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Porque tú lo pediste:

Capítulo largo

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Disclaimer:

LAS TORTUGAS NINJA

no me pertenecen,

es mi corazón el que le pertenece a Leo.

GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS

tampoco me pertenecen;

mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magnificas series animadas.

Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer. Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.

) ) ° ( (

GUERREROS DE LA NOCHE

¡TITITITIP!

¡TITITITIP!

¡TITITITIP!

El despertador suena.

Son las 7 de la mañana.

Despierta pero no abre los ojos.

Deja que el despertador suene otro rato.

Hoy será un día bastante agitado, aun así, no se da prisa por ponerse de pie.

Por fin, se sienta a la orilla de la cama, y apaga el despertador.

Estira los brazos.

Exhala un gran bostezo.

Acomoda el cuello de la pijama, que como es nueva, le molesta.

Enciende la lamparita de noche para ver a su alrededor, o tanto como se lo permiten sus pesados párpados.

Se fue a dormir temprano por lo cansado que estaba, y ha dormido bastante bien, pero se siente con sueño todavía, como en esas mañanas en las que no quieres dejar la cama en todo el día; pero tiene muchas cosas por hacer.

A pesar de que no ha despertado del todo, puede darse cuenta que está en una habitación que no es suya.

No fue un sueño lo que pasó anoche. En verdad está en un lugar que no conoce.

Suspira y se pone de pie.

Se dirige a la puerta, arrastrando los pies apenas pudiendo abrir sus cansados ojos.

Cómo le gustaría estar todo el día en la cama, pero debe prepararse para la pesadilla que va a desatarse muy probablemente esa misma noche.

Toma la perilla, pero apoya la cabeza sobre la puerta.

Quizás el que se sienta con sueño es lo que le hace sentir que sigue soñando… ¡fue una locura lo que pasó anoche y es un suicidio lo que pasará hoy!

Se ha enlistado en una batalla en la que peleara solo, pero no había alternativa. No tuvo alternativa.

Gira la perilla y sale de la recámara sin dejar de arrastrar sus pies descalzos y casi cerrándoseles sus ojos.

Va a la cocina un paso a la vez; allá podrá prepararse un té que le ayude a despertar por completo.

Se siente bastante descansado, pero pareciera que su mente no quiere despertar para no sentir el dolor en su pecho por la grieta que ayer se abrió a través de su corazón.

Si no hubiese estado totalmente convencido de no estar abandonando a sus hermanos, el dolor hubiese hecho reventar a su corazón, como el viento hace desintegrar a un frágil diente de león.

Ha avanzado ya unos penosos metros, pero entonces, por una extraña razón, siente que el suelo vibra.

Conforme va caminando por el corredor, la vibración cobra fuerza, como si se estuviera desatando un pequeño terremoto. Llega a otra habitación que tiene la puerta un poco abierta, se asoma, y entre la pesadez del sueño, intenta ver qué sucede. Abre la puerta y un tremendo ruido es lo que lo recibe: alguien está escuchando el estéreo a toda la potencia del volumen, y al enfocar mejor su vista, le parece ver a alguien familiar.

Ese alguien se mueve como lo hace un intérprete de rock en medio de un escenario, sólo que ese alguien está tocando una guitarra invisible. La interpretación de la música es la de un auténtico Rock Star.

Sacude lentamente la cabeza porque es imposible que su hermano, a quien le gusta el rock, esté ahí en medio de un concierto.

Cierra la puerta y continúa su lento andar a la cocina.

Tomar ese té se está volviendo un asunto urgente.

En el momento que consigue llegar a otro corredor que da a las escaleras, un torbellino pasa muy rápidamente a su lado; escucha algo como las ruedas de una patineta. Al voltear sólo alcanza a ver algo naranja desaparecer escaleras abajo.

Vuelve a sacudir la cabeza. Ese torbellino no pudo haber sido su hermano que le encanta andar en patineta en medio de la casa muy a pesar de todas las reprimendas que le dice.

Intenta ir más de prisa para tomar cuanto antes el té, pero el sueño nubla su visión.

Comienza a sentir que tardará una eternidad en llegar a la cocina, pero después del angustiante recorrido (y agradeciendo que no tuvo otra alucinación), por fin llega; toma la perilla, y justo entonces, oye unas voces que provienen de otro corredor:

- ¿Qué me dice del sistema encargado de supervisar y controlar las señales provenientes de los sensores y que igualmente se encarga de enviar alarmas a la cabina de monitoreo? -

- Está en perfecto estado. –

- Sería más provechoso tener un panel inalámbrico. -

- También contamos con ello. -

- Pero para el caso que nos ocupa, sería más conveniente un sistema de movimiento dual: son sensores que cuentan con dos tecnologías para identificar movimiento, combinando infrarrojo y un sonar de microondas para detectar eficazmente el movimiento, evitando así falsas alarmas. -

- Sé perfectamente lo que son. – esa voz se oye bastante molesta.

