Capítulo 4

Bella 16 años

Hoy se cumplían 6 meses desde que Edward había llegado a mi vida. Habían sido los mejores 6 meses de mi vida, no recordaba jamás haber sido así de feliz. Mi nueva vida comenzó cuando Edward me inscribió a una escuela para señoritas en la que gracias a los profesores mis modales mejoraron bastante y no me avergonzaba a mi misma cada 5 minutos cómo antes, incluso había aprendido un poco de francés.

A lo largo de los meses Edward y yo comenzamos a desarrollar una rutina, nuestra rutina, desayunábamos juntos todos los días, después él o su chofer me llevaban a la escuela, tenía algunos cursos después de clase cómo francés o grupo de lectura para no estar de ociosa en la casa, por las tardes antes de la cena siempre procuraba leerme algo sobre arte, la primera guerra mundial ( le encanta, en lo personal prefiero la segunda), astronomía, biología o enseñarme un poco a tocar el piano (aunque prefería escucharlo solo a él), después de cenar juntos cómo todos los días, nos sentábamos en la biblioteca a continuar la lectura o simplemente veíamos la televisión.

Los fines de semana siempre salíamos, a veces me llevaba a conocer nuevos lugares cerca cómo lagos, bosques, museos, jardines botánicos, inclusive algunas veces me llevaba a sus eventos sociales o de caridad, pero sin duda mis favoritos eran ir al teatro o conciertos de música clásica. Todo era perfecto, él era perfecto, siempre siendo un caballero, cuidando de mi, en estos 6 meses me enamoré verdaderamente de él, el enamoramiento a primera vista se había convertido en amor real, aunque sin futuro.

A pesar de todo, a veces, cómo hoy, no podía dejar de sentirme un poco abrumada, ya que en todo este tiempo juntos, no había conocido a nadie de su familia o amigos cercanos, aunque sabía que tenía 2 hermanos, aún no conocía sus nombres. Lo único que sabía y de lo que estaba segura era que mínimo 1 vez a la semana hablaba con su madre.

Traté de alejar todos esos pensamientos y me concentré en mis deberes del colegio. Mis pensamientos se habían turbado, por los nervios, hoy por primera vez, Edward llegaría tarde, al salir de la escuela recibí su texto. Era raro, pues llevábamos semanas planeando la noche de hoy, ya que elegiríamos a donde ir en las vacaciones de verano, el quería que fuera algo especial pues serían nuestras primeras vacaciones juntos.

Cómo todos los días baje a las 8, no sé cuanto tiempo paso pero estaba sentada en el comedor esperando nerviosa, cuando de repente Edward entró, se veía un poco cansado, deposito un beso en mi frente a modo de saludo antes de sentarse, después comenzó a quitarse la corbata.

—Buenas noches Isa— Edward era él único qué me decía Isa en lugar de Bella y he de admitir que me gusta— lamento haberte hecho esperar.

—Hola— siempre era muy simple y tímida a su lado— no te preocupes, acabo de bajar.

—Ely la cena por favor — dijo un poco alto para qué Ely lo escuchara — Isa ¿Qué tal ha ido tu día?

Así transcurren normalmente las cenas con Edward, siempre hablando amenamente sobre lo que ocurrió durante el día, cuando terminamos de cenar me pidió que lo acompañara a su estudio, para discutir el tema de las vacaciones.

—Toma asiento Isa— me dijo mientras se dirigía al otro lado del escritorio, sacó dos carpetas iguales y me dio una— dentro de la carpeta están los destinos que he considerado, chécalos y dime si te agrada uno o quieres ir a otro lugar que no esté ahí — Me sentía como en una reunión muy importante de negocios, mis nervios aumentaron y como reflejo me empecé a morder el labio.

Abrí la carpeta, en la primera página había fotos de New York, al reverso de esta había información de la ciudad y las actividades que podíamos hacer ahí, en la segunda había una casa de campo frente a un lago, en la tercera una playa, creo que era Cancún, en la cuarta estaba Francia, en la quinta los Ángeles, Chicago, los Cabos, punta mita, etc. Al reverso de cada foto había una descripción del lugar y el tipo de actividades que podíamos hacer.

