Capítulo 6

Edward 30 años

El teléfono me despertó más temprano de lo que tenía planeado. Lo tome a regañadientes y me obligue a sonar amable o mínimamente decente

—Bueno

—Hola Edward, disculpa que te moleste— dijo Sue apenada del otro lado de la línea— pero hoy no podre ir a trabajar, Lea se siente mal y la llevare al medico, puedo enviarles comida con Jacob

—No te preocupes Sue estaremos bien, tomate el tiