39

—Puto frío...

El fresco aire por las calles de Gotham aumentaba a cada hora, no era la estación en la que predominaba el frío, pero ya se encontraba dando indicios de su llegada. Lo mejor que se podía hacer era quedarse en casa, usar la calefacción y arroparse en las sábanas más abrigadoras que hubiese. Pero pocos en Gotham tenían ese privilegio.

Las personas sin hogar, por supuesto, resentían no tener ese privilegio. Los necesitados indigentes se las arreglaban, tomando ropas de los contenedores de basura, usando cartones, prendiendo fuego en barriles con deshechos. Ellos se las arreglaban para lidiar con el frío. Así lo hacía una pobre señora que se había quedado sin casa, sentada en las afueras de un callejón, junto con un pequeño gato que era su acompañante. Acariciaba el pelaje de su gato, mientras observaba de lejos a las personas, ya era muy tarde, pero no era muy conveniente dormir de noche en la calle para los indigentes de Gotham.

El gato no paraba de mirar al cielo cuando su dueña le acariciaba su pelaje.

—¿Qué es lo que estás viendo, bola de pelos? — Preguntaba su dueña a la vez que miraba al cielo junto con su minino, y se dio cuenta a quién realmente miraba. La indigente sonrió.

Bajando de un edificio con agilidad, una mujer con un traje oscuro se dejaba caer al suelo. Acompañado de una bolsa a su lado.

—Oh, jovencita, ya tenía mucho tiempo que no te veía...

—Lo lamento mucho Sra. Dhamaris— La chica se acercaba a la indigente junto con su gato — Pero mire... He conseguido esto para usted...— Abriendo la bolsa negra, dejaba ver ropa más nueva y abrigadora, un par de mantas, una pequeña cama para mascotas y provisiones.

—Oh muchacha, no era necesario...

—Para mí no, para usted si...— Cuando sacaba las cosas dentro del saco, la indigente se dio el tiempo de observar el traje de la misteriosa mujer, un traje completo de pies a cabeza, lo único que le dejaba ver ese traje era la mandíbula de la chica y sus ojos. Curiosa, observó a la cabeza de la mujer, y se rió —Esas dos cosas en la máscara de tu cabeza parecen como si fuera dos orejas de gato

La misteriosa mujer soltó una pequeña carcajada nerviosa.

—Creo que ha sido la primera que las ha notado

—Lucen muy lindo, de verdad que si lucen muy lindas...— El pequeño gatito cercano a ellas maulló, asegurando la respuesta de la indigente. Sonriendo, la misteriosa mujer dejó todo lo necesario para la mujer sin hogar.

—¿No cree que sea de locos vestirme de gato y salir así?

—Oh cariño, ya hay demasiados locos en esta ciudad, y esos locos hacen daño a los demás. Tú eres diferente, tus haces locuras para el bien, otros hacen locuras para el mal... O hay otros que solo están locos y no se dan cuenta que hacen locuras...

La mujer sonrió. Con esas palabras se sintió alentada e incluso animada a continuar con esa manía suya de ayudar a los demás, creyendo que era una chifladura. Pero no siempre lo había hecho por el sentimiento de salvaguardar al prójimo. Hace tiempo que tomó ese extraño manto de salir en ese traje e irse por las calles de la ciudad, pero ella no era uno de los dos extremos que algunos habitantes de Gotham habían tomado. No era de aquellos que salían de noche a cometer fechorías y crímenes, hacerles daño a las personas y provocar migrañas a la policía. Tampoco era del bando del bien, como el Batman que noche con noche se enfrentaba a los del bando contrario, para dar justicia y esperanza a la ciudad, a pesar que en veces lo hacía con un toque de venganza.

Una pequeña risita entre sus dientes, recordó los pequeños encuentros con ese hombre, que extraño era, pero tan misterioso a la vez. Deseaba saber quién era aquel tipo debajo de la máscara.

Pero no, no estaba de su lado.

Ella era diferente, ella se encontraba justo en el medio de esa línea de aquellos extremos que Gotham había tomado, no en el blanco, no en el negro, ella se encontraba justo en el gris de la ciudad. Selina, ese era el nombre de aquella mujer gris, aquella mujer felina. Selina se alejó después de ayudar a esa mujer, ya hizo su buena acción del día (O en ese caso, de la noche), era hora de la travesura.

...

Si era descubierta, Harleen las tendría todas de perder.

La fecha de la gala se acercaba a pasos agigantados, esa maldita fecha que sólo la tenía en un estado de estrés eterno, siempre se preguntaba porque carajos había dicho que sí, porque carajos había aceptado esa estúpida invitación, porque carajos tenía que asistir a ese lugar, era tan idiota. Pero después de llevar a cabo un debate con todas las "Harleen's" de su cabeza, todas llegaron a la conclusión que de, por más pretextos y negativas que hubiera tomado, de cualquier manera la hubieran obligado a ir, recordando su casi nula libertad después de Arkham.

Además, ese día por la tarde tuvo una pequeña discusión con Joan, nada serio que arruinaría la relación entre ambas, pero Harleen se percató que querían empezar a elegir por su imagen. Joan dijo a Harleen que el vestido era precioso, pero que, por favor, que su peinado fuese sencillo, su maquillaje discreto, sus uñas estuvieran recortadas y que no hubiera ni un rastro de joyas en sus muñecas, cuello u orejas.

Joyas, ¿Cómo era posible que no podía usar joyas en un evento tan importante? Todas las mujeres de la gala llevarían joyas, peinados extravagantes y maquillajes cargados, ¿Por qué ella tendría que ser la diferente? Además, sus uñas eran un desastre, se las había mordido hasta casi hacerlas sangrar. No, no aceptaba esas indicaciones de Joan. Pero la gota que derramó el vaso fue un pequeño pensamiento que en Harleen era muy recurrente: Preguntó si podía volver a ser rubia.

La negativa de Joan fue inmediata y casi escandalosa, diciéndole que, si volvía al rubio, no importaba el tono de este, la volverían a relacionar con Harley Quinn y su pasado. Y ellos no querían precisamente eso. Querían que vieran a Harleen como alguien renovada, alguien curada, alguien sana. Claro, nadie iba a creer eso, pero Harleen sólo asintió, tuvo que estar de acuerdo con Joan para evitarse más sermones. Pero no podía dejar las cosas así.

Espero a que fuera demasiado tarde, cuando el reloj pasara de las 12 de la noche, Tomó las ropas más oscuras de su guardarropa, se las arregló para inventarse un antifaz con una mascada negra. Y con ese pequeño e improvisado conjunto, Harleen se escabulló de su departamento y salió a la calle hasta estar enfrente de una joyería. Deseaba tener la fuerza de voluntad para darse la vuelta e irse, pero ella misma sabía que no tenía esa fuerza de voluntad, no la tenía. Y sabía que, si era descubierta robando esa joyería, Harleen las tendría todas de perder.

Un suspiro fuerte, Harleen se acercó al vidrio de esa joyería, miró detenidamente toda la bisutería en el aparador. Tantas cosas que elegir, y tan poca suerte. Con mucho cuidado, fue a la parte trasera de la joyería, tratando de recordar los viejos trucos para burlar la seguridad.

Pero al intentar sabotear la puerta trasera, para su sorpresa, esta se abrió apenas Harleen puso en práctica el primer truco para forzar una puerta a abrirse.

—Oh...— Queriendo no sospechar en nada, Harleen entró al edificio. No pasó mucho tiempo cuando Harleen se encontraba dentro de la joyería, no sin antes inspeccionar que no hubiese cámaras de ningún tipo.

Entonces encontró algo más extraño que la puerta desbloqueada. Sí, descubrió las cámaras, pero estas cámaras no funcionaban correctamente. De hecho, no lo hacían, ni siquiera estaban encendidas.

"Que curioso... Esto... Esto no se ve todos los días"

Convenciéndose de que era un error del sistema de seguridad, Harleen siguió con su plan original, examinando cada una de las joyas. Sonriendo, es que todas eran tan hermosas. Tomó una que le pareció preciosa, un corazón de rubí cubierta en hilos de oro.

—Me voy a llevar esta...— Harleen abrió su bolsa y metió el dije, siguió así por el resto de la joyería, abriendo con cuidado los aparadores, tomando todos los collares, aretes y brazaletes que pudiera y le llamaran la atención, pero no duró mucho tiempo. Paró, se dijo a sí misma que sólo iba a llevarse un juego para la gala. Era cierto, no podía dejarse llevar por sus antiguos instintos.

Harleen respiró, aguantando sus emociones, intentando ignorar las voces en su cabeza.

"S-Sólo uno, me voy a llevar sólo lo necesario para la gala... No me veré sospechosa, s-sólo una cosa... Sólo una cosa para la gala, sólo una..."

Harleen, después de hacer los ejercicios para calmar su respiración, giró a su alrededor, convenciéndose que no haría un gran robo, sólo algo pequeño, algo insignificante que no afectara a los dueños de esa joyería.

Sus enormes ojos azules descubrieron en un pedestal algo que era perfecto para ella: Una gargantilla resplandeciente llena de diamantes, junto con aretes, un anillo y una pulsera. Harleen quedó pasmada y alucinada al ver esas hermosas alhajas. Sí, era lo que ella necesitaba, y muchísimo mejor, siendo su piedra preciosa favorita, los diamantes.

Más animada que antes, dejó caer a su suerte el bolso lleno de las joyas que anteriormente tenía la intención de robárselas. Harleen, como si de una caricatura se tratara, recorrió toda la tienda hasta llegar a ese pedestal. Los diamantes se encontraban debajo de una cúpula de cristal.

Harleen se dio un par de golpes en su cabeza, intentando recordar cómo podía abrir esa cúpula sin hacer un desastre. Intentó buscar algún mecanismo, pero no había nada a la luz, ni una sola cerradura que burlar.

—Mmm... Pero yo quiero estos... ¡Yo los quiero!— Encaprichándose, con ambas manos tomó la cúpula de cristal e intentó levantarla con todas sus fuerzas, al ver que ese esfuerzo era nulo, empezó a patalear al suelo, frustrándose —¡Yo quiero esto! ¡Yo lo quiero! ¡Yo...!

—¿Qué es lo que estás haciendo?

