Capítulo Único:

Flor fugaz pura e inocente ~ Flor aislada


Prunus Serrulata

「Flor fugaz pura e inocente ~ Flor aislada 」

«Todos tienen derecho a perseguir una vida feliz. La parte difícil es tener ese derecho

Fue un encuentro inusual para ambas. No se veían desde hace muchos años atrás, y lo que menos esperaban era encontrarse en medio de la cena del matrimonio de Daisuke y Catherine. Inclusive, por algún motivo en particular, estaban compartiendo mesa en medio del rentado local esperando a que les sirviesen la comida los cocineros que Mimi había contratado específicamente junto al nuevo esposo de los Niños Elegios para que fuese un momento inolvidable. Miyako y Ken habían decidido bailar un poco, dejándolas solas.

Noriko Kawada andaba incómoda. No era porque la presencia de Hikari Yagami fuese mala para ella, sino que simplemente años habían pasado sin que intercambiaran palabras. No es como si se hubiesen peleado o discutido, sino simplemente se perdió la comunicación con el pasar de los años, además de estar unidas por un individuo en particular en distintas consecuencias.

—Hikari-san, todo ha quedado maravilloso, ¿no te parece? —musitó la chica de cabello caramelo sin saber adónde exactamente mirar. Todos estaban haciendo fila para saludar a los recién casados—. Hacen una linda pareja.

—Jamás me hubiera imaginado ver una escena así, sobre todo siendo Daisuke el primero de todos nosotros en atar el hilo—rio Hikari—. Ha quedado divino, tal y como se espera de Mimi y él uniendo manos en lo que les da mejor.

—Aunque me parece algo raro fusionar comida francesa, americana y japonesa—Noriko colocó una mano bajo el mentón.

—Tomémoslo como una oportunidad para abrir nuestros horizontes.

—Supongo…

Nuevamente el silencio reinó por más que hubiese un hermoso vals de fondo. Noriko no sabía la razón por la cual Hikari le hacía sentir tan incómoda. Por más de que la situación que las unía a todo esto fuese el mismo individuo, las cosas nunca acabaron en malos términos o en engaños. Simplemente las cosas llegan a morir un día, y al día siguiente reviven con otra. Como un inusual ciclo de reencarnación.

—Hikari-san…—tragó saliva, el oxígeno haciéndole falta—. ¿Acaso está bien todo esto?

—¿A qué te refieres? —Hikari no tenía mucho maquillaje puesto, su vestido celeste resaltando sus ojos canela al pestañar luego de cada palabra.

—Es decir…—Noriko se sentía expuesta a diferencia de la otra muchacha, no es de usar vestidos, menos cortos y sentía que el color champaña le quedaba fatal—. Me refiero a… no sé por dónde empezar.

—Entiendo—colocó su mano derecha en la mesa, apretujando la de Noriko, sacándole un sonrojo—. Eres muy tierna. La vida nos da inesperados regalos. Míralo como que llegamos al final feliz a pesar de tanto dolor.

—Siento que no tengo derecho a tener una vida feliz.

Para Noriko, Hikari era una flor pura e inocente que llenaba su vida con emociones que en su niñez había desconocido. Ella era un corazón puro y gentil que iluminaba cada rincón de la oscuridad que tanto le costaba dejar atrás. Muchas veces, se preguntaba cómo Ken Ichijouji lo había logrado y creía que la solución había sido amistades y amor.

Su mirada divagó hacia la pareja que eventualmente tendría matrimonio, solo que nadie sabía por qué se estaban demorando tanto. Quizás deseaban formar más sus carreras profesionales o llevar una convivencia larga para preparase a lo que venía a futuro.

—Sé lo que estás pensando, Noriko. Para Ken no fue tan fácil como piensas.

—Pero entonces… ¿cómo así es capaz de mirar hacia delante sin pensar en… todo eso?

