.

Disclaimer:

LAS TORTUGAS NINJA

no me pertenecen, más bien mi corazón le pertenece a Leo.

GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS

tampoco me pertenecen;

mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magnificas series animadas.

Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer. Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.

) ) ° ( (

GUERREROS DE LA NOCHE

"El plan decía que se trataba de una misión sencilla."

"El plan decía que era un asunto en el que no habría complicaciones."

"El plan era que estaríamos juntos todo un día."

"Pero, como siempre pasa, el plan no resultó como lo había pensado."

"Podemos morir."

"¿Qué es lo que quiere el Destino?"

"¡¿Qué más quiere de mí?!"

"Ya una vez ha roto mi espíritu."

"Ya una vez ha quebrado mi caparazón."

"¿Qué más quiere?"

"¿Qué quiere esta gárgola?"

Leonardo y una chica (ambos vistiendo atuendos ninja) están a merced de una gárgola de piel azul y cabello rojo: sus garras del pie izquierdo oprimen el tórax y el abdomen de la chica; su mano izquierda la usa para apoyarse en el duro concreto; su rodilla derecha está apoyada sobre el plastrón de Leonardo y su mano derecha está en lo alto para asestar un zarpazo, el golpe con el que va quitarles la vida a sus presas.

"Aún no puedo morir, aún no le he dicho que la a…"

Los ojos de la gárgola parpadean y el color rojo se desvanece revelando unos ojos de un negro intenso, y la expresión en su rostro se suaviza. La gárgola mira con intensidad a Leonardo.

- Tú no eres humano. -

Su garra derecha desciende con calma y baja la máscara que trae puesta la tortuga hasta el cuello.

Leonardo se da cuenta cómo lo mira la gárgola: no es la mirada de un asesino, todo lo contrario, es una mirada de compasión.

- Tú tampoco eres humana. – él intenta entablar una conversación.

La gárgola no responde. Con el dorso de su mano derecha, toca la mejilla izquierda de Leonardo con sumo cuidado.

- Eres – dice con un tono de voz que suena a preocupación – demasiado joven como para deambular sin la compañía de un adulto. Esta ciudad es peligrosa. –

Leonardo recuerda lo que Goliath les había contado sobre lo mucho que los adultos de su especie cuidaban a los más jóvenes.

- Le he pedido permiso a mi padre para regresar tarde; además, se cuidarme. –

- Puedo darme cuenta de que así es, pero - ahora pone su mano derecha en el hombro izquierdo de él – te has descuidado ya una vez, y esta noche, puedo asegurarte que ha sido la segunda ocasión. Estuve en la tienda de antigüedades donde compraron un recuerdo; los seguí hasta la Torre del Reloj; los seguí hasta el castillo Wyvern; los seguí hasta aquí; nunca se dieron cuenta de mi presencia. Tienes suerte que no haya sido un humano el que te ha sorprendido con la guardia baja. -

- Sí, - Leonardo desvía la mirada, avergonzado porque casualmente hay más de un humano que está tras su clan – tiene razón. Me he descuidado. –

- Toma esto como una lección más que debes aprender. – Leonardo voltea a ver esos ojos negros, aceptando silenciosamente que será más cuidadoso - Ahora – la mirada de la gárgola cambia; hay un ligero destello en sus ojos, como si estuviera a punto de estallar en ellos ese peligroso color rojo – me gustaría preguntarte, pequeño, por qué estás con una despreciable humana. –

La gárgola se inclina hacia la chica, intencionalmente apoyando algo más de peso en su pie izquierdo…

- Agh… -

… lastimándola.

Leonardo se inquieta, pero no hay nada que pueda hacer.

La gárgola, con su mano izquierda, toma el rostro de la chica, y sin la menor delicadez la obliga a que le mire directamente (pero primero mira disimuladamente una pequeña bolsa que la chica trae asida al cuello).

Claramente la chica no le teme, pero se mantiene tranquila; no desea provocar a la creatura.

- Tú… - la chica habla – ugh… - o esa era su intención; la gárgola la lastima nuevamente.

- Yo soy quien hace las preguntas. -

La chica no se deja amedrentar.

- He visto a muchos humanos adultos al borde de un infarto con tan sólo ver mi sombra, pero tú eres valiente, niña. Tus ojos destellan un bello e intenso fuego azul. -

- Los humanos – habla Leonardo - temen a lo que desconocen, pero son felices viviendo en su ignorancia. –

- Lo que me recuerda, que no has respondido mi pregunta, pequeño. – la gárgola vuelve la mirada hacia Leonardo.

