No, no soy rubia tampoco inglesa y mucho menos millonaria, por lo tanto no soy J. K. Rowling y ninguno de estos personajes me pertenece.
CAPÍTULO OCHO
Brother
(Hermano)
Si estuvieras muriendo ahogado en el mar,
Yo te daría mis pulmones para que pudieras respirar.
Marzo, 2000.
Las reuniones en La Madriguera siempre son especiales. Desde que tengo memoria, los festejos en esta casa están llenos de risas, comida deliciosa y la reconfortante compañía de toda mi familia. Además, no sé si por la chimenea que siempre está encendida o por la añoranza con la que recordamos nuestra infancia, siempre que recuerdo las ocasiones en que estamos todos juntos hay una luz cálida envolviendo los recuerdos.
He sido feliz lejos de aquí, por supuesto. Aun así, creo que mi lugar preferido siempre será este hogar, con todas las risas de mis hermanos, lo consejos de mi padre y los cuidados de mi madre.
Sin embargo, desde la guerra, esta casa cambió. Ahora es un poco más triste, más callada, se siente como si de alguna manera fuera más gris. Siempre espero que Fred aparezca por las escaleras cada mañana o que los gemelos me gasten una nueva broma a la hora de comer. Sé que no soy el único.
De momento aquí sólo vivimos George, Ginny y yo (además de mis padres), pero mis otros hermanos nos visitan con frecuencia. A veces podemos recrear lo que era cuando éramos niños y animar a mi madre; a veces sus visitan causan el efecto contrario y la ausencia de Fred se hace aún más grande. Nunca sabemos si serán buenas o malas hasta que están sucediendo. Las reuniones se han vuelto casi como lanzar una moneda al aire.
Espero que mi cumpleaños sea una de las buenas.
oOo
La primera en llegar es Luna, lo cual no es de extrañar si tomamos en cuenta que sigue viviendo a sólo una colina de distancia. Es extraño pensar que en los últimos meses ha pasado más tiempo aquí que en los últimos diez años.
Parte ha sido porque sigue siendo la mejor amiga de Ginny. Otra parte (me gusta pensar) es porque disfruta de mi compañía. Las tardes que pasamos platicando me hacen recordar al sexto año, cuando comencé a sentirme atraído por ella. Por supuesto, esa atracción quedó en segundo plano cuando tuvimos que dejar el colegio y comenzar la búsqueda de los horrocruxes. En ese momento, no había nada más importante para mí que ayudar a Harry y conseguir que tanto él como Hermione estuvieran a salvo.
Todavía hay veces en que me pregunto si mi amor por Hermione en verdad era tan grande o sólo era la adrenalina constante la que me hacía sentir loco por ella. Ahora que han pasado meses desde que terminó conmigo, debo confesar que tan doloroso como fue, tuvo razón en hacerlo.
También como Harry tuvo razón al irse de aquí. Por mucho que ame este lugar, a veces yo también me quedo despierto en la noche, pensando que voy a hacer el resto de mi vida. Tengo veinte años, tengo el mundo por delante. Hay días es que esa posibilidad me aterra.
—¡Felicidades! —dice Luna, dándome como regalo un atrapasueños.
—Gracias —digo examinándolo, sin saber muy bien qué hacer con él.
—A mí me ayudó con las pesadillas —explica.
Vivo en un mundo de magia, pero no sé si soy muy creyente de alguna que no implique un hechizo y un movimiento de varita. Aunque como a mí tampoco las pesadillas me han dejado en paz, le tengo un nuevo aprecio al regalo.
—Mira quienes acaban de llegar —dice Luna sonriendo.
Alzo la vista y veo a mis dos mejores amigos cruzar el jardín, con cara de querer estar en cualquier lado menos aquí. No lo voy a ocultar, su distanciamiento me ha dolido.
No sé si dolería de una manera diferente si ellos no estuvieran viviendo juntos, pero el hecho de que estén solos en la casa que rentan, me recuerda de una manera poco agradable a el tiempo en que compartieron la tienda de campaña. Haberlos dejado es, hasta este momento, el peor error que he cometido.
Se supone que uno crece, comete errores, aprende de ellos y no los vuelve a repetir pero al parecer, yo no entendí la primera vez que dejé de hablarle a Harry en cuarto año. Al contrario, fui y cometí el mismo error, sólo que cien veces peor.