- No pongo en duda su capacidad, pero… -

Entra a la cocina, cierra la puerta y va a sentarse a la mesa; necesita un breve reposo para reflexionar.

Una de esas voces le ha resultado muy pero muy familiar; ha sonado como suele hablar su hermano el "tecnoñoño".

Más bien, esos tres borrones que ha visto y oído le han resultado muy familiares.

Necesita tomar ese té.

Está por ponerse de pie cuando…

- ¡Ohaiyo niisan! [¡Buenos días, hermano mayor!]. -

Escucha una entusiasta voz al abrirse la puerta.

Gira un poco la cabeza, y antes de que se de cuenta, recibe un fuerte abrazo que inmediatamente le ayuda a identificar que se trata de…

- ¿Mikey? –

Teniéndolo así se cerca, ya no es más un manchón.

- ¡Te extrañé! – se aparta - ¿Tú me extrañaste? -

- Mucho, tanto que sigo viéndote aún despierto. -

- ¿Qué? – se voltea hacia alguien más - ¿Qué dijo, Doni? -

Donatelo le echa un vistazo a Leonardo.

- No ha despertado del todo. Un té puede ayudar. - va a la estufa a prepararlo.

- Eso iba a hacer, porque, aparte de quitarme el sueño, me estoy preocupando que puedo verlos si ustedes no están aquí. -

- ¿Qué no estamos? – Miguel Ángel pregunta pero se vuelve de nueva a cuenta al genio de la familia.

- Cree que el sueño está provocándole alucinaciones. Nosotros somos las alucinaciones. –

- Ah. -

- Sí. – dice la soñolienta tortuga – Sólo en una alucinación Mikey diría algo en japonés. -

- Lo dije para que vieras que te extrañé. – toma asiento a la mesa.

- Y sólo en una alucinación, Donatelo traería una bata de laboratorio, porque tú, Doni, jamás usas batas de laboratorio, a menos que lo hagas requiera de un cuidado extremo. – trata de enfocar la vista, y sí, ese Donatelo trae una bata de laboratorio.

- Owen insistió en que me la pusiera, como si yo no fuera cuidadoso con lo que hago. -

- Entonces – se acerca Rafael – puedo aprovechar si cree que somos un alucine. -

- ¿Para qué? – pregunta la tortuga casi dormida tortuga.

Rafael se le aproxima y toma con mucho cuidado el rostro de su hermano mayor para poder ver qué tan fuerte lo golpeó anoche: tiene un feo moretón en el labio. Lo mira por un momento, con la vergüenza aglomerándose en la cara, haciendo que le cueste trabajo decir las palabras correctas.

- Watashi o yurushite, niisan [Perdóname, hermano mayor]. –

- Definitivamente, sólo en una alucinación me pedirías disculpas, Rafa, pero... Yurusu koto wa nani mo arimasen, ototo [No hay nada que perdonar, hermanito]. -

Tras una breve sonrisa, Rafael toma asiento.

- ¿A poco soy tan malo? –

- En realidad no. – Leonardo le sonríe – No me diste tan duro. –

- Pues hace rato vi el dojo de Xanatos; ahí podemos continuar la pelea. -

- Claro. – sonríe mientras frota su cuello en la parte de atrás.

- Aquí tienes. – Donatelo le entrega el té.

- Arigato [Gracias]. -

Donatelo toma asiento.

Leonardo no toma el té; mira la taza por un instante.

- ¡Ahora prepárense! - Miguel Ángel da la alarma – En cuanto tome tantito té, se va a despertar y va a empezar a regañarnos por estar aquí cuando no deberíamos estar aquí. -

- Qué bien me conoces. Más les vale a ustedes tres que sean una alucinación. -

Miguel Ángel y Donatelo se ponen nerviosos; Rafael también, aunque es más hábil para disimular.

La soñolienta tortuga aspira un poco del delicado aroma del té, cierra los ojos y sorbe un poco; pasa el trago con lentitud, regocijándose con la calidez que baja por su garganta y que poco a poco se expande por todo su cuerpo.

Un instante después, se siente totalmente recuperado.

Abre los ojos.

Todo está mucho más claro, tan claro que las alucinaciones han desaparecido.

Sus hermanos ya no están sentados con él a la mesa.

Mira la taza con tristeza.

Tan somnoliento estaba que no recuerda en qué momento se preparó el té.

Deja escapar un profundo suspiro.

