No, no soy rubia, tampoco inglesa y mucho menos millonaria, por lo tanto no soy J. K. Rowling y ninguno de estos personajes me pertenece.


CAPÍTULO CINCO.

Old friends.

(Viejos amigos)


Extraño a mis viejos amigos.

Porque ellos saben

cuando más los necesito.


Enero, 2000.

"¡Feliz Año Nuevo, Harry!

Con Cariño, Hermione."

Después de releer la escueta nota que recibí de Hermione la noche de Año Nuevo, la guardo en el bolsillo de mi pantalón. Vuelvo a tomar mi pluma y a sumergirla en la tinta, intentando pensar en algo que escribirle a Hermione.

"Es tu mejor amiga ¡Escríbele lo que sea!" me grita mi mente.

Sigo seco de ideas. Por mucho que alguien sea tu mejor amiga, cuando no las has visto en casi dos meses, es difícil encontrar algo sobre qué hablar. Además, aquí no ha pasado nada nuevo o interesante en estos dos meses. La tranquilidad que me brindaba La Madriguera se está comenzando a convertir en aburrida monotonía.

Creo que lo más entretenido que he hecho en las últimas semanas, ha sido desgnomizar el jardín. Sin importar cuantas veces lo hagamos, los gnomos siguen regresando. Están tan aferrados a ese jardín como Molly a no quererlos ahí. Ese constante círculo vicioso es una de las pocas cosas que no ha cambiado desde la primera vez que me quedé en este lugar.

El pergamino sigue en blanco y yo desisto de escribir algo. Pienso que tal vez debería salir, aunque sea al pueblo cercano, solamente para ver a otras personas. Quizá usar el teléfono y llamar desde ahí a mi amiga. Siempre es distinto tener a las personas frente a frente, en lugar de sólo comunicarnos mediante cartas.

Ese pensamiento me da una idea. Escribo una nota rápida y, en vez de enviarla vía lechuza, la dejo sobre la mesa de la cocina.

Fui a ver a Hermione, regreso después de la cena.

Harry.

Tomando los polvos flu que están en la entrada de la chimenea, me de transporto hasta el Caldero Chorreante, para después salir al mundo muggle e intentar encontrar la nueva dirección de mi amiga.

—Llegaste antes —dice Hermione, abriendo la puerta, distraída por la televisión encendida.

—Creí que no practicabas la adivinación —respondo.

—¡Harry! —se asombra ella al verme —Perdón, creí que era… el repartidor de pizza.

Me parece una respuesta extraña, pero no lo pienso demasiado porque la visión del pequeño estudio de mi amiga me extraña aún más. Hay cajas con libros, posters en las paredes, discos compactos por todos lados, vasos, platos sucios y hasta un par de suéteres tirados en el piso.

—¿Qué pasó aquí? —es lo primero que digo.

Durante todos los años que llevo de conocer a Hermione, ella siempre se ha distinguido por ser pulcra y ordenada.

—¿Mi intento de encajar en la vida universitaria? —responde ella, encogiéndose de hombros, como si no pudiera importarle menos tener que quitar un plato que estaba sobre la cama destendida para que tenga un lugar dónde sentarme.

Antes de que pueda decidir si está bromeando o no, oigo como tocan a la puerta. Hermione hace un gesto con la mano, el mismo que siempre hace cuando quiere que me calme.

¿Por qué habría de alterarme la pizza? Cuando abre la puerta, veo que es por quién la trae.

—Es toda de pepperoni, no me importa lo que digas —dice el recién llegado.

Hermione se hace a un lado para dejarlo pasar y él lo hace, sólo para detenerse en seco cuando ve que estoy sentado en la cama de mi mejor amiga.

Con la mirada le pregunto a Hermione qué está pasando, pero me quedo tieso cuando notó que Malfoy está haciendo lo mismo.

—Hermione —digo, e inconscientemente muevo mi mano hacia donde guardo mi varita.

—No te alagues, Potter —dice Malfoy —Creí que la guerra te había enseñado a ser más discreto cuando quieres atacar a alguien.

—¿Qué estás haciendo aquí? —digo sin rodeos.

—Eso debería preguntarte yo a ti —contesta él —Después de todo, es jueves —dice, como si eso explicara algo.

—Los jueves Draco y yo nos juntamos para ver películas y comer pizza —dice Hermione.

Su tono de voz es el mismo que usaría si estuviera hablando del clima. En vez de buscar su varita, saca tres platos limpios de un mueble.

—Nos encontramos a finales de noviembre en el callejón Diagón y desde entonces hemos intentado ser amigos —continúa explicando mientras nos da un plato a cada uno.

—Con resultados variables —dice Malfoy, haciendo un gesto para que me aparte y él pueda sentarse en la cama.

La explicación más lógica de cómo me siento en este momento, es shock. Alguien me está jugando una muy mala broma.

—Hermione —vuelvo a decir con voz apremiante.

Ella me toma del brazo y me conduce hasta la única otra habitación que hay, es decir el baño. Antes de cerrar la puerta detrás de nosotros, veo como le lanza una mirada de disculpa a Malfoy. Yo lanzó un hechizo muffliato, para garantizarnos privacidad.

—Tienes tres segundos para explicarte antes de que te lance un hechizo paralizante y te lleve a una revisión a San Mundo —comienzo.

—No te debo ninguna explicación, Harry —responde. Abro la boca para protestar, pero ella me la tapa con una mano y sigue hablando —Sin embargo, te voy a dar una.

