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Disclaimer:
LAS TORTUGAS NINJA
no me pertenecen, es mi corazón el que le pertenece a Leo.
GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS
tampoco me pertenecen;
mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magnificas series animadas.
Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer. Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.
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GUERREROS DE LA NOCHE
Otro día que se extingue, otra tarde en la que el sol se oculta enfurecido, pero igualmente Elisa Maza lo ignora; toda su atención está en esas mismas estatuas que contemplaba ayer.
Son unas impresionantes estatuas cuyas poses son amenazadoras: tienen en alto sus manos, manos que poseen filosas garras; sus pies, cuyos dedos también posee enormes y mortales garras, están firmemente plantados en el suelo; y sus bocas las mantienen abiertas mostrando agudos dientes.
Pareciera que el escultor que las talló en ese lugar quisiera ahuyentar a todo intruso que osara invadir ese recinto, aunque, como ya ha constatado Elisa, no alberga ningún objeto de valor.
No es un objeto valioso lo que esas estatuas vigilan.
- Sino toda una cuidad… - comienza a decir la detective, pero en ese momento oye ruidos que no son para nada los mismos que suceden cada atardecer en ese mismo lugar y en el mismo momento.
- Es aquí. -
- ¡Por fin! ¡Cuántas escaleras! ¿Por qué el elevador no llega hasta acá arriba? –
- ¡No exageres! Nada más fueron como tres pisos lo que subimos. -
- Y aseguran que soy yo el que no tiene condición física. -
- Es otro el que se va a ir al retiro espiritual con Sensei. -
La mujer ve llegar a cuatro desconocidos que ya están subiendo las escaleras que conducen a la terraza en el que está ella.
- Pero Sensei lo pospuso por el "inconveniente" de antenoche. Creo que podemos reanudar la práctica hoy después de… -
- Hola. – saluda Elisa, interrumpiendo la animada conversación entre los cuatro chicos que acaban de llegar a la terraza; a los recién llegados debe sorprenderles verla ahí porque no le contestan de inmediato - ¿Se han perdido? – intenta iniciar una conversación para averiguar las intenciones de los desconocidos.
- Nosotros no, – dice el chico que viste una sudadera roja – pero veo que tú sí. ¿Qué hace una hermosa mujer aquí y tan solita? –
- Gracias por el piropo, pero son ustedes los que no deberían estar aquí. – les muestra su placa de policía.
- Disculpemos, Detective, - dice otro chico acomodándose la capucha de su sudadera azul con la clara intención de ocultar su rostro - pero fuimos invitados por un amigo. Debíamos llegar justo antes del atardecer. -
- ¡Ah! Con que son ustedes. – Elisa guarda su insignia - Goliath es mi amigo. Me dijo que vendrían… unos chicos que acaba de conocer, así que pueden descubrirse. -
- ¡Qué bueno! – Miguel Ángel empieza a quitarse la ropa que lleva encima.
- No fue muy discreto en no revelar nuestra existencia. – Donatelo aparta la capucha de su cabeza.
- Como fuiste tú de discreto – le dice Rafael, también descubriéndose - al contarle a Abril que hay gárgolas de a deveritas aquí en Nueva York; si ni pudiste esperarte a que ella y el soquete de Casey regresaran de sus vacaciones, y le contaste todo por el Tortucel. -
- Porque podemos confiar en ella, y no esperé a su regreso por tratarse de un descubrimiento de suma importancia. –
- Del mismo modo en que las gárgolas confían en ella. – dice Leonardo.
- De acuerdo. – Donatelo da por terminada la discusión.
– Es un alivio quitarse esta ropa. – dice Rafael al irse desvistiendo - Me estoy asando. No sé como lo aguantan ustedes, humanos. -
- Principio de adaptación, supongo. – dice Elisa.
- No hemos podido conversar con Goliath debidamente. – le dice Leonardo a la mujer; pasa sus ropas a Donatelo para que las guarde en su bolsa, junto con las demás prendas de los otros – No pudo decirnos que tenía una amiga humana. -
- Y sobre todo muy hermosa. – dice Rafael.
- Lo siento. Me llamo Elisa, Elisa Maza. Goliath sí pudo decirme sus nombres, que son tortugas y… -
Justo en ese momento, el último rayo de luz es aplastado y apagado por la oscuridad, y en ese instante surgen unos fuertes sonidos, como de piedras desquebrajándose.
