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GUERREROS DE LA NOCHE
En los extensos paramos que rodeaban el castillo Wyvern, decenas de gárgolas disfrutaban de una noche tranquila.
El ambiente era perfecto: una enorme luna que iluminaba todo y una suave brisa que esparcía los aromas dulces de la noche.
Las pequeñas gárgolas jugaban a corretearse entre sí, otras jugaban a esconderse o unas a imaginar que eran mayores y eran fuertes guerreros; pero no todos los niños deseaban jugar. Un pequeño de piel violácea debía hacer algo primero.
La pequeña gárgola de piel violácea trepó sin mayor problema un árbol de albaricoque. Sin importarle qué tan alto pudiese estar lo que buscaba, trepó y trepó, trepó hasta llegar a la rama de la cual colgaba el albaricoque más grande y jugoso que podía haber en ese árbol. Y lo halló.
- ¡Lo encontré! – exclamó triunfal.
El niño no estaba solo.
- ¡Oye! – le llamó una pequeña gárgola de piel azul desde el suelo – El árbol tiene muchos albaricoques, puedes tomar el que sea. –
- Yo quiero éste… – el pequeño estiró su brazo cuánto puedo para agarrar la dulce fruta – para ti. – al no poder alcanzarlo, tuvo que ponerse de pie sobre la frágil rama.
La pequeña de piel azul, aunque no entendía el empecinamiento del pequeño de piel violácea por tomar ese albaricoque en particular, miraba expectante tal proeza, ya que la fruta estaba en verdad en una de las ramas más altas.
- ¡Espera! – dijo la pequeña de piel azul – Voy a subir para ayudart… -
- ¡Lo tengo! – el pequeño de piel violácea aferró la fruta y tiró de ésta para arrancarla, pero perdió el equilibrio - ¡Ah! –
- ¡AH! – la pequeña se asustó pero no hubo tiempo para cubrirse los ojos (pero después se alegró el no haberlo hecho).
- ¡Ja! – el pequeño dio una vuelta en plena caída y cayó sobre sus pies.
- ¡Ah! – la pequeña exclamó sorprendida; corrió hacia el lado del pequeño - ¿Estás bien? –
- Toma. – él simplemente le entregó el albaricoque.
- Gracias, - lo tomó – pero te dije que podía ser el que sea. –
- Pruébalo. –
La pequeña no pudo seguir discutiendo con el pequeño porque sencillamente la fruta tenía un aroma delicioso.
- ¡Jam! – le dio una gran mordida - ¡Mmmmhhh! – y fue todo lo que ella pudo decir, además de una expresión de felicidad en su carita; con eso el niño supo que la fruta fue de su completo agrado; ella le regresó la fruta a él.
- ¡Mmh! – también le dio una buena mordida y se la dio de nueva cuenta a su amiga para que la terminara.
En cuanto la pequeña de piel azul arrojó la semilla, ella y su amigo de piel violácea fueron corriendo hacia los demás niños para jugar un rato.
Este es uno de tantos hermosos recuerdos que tiene Goliath al lado de Demona.
No es Demona quien se niega a ser enterrada en el pasado, es Goliath quien no es capaz de olvidarse de ella, de su ángel de la noche.
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N/A: Albaricoque o Chabacano, pertenece a la familia del Durazno.
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En muchas series no llegamos a conocer a los protagonistas cuando eran niños. A Gárgolas y Tortugas les pasó esto, aunque al mismo tiempo es la perfecta excusa que tenemos los fans para imaginarlos cómo debieron haber sido. También he dejado pasar mucho tiempo sin dibujar, y cuando estaba escribiendo este capítulo, me dieron ganas de hacer un dibujo de este par siendo niños.
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