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¡Gracias por la paciencia!

=)

N/A:

Un Shisa, es un ser mitológico de la cultura japonesa.

Los japoneses colocan figurillas con la forma del Shisa flanqueando las puertas de la entrada o sobre el tejado frontal de la casa, para que los protejan contra los malos espíritus.

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Disclaimer:

LAS TORTUGAS NINJA

no me pertenecen, es mi corazón el que le pertenece a Leo.

GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS

tampoco me pertenecen;

mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magnificas series animadas.

Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer. Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.

) ) ° ( (

GUERREROS DE LA NOCHE

En el Castillo Wyvern, Saki Oroku llega a su cita de negocios, franqueándolo a su lado derecho, su hija Karai.

Apenas han llegado a tiempo a pesar de los "contratiempos" que hubo en el trayecto.

Owen los conduce a una enorme sala en la que hay una mesa alargada de aspecto antiquísimo; de hecho lo es todo el castillo, desde las piedras que lo sostienen, las ventanas, puertas… todo tienen su origen en una remota época.

Saki Oroku y Karai se sientan en las sillas milenarias y aguardan en silencio la llegada del millonario.

Pasan los minutos, y de repente, Xanatos aparece tras una puerta.

- ¡Bienvenidos sean! – extiende los brazos dando más énfasis a sus palabras – Lamento haberles hecho esperar. -

Oroku se puso de pie y extiende una mano; Xanatos la estrecha con fuerza.

- No se ha demorado en absoluto.–

- Me alegra oír eso. Usted comprenderá lo ocupado que nos podemos mantener los hombres de negocios. –

- Naturalmente.-

Xanatos termina con el apretón para saludar a Karai.

- Bienvenida sea, Señorita. – toma la mano de ella con delicadeza.

- Gracias. -

Después de los saludos formales, Xanatos toma su respectivo lugar en esa bella mesa, mostrando su mejor sonrisa.

Oroku hace lo mismo.

Sin embargo, la cordial sonrisa de Xanatos se le borra de la cara.

- Me gustaríapoder ofrecerles algo de tomar o un aperitivo, pero me temo que esta reunión durará poco. –

La sonrisa de cortesía de Oroku desaparece al instante.

Karai se pone alerta.

- Quiere decir – dice Oroku - que rechaza mi propuesta, rotundamente. -

- Sí. Un asesor mío, a quien le tengo mucha confianza, me recomendó rehusar su oferta. No es que no me haya llamado la atención el hecho de que, en las empresas en las que usted invierte, obtienen altos dividendos en poco tiempo, pero mi asesor me suplicó 'no volar como una mosca hacia la miel', porque bien no pudiera ser miel. –

Oroku frunce el seño pensando en quién pudo haber sido tan idiota como para arriesgar su vida yendo en contra de sus deseos. No acude a su mente ningún nombre que tenga que ver en el mundo de los negocios o en el mundo del crimen, ya que tiene a ambos bien sometidos entre sus garras.

Xanatos adivina la mirada de disgusto de su invitado.

- Me gustaría detallarle el perfil de mi asesor, - se levanta pero tengo otros asuntos que atender. Lamento que su visita haya sido una total pérdida de tiempo. –

- En realidad no. – sonríe con ironía Oroku – Con su respuesta, usted me ha permitido tomar el camino más… accidentado, pero eso lo hará más divertido.–

Saki Oroku se levanta del asiento, Karai igual. Se dirigen a la salida.

- ¿Eso es una amenaza? – Xanatos pregunta al tiempo que se pone de pie, pero su voz no delata el más mínimo miedo.

Oroku gira para comprobar qué tan osado puede ser ese hombre.

No le sorprende descubrir que tiene agallas.

- Es una invitación a que reconsidere su respuesta. -

- Mi respuesta no va a cambiar. –

Saki Oroku ya se ha enfrentado a muchos hombres como Xanatos, y han terminado arrodillándose ante su presencia.

- Para demostrarle que no hay "rencores", - Karai le entrega una tarjeta de presentación a Xanatos – puede llamarme, en dado caso que necesite un préstamo de enormes proporciones. –

Xanatos toma la tarjeta.

- Debo rechazar esta otra invitación. Industrias Xanatos no únicamente posee un fuerte fondo económico, sino también, poderosos aliados. –

Oroku lo observa con unos ojos calculadores.