Las tortugas voltean por todas partes para averiguar de dónde provienen esos extraños ruidos, y descubren que son las estatuas de piedra que están posadas en la balaustrada, las mismas estatuas que Elisa contemplaba en solitario.
Las estatuas comienzan a agrietarse, como si su escultor no hubiera estado satisfecho de su obra final y ha desatado su coraje contra éstas empleando un gran mazo para destruirlas; las grietas se van ensanchando en cada una de las estatuas, se ensanchan más y más amenazando con hacer polvo a tan terribles fieras, y en un último crujido, en el último instante de vida de estas estatuas de piedra, caen hechas pedazos; pero, asombrosamente, lo que se desborona no es toda la estatua sino sólo una capa, dejando al descubierto, junto con fuertes gruñidos, a unos poderosos y temibles seres de carne y hueso.
- Jamás me cansaré de ver este espectáculo. – se dice a si misma Elisa.
Las gárgolas estiran brazos, piernas y alas, después de su merecido descanso.
Las tortugas los miran boquiabiertos.
- Creo que Goliath – les dice Elisa – no les advirtió qué verían, ¿verdad? -
Ninguno de las cuatro tortugas responde, sólo miran a las gárgolas (que eran de piedra y ahora son de carne y hueso) bajar de la balaustrada y acercarse a ellos con una sonrisa de bienvenida.
- Hola Leonardo. – le saluda Goliath – Me alegra ver que te encuentras mejor. –
- Sí… gracias. – la voz afable de la gárgola logra sacarlo del asombro, y a los demás también.
- ¡Wow! ¿Cómo hacen eso? – pregunta Miguel Ángel.
- ¡Increíble! – dice Donatelo acercándose a Broadway y luego rodeándolo para observarlo detalladamente – Supongo que es un tipo de hibernación, como lo hace el Gryllidae Nemonbiinae, una especie de grillo que durante el invierno se esconde bajo tierra para refugiarse del frío, pero si se presenta la desafortunada ocasión de que la madriguera llegue a congelarse y su ocupante también, no es problema, porque cuando llega la primavera y el hielo se derrite, el Gryllidae Nemonbiinae despierta de la hibernación sin haber sufrido ningún daño. Pero ustedes… su propio organismo se petrifica durante el día y es en la noche... – la mente de Donatelo trabaja desenfrenadamente para descubrir el secreto de las gárgolas, pero de momento, sólo se le ocurre una opción - ¿Puedo tomar una muestra de tu torrente sanguíneo? – ya tiene una aguja hipodérmica en mano; sus ojos echan chispas de entusiasmo.
Broadway recuerda haber visto un comercial sobre ese tipo de instrumento y que causa mucho dolor.
- ¡No, gracias! Así estoy bien. – se aparta de inmediato de Donatelo.
- Te prometo que no dolerá. -
- Lo lamento, - Leonardo toma a Donatelo de ambos hombros– mi hermano es muy curioso. Todo lo que llame su atención tiene que examinarlo bajo el microscopio. – le quita la hipodérmica y la guarda en la bolsa mirándolo con desaprobación.
Goliath observa a la tortuga que usa el antifaz morado, y recuerda al humano que lo mantuvo preso. En ambos, es la misma mirada de curiosidad, pero su destello es completamente diferente en cada uno.
- Con que estos son los niños de los que me hablaste, Goliath. – una gruesa y veterana voz se une a las demás gárgolas.
- ¿Niños? – Rafael pregunta ofendido.
- Él es mi Mentor, - lo presenta Goliath – Hudson. -
- Hola. -
- ¡Qué tal! -
- Mucho gusto. -
- Niños, ¡ja! –
- Y él es Bronx. – Goliath continúa con las presentaciones; ya es la última.
Una gárgola de aspecto canino se acerca olfateando a las tortugas.
- ¡Tienen un perrito! – se acerca Miguel Ángel a acariciarle la cabeza - ¡Qué bonito eres! -
El perro deja acariciarse y luego le lame la cara a la tortuga que empieza a reír porque le hace cosquillas la áspera lengua.
- ¡Jajajajajajaja! -
- Si a Bronx les agrada, - dice Elisa – por mí no hay problema. -
- Te aseguré que son de fiar. – le dice Goliath a la humana.