Un grito ahogado. ¡Oh no! ¡Alguien la había atrapado! ¡Estaba en serios problemas! ¡Muy serios problemas! Harleen se dio la vuelta e intentó explicarse, pero no era la dueña de la tienda, o tal vez sí, pero esa mujer estaba vestida como ladrona también, ¿Sería otra ladrona? ¡Tal vez se comprenderían!

—¡Y-Y-Y-Y-Yo no! ¡Y-Y-Yo!... ¡O-Oh...!— No le tomó mucho a Harleen darse cuenta que sí, era una ladrona como ella, sobre todo al ver la curiosa forma del pasamontaña de la mujer —O-O-Oh e-eso... Parecen dos orejitas de gato... — Harleen uso los dos dedos índices de sus manos para fingir tener dos orejas de gato también.

—Enserio, ¿Qué estás haciendo aquí?— La mujer de curioso pero sensual traje seguía esperando una respuesta, cruzada de brazos. Harleen, dándose cuenta que esa chica no iba a empatizar con ella para nada, decidió terminar con lo suyo cuanto antes.

—Y-Y-Yo... ¡Yo sólo quería esto!— Harleen apuntó a la cúpula de cristal de forma inocente —Sólo voy a tomarlo y ya...

—Oh... Ya veo...— La mujer de traje negro asintió, pareciendo estar de acuerdo con Harleen. Ella estaba a punto de sentirse alegre hasta que esa mujer volvió a hablar —Lo siento mucho, chica... Pero estas joyas yo las había visto primero...—

—¿Q-Que?

—¿Qué? Las vi primero, por eso estoy asaltando este lugar, las quiero tener para mi

El corazón de Harleen se hundió, ¿Es que acaso ni siquiera podía tener sus propias joyas? ¡No! No iba a aceptar un no por respuesta, esas joyas tenían que ser suyas.

—¡No! ¡Yo las quiero! ¡Yo las necesito!

—Yo también las quiero, lo siento much—

—¡No! ¡Yo las necesito para una gala! ¡Quieren que a esa gala me vaya horrible y yo quiero ir linda! — Harleen casi hacía un berrinche frente a esa chica. La chica de traje negro se mostró desconfiada al ver la actitud de su "colega".

—Bueno, si vas a ir a una gala, ¿No se supone que tienes dinero para comprarlas?

—¡Es que soy invitada! ¡Eso es lo que soy! ¡Y ni siquiera me dejaran escoger mi peinado o mi maquillaje! ¡Por eso quiero esas joyas! ¡Para ir linda y no parecer una ex internada de Arkham!

—¡Oye! ¡Tienes que tener más respeto por eso pacientes! Al menos los que no han cometido crímenes, sobre todo aquel estúpido payaso psicópata que todo el mundo quiere que se muera ya

Escuchar esas palabras provocaron que saliera la Harleen más agresiva, la más peligrosa, la que no podía permitir que cualquiera ofendiera a su más grande amor.

—¡¿Cómo te atreves a llamarle así?! ¡Tú, maldita perra! — Harleen se le abalanzo a la chica, golpeándola, se iba a asegurar que esa chica se arrepintiera de sus palabras. Lo que no esperaba es que esa chica tuviese experiencia en el combate. La mujer de negro tomó a la rabiosa Harleen y la tiró lejos de ella, cayendo sobre una estantería de cristal, rompiéndose en mil pedazos.

—¡¿Pero ¡¿qué te pasa a ti?! ¡Lo que he dicho es cierto!

—¡Maldita sea! ¡Me las vas a pagar!— Harleen corrió de nuevo a la mujer, dispuesta a continuar su pelea, pero recibió un golpe directo en su cara, provocando que tropezara y volviera a caer sobre otro estante, pero esta vez, sin romperlo.

—Mira, ¡Sólo voy a tomar esas joyas y ya! ¡Puedes quedarte con el resto de la joyería!

—¡No quiero! — Mas enojada que antes, Harleen tomó su bolso y lo tiró contra la cúpula de cristal, ahora si destruyéndolo —¡Sí!— Se dijo Harleen feliz. Pero la mujer de negro fue más rápida, corrió a las joyas en el suelo y las tomó. —¡No! ¡Son mías! ¡Que son mías!

Harleen fue detrás de ella y la tomó del pasamontaña, jalándola hacía atrás.

—¡Ah! ¡¿Que te pasa?! — La mujer de negro cayó detrás de ella, Harleen llegó a las manos y le arrebató las joyas.

—¡Mías! ¡Son mías!— Harleen, feliz, huyó a la salida con su pequeño tesoro, ahora si estaba lista para lucir hermosa en esa tonta gala. Pero el ruido de algo de cuero golpeándose contra el suelo la aturdió. Harleen se detuvo, y apenas iba a voltear para saber qué demonios fue eso, esa misma soga de cuero llegó a sus manos, arrebatándole las joyas —¡NO!

—¡Sí! — Gritó la mujer, y Harleen observó que la mujer sostenía un látigo con ella. Como si el enojo principal fuese fuego apaciguándose, Harleen quedó sorprendida al ver a la chica con ese látigo.

