TODOS LOS PERSONAJES PERTENECEN A JK. ROWLING
BUENA LECTURA.
Frente a ti: Recuérdame
1° TEMPORADA
Capítulo Diez
"Sacrificio"
Su vida seguía girando y él sólo deseaba bajarse en la parada próxima porque sentía que caería desmayado por un buen tiempo, y sabe Merlín que lo preferiría así, ya suficientes mentiras había aguantado para ser cómplice de la misma. A pesar de todo lo ocurrido en los últimos días; el despertar de su padre, la llegada de Melissa, el hallazgo de Hermione y el regreso de Draco, no podía perdonar al pelirrojo y había optado por decirle la verdad a su padre, quien ya recuperado, pretendía informarse de las acciones del cuartel.
A la distancia pudo observar la mirada de reproche del hombre lobo pero él prefirió ignorarlo, recordando también la cuota de responsabilidad que caía sobre él y del silencio que guardo por tanto tiempo. Desvió la mirada hacia la puerta y agudizo el oído pero no pudo captar ningún sonido, de seguro la habitación estaba hechizada.
-No debiste hacerlo – Apuntó Remus junto a la puerta – Debiste darle chance a Ronald de decirle la verdad.
-Ya tuvo tiempo suficiente – Soltó él cruzándose de brazos – No seguiré guardando silencio y más cuando prácticamente toda la actividad del ministerio se ha tenido.
-Tenemos tareas asignadas, no lo olvides – Siseo el hombre lobo aguardando que nadie les escuchará – No comprendes la situación y lo delicado del asunto, verdad. Debes comprender que el ministerio es vulnerable.
-Nuestro objetivo debe ser la zona sur – Aclaró el muchacho frunciendo el ceño – Estamos perdiendo el tiempo, Remus.
-Realmente lo piensas – Cuestiono alzando las cejas – Si el ministerio no hubiese sido infiltrado tú madre estaría viva.
-Escúchame…
-Guarden silencio – Soltó Rose a unos metros. Alejada del intercambio de palabras de ambos hombres – No es tiempo de recriminaciones. Es incómodo realizar este tipo de investigaciones pero necesario, recuerda que obedecemos órdenes. – Acusó dirigiéndose hacia su novio quien había avanzado un par de pasos
Apretó los puños y regreso hacia la pared del pasillo para apoyarse sobre ella sin emitir comentario alguno, sintiendo una opresión sobre el pecho que no podía quitarse hace varios días y ya comenzaba a hartarse de sentirlo. Su dolor por la traición comenzaba a nublar su buen juicio y le instaba a mirar al pelirrojo – su tío y familiar – como a un enemigo, un sujeto del cual ya no podía volverse a fiar.
Desvió la mirada hacia la puerta de la oficina del pelirrojo y suspiró, tal vez esperando a que su padre le diese la razón y también comenzará a verle como un enemigo. Quizás así su malestar sea menos doloroso.
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¿Quién es el enemigo? Acaso el sujeto que abiertamente nos declara la guerra o el que ha pretendido ser tu amigo pero que en realidad guarda tantos secretos, no lo sé. Quiero pensar que el sujeto sentado es el adolescente que conocí cuando teníamos once años pero lo que veo en sus ojos me hace dudar, su oscuridad estremece mis intenciones de seguir golpeándole y siento una profunda lastima por él. Su dolor le ha convertido en un hombre solitario y miserable; sentirse culpable por la muerte de un ser querido nos cambia radicalmente y nos autoimponemos un castigo para solventar nuestro dolor: alejamos a las personas importantes y no importa cómo, por engaños, mentiras, traiciones, etc.
Su culpabilidad es evidente y por ello ha aceptado tal golpiza sin reclamo alguno, puedo percibir el alivio que siente porque su respiración es normal y no ha emitido sonido alguno desde que llegué. Ni siquiera ésta situación puede ser comparable a cuando discutimos porque él había golpeado a Hermione, su expresión es resignada a admitir la culpa que tuvo al guardar silencio sobre el paradero de Rafael y de cuán involucrado estuvo en la muerte de Ginny.
-Has perdido la confianza de todos – Soltó el ojiverde sin perder la compostura rígida – Incluso de James, ya no puede confiar en ti.
-Es normal, se trata de su madre – Acusó Ronald esbozando una rota sonrisa. – Si has terminado, ya puede retirarte – Suspira incorporándose a duras penas de la silla.
-¿Qué sucede? – Soltó Harry sujetándole de la camisa por enésima vez - ¿Por qué actúas como si no importará? No te importa James, Joshua o Rose, alguien.
Mi mejor amigo, hermano.
