without you
It hurts but I come runnin' back for more
Cause everybody's somebody's fool.
Everybody's somebody's plaything.
And there are no exceptions to the rule.
Yes, everybody's somebody's fool..."
—Connie Francis – "Everybody's Somebody's Fool"