Noriko Kawada nunca tuvo amigos de verdad. Ni antes ni después del incidente de las semillas de la oscuridad. Al principio, era una niña que se dedicaba a estudiar porque era lo que tenía que hacer, su única responsabilidad. Acudía a clases solo para prestar atención y hacer su tarea, nunca entablando amistades profundas. Tan solo creía que su único propósito en la vida era estudiar, ingresar a una buena universidad y conseguir un buen trabajo, pero, al ver que su desempeño no era el adecuado, cuando Yukio Oikawa apareció, creyó que su vida cambiaría para siempre de manera positiva.

Hikari sabía muy bien lo que sucedió luego del incidente: los niños afectados se volvieron en un foco de atención.

Los medios de comunicación no los dejaban tranquilos, científicos querían datos de la semilla y analizar sus propiedades, ingenieros electrónicos de igual manera solo que para fines distintos. Todos se habían olvidado que Ken Ichijouji había sido el portador inicial y que las de ellos eran meras copias. No obstante, eran muchísimas copias con distintos desarrollos, a la abeja reina, por así decirle, no se desarrolló hasta el final. Por supuesto, la más acosada terminó siendo Noriko por haber formado una flor.

Se volvió en una flor aislada que no salía a ninguna parte, a ningún lugar. Sentía que no merecía nada, ni la segunda oportunidad que los Elegidos Originales le otorgaron. Le causaba asco y dolor ver a los demás vivir su vida ordinaria, como por ejemplo Keiko Kurata quien ahora mismo era la mano derecha de Mimi al ser su proveedora oficial de pan.

Pero lo que más asco y disgusto le causaba era ella misma.

—Estás pensando de nuevo en que no tienes derecho a ser feliz. Lo sé porque puedo leer tu rostro.

Hikari atinó en el blanco cuando Noriko presionó el agarre con más fuerza para decir sus últimas palabras de la noche antes de que todo se volviera un loquerío con las fantásticas ocurrencias de Daisuke Motomiya.

—Es difícil obtener ese derecho. Todos lo tienen, menos yo.

Definitivamente, el encuentro había sido inusual.

«Todos tienen derecho a perseguir una vida feliz. La parte difícil es cumplir ese derecho

Año atrás, cuando cursaba secundaria, Noriko deseaba saber qué era el amor.

Creyó que imitar patrones que veía en sus compañeras sería lo ideal, salvo que no contó que desarrollaría una especie de desorden acosador hacia Daisuke Motomiya, la persona a quien admiraba. El chico que la sacó de su encerrada habitación al enterarse que no estaba acudiendo a clases en primaria y fue causa de que se graduase y pasase al siguiente nivel de educación compulsoria.

No obstante, había algo que no cuadraba con lo que sentía. No se consideraba sincera.

Aun así, Daisuke luego de tanto embrollo, optó en aceptar su confesión y salir juntos.

Aquello no duró mucho.

Noriko era muy dependiente de Daisuke, tanto así que, si él no estaba, su razón de existir cesaba.

¿Acaso no podía tener una vida feliz?

—No vas a ser una flor aislada toda tu vida, ¿o si? —Daisuke le dijo un día.

—¿A qué te refieres?

—Tienes que vivir la vida, abrir tu mundo un poco más. Me da pavor pensar que un día no te encuentre si yo no estoy.

Y sí que tenía razón, porque cuando su desaparición junto a la de Iori, Miyako y Ken fue anunciada, Noriko casi se quita la vida en desesperación y estuvo internada por su salud mental durante los hechos del 2005.

Cuando Daisuke despertó y se enteró de todo lo que había transcurrido, al igual que confesarle a Taichi la razón por la cual ellos cuatro solos decidieron ir contra Alphamon, le llevó un racimo de higanbanas.

Definitivamente, Daisuke eligió las peores flores para la despedida final entre ellos.

—Si que no tiene delicadeza—dijo Miyako cuando entró luego a verla en la tarde y observó el florero.

Hikari estaba con ella y se sentó, manteniéndose en silencio.

Cuando Miyako se fue, Noriko empezó a llorar sin parar.

Pero ella no lloró por perder a su primer amor. Ella lloró porque nunca hubo un amor en primer lugar, y no pudo cumplir su derecho de tener una vida feliz como en los cuentos de hadas.