¿Cómo te has quebrado así? Llegué a pensar que el regreso de Luna pudo quebrar el murallón que impusiste hace tantos años pero me equivoque, la prueba de tus ojos sin vida lo demuestran con crueldad. Quisiera saber lo que piensas o tramas porque sé que sucede algo y te empeñas por guardar silencio, como siempre. O peor aún, mintiéndome.
Sé que mientes porque prefieres alejarnos de tu lado a exponernos a un peligro, y Rafael lo es, y más cuando tu hija está embarazada. Alejas de paso a James porque no serías capaz de exponer al padre de tu nieto y mucho menos expondrías a Joshua, el hijo de la mujer que amas.
-Suéltame – Sisea el pelirrojo empujando a su amigo ligeramente – No eres parte del ministerio, no debo explicarte mis acciones.
-Tienes razón – Suspiró Harry frunciendo el ceño – El jefe de aurores seguirá guardando secretos.
-Si estuvieses en mi lugar.
-Confiaría en mis amigos
-Es fácil decirlo.
-Mírate Ronald – Apuntó mirándole con pesar – No puedo reconocer a mi mejor amigo. Te has convertido en una sombra.
Mueves la cabeza y tomas asiento detrás del escritorio para luego bajar la mirada hacia los pergaminos, la conversación ha terminado y ya poco queda por platicar, después de todo, el hombre que conocí ha quedado en el pasado y ya no volverá, no importa cuánto le golpee, grite o maldiga. Aquel hombre ya tomó la decisión de alejarse de las personas que amaba, seguirá sus propias reglas e intentará solucionar el asunto por cuenta propia, ya no confía en nadie y posiblemente ya nadie confié en él.
Sujetó el picaporte de la puerta intentando alargar el momento y darle chance de arrepentirse para decirme algo pero el silencio sigue acompañándole, suspiro. Giro el metal y abro la puerta para sencillamente alejarme del pelirrojo y de esa expresión llena de dolor. No importa cuán resentido estén James o Rose con el pelirrojo, ya no. Las palabras llenas de sabiduría de Remus tampoco y mucho menos la inquebrantable paciencia de Joshua.
Ronald había decidido resignarse.
-Harry… - Soltó Remus preocupado. El ojiverde le devolvió la mirada - ¿Qué ocurrió?
-Nada – Suspiró el aludido bajando la mirada – Lo siento – Sonrió a duras penas.
-Harry…
-Papá… - Acusó James intrigado por el semblante del hombre
-Obedezcan las ordenes de Ronald – Aconsejo el aludido dirigiéndose hacia Rose. James y Remus intercambiaron miradas – No hay mucho que hacer.
-¿Por qué lo dices? – Preguntó Rose sorprendida por las palabras de su tío, resignadas - ¿Qué ocurrió?
-Quisiera saberlo – Susurró para luego sujetarle por los hombros – No le dejen solo, por ningún motivo. Sé que guardo secretos y posiblemente lo siga haciendo pero siguen siendo las manos que necesita para levantarse – Dijo observando a su hijo – Debo regresar al hospital, los veré por la noche.
-Papá…
-Puedes venir Remus – Pidió Harry mirando de reojo a su amigo
-Claro Harry – Dijo el aludido caminando junto al ojiverde, alejándose de la pareja.
-No puedo entenderlo – Negó el muchacho revolviéndose el cabello. De reojo observó a su hija - ¿Qué haces? – Preguntó al verle golpear la puerta.
-Tengo que verle.
-Rose…
-Es mi padre – Resolvió la mujer ingresando a la oficina. El joven auror bufó rodando los ojos.
Se cruzó de brazos observando detenidamente la puerta por donde había desaparecido la mujer, le inquietaba la conversación sostenida por su padre y el pelirrojo, después de todo, la personalidad de ambos hombres chocaba en ciertas decisiones y más cuando se trataba del asesino de Ginny. Se pasea largamente por el pasillo hasta perder la paciencia para ingresar a la oficina del pelirrojo, espera encontrar algún tipo de discusión entre padre e hija pero se sorprende por el silencio y los ligeros quejidos del hombre.
-Me dirás que sucedió entre ustedes – Escuchó la pregunta de su novia
-Estoy bien…
Se podía decir que Ronald Weasley estaba hecho polvo, y según James, era decir poco porque parecía ser una contienda desigual y sólo cabía recordar el estado de Harry para confirmarlo. El ojiverde prácticamente salió sin ningún tipo de rasguño de la oficina y haciendo pensar que apenas si intercambiaron palabras no así golpes.
-James… - Dijeron sacándole de sus pensamientos – Puedes traer algunas pociones.
-Eh… Claro – Soltó el aludido sin poder creer el estado del pelirrojo. No necesitaba demasiadas explicaciones para hacerse una idea de lo que había sucedido en aquel lugar.