- ¿Qué es ese delicioso olor? – Broadway olvida el incidente de la hipodérmica y se deja guiar por su olfato; entra a la torre.
- Son las pizzas que prometimos. – dice Rafael – No hubo manera de ganarles la apuesta. – lo sigue.
Los demás también entran.
Sobre una mesa hay seis cajas de pizza tamaño familiar.
- ¡Qué considerados y oportunos! – Broadway no espera a los otros, abre una caja y comienza a engullir una rebana de pizza hawaiana – Es justo la hora del desayuno. -
- Como no sabemos – dice Donatelo - qué ingredientes les gustan, trajimos pizzas con diferentes combinaciones, incluso vegetariana. -
- Sí, - dice Rafael - y me costó un mes de mis 'Domingos'… ¡Auu! – Leonardo le da un codazo por indiscreto.
- Adelante. – Leonardo les pide a las gárgolas que coman.
- ¡Gracias! – es Miguel Ángel que responde, y toma la rebana más grande de peperoni.
- Si no son para ti, zoquete. – Rafael se apura para quitarle la rebana, pero no lo deja Leonardo.
- Alcanza para todos. -
- Por favor. – Goliath les pide a las tortugas que no los dejen comer solos.
Tortugas y gárgolas comen pizzas, también Elisa, aunque no hay muchas sillas donde puedan sentarse, entonces unos se sientan en los escalones que dan al balcón y otros se sientan en el suelo.
- ¿Y cómo es que escaparon de la base de Bishop? – pregunta Rafael a las gárgolas.
- Fue muy sencillo. – responde Brooklyn.
- Creamos una distracción, - dice Lexington – destruyendo una considerable parte de sus instalaciones, para que tuviéramos oportunidad de localizar a Goliath. -
- Por mi parte – dice Goliath - traté de escapar antes de que ellos llegaran para no exponerlos, pero su "explosiva" llegada me dijo que no lo conseguí, entonces, también destruía todo lo que pudiese; de esta manera, el enemigo fue atacado desde dentro en dos diferentes direcciones. -
- Así que armaron una gran 'pachanga'. – dice Rafael.
- Nos fueron muy útiles las bazucas portátiles y las suriken. - dice Lexington.
- Me alegra escucharlo, – dice Donatelo – pero lo que más me sorprende es que hayan conseguido lanzar las suriken con una escasa hora de "ensayo y error". –
- Así somos de 'efectivos'. – presume Brooklyn.
Leonardo también está sorprendido.
Al parecer, estos guerreros poseen sorprendentes habilidades innatas; en cambio él, ha tenido que entrenar prácticamente toda su vida para alcanzar el nivel que tiene actualmente.
- Regresamos a tiempo para darle su baño a Bronx. – dice Lexington.
Bronx, que también come pizza, al escuchar la palabra "baño", toma la rebana con su hocico, y se aleja del grupo para seguir comiendo tranquilamente.
- Así de fácil. – dice Miguel Ángel.
- Y ustedes, - dice Goliath -¿cómo consiguieron escapar del castillo? –
- Somos expertos en escabullirnos. – dice Miguel Ángel con orgullo – Xanatos no se dio cuenta de cómo entramos a rescatar a nuestra Damisela sino hasta que ya íbamos de salida. –
- Fue una gran idea, Brooklyn, - dice Leonardo a tiempo de que Rafael diga un sarcasmo sobre haber sido comparado con una Damisela en desgracia (si hasta fue rescatado de un castillo) – ir en ayuda de Goliath aunque implicara enfrentar un enemigo desconocido pero que no estaba preparado para una visita inesperada. -
- Se hace lo que se puede. – dice Brooklyn con fingida modestia.
- Es lo que uno espera de su Segundo al mando. – dice Goliath.
- ¿Segundo al mando? ¿Brooklyn es el Segundo al mando? – pregunta Rafael, y todas las gárgolas asienten - ¿Cómo es que nosotros no tenemos un Segundo al mando? – se dirige a su líder.
- Será porque no lo hemos considerado. – Leonardo sólo se encoge de hombros.
- Creo que deberías tomarlo en cuenta, Leonardo. – dice Goliath (a pesar que él mismo se opuso a esa idea cuando debió tomar la decisión).
- Supongo. –
- ¿Como que "supongo"? – Rafael protesta.
