Capítulo 5
Bella 16 años
Después de que Edward dejó mi habitación me quedé paralizada por minutos, mi mente corría a mil por hora, pero no podía captar ningún pensamiento lógico, aun seguía en shock por el beso, mi primer beso real, inconscientemente mi mano a viajo mis labios, mis dedos los recorrieron recordando el roce y sabor de sus labios. La brisa que se coló por la ventana, me hizo regresar al presente, me vestí rápidamente y baje a cenar.
Al llegar a la primera planta, vi que aún era temprano para cenar, para matar el tiempo decidí explorar la casa a profundidad, había una biblioteca un tanto pequeña comparada con la de casa, la estancia era muy grande, tenía una chimenea y un televisor gigante, todo era muy hermoso y elegante con un estilo rústico, cuando por fin llegue a la cocina vi a Edward.
Sin poderme controlar y para de alguna forma asegurarme de que era real y no una de mis alucinaciones, me acerque y le di un beso corto, cuando me aleje estaba sonrojada, él simplemente sonría de oreja a oreja, lo cual me hizo sonreír.
—Hola, ¿qué haces?—dije tratando de disipar la tensión
—Hola, poniendo a calentar la cena— dijo sacando un tupper del refrigerador
—¿Por qué no me dijiste que no había cocinera? yo podría cocinar— ofrecí acercándome al refrigerador que está bien abastecido.
—Si hay cocinera pero solo trabaja medio tiempo, ya que tiene que cuidar a sus hijos. Nos deja la comida y cena en el refri, solo es cuestión de calentarla en el horno. No te preocupes quiero que disfrutes las vacaciones y no que te la pases cocinando.
—Bien— me rendí, porque la comida tenía buena pinta— ¿en qué te ayudo?
—¿En lo que yo caliento la comida porque no pones la mesa?— Asentí y comencé a poner la mesa
Mientras la cena trascurría en un agradable silencio, no podía dejar de preguntarme que pensaba Edward, ¿estaría pensando en mi?¿en nuestro beso?¿pensaría que era un error?
—¿En que piensas?— pregunto primero, no pude evitar sonreír ante la ironía
—Me preguntaba ¿en que piensas?— soltó una risa nerviosa algo inusual en el
—Yo estaba pensando en que Lady Susan es completamente infravalorada y que en su época habría sido un gran escándalo, ¿Que opinas?— ¿de verdad estaba pensando en literatura inglesa o solo era para relajar el ambiente?
—Me encanta Lady Susan…
.
Después de cenar Edward me propuso leerme algo antes de dormir, lo cual yo acepté encantada.
—Ve a la biblioteca y trae el libro que quieras mientras prendo la chimenea— me dijo pues ya comenzaba a hacer frío
Asentí y partí a la biblioteca a buscar un buen libro, pase mis dedos en los lomos de los libros mientras leía los títulos ,él qué llamó más la atención fue uno de mis favoritos. El retrato de Dorian Grey. Lo tomé y regresé a la estancia. Me senté junto a Edward él sofá más grande.
—Bien veamos qué libro escogiste— me dijo Edward
— Uno de mis favoritos
—mmm Interesante elección— Comenzó a leerme mientras bebía una copa, observe el color del tinto transferirse a sus labios, era algo fascinante, seguramente noto mi intensa mirada por que dijo — ¿te gustaría una copa de vino?— Solamente asentí, nunca había probado él vino, ¿pero que podía pasar? Me sirvo una copa y me la dio, tome un sorbo dudosa, el sabor era fuerte, pero no desagradable, así que tomé otro sorbo— ¿Que tal?
—Me gusta— dije terminando la copa
—Ve despacio— me advirtió— ¿alguna vez habías tomado?
—No, nunca, me das otro poco— realmente me gustaba el sabor
Relleno mi copa nuevamente y esta vez lo tome con más confianza, después de 3 copas de vino, me quedé profundamente dormida en el sofá.
Edward 30 años
Sentí el peso de su cabeza presionar más sobre mi brazo, baje el libro y la miré, se había quedado profundamente dormida, sus mejillas estaban sonrojadas por el vino y sus labios habían adquirido un tono simplemente delicioso.
La tomé en brazos, no podía dejarla dormir en el sofá, era una noche fresca considerando que era verano.
—¿Oye a dónde vamos?— preguntó Isabella medio dormida y me dio ebria. Creo que no fue buena idea darle vino, lo recordaré para la próxima.
—A tu habitación— le dije sin poder reprimir una sonrisa
—Bien esa idea me gusta— dijo alzando sus cejas de manera sugerente, se veía tan tierna tratando de seducirme.
—¿Sí? , No me digas— no pude evitarlo y solté una pequeña risa.
Isabella se enojó, ya qué cruzó sus brazos sobre su pecho. Al sentarla en su cama, vi que tenía el ceño fruncido.
—¿Qué tienes por que estás enojada?— dije mientras comenzaba a buscar su pijama en la cómoda
—No pienso hablarte— declaró enfurruñada
—Lo acabas de hacer— tomé la pijama y se la puse en las piernas— bien ahora ponte esto y a dormir señorita.
—No quiero— comenzó a hacer berrinche como niña pequeña, pensé que al adoptar a una niña grande me ahorraría este tipo de situaciones.
— Entonces si no quieres dormir ¿Qué quieres hacer?— era mejor darle por su lado, que pelear con ella, se quedó pensativa unos instantes
—Esto— dijo y se abalanzó sobre mí, por la sorpresa caí al suelo con ella besándome de una manera mortal.
No podía resistirme, era afrodita, había bajado del olimpo para besarme, solo a mi, sin ser plenamente consciente mis manos viajaron por su hermoso cuerpo, descubriendo sus tiernas curvas, que aún no se terminaban de formar.
—¡Paraaa! ¡Es una niña!— me gritó mi subconsciente
—Cállate no, este no es el cuerpo de una niña— estaba tan sumido en sus labios, que mi razón estaba nublada
—No puedes seguir, no debes hacerlo, además está ebria— insistió nuevamente mi subconsciente
Mierda era verdad, una cosa era besarla con su consentimiento y otra hacerlo si él, con toda mi fuerza de voluntad me separe de Isabella. Se veía tan hermosa, pero tenía que poner distancia entre nosotros
—Es hora de dormir— declare levantándome del suelo y sentándola nuevamente en su cama
—No— se agarro de mi cuello, pero rápidamente deshice su abrazo
—Isabella— le dije en tono de advertencia. Eso sirvió solo para amedrentarla un poco
—Señor Cullen— rezongo en el mismo tono
—Es hora de que duerma señorita— dije en el mismo tono autoritario
—No tengoo sueño, además esta cama es muy grande y fría para mi sola— se tiro dramáticamente sobre el colchón y suspiro.
Sin darse cuenta Isabella no pudo pelear más y se quedó dormida. Se veía tan tierna, con sus mejillas rosas, sus labios ligeramente abiertos, su cabello sobre su cara. Le di un beso de buenas noches en la frente, era hora de irme.
—No vas a dejarla dormir con la ropa puesta o ¿si?— suspire frustrado
—Quién te entiende, primero me dices qué me alejé y después qué le quite la ropa
Aunque mi conciencia tenía razón, no podía dejarla así. Fue fácil quitarle el vestido que traía, lo que no fue fácil quitarle fue la mirada de encima, era tan preciosa.
—¡Hey! Solo ponle el pijama y lárgate pervertido.
Le puse su pijama, acomodé su vestido en la cesto y corrí a darme una muy necesaria ducha fría.