Su tío simplemente optó por no defenderse.
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-¿Qué pretende Ron? – Preguntó por segunda vez al licantropodo – Entiendo la seguridad del ministerio y lo importante de alejar a los espías pero han pasado días y no ha preparado un ataque a la zona sur.
-No es sencillo – Negó el hombre – Colocamos en evidencia nuestros puntos de aparición y llevará tiempo ajustar coordenadas seguras.
-Yo mismo podría hacerlo en tres días – Acusó alzando las cejas – Estoy oxidado, James lo haría en horas.
-Harry…
-Dos semanas… - Apuntó inquieto – Y Hermione sigue dormida, Ronald ha perdido la confianza de James y posiblemente de Rose, y todavía no hay ningún plan.
-No arriesgará a su hija y menos en ese estado
-No sigas mintiéndome, Remus – Dijo el ojiverde – Crees que soy tan ingenuo como para ignorar el estado de Ron.
-¿De qué hablas?
-De infiltración.
El silencio inundo el lugar mientras Remus bajaba la mirada.
-Lo conozco… - Susurró Harry – Poseía el mismo semblante de cuando se despidió de nosotros, la noche antes de desaparecer por completo.
-Crees que sería capaz de infiltrarse – Le miro
-Sí – Asintió con pesar sentándose en una silla – No entiendo porque lo hace, teniendo tanto porque quedarse. – Meditó
-Según entiendo… - Suspiró – La petición hacia el ministro de magia está realizada, sólo esperan el momento oportuno para ejecutarla.
-Comprendo…
-Se lo dirás a ellos
-No – Negó incorporándose de la silla – Es la decisión de Ronald.
Costaba admitirlo pero el pelirrojo debía asumir los riesgos que tomaba y volver a infiltrarse para capturar a Rafael era uno de ellos; Su mejor amigo debía asumir el costo de dejar a las personas que amaba para regresar a esa oscuridad de antaño, debía saldar cuentas pendientes e intentar regresar lo antes posible pero sabiendo de que el costo sería alto, ya la confianza con James se haría añicos, su hija le miraría con reproche, Joshua seguiría a su lado pero entristecido por este nuevo pelirrojo, y finalmente Luna, tal vez sería demasiado tarde para ellos.
Y él posiblemente seguiría sintiendo lástima.
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-¿A dónde vas? – Pregunta su hija detrás de él. Arruga el pergamino con evidente fuerza pero se mantiene firme, a espaldas de su hija - Papá…
-El ministro quiere verme – Soltó en apenas un susurro – Es urgente.
-En ese estado – Argumentó con preocupación
-Estaré bien, hija – Dijo girándose ligeramente para sonreírle. Rose se acercó hasta él, sujetándole el rostro habló
-Eres importante para mí – Confesó – Nos hemos alejado pero nunca olvides que te amo.
-Y yo a ti, hija – Susurró sujetando las muñecas de su hija. Un punzante dolor atravesó su corazón – Tampoco lo olvides.
-Jamás podría – Sonrió para luego besar la mejilla del pelirrojo – Ninguno de los dos. – Añadió guiñándole un ojo.
-Con permiso… - Dijeron desde la puerta. Padre e hija se giraron hacia la puerta de donde Joshua les devolvía la mirada – Es una emergencia, es Rafael.
-¿Qué ocurrió? – Preguntó Rose frunciendo el ceño
-Se encuentra en Hogwarts mientras otro grupo avanza hacia el hospital – Informó de carrerilla
-Buscar a James – Soltó Ronald seriamente – Vayan al hospital, todos. Remus y Teddy irán a Hogwarts, de seguro van por Draco y Gin.
-¿Qué harás tú? – Preguntó Rose
-Les alcanzó en el hospital.
-De acuerdo
Observa a su hija salir junto a Joshua mientras él sigue contemplando el pergamino entre sus manos, aquel simple papel que finalmente da la confirmación del siguiente paso lógico del juego. Su corazón late con fuerza y la ansiedad le embarga, ya conoce las reglas y sólo le quedaba esperar el momento oportuno para concretar la infiltración que le llevaría de regreso hacia la zona sur.
Coge la túnica sobre la silla para luego salir raudamente hacia la oficina del ministro de magia, el pergamino parece una formalidad pero necesita dárselo a su superior para hacerlo oficial y finalmente ser notificado a personas especificas – si y sólo sí – en caso de que resultase un desastre y con ello su vida estuviese comprometida.