- No considero que sea el momento oportuno para discutirlo, Rafa. –
- ¿Y cuando será el momento, Intrépido, si ya han pasado dos años de que fuiste el "Elegido", y jamás hemos visto lo del Segundo al mando? -
- ¿Y cómo es que no les alcanzó la noche para intentar ganarnos? – interrumpe Brooklyn antes de que haya una discusión entre esos dos hermanos.
- Íbamos a hacerlo, pero acá 'mis ojos' – Rafael se olvida del otro tema y señala a Leonardo con un ademán de la cabeza – se cansó cuando apenas llevábamos quince minutos buscando maleantes, y tuvimos que regresar temprano a casa. -
- ¿Tus ojos? – pregunta Lexington al no comprender la expresión de Rafael.
Es ahora que las gárgolas y la humana pueden mirar de cerca y con detalle a las tortugas. Observan el color de los ojos de cada uno: Miguel Ángel los tiene azules, Donatelo de un café oscuro, Rafael son color ámbar y Leonardo, que aunque apenado por perder la apuesta baja la mirada, notan que son de un café claro.
Elisa después mira los ojos de Goliath.
A diferencia del color de ojos de las tortugas, que es muy llamativo, el color de los ojos de la gárgola de piel violácea es de un enigmático y atrayente color negro.
- Es un Dicho, Lex. - Elisa hace la aclaración – Cuando un padre o una madre dice 'mis ojos' se refieren a sus hijos, o entre hermanos también se dicen así, por el parentesco más que nada. –
- Ah. –
- Ustedes disculparan, - Elisa se dirige a las tortugas – pero Goliath y su clan recién llegaron a Nueva York, y desconocen muchas cosas de nuestra cultura. –
- Con nosotros – dice Miguel Ángel – van a aprender bien rápido. –
- Gracias. – dice Goliath.
- Y volviendo a nuestro asunto… – dice Donatelo – Fue una gran desventaja que Leo no descansara el día de ayer como debió. Estoy completamente seguro que hubiésemos podido atrapar a más maleantes. –
- Ya les pedí disculpas. - dice Leonardo más apenado por la amarga derrota - ¿Qué más quieren de mí? -
- Tu 'Domingo' de tres meses. – dice Rafael.
- Que hagas mis deberes de todo un mes. – dice Miguel Ángel.
- Me vendría bien si pudieras acompañarme al depósito de chatarra toda la semana entrante. – dice Donatelo.
Nadie de los presentes se inquieta por el chantaje que sufre la pobre tortuga del antifaz azul, pueden darse cuenta de que son bromas lo que le dicen sus hermanos, aunque Leonardo parece tomarlo en serio.
- Es importante – habla Hudson con esa sabiduría que sólo se gana con el pasar de los años – tras una batalla, tener reposo. Aunque hayas obtenido la victoria o hayas probado el amargo sabor de la derrota, descansar te asegura estar preparado para la siguiente confrontación. -
Leonardo se levanta del suelo y va a sentarse respetuosamente al lado de la gárgola mayor.
- Lo sé, lo sé desde hace mucho tiempo, pero usted también debe saber que hay quienes no poseemos ni la fuerza necesaria, ni la sabiduría adecuada, ni el valor suficiente para encarar a la amenaza que se cierne constantemente sobre quienes amamos. Yo no poseo ninguna de esa cualidades, por eso entreno hasta desfallecer de cansancio. Lo único que poseo es mi vida; mi vida es todo lo que tengo para ofrendar y proteger a mi familia. –
Todos se quedan callados, no estando muy seguros de cómo responder a esas palabras tan sinceras de la tortuga del antifaz azul.
Sin embargo, la sabia gárgola sí sabe qué decir.
- Es un sentimiento muy noble, hijo, - Hudson se separa levemente del respaldo del sillón en el que está sentado para apoyar su garra derecha en el hombro de la inquieta y joven tortuga – y como es tu vida lo único que tienes para proteger a tu familia, también de ésta debes cuidar. Si tú llegas a faltar, ¿quién verá por ellos? -
Como si hubiese creído que es inmortal, Leonardo mira asustado a Hudson.
Jamás había pensado en esa posibilidad, en la posibilidad de que tras alguna batalla él no fuese a regresar a salvo para continuar cuidando de su familia.
