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GUERREROS DE LA NOCHE

Era una noche de verano, despejada y fresca. Soplaba una agradable brisa y la visibilidad era perfecta, podría verse incluso el océano. Era la noche ideal para la práctica de vuelo a la que las pequeñas gárgolas esperaban con ansias.

- ¡Yo sé lo que debo hacer! – dijo una pequeña gárgola azul.

Una gárgola adulta le explicaba con paciencia sobre las reglas del vuelo.

- Pero no está de más, - dijo la gárgola hembra cuya piel era de color gris – recordarte que debes extender tus alas en el momento justo. –

La gárgola adulta daba clases de vuelo a un pequeño grupo de niños, aunque no todos eran pacientes para esperar a que de la teoría pasaran a la práctica.

- Ya lo sé. –

Todos ellos se encontraban sobre un peñasco de poca altura. La lección de esa noche era aprender a descender.

Ya se habían impartido varias clases, pero todavía no se había impartido la más emocionante: volar; por ello, muchas de las pequeñas gárgolas estaban impacientes por volar, pero de todos ellos, la niña gárgola de piel azul era la más dispuesta a demostrar que había aprendido las reglas básicas y que podía continuar al siguiente nivel.

- Sí. – de repente dijo un niño gárgola – Debemos extender las alas en el momento de lanzarnos para que las corrientes de aire nos impulsen. – era un niño de piel violácea.

- ¡Muy bien! – la instructora de vuelo se alegró – Serás el primero en practicar el descenso. –

La carita del niño se iluminó de emoción.

- Eso también lo sé. – protestó la pequeña gárgola azul, y antes de que la instructora le pidiera que le diera paso a su compañero, ella se lanzó del peñasco extendiendo sus alas todo lo que pudo.

Demona parpadea. Con esto, el lejano recuerdo se acaba en ese instante.

En esos momentos se encuentra en el techo de un edificio, acaparada en la saliente de éste. Debió ser por la noche despejada y fresca lo que le trajo ese recuerdo. Ya no importa. Se enfoca en un curioso y pequeño pedazo de piedra que trae en su mano izquierda; tiene forma de punta de flecha. El pedazo de piedra pareciera ser como cualquier otro, pero no lo es.

- No brilla. – cierra su puño – De alguna manera, la gema ha sido neutralizada. Todo su poder ha dejado de manifestarse. Ese inmenso poder es lo que rastreaba esta piedra, pero ya no es posible. -

La noche anterior, Demona, guiada por la piedra, llegó al callejón en donde una de las tortugas encontró la gema; estuvo a punto de atraparlo y quedarse con ésta, pero él logró escapar con ayuda del humano llamado Casey, y justo cuando ella llegó a la calle, una luz intensa emergió repentinamente, y la tortuga desapareció junto con la gema. Se ocultó y observó. Cuando todos se dispersaron para la búsqueda, Demona siguió a Casey, y en el momento oportuno, hace unas pocas horas y usando un simple conjuro de hipnosis, se enteró de que la búsqueda continúa. Entonces ideó un plan. Hacerse de otros dos incautos fue sencillo: uno por lo popular que es en las redes sociales, y el otro por pertenecer a la policía. Usando a esos tres humanos como distracción, consiguió deshacerse de unos estorbos para poder buscar la gema con libertad.

- Sin embargo, - mira la piedra de nueva cuenta - la gema no se manifiesta. Si ha perdido su poder para siempre, entonces… – de repente, la piedra comienza a brillar, aunque débilmente – Ha localizado una energía. - sus ojos reflejan un gran entusiasmo, pero éste desaparece pronto - No es la gema. – se yergue – La piedra puede rastrear cualquier energía. – mira hacia el horizonte - ¿De qué o de quién será esta energía? Quizás de un humano, pero los humanos de hoy son unos ignorantes. La gran mayoría no tiene ni la menor idea del poder que podría desarrollar si se lo propusiera. Son contados quienes tienen el conocimiento para manifestar y manipular su Qi, así que esta energía bien pudiera ser del niño tortuga o… - la expresión de su cara se endurece de rencor – o de la despreciable humana que lo acompaña. -

Extiende sus alas y se lanza al vacío.

- ¡Wow! – exclamaron emocionados todas las pequeñas gárgolas al mirar que la pequeña gárgola de piel azul estaba volando… ¡en verdad estaba volando, y ni siquiera habían practicado!

La gárgola adulta también estaba sorprendida, tan sorprendida como para pensar en reprender a la pequeña gárgola por desobedecer.

La pequeña gárgola logró planear por varios metros antes de descender y aterrizar con algo de brusquedad. Fue entonces que los pequeños espectadores salieron de su asombro y echaron a correr para felicitarla.

La gárgola adulta permaneció observando el alboroto y pensando en que esa pequeña gárgola, tan audaz, se convertiría en una gran dirigente, algún día.

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Este epi iba a ser largo, pero preferí dejarlo así para conservar en mi mente a la pequeña Demona y pensar en lo cruel que fue el destino con ella.

Gracias por leer.

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