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Disclaimer:
LAS TORTUGAS NINJA
no me pertenecen, más bien, mi corazón le pertenece a Leo.
GÁRGOLAS, HÉROES GÓTICOS
tampoco me pertenecen.
Mucho menos obtengo algún beneficio lucrativo aprovechándome de la fama de estas dos magníficas series animadas.
Yo escribo por puro gusto y para hacer pasar un rato agradable a todo aquel que pase a leer.
Lo único que espero ganar son tus apreciados reviews.
) ) ° ( (
GUERREROS DE LA NOCHE
- Demona. –
Goliath pronunció el nombre de la gárgola a la que llegó amar más que a su propia vida, y los recuerdos salieron a flote con desesperación, como alguien que ha sido empujado hacia el agua, pero no sabe nadar y tiene que patalear y manotear con brusquedad tratando de no ahogarse.
Así se siente Goliath ahora: los recuerdos invaden su mente y siente que se asfixia.
Se aparta rápidamente del grupo para despejar sus pensamientos, pero le es difícil, por no decir inútil.
Goliath y Demona habían estado juntos desde que eran niños. Jugaban a perseguirse y ella siempre le daba alcance; jugaban a trepar un árbol y ella siempre llegaba más rápido a lo más alto; jugaban a esconderse y ella siempre lo encontraba pronto (¿o fue que él siempre le daba algo de ventaja?) Cuando fueron jóvenes, él le reveló a ella que le hubiese gustado, al menos una vez, poder contemplar su mundo en plena luz de día, a lo que ella le contestó que no debería pensar así, o terminaría enajenándose con los humanos (sucedió que para entonces, se habían dado cuenta que los humanos podían a llegar a ser crueles entre sí y contras otras razas). Cuando fueron adultos, él no dudó en pedirle a ella que estuviesen juntos por el resto de sus existencias.
A Goliath le pareciera que vive de nueva cuenta todos esos momentos tan repletos de felicidad, transcurriendo los años tal cual como los vivió; pero en realidad, todo transcurre en unos pocos minutos.
El grupo de búsqueda comienza a inquietarse.
- ¿Sucede algo? – pregunta Donatelo a las otras gárgolas.
- Parece enojado, – dice Casey – como si acabara de recordar que alguien le debe dinero… ¡Au! – Abril le da un codazo en las costillas por indiscreto.
- Más bien – dice Rafael – se puso raro namás con ver esa gárgola. -
- Es complicado de explicar. – responde Brooklyn – De verdad, es muy complicado. -
Abril, Donatelo, Rafael y Miguel Ángel continúan mirando el video. Para ellos no les es tan complicado sacar sus propias conclusiones.
- No es difícil – dice Abril – imaginar lo que pudo haber sucedido. -
- No lo es.- dice Rafael – Es muy chula esa gárgola. –
- ¿Será que pasó – dice Miguel Ángel – algo así como lo que pasó entre el Doctor Domo y Berniz? –
- No Mikey. – le responde Broadway porque él ya ha leído algunos cómics de la Fuerza de la Justicia – Es más complicado. -
- Será mejor esperar. – dice Donatelo y detiene el video.
- Sí, claro… – Rafael se exaspera – Hay que esperar, como si el mundo no fuese a volar en pedacitos en cualquier momento. –
- Como si el mundo – Miguel Ángel repite las mismas palabras que Rafael, pero comienza a titiritar – no fuera a explotar en cualquier momento. –
Es lo que anhelaba Goliath, que estuviesen juntos hasta la muerte, pero todo eso cambió en una sola noche. Recuerdos de tantos años fueron pulverizados junto con su amada en tan sólo instantes. Su felicidad se desintegró gracias a los humanos…
- ¡GGUUUAARRFFFF! – Goliath ruge con toda la rabia porque su anhelo fue truncado.
Los chicos tortuga se sobresaltan y sus amigos humanos también, y muy en contra de su voluntad, también los chicos gárgola.
Goliath respira profundamente tratando de no volver a sentir ese mismo dolor que le amenazó con pulverizarlo a él también; pero al estar enfocado en que no suceda esto, de un lugar muy recóndito dentro de su corazón, se le escapa un sentimiento que enseguida se convierte en palabras.
- Por culpa de los humanos… - murmura entre sus dientes fuertemente apretados.
Y entonces, cierra sus parpados y puños.
No puede permitirse eso.
No puede culpar a los humanos de su desgracia.
No puede culparlos ahora y mucho menos odiarlos…
- No. – abre sus parpados y relaja sus brazos; la luz de la Luna casi llena le da a sus ojos un destello de impaciencia – No es momento para cavilaciones. – se gira para observar a los demás.