—W-Wow... ¿T-Tú puedes manejar el látigo así? ¡E-Eso es genial! Y-Yo nunca pude aprender a manejarlo...— Harleen se emocionó al ver la agilidad de la mujer con el látigo y a la vez la tristeza de que nunca tuvo la gracia con esa herramienta.

La chica volvió a verse escéptica a Harleen, pero no pudo dejar escapar una pequeña risa, ¿Qué clase de mujer era esa? ¿Por qué esos cambios de humor tan repentinos?

—¿Enserio? Es muy sencillo... pero bueno, creo que tiene que ver que alguna vez fui parte de un club... Un poco raro, para ser sincera, era considerada una clase dominatrix ahí...

—¡¿ENSERIO?! Oh wow...— Dios, ¿En verdad como no pudo conocer antes a esa chica? Harleen quedó incluso más fascinada que antes.

—Lo siento, no suelo decir eso al aire de que eso fue uno de mis anteriores empleos...

—Bueno, quizá golpear a hombres con ese látigo debió de haber sido divertido— Harleen empezó a reírse junto con la mujer. Compartieron ambas una pequeña y relajante risa.

—Algo así, hasta que descubres que les gusta, y se pierde un poco la diversión...— Las dos mujeres volvieron a reírse incluso más fuerte que antes, Harleen completamente encantada con esa historia. Pero otra de sus personalidades le tocó el hombro y le decía que volviera a lo que estaban haciendo.

—O-Oye, ¿En que estábamos?... Oh si, ¡Devuélveme mis joyas! ¡Esas joyas yo las quiero para mi...!

—¿No crees que estamos llevando esta tonta pelea demasiado lejos? Digo, ¿Enserio vamos a estar peleando así?

—O-Oh yo... Bueno...

Las dos miraron el resto de la joyería, todas las estanterías de cristal hechas añicos, muchas alhajas tiradas en el suelo, como si fueran basura, el lugar se volvió un completo desastre.

—Lo siento mucho...— Harleen susurró apenada —Aun estoy aprendiendo a controlar mis emociones... Perdón por llamarte "perra" también, n-no creo que lo seas...

La mujer de negro le sacó una carcajada la disculpa de Harleen, sobre todo la última disculpa —No te preocupes... Al menos agarraste las joyas más bonitas en tu bolsa...— Se agachó y tomó la bolsa de Harleen, regresándosela.

—Se supone que no debo de hacer esto, que debo de mantenerme sin hacer crímenes...

—Bueno, yo creo que en cualquier ciudadano se le dice eso ¿No?

—Jejeje... Sí... ¿Sabes? Rompimos casi todas las estanterías y no sonó ninguna alarma— Harleen abrió su bolso y tomó un enorme diamante en sus manos —¿Crees que estén averiadas? Porque parece que ni estas funcionan...— Aventó el diamante contra el cristal de la puerta de la joyería.

La escandalosa alarma sonó.

—Oh... Será mejor que nos vayamos de aquí...

...

Momentos después, ambas chicas ya se encontraban en un tejado cercano, comiendo un par de sándwiches junto con jugos que robaron de otra tienda. Ambas compartían una cena medianamente decente, o al menos eso pensaba la ladrona, porque para Harleen, esa cena era mucho más que decente.

—¿Es tu primera vez robando?— La chica morena preguntó a Harleen, la cual ella sólo miraba al suelo, avergonzada de lo que había hecho. Harleen negó con la cabeza.

—No... No es la primera vez que hago algo así...

—¿Eres principiante?

Harleen negó nuevamente, haciendo ese sonido negativo con sus labios cerrados— No, tampoco... Aunque es la primera vez que robo desde hace tiempo...

—¿Enserio? ¿Desde hace cuándo?

—Hace un año...— Harleen miró al cielo, intentando ver las pocas estrellas que la ciudad dejaba ver, a la vez que tomaba de su jugo—¿Te digo algo gracioso? Acabo de salir de Arkham, y se supone que no debería de estar haciendo esto

—¿Por qué no? Es divertido— La mujer minina dijo sorprendida y a la vez dejando escapar una risa.

—¡Lo se! ¿Verdad? Pero dicen que no, que debo reformarme...

—Bueno, mientras ellos no se enteren que estás haciendo travesuras— La chica gatuna le daba un mordisco a su emparedado, a la vez que la ex arlequín miraba al suelo, riéndose también —Creo que eso explica porque decías que no querías parecer una ex paciente de Arkham— Harleen asintió con sus labios.

—Sí, no quiero parecer eso...

—¿Y porque estabas en Arkham?

Harleen agachó su mirada, ¿Era conveniente decirle quién fue a esa chica que acababa de conocer? Tal vez ella podría delatarla, pero Harleen presentía que podía confiar en ella. Aunque recordó que ya había confiado en muchas personas antes y no le fue tan bien como esperaba.

De cualquier forma, Harleen ya podía perderlo todo a esas alturas. Y no le importaba mucho para ser sincera.

—¿Te lo digo y no te asustas?

—¿Por qué me asustaría? ¿Acaso mataste a alguien? ¿Fuiste una asesina serial? O a lo que veo, ¿Eres cleptómana y se te salió de las manos?

—De todo un poco...— Harleen admitió. Aquello puso los nervios de punta a la gata, la cual la miró fijamente, manteniéndose serena, se preguntaba exactamente quién era exactamente hasta que Harleen volvió a hablar—... Yo fui la Arlequín...