- Ella está de visita. Hace tiempo que no nos veíamos, así que quedamos de vernos hoy porque tenemos mucho de qué hablar. –

La mirada de la gárgola le dice a Leonardo que no le complació su respuesta.

- Perdona si no me di a entender. Quiero que me expliques por qué estás con esta humana y no con tu clan.-

Leonardo se sobresalta, no por la amenazante gárgola, sino por la respuesta en sí.

- Por… porque… porque… -

La gárgola mira atentamente al chico. En su torpeza para hablar, descubre la respuesta. Se inclina hacia la tortuga de nueva cuenta, poniendo su mejilla derecha contra la mejilla izquierda de él.

- No pequeño. – susurra con toda la compasión del mundo - No entregues tu corazón a una humana. Los humanos son traicioneros y manipuladores. Para ella eres un juguete nuevo y fascinante. Si le entregas tu corazón, ella lo tomará sólo para hacerte creer que tu noble gesto la hace feliz; pero cuando se harte, lo aplastará, lo estrujará, lo machacará y lo arrojara a los perros hambrientos.

Leonardo guarda un prolongado silencio de segundos.

- Regresa con los tuyos. Deben estar preocupados por ti. -

- Yo… - habla Leonardo finalmente con un hilo de voz y el corazón retumbando fuertemente dentro de su pecho - Yo sé que soy un mal hijo. Mi padre y mis hermanos están preocupados por mí, y también Goliath y los demás, pero…quiero estar con ella. Es lo que sentí la primera vez que la vi. Quiero estar a su lado por siempre.

La gárgola de cabello rojo se aparta de la tortuga para mirarlo por un momento.

La mirada de Leonardo desborda sinceridad.

Entonces la gárgola se pone de pie con brusquedad llevándose la pequeña bolsa que la chica trae asida a su cuello.

- La gema. – dice la chica con preocupación.

Leonardo ayuda a la chica a ponerse de pie, después acomoda su bandana sobre su rostro.

- ¡Lárguense! – exclama la gárgola con rabia y camina algunos metros antes de volverse hacia los dos jóvenes – No se interpongan en mi camino, o te mato, humana. –

- Mi misión – dice la chica – es llevar esa gema a un lugar seguro. – desenfunda la katana que lleva asida a la cintura.

- Mi misión – dice la gárgola – es exterminar a la raza humana, y tú serás la primera, chiquilla, si no escuchas mi segunda advertencia. –

- Regrésenos la gema, – habla Leonardo – por favor. No queremos sentirnos obligarlos a herirla para poder recuperarla. – desenfunda sus katanas.

La gárgola les mira de arriba a abajo.

- Saben combatir pero, ¿realmente creen que podrán arrebatármela? – levanta su puño izquierdo; con éste sujeta la gema que va dentro de la bolsa.

Leonardo y la chica atacan.

- ¡Ah! -

- Los niños de hoy en día - habla la gárgola con cierta decepción – no tienen respeto alguno por sus mayores. -

El chico y la chica elevan sus armas y en el segundo en el que descienden para infringir más de una herida…

¡POAAFF!

… estalla una bomba de humo.

- ¿Qué…?- la gárgola pierde la visibilidad de cuanto le rodea al verse repentinamente envuelta por una espesa neblina gris - ¡Arg! – en el instante siguiente se da cuenta que ya no trae la bolsa con la gema, así que da un gran salto hacia el frente, fácilmente saliendo de la neblina, pero no hay nadie - ¡Ah! – frustrada, da la vuelta, corre, pasa a través de la neblina extendiendo sus alas en toda su envergadura para disiparla más rápidamente, la atraviesa y se encuentra con que en esa parte tampoco hay nadie.

Sin embargo, no necesita seguir buscando con la vista.

- ¡No pueden ocultarse de mí! ¡Percibo tu aroma, niña! ¡Un delicado aroma a gardenias! – corre y al llegar al borde del techo salta para caer en el callejón - ¡Ah! – aterriza; el callejón está vacío, pero sabe que los dos chicos se han dirigido hacia la calle principal; corre con sus cuatro extremidades.

La gárgola parece entusiasta porque puede salir a cazar, después de un largo período de encierro.

En cuanto llega a la calle, se detiene y permanece agazapada contra el suelo.

No hay muchos humanos caminando por ese lugar, al igual que no hay muchos vehículos transitando.

- Ya pasara alguno. –

Mientras tanto, Leonardo y la chica corren por la larga calle de dos carriles tan rápido como les es posible.