Estaba feliz por tener a sus hermanos consigo; pero en su papel de líder, estaba decidido a correrlos a patadas si era necesario.

- La mente puede jugar bromas muy pesadas. -

Toma otro sorbo, ahora más que nada para deshacer ese nudo que se ha formado en su garganta.

Está por pasarlo el trago cuando…

- ¡Y tus hermanos también pueden jugarte bromas pesadas! – grita Miguel Ángel al levantarse de debajo de la mesa, y los otros dos también salen de su escondite.

- ¡Glup! – Leonardo está por escupir el té por el susto que se ha llevado, pero consigue tragar el tibio líquido.

- No puedo creer – dice Donatelo - que no te hallas dado cuenta cuando nos ocultamos. –

- Estás perdiendo tu toque, Leo. – Rafael dice.

Leonardo mira fijamente a las otras tortugas para asegurarse de una buena vez que son reales; y ya que está más que seguro… ¡se pone bruscamente de pie y mirando con bastante enojo a sus hermanos! Está dispuesto a sacarlos de ahí a como dé lugar…

Miguel Ángel abre la boca para decir algo, tan inoportuna como oportunamente sólo él sabe hacerlo.

- ¡Ay, pero qué bonita pijama! – acerca su mano para acariciar la suave tela - ¿Quién te la regalo? -

Leonardo lo mira muy disgustado, pero ese disgusto desaparece al darse cuenta de la genuina curiosidad de su hermano menor.

Viste una elegante pijama color azul zafiro.

- Me la dio Xanatos. – dice con un tono tranquilo de voz; vuelve a rascarse el cuello al sentarse nuevamente - Owen me compró la pijama a petición de Xanatos, para que pudiese dormir más cómodo. –

- Cómo te consiente. – dice Rafael; se acerca para acomodar la etiqueta de la pijama, que al ser nueva, es lo que molesta a Leonardo.

- Gracias, pero no entiendo qué quieres decir con "consentirme". –

- ¡Vamos, Leo! Has pasado una noche en una habitación de lujo y vistiendo una cálida y suavecita pijama, en vez haber estado encerrado en un frío y lúgubre calabozo. -

- Supongo que sólo trata de mantenerme en condiciones para… lo que me espera esta noche. –

- Lo que NOS espera esta noche, querrás decir. – Donatelo lo corrige.

- ¿Qué les ha dicho? – Leonardo pregunta muy preocupado.

- Nada que no hayamos enfrentado antes. – contesta Rafael; vuelve a su lugar – Así que, si les parece, comemos algo antes de ir a meternos en otro lío en el que no teníamos la intención de meternos, como siempre. -

- ¡Yo quiero hot cakes! – pide Migue Ángel.

- Pues háztelos, – le dice Rafael – porque es tu turno de hacer el desayuno. -

- ¿Sí? -

- Sí. – le dicen los otros tres al recordar la lista de los deberes; no porque estén en otra parte que no es su hogar van a olvidar la lista de deberes.

- Bueno.- Miguel Ángel se levanta de su asiento para preparar el desayuno en esa cocina; se asoma al refrigerador para ver qué hay.

Se quedan en silencio, ninguno de los tres que están a la mesa se atreve a decir alguna palabra más; los únicos sonidos son los que hace Miguel Ángel en la preparación del desayuno. Nadie dice nada esperando a que alguien más sea quien rompa con esa breve tranquilidad.

Ese alguien resulta ser el que no puede estar callado por mucho tiempo.

Miguel Ángel comienza a silbar "Primavera" de Vivaldi.

- Y… - habla Leonardo animado por la linda tonada silbada - ¿las gárgolas? -

- Ignoran que estamos aquí. - dice Donatelo - Llegamos apenas hace media hora, así que no hubo manera de ponerlos al tanto de lo que planeamos hacer. -

- Eso me parece bien. Ya con ustedes tres de 'colados' es más que suficiente. -

- Pues no nos vendría mal – dice Rafael – que nos apoyaran con sus garras y sus colmillos. -

- No has entendido el por qué no deseo que se involucren. - Leonardo dice un tanto irritado.

- ¿Qué tiene de malo tener algo de ayuda de vez en cuando? -

- Se trata de la seguridad de ellos. – Leonardo eleva un poco la voz – Se trata de que Shredder no se enteré de su existencia para no ponerlos en peligro, más de lo que ya lo están al haberlos descubierto Bishop. -

- Sin embargo, - dice Donatelo – está en su naturaleza ayudar a los demás. Nosotros seguimos un código, pero en ellos es innato la convicción de proteger. Son una raza de guardianes milenarios. -

Leonardo no dice nada, su hermano tiene razón.