Inevitablemente mis ojos fueron hacia Edward que estaba revisando la misma carpeta, creo. Me descubrió mirándolo y me regaló mi sonrisa torcida favorita, automáticamente me sonroje.

—¿Sabes a donde van a ir tus amigas?— preguntó bajando la carpeta

—Jess va ir a la fashion Week en París y Angela va ir con su familia a los Hampton

—¿Segura que no quieres ir con ellas?— pregunto nuevamente— se puede arreglar fácilmente

—Estoy muy segura, quiero pasar el verano contigo— desvié la mirada apenada por la intensidad de mis palabras

—En ese caso, ¿Cuál te gusta más?¿Alguna sugerencia?

—¿Qué tal es la vista del lago en esta época del año?, realmente no me gustan las grandes ciudades como New York, parecen interesantes, pero no lo suficiente cómo para pasar el verano entero ahí y creo que en esta época la playa está muy llena— Me miró curioso después de mi monólogo, pero al final sonrió

—No tenemos que pasar el verano en un solo lugar, podemos visitar varios— propuso— La vista del lago es realmente hermosa— dijo y creo que lo escuché susurrar— como tú— debo estar alucinando. Sacudí mi cabeza y me concentré nuevamente en la carpeta

—Pues a mí me gustaría ir ahí y ¿a ti?

—Me encantaría, tiene tiempo que no voy y la temperatura del lago en esta época del año es perfecta para nadar— dijo un poco emocionado— yo dispongo de un mes de vacaciones a partir de la próxima semana, ¿tu cuando sales de vacaciones en el colegio?

—Este viernes

—Bien pues nos iremos la próxima semana, si te parece bien

—Seria perfecto

—El sábado podemos ir al centro comercial, por si te hace falta algo de ropa o trajes de baño— dice soltando una pequeña risita — ¿Qué dices?

—Hee si — no puedo evitar sonar patética, pero esbozo una pequeña sonrisa a cambio — bueno, hasta mañana Edward — digo esto mientras me levanto, él hace lo mismo me guía hasta la puerta de su estudio y cómo él caballero qué es la abre para mi, doy un paso afuera, dispuesta a dejarlo descansar.

—Isa ¿no se te olvida algo?— me pregunta desde la puerta, doy vuelta sobre mis pasos sonrojada. Demonios no le di su beso de las buenas noches, era una costumbre que habíamos adoptado desde que llegué a vivir con él. Cada noche antes de dormir él depositaba un beso de buenas noches en mi frente. Primero beso mi frente, después se agacho, para que pudiera alcanzarlo— ahora sí, dulces sueños Isa.

Solo sonrió sonrojada por nuestro contacto íntimo y me voy. En la escalera no puedo contener mi emoción y dejó escapar una pequeña risita cómo la idiota enamorada que soy.

El tan esperado sábado por fin había llegado, me estaba preparando para salir al centro comercial con Edward. No sabía qué ponerme así qué decidí algo sencillo un vestido ligero con un sombrero redondo amarillo, para no quemarme con el sol, junto con unas sandalias cafés, dejando mi cabello al natural.

Baje rápido pues no quería hacer esperar a Edward. Justo cuando me faltaban dos escalones levanté la vista y vi a Edward esperándome, mi concentración se fue al demonio, mis pies se atoraron con algo que no vi, muy seguramente uno con otro. Cerré los ojos esperando el impacto de mi cara vs el suelo pero esto no sucedió.

Abrí mis ojos al escuchar la voz de Edward— estás a salvo, deberías de tener más cuidado— esto último lo dijo con un tono de reproche.

Solo asentí, estaba demasiado avergonzada cómo para decir algo. Caminamos a la entrada, donde ya nos esperaba el chófer con él Lamborghini murciélago de Edward listo y con las llaves en mano, tomó las llaves del auto y cómo él caballero qué era abrió la puerta del copiloto para mi. Cuando empezamos el viaje al centro comercial Edward puso música, ya que siempre viajamos en un cómodo silencio.