Aunque ambos me hayan asegurado que estaba olvidado, todavía hay momentos en que lo dudo y pienso si no están haciéndome pagar de manera inconsciente.
—¡Hola! —me acerco ellos con una sonrisa.
—Hola —responden al unísono.
Un silencio pesado nos invade, de la clase que puedes tener sólo con las personas que mejor te conocen en el mundo. No sé qué decirles y pareciera que he olvidado como actuar junto a ellos. Por suerte, Luna está a mi lado.
—¡Que gusto verlos! —dice mientras le da un abrazo a cada uno —Hermione, ¡estás radiante! Me da mucho gusto ver que te encuentras mejor.
Su comentario me hace observar con cuidado a mi mejor amiga. Vestida con jeans, un suéter rosa y con su cabello tan esponjado como de costumbre, al principio no vi ningún cambio en ella, pero Luna tiene razón. Toda la cara de Hermione brilla.
Se ve tranquila, saludable y las eternas ojeras que tuvo todo el tiempo que vivió aquí han desaparecido. También podría decir que se ve más joven, pero no es eso, más bien es que por fin aparenta los veinte años que tiene, en lugar de parecer que tiene todos los años del mundo encima.
—Gracias, Luna —le responde Hermione —Tú también te ves mejor.
—Feliz cumpleaños —me dice Harry, dándome un regalo —Es de parte de ambos.
No sé que esperar cuando lo abro, y menos sé que hacer cuando veo que es un juego para el buen cuidado de una escoba voladora. Es costoso, útil y completamente impersonal.
—Gracias —digo.
Hermione y Luna comienzan a conversar pero no les presto mucha atención. Harry se disculpa y entra a la casa, supongo que para buscar a mi hermana. Creo que es bueno que hable con ella, porque no lo ha hecho desde el día en que se mudó de aquí. Pensar en eso me hace perdonarlo porque decidiera hacerlo en la celebración de mi cumpleaños.
Las personas siguen llegando, me dan regalos, me felicitan, mis hermanos mayores preguntan por los menores y todos estamos mirando de reojo a mi madre, quién parece que está teniendo un buen día y de hecho está disfrutando de la fiesta. Siento como se me relaja el cuerpo.
Intento unirme a la conversación, pero no estoy seguro de a qué grupo acercarme; por un lado están todas mis cuñadas, a las cuales aprecio pero casi nunca encuentro de qué platicar. Por otro, están mis hermanos: a ellos los he visto tanto últimamente que no hay nada nuevo que decir. De reojo veo que Neville, Dean y Seamus están en la entrada junto a Luna y Hermione. Ellos serían mi mejor opción, si no fuera porque Hermione es mi exnovia y no hemos tenido tiempo de platicar para ver en qué situación estamos ahora.
"¿Dónde estás, Harry?" El único con quién realmente tengo ganas de platicar, es el único que no encuentro. No sé si debería salir a buscarlo al jardín, o subir a ver si está en la habitación de mi hermana. Me estoy decidiendo por esta última cuando la puerta de la cocina se abre abruptamente y una enojada Ginny sale de ella, casi empujando a algunos, mientras se abre paso para salir al jardín. Luna y Hermione van tras ella y yo me meto a la cocina para encontrarme con mi mejor amigo.
—¿Estás bien? —es lo primero que pregunto.
—Si —contesta inmediatamente —No. No sé. Tal vez. Creo que lo voy a estar.
—Definitivamente alguna de las anteriores —digo intentando hacer una broma.
Dudo que alguien, aparte de mis amigos, haya notado a Ginny salir, por lo que cualquiera de los "adultos" (sé que yo también ya soy un adulto, pero me refiero a todas aquellas personas mayores que yo) puede entrar a la cocina en cualquier momento. Este no es el mejor lugar para hablar.
—Vamos a mi habitación —digo y salgo confiando en que mi amigo me siga.
Así lo hace. Espero hasta que estamos solos y cierro la puerta con seguro, además de colocar un hechizo de privacidad, por si acaso. Conozco el temperamento de Harry y no creo que todos los que están en la sala lo quieran escuchar gritar.
—¿Qué sucedió?
—Terminé mi relación con ella —me responde sin rodeos —Tendría que haberlo hecho hace meses, honestamente.
Me encojo de hombros y me acuesto en mi cama. No puedo tomar lados, porque uno es mi amigo y la otra mi hermana. Sé que no debería preguntar, pero la curiosidad me gana.
—¿Por qué?