Avanzó hacia la oficina del Martín Hans entre la algarabía de varios aurores movilizándose hacia los puntos de ataques, de reojo puede percatarse de James, Rose y Joshua discutiendo los próximos movimientos. Su mejilla hormiguea producto del beso de su hija y su corazón se llena de calidez de tan sólo recordarlo, cierra ligeramente los ojos y vuelve a sonreír porque sabe perfectamente que podría ser la última expresión de cariño de ambos y egoístamente quiere conservar aquel recuerdo por siempre.
Golpea rápidamente la puerta del ministro y la abre sin mucho preámbulo ya que conocen el plan, coge pluma y pergaminos ya preparados para simplemente firmarlos bajo su nombre. Baja la pluma cuando el penúltimo pergamino es firmado y cruza miradas con el ministro de magia, la primera desde que atravesó la puerta con decisión y los recuerdos a flor de piel.
-No hay vuelta atrás – Susurró Martín mirando al jefe de aurores - ¿estás seguro?
-Si señor – Respondió como lo hizo hace seis años. Volvió la mirada hacia el pergamino y firmó – Debo irme.
Deja la pluma sobre el escritorio para luego sencillamente abandonar la oficina del ministro de magia, ya estaba tomada la decisión y sólo restaba ejecutarla. Cogió el primer trasladador habilitado y desapareció del ministerio, tal vez para nunca volver.
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-Malcrías a tu hija – Reprochó Luna buscando pociones en el maletín que portaba – Debes alimentarla con comida saludable y no chucherías, Draco – Suspiró observando al hombre sonreír de manera inocente
-Exagerada – Dijo restándole importancia – Nadie ha muerto por comer chucherías, o sí – Añadió observando a su hija quien reía – Yo lo hago y estoy en forma.
-Comienzas a tener una forma redonda, Draco – Acusó la rubia mujer riéndose ligeramente. El aludido se hizo el ofendido – Y nadie muere por comer dulces pero si te puedes enfermar sino cómo explicas el dolor de estómago de tu hija
-Eso tiene explicación – Dijo el rubio entrecerrando los ojos a su hija – Se quedó con mi porción de dulces.
-No es cierto – Negó la niña pelirroja de siete años – Me lo debías de dos meses, es justo.
-No es cierto – Replicó el hombre cruzándose de brazos – Te deje una bolsita de emergencias….
-A veces me pregunto quién es el crío – Suspiró Luna rodando los ojos. Padre e hija se miraron esbozando una sonrisa – Aquí tienes Gin, te sentirás mejor – Dijo dejándole el frasquito con poción – Reposa un momento y luego deberías comer algo nutritivo en la cocina, ya el comedor debe estar vacío – Reflexiono.
-Sí, debe estarlo – Dijo Draco observando el reloj – De seguro Severus se encuentra en clases. Ha reemplazado a Potter durante semanas, cuándo volverá.
-Le di de alta hace tres días – Comentó guardando el frasco vacío – De seguro regresará cuando Hermione despierte.
-Crees que recuperará la memoria.
-Primero debemos saber si la perdió – Suspiró pensativa – La recuperación de Harry fue un milagro, sucederá lo mismo con ella.
-Eso espero – Musito el hombre.
-Es tiempo de partir – Anunció la rubia. Se despidió de Gin y luego de Draco a quien abrazó – Cuídate Draco, por favor.
-Estaré bien.
-Lo que hiciste fue peligroso – Añadió frunciendo el ceño – Tu hija te necesita.
-Lo sé – Asintió el hombre
-Nos vemos.
Apenas si logro llegar hasta la puerta cuando la misma se abrió de golpe, dejando ingresar a Severus Snape, agitado y sujetando su varita con firmeza prácticamente puso en alerta a ambos magos. De pronto, el ruido del exterior comenzó a hacerse más evidente.
-Debes trasladarte al ministerio – Acusó el profesores de pociones, Draco le devolvió la mirada – Es Rafael.
-Sabe que estoy aquí – Afirmó más que pregunto el rubio. El hombre pareció dudarlo por eternos segundos pero finalmente asintió – Severus.
-Debes irte – Rebatió Luna observando las intenciones de su amigo por luchar – No estás solo – Añadió echándole una mirada a la pequeña pelirroja – Ya habrá tiempo para saldar cuentas pendientes.
-Luna… - Masculló el hombre con aprehensión – No huiré eternamente.
-No te pido eso – Negó la mujer frunciendo el ceño – Debes esperar el momento oportuno para enfrentarle, todos.
-Tiene razón – Dijo Severus – No puedes quedarte aquí. Ve al ministerio.
-De acuerdo – Susurró sujetando la mano de su hija
Observaron al rubio coger polvos flú de la oficina de Severus para luego marcharse del colegio en compañía de su hija. El profesor avanzo a grandes zancadas hacia la chimenea para coger polvos flú y luego entregárselos a la medimaga, la aludida se negó.