Le parece que lo han estado mirando, y que al voltear a verlos, han tenido que mirar muy rápidamente hacia otra parte.
No les culpa por estar observándole: están preocupados. Debe regresar al grupo, y lo hará, aunque de momento no podrá sonreír para darles confianza en que todo marchará bien.
- Ya viene. – Abril alerta a los demás; ha estado mirando a Goliath con disimulo.
Todos se tensan, sobre todo las tortugas y los humanos. Jamás habían visto tan furioso a esa gárgola que aparentaba ser la encarnación misma de la calma.
- Debemos partir. – dice Goliath al llegar junto al grupo de búsqueda; tiene una actitud muy seria.
- ¿Haremos… - Casey titubea – lo que hemos quedado? –
- Sí. Aunque estaba pensando en la posibilidad de ir en parejas, salvo que es más apremiante hallar la gema. Nos apegaremos al plan original: tortugas y gárgolas escanearemos los cuadrantes desde el aire; los humanos harán el escaneo desde tierra. –
- Sí. – dicen algunos y otros asientan con la cabeza.
Las gárgolas extienden sus alas, las tortugas despliegan sus alas Delta y los humanos se dirigen a las escaleras para descender.
A Goliath le da la impresión que los ha amedrentado. Es mejor así, para que permanezcan alertas.
- Sólo una cosa más: – los otros escuchan la profunda voz de Goliath y deben voltear – Gracias al video enviado por el centinela de Donatelo, nos hemos enterado que Demona también está buscando la gema. Ella es muy peligrosa. Es prioritario encontrar la gema antes que Demona porque ella no la ha de estar buscando para un buen propósito. Quien de nosotros localice primero la gema, debe guarescerse, contactar de inmediato a los demás y esperar a que llegue la ayuda. -
- ¿Es… muy peligrosa? – Miguel Ángel pregunta con cierto temor.
- El incendio provocado en la Avenida Trinity, el apagón que abarcó varias manzanas y la larga carambola habida en la Interestatal 278… todos esos siniestros fueron ocasionados por Demona. –
- Oh. – Miguel Ángel parece palidecer.
- ¿Estás seguro? – le pregunta Broadway.
- No me he enterado de los detalles, pero puedo asegurar que ella tuvo que ver. -
- Y es capaz – dice Lexington – de mucho más. –
- Lamentablemente. – confirma Goliath.
- ¿Puedo ir – Miguel Ángel levanta una mano como los niños al pedir permiso para hablar, pero su mano tiembla – con mi hermano Rafita? –
Rafael voltea hacia Miguel Ángel para reprenderlo, pero es Goliath quien le responde con una tajante palabra.
- No. – y sin decir más, se encamina a la orilla del alto edificio y emprende el vuelo.
- Sólo apéguense al plan, – les dice Brooklyn – y estarán bien. – echa a volar.
Todas las gárgolas se han ido.
- Claro. – dice Casey estando junto a las escaleras - Hay que revisar el cachito de ciudad que nos ha tocado a cada uno, y si nuestro rastreador hace "bip", hay que esconderse y avisar a los demás. –
- Fácil. – dice Abril ya bajando las escaleras.
Abril y Casey irán en motoclicleta.
- Nunca – Miguel Ángel protesta ahora sintiéndose molesto – hemos tenido una misión fácil. –
- Entonces - le dice Donatelo algo exasperado - ¿de qué te quejas? – despliega su planeador, se lanza hacia el abismo y se eleva.
Rafael también se eleva antes que Miguel Ángel diga algo más, y Casey se apresura a bajar las escaleras.
Miguel Ángel se queda solo.
- Eh… bueno. –
Sin poder recordar dónde debe él empezar la búsqueda, se le ocurre prender el rastreador y…
- ¡AAAAAAAAAAHHHHH! – grita aterrorizado porque el rastreador indica que está muy cerca el objeto el cual fue el motivo de su creación; no aparta la mirada de la lucecita verde parpadeante - ¡AAAAAAAAAAAAAHHHHH! – vuelve a gritar y enseguida voltea hacia todos lados – ¡CH…! - tartamudea – ¡CH…! ¡CHICOS….! ¡CHICOOOOOOOS! –
Llama a gritos a sus hermanos y a los demás, pero todos ya están bastante lejos como para poder oír sus súplicas.
Sin poder hacer otra cosa, mira el rastreador.