La chica voltea por un momento.

- Parece que la perdimos. –

- Lo dudo. – la cara de Leonardo muestra inquietud - Ya has conocido el clan de Goliath. Una gárgola es un formidable guerrero: fuerte, tenaz y muy ágil; y cuando lo desea, puede convertirse en un infalible depredador gracias a que posee sentidos muy agudos: tacto, oído, vista, olfato… -

- No debí aplicarme perfume, - dice la chica - pero lo hice porque es una ocasión muy especial. – le sonríe a él.

- Gracias, - Leonardo corresponde la sonrisa – pero… -

En ese momento, se escucha un gran ruido que va aproximándose rápidamente.

Leonardo y la chica se detienen y se agazapan contra un vehículo estacionado; Leonardo se asoma y, metros más atrás, se percata que el ruido es debido a muchas motocicletas; los motociclistas van conduciendo sin respetar el límite de velocidad. Uno de ellos porta una ametralladora y la acciona…

¡TATATATATATATATATATATATATATATATATATATATATA!

… una tremenda ráfaga de proyectiles impactan en una larga fila de vehículos estacionados; éstos se sacuden por los múltiples impactos; sus ventanas estallan y se esparcen por doquier los infinitos pedazos de vidrio. Las municiones también impactan contra varios locales: los cristales estallan, las paredes se agrietan, y vidrio y concreto saltan por todas partes.

La destrucción dura unos cuantos segundos.

Leonardo debe agazaparse otra vez ya que los motociclistas van pasando por donde están ellos dos, pero se agacha lo suficiente para darse cuenta que los maleantes tienen un tatuaje que para él es reconocible.

- Los Dragones Púrpura. – le dice a la chica.

La chica también se asoma para verlos alejarse.

- ¡Jajajajaja! – se escuchan las carcajadas de los maleantes.

Los motociclistas se alejan precipitadamente.

Leonardo y la chica se ponen en pie.

- La delincuencia está sin freno. – dice la chica – pero terminará cuando la gema la coloque en el lugar que le corresponde. – la guarda en el bolsillo de su pantalón.

- Eso espero. -

Se escucha el ruido de un motor. Es un camión de carga que se está por pasar cerca de ellos y…

- ¡Arg! –

… la gárgola salta desde el techo del camión; Leonardo esquiva a la gárgola lanzándose hacia la calle y la chica se lanza metros más adelante cayendo en la acera; la gárgola aterriza sobre el concreto y echa a correr sobre sus cuatro extremidades para atrapar a la chica; ésta debe correr si desea seguir con vida.

Leonardo se ha puesto de pie pero una luz le obliga a voltear: está por ser arrollado por una motocicleta.

- ¿Eh? – el humano que conduce se sorprende por la extraña creatura que está escasos metros frente a él.

- ¡Ja! – Leonardo consigue dar un salto hacia arriba, y mediante una sorprendente acrobacia, le propina una patada al conductor…

- ¡AH! –… despojándolo de su vehículo…

- ¡Lo lamento! –… para sentarse él al volante.

- ¡Auch! - el hombre cae sobre el duro asfalto.

Inmediatamente Leonardo se da cuenta que la gárgola está por alcanzar a la chica y acelera.

El ruido del motor obliga a la gárgola a voltear, y una intensa luz la ciega por segundos…

- ¡Ah! –

Leonardo salta de la moto…

- ¡Hum! –

… la moto va a arrollar a la gárgola, pero ésta consigue dar un espectacular salto hacia arriba, y la moto choca contra un auto que está estacionado en una larga fila de vehículos, dañando el chasis de éste.

La chica continúa corriendo, pero debe imprimir más velocidad a su huida porque se ha dado cuenta que corre cerca de los vehículos que fueron usados como tiro al blanco por los maleantes; son notorias las perforaciones que hay en los chasis de los vehículos además del intenso olor a gasolina.

- Toshio [Cielos]. -

Tras unos segundos, el auto y la moto chocados estallan…

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

… las llamas demoran muy poco para alcanzar un charco de gasolina…

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

… propagándose el fuego con relampagueante fiereza…

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

… iniciándose una tremenda reacción en cadena…

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

… que pareciera que no tuviera fin.

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

Cada estallido cimbra la tierra, y pedazos de chatarra vuelan por doquier…

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

… pero la chica es lo suficientemente veloz para lanzarse al suelo, muy lejos del infernal desastre…

- ¡Ah! –

… y cubrir su cabeza en espera del último estallido; pero antes de que suceda, Leonardo llega de alguna parte y la cubre con su cuerpo.

