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Disclaimer:

LAS TORTUGAS NINJA

no me pertenecen,

es mi corazón el que le pertenece a Leo.

GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS

tampoco me pertenecen;

mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magnificas series animadas.

Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer. Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.

) ) ° ( (

GUERREROS DE LA NOCHE

Una casa, que yace en las profundidades de la Ciudad de Nueva York, a esas altas horas de la madrugada ya permanece en silencio y con las luces apagadas para garantizar el justo descanso de sus habitantes, salvo que hay un chico, cuyo carácter es de cuidado, que sigue despierto.

- Idiota. – murmura con una pizca de enojo en sus palabras - ¿Cómo puedes ser tan idiota, Leonardo? -

Rafael está enojado por lo que ha hecho su líder.

Cuando el sirviente de Xanatos les dijo a tortugas y gárgolas que no debían intervenir en la reunión que habría entre David Xanatos, Saki Oroku y Leonardo, no acataron la petición.

Fueron directo al castillo.

Apenas aterrizaron, Rafael bajó del Quelonioptero dispuesto a derribar todos los muros del castillo y a enfrentarse a los demonios que se interpusieran con tal de sacar a su hermano de la prisión en la que estuviese recluido.

Fueron los demonios los que primero se interpusieron en el camino de Rafael.

Owen y los guardianes de metal formaron una barrera entre el acceso al castillo y las creaturas con alas y las creaturas con caparazón, listos para confrontarlas…

Xanatos también llegó, no para enfrentarse con las creaturas, sino para decirles que llegaban tarde, que su importante reunión había terminado.

Aún así, las creaturas no iban a irse sin su amigo.

Entonces, Leonardo apareció.

Leonardo detuvo la confrontación y se reunió con sus hermanos y amigos, quienes estaban ansiosos por preguntarle si Xanatos le había hecho daño.

Pero los hermanos y amigos callaron ante la increíble novedad de ver a Leonardo usando una bandana color negro.

Leonardo les explicó que el convenio entre Oroku y Xanatos no se firmó.

Sus hermanos y sus amigos se pusieron muy contentos por la noticia esperando a que les detallara cómo lo había logrado.

Sin contrato, Oroku ya no tendría acceso a la tecnología de Industrias Xanatos, y sin tecnología no habría armas, y sin armas, ellos estaban a salvo, al menos por el momento.

Leonardo no les explicó cómo había logrado semejante hazaña; lo que les dijo es que él debía permanecer en el castillo.

- ¡¿Que tú qué?! –

Fue tan grande el asombro de Rafael, que tomó a Leonardo de los hombros y estuvo a punto de sacudirlo como a un trapo, pero de alguna manera se contuvo.

Leonardo le miró fijamente. Parecía dudar en revelarle la razón que lo obligaba a permanecer en el castillo, pero lo hizo.

- Xanatos los salvó de Bishop, y en compensación a su amabilidad, me ha pedido que me quede. Le he dado mi palabra de honor de permanecer en su castillo. –

La mirada de Leonardo decía que no estaba feliz por ese trato, pero Rafael no prestó atención a este detalle, y sin más, externó su rabia.

- ¡¿Para agradecer su amabilidad te vas a quedar?! ¡¿A poco crees que nos ayudó por amabilidad?! ¡Vio que teníamos el agua hasta el cuello y sacó provecho! ¡Qué amabilidad ni que nada! ¡Nos vamos a casa!-

Así que empezó a empujar a Leonardo hacia el pequeño helicóptero.

Pero Leonardo, en un ágil movimiento, se zafó del agarre de su hermano.

- No. -

-¡Leo, o vienes o te obligo! -

-Aunque me obligues, no iré.-

Rafael sentía que todavía tenía la cabeza despejada, un poco.

No quería llevarse a su hermano a la fuerza, así que siguió tratando de convencerlo de regresar a las alcantarillas.

- Sí él estuviera en tus zapatos, ¿a poco crees que lo haría? ¿A poco crees que él cumpliría con su palabra?-

- Sí.

Pero la respuesta rápida y sin titubeos de Leonardo lo exasperó más.