- Doni dijo que en cuanto estuviéramos cerca de la gema, en el centro del rastreador aparecería una lucecita verde parpadeante y la lucecita verde parpadeante acaba de aparecer en mi rastreador… ¡Esta cosa dice que la otra cosa está cerca de aquí! – continúa mirando con horror la pantalla con forma redonda del rastreador - ¡Santa Cahuama! ¡¿Por qué no se me ocurrió prenderlo antes de que se fueran todos?! ¡¿Por qué no lo prendimos todos antes que nos fuéramos?! Y dicen que yo soy el distraído. ¿Ahora qué hago? ¿Qué dijo Goliath que debíamos hacer? Que era muy pero muy importante hallar la gema antes que la peligrosa gárgola azul. Ay mamá tortuga…. –
En el centro del rastreador está el "puntero" de forma triangular, como la forma de la punta de una flecha; la flecha apunta insistentemente hacia una dirección.
- La flechita de aquí, – Miguel Ángel comienza a caminar – según Doni, nos dice hacia dónde debemos ir, y cuando lleguemos a donde teníamos que llegar, la flechita va a cambiar a un circulito color amarillo. –
Llega al borde del edificio.
- La lucecita dice que debo seguir adelante. – se asoma sobre el borde y mira hacia abajo, hacia el callejón – Si le hago caso a la flechita, voy a caer derechito hasta el fondo, aunque, esos tendederos tienen mucha ropa, ropa que amortiguaría mi caiga. – piensa por un momento – Tal vez está abajo. - debe bajar por las escaleras, pero están en el extremo opuesto y debe ir hasta allá - No puede ser que Doni – se molesta de nueva cuenta – no haya pensado en crear un rastreador con pantalla tridimensional, así sabría qué tan abajo debo ir. –
Entre refunfuños incomprensibles, llega al suelo.
El callejón está bien iluminado gracias a la intensa luz de la Luna; camina hacia donde cree que apuntaba el rastreador cuando estaba en el techo, pero lo corrobora.
- Sí. La flechita dice que es para allá. – y va para allá.
Camina varios metros, adentrándose más en el callejón, hasta que…
BIPBIPBIPBIPBIP
- ¡Ah! – grita por la sorpresa - ¡Aquí está! – se entusiasma porque la lucecita verde ha cambiado al color amarillo; se detiene; él está justo debajo de una de las hileras de tendederos; mira hacia sus pies – Pero… - su voz suena a decepción - ¿Dónde está? -
BIPBIPBIPBIPBIP
- ¡El rastreador dice que estoy parado donde está la gema! – se está desesperando - ¡No la veo! –
En el callejón no hay basura o cosas que pudiesen estorban con la visibilidad; el suelo está despejado, si acaso las sombras que proyectan la ropa tendida opacan un poco la iluminación, pero no hay manera que algo tan llamativo como una piedra preciosa no pudiese ser visto.
Entonces…
Miguel Ángel, al estar buscando insistentemente en el suelo, pero no más allá de donde abarca su espacio personal, ve proyectarse en el suelo otra sombra, pero es grande y siniestra; pasa justo a varios metros encima de él.
Es tal el susto, que se congela por unos segundos, pero su mente se acelera, en su imaginación cree que la sombra es de una enorme bestia que va a comérselo; y gracias a su hiperactiva imaginación, provoca que eche a correr; se esconde a un lado de un contenedor de basura aprovechando que está sumido en la oscuridad.
Se agazapa contra el contenedor lo más posible, y temblando de pies a cabeza, espera.
Oye unos pasos que van aproximándose justo en el lugar en el que él estaba parado hace unos instantes, pero el sonido de las pisadas no se le parece en nada a las pisadas de los humanos, incluso cuando caminan descalzos. Es un sonido muy raro… Suena como a si alguien hiciera pequeños raspones sobre el asfalto.
Cras.
Cras.
Cras.
Miguel Ángel cubre su boca para no gritar. Desafortunadamente para él, esto se parece a una de sus tantas pesadillas. Es esa pesadilla se oculta, debe esconderse de un Velociraptor si no quiere ser devorado vivo por éste. Pero el Velociraptor tiene mucha hambre, busca afanosamente, y a cada paso que da, lo acerca más a su presa, cada paso que da, sus filosas garras carraspean el frío concreto.
Cras.
Cras.
Cras.
Miguel Ángel cierra fuertemente sus ojos diciéndose mentalmente, una y otra vez, que esto no es un sueño, no es un sueño...