Xanatos, o en verdad posee una sólida base financiera, o pretende engañarlo; pero en esa mirada descubre que no miente.

En cuanto Xanatos pronuncia la palabra "aliados", detrás de la puerta por la que ha entrado, hay alguien que ha dado un brinco de pánico.

Leonardo está detrás de esa puerta.

Está sumamente nervioso.

Se pregunta cómo es que llegó a esta situación.

Hace algunas horas estaba junto con sus hermanos y sus amigos haciendo hasta lo imposible por evitar que Saki Oroku llegara al Castillo de Xanatos, o por lo menos, retrasarlo lo suficiente como para que llegara tarde, y así, el mismo Xanatos rompiera el contrato por el justificado retraso.

En ese callejón oscuro, Leonardo estaba por jalar el gatillo del arma que lanzaría los diminutos proyectiles que poncharían los neumáticos de varios autos para enfrascar a la limusina blanca en el tráfico, pero justo en ese instante, percibió peligro.

Levanto la cabeza hacia el cielo.

El peligro apenas era un murmullo gracias al estruendoso ruido del pesado tráfico.

- ¡Cuidado! -

Trató de advertirles a los demás por el intercomunicador, pero fue todo lo que pudo decir, tuvo que saltar para protegerse de los disparados que eran dirigidos desde un helicóptero, pero gracias a su agilidad, pudo apartarse antes de ser masacrado.

Saltó (tirando la pequeña bazuka en alguna parte) y se encubrió de debajo de las escaleras contra incendios, agazapándose de espaldas a la pared tanto como le fue posible. No en balde ha entrenado Ninjitsu arduamente durante 15 años: aplicó la técnica que es de ayuda para integrarse con lo que hay alrededor, fundirse con su medio.

El helicóptero dejó de disparar porque el blanco había desaparecido misteriosamente.

Leonardo se preocupó por Broadway al darse cuenta que él ya surcaba el cielo y el helicóptero lo seguía.

Tocó el lado derecho de su rostro. Todavía traía consigo el intercomunicador, y entreabrió sus labios para preguntarles a los demás si se encontraban bien, pero el potente sonido de un claxon le obligó a recordar la misión. Dejó su escondite al instante.

Subió deprisa al techo, tomó los binoculares que traía en la bolsa, y al asomarse por la orilla, pudo ver que El Cisne había doblado por una calle en la que no había demasiado tránsito.

El largo automóvil blanco en el que viajaba Oroku cambió de rumbo para evitar el tráfico y poder llegar a su destino sin importar que por ese nuevo rumbo era el camino más largo para llegar al Castillo Winver, pero llegaría más pronto que de no hacerlo.

Guardó los binoculares y corrió por los techos, pensando en la manera de evitar que Oroku llegara a con Xanatos… pero se detuvo repentinamente porque oyó por el intercomunicador a su hermano Donatelo.

- ¡Por favor, qué funcione! ¡Qué funcione! ¡Qué funcione! -

Luego oyó a Rafael.

- ¡Dispérsense! ¡Todos, dispérsense! ¡El maldito de Bishop nos ataca! -

Y un instante después, una explosión retumbó en sus oídos.

Su corazón dio un convulsionante brinco en su pecho.

Levantó la cabeza y vio a lo lejos una nube de polvo, y a unos metros de altura, otro helicóptero.

Sin dejar de mirar hacia donde esa nube de polvo se esparcía, echó a correr como loco.

En cuestión de segundos, su corazón comenzó a palpitar cual locomotora fuera de control, y su sangre la sentía casi a punto de bullir.

¡Si Bishop se había atrevido a lastimar a sus hermanos…!

Arrojó la bolsa porque le estorbaba (y por esto se le zafó el intercomunicador y se le cayó), tomó el cilindro que traía asido a su cinturón, lo accionó y se desplegó el planeador, que por la desenfrenada carrera casi lo eleva, pero no iba a volar hasta que se lanzase al vació, y cuando llegó a la orilla de ese alto techo… se detuvo en seco.

Se detuvo justo en la orilla del edificio y se tambaleaba hacia delante y hacia atrás tratando con desesperación de recuperar el equilibrio, sino, iba a caer en la calle atestada de autos y humanos…

De repente, una ligera brisa sopló, y el planeador lo jaló hacia atrás, cayendo de sentón en el frió techo.

Con el golpe, el planeador se cerró.

Sin tiempo para agradecer su buena suerte, se quedó sentado en el piso, apretando con fuerza el tubo y con el corazón debatiéndose en una cruel batalla contra el deber. Tenía que decidir entre ayudar a sus hermanos y amigos del ataque sorpresa con el que Bishop los había embestido, o ir a detener a Oroku Saki, solo.

Se puso de pie, mirando que ahora ya había más helicópteros volando en el cielo cual buitres en busca de carroña.

Implorándole a su corazón que comprendiera, corrió tras el Cisne.

Leonardo está detrás de la puerta bellamente tallada en madera.

Aún se siente bastante cansado, incluso siente un fuerte dolor en su pecho por el tremendo esfuerzo que hizo para llegar al Castillo antes de Oroku. En realidad, ese dolor no es por el esfuerzo hecho.

El dolor que oprime su pecho es el remordimiento que le provoca el no haberse quedado a combatir a Bishop junto a sus hermanos.

Sin embargo, si no hubiese estado totalmente convencido de que no abandonó a sus hermanos, que no los dejaba solos contra Bishop sino que ellos se apoyarían con el clan de las gárgolas, el dolor estaría por hacerle reventar su corazón como el viento hace desintegrar a un frágil diente de león.

Tuvo que correr de techo en techo, porque si hubiese usado el planeador, se arriesgaba a que algunos de esos helicópteros que estaban a la caza de sus hermanos y amigos también fueran tras él.

Corrió con todas sus fuerzas por los techos de los edificios.

Corrió, saltó, se columpió de cuerda o cables, y seguía corriendo y corriendo, y corrió, y corrió, y corrió, y volvía a saltar, y a columpiarse, y volvía a saltar y a correr, y se columpiada de lo que se pudiera, y siguió corriendo y corriendo y corriendo hasta que sintió que sus pulmones iban a explotarle por el descomunal esfuerzo que estaba haciendo por darle alcance al Cisne que le llevaba una gran ventaja, y consiguió darle alcance.

Cuando estaba a pocos metros de las oficinas del corporativo de Xanatos, fue hasta entonces que creyó que podía usar el planeador. Lo desplegó y voló hasta el castillo Wyvern.

Llegó a uno de los palcos de ese milenario castillo, pero estaba tan cansado, que no pudo maniobrar bien y se estrelló.

Se quedó tendido en el suelo por unos minutos, jalando todo el aire que pudiera para recuperarse cuanto antes… ¡Ya no tenía tiempo! ¡Debía hallar a David Xanatos y obligarlo a no firmar el contrato con Oroku!

- ¡Wow, Leonardo! – oyó de repente – Fue un feo golpe el que te has llevado. -

Giró la cabeza; era Xanatos que iba hacia él, con una fingida expresión de preocupación.

No fue muy discreto en su arribo. Captaron su llegada mediante las cámaras de vigilancia, pero no era el momento para ser prudente.

Reuniendo las pocas fuerzas que le quedaron, en un parpadeo pudo realizar una espectacular voltereta, se puso de pie, y desenvainó su katana. La filosa hoja la colocó justo en la yugular del hombre.

- No va a firmar ningún contrato esta noche.- dijo lo más relajado que pudo para no delatar sus escasas energías.

Xanato no parecía asustado en lo absoluto.

- Si te refieres a mi reunión con Saki… No, no voy a firmar ningún contrato. – dijo Xanatos con total calma.

- ¿No?– preguntó sin poder oculta sus asombro.

- Con él no, – colocó su dedo índice en el lado plano de la hoja de la espada y la apartó lentamente; la tortuga apartó su katana – pero contigo sí. -

La sonrisa que se torció en la cara de ese hombre le hizo sentir un horrible escalofrío.

- Mi equipo de seguridad– comenzó a explicar Xanatos – ha detectado esta noche, en el cielo, una singular afrenta, que creo querrás ver. -

Con un ademán le pidió que ambos entraran al castillo.

No tuvo alternativa.

Fueron al despacho privado del millonario, y ahí pudo ver, a través de la computadora, la señal que enviaban varios aparatos electrónicos espías. Estaban vigilando, a prudente distancia, esa singular afrenta.

Las gárgolas iban agazapados a un pequeño helicóptero, que por su peculiar diseño, supo que se trataba de uno de los vehículos creados por su hermano Donatelo.

El aparato espía hizo un acercamiento y, aunque el helicóptero volaba a velocidad vertiginosa, comprobó que Donatelo era quien conducía.

Tuvo que reprimir un grito de júbilo.

¡Tus hermanos y amigos estaban bien!

Vio cómo el pequeño helicóptero comenzó a volar hacia atrás. Se sorprendió muchísimo, y no fue el único.

- ¿Cómo demonios ha logrado hacer eso? – preguntó Xanatos - Los helicópteros no pueden volar en reversa. -

No lo sabía tampoco, pero no quiso responderle sobre quién pudo lograr semejante proeza, sin embargo, no ocultó una gran sonrisa de orgullo.

Continúo observando junto con Xanatos esa batalla en la que había decidido no participar. Vio cómo sus hermanos y las gárgolas derribaron todos los helicópteros que los perseguían, o casi todos; quedo uno, sin embargo, Donatelo pilotaba magistralmente su helicóptero y condujo al otro helicóptero hacia una pequeña bodega; ahí no iba a poder maniobrar, y vio cómo voló en pedazos la destartalada y pequeña bodega junto con el helicóptero del enemigo y el enemigo mismo.

Un suspiro de absoluto alivio se escapó de su pecho.

Finalmente habían vencido a Bishop.

-Uno menos que les de problemas.– dijo Xanatos con frialdad.

En la guerra, la muerte del enemigo se celebra, pero Leonardo no celebró la muerte de Bishop.

Pasó su antebrazo derecho por su sudada frente, ya sin ocultar su cansancio, luego dio un vistazo a la pantalla de la computadora. Sus hermanos y sus amigos se reunían en tierra.

- Entonces, - retomó el asunto por el que estaba ahí - no va a haber ningún pacto entre Oroku Saki y usted. –

Xanatos dejó de mirar el monitor de la pantalla y centró su atención en la tortuga mutante.

- Escuché tu sugerencia, Leonardo. Fue verdad todo lo que me dijiste sobre Saki. No habrá ningún pacto con Shredder.-

-Me alegra oír eso,y si me disculpa…hizo una breve reverencia mi familia estará preocupada por mí. -

No se movió hasta no ver la reacción del hombre. Tenía que saber si iba a poder irse de ahí sin pelear.

Xanatos parecía que estaba decepcionado seguramente porque el trato del que le había hablado ya no iba a planteárselo, sea lo que sea que haya pensado decirle.

Pero entonces, la mirada de Xanatos se volvió a la pantalla.

Hizo lo mismo, y no pudo creer lo que vio.

Bishop se acercaba a paso calmo al grupo que festejaba la victoria que no se percató de su presencia, y les lanzó una red.

Las tortugas y las gárgolas sufrieron una fuerte descarga eléctrica que los noqueo al instante.

- ¡No! – grito de miedo; casi se lanza directo a la pantalla como si ésta hubiese podido transportarlo hasta ese lugar.

Una súplica por la vida de su familia y amigos quedó atorada en su garganta.

Sin perder más tiempo, hecho a correr. Debía regresar al palco donde aterrizó para tomar el planeador e ir a ayudar a sus hermanos y a las gárgolas. Se maldecía a sí mismo una y otra vez por haberlos abandonado.

De haber sabido que Xanatos había cambiado de opinión respecto a Oroku, no los hubiera abandonado.

Salió del despacho, corrió varios metros, y de repente, el cansancio lo derribó.

Se quedó tirado en el piso unos valiosos segundos y luego trato de ponerse de pie.

Sentía la gélida mirada de Xanatos.

¡Tenía que ponerse de pie! Pero no pudo. Sus brazos, sus pies… todo su cuerpo estaba como entumido, como si él también hubiese sufrido la descarga eléctrica.

- No... – más que un grito desafiante, fue tan solo un susurró.

- Owen. –

Oyó decir a Xanatos.

Creyó que aprovecharía su debilidad para encerrarlo.

¡No podía permitirlo! ¡Sus hermanos y sus amigos lo necesitan! ¡No iba a permitir que murieran a manos de Bishop!

Pero no pudo levantarse.

El cansancio no sólo no le permitió ponerse en pie, tampoco tuvo las fuerzas para evitar que las lágrimas no corrieran por sus mejillas.

Xanatos se acuclilló a su lado.

- Tranquilo. – dijo Xanatos con un tono amable, incluso puso una mano sobre su hombro.

La frustración dejó de resbalar por sus mejillas, pero no halló el valor para mirarle directo a la cara de aquel hombre.

– Estarán bien. – volvió a decir Xanatos con ese tono de voz consolador - He enviado a Owen junto con algunos guardias para que vayan por ellos. –

Por un segundo, sintió que Xanatos en realidad no era un hombre malo, y estuvo a punto de decirle "Gracias."

Sin embargo, la amabilidad que percibía de ese hombre se apagó como la llama de una vela ante una ligera brisa.

- Estarán bien, claro que, siempre y cuando, tú y yo lleguemos a un acuerdo, porque Saki no estará feliz cuando le diga que "no" a su generosa propuesta. -

Aún no había escuchado el acuerdo de Xanatos, pero creyó saber de qué se trataba.

No tenía alternativa.

Asintió.

- ¡Excelente! – le ayudó a ponerse de pie Vamos. – lo guió hacia alguna parte – Una ducha rápida y estarás como nuevo. -

No tuvo alternativa: la vida de sus hermanos y amigos a cambio de quedarse en el castillo para enfrentar a Shredder.

Y detrás de esa puerta de madera antigua, al escuchar que Xanatos ha dicho "aliados", Leonardo cruza la puerta para encontrarse con él y sus "invitados".

Instintivamente, Karai asume una posición defensiva, pero en el siguiente instante, la pierde al darse cuenta de quién es el aliado de Xanatos.

Ese alguien camina hasta ubicarse al lado izquierdo de Xanatos.

- Ustedes son viejos conocidos, - dice Xanatos a sus invitados - así que me tomé la libertad de invitarlo a él a formar parte de mi guardia personal. –

Oroku y Karai se sorprenden que Leonardo es aliado de Xanatos.

- Tú me entiendes, Saki. Siendo tú una persona tan competente, necesitaba a alguien de tu calibre, y helo aquí. – pasa un brazo por los hombros de ese alguien del calibre de Oroku.

- Leonardo. – dice Oroku, con un tono de reproche.

Saki Oroku estaba preparado para combatir a las tortugas ya que iban a intervenir en su negociación con Xanatos, pero no estaba preparado para eso: encontrarse como aliados a Leonardo y a Xanatos.

Efectivamente, se trata de Leonardo, salvo que para esta ocasión especial, no lleva puesta su bandana color azul, sino una de color negro, también la cinta que cubre sus katanas lucen un resplandeciente negro.

- Así es. – Xanatos pone énfasis en sus palabras para que Oroku acepte la realidad - Leonardo es mi Shisa ahora.

Oroku echa un vistazo de arriba abajo a su enemigo de piel verde.

-No pudiste hacer mejor elección, Xanatos, incluso, el color negro le va mucho mejor. -

- Me alegra que haya sido de tu agrado, Saki. Vamos Leonardo, - empuja al ninja para que quede al frente - muestra tus modales. No deseo que nuestros invitados piensen que eres un niño maleducado. Agradece la aprobación de Saki. -

- Arigato.– dice Leonardo un tanto apenado pero logra hacer una pequeña reverencia.

- Discúlpenlo, es un poco tímido, pero cuando se trata de 'poner a alguien en su lugar', es excepcional.-

- Lo sé.-

Oroku Saki camina hacia la puerta seguido por Karai.

Owen aparece oportunamente y conduce al hombre y a su hija hacia la salida.

Después Owen regresa y lleva a Leonardo a donde va a pasar la noche.

Y Leonardo, después de padecer una de las más terribles noches de su vida, siente que no podrá conciliar el sueño.

Sin embargo, gracias al cansancio, en cuanto su cabeza toca la almohada, se queda profundamente dormido.

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No sé qué opines mi estimado lector, pero yo opino igual que Saki-san:

a Leo le queda bien el negro

Comentarios, observaciones, sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, aplausos, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, jalones de oreja, etc., etc.;

toda opinión es bienvenida.

n.n