- Eresun idiota… ¡Claro que no lo haría, y tú no tienes por qué hacerlo! -

Trató de aferrarlo de nuevo, pero Leonardo esquivó su mano.

- No iré con ustedes. He dado mi palab…-

- ¡Tú y tu estúpida palabra de honor! ¡Tú y tu estúpido código de guerrero! ¡Tú y tu estúpida y obsesiva patraña por hacer lo correcto!-

- Hacer lo correcto es lo que nos ha enseñado Sensei.-

- ¡Ya cállate! -

Ahora, estando acostado en su hamaca, rodeado por la oscuridad que hay en su habitación, duda que Leonardo no haya visto venir el golpe que le iba a dar… más bien, el golpe que le dio.

Rafael lanzó su puño derecho con fuerza directo a la cara de Leonardo; lanzó el golpe porque necesitaba descargar toda la rabia que se había acumulado en todo su tensado cuerpo, de cualquier forma Leonardo lo iba a esquivar, y…

Leonardo permaneció absolutamente quieto y el poderoso puño de Rafael se estrelló de lleno en su mandíbula; se tambaleó por el impacto e intentó mantener el equilibrio, pero retrocedió con torpeza y finalmente cayó, cayó de sentón.

Rafael escuchó las súplicas de Miguel Ángel y Donatelo de que se detuviera, y eso hizo, pero más por la sorpresa de darse cuenta que Leonardo no hizo absolutamente nada por esquivar su puño.

Esperó a que Leonardo se pusiera de pie.

Leonardo sacudió la cabeza para recuperarse del aturdimiento, su labio estaba sangrando, y así, habló con absoluta calma.

- He dado mi palabra,– dijo desde el duro suelo – y ni a golpes conseguirás que regrese con ustedes a casa. –

Por la terquedad de Leonardo, fue que la furia invadió de nuevo a Rafael.

- Odio tu estúpida palabra de honor, odio tu estúpido código Bushido, pero te odio más a ti. ¡Te odio! -

Se marchó directo al pequeño helicóptero, y si Miguel Ángel y Donatelo no hubieran subido de inmediato, los hubiera dejado.

- Idiota. – vuelve a decir en medio de la oscuridad de su habitación - ¿Por qué no esquivaste mi puño? -

Ahora lamenta haberlo golpeado y haber dicho lo que dijo.

- Se supone que debemos cuidarnos entre nosotros, no darnos de guamazos. Tú me enseñaste que debemos cuidarnos entre nosotros, Leo. –

Rafael recuerda algo que sucedió hace varios años.

Era él un niño, quizás de 9 años, y había salido a explorar sin el permiso de su Maestro y sin la compañía de sus hermanos, aunque antes de partir, pensó en Miguel Ángel y Donatelo, ya que eran siempre (y siguen siéndolo) los más dispuestos a explorar los alrededores; pero en esa ocasión quiso ir solo.

No tuvo miedo de ir solo.

- ¿Miedo de qué?– se dijo el pequeño Rafael – Si sólo hay basura, agua sucia, ratas y cucarachas. -

Deambulaba por las alcantarillas siendo muy cuidadoso del camino que tomaba.

- No soy tan tonto como para no fijarme bien qué camino tomo. -

No, Rafael no era un tonto, pero no solía escuchar las indicaciones de su Maestro porque creía que podía arreglárselas solo.

Estaba divirtiéndose como nunca.

Al ir solo, no tenía que estar esperando a los más pequeños: podía ir tan lejos y tan rápido como le viniera en gana.

Al ir solo, tampoco tenía que estar oyendo a su hermano mayor sobre lo que podía o no podía hacer: cantaba, gritaba y saltaba entre los escombros que había como un atleta en una pista de obstáculos. Reía por sentirse tan libre y tan feliz.

Estaba tan entusiasmado por la aventura que estaba teniendo, que dio un buen salto y aterrizó sobre una gran tabla que estaba podrida, y por el impacto, la tabla se partió en dos.

De la grieta, salieron algunos bichejos: cucarachas, lombrices, cochinillas, tijerillas, grillos de tierra, caracoles (aunque estos escapaban con más lentitud), incluso algunas arañas salieron corriendo de lo que había sido su hogar.

