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GUERREROS DE LA NOCHE

Brooklyn y Rafael van corriendo velozmente a la par por las azoteas de los edificios.

Van saltando hábilmente cuanto cacharro viejo, tragaluz, antenas de televisión, contenedores de agua, y de más objetos se hallan en su camino.

Se trata de una competencia por demostrar quién y qué especie es la más veloz.

Brooklyn demuestra sin gran esfuerzo que es tan veloz en tierra como en el aire (quizás debido a que él corre con sus cuatro extremidades; pero Rafael es un orgulloso competidor y no se ha quejado de lo que puede ser una clara ventaja para la gárgola).

- Para ser un "avechucho", no lo haces tan mal. – Rafael felicita a Brooklyn.

- Y tú, para ser una tortuga, tampoco lo haces tan mal. –

- Soy orgullosamente Tortuga Ninja. –

Rafael, para reforzar sus últimas palabras, en el momento en el que llega a la orilla del edificio, salta imprimiéndole gran impulso al brinco, pero no se limita sólo a saltar, sino que en pleno aire se hace ovillo, y así, realiza cuatro giros, como un balón de basquetbol que va a caer dentro de la canasta, pero este "balón" no va a encestar pero sí consigue llegar al otro edificio, y justo antes de estrellarse contra el techo, Rafael extiende brazos y piernas, y aterriza firmemente sobre sus pies.

Con esto, sin necesidad de decirlo, se hace más complicada la competencia: ya no se trata de correr rápidamente, sino que ahora hay que realizar complejas piruetas.

Brooklyn comprende esto, y realiza la misma pirueta que ha hecho Rafael.

Rafael mira el impactante salto de la gárgola sin poder evitar sentir envidia, pero confirma lo que su Maestro ya les ha dicho: a diferencia de los humanos o tortugas y ratas mutantes, que tienen que entrenar todos los días para tener una excelente condición física, una gárgola posee una sorprendente agilidad innata y natural.

Y como para provocarle más envidia, Brooklyn pasa girando por sobre la cabeza de Rafael, y aterriza varios metros más delante; en cuanto sus manos y pies tocan el áspero concreto, continúa corriendo.

- Como si fuera a dejarme ganar por una lagartija. – se dice Rafael con mucha determinación, y continúa la carrera.

Sólo que le cuesta trabajo alcanzar a Brooklyn, pero, tras recorrer varios edificios y realizar más piruetas complejas, por fin consigue darle alcance.

- ¿Cómo te quedo el ojo? – Rafael se "da aires" de grandeza.

- Te tardaste. - pero Brooklyn tampoco es tan modesto - Yo te hubiera alcanzado en un 'tris'. –

- ¿Ah sí? –

- Sí. –

Rafael lleva hasta el límite su cuerpo: obliga a sus piernas ir todavía más rápido y consigue dejar atrás Brooklyn por varios metros. Cuando está por llegar a la orilla de ese edificio y ve que hay cuerdas que cuelgan de un contenedor de agua, tiene una idea para dar fin a esta competencia y ser el ganador.

Cambia su rumbo, corre hacia el contenedor, salta, toma una de las cuerdas que se rompe y la utiliza como una liana para balancea y llegar a otro techo. Voltea para ver hasta qué tan lejos se ha quedado Brooklyn, pero se lleva una sorpresa.

- ¿Y luego? – pregunta Brooklyn que va detrás de él por un metro de distancia.

Rafael tiene que recuperarse de inmediato de la sorpresa si es que quiere ganar.

- Hay que columpiarse y luego… - comienza a explicar la última maniobra con la que se va a terminar la competencia, pero…

Lo que sucede luego, es que las cuerdas se rompen, y la tortuga y la gárgola caen.

- ¡Aaaahh! –

Van cayendo directo hacia un estrecho callejón.

Brooklyn podría desplegar sus alas para elevarse, volar y salvar la vida, pero no se atreve a abandonar a Rafael, así que, bate sus alas impulsándose hacia Rafael y consigue aferrar un brazo de él; desafortunadamente, pronto llegan al angosto callejón, y Brooklyn ya no puede abrir sus alas en toda su envergadura, porque si lo intenta las quebraría contra las paredes…

Siguen cayendo y en escasos segundos van a estrellarse contra el suelo, pero Rafael rápido se le ocurre una idea al ver un contenedor de basura abierto no muy lejos.

Haciendo uso de su tremenda fuerza, arroja a Brooklyn directo hacia el contenedor de basura…

- ¡AH! –

…e inmediatamente él estira una pierna y apoya un pie en la pared y se impulsa…

- ¡Echen paja! –

… para ir rumbo al contenedor de basura.

Brooklyn (que aterrizó de cabeza) sólo atina a cerrar los ojos antes del tremendo impacto.

- ¡AY! -

La tortuga y la gárgola quedan aturdidos momentáneamente.

Fue un aterrizaje forzoso, pero la basura consiguió amortiguar la caída.

- Si tú no dices nada – dice Brooklyn con una voz de vergüenza por haber hecho un aterrizaje poco propio para una gárgola – yo tampoco. -

- OK. –

Acepta Rafael, alegrándose que ninguno de los otros haya visto cuán torpe ha sido en una pirueta que ha hecho muchas veces en compañía de sus hermanos, pero estaba tan ansioso por ganar, que esta vez no se cercioró que la cuerda no estuviese podrida.

Aunque, a decir verdad, Brooklyn tampoco fue tan prudente.

- Nosotros sí tenemos algo qué decir. – dice una recia voz desde fuera del contenedor.

Con esfuerzo, Rafael y Brooklyn logran incorporarse, y se asoman tímidamente del contenedor porque han reconocido la voz.

Ven a Goliath y a Leonardo, ambos cruzados de brazos, que los miran con desaprobación.

El sermón sobre la importancia de la precaución, de parte de los dos líderes, no tarda en retumbar en los oídos de los dos apenados chicos.

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Muchas gracias por leer y por tus comentarios.

n.n