- "¡No es un sueño! –
Su corazón comienza a bombear con toda su potencia. Más y más su corazón golpea contra su pecho, como si éste supiera que hay que huir, pero el resto del cuerpo no se mueve, así que va a abandonar a todos y a todo…
- Aquí debería estar. – habla la sombra.
De repente, Miguel Ángel abre los ojos, descubre su boca y su corazón cambia de opinión; ha escuchado una bella voz.
Ganándole la curiosidad al miedo, Miguel Ángel se atreve a mirar.
- D… - reconoce a la gárgola, pero no consigue pronunciar su nombre.
Gracias a la eterna batalla entre las sombras contra la luz, ésta le confiere un aspecto terrorífico a la creatura alada que está a unos cuantos metros de él.
- Estoy justo donde debería estar la gema, pero no hay nada. - la gárgola de piel azul examina su entorno - Quizás esté bajo tierra, aunque parece imposible. – se acuclilla y palpa el asfalto – A menos que desde las alturas haya caído al drenaje, y ahora esté atorada en algún recoveco. -
- ¡Ah! – Miguel Ángel exclama lo más bajo posible para que la gárgola no lo descubra - ¡La gema! -
La gárgola se pone de pie y se aleja.
Miguel Ángel se mantiene oculto hasta que deja de oír el sonido de las pisadas de la gárgola. Deja su escondite con cautela pero sólo avanza unos cuantos pasos.
- ¡No! – se exaspera pero sigue hablando muy bajo - ¡La gema está en las alcantarillas! ¡Caparazones! ¡La gema está en las alcantarillas! ¡Quelonios! ¿Por qué no lo pensé antes? - comienza a ir de un lado para otro lado - ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? -
En el ir y venir, regresa a la zona en la que el rastreador se activa.
BIPBIPBIPBIPBIP
- ¡A ella se le ocurrió buscar en las alcantarillas! ¿Por qué no se me ocurrió buscar en las alcantarillas si yo soy el experto en alcantarillas? -
Va y viene.
BIPBIPBIPBIPBIP
Va y viene, intentando desesperadamente pensar en lo que tiene que hacer.
De repente se detiene. Le echa un vistazo al rastreador.
BIPBIPBIPBIPBIP
– Ahora entiendo - Miguel Ángel dice en tono melancólico - por qué Goliath se enamoró de ella: es bonita, lista y temeraria. –
BIPBIPBIPBIPBIP
- No he conocido muchas chicas, pero ojala pueda conocer a alguien como ella. –
BIPBIPBIPBIPBIP
De repente, sacude la cabeza.
- Arg… ¡Concéntrate Mikey! –
Retrocede un par de pasos y en el rastreador reaparece la punta de flecha verde y el sonido desaparece.
- Aquí dice que no hay nada. –
Avanza un par de pasos, y la flecha verde desaparece y aparece el punto amarillo.
BIPBIPBIPBIPBIP
- Aquí dice que sí está. –
Retrocede de nueva cuenta.
- Aquí no hay nada. –
Regresa.
- Aquí sí. –
Retrocede.
- Aquí no. –
Regresa.
-Aquí sí. -
BIPBIPBIPBIPBIP
Miguel Ángel observa detenidamente el rastreador y enseguida mira sobre su cabeza. Ya había visto que hay decenas de tendederos de los cuales cuelgan decenas de prendas de ropa limpia. Esta es sólo una hilera; a los lados de esa hilera hay más hileras con mucha ropa recién lavada.
BIPBIPBIPBIPBIP
- Conociendo a mi hermano el tecno-ñoño como lo conozco, él es capaz de encontrar una aguja en un pajar. –
Entonces, Miguel Ángel toma uno de sus nunchakus, lo hace girar con poca fuerza y lo lanza hacia arriba justo sobre su cabeza; sigue con su mirada la trayectoria.
El nunchaku va golpeando, con cada giro, la ropa y los tendederos, sacudiéndolos, sin perder la línea recta. El nunchakus se eleva varios metros, hasta que, de entre la ropa que es sacudida, Miguel Ángel llega a ver un pequeño destello, como si éste hubiese dado un salto para salir de entre la ropa porque estaba atrapado.
- Oh… -
La luz de la Luna que logra colarse entre las múltiples prendas consigue que el pequeño destello cobre algo más de intensidad; es un destello color magenta.
- ¡Ah! – Miguel Ángel se sorprende por el bonito color.
Jamás discutieron sobre la forma o color de la gema que buscan, pero extiende sus manos porque el destello va cayendo al suelo, hacia él y…
- ¡Sí! – … lo atrapa.
Observa la gema entre sus manos (aunque unos segundos después debe extender su mano derecha para cachar su nunchaku y guardarlo en su cinturón, y apaga el rastreador).