Acostumbrado a ver ese tipo de bichos, sabía que no debía molestarlos, así que dio un paso para atrás y alejarse, sólo que…

¡CRASH!

… la tabla se desquebrajó totalmente y cayó hacia atrás en un pequeño hoyo donde había decenas y decenas de bichejos de todos los tamaños y formas.

- ¡Ah! -

Centenares de patitas pasaron por sobre de él.

- ¡Ah! -

El pequeño Rafael no hizo nada por levantarse sino que comenzó a sacudirse los bichos, pero con esto, lo único que consiguió fue enfurecer a varios de estos insectos rastreros y recibió auténticas mordidas.

- ¡AAAAAAAAHHHHH! –

Con más angustia Rafael se sacudía todos los insectos, y más insectos lo mordían y lo mordían y lo mordían…

¡Iban a comérselo!, pensó el pequeño con un miedo atroz.

Transcurrieron horribles, angustiosos y eternos minutos antes de que la desesperación le ayudara a levantarse.

Sin saber cómo, Rafael se puso de pie (no sin sentir que aplastó a muchos bichos) y echó a correr.

Corrió y corrió y corrió sin fijarse por donde iba, solo le importaba alejarse lo que más que pudiera de esos devoradores de niños.

Corrió y corrió y corrió hasta que tropezó.

Como pudo (porque temblaba de pies a cabeza) logró sentarse y continuó pasando sus manos por sobre su adolorida piel para quitarse cualquier bicho que aún tuviese encima.

Ya no tenía ningún bicho, pero la desagradable sensación de diminutas mandíbulas mordiéndolo persistía, como las pesadillas lo hacen aun después de que has abierto los ojos.

Las lágrimas afloraron.

-Soy un… ninja. Un ninja no… -

Pero la verdad, era que se había asustado muchísimo, y lloró, lloró por un ratito, porque en un ratito, sintió unas pequeñas manos que comenzaban a sobarle donde los insectos lo habían mordido.

Aún con los ojos humedecidos pudo ver de quién se trataba.

- Leo. –

- Te han mordido muy feo. Será mejor regresar a casa. -

La asustada tortuguita lloró con más fuerza y se arrojó a los brazos de su hermano mayor.

Ahora que está en su segura habitación, Rafael vuelve a sentir la misma horrible sensación de mordeduras de los bichos que querían comérselo.

Leonardo fue castigado por haber permitido que Rafael saliera solo a las alcantarillas y el haberse hecho daño, aun a pesar de haberle explicado a su Maestro que estuvo siguiéndolo de cerca por si llegaba a necesitar ayuda.

De cualquier modo fue castigado por no haber impedido la salida en primer lugar, lo que hubiera evitado que Rafael resultara herido.

Con un ungüento que Splinter le aplicó, el pequeño Rafael dejó de sentir dolor y comezón en su piel, pero ya en la noche, no pudo conciliar el sueño. Creyó que si cerraba los ojos saldrían los bichos entre las grietas de las paredes y del piso y que se lo comerían por haber destruido su casa y haber matado a muchos insectos. El terror era tal, que no pudo conciliar el sueño por varias horas, pero no se atrevía ir con su padre porque a él también le tenía miedo.

Fue la primera vez que vio a su padre tan furioso.

Su padre estaba tan disgustado, que su inflexible rostro lo asustó cuando reprendía a Leonardo, quien permaneció callado y quieto escuchando la sentencia de su castigo.

El pequeño Rafael se levantó de su cama temblando de pies a cabeza.

Las tortuguitas dormían en la misma habitación pero en una cama cada uno, así que Rafael sólo tuvo que dar unos cuantos pasos y fue a acurrucarse junto a Leonardo, como había visto hacer tantas veces a Miguel Ángel.

Leonardo sintió que alguien se colaba bajo sus sabanas, y despertó.

- Rafa. –

Rafael no dijo nada, tan sólo se acurrucó junto a Leonardo con su pequeño corazón latiendo muy rápido.