Aunque, jamás tomó noción que Hikari la había acompañado en su tristeza al no haberse ido con su amiga y su presencia pasar desapercibida en su mudez.

«Yo también tengo derecho a seguir una vida feliz. La parte difícil es llegar a un compromiso por ese derecho.»

Internet.

Quizás esa era la respuesta.

Amigos en línea.

O tal vez no.

Noriko dependía mucho de este círculo de amigos en los cuales creyó eran los que más la comprendían en lo que concernía a sentimientos y problemas mentales. Después de todo, cada uno de ellos tenía alguna enfermedad y se apoyaban entre sí.

Sin embargo, eran difíciles de complacer y cada vez que cometía un error, era juzgada cruelmente como si nunca hubieran sido amigos.

Un día, estuvo a punto de arrojar su celular al océano en la bahía de Odaiba, hasta que una mano amiga la detuvo.

Eran Hikari y Daisuke.

Cierto. Ambos estaban en una relación ahora, por eso Noriko sentía que no podía confiar en nadie, aunque, no había motivo para odiar a Hikari ni a Daisuke. Gracias a ella, él aprendió a ser un poco más gentil y menos bruto con palabras y expresiones. Pidió disculpas por las flores de años atrás y Hikari solo la abrazó a ella.

En ese momento, algo brotó en ella. La flor aislada que era se estaba abriendo en esa calidez, y no le gustaba esa sensación. Quería romper el mundo, deshacerse de todo, gritar y patear por la injusticia que sentía que la había rodeado toda su vida.

Sabe que tiene derecho a una vida feliz, sin embargo, no era capaz de llegar a un compromiso para ese derecho por medio de sus accionares.

La relación tóxica con personas a quienes nunca les había visto la cara se hacía peor. Verán, Noriko había empezado a escribir una historia, Takeru se lo recomendó como terapia. Entonces, una de sus amigas era escritora también.

Llegó cierto punto en el cual ambas platicaban más y hablaban sobre sus creaciones, la relación tóxica casi desapareciendo, hasta que fue acusada por un comentario que hizo sin pensar. Noriko dijo algo que no debió haber dicho. Y esa persona la abandonó de un día para el otro. Como un amanecer que no avisa a la noche que está llegando.

¿En dónde quedaron esos años de amistad que tuvieron? ¿Las conversaciones? ¿El apoyo mutuo? Pues aparentemente el decir algo era suficiente para echarte como basura de su vida como si nada de eso importase, entonces, Noriko meditó: ¿Acaso mis sentimientos no son válidos?

—Si lo son, y estamos aquí para demostrarte lo contrario—Hikari le dijo un día cuando la invitó a tomar un helado al no verla bien—. Tus sentimientos son válidos como los de cualquier persona. No tienen derecho a pisotearte de esa manera. Nosotros estamos aquí para ti.

—Hikari-san…

Fue ahí cuando notó que Daisuke no estaba en la mesa junto a ella.

—Ah, si te estás preguntando sobre Daisuke, terminamos hace unos días. No te preocupes, acabamos como buenos amigos. Me di cuenta que no era lo que yo buscaba. Que no había amor ahí aparte del suyo y no del mío. Pero al estar tan triste le recomendé que acompañara a Takeru a Francia, que está yendo a visitar a su abuelo. Quizás cambiar de aires le haga bien.

El corazón de Noriko se achicó, empezó a sudar y sus manos temblaban.

Hikari sentía lo mismo que ella, y sus palabras la levantaron de su propio abismo.

«Eso es porque me volveré mucho más feliz de ahora en adelante.»

—Ahora que lo pienso, somos unos cupidos interesantes—Hikari dijo cuando retornó a la mesa luego de ir por algo de beber—. Vi que la fila para saludarlos ha bajado. ¿Vamos?

Noriko dejó que Hikari la tomara de la mano. Se sentía bien. Se sentía correcto.

Su pura inocencia la había salvado antes y deseaba agradecerle. Pero no sabía cómo.

Cuando lograron llegar donde los novios, Daisuke las abrazó a las dos con gran fuerza, ambas sintiendo el dolor implícito y la profunda amistad que se mantendría ahí.