Harry guarda silencio un gran rato. Creo que entiende la situación en la que estoy y ha decidido no responderme para evitarme problemas, pero cuando comienza a hablar lo hace como si hubiera estado esperando la oportunidad para desahogarse con alguien.
—Porque ya no siento lo mismo que antes. Porque esta relación no es lo que esperaba y no es lo que quiero. Porque no veo un futuro a su lado, ni pienso que ella lo ve conmigo. Porque a veces lo mejor es saber cuándo dejar ir a las personas. Porque a veces pienso que nuestra relación era más un escape de la realidad que un sentimiento sincero. Porque… —aquí si titubea antes de hablar —Porque hay alguien más.
—Dime que no te tengo que partir la cara —digo intentando bromear ineficazmente porque el tono que usé es más serio de lo que pretendía.
Prefiero salirme por la tangente y enfocarme en la parte de "hay alguien más" porque, francamente, eso de "saber dejar ir a las personas" me hace pensar que también se podría estar refiriendo a mí. ¿No también es parte de crecer dejar atrás a tus amigos de la infancia?
—Por supuesto que no —contesta él —Al menos, no por eso. Por supuesto que no ha pasado nada y dudo que existan posibilidades de que algo pase. Ni siquiera estoy seguro de que lo que siento es real. Es sólo… un pensamiento que he tenido.
Me relajo porque aún sé diferenciar cuando Harry está siendo sincero. Y si tomamos en cuenta su historial, van a pasar años hasta que se atreva a si quiera hablarle a la chica en cuestión que acaba de conocer.
—Deberías pedirle consejo a Hermione —digo, volviendo a recostarme en la cama —Ella es la "doctora corazón" de nosotros tres.
Harry no responde.
—O podrías aprovechar en de los entrenamientos y fingir que la snitch está en su hombro o algo similar —sigo hablando —¿Qué posición juega?
—¿Posición? —responde él —Ninguna.
—Oh, ¿no es parte del equipo? —pregunto —Supuse que sería alguna de tus compañeras. Entonces, ¿trabaja en el estadio? ¡No me digas que es una de las medimagas!
Me río. Él se vuelve a quedar callado.
—Bueno, sea quien sea, siempre puedes usar la carta "Harry Potter, salvador del mundo mágico" para pedirle una cita.
Harry bufa molesto.
—Draco sugirió lo mismo. En serio, ¿qué bruja decente saldría con la versión barata de Gilderoy Lockhart?
Estoy comenzado a tener serias dudas sobre quién es la chica en cuestión (y empezando a reconsiderar si debería romperle la cara a mi amigo) pero una palabra hace que el piso se mueva debajo de mis pies.
—¿"Draco"?
El color abandona la cara de Harry.
—Hermione tendría que estar aquí para esto —dice —Se suponía que te lo diríamos juntos. Prometimos hacerlo de esa manera.
"No eres tú, soy yo." Sólo una vez alguien ha terminado conmigo, pero esto comienza a parecerse a todos los rompimientos sobre los que he escuchado gracias a mis hermanos. ¿Será posible romper con tus amigos?
—¿De qué rayos estás hablando? —digo —¿Por qué Hermione y tú tendrían que decirme nada respecto a Malfoy?
—Porque… —comienza a decir —Porque estamos viviendo con él.
Parece que el hechizo de privacidad va a ser útil, después de todo.
Pocas veces en mi vida me sentido como en este momento. Enojado, furioso, traicionado. Quiero gritarle, decirle que se vaya a la mierda, que nunca más vuelva a pisar esta casa. Si para eso tengo amigos, prefiero no tenerlos.
Hay algo más, algo que no había sentido en mucho tiempo: celos.
Es ese último sentimiento el que me hace reaccionar. Porque me hace recordar la última vez que me sentí de esta manera. La vez que dejé que los celos ganaran, que dejé que me llevaran a cometer el peor error de mi vida. No puedo dejar que eso vuelva a pasar. Nacer, crecer, cometer errores y aprender de ellos, ¿cierto?
Respiro, intentando calmarme. Intento controlar mi enojo, permitiéndome sentirlo pero sin dejar que me controle. Si mis dos mejores amigos están viviendo con el que fue nuestro peor enemigo durante la escuela (de acuerdo, quizá no el peor) es porque deben tener una razón super-híper-mega buena para hacerlo, ¿no?
—Comienza a explicar —es lo que sale de mi boca.