-Debes irte – Susurró el hombre – Si te encuentra aquí, expondrás a Ronald.
-Debo acompañarle – Dijo la mujer con decisión – Ambos poseemos un presentimiento, es posible que hoy sea el día para comprobarlo.
-Si te quedas corres el riesgo de ser capturada – Expuso Severus escuchando gritos y pasos apresurados del exterior – No puedo permitir eso.
-Es mi decisión.
-Luna…
Al parecer la posición de Luna estaba decidida porque sencillamente el profesor de pociones se vio obligado a asentir y girarse hacia la puerta sin emitir ningún comentario, ya poco importaban los reclamos y el ataque hacia el castillo necesitaba de toda la ayuda posible. Abrió la puerta dejando sentir el ambiente del exterior y del enorme desconcierto que se palpaba en el aire, después de todo, lo ocurrido hace algunos meses seguía vivo en la memoria colectiva del colegio.
Observo por última vez a la rubia y salió de la oficina dispuesto a defender el colegio, y sin mucho preámbulo, la rubia medimaga hizo exactamente lo mismo.
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Observas el inevitable camino hacia la muerte fingiendo regresar con una victoria pero conociendo el verdadero final de la historia; nada que un poco de inteligencia pudiese solucionar y ya estaba posicionado para coger el lugar de otro e ingresar por segunda vez a ese infierno del cual trato de escapar por tantos años. El algarabío alrededor suyo no puede aplacar los gritos del pasado y lo que tuvo que hacer para permanecer incognito, ya su corazón parece a punto de estallar porque sabe que no hay vuelta atrás y debe de cumplir una orden autoimpuesta.
Después de mucho discutir y prácticamente echar a patadas hacia el traslador al grupo de aurores, logró enviarles al hospital con el objetivo de proteger a Harry y Hermione, después de todo, ninguno de los dos estaba en condiciones para enfrentarse a los mortifagos, y por otra parte, también debían velar por la seguridad de la rubia mujer. Al menos Joshua no tuvo reparos y arrastró a sus amigos hacia el trasladador y juntos desaparecieron.
Corre por el pasillo que da hacia el gran comedor para luego ayudar a profesores a cerrar el mismo; los recuerdos le llevan al día de la captura de Henry y el entonces ministro de magia, el abrupto encuentro de James y Teddy le hace sonreír porque entonces no conocía la relación que llevaba el chico con su prima.
-¡Expelliarmus! – Exclama haciendo volar a un mortifago. Sigue al mortifago para luego quitarle la consciencia y alejado de todo el mundo dar el primer paso hacia la zona sur.
Coge un mechón de cabello oscuro del hombre para luego vaciarlo sobre la poción multiugos ya preparada, observa la mezcla a la espera de poder beberlo y comenzar el segundo paso del plan. Su respiración es agitada porque tuvo que recorrer medio castillo intentando encontrar la oportunidad perfecta para hacerlo, no podía permitir errores y la infiltración sólo dependía exclusivamente de él mismo.
No puede dejar de mirar el frasco porque sabe que es un pasaje sin retorno hacia la zona sur, ya nadie puede evitarlo ni salvarle de ese destino.
Es un juego de ajedrez iniciado hace tantos años y Ronald Weasley simplemente ha optado por el siguiente e inevitable movimiento, ya no puede seguir postergando ese movimiento porque el peligro de involucrar a otras personas es inminente, prefiere tomar la decisión él a sacrificar a las personas que amaba en ese oscuro campo de batalla. Su respiración se normaliza y decide destapar el frasco dispuesto a ingerir el contenido, ya pronto la situación del castillo se normalizará y él deberá salir de ese lugar, ya no como un auror sino como un mortifago.
-Ronald…
El sutil susurro le hace girarse bruscamente hacia la voz y quedar de una pieza al comprobar la identidad de la persona: se siente desarmado porque jamás ha logrado mentirle y mucho menos ocultarle ninguna verdad, salvo ésta o quizás no, tal vez siempre supo de su decisión y simplemente guardaron silencio por temor a la despedida. Observa los ojos azules de la mujer y sus labios entreabiertos producto de la carrerilla, desea decirle tantas cosas pero prefiere guardar silencio por temor a que sus propios sentimientos le traicionen.
Vuelve la mirada hacia el frasco, ya es tiempo.
-No sigas destruyéndote.
-Lo siento – Susurró él esbozando una sonrisa rota – Perdóname.
-Ron… - Ya era tarde.