Edward comenzó a cantar suavemente al par que Van Morrison al son de "Brown eyed girl", me deleite con su maravillosa voz y sentí un calor especial en mi pecho cuando desvió su vista de la carretera para mirarme directamente a los ojos mientras cantaba esa parte en especial:

"All along the waterfall

With you, my brown eyed girl

You, my brown eyed girl"

Me derretí y me perdí en esos pozos esmeraldas por unos segundos, qué me parecieron insuficientes, necesitaba más de él, pero la carretera era primordial. Fulmine con la mirada a la carretera por robarme la atención de Edward. El resto del viaje fue un poco aburrido y desesperante ya que Edward no me volvió a ver después del momento que compartimos. O quizás no hubo ningún momento, y yo con toda mi desesperación, lo imagine.

—¿A dónde quieres ir primero?—me preguntó amablemente Edward cuando llegamos al centro comercial.

—Mmm no sé ¿a dónde quieres ir tú? — le devolví la pregunta— realmente no soy fan de las compras cómo la mayoría de chicas de mi edad— confesé

—Bien pues primero vamos por los trajes de baño— Edward tomó mi mano y nos dirigimos a una tienda de ropa, la tortura comenzaba.

—Buenas tardes, los puedo ayudar en algo— dijo la dependienta en cuanto entramos a la tienda.

—Buenas tardes, estamos buscando trajes de baño — dijo amablemente Edward

—Excelente nos acaban de llegar unos de dos piezas magníficos— dijo la señorita mirándome— por allá están los de caballero— le señalo el otro lado de la tienda, era raro ver que alguna chica mandara a volar a Edward, generalmente cuando salimos a algún lugar, las chicas me ignoraban y solo se enfocaban en coquetear con él, como si estuviera solo— usted señorita por acá acompañarme— dijo muy amablemente, la seguí, volteé la vista sobre mi hombro y vi como Edward se dirigía al otro lado de la tienda. ¿Con una sonrisa en el rostro y negando con la cabeza? —Esta temporada están de moda los bañadores al estilo de Marilyn Monroe— dijo la señorita de nombre Carmen, eran muy amable, me caía muy bien.

—¿Cuántos trajes de baño me recomienda llevar para un viaje de aproximadamente un mes?— le pregunté a Carmen, ya que yo no tenía ni idea de ropa.

—Yo llevaría 30 uno para cada día— dijo riendo— pero sospecho que tú no eres muy fan de las compras— asentí con una enorme sonrisa ella era tan amable y genial, me recordaba a Alice, solo que sin la locura— te recomiendo llevar mínimo 10.

—Serán 10 entonces.

Después de más de 30 tortuosos minutos, estaba terminando de probarme la montaña que Carmen había seleccionado para mí.

—Isa— escuché la voz de Edward cuando me estaba probando el último traje de baño.

—¿Si?— pregunté desde adentro del probador, un tanto incómoda, ya que él traje de baño qué me había traído Carmen era muy revelador.

—¿Aún te falta mucho?

—Mmm no, voy— le dije mientras me comenzaba a quitar rápidamente el traje de baño y me ponía mi ropa— listo— dije saliendo con 11 trajes de baño, qué pena esperaba que no costaran tanto.

—¿Te falta algo más?— me preguntó mientras caminábamos hacia la caja

— Creo que no— le contesté— solo voy a devolver uno.

—¿Por qué no te ha gustado?, podemos ver otras opciones.

—No está bien, es muy bonito, solo que no es para mí.

—¿Por qué no es para ti? Muéstramelo— me pidió Edward, yo no le podía negar nada a él. Tome el traje de baño, negro de dos piezas y se lo mostré, con toda la vergüenza del mundo — en mi opinión no es tan mal, pero si no te sientes cómoda con él, no lo lleves, aunque a veces es divertido hacer locuras, por ejemplo yo compraré un kayak, siempre he querido uno así qué ¿por qué no?

Las palabras de Edward me dejaron pensando, tenía razón lo llevaré, además no era cómo qué me iba a ver medio mundo. Edward me hacía sentir más confianza en mí, quizás se debía a que gracias a él, había crecido cómo persona, había aprendido cientos de cosas, incluso comenzaba a creer qué no lo aburría al hablar.

Cuando pagamos las cosas la dependienta Carmen, me dedicó una sonrisa traviesa que no entendí.

