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Primero, un breve aviso:
Desde hace varias semanas que no tengo donde poder conectarme a internet; ni en mi trabajo ni en la biblioteca ya no se puede (en uno está restringido y en la otra creo que ya lo quitaron), y en donde vivo no tengo, por eso me he desaparecido del facebook y no he podido leer los fics que me han dedicado otras autoras.
He sido expulsada de la nube llamada Internet.
Soy un Ángel Caído.
Pero aquí estoy, reportándome desde el Inframundo n.n (léase desde un sucio, lento y caro servicio de cibercafé) y haciendo todo lo posible por no dejar éste ni otros fics en el abandono por la falta de una conexión.
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GUERREROS DE LA NOCHE
Esta noche, las gárgolas han ido a La Guarida de las tortugas; de ahí partirán a realizar el patrullaje, pero tiene media hora antes de comenzar la vigilancia, y buscan en qué gastar ese tiempo libre.
Broadway, al no ver a Miguel Ángel que esté yendo de aquí para allá como todos los demás, decide buscarlo.
El primer lugar al que va es a su habitación, y ahí lo encuentra, sentado en la cama.
Se acerca y va a saludarlo, como los buenos modales dictan, pero es Miguel Ángel quien primero nota su presencia.
- ¡Broadway! ¡Qué bueno que llegaste! Seguro que no has probado uno de estos. – hurga dentro de una caja de cartón corrugado que contiene bolsas llenas de golosinas; de una de esas bolsas toma una.
Broadway se sienta a un lado de Miguel Ángel.
- ¿Un qué? -
- Uno de estos. – le entrega un diminuto envoltorio.
Broadway examina el plástico, luego mira a Miguel Ángel que se ocupa de abrir otro diminuto envoltorio y se come lo que traía dentro (arrojando el envoltorio a alguna parte); él hace lo mismo, abre el envoltorio (sólo que lo deja cerca para que no se le olvide tirarlo en el cesto de la basura), y mastica con cautela la chiclosa esfera (a diferencia de Miguel Ángel que mastica ávidamente).
- ¡Mhhh! – Broadway mastica otro poco antes de tragarse el caramelo – Sabe… como agrio y enchilado. Sabe rico. –
- Ed uba gogoliba be dabalimdo. – dice Miguel Ángel con la boca llena y es que está masticando cinco golosinas de un solo bocado.
- No te entendí. –
- ¡Glup! – se traga lo que masticaba - Dije que es una golosina de tamarindo. –
- Nunca había probado una golosina. – Broadway toma otro pequeño envoltorio y come otra golosina de tamarindo.
- ¡Uy! De lo que te has perdido, pero yo tengo todo un tesoro de golosinas, y puedes comer de cada una para que vayas probando. – le muestra la caja de cartón donde oculta su tesoro de la vista del Confiscador de Dulces (puesto que su hermano mayor se encarga de desempeñar fielmente).
Broadway va probando muchas golosinas de diferentes colores y sabores.
Media hora después…
- ¡Vámonos! – grita Rafael como su modo de avisar a todos que es hora de partir.
Los demás escuchan claramente el mensaje y se apresuran a acudir al llamado, pero hacen falta dos individuos.
- ¿Y Mikey? – Leonardo nota la ausencia de su hermano.
Todos voltean a todas partes.
- ¿Y Broadway? – ahora pregunta Brooklyn al notar la ausencia de su camarada.
- Creo que vi que Broadway subió. – dice Lexington señalando hacia el nivel superior.
Con un movimiento de su cabeza, Leonardo le pide a Brooklyn que lo acompañe.
Ambos suben y van al lugar más probable al que haya ido Broadway: la habitación de Miguel Ángel.
Al adentrarse, descubren a una tortuga y a una gárgola algo encorvados.
- Ay mi pancita… - se queja Miguel Ángel lastimeramente.
Leonardo sólo necesita ver la caja de las golosinas que está casi vacía para saber qué ha sucedido.
Brooklyn, al no conocer una de las debilidades de la tortuga de piel verde mar, y sin saber qué es toda esa basura que hay alrededor, se angustia por Broadway, y de un sorprendente salto, acude en su ayuda.
Leonardo se acerca a Miguel Ángel con más preocupación; se sienta al lado de su hermano menor.
- No sabía… - dice Broadway en su agonía – que algo tan dulce podía dar… tanto dolor. –
Brooklyn ve las bolsas, toma un envoltorio y lo olfatea.
- ¿Qué es? –
- Es una golosina. – le responde Leonardo – Todas esas bolsas contenían golosinas, y Mikey y Broadway han comido demasiadas y les han hecho daño. –
Brooklyn mira con confusión la pequeña y aparentemente inofensiva golosina.
- No creí que Broadway fuese a enfermarse del estómago algún día, si es capaz de comer lo que sea. – esto lo dice porque su amigo come mucho y nunca se había enfermado, y eso que ha comido cosas extrañas, como las algas que pueden crecer en una cueva oscura y húmeda.
- Mikey, - le dice Leonardo – sabes que no debes comer tantas golosinas. –
Miguel Ángel sólo abraza más su estómago.
Leonardo suspira.
No tiene caso regañar a Miguel Ángel estando en esa condición.
Le ayuda a ponerse de pie y Brooklyn ayuda a Broadway.
Los dos son llevados a la enfermería y son atendidos rápidamente por el "Doctor" Donatelo, que después de darles dos cucharadas del efectivo subsalicilato de bismuto, les recomienda descanso por toda la noche.
A Miguel Ángel le encantaría que parte de las indicaciones fuese el no ser regañado al siguiente día.
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Yo una vez, de peque, me enfermé del estómago por comer un litro de helado yo solita, pero es que se antojó mucho c:
N/A:
Lexington, Brooklyn y Broadway, en los primeros capítulos de su serie, llegaron a hacer una que otra travesura, pero después se vuelven serios; pero en este crossover, ya que ellos conviven con las tortugas, pues no hay manera de que no se dejen influenciar por los chicos con caparazón para hacer alguna travesura.
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Gracias por leer y por tus comentarios.
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