- No se preocupe. – habla Miguel Ángel de lo más tranquilo – Ya hemos descubierto el punto débil de mi hermano, y cuando no quiera descansar, ya sabemos qué hacer. –
- Eso me parece bien. – dice Hudson.
Elisa muere de curiosidad por saber ese punto débil de la tortuga del antifaz azul, pero calla. Sabe, gracias a las gárgolas, que hay cuestiones que afectan directamente el honor de un guerrero, y no se pueden preguntar a la ligera.
- Sólo así se quedó en cama todo el día de hoy. – dice Rafael – Miren lo bien repuesto que está. -
Todos los presentes posan la mirada sobre Leonardo, lo que a él le hace sentirse incomodo. No le gusta ser el centro de atención.
- Tal vez te parezca injusto que tus hermanos hayan actuado de esa manera contigo – dice Brooklyn – pero ha sido por tu propio bien. -
- Mira quién habla de lo justo. – dice Rafael con cierta inconformidad impregnada en el tono de su voz.
Brooklyn sabe el por qué de la molestia de la tortuga del antifaz rojo.
- No es mi culpa que no supieras que las gárgolas somos enteramente creaturas de la noche. -
- Pero tú si sabía de tu ventaja, pudiste haber dicho algo. -
- ¿Y de cuándo a acá tú le dices de tus ventajas a tu contrincante? –
- Ni siquiera por caballería… -
- Entonces, ustedes tortugas, - interviene Elisa – ¿no se convierten en piedra durante el día, y tienen que dormir por la noche como cualquier humano debe hacer? – y es que tiene tantas preguntas sobre esas creaturas con caparazón, pero además, si no interviene en la conversación de Brooklyn y Rafael, podría terminar en una pelea, aunque más bien sería una pelea de chicos revoltosos que de guerreros que defienden su honor.
- Creo que es más conveniente comenzar desde el inicio. – dice Donatelo.
- Sin embargo, – dice Leonardo – creo que las gárgolas tienen el derecho de hablar primero; después de todo son los recién llegados. -
Goliath acepta la propuesta, porque tiene la impresión de que las tortugas tienen toda una vida viviendo en Nueva York, y en cambio, su clan no, así que será un relato breve.
Las gárgolas hablan acerca la Escocia de hace mil años; acerca del castillo Wyvern; acerca de los humanos residentes a los que protegían; acerca de la traición que fue la causa de la masacre de su clan; acerca del hechizo mágico que forzó a los escasos sobrevivientes a dormir convertidos en piedra hasta que el castillo se elevara por encima de las nubes; acerca del multimillonario David Xanatos quien compró el castillo y lo trasladó a su rascacielos rompiendo así el hechizo, y volvieron a la vida y adoptaron nombres propios; acerca de ser utilizados como fieles sirvientes, y sobre por qué tuvieron que abandonar su castillo y encontraron refugio en esa torre en la que se encuentran ahora.
El silencio es todo lo que hay concluido el relato de las gárgolas, pero como para no perder esa sensación de nostalgia y abandono, Leonardo continúa con su propia historia, ayudado de sus hermanos.
Las tortugas hablan de su humilde origen como mascotas; sobre el accidente que los arrojó a las alcantarillas; sobre la viscosa sustancia en la que cayeron; sobre la rata que los tomó a su cuidado; sobre la transformación que sufrieron; sobre sus nombres; sobre cómo aprendieron el arte del Ninjitsu; sobre algunos de los problemas en los que se han metido, como el descubrimiento de lo que era esa sustancia que los convirtió en lo que son; sobre el viaje a otro mundo; sobre la invasión de los Triceratones; sobre cómo Bishop casi los mata sólo para estudiar su código genético y, basándose en éste, crear súper soldados; pero sobre todo, les platican a las gárgolas y a su amiga de su férrea determinación de ser los vigilantes de la caótica pero bella Ciudad de Nueva York dado que deben protegerla de...
- ¿Oroku Saki? – pregunta Elisa muy sorprendida.
- Sí. – le responde Leonardo – Bajo la farsa de ser un hombre respetable de negocios, en realidad es quien controla casi todos los negocios sucios en Nueva York y en Japón. En el Bajo Mundo, Oroku Saki es conocido como Shredder. –
- Shredder. – repite Elisa.
- Vaya. Sí que representa bien su papel. – dice Lexignton.