Entonces fue que Leonardo comenzó a cantar algo, algo que ahora ya ha olvidado, pero lo que sí recuerda es que era una linda canción. No la terminó de oír porque pronto se quedó dormido.

Continuó durmiendo con su hermano mayor por varias noches más. En cuanto los otros dos hermanos se quedaban dormidos, Rafael iba a costarse con Leonardo.

En esas noches nunca platicaron de lo que pasó, de nada en realidad. Pero una de esas noches, sintiendo que había recuperado un poquito del valor perdido en esa aventura, se atrevió a preguntarle algo.

- Leo. –

Tuvo que llamarlo un par de veces porque ya dormía, pero muy bajito para no despertar a los otros.

- Leo. -

- ¿Sí? -

- No… no les has dicho a Sensei que… tengo miedo de los bichos… ¿verdad? -

- No. Te prometí no decirle nada de lo que pasó esa tarde, y no le he dicho. Le dije que caíste a charco de agua muy sucia y por eso te salieron las ronchas. -

- Un… ninja… no puede tener miedo.Rafael tardó en seguir hablando porque se aguantaba las ganas de llorar - Ya no… ya no quiero tener miedo.-

Un pequeño sollozo se le escapó sin querer.

Leonardo lo rodeó con sus brazos.

- Tranquilo ototo[hermanito]. El miedo se irá cuando puedas pararte frente a él y gritarle: "Ya no me asustas."-

- ¿Cómo lo sabes?–

Rafael rescata la pregunta del baúl de los recuerdos para volverla a decir en voz alta.

- ¿Que cómo lo sabía? ¡Vaya estúpida pregunta que le hice! Él había pasado por algo terrible, y solo. –

Todavía recuerda la expresión de su hermano.

Él tenía un secreto que no podía decirle.

- Papá me lo dijo. – fue la respuesta.

De no haber estado tan asustado porque creía que jamás iba a dejar de sentir ese horrible mordisqueo en su piel, Rafael le hubiera preguntado por qué su padre le había dicho algo así.

- ¿Y cuándo voy a dejar de temblar y poder gritarles a esos asquerosos bichos que ya no me asustan? -

- Te tomara tu tiempo, pero lo harás. -

Rafael suspiró un tanto desesperado.

- Ya mero entonces. -

- ¿Eso fue un sarcasmo?–

- Sí.-

- Bueno, puedes quedarte conmigo todas las noches que quieras. -

-¿No le dirás a nadie que soy un miedoso?-

- No lo he hecho y no lo haré. -

- ¿Por qué no vas a decirle a los demás que soy un miedoso? Cuando tú te caías en la barra de equilibrio yo me burlaba… ¿por qué no te burlas de mí por tenerles… miedo… a unos bichos?-

- Somos hermanos y debemos cuidarnos entre nosotros.-

- Cuidarnos entre nosotros… -

Rafael se levanta de su hamaca, enojado.

– Cuidarnos entre nosotros, claro, siempre y cuando no le hagas caso a ese maldito código. -

Está por tomar una silla y lanzarla lejos (como hizo con otras cosas al regresar a casa), pero oye un ruido proveniente del nivel inferior. Sale a ver qué ha pasado.

Las luces del laboratorio están encendidas, así que baja.

Halla a Donatelo sentado frente a su escritorio, con la cara oculta entre sus manos, y muchas cosas tiradas en el suelo.

Se acerca y levanta un lápiz.

Donatelo se sorprende al darse cuenta de la presencia de Rafael.

- Rafa. -

- Ya es muy tarde, Cerebrito. -

- ¿En serio? – le dice molesto.

- Tienes que dormir o se morirán algunos cuantos centenares de tus neuronas. -

- Como si eso me importara. - se levanta a recoger lo que tiró – Mi cerebro contiene millones y millones de neuronas, por eso soy un "Cerebrito". -

- Eso sí, pero hasta yo sé que si no duermes bien, - se agacha y toma la mano de Donatelo para que no siga levantando cosas y lo escuche - de nada te servirán los otros millones y millones de neuronas que te queden después de la desvelada, si al otro día no podrás pensar por no haber dormido. -

- Me quedaré despierto toda la noche, – zafa su mano y continúa recogiendo sus cosas - y el día siguiente y la noche siguiente hasta hallar la manera de sacar a Leo del castillo de Xanatos sin que él tenga que romper esa estúpida palabra de honor. –

Toma las cosas y las deja sobre la mesa, algo revueltas.