—¿Que fue eso?— pregunte confundida, cuando estábamos saliendo de la tienda

—Le gustaste— respondió a mi pregunta con una sonrisa burlona

—¿Que?— le había gustado a la chica? eso no era posible

—¿No lo notaste?— pregunto incrédulo, negué con la cabeza— bueno no la culpo— ¿que? había dicho las palabras en voz alta o solo era mi imaginación, jugándome una mala pasada—¿Quieres ir por un helado? — dijo rápidamente

—Claro suena genial— mejor que mis locas imaginaciones

Estábamos sentados disfrutando de nuestro helado en silencio cuando de repente Edward me preguntó

—¿Qué tal tu helado?

—Delicioso,¿ quieres probar?— le ofrecí

—Si, pero solo si tú pruebas el mío— propuso, mire con desconfianza su helado

—No lo sé Edward no me gusta él de chocomenta

—¿Lo has probado antes?

—No, pero no me agrada la idea de combinar chocolate con menta, o es fresco o es empalagoso hasta la muerte, no pueden ser los 2

—¿Cómo puedes decir que algo no te gusta si ni siquiera le has dado la oportunidad?

—Bueno— le di de mi helado y él me dio del suyo, me sonroje por la intimidad del gesto

—¿Qué tal?¿ te gusto?— me preguntó mientras se acercaba y con su pulgar limpiaba la comisura de mi labio, después se llevó el dedo a la boca y lo lamió. Me quedé petrificada por el gesto, sentí mi vientre contraerse, era una sensación nueva y extraña.

Estábamos en una especie de transe, el mundo desapareció, solo existían sus ojos y al parecer para él solo existían los míos, se fue acercando poco a poco, hasta que nuestros labios se rozaron solo un segundo en él que cerré mis ojos y disfruté el suave roce de sus labios.

Algo hizo click en su cabeza y se separó de golpe. Nuevamente me quede petrificada a la espera de su reacción, pero nada, nos quedamos en silencio por un minuto eterno.

—Vamos aún faltan cosas por comprar— dijo recuperando su sonrisa, tomó mi mano y seguimos caminando como si nada hubiera pasado. El resto de las compras las hicimos con algo de incomodidad de mi parte, mientras que el actuaba normal, después de haber comprado todo lo que necesitábamos, estaba más que lista para irme.

—Isa — me llamo Edward

—¿Qué sucede?— dije desde la cajuela donde estaba tratando de acomodar las bolsas, el lambo era bonito, pero muy impráctico para hacer compras.

—Olvidamos comprar juguetes para él agua— me dijo muy seriamente, no pude aguantar la risa que me dio verlo como un niño pequeño pidiendo juguetes — no te burles de mí estoy hablando en serio.

—No me estoy burlando de ti— me escondí un poco más en la cajuela tratando de ocultar mi sonrisa— solo acomodo estás bolsas y vamos

—¿Lista?

—Si, vamos

Finalmente, luego de una visita rápida a la tienda de juguetes y de dos pistolas para agua, pelotas de playa, y muchos juguetes más, regresamos a casa para cenar.

Cenamos con tranquilidad sin hablar de nada en especial, eso me dio tiempo para pensar en él beso, en el olor de Edward, en su dulce sabor a chocolate por el helado y sobre todo en cómo se sintió. Cuando terminamos la cena me disponía a ir directamente a dormir, habíamos caminado mucho y estaba cansada.

—Buenas noches — le dije a Edward mientras me acercaba para darle su beso de buenas noches en la frente, cuando me volvió a sorprender dándome un beso corto cómo el que me había dado en centro comercial.

—Buenas noches— dijo Edward dejándome en mi sitio, estaba completamente sonrojada y avergonzada, estaba compartiendo mis primeros besos con alguien y ni siquiera sabía que hacer.

Vi como subía a su recamara con una sonrisa de satisfacción. Después de mi aturdimiento subí a dormir, con mil preguntas rondando en mi mente pero principalmente ¿que significaba aquello?

Desde ese día Edward y yo nos besábamos siempre de la misma forma, ninguno de los dos decía nada al respecto. Incluso ya me había acostumbrado, cada vez me sonrojaba menos cuando lo hacía sin previo aviso, por ejemplo cuando me estaba leyendo, mientras estaba recostada sobre sus piernas, de repente nuestras miradas se cruzaban, me acariciaba el pelo, me besaba, para después continuar leyendo.