Su propia transformación comienza y aunque el dolor físico causa estragos en él, no puede dejar de mirar a la rubia mujer. Sólo por un instante desea ver repulsión, decepción e incluso odio reflejado en su mirada pero sólo comprueba preocupación, tristeza y cariño, aquel sentimiento que sigue manteniéndose después de tantos años y por sobre todas las cosas. Cierra los puños de manera impotente porque la mujer sigue queriéndole como hace años y no odiándole como realmente se lo merece, prefiere su odio a su cariño y comprensión porque al menos la despedida sería menos dolorosa.
Siente los mechones oscuros poblar su frente y sus ojos del mismo color se fijan sobre el collar que él mismo le regalo hace años, lo sujeta entre sus dedos y sonríe tristemente. Comprende entonces cuán desafortunado había sido en el amor y lo lento que siempre había sido; había amado a esa mujer desde hace años y nunca tuvo el coraje suficiente para decirle la verdad, para mirarle a los ojos y confesarle que daría su vida con tal de que estuviese bien, como ahora, hoy que estaba a punto de sumergirse en la oscuridad para tal vez nunca regresar y sólo por ella, por su bienestar y la de su hijo.
-Cuídate… - Susurra con voz rasposa para luego acercarse y besar ligeramente la frente de la mujer.
Un beso que quema las entrañas de la mujer y le obliga a sujetar la muñeca de aquel extraño hombre, ya no podía identificar la mirada de su mejor amigo pero sabía perfectamente de quien se trataba, sin más corta distancia para besarle ligeramente en los labios, con un sabor extrañó y embriagante al mismo tiempo. Extraño porque pareciese una despedida definitiva y embriagante porque quiere probarlo de nuevo pero el tiempo apremia, ambos lo saben.
Se alejan del otro y cada uno toma un camino diferente esperando reencontrarse nuevamente, y aunque uno de ellos lo sabe, el segundo guarda la secreta esperanza de volverse a mirar a los ojos y finalmente decir lo que lleva guardando hace tantos años, desea probar los labios del hombre que ama y no separarse de él nunca más.
Mientras el primero… sencillamente debe guardar aquel recuerdo hasta el último de sus días.
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Un temor recorre cada célula de mi cuerpo y no puedo evitar temblar de la ansiedad por la siguiente información, ya la situación del hospital se había normalizado y el ataque de los mortifagos resulto repelida por la llegada de los aurores, prácticamente evacuar hacia un lugar seguro fue innecesario gracias al excelente trabajo del cuartel general. Sin embargo, el temor que inunda mi corazón y mente sencillamente se aleja al ataque de los mortifagos sino se inscribe hacia algo más importante y delicado para todos: la salud de Hermione.
Sólo segundos antes de la llegada de los mortifagos, el despertar de la castaña hizo resurgir la esperanza de todos y esbozar una sonrisa de felicidad pero aquel sentimiento no era eterno y prácticamente se derrumbó hacia la única pregunta que logro formular Mike: ¿Cuál es tu nombre?
-Hermione Weasley.
Acaso podía olvidar una vida entera junto a él y reemplazarla por un pasado más que superado; su sonrisa se borró de un plumazo y la desolación en él pesa sobre los hombros, prefiere mil vez ser olvidado a hacer nuevamente el mejor amigo de la castaña. Cientos de recuerdos parecen congelados en el tiempo y desechados porque la otra persona jamás los ha vivido, no puede comprender esa situación y menos cuando él hizo hasta lo imposible por regresar junto a ella.
-No recuerda demasiado… - Suspiró Mike después de salir de la habitación y comunicarle la situación a todos los presentes – Conoce el estado de Ginny – Aclaró llamando la atención del ojiverde – De seguro todavía piensa que está casada con Ronald.
-Casi un año – Musito Rose pensativa - ¿Cuándo podrás establecer las fechas?
-Esperaremos la llegada de Luna – Dijo inquieto – Sólo les pido paciencia y ésta vez procuren ser cuidadosos con la información, por favor – Exigió mirando a cada uno de sus amigos, en especial, Harry
El aludido restriega las palmas de sus manos contra su rostro mientras recuerda todo lo ocurrido después de la muerte de Ginny; el bochornoso episodio donde prácticamente le pide salir de su vida, el reencuentro de ambos, la pelea entre Hermione y Ronald, su propia pelea con el pelirrojo, el primer contacto de sus dedos con los labios de su mejor amiga, el viaje a Italia para encarar a Draco y el fallido intento por ingresar a la zona sur. Cientos de emociones que posiblemente ya ha olvidado o siguen en ella, de cualquier manera, el amor de ambos sigue estando oculto por la amistad y el cariño fraterno.
-¿Dónde está Luna? – Pregunta James intrigado por la ausencia de la rubia. Su compañero parece dudar – Mike.
El ojiverde frunce el ceño percatándose de la ausencia de la mujer.
-Mike… - Insiste Joshua preocupado - ¿Dónde está mi madre?