—¿L-La Arlequín? ¿T-Te refieres a...?

Asintió Harleen con la cabeza una vez más —Si, yo fui Harley Quinn...

Un silencio tremendamente incomodo entre las dos, sólo era interrumpido por los sonidos de la ciudad de noche.

—Oh mierda...— Fue lo único que la gata pudo decir.

—Estoy bien... Creo que estoy bien... O eso me dijeron, que estoy reformada, que no soy la misma de hace un año, quiero decir, pasé en Arkham ese año, en sus terapias, ¡Oh si! ¡Faltó poco para entregarme al señor Jesucristo!

—Espera, ¿Enserio en Arkham tienen esas platicas religiosas?— La gata preguntó, en una forma de alivianar la noticia que acababa de recibir

—¡No! ¡Claro que no! ¡Fueron una mierda conmigo! Mira...— Harleen tomó una de sus mangas y la elevó, mostrando unas cicatrices circulares a la gata —¿Has escuchado los famosos taser? Esos que usa la policía para electrocutar a la gente, ahora imagina eso en tu cabeza, a toda la potencia que a ellos les daba la gana

—Eso es... Mierda... ¿Y-Y eso usaban en tu brazo? — Volvía la gata a mirar la cicatriz horrorizada.

—¡Aja! ¡Lo usaban en mi brazo cuando no quería prestar atención! ¡O a veces lo usaban en mi cabeza, en mi espalda, o en cualquier parte del cuerpo sólo por diversión! ¡Eran unas totales mierdas conmigo! ¡Ellos...! Ellos nunca me vieron como un paciente al que reformar, ellos mismos se vieron como verdugos y jueces, ellos dijeron que sentencia merecía y me obligaron a pagarla...

Harleen, quién hablaba en voz alta en un principio, poco a poco empezó a bajar el tono de voz, un poco penosa y culpable, ¿Por qué le estaba diciendo esas cosas a una mujer que acababa de conocer? Sobre todo, a alguien que quiso golpear por mucho. O tal vez por poco.

—Que... Que mierdas fueron contigo...— La chica respondió, empatizando con Harleen, cosa que no había sentido ella antes, no al menos de alguien desconocido —Honestamente si se sabía que los métodos en Arkham son inmorales, pero no creí que fueran tan crueles...

—¿Es por eso que sientes comprensión por los pacientes de Arkham que no son criminales? — Harleen sonrió al recordar.

—Algo así... Creo que eres la excepción a la regla, Harley...— Harleen sonrió un poco más al escuchar que alguien la llamó por su apodo después de muchísimo tiempo. La ladrona sonrió con ella.

—Oh, y seguramente escuchaste la versión de que el Sr. J me secuestró— Harleen habló nuevamente, después se regañó a sí misma dentro de su cabeza, ¿Por qué debía de traerlo a él en su presente apenas tuviera la oportunidad?

—S-Si, creo que todos la escuchamos— La ladrona bebió de su jugo —¿También eso era una mentira?

Harleen, asintiendo con su boca nuevamente, continuó —En realidad yo lo ayudé a escapar...— Harleen empezó a reír nostálgicamente —...Le ayudé y ambos huimos... Hicimos muchas travesuras... A-Arthur bailaba conmigo... Siempre bailábamos...— La ladrona levantó su ceja al escuchar el verdadero nombre del príncipe payaso del crimen. En cambio, en Harleen, Una pequeña sonrisa tonta en su rostro, si alguien no la conociera, creería que estuviera enamorada de un gran hombre.

—Entonces, ¿Era mentira que él te golpeaba?

Duro, así fue el golpe a la realidad, así volvió a Harleen junto con los recuerdos dolorosos. La sonrisa desapareció.

—S-Sí...Si era verdad...— Harleen agachó su cabeza, triste —Se que él fue rudo conmigo muchas veces, pero sé que él me quería...

Al escuchar el tono de voz tan frágil en Harleen, la ladrona miró alrededor, no sabiendo si era buena idea decir eso, sobre todo a alguien como Harleen y su pasado delictivo, pero lo hizo de todas formas.

—E-Escucha, sé que esto quizá te tenga harta... Pero no creo que alguien que te pegué realmente te quiera...

Otra vez aquel sentimiento de confusión en Harleen. Sus recuerdos la traicionaron, llevándola de vuelta al último día que él y ella estuvieron juntos. Justo cuando le juró que la quería a ella, que sólo la quería a ella, que sólo la amaba a ella.

—Sí... Tienes razón

—¿Enserio?

—Si, estoy harta de escuchar eso...

—Oh...— Harleen se encogió de hombros. Le parecía ridículo que hasta incluso alguien que ni siquiera conocía le dijera el mismo consejo que todos, que él no era bueno para ella, que él era muy malo.

¿Por qué todos se encargaban de recordarle eso?

—Bueno, Harleen, ¿L-Lo que dijiste de la gala es cierto?— La ladrona volvió a hablar, y que bueno que lo hizo, porque faltaron segundos para que Harleen volviera a llorar sin control.