Entonces comienza a relatarme con detalle todas las pláticas que ha tenido con Malfoy, desde su encuentro en la heladería, hasta su beso en año nuevo. Qué bueno que estamos en el baño, porque una arcada recorre mi cuerpo al oír eso último.

—¿Tú y él?

—No es lo que crees —dice. Después se encoge de hombros —Fue la gente, la emoción, la energía del ambiente. Fue no querer sentirnos solos aunque fuera por un momento. No hubo nada de romántico en ello.

—¡Si no querías sentirte sola hubieras podido venir a La Madriguera! —le reclamo.

—Harry, no podía. No pertenezco ahí, con ellos —dice y entiendo a lo que se refiere.

Yo tampoco pasé una buena noche de año nuevo en compañía de todos los Weasley.

—Pero me hubieras tenido a mí —digo.

"Y yo te hubiera tenido a ti", pienso, pero no lo digo en voz alta. Yo también sé lo que es sentirse solo entre un montón de pelirrojos.

—Hubiéramos estado los dos juntos —sigo hablando —Hubiéramos podido… no sé, hacer algo.

—¿Bailar? —dice Hermione, con un gesto condescendiente.

El recuerdo es tan nítido que duele. Casi siento el frío que había en la tienda, casi oigo la música que salía de la radio esa noche. Casi siento a Hermione dando vueltas y después entre mis brazos.

Recuerdo ese segundo, cuando la música se detuvo y estuvimos a centímetros de distancia. Recuerdo como casi cambia todo entre nosotros. Y recuerdo como ella se alejó de mí.

Sé que ella está pensando lo mismo, pero nuevamente, un toquido en la puerta nos interrumpe.

—Voy a comenzar a comer sin ti, si no te apuras —se oye la voz de Malfoy —La pizza se está enfriando. Después puedes seguir arreglándole la vida a San Potter.

—De todas las nuevas personas que podías conocer y hacer amistad, ¿tenías que elegir a Malfoy? —digo.

—Draco no tiene a nadie, Harry —dice ella, tomando mi mano —El mundo entero es su familia de pelirrojos.

Hermione nunca me ha dado un motivo para dudar de ella. Jamás. Decido que si esta es su elección, debo confiar en ella.

Cuando sale del baño, voy detrás de ella.

oOo

De regreso en La Madriguera, a tiempo para la cena, me sorprendo recordando la extraña tarde que acabo de tener con un sentimiento parecido a la añoranza.

No sé si haya sido la pizza (una comida tan sencilla y normal que me hace pensar en el tipo de adolescencia que nunca pude tener) o la compañía de mi mejor amiga, alguien a quien sentí que no había visto desde hace años. No es sólo que se haya mudado hace dos meses, es que la Hermione con la que conviví hoy, era otra persona, diferente a la Hermione con la que había convivido el último año.

Creo que la última vez que había estado así de relajada fue probablemente durante nuestro sexto año y eso me hace sentir rabia conmigo mismo. Se fue apagando frente a mis ojos y yo no me di cuenta. Siento que no me puedo llamar su mejor amigo.

Malfoy, debo admitir, tampoco estuvo mal. Durante algunos momentos, incluso me hizo pensar que hubiera pasado si todo hubiera sido diferente. Si Voldemort nunca hubiera existido, si mis padres me hubieran criado o si Sirius hubiera tenido la oportunidad de ser mi padrino.

Sirius y los Malfoy están relacionados sanguíneamente, ¿eso hubiera significado que él y yo nos habríamos conocido antes? ¿Nos hubiéramos tratado? ¿Habría existido la posibilidad de que fuéramos amigos?

—Harry —dice Ginny, colocando una mano sobre mi hombro, sacándome de mis pensamientos y regresándome a la realidad.

La realidad que consta del señor y la señora Weasley terminado su cena sin hablar, de Ron jugando distraídamente con la comida que todavía tiene en su plato y de Ginny recogiendo la mesa.

—Gracias —le digo, dándole mi plato vacío.

Me levanto para ayudarla a lavar los platos, aunque no hay mucho que pueda hacer, porque ella hace que se laven a sí mismos con un toque de su varita. Creo que solo la seguí a la cocina para estar a solas con ella.

Ella lo nota y me abraza. Pasa una mano por mi cabello, y comienza a besarme. Yo intento esforzarme, dejar de pensar y enfocarme en el beso. Quisiera que la chispa que teníamos a los dieciséis, regresara pero después de un par de momentos, me separo. Ya no es lo mismo. Creo que nunca podrá ser lo mismo.

—¿Qué pasa? —dice ella.

—Voy a mudarme con Hermione —contesto.

No sé de dónde salió eso. No lo pensé, no había pasado por mi mente, ni siquiera le he mencionado la posibilidad a ella. Pero cuando me oigo decirlo, sé que necesito hacerlo.

Cuando veo la cara de Ginny, sé que debí haber pensado una mejor forma para anunciarlo.


Hice algunos nuevos amigos,

y son buenos amigos,

pero ellos no saben

Lo que hago, lo que tengo,

quién soy y quién no.

Extraño a mis viejos amigos.


Canción: Old Friends

Autor: Jasmine Thompson

Álbum: Wönderland

Traducción: Aliathna

"¿Habría existido la posibilidad de que fuéramos amigos?" Si quieren saber una posible respuesta a esta pregunta, las invito a leer mi fanfic "Hoy es Jueves", el cual se encuentra (terminado) en mi perfil.