¡BBBOOOOOOOOOOMMMM!

Pasan unos instantes, los estallidos han cesado, sólo se escucha el crepitar de las llamas; es cuando Leonardo y la chica se deciden a ver.

Las llaman no se han apagado a pesar de que los vehículos han sido reducidos a casi nada y varios edificios tienen muchas ventanas rotas y grandes cuarteaduras en sus paredes.

El chico tortuga y la chica humana se ponen de pie; permanecen algunos segundos pasmados por toda la destrucción.

- Deberíamos irnos. – sugiere la chica - La policía vendrá pronto. -

- Creo que debemos permanecer cerca. Hay demasiada luz y pronto habrá demasiado ruido y curiosos. La gárgola no se acercara con tanto bullicio.-

- Pero, si no me equivoco, ella está muy interesada en la gema como para desistir… - la chica calla porque se ha percatado, gracias a la intensidad de las llamaradas, que una sombra va cayendo sobre ellos.

- ¡Aaarg! – la gárgola cae sobre ellos.

- ¡Ah! – pero los dos consiguen saltar hacia la calle.

- ¡Corre! – exclama Leonardo (no pueden perder un segundo para huir).

La gárgola aterriza sobre sus cuatro extremidades y está lista para volver al ataque, pero Leonardo y la chica ya van atravesando hasta el otro lado de la calle y llegan a una calle más angosta; es una calle de un sentido y ellos dos van en sentido contrario.

Tras correr varios metros, la chica voltea hacia atrás: entre la gárgola y ellos, todavía los separa una larga distancia, todavía.

La chica voltea hacia Leonardo.

- Si no usamos nuestras armas, no hay modo de… -

El resto de las palabras de la chica se pierden en la nada, porque al escuchar la palabra "armas", una horrible imagen invade por completo la mente de Leonardo, un color rojo sangre.

- No usaré mis katanas contra esa gárgola, – responde Leonardo inflexible - aunque ella está obviamente decidida a obtener la gema y usarla para acabar con la humanidad. –

Leonardo aguarda a que la chica le diga algo, y lo hace.

- No me sorprende que pienses así. – dice la chica con una sonrisa – Aún en la más densa oscuridad, tú siempre insistes en descubrir al menos una diminuta estrella titilando tímidamente. –

Leonardo no responde porque la gárgola ya está a escasos metros de ellos, así que saca de su cinturón varias zuriken y las arroja contra tres postes de luz próximos a la gárgola e inmediatamente después arroja otras zuriken a tres postes más que están al lado contrario.

¡BOOMM!

Las zuriken estallan y los postes de luz son derribados…

¡CRASH!

… entrecruzándose sobre la calle, formando una barrera chispeante en forma de "x"...

- ¡Grr! –… cortándole el paso a la gárgola.

Leonardo y la chica se detienen (pero no el chisporroteo de luz; éste se va desplazando a través de los cables de los postes derribados hacia los otros postes).

- Eso la detendrá por un momento. – dice Leonardo mientras mira que los postes de luz derribados han cumplido su propósito.

La chica toma la mano de Leonardo y así él voltea a verla.

- En mi oscuridad, tú eres mi estrella. – le dice ella.

Leonardo le sonríe tímidamente apenado.

- Quisiera seguir charlando contigo, pero debemos… - comienza a hablar él aferrando la mano de ella, pero ambos deben voltear al haber visto por el rabillo del ojo algo moviéndose.

La gárgola vuela por sobre los chisporroteantes pedazos de madera y aterriza cerca de ellos.

Los dos jóvenes ninja se quedan boquiabierto al haber subestimado a la gárgola; ésta sencillamente debió haber dado un salto con el suficiente impulso para que, al extender sus aladas, pudiese planear sobre los peligrosos cables eléctricos.

Y hablando de electricidad, es justamente en este instante que los cables que habían servido de barricada hacen corto circuito…

¡CRRAASSHHH!

… afectando a muchos otros postes de luz, provocando un corto circuito más extenso…

¡CRRAASSHHH!

… dejando sin luz eléctrica esa calle y varias cuadras a la redonda.

La oscuridad es casi total.

Una temible sombra alada se yergue y comienza a caminar hacia los dos ninjas.

Ellos permanecen petrificados porque un Shinigami, el Dios de la Muerte, ha venido por ellos.

Entonces…

¡TUTUUUU! ¡TUUTUUUU!

… la angosta calle es inundada por una intensa luz.