—¡Oh! ¡Tendré una gala dentro de poco! Gala de Akrham... Ellos me querían ahí... Pero no quieren que luzca como Harley Quinn, quieren que me vea como Harleen Quinzel...

—¿Sabes? Para ser honesta, no luces como Harley Quinn...

—Esa es la idea... Pero... No lo sé, no sé...— Harleen volvía a sincerarse con su nueva amiga —No me gusta esto...

—¿Por qué no?

—Siento que estoy fingiendo ser otra persona... E-Es que... Ellos quieren que vuelva a ser la Dra. Harleen Quinzel... Pero me está costando mucho ser esa mujer...

En verdad, ¿Era correcto tenerse ese nivel de confianza con esa nueva amiga? Harleen no quería desconfiar, no quería desconfiar de esa nueva amistad, pero, ¿No era demasiado pronto para ser considerado amistad?

—Entonces vuelve a ser Harley Quinn

—¿Qué?

La ladrona asintió, inspirando un aura de confianza en Quinzel, algo que no sucedió anteriormente con otras personas desde que entró en Arkham, incluidas Joan y Susanne.

—Si, digo, ¿Por qué no? Es parte de ti. Ellos quieren que vuelvas a ser la de antes, pero no va a pasar eso

—¿P-Porque crees que no va a pasar eso?— Harleen preguntó con un poco de sosiego en sus palabras. Dejando escapar una carcajada, la ladrona respondió:

—¡Porque ahora eres otra persona! Viviste muchas cosas que te cambiaron completamente, y regresar a ser esa persona a la que fuiste antes es ridículo porque eso no va a pasar, esa persona ya murió, ya desapareció, ya no puede volver... la Dra. Quinzel ya no existe, ahora sólo queda Harley Quinn

—¿Y-Y e-eso malo?

—No, claro que no, sigues siendo tú, pero renovada... Por eso te digo, no creo que haya nada malo si vuelves a ser Harley Quinn, pero claramente, sin volver a las cosas que te dañaban...

"Ouch"

Harleen sólo escuchó las palabras, dejando que estas entraran por sus oídos, pasearan por su cerebro, que cada una de sus personalidades las tomaran, las analizaran, y que todas llegaran a una misma conclusión:

"Quizá ella tenga razón"

Harleen quería ser impulsiva, tomar el consejo que su más reciente amiga le acababa de dar. Sí, tal vez esa era la solución, tal vez eso era lo único que le podría traer paz, la brújula que necesitaba en el tormentoso camino en el que se encontraba.

Pero pensó en Joan, en sus pequeñas restricciones, y tal vez plantearle algo de esa magnitud se volvería un escándalo innecesario. No quería más bullicios y señalamientos a lo que Harleen decía, pensaba o actuaba.

—T-Tal vez...

La mujer felina sonrió a Harleen. Sonrisa correspondida por la ex arlequín. Las dos continuaron hablando en la terraza de temas banales, hasta que los primeros rayos de sol amenazaron con salir antes de tiempo. Las dos se levantaron y se despidieron.

—Espero volver a verte pronto, payasa...

—También yo, chica gato...

Un par de horas después, cuando Harleen regresaba a su departamento, se dio cuenta que había olvidado su bolsa en la joyería. Pudo haberse frustrado, de no ser porque su fallido intento de robo se volvió en la mejor experiencia que había tenido en meses.

...

Unos días después, caminando por las calles de noche, yendo a trabajar al club nocturno donde Selina solía pasar sus noches cuando se aburría de ser ladrona, sonreía recordando a Harleen. Se preguntaba si estaría bien en esos momentos. También se preguntaba si Harleen la reconoció, pues aquella ocasión en la joyería no fue la primera vez que Selina vio a Harleen.

Selina ya conocía a Harleen tiempo atrás, en un club en las afueras de Gotham, casi colindando con la ciudad vecina. Era aquella época donde Harleen entraba en los clubes, asesinaba a los proxenetas y se quedaba con su dinero. Selina la reconoció, recordando cuando unos tipos la reconocieron y descargaron sus armas contra ella. Lo último que supo de Harley en ese entonces fue que, milagrosamente, esquivó todas las balas y escapó del lugar. Después, lo siguiente que supo de ella por la televisión y periódicos, sobre su captura junto con la del Joker y su aislamiento en Arkham, y por último, en el mismo lugar que planeaba robar aquel juego de diamantes que le encantó.

Se alegró de que estuviese en un mejor estado, pero Selina sabía que, por experiencia propia y ajena, que a Harleen le quedaba un largo camino que recorrer.

Selina entró al Club, se dirigió a los vestidores y se cambió de ropa a unas más exuberantes y candentes. Junto con una peluca neón, Selina se dedicó a trabajar, sirviendo bebidas, siendo coqueta, dándole un trato servicial a los clientes. No era difícil de adivinar que muchos de esos clientes eran peligrosos, clientes a los que tenía que tratar cordialmente desde que llegaban, si es que no quería aparecer en el río de Gotham sin vida. O al menos, ya no sucedía tan seguido desde que Joker fue sido capturado y su clan de Payasos ya no iban a los clubs a cometer catástrofes. Pero su mala memoria le recordó que ese maldito payaso ya escapó de Arkham, y era cuestión de tiempo que volvieran a ocurrir esos "incidentes". Por culpa de esos "incidentes" causados por los payasos, Selina abandonó Gotham por un tiempo, y sólo regresó cuando el líder de esos bufones fue arrestado. Ahora se las tenía que arreglar para conseguir un poco más de dinero si quería irse de esa ciudad para siempre.