Harry me lo cuenta todo. ¿Lo entiendo? No. ¿Lo comprendo? Tampoco. ¿Estoy tentado de llevarlo a él y a Hermione a San Mungo para que les hagan una revisión completa y se aseguren de que no están bajo la maldición imperio? Posiblemente. ¿Voy a perder los estribos y pelearme, quizá para siempre, por un hurón que no merece la pena? Definitivamente no.
—Todos tenemos secuelas de la guerra, Ron —dice Harry —Y todos necesitamos ayuda. Incluso él.
—Eso lo entiendo —digo —Pero ¿tienen que ser ustedes dos quienes lo ayuden?
Harry se encoge de hombros.
—Lo estás tomando mejor que yo —responde —Hermione tuvo que encerrarme en el baño un buen rato antes de que me calmara lo suficiente como para escucharla.
Me rio ante la imagen mental de ella recurriendo a medidas extremas.
—Si hubiera sido yo el que los encontrara solos en el departamento de ella… —comienzo —Alguien habría salido lastimado. Probablemente yo, dado que Hermione es mucho mejor manejando la varita que cualquiera de nosotros tres, pero aun así.
Escuchamos un toquido en la puerta.
—Ron —llama la voz de mi madre —Ya bajen, ya queremos partir el pastel.
—¡Vamos! —contesto después de quitar el hechizo de privacidad.
Al bajar, veo que las luces están apagadas y todos están cerca de la mesa donde un enorme pastel se ilumina gracias a las velas. Mientras todos cantan la canción de feliz cumpleaños, noto como Harry se acerca hasta Hermione y le susurra algo al oído al mismo tiempo que aprovecha para colocar su brazo derecho sobre los hombros de ella.
Al verlos juntos, recuerdo lo primero sobre lo que él y yo platicamos. Comprendo que la chica de la que se está enamorando no es alguien a quien acaba de conocer. O tal vez si, tal vez conocer a esta nueva versión de Hermione cuenta como conocer a alguien nuevo.
No estoy seguro de como sentirme al respecto (o si siquiera tengo el derecho de sentir algo al respecto) pero creo que el que no tenga que tragar bilis por la mera posibilidad de ellos juntos, ya es ganancia.
O tal vez eso también sea parte de crecer: aceptar que las personas a tu alrededor también lo están haciendo. Conocerlos de nuevo y sopesar si siguen siendo valiosos e importantes para ti. Decidir entre comenzar una nueva clase de amistad, o dejarlos ir conservando sólo su recuerdo. Elegir a las personas que quieres a tu lado.
Con eso en mente, sigo recorriendo con la vista a todas las personas que se encuentran aquí reunidas, hasta que localizo a Luna entre todos ellos. Me está sonriendo.
Le regreso la sonrisa, antes de bajar la mirada y concentrarme en las velas. La canción está terminado y yo aún no me decido por algún deseo. Quisiera tantas cosas, pero al mismo tiempo, ninguna de ellas me parece lo suficientemente importante como para iniciar una nueva década.
Porque si, apenas estoy cumpliendo 20 años.
¿Qué sería bueno pedir?
Tal vez que por fin dejen de importarme las inseguridades de antaño. Tal vez que pueda convertirme en el hombre que sé que puedo ser. Tal vez, que esta nueva década también simbolice una nueva vida. Una donde (de preferencia) no tenga que preguntarme si llegaré vivo al siguiente cumpleaños. Una dónde tal vez —pienso mientras vuelvo a alzar la mirada para ver a mis mejora amigos juntos y recordar con quién están viviendo—, (y sólo tal vez) pueda tener nuevos amigos. Una donde espero —dirijo mi mirada hacia Luna— pueda tener un nuevo amor.
Con eso en mente, apago las velas.
No, no compartimos la misma sangre,
Pero tú eres mi hermano y te amo, esa es la verdad.
Canción: Brother (Hermano)
Autor: Kodaline
Álbum: Politics of living
Traducción: Aliathna.
No creí que esta historia tendría un POV Ron, pero este capítulo estaba pidiendo a gritos ser narrado por él. ¿Quién soy yo para negarle a mis personajes lo que quieren? *Se encoge de hombros*
Comentario aparte, ¿no les pasa que cuando más les duele el estómago del coraje por algo que pasa en sus vidas personales, más ganas tiene de escribir y volcar todo en los fanfics? A mí si. Espero que hayan disfrutado de este capítulo.