- Así es. - dice Rafael - Así que lo más seguro es que en la noche andarán por acá. -

Leonardo aprieta sus puños.

- No pueden. Debo evitar que se involucren en esta pelea que no es suya. -

- Igual que está pelea no es tuya. – dice Rafael – No quiero, pero sí insistes, te puedo recordar nuestra plática de anoche. – dice en un tono ligeramente amenazante.

- Rafa, – interviene Donatelo – por favor, no empeoremos las cosas. -

- Pero es su culpa que estemos en este lío. Es su culpa haber dado su dichosa palabra de honor a alguien que no vale la pena, y por él estamos aquí, y por nosotros, las gárgolas vendrán al rato. Así que, o rompe su promesa, o nos lo llevamos ahorita mismo como quedamos que haríamos. –

Leonardo levanta la cabeza para mirar a uno y luego a otro.

- Como si Leo fuera a romper su palabra. – dice Donatelo.

- Entonces lo segundo. - Rafael se pone de pie.

Donatelo también.

Leonardo igual, dispuesto a mantener su palabra con Xanatos.

- Caballeros. - interviene Miguel Ángel diciendo con total desenfado – Tenemos los estómagos vacíos, por eso estamos malhumorados. - pone un plato con huevos revueltos frente de cada uno de sus hermanos, aunque para Leonardo le sirve una ensalada – Ya lo dice el viejo y conocido refrán: "Panza llena, corazón contento". –

Regresa a la estufa para preparar los hot cakes mientras sus hermanos comen lo que les ha servido.

Los otros tres miran sus platos, y sus estómagos rugen en protesta por comida. Se sientan y comienzan a comer.

Tras algunos bocados, cada uno se siente de mejor ánimo.

- Este Xanatos sí que vive en el lujo. – dice Rafael – De no haber tratado tan mal a las gárgolas, tendríamos unos amigos a los que me gustaría visitar seguido. -

- De vivir en un castillo en el cielo y no pudiendo hacer mis acrobacias con mi patineta, - dice Miguel Ángel – a vivir en las alcantarillas donde puedo practicar todo lo que quiera, prefiero mis malolientes alcantarillas. -

- Sí que sabes escoger lo que te conviene. – le dice Rafael – Xanatos te traería 'bien cortito' y no podrías hacer tus desastres. -

- El no poder practicar en los pasillos del castillo – dice Donatelo – no es tan importante. Xanatos tiene juguetes más grandes que los que yo poseo. -

- ¿Envidia? – le dice Rafael en un tono sarcástico.

- ¿Y quién no? ¡Las maravillas que podría crear con toda esa tecnología de punta! -

- ¡Sí! – Miguel Ángel le da su apoyo entusiasta a su hermano el genio - Podrías crear el primer auto que vuela. Así ya no habría tráfico en las calles. -

- Pero lo habría en los aires. – dice Rafael.

- Yo opino... – Donatelo quiere dar su punto de vista, pero no se lo permite el más parlanchín.

- Pero entonces inventarías un transportador de partículas subatómicas. -

- ¿Transportador de partículas subatómicas? – dice Rafael.

- He visto La Mosca muchas veces y conozco el principio del Transportador de partículas subatómicas. -

- Tranquilo, Mikey, o tu cerebro puede 'desconchinflarse'. –

- Mi cerebro tiene mucha pila. –

- Yo opino… - Donatelo vuelve a intentarlo, pero sin éxito.

- Y aunque Doni lo creara, - dice Rafael - seguro que más de un despistado terminaría convertido en hombre mosca, o en hombre cucaracha, o en una fea imitación de Spiderman, y habría más mutantes en el vecindario. - Rafael sólo le sigue la corriente a Miguel Ángel para ver qué tanto aguanta el Cerebrito en ser ignorado.

- Yo opino… -

- En ese caso, - dice Miguel Ángel - Doni podría crear túneles súper rápidos como los que hay en el mundo Triceraton pero para los mutantes, eso si los mutantes no quieren dominar el mundo, y si eso pasa, tendría que hallar la cura para ellos. –

- Pero si no hay cura, crearíamos la Liga de la Ninjusticia para combatirlos. – dice Rafael.

- O seríamos Los Cuatro Tortugasticos. – dice Miguel Ángel.

- ¿O que tal Las Tortugas Mutantes X? – dice Rafael.

- Yo opino... –

Leonardo come con tranquilidad, observando con una sonrisa en la cara la animada plática de sus hermanos, sintiéndose feliz de tenerlos a su lado; pero otra parte, comienza a reprocharse el permitir que ellos estén ahí, arriesgando sus vidas, del mismo modo que lo harán sus amigos alados.

Las gárgolas se involucrarán en esa pelea con o sin su aprobación.

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