—No deberías de estar aquí, si te reconocen eres hombre muerto...— Escuchó algo entre toda la música y los gritos eufóricos de las personas eufóricas bailando, Selina percibió una conversación entre dos hombres, uno lucía irritado y el otro se negaba a la petición de ese hombre, no importándole su desesperación.

—Si quieres vivir, esfúmate

—Por favor ¡Sólo ayúdame!

—Estás loco si quieres buscarla...

—¡¿Al menos tienes alguna idea de donde podría estar?!

—Te recomiendo que busques a cualquier zorra de este lugar y te olvides de esa puta loca...— Y sin más, dejando solo al tipo que necesitaba buscar a alguien. Selina observaba a pesar que las luces de colores volaban sobre sus cabezas, analizando lo que acababa de mirar. El tipo, llevándose una mano detrás de su cabello, empezó a caminar en círculos, parecía que buscaba alguna opción.

La mirada de aquel hombre se elevó lentamente a donde Selina estaba parada. "Carajo", Selina pensó, no quería meterse con ese tipo, no importaba si era lindo, era demasiado temprano para esa mierda. El tipo, miró a ambos lados, y caminó a ella. Selina se preparó para ser amable con ese desesperado y en caso de que se sobrepasara, noquearlo.

—Hey, parece que te dejaron hablando sólo— Selina sonrió al tipo, tratando de darle un consuelo dentro de sus posibilidades, ofreciéndole un trago de su bandeja.

—Ya estoy acostumbrado a eso...— Encogiéndose de hombros, el tipo tomó el vaso lleno de licor y le dio un buen trago a ese.

—Wow, sí que lo necesitabas

—Sí... Sí lo necesitaba...— Miró el tipo al vaso, observando la bebida ámbar, una pequeña sonrisa, pero, fuera lo que lo tuviera agobiado, volvió a su cabeza y su cara lo expresó.

—¿Sucede algo? No pareces estarla pasando bien...

El hombre parecía debatirse consigo mismo sobre contarle a Selina por lo que estaba pasando. Selina lo sabía, ¿Quién se desahogaría con una meretriz moderna? Después recordó que más de un hombre en ese lugar si lo haría sin dudarlo, más cuando había más alcohol que conciencia en su cerebro.

—No, no la estoy pasando bien...— Habló el tipo, finalmente, y Selina prestó "atención", era parte de su trabajo, prestar atención, o al menos, fingir hacerlo. Llevándose una mano a su rostro y dando un pequeño vistazo a Selina, intentó sonreírle, pero no pudo.

—Llevo un par de tiempo... B-Buscando a alguien

—Oh, a alguien, ya veo, ¿Alguien como quién? ¿Un familiar? ¿Un hermano? ¿Un ser querido?

—U-Una amiga...— Se rascó la nuca, con cierta desesperación que mostró antes, e incluso una pizca de pena, algo que Selina encontró tierno, porque aquel chico no lucía como alguien de ese ambiente.

—¡Ya veo! ¿Estas buscando a alguien de este club? Puedes decirme su nombre y preguntaré en los vestidores por ella

—Es que, no creo que puedas encontrarla aquí, aquí sólo es una parada, y si encuentro información, iré a donde este, si no consigo nada, lo haré en otro lugar...

Levantando una ceja, Selina miró al tipo extrañada, ¿Qué era lo que quería decir con eso?

—Luces muy nervioso, ¿Por qué dices que aquí no puedes encontrar a tu amiga? ¿Qué quieres decir que aquí es una parada de tu búsqueda?

—M-Mira, yo... Yo no puedo estar aquí por mucho tiempo...— Dijo el tipo con menos paciencia que antes —Yo necesito encontrar a mi amiga, mi amiga, ella está en peligro, y sé que necesita mi ayuda, sé que ella me odia, pero necesita mi ayuda...

Comprendiendo un poco, Selina miró a todos lados, y tomó la mano del chico. Ambos caminaron a un lugar un poco más alejado de la gente y de la música, un lugar más privado y oscuro, pero donde ambos podían escucharse mutuamente.

—Dices que tu amiga esta en peligro, ¿Quieres decir que fue secuestrada?

—Eh... Algo así, luego se liberó, pero volvió a ser encerrada, hace poco me enteré que volvió a salir en libertad, pero no se su ubicación exacta

—Ok, entiendo un poco, pero estas aquí tratando de salvar a alguien que te odia, ¿Por qué te odia? — Selina preguntó con más confusión que antes. El hombre, dudando más que nunca, no quería darle más detalles a esa mujer, pero no tenía remedio.

—Es complicado, es que, mira... Ella está en peligro... Ella tiene una pareja que—

—Oh, el caso de la mujer bajo violencia, ya veo...— Selina reflexionó un poco dentro de su cabeza, a veces solía hacer buenas acciones, otras veces eran malas acciones, quizá era tiempo de hacer más de las primeras un poco más seguido — ¿No necesitas ayuda? ¿Qué tan peligroso es el novio o marido de tu amiga?