-Se encuentra en Hogwarts – Acusa el medimago provocando sorpresa en todos los presentes. El segundo lugar atacado por Rafael. – Visitaba a Draco…
-¿Por qué lo dices ahora? – Suelta Joshua molesto para acercarse hacia el muchacho castaño pero la presencia de Natalie le detienen – Natalie…
-Tranquilo todos – Dice la mujer pelirroja ayudando a su novio – De seguro se encuentra bien, el tío Ron y el resto se encuentran en ese lugar.
-Debo ir… - Susurra el hijo de Luna dándose media vuelta.
Apenas avanza un par de zancadas porque a la distancia la mujer caminaba hacia ellos con paso seguro, parecía en perfecto estado. El ojiverde sin embargo ladeó la cabeza intrigado, no muy convencido de la fingida sonrisa de la mujer y esa mirada entristecida.
-¿Por qué estabas en Hogwarts? – Preguntó Joshua preocupado por su madre
-Visitaba a Draco – Se explicó la mujer – No te preocupes, estoy bien. Logre salir del castillo con ayuda de Severus.
-Y Draco – Inquirió Rose
-Se encuentra en el ministerio – Informó tranquilamente – No conocíamos las intenciones de los mortifagos, de seguro buscaban a Draco y no podíamos exponer a Gin.
-Perfecto – Asintió la mujer aliviada porque Draco y Gin estuviesen bien
-¿Cómo estás? – Preguntó Mike intrigado. Su compañera sonrió
-Estoy bien – Asintió la mujer sonriendo - ¿ustedes?
-Muy bien… - Dijo el muchacho – No fue necesario trasladar a Hermione, ya despertó.
-¿enserio? – Inquirió la rubia sorprendida - ¿Cuánto recuerda?
-No lo sabemos – Negó el chico dándole paso a la medimaga – Sólo pude hacerle una pregunta y recuerda ser esposa de Ronald. Te esperaba para seguir con las pruebas.
-De acuerdo – Musito la mujer pensativa – Ingresemos.
-Estás segura… - Soltó Harry alejado ligeramente del resto. La mujer le devolvió la mirada – No tienes buen semblante…
-Estoy bien, Harry – Acusó Luna sosteniéndole la mirada a su amigo por ligeros segundos, los suficientes para darle la razón al moreno – No perdamos el tiempo – Le menciono a Mike.
El moreno sujetó su muñeca derecha tras la espalda adoptando una postura rígida y pensativa al mismo tiempo, él conocía a la rubia mujer hace varios años y sabía perfectamente cuando estaba mintiendo, y ésta era una esas veces, ocultándoles una importante información de la cual pocos esperaban y de seguro sería difícil de digerir para todos, después de todo, el silencio del pelirrojo seguía marcando tendencia y haría un enorme vacío apenas se enterarán de la verdad.
Eternos minutos le siguieron cuando de pronto la figura de Melissa apareció en la sala de espera, su presencia no resultaba extraña puesto que estaba en ese lugar para asegurar la seguridad de Hermione pero ésta vez parecía cumplir un encargo especial, su expresión y la carta entre sus manos era la evidencia. Su respiración se volvió pesada y la presión de la mano derecha sobre la muñeca izquierda se intensifico hasta el punto de provocarle un dolor intenso.
Y entonces Rose Weasley leyó la carta dirigida hacia ella.
-Es el ministro… - Susurró la mujer sin apartar la mirada de la carta – Quiere vernos. A todos – Anunció dirigiéndose hacia su familia.
El ojiverde intercambio una mirada con Melissa, suspiró.
Sin duda la mujer era la mano derecha del pelirrojo.
Con pasos raudos se alejan del hospital para pisar nuevamente el ministerio de magia, el cual parece volver a la normalidad después de la emergencia vivida en dos puntos importante de la comunidad mágica: el hospital y Hogwarts, el segundo atacado nuevamente por los mortifagos y por suerte con mejor destino que meses anteriores. No contabiliza al hospital porque el lugar fue cubierto a la perfección por los aurores, tal parece la voluntad por conseguir a la castaña o a él mismo no fue tal, tal vez ni siquiera eran el blanco.
Regresar al ministerio supone para Harry volver al pasado y reencontrarse con el puesto de auror que aún conservaba, después de la captura de Henry, él decidió dedicarse ciento por ciento a su puesto como profesor de defensa y sólo en excepcionales circunstancias acepto realizar trabajo de campo o teórico, el último cuando ayudo a Ronald y Melissa a fortalecer el cuartel general de aurores y traer seguridad a la comunidad mágica.