- Xanatos no es el único humano que emplea bien el arte de la mentira. – Goliath opina.
- Dado que Shredder tiene el control de la mayor parte de los grupos que conforman a la mafia y a las pandillas, - Donatelo es quien continúa – él fue la razón por la que hubo un fuerte enfrentamiento entre estos grupos, desatándose así una guerra en la cuidad. –
- Te refieres – dice Elisa – al caos que hubo meses atrás y en el que hubo muertos y heridos tanto de mafiosos como de pandilleros. -
- Así fue. En nuestro primer enfrentamiento, creímos que habíamos acabado con Shredder, y ya que estaba disponible la vacante de "Dominio absoluto del Bajo Mundo", es que se desató la guerrilla. –
- Ahora comprendo. – habla Elisa – El resto de nosotros, gracias a lo que se difundía en los medios, supimos que Oroku Saki estaba en un viaje de negocios, y que su hija Karai había tomando su lugar en su ausencia; pero el Bajo Mundo sabía la verdad, y creyendo que Shredder había muerto, se desató la guerra por tomar el control de su vasto imperio. -
- Pero como dicen: – habla Rafael – "mala hierba nunca muere", Shredder no murió. Karai sí tomó el lugar de Saki tanto de sus negocios legales como los no legales pero con ayuda de nosotros, para que ella pusiera fin al desastre, y por mientras su a'pa se recuperaba de las heridas. -
- Eso explica – dice Elisa – el origen de las centenares de estrellas de metal y las extrañas marcas que hayamos en las zonas de combate; eso explica las curiosas heridas infligidas en pandilleros y mafiosos; eso explica que nadie, ni pandilleros ni los mafiosos que logramos aprender, ni siquiera nuestros más confiables informantes, hayan querido hablar sobre el otro jugador que estuvo en medio de la guerrilla. Nadie quiere desafiar a Oroku Saki, nadie quiere desatar la ira de Shredder. -
- Ahora comprendes cuán poderoso es. – le dice Leonardo.
- Y cuán difícil será arrancarle esa mascara que lleva puesta. – ella se pone de pie y camina de regreso a la comisaria.
- Elisa. – la llama Goliath – Espero que no busques descubrir a Oroku Saki como has querido hacer con David Xanatos. -
- ¿Y por qué no? – al volverse, sus ojos destellan de indignación - Me enferma ver a MI cuidad poblada de personas tan viles como Xanatos, y resulta que hoy me entero que un hombre, a quien creía honesto, es el más vil entre los viles. -
- Niña, - le habla Hudson – todos los que estamos aquí comprendemos tus sentimientos, pero sabes que no hay manera alguna de acabar con un gran mal sino es con perseverancia y unión. -
Elisa se siente incómoda al ser observada por nueve pares de ojos inquietos.
Más que sentir el apoyo de sus amigos y el de los nuevos conocidos, percibe un reproche silencioso.
Deja escapar un suspiro de derrota.
Por experiencia propia ha comprobado que es imposible inculpar a hombres ricos e influyentes como Xanatos, entonces, ¿qué podría hacer contra el hombre que está a la cabeza del todo el crimen en Nueva York?
- Es hora de ir a trabajar. – dice con una voz cansada - Después los veo. – se despide de las gárgolas - Ha sido un gusto conocerlos, chicos. – se despide de las tortugas.
Baja deprisa a las calles que ya han de estar siendo invadidas por el crimen.
- Es hora - habla Leonardo – de que también nosotros salgamos a trabajar, pero antes… -
Comienza a recoger la basura.
Todos ayudan.
Una vez acabada la limpieza, sale primero al palco de la torre la tortuga de la bandana azul seguido por sus hermanos.
El aire fresco acaricia sus rostros y juguetea con sus bandanas.
- ¿Y nosotros estamos pintados o qué? – protesta Brooklyn.
Las gárgolas también salen al palco, bueno, no todos, Hudson y Bronx se quedan a ver la televisión.
- ¿Qué tal si fijamos una hora? – dice Rafael volviendo al tema de los retos - Digamos que a media noche, quien pille a más pillos es el clan que gana. -
- OK. – Brooklyn acepta un reto más.
- Así quedamos. –
- ¿Y habrá más comida para el clan vencedor? – Broadway saborea anticipadamente la victoria para su clan.