- Esta tiene que ser la gema. –
Sólo que, antes que pueda decir o hacer cualquier otra cosa, de nueva cuenta una sombra se proyecta por encima de él, pero esta vez mira hacia arriba creyendo que es alguien de su equipo de búsqueda.
Como si el tiempo se hubiese detenido (o más probablemente lo que ha sucedido es que es él quien se ha congelado, otra vez), Miguel Ángel ve cómo la gárgola de piel azul, con sus alas extendidas a sus costados, va descendiendo con suavidad.
Un ángel desciende del cielo… es lo que piensa Miguel Ángel.
Conforme el ángel de la noche desciende, todo lo que se interpone en su camino se aparta, su cabello rojo ondea delicadamente y una pequeña sonrisa se dibuja en su bello rostro.
Por un segundo, Miguel Ángel tiene la impresión sobre que esa gárgola no es tan malvada como había escuchado.
De repente…
- ¡MIIKKKEEEEEYY! –
Miguel Ángel escucha un grito con mucha potencia que lo saca del embelesamiento, pero no tiene tiempo para voltear porque…
- ¡Aaargg! – el bello rostro del ángel se transforma en la locura de un demonio.
- ¡Ah! – Miguel Ángel debe dar un gran salto porque el demonio ha plegado sus alas y va a caerle encima para hacerle pedazos con sus poderosas garras (salta justo en la dirección en la que escuchó el agobiante grito), y en pleno salto, gira la cabeza para ver en dónde va a caer y para ver quién le llamó; Y ve, demasiado cerca, unos temerosos e intensos ojos azules.
- ¡Mikey! – vuelve a gritar Casey al mismo tiempo en el que él aferra por un brazo a la tortuga - ¡Vámonos! – tira de él con toda su fuerza.
- ¡Ah! – exclama Miguel Ángel por el tirón, pero fue necesario porque Casey conduce su motocicleta (da una vuelta muy forzada al tiempo que sube a Miguel Ángel como su pasajero.
En esos segundos la gárgola ha aterrizado pero sólo para escuchar los fuertes rechinidos de la motocicleta y ver la nube de humo gris que se eleva.
Casey y Miguel Ángel salen del callejón; Casey acelera su máquina a todo lo que da y se alejan rápidamente.
- ¡Casey! – es más que obvia la felicidad que embarga a la tortuga.
- Creo que llegué en el momento preciso. –
Están por llegar a una esquina y el semáforo parpadea en amarillo; en cuanto cambia al rojo, Casey lo pasa por alto; vira hacia la izquierda.
- ¿Cuándo llegaste que no te vi? – Miguel Ángel le pregunta a Casey.
- Este es el cuadrante que me tocó escanear. Se me ocurrió que podría estar dando vueltas y vueltas pero haciendo círculos más y más amplios, tomando como centro el edificio en el que estábamos, y justo estaba por completar la primer vuelta, cuando en el rastreador apareció la flechita y la seguí, entré a ese callejón, te vi a ti y a una horrible sombra que estaba por caerte encima y tú ni te movías. –
- Ah… - Miguel Ángel no está muy seguro de cómo responder.
- No importa. Tenemos que regresar para cerciorarnos que en ese callejón es donde está la gema…
- ¡Yo la encontré! – Miguel Ángel extiende su brazo derecho al frente para que Casey pueda verla.
- ¡Genial! –
- La sombra era la gárgola de la que nos advirtió Goliath. – retrae su brazo.
- Con razón te quedaste como de piedra. –
- ¡Pero yo encontré la gema! -
- Entonces guárdala bien. –
- Sipi. -
- Hay que alejarnos lo más que podamos. Tú llama a Goliath y dale la buena noticia. –
- Ok. –
Mientras Miguel Ángel busca su celular, Casey gira a la derecha, en una calle poco transitada.
- Creo que podemos despistarla… ¡AH! -
Una potente luz blanca ciega a Casey.
Repentinamente todo alrededor se vuelve blanco, furiosamente blanco.
) ) ° ( (
Cuando estaba divagando este capítulo, pensé que podrían ser Abril y Casey quienes se toparan con Demona porque son los humanos y ellos corren más peligro sólo por ser humanos, pero no sé qué pasó por mi mente, que al comenzar a escribir, en mi cabeza apareció Mikey gritando a todo pulmón asustadísimo porque él fue el suertudo de hallar la dichosa gema y a la terrible gárgolas, y así quedó.
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Gracias por seguir leyendo esta historia.
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