Capítulo 3

Bella 16 años

La directora vino personalmente a despertarme, lo cual fue un martirio, estaba muy cansada.

—Isabella arriba, dios niña ¿que no dormiste?, date una ducha rápido, no tardan en llegar por ti

Me levanté lo más tranquilamente que pude, pues era muy temprano y no quería despertar a nadie, fui hasta el baño arrastrando los pies, la directora tenía razón, estaba horrible, con el cabello enmarañado y unas ojeras enormes. Debería tener mejor aspecto, ya que él vendrá por mí, pero no pude dormir nada, mis sueños estuvieron perturbados por los recuerdos de mamá, de papá y de James. Me di una ducha rápida tratando de despejar mi mente, después me cepille el cabello tratando de deshacer los nudos, me maquille un poco con el rímel de una compañera, realmente yo no servía para el maquillaje.

Cuando todas las demás se despertaron yo ya estaba lista, las vi seguir la rutina que había marcado mi vida por los últimos 6 años, era tan monótona, tan robotizada y la conocía tan bien. Después del desayuno, comencé a dar vueltas en el dormitorio completamente solo ya que todas se habían ido a sus clases, lo único que tenía que hacer era esperar a que el viniera por mí.

Imagine que quizás esta vez vendría acompañado de su esposa, pero me equivoque, lo vi salir de su auto completamente solo, enfundado en otro de esos maravillosos trajes, me avergoncé a un más ante mi terrible aspecto, no era digna de compartir el mismo espacio que ese ángel.

A las 10 de la mañana, media hora después de su llegada, la directora finalmente me mandó a llamar, camine por los pasillos que conocía tan bien conteniendo el llanto, no era de tristeza o algo parecido, no extrañaría este lugar en absoluto, era de miedo a lo desconocido, habían pasado tantos años desde que había tenido una familia que no estaba segura de poder hacerlo bien.

—Buenos días— susurre débilmente esperando que él me haya escuchado, no quería parecer grosera

—Buenos días Bella— me saludo la directora sin poder ocultar su emoción, por fin se desharía de mi.

—Buenos días Isabella— por dios este hombre desbordaba confianza por todos lados —permíteme ayudarte con tu maleta— Tomo mi maleta de entre mis manos— muchas gracias por todo directora

—Gracias a usted señor Cullen, mis mejores deseos Bella— dijo a modo de despedida, susurre un débil "gracias"

Antes de enfilar hacia el Volvo plateado en el que lo había visto llegar, el señor Cullen, cómo he decidido llamarlo de ahora en adelante para mantener las cosas neutrales entre nosotros, coloco mi maleta en la cajuela, al verme parada cómo estúpida frente al auto, me abrió caballerosamente la puerta del copiloto. Murmure débilmente un "gracias" antes de introducirme en el auto, una vez en nuestros lugares el viaje comienzo.

El viaje fue realmente tranquilo, fue en silencio, que solo era interrumpido por la música clásica que salía del estéreo, sonaba realmente hermosa, desearía conocer más sobre esa música y no ser tan ignorante, así mínimo tendría un tema de conversación para que no se aburriera ante mí sosa presencia.

Poco a poco vamos dejando atrás la ciudad, para adentrarnos en un barrio residencial, plagado de hermosas mansiones, al ver a una señora de mediana edad vestida exquisitamente mis manos comenzaron a sudar, quizás la señora Cullen sea una mujer refinada y no le guste para nada mi apariencia, trate de acomodarme el cabello pero era un caso perdido, por suerte mi vestido no tenia muchas arrugas.

—Bienvenida—el señor Cullen llamo mi atención— hemos llegado— anunció, delante de nosotros se posaba una enorme mansión, con jardines amplios— espero que te guste la casa— dijo mientras tecleaba un código de acceso, que hizo que el portón se abriera revelando una entrada similar a la de un castillo con fuente incluida y todo— he mandado acomodar un cuarto especialmente para ti — al estacionarnos en la entrada un hombre abre mi puerta y me ofrece su mano para salir, la tomo nerviosa— si no te gusta puedes decorarlo de manera diferente, eres libre de hacer lo que quieras con él, es tu espacio— bajo mi maleta y nos dirigimos hacia la entrada.

Era difícil prestarle atención, estaba un tanto intimidada, esperaba que en cualquier momento saliera una mujer hermosa digna de una pasarela a recibirnos.

—Espero que te guste la casa es muy grande— al abrir las puertas me quede anonadada, era un más impresionante por dentro, lo primero que nos recibía era una escalera doble tipo castillo, al fondo se podía observar un salón, la casa era amplia y estaba bien iluminada— puedes explorar en cuanto te hayas instalado siéntete libre esta es tu casa— me sonroje en respuesta— vamos te mostrare tu habitación— dijo emocionado— subimos las maravillosas escaleras que nos guiaron a más habitaciones, caminamos por un pasillo y nos detuvimos frente a una puerta blanca, mi habitación— Bienvenida— anuncio al tiempo que abrió la puerta, revelando una habitación grande, espaciosa y luminosa, decorada en tonos azules

—Es preciosa— murmuró al entrar a la habitación— muchas gracias

—Bien te dejo para que te instales— coloco mi maleta en la banca al los pies de la cama— cualquier cosa estaré en el estudio, está en la parte de abajo te veré en la cena— salió de la habitación sin darme oportunidad de preguntar nada

Tenía que admitirlo, la habitación me intimidaba bastante, la observé desde mi lugar, con miedo de estropear algo, había un escritorio con vista a un balcón, temerosa me acerque y quede maravillada con la vista, era el jardín trasero. En el fondo había dos puerta, al abrir una me di cuenta que era el baño, no podía creerlo, tendría un baño para mi sola, este tenía todo lo necesario, salí y emocionada abrí la otra puerta, era un closet grande, fui por mi poca ropa y la acomode, dejándolo prácticamente vació.