- Eso es lo que creo, - Rafael también se incorpora - que es una promesa estúpida, pero sólo a Leo lo chantajean con eso de la palabra de honor. -

- Cuando le dio su palabra a Karai para ayudarle a tomar el mando del clan del Pie tras la "muerte" de Shredder, me pareció sensato, pero esto… ¡¿dejarse convencer por un hombre sin escrúpulos como Xanatos?! ¡Idiota! – da un fuerte golpe al escritorio.

Rafael comprende perfectamente el enojo de Donatelo.

- ¿Qué le vamos a hacer? Es Leo. Al menos, cuando lo dejamos, estaba bien. -

- ¡No está bien! ¡Debo encontrar una solución! Pero mi maldito intelecto no ha servido de mucho. –

- Será porque estás cansado. –

- Pero debo hallar una solución… - ahora, Donatelo pasa del enojo a la desesperación - ¡Es mi culpa que Leo haya tenido que hacer esa estúpida promesa! Debí imaginar que Bishop no usaría un rastreador ordinario en Goliath, sino uno epidérmico. –

Donatelo mira a Rafael para que le diga que efectivamente ha sido su error.

Sin embargo, por la expresión de Rafael, debe explicar lo que quiso decir.

Suspira.

– Después de rescatar a Goliath del laboratorio de Bishop, lo examiné para asegurarnos que no tuviese colocado algún rastreador. –

- Aja. -

- Y Goliath no traía consigo ningún rastreador, sólo que Bishop usó en Goliath un rastreador que se coloca bajo la piel y no pensé en esa posibilidad. Esa fue la razón por la que Bishop nos pudo localizar, emboscarnos y arruinar nuestra misión. -

- Entiendo. –

- De haberlo previsto, hubiera retirado a tiempo ese rastreador, y Bishop no nos habría localizado, luego entonces, habríamos entretenido a Oroku el suficiente tiempo como para que arribara con impuntualidad a su cita de negocios con Xanatos, y éste revocaría su petición de formar parte de sus accionistas que aportan capital, y Leo no se habría visto obligado a hacer esa estúpida promesa sólo porque Xanatos terminó salvándonos de Bishop, pero ahora Leo está en medio de esa guerra. –

- ¿Guerra? -

- Rafa, - dice Donatelo con ansiedad - piensa por una vez con tu turbulenta cabeza: ¿Cuál crees que fue el motivo por el que Xanatos le pidió a Leo de permanecer en el castillo? –

Rafael no responde, así que Donatelo se responde a sí mismo.

- De un modo u otro, Xanatos revocó la propuesta de Oroku sobre ser un inversionistas más, y con ello, echó por la borda los planes de Oroku para acceder a la tecnología de Industrias Xanatos. Oroku no obtuvo lo que quería de Xanatos por medios legales, así que lo hará por el otro medio: robará los archivos secretos, ya sea invadiendo la base de datos a través de un ataque ciberespacial, que dudo que lo haga porque Shredder se regodea en demostrar su poder, así que enviará a su escuadrón de ninjas para que descargue la información directamente de las computadoras de Industrias Xanatos, y Xanatos ha pensado astutamente cómo confrontar ese dilema: la invasión ninja va a repelerla usando un ninja. –

Rafael enmudece al entender por qué Donatelo ha estado tan desesperado.