Apenas pisan el cuartel general de aurores puede observar la mirada del licantropodo y la sutil sombra sobre sus ojos. Todos le saludan al paso y él no es la excepción, sólo por breves segundos se sostienen la mirada y puede comprobar que algo anda mal.
-¿Cómo se encuentra Hermione? – Pregunta Remus tras él
-Ha despertado – Susurra sin mirar hacia atrás, el camino hacia la oficina del ministro de magia se hace insoportablemente largo - ¿Qué le sucedió a Ron?
-No lo sé. – Balbucea el hombre
El ojiverde le mira de reojo
-Remus…
-Señor Potter – Acusan desde el extremo del pasillo, el ministro le observa – Puede ingresar.
-Gracias – Asiente él ingresando a la oficina.
El fugaz recuerdo de hace seis años cuando le comunicaban la supuesta traición del pelirrojo, agolpa su mente y oprime su corazón. No puede olvidar que el causante de tal decisión ya está muerto pero su presencia ha quedado marcada a fuego en todos y cada una de las personas presentes: Rose, James y Natalie apenas podían comprender esa situación y durante mucho tiempo tuvieron que mantenerse al margen de esa guerra.
Hoy debían enfrentarse a ese cruel escenario.
Su respiración se agita y no puede evitar fruncir el ceño ante lo inevitable; furioso porque su mejor amigo quiso seguir la senda marcada a fuego y lágrimas, seguir con la mentira y el engaño hacia las personas que ama. Observa a su hijo, y suspira resignado, el muchacho no podría perdonar tal decisión y menos cuando la mentira peor guardada le afectó directamente a él, y luego Rose, después de tantos esfuerzos por establecer una relación padre e hija, volvía para quebrarla.
-¿Qué sucede? – Pregunta Rose sin demasiadas cortesías con el hombre
-Se trata de Ron – Suspira el hombre detrás del escritorio – No es sencillo decirlo pero cumplo con sus instrucciones.
-¿De qué habla? – Dice de nuevo la mujer inquieta.
El ministro abre una carpeta dejándola sobre el escritorio.
-Avalo la decisión, Ronald…. – Decía el ministro hace dos semanas. El jefe de aurores le devolvía la mirada – Pero dejarte sin cobertura es…
-Son las reglas, Martín – Soltó el hombre con firmeza – No estarás obligado.
-Si llegase a aceptar, lo hará.
-No lo hará – Negó bajando la mirada – Cuando tenga esa oportunidad será demasiado tarde.
-Ronald…
-Es mi decisión
-Renunció a mis obligaciones como auror y jefe de aurores – Balbucea Rose provocando sorpresa en casi todos los presentes. El ojiverde descruza los brazos sin pronunciar palabras – Asumiendo la responsabilidad correspondiente de mis acciones.
-Ha renunciado… - Suelta Harry impactado por la noticia y del movimiento tan inesperado del pelirrojo - ¿Por qué ha renunciado?
-He acogido la renuncia del señor Weasley – Dijo el ministro como si nada – Ha preferido ejecutar su operación sin cargos sobre los hombros, dejando el puesto vacante.
-¿De qué operación habla? – Pregunta James releyendo el pergamino de renuncia, quiso coger el pergamino que estaba por debajo pero su padre se lo arrebato bruscamente – Papá…
Yo, Ronald Weasley he renunciado a mi cargo de jefe de aurores y congelado indefinidamente la posición de auror, sin cargo ni posición aparente, pongo a disposición la voluntad de servir – como civil – al ministerio de magia y en particular al cuartel general de aurores como infiltrado en la zona sur.
Asumiendo la responsabilidad que tal operación conllevaría; estoy a exclusiva disposición del ministro de magia o de quien dirija el cuartel general de aurores.
Ronald W.
-Se ha infiltrado… - Masculló Harry arrugando la carta con rabia e impotencia.
Otra vez.
FIN DE TEMPORADA
Continuará…
He aquí el final de la primera parte de la historia con la infiltración de Ron en filas enemigas, de nuevo. Hago recuerdo para quien este perdido de la historia anterior Frente a Ti: él se infiltró hace cinco años en la llamada zona sur con el objetivo de buscar información importante para el ministerio de magia, en aquel entonces, el hermano de Rafael, Henry, usó artimañas para declarar al pelirrojo como un traidor o doble espía, desviando la atención para así cubrir sus propias espaldas.
Un nuevo tramo de la historia nos queda por delante, y entre ello, estará profundizar un poco el pasado del pelirrojo en su última infiltración realizada hace cinco años, aquí encontraremos y comprenderemos la actual personalidad del hombre y cómo esa operación del pasado caló tan profundamente en él.
Por último hacer la mención de que actualizaré en pocos días, si bien es el fin de una primera parte, no les haré esperar por tanto tiempo.
Hasta la próxima.