Después tomé mis libros y los coloque en las repisas que estaban sobre el escritorio. Al pasar por el tocador mi reflejo me atrapo y solo puedo ver a una huérfana rodeada de lujos, mi ropa insulsa rompía con la atmósfera del lugar, recordándome que yo no pertenecía ahí, todo era tan lujoso elegante hermoso y yo tan simple.

Un golpe en la puerta me sobresaltó, al abrirla me encontré con una señora de edad media sonriéndome amablemente.

—Buenas tardes señorita— mire la ventana, el sol se estaba poniendo, había perdido la noción del tiempo— Mi nombre es Elizabeth, soy el ama de llaves pero usted puede decirme Ely

—Buenas tardes, un gusto por favor llámame Bella

—Bella, el señor me ha mandado avisar que la cena está lista, te espera en el comedor— dijo antes de marcharse

—Espere— le dije antes de que se fuera— la sigo— bajamos las escaleras y entramos al comedor, que estaba vacío, me siente en la silla lado derecho de la cabecera esperando que este lugar estuviera bien y no incomodara a nadie.

—¿Qué tal va todo?, ¿te ha gustado la habitación? — pregunto alegremente el señor Cullen entrando el comedor, se veía tan perfecto se había quitado la corbata, se había desabrochado los botones de inicio de su camisa y la lleva doblada hasta el codo, desvié la mirada apenada cuando nuestros ojos se encontraron.

—Sí, muchas gracias señor Cullen, todo ha sido perfecto— susurre mientras veía mis pies y jugaba con mis manos por debajo de la mesa en un acto de nervios

—Isabella, Bella— se corrige— de ahora en adelante vivimos juntos, como familia espero, así que deja de llamarme señor y de hablarme de usted, dime Edward simplemente— asiento con la cara completamente sonrojada pues él tenía razón, era muy tonto que le hablara de usted si de ahora en adelante viviremos juntos—Háblame de ti— dijo distraídamente mientras comenzaba a comer

—¿No vamos a esperar a la señora Cullen?— pregunte antes de empezar a comer, el no puedo reprimir una carcajada, es un sonido hermoso.

—No hay señora Cullen, Bella, soy soltero

—Ah, disculpe— su sonrisa se borro y me vio mal— dijo Edward, lo lamento asumí…

—Si, lo se es raro que un soltero adopte una hija, pero no lo veas así, yo lo veo cómo una nueva amiga, una roomie cómo en la escuela— al escuchar sus palabras una tonta y pequeña luz en mi corazón se encendió, mientras me gritaba que había esperanza, el no me vía cómo su hija. Cómo no quería hablar de mí, comencé con mis preguntas para conocerlo mejor.

—Quisiera conocerte mejor— declare

—Adelante— me aliento

—¿En que trabajas?

—Tengo mi propia compañía, me dedico a comprar acciones de empresas o empresas en bancarrota, extraigo lo que me convenga de ellas y después las revendo.

—Eso es interesante, ¿Cómo funciona?— pregunte interesada

—¿De verdad estás interesada? o sólo estás tratando de ser amable— me cuestiona— incluso a mi familia le parece aburrido

—De verdad estoy interesada

—Bien, pues la cosa va así más o menos..

—¿Y tu familia que opina?— pregunto cuando termina de explicarme su trabajo— suena a que tu trabajo te aleja un poco de ellos— sin contar que no le dejaba tiempo para tener relaciones más personales cómo novias o amigos cercanos

—Mi familia está bien con eso, creo, mi trabajo me apasiona y creo que alejarme un poco de ellos es un precio razonable

—Háblame de tu familia

—Mi madre se llama Esme, es una arquitecta retirada, mi padre Carlisle es un doctor retirado, viven en un pueblo a las afueras llamado Forks, tengo una hermana que vive con su esposo en Nueva York, también tengo un hermano mayor— dice sin más detalles

—Eso suena genial, he odio hablar de time square y la jungla de asfalto— comentó distraída mientras tomo un poco de mi helado

—¿Que lugares conoces?

—La verdad es que no he salido del país, de hecho ni siquiera he salido del estado de Washington— confieso apenada, él es un hombre de mundo conmigo se aburrirá bastante

—¿Que lugares te gustaría conocer?

—Bueno, los ángeles suena bien, los museos de nueva york son muy atractivos y….— titubeo, no quiero manchar este momento de felicidad con mis tragedias

—¿Y?— dice impaciente ante mi silencio

—Mis padres eran de Italia— comentó en tono bajo— me gustaría ir alguna vez ahí— omito el hecho que gracias a ellos, hablo un poco de italiano desde que ellos murieron no he hablado con nadie más en ese idioma, era la lengua de mi familia.

—Es un lugar hermoso— dice— pero en lo personal prefiero el sur de Francia— agradezco el hecho que omita lo de mis padres

El resto de la velada pasó entre charlas y cuando menos nos dimos cuenta ya era tarde, él debía dormir pues mañana le esperaba un largo día en el trabajo. Me fui a dormir con una enorme sonrisa en mi rostro. Mi vida había cambiado para siempre, gracias a Edward, ahora tenía un futuro más alentador que ser una homeless a los 18.