Un camión hace sonar el claxon porque el conductor ve a tres individuos parados en medio de la calle.

- ¡Qué dem…! – grita el chofer porque esos individuos no se mueven, y los arrolla - ¡AH! –

El chofer no frena, continúa manejando y atraviesa una barricada de madera…

¡PAF!

- ¿Qué? –

Los pedazos de madera son arrojados, pero al chofer lo que verdaderamente le preocupa es otra cosa; mira por el retrovisor y no ve a nadie. Es difícil saberlo pues no hay luz, pero está seguro que arrolló a tres personas.

- ¿Habrán sido fantasmas? – sintiendo un horrible escalofrío, acelera.

De haber mirado por el retrovisor unos segundos más, hubiese visto dos sombras agazapadas en el costado del vehículo, y cómo ahora van trepando para subir al techo del remolque.

El vehículo da vuelta en una esquina para incorporarse a una calle de dos sentidos, sin disminuir la velocidad.

- ¿Estás bien? – Leonardo le pregunta a la chica una vez que se han aferrado con fuerza al techo del remolque (se aferran gracias a que usan garras de metal).

- Me duele donde ella clavó sus garras, pero estoy bien. ¿Y tú? –

- Creo que sí. –

Pasan algunos minutos en silencio.

El camión llega a una gran avenida de cuatro carriles que lleva hacia la autopista. El chofer debe disminuir la velocidad porque el tránsito es un poco más lento, sintiéndose a salvo por estar rodeado de muchos vehículos y personas.

Los dos polizones parecen sentirse de la misma manera porque comienzan a hablar.

- Ojala hallamos dejado a la gárgola atrás, - dice la chica - pero me preocupa. –

- ¿Qué conozca el poder de la gema? –

- Hai, pero al deshacerme de ésta… ¡AAAHHH! –

De la nada, la chica es llevada hacia los cielos.

- ¡NO! – Leonardo se pone de pie a riesgo de caer del vehículo en marcha.

La gárgola se eleva más y más hacia el cielo llevándose a la chica; la tiene asida de los hombros y clava sus garras en éstos.

- ¡Ah! –

- ¡Te azotaré contra el cemento, y de tu mano fría, tomaré mi gema! –

Leonardo va alejándose pero inmediatamente salta a un tráiler con doble remolque que circula en el otro sentido para regresar y no perder de vista a la gárgola.

Ve que la gárgola suelta a la chica de un hombro; no es audible el grito de angustia de la chica debido al ruido del tránsito.

"¿Qué es lo que quiere el Destino?"

"Ha roto mi espíritu."

"Ha quebrado mi cuerpo."

"¡¿Qué más quiere de mí?!"

No hay modo alguno que Leonardo pueda evitar la tragedia que está por ocurrir ante sus ojos.

"Ahora quiere… destrozar mi corazón."

- ¡NOOOOO! –

Leonardo grita con todo su ser y, asombrosamente, un resplandor plateado lo envuelve, y como una estrella fugaz que busca regresar a los confines del Universo, se eleva hacia el cielo.

- ¡AAHHH! -

La potencia de tan tremendo impulso aplasta el segundo remolque como si fuese de papel, haciendo que el conductor pierda el control del vehículo.

- ¡Demonios! –

El tráiler zigzaguea varios metros chocando contra varios vehículos sacándolos de sus carriles y a su vez éstos chocando contra otros…

Y mientras en el suelo ocurre una estridente carambola de camiones, autos, camionetas, tráilers…

La gárgola está por soltar a la chica, pero mira hacia abajo al notar un destello.

- ¿Cómo…? – se sorprende al ver al chico tortuga de la máscara negra ir directo hacia ella en medio de un resplandor.

En un parpadeo, Leonardo y la gárgola están frente a frente.

- ¡AAH! –

Leonardo le da un empujón a la gárgola (sin llegar a tocarla, es la energía la que lanza lejos) al mismo tiempo que él abraza a la chica por la cintura.

La gárgola va cayendo pero consigue dar torpes y frenéticos aleteos y logra aterrizar en el edificio más cercano. En cuanto cae en el techo, levanta la cabeza y ve que el destello que la atacó va alejándose para perderse entre las intensas luces de Central Park.

) ) ° ( (

N/A:

Un Shinigami es el Dios de la Muerte en la cultura japonesa.

.

Comentarios, observaciones, sugerencias, dudas, peticiones, aclaraciones, aplausos, zapes, jitomatazos, abucheos, reclamos, ultimátums, jalones de oreja, etc.,

toda opinión es bienvenida.

^.^