—Noriko, Hikari, si no fuese por ustedes dos esto no estaría pasando—dijo alegremente en su terno blanco.

—Dai nunca deja de hablarme de ustedes dos como si fuesen su ángel guardián—agregó Catherine, sonriente en su vestido de novia perlado.

—Es que es cierto, ¡si Hikari no me hubiera lanzado a ese avión con el tonto de Takeru jamás estaría aquí a tu lado! ¡Y si no hubiera conocido a Noriko tampoco!

—¿Pero en qué ayudé yo…? —la chica estaba confusa.

Hikari le guiñó el ojo.

—Me enseñaste a no rendirme, ser fuerte y no aislarme ante el dolor. A ser fuerte y buscar mi propia felicidad.

—Pero si yo no…

—Creo que tu felicidad está más cerca de lo que crees—Catherine lanzó una risa conspiratoria—. Ah, ahí vienen mis padres. Recuerda Daisuke, lo que te enseñé.

—Sí, sí, francés, aunque sea un poquito.

Fue ahí cuando sus ojos dieron con las manos unidas de ambas chicas.

—Regresemos a la mesa—Hikari se la llevó.

Noriko tan solo meditó lo que le habían dicho. Supo que no era un encuentro inusual. Que todo esto estaba predestinado a pasar. Por ello, lo dijo una vez se sentaron en la mesa, cuando Hikari se cuestionaba que cuánto podían aguantar Miyako los tacones porque seguía bailando y se preguntaba si debía ir a salvar a Ken.

—¿Qué dijiste? —parpadeó, sorprendida la castaña.

—Hikari-san, quiero ser feliz. Contigo.

—Noriko…

La fugaz flor le sostuvo nuevamente la mano, salvo que podía sentirse un significado distinto.

—Me volveré mucho más feliz de ahora en adelante, porque tú siempre estuviste en mis peores momentos. Tengo el derecho de ser feliz, y quiero serlo a tu lado. Desde niña… jamás sentí que al estar con Daisuke algo cuadraba, pero… pero contigo… cuando dijiste luego de terminar con él las sensaciones que nacieron en ti… eran tan similares a las mías en ese entonces. Disculpa si me estoy adelantando a las cosas, para empezar, no sé siquiera si tú…

—Piensas mucho de más, Noriko.

Hikari Yagami le dió un beso en la frente.

«No voy a comprometerme solo con esto. Vamos a recuperar toda nuestra felicidad que perdimos.»

Noriko Kawada sabía muy bien que Hikari había perdido parte de su felicidad también. Por ello, cuando empezaron a vivir juntas, se dedicó en recuperar todo ese tiempo perdido para que ambas sanaran. Hikari y su estrés postraumático de la casi muerte de Taichi, y el de ella.

La casa era idéntica a la de sus vecinos hasta la sombra de la pintura en los balcones de hierro, pero todos sabían en cuál vivían ellas de inmediato. Mientras que cualquier otra vivienda era simplemente el imponente ladrillo negro, la suya era un torbellino de flores en todos los tonos. A lo largo del riel colgaban cajas y debajo había cestas colgantes. Las flores de cerezo eran las favoritas de ambas y las cultivaban por más que no vayan a crecer en un árbol.

Siendo así de abiertas la una con la otra, esta vulnerabilidad emocional era lo suficientemente difícil al inicio con sí mismas, pero había mutua confianza. Eran las únicas en el corazón y alma de la otra.

Hikari cerró un libro que leía en el patio, solo para acudir a Noriko quien estaba regando los brotes de cerezo.

—Me quedaré mientras me ames y ni un día más, porque incluso si aún te amo, tiene que ser en ambos sentidos. Entonces, incluso si no te sientes viva sin ti, incluso si te has convertido en el aire que respiro… Creo que la poesía de Takeru se me ha contagiado, pero, a lo que quiero llegar es…

Hikari se arrodilló, sacando un anillo.

—Noriko Kawada, ¿te casarías conmigo?

En ese preciso instante, supo que la felicidad realmente si existía y tenía todo el derecho de obtenerla y compartirla al lado de Hikari.