—¿Qué tan peligroso? — Una risa nerviosa de parte del hombre —Ese cabrón... Ese idiota es la puta locura andante... ¿Sabes? Es mejor que te deje fuera de esto. En realidad, si es demasiado peligroso...

—No, si se de alguien que esta en peligro, lo menos que puedo hacer es intentar ayudar en algo, y no le tengo miedo a los hombres peligrosos, he lidiado con imbéciles que se pasan de listos, e incluso con hombres que realmente son el peligro, no tendré miedo de alguien como aquel patán, no importa que tan demente este...

—N-No sabes lo que estás diciendo... C-Creo que ella es muy conocida en la ciudad, creo que incluso has llegado a escuchar de ella...

Selina sospechaba cada vez más, pero no quiso llegar a una conclusión precipitada, además, sería demasiada coincidencia si llegara a ser ella.

—¿En serio? ¿Quién es?

Pero en Gotham, las coincidencias no existían.

—Se llama Harleen, también es conocida como Harley Quinn... La Arlequín

—Oh...— Selina dejó escapar estupefacta ¿Hablaba de Harley? ¿De la misma chica con la que peleó por un par de joyas y compartió un sándwich de 5 dólares? Selina no tenía ni idea de que Harley estuviese en peligro, y sus células se paralizaron al darse cuenta que, o más bien, quién era el peligro que acechaba a Harley

— Y "la pareja violenta" de tu amiga es el Joker...

—Jeje... Algo así...

Selina no dijo nada al respecto, solamente se dio la vuelta y continuó con su caminata. Si, le caía bien a Harleen, le dio un par de consejos para seguir con su vida, pero de eso a siquiera intentar tener un encuentro con el Príncipe Payaso del Crimen, el causante de que, junto con todos los sectarios que lo seguían, ella dejara Gotham por un tiempo, ni loca.

Sintió su brazo ser jalado por una mano, se detuvo y vio al mismo tipo —Oye, escucha chico, olvídate de mí, yo sólo me dedico a esto y a otra clase de travesuras, no a misiones suicidas— La mujer se dio la vuelta e intentó continuar, pero fue detenida de nuevo.

—¡Por favor! En verdad que necesito toda la ayuda posible

—Tu necesitas un milagro, y yo no soy ninguna santa para concedértelos...— Selina volvió a caminar, pero volvió el tipo a entrometerse en su camino.

—¡Por favor! ¡Yo sé que suena aterrador, pero realmente ella necesita nuestra ayuda!

—¿Nuestra? Claro que no, yo valoro mi vida, no sé tú...

—¡Oh por favor! Se que suena terrífico, pero... Harley, ella...

—Ella no esta en peligro...— Selina admitió, cosa que dejó confundido a aquel cliente, pero antes de que preguntara algo, ella prosiguió: —Esta dada de alta en Arkham y ahora esta rehaciendo su vida, o al menos lo intenta. La encontré robándose una joyería que yo iba a robar, tuvimos una pequeña pelea, pero también una buena plática. Créeme que está bien...

—¿De verdad?— Los ojos del hombre se abrieron de par en par, llenos de ilusión, ¿Acaso Harleen estaba a salvo? —P-Pero eso, eso que dices no será por siempre, tarde o temprano, él irá por ella... Y cuando eso suceda, yo tengo que estar ahí para defenderla...

Selina lo vio de pies a cabeza, nunca había escuchado antes alguien decir algo así, o tal vez sí, pero sólo en las películas de romance, porque eso era irreal. Al menos para Selina, que alguien la protegiera por amor.

—Que caballero... Ella me dijo algo de una gala, algo que esta organizando Arkham... Es una farsa, pero tal vez puedas encontrarla ahí...

—¿De verdad? ¿Cuándo es? ¿Dónde será? Necesito ir ahí... Necesito ir ahí y encontrarla...

Una pequeña esperanza para el tipo, Selina volvió a inspeccionarlo con la mirada. Pudo jurar que el realmente estaba enamorado de Harleen, pero no recordó que Harleen mencionara estar enamorada de alguien más que no fuera el payaso.

—¿Me ayudaras en esto?

Selina pudo haberse sentido entre la espada y la pared, pero lo cierto era que estaba aburrida y quería divertirse, y como lo había dicho antes, hacer una pequeña buena acción. Y si el payaso estaba fuera del alcance de Harleen, sería mejor.

—Sí... Tal vez cuando se acerque la fecha los políticos y funcionarios empiecen a llamar por damas de compañía... Yo te avisaré si seré parte de una de esas damas. Si tengo mala suerte me las arreglaré

—Gracias. D-De verdad muchas gracias...

Una sonrisa sincera en la cara de él, en la de ella, también, pero con preocupación teñida en sus ojos. Se metió en un buen lío, y ahora tenía que salirse de este.

Yo... M-Me llamo Walter, y-yo—

—No vamos a ser amigos si eso esperas

—O-Ok...

...

"Words like violence
Break the silence
Come crashing in
Into my little world

Painful to me
Pierce right through me
Can't you understand?
Oh, my little girl

All I ever wanted
All I ever needed is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm"

—Depeche Mode – "Enjoy the silence"