- ¡Sí! – responde Miguel Ángel - ¡Qué sean hamburguesas esta vez! -
- ¿Qué nada más piensas en comida, Barril sin fondo? – lo reprende Rafael.
- No. También he pensado que deberíamos tener un perrito así de bonito como Bronx. -
- Pero Mikey, - le dice Leonardo – sabes por qué no podemos tener un perro. -
Miguel Ángel saca su arma mortal: sus ojos se ponen brillantes y enternecedoramente tristes, y su labio inferior hace un tímido puchero.
- No. – Leonardo reacciona rápido, tiene que aplicarle una llave aprisionando su cuello y obligándolo a mirar hacia abajo.
- ¡Auh! -
- Lo siento, ya hemos discutido esto antes. -
- OK… OK. Ya capté. – es liberado.
- Aleluya. – Rafael alaba al cielo.
- Pero también he pensado… - continúa Miguel Ángel con otra disparatada idea -¿por qué nosotros no tenemos colitas como las que tienen ellos? -
- ¿Colitas? – preguntan a coros sus tres hermanos.
Cada gárgola se pregunta qué ha visto en sus colas esa simpática tortuga del antifaz naranja.
- ¡Sí! ¡Si son de lo más cool! Lexi te quitó tus sais, Rafa, con nada más hacerle ¡ZUIZ! - intenta imitar el rápido movimiento que hizo la gárgola pequeña en ese primer encuentro con ellos.
- En esa cuestión, sí son muy prácticas. – dice Lexington.
- ¿Ven? No me parece justo, si somos tortugas, ¿dónde quedaron nuestras colitas? -
Goliath le hace una seña a Leonardo de que ellos ya se van a cumplir con el deber. Leonardo rápidamente le dice que se vean mañana en la bodega abandonada que está en la esquina de Eastman y Laird. Goliath acepta el lugar de encuentro.
Goliath le dice a su clan que es hora de marcharse, pero Brooklyn se resiste porque no han aclarado sobre qué obtendrá el ganador del reto, pero Goliath lo convence de que ya lo discutirán después.
- Es debido a la mutación que sufrimos, Mikey, - Donatelo trata de explicarle a Miguel Ángel sobre la ausencia de su colas de tortuga, no sin un tono desesperado de su voz – En esencia no necesitamos de las colas porque somos mutantes. –
- Pues no es justo. –
- Y aunque las hubiéramos conservado, dudo que hubieran tenido una longitud como la que posee la extremidad posterior de una gárgola. -
- ¡¿Pero te imaginas las cosas que podríamos hacer si tuviéramos una colita?! – Miguel Ángel no desiste tan fácilmente.
El clan de las gárgolas deja al clan de tortugas que continúen con su extraña conversación.
Pero Miguel Ángel no es el único que tiene inquietudes, aunque no precisamente sobre "colitas".
- Oroku Saki. –
Xanatos está en su despacho, leyendo un documento legal que ha sido firmado por ese hombre importante.
- Con que quiere invertir en mi empresa. Bueno, es algo que debe estudiarse. –
Enciende su computadora para buscar información sobre ese hombre de negocios de origen japonés para poder tomar una acertada decisión.
Sólo que en ocasiones, ninguno de nosotros puede elegir la mejor opción que nos garantice el triunfo, cuando el Destino ha decidido intervenir.
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N/A:
1Creo que en otros países se dice Mesada al dinero que les dan lo papás a sus hijos para que gasten; en México se le dice Domingo y es que es en los domingos cuando dan ese dinero.
2No sé cómo le voy a hacer con la trama, pero Saki es 100% humano en este fic; es que la verdad a mí no me agrada como utrom.
3Si has tenido oportunidad de leer varios de mis fics, sabrás cuál es punto débil de Leonardo.
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Como ya has leído, los primeros 6 capítulos de este crossover los he ocupado para la presentación de las gárgolas con las tortugas y viceversa.
Ésta ha sido la primera parte del crossover.
La segunda parte comienza después de los cuatro capítulos siguientes que serán de relleno.
Ojala hayas disfrutado estos primeros capítulos con la misma intensidad con la que yo he sufrido para escribirlos.
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Comentarios, observaciones, sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, aplausos, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, jalones de oreja, etc., etc., toda opinión es bienvenida.
n.n