«Para mí, eso es alrededor de cien años. Para ti, un valor de mil años.»

Sakurako observaba fotografías de tiempos de antaño, de vez en cuando lanzando preguntas hacia ambas chicas.

—¿Por qué me adoptaron…?

Preguntó un día, que reposaban en la cama las tres, viendo una película para niños.

La respuesta era simple, y ambas se la dieron: porque todos merecen ser felices, y la felicidad de ellas que será alrededor de cien, para su hija tendrá un valor de mil a futuro.

Un gentil y amable corazón que solía ser una aislada flor, se unió con una fugaz, pura e inocente para crear un mundo en el cual todos pueden ser amados con felicidad de por medio. Ser el inicio de una nueva etapa, tal y como las flores de cerezo anuncian que llegó la primavera.

Este breve período sirvió en sus vidas como un recordatorio para vivir con sus mejores intenciones, siendo conscientes de la naturaleza gentil y efímera de la vida, porque de hecho es breve. Por eso sabían que no debían ser egoístas, y la respuesta a la que llegaron tenía que ser compartida.

El encuadre de una familia de a tres en ese momento, ilustraba ese principio del cerezo por su brillante temporada de floración de corta duración

—Porque el poder del amor trae esperanza, pero a veces los pasos hacia el amor causan dolor y aquellos hacia una vida de soledad se sienten cómodos en su familiaridad. Nacimos para amar y con todo el coraje necesario para recorrer el camino hacia él, sin importar la aspereza, sin importar las dificultades.

Noriko amaba lo profunda que era Hikari.

—Eso es lo que hemos aprendido y te queremos enseñar. Tú felicidad vale más que la nuestra ahora—agregó la mujer de cabello caramelo.

Con el amor verdadero sientes que el otro es la razón por la que tu vida es hermosa. Es cuando estás perdido en esos ojos, esos pensamientos y piensas en ellos en todo momento. Amar a alguien lo mejor porque cuando te sientes triste y hablas con esa persona, y todo lo que dicen es: "Todo estará bien; estoy justo a tu lado".

Eso era Hikari para Noriko.

Eso era Noriko para Hikari.

Por más que se entristecieran, la felicidad no se iría, tomando noción de que tan significativa era la presencia de una hacia la otra.

Dos flores floreciendo sea en una eterna o transitoria primavera.

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Escrito por una muy ansiosa y deprimida ShadowLights, que de seguro se arrepentirá a futuro.

Gracias por siempre escuchar mis problemas, Ciel. El Dairine es un pequeño gesto hacia ti.

Trivia

Prunus Serrulata: Nombre botánico del cerezo de flor japonés.

Hanakotoba: significado de las flores en japón y cómo se comunica a través de la expresión de emociones e intenciones a través de las flores.

Higanbana: Red Spider Lily. En Hanakotoba significa "un último adiós". A menudo se usa para funerales, se dice que crece en caminos donde las personas se separan para siempre. Fabulosa por ser la flor que saluda a los muertos en su camino a través del más allá, la higanbana es la flor que se ve que marca el final de un capítulo importante. Si bien no siempre se usa para marcar la muerte, esta flor a menudo se envía como un adiós final y es un símbolo para seguir adelante.

Flor de cerezo: En Hanakotoba significa "un puro y gentil corazón". Tomando su significado de la pureza y la gentileza del corazón, el sakura es simbólico del principio de "mono no aware", que comunica la conciencia de la impermanencia.

Mono no aware: literalmente significa "el pathos de las cosas", y también traducido como "una empatía hacia las cosas", o "una sensibilidad a lo efímero". La efímera naturaleza de la belleza, la sensación agridulce y eufórica de haber sido testigo del deslumbrante circo que es la vida, sabiendo que nada de eso puede durar. Básicamente se trata de entristecerse y apreciar la transitoriedad, y también de la relación entre la vida y la muerte. En Japón, hay cuatro estaciones muy distintas, y realmente te das cuenta de la vida, la mortalidad y la fugacidad. Te das cuenta de cuán significativos son esos momentos.

Sakurako: Significa Niña flor de cerezo. Lo consideré adecuado por la temática.