- Si hubiésemos podido ejecutar el plan original… - continúa Donatelo – Pretendíamos demorar a Oroku en su trayecto al castillo de Xanatos sin que Oroku se enterara que nosotros estábamos interviniendo, y al llegar tarde, Xanatos consideraría que Oroku no estaba realmente interesado en su empresa y revocaría su petición de ser un inversionista más. Shredder, en su ambición por conseguir la tecnología de Xanatos a cualquier precio, invadiría la empresa, se hubiesen confrontado y destruido entre ellos; de este modo, las gárgolas hubiesen regresado a su antiguo hogar, y con Karai al mando del Pie, la criminalidad hubiese disminuido considerablemente, sino es que en su totalidad. –

- Hubiese sido un bonito final feliz para todos nosotros. -

- Exacto, pero no fue así gracias al contratiempo que nos ocasionó Bishop, Xanatos nos rescató y Leo va a compensar ese favor arriesgando su vida. –

- Leo va a luchar contra todo el clan del Pie. – dice Rafael ahora realmente preocupado.

- Lo que no encaja con esta locura, es que Xanatos únicamente le pidió a Leo proteger su empresa cuando nos ha tenido a todos en la palma de la mano. –

- Cierto. Xanatos pudo obligar a los dos clanes que le sirviéramos como sistema "AntiShredder". -

- Como sea… - la voz de Donatelo pierde fuerza - Leo no podrá solo contra el Pie y yo debo... -

Rafael se da cuenta del extremo agotamiento de su hermano el genio, e interrumpe su elocuente y largo discurso.

- Como que esta vez te has pasado con la cafeína. -

- Estaba pensando en que podríamos atacar el edificio de El Pie antes de que sus ninjas ataquen el corporativo de Xanatos, aunque esta vez será más difícil infiltrarnos, por no decir imposible, porque Oroku habrá mejorado su sistema gracias a nuestra última escabullida, sin mencionar que sólo seríamos tres los atacantes porque concuerdo con Leo en no involucrar a las gárgolas, entonces… -

- Sé de sobra que debemos pensar en cómo salvar a Leo del castillo de Xanatos, otra vez; pero Doni, debes dormir. -

- Por supuesto que no. No voy a dormir mientras mi hermano se encuentra recluido en una lúgubre y solitaria mazmorra. –

Donatelo camina a paso rápido hacia su taller…

- Suficiente. – … pero Rafael lo toma de los hombros.

- ¡No! – forcejea, pero Rafael lo sostiene con firmeza, sin lastimarlo – ¡No hay tiempo para descansar! -

- Y dicen que yo soy el testarudo. -

- ¡Tengo qué pensar cómo ayudar a mi hermano! ¡Es mi culpa! ¡Fui un imbécil al no cerciorarme adecuadamente que Goliath estuviera libre de rastreadores! ¡Fue mi culpa que Bishop le fuera tan fácil sorprendernos! ¡Yo debí…! -

A Rafael ya no le interesan sus quejas, y lo abraza.

Donatelo aún así trata de liberarse, pero está agotado y no lucha por mucho tiempo. Su enojo consigo mismo se va apagando poco a poco y termina por descansar su cabeza sobre el hombro de Rafael.

- Hay que ir a dormir Doni. Ya descansados, las ideas fluirán mejor. -

Pero Donatelo le responde con otra cosa, aunque con una voz fatigada.

- Tú serías un mejor Segundo al mando que yo. –

- Lo dudo. –

- ¿Por qué lo dices? Siempre estás al cuidado de nosotros, a tu manera, pero nos cuidas tanto como lo hace Leo. –

Rafael calla al no saber cómo responder ante esta verdad, pero el breve silencio le ayuda a darse cuenta que no es tan buen hermano como lo ha asegurado Donatelo. Desde hace horas debió ver cómo estaba él. Lo conoce y debió imaginar que estaría trabajando sin descanso en busca de una solución, y debía asegurarse que descansara, pero prefirió quedarse en su habitación y maldecir a Leonardo.

Bueno, ya está con su hermano el genio.

- Tú tienes ideas tan buenas como las de Leo. -

Donatelo se aparta de Rafael para sentarse en su silla con ruedas; sus piernas ya no lo sostienen.

- Pero mis ideas no son efectivas. – dice con la mirada baja - Aunque no se me ocurrió buscar un rastreador epidérmico, debí anticiparme a todos los posibles inconvenientes, incluyendo a Bishop. -

- Los planes no siempre salen igualito a como los pensamos, ahí es donde hay que improvisar. Es la parte que se te complica, porque eres de reflexionar mucho antes de decidirte. Por otro lado, yo me la paso improvisando: no pienso las cosas antes de lanzarme al ataque… o antes de decirlas. –

Donatelo levanta su cara. Sabe a lo que Rafael se refiere.

- Leo lo sabe. No habrá tomado tus palabras en serio, ni el golpe. -

- Espero. –

Donatelo suspira.

- Estoy cansado. – se levanta de la silla y va hacia su habitación.

Donatelo y Rafael suben a descansar, por fin.

Al llegar al pasillo, cada uno va a su propia habitación sin siquiera decirse "Buenas noches", y es que con la breve charla han recuperado la confianza, pero no del todo.

La ausencia de su hermano mayor y líder es difícil de ignorar.

Cuando Rafael pasa por la habitación de Miguel Ángel, recuerda de nueva cuenta la lección que aprendió de pequeño, así que cambia de rumbo, y entra a la habitación.

Las luces están encendidas, lo que le es de ayuda para cerciorarse que Miguel Ángel está durmiendo; pero no está durmiendo en su cama.

Rafael vuelve a reprocharse a sí mismo el no procurar el bienestar de sus hermanos.

Miguel Ángel se encuentra sentado en una esquina de su habitación con su rostro oculto entre sus rodillas.

-Mikey… -

Por un segundo, Rafael tiene la impresión de que Miguel Ángel ha sido abandonado a su suerte por su propia familia.

Splinter se encerró en su habitación para poder manejar su tristeza; Rafael estuvo rompiendo cosas para desahogar su furia; y Donatelo estuvo en su laboratorio en busca de un plan para desahogar su frustración; mientras tanto, Miguel Ángel corrió a esconderse en una esquina porque ninguno de sus dos hermanos estaba presente para escuchar de ellos que Leonardo estaría bien y sobre cuál sería el grandioso plan para rescatarlo, así se disiparía el miedo que lo carcomía.

Pero eso no pasó.

Rafael se apresura a acomodar la cama y después levanta a su hermano del frío suelo pasando un brazo de él por sus hombros.

Aunque arrastrando los pies, Miguel Ángel se deja conducir a su confortable cama.

Rafael recuesta su hermano y lo cubre con las frazadas.

Miguel Ángel ya está acomodado, pero su seño sigue marcado por el miedo.

Rafael se sienta al borde de la cama.

- Leo va a estar bien, hermano. – dice con una voz suave que pocas veces se le ha escuchado – Descansa, que mañana vas a necesitar de toda tu energía para patearle el trasero a Xanatos y sacar a Leo del castillo. –

Aun dormido, Miguel Ángel sonríe.

Como para compensar su falta, Rafael le dice a Miguel Ángel que…

- Tú serías el mejor Segundo al Mando, Mikey, porque fuiste el único en querer hablar sobre lo que haríamos para rescatar a Leo, porque Doni y yo preferimos ocuparnos del asunto cada uno por nuestro lado. –

La sonrisa de Miguel Ángel no se borra.

- Aunque tienes detalles que pulir si quieres ser el Segundo al mando, porque si no te distrajeras tan fácil, y si leyeras cosas más educativas y no cómics, y si fueras más aplicado en el entrenamiento, y si no te la pasaras fregándome todo el día... –

La sonrisa de Miguel Ángel se borra y Rafael cambia rápido de tema.

- Pero mañana nos enfocaremos en rescatar a Leo. -

La sonrisa de Miguel Ángel vuele a su cansado rostro.

Rafael, satisfecho que su hermano ya duerme tranquilo, va hacia su propia habitación.

Tiene que estar lo suficientemente descansado para la guerra a la que tendrán que afrontar él y sus hermanos gracias al inquebrantable honor de su líder.

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N/A:

Las fobias generalmente se adquieren tras una terrible experiencia en la niñez, y ya que en 2k3 ni en 2k12 no se explica qué le sucedió a Rafael de pequeño para que le tenga miedo a los insectos, en este capítulo doy mi versión de lo que pudo haberle pasado.

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Comentarios, observaciones sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, aplausos, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, jalones de oreja, etc., etc.;

toda opinión es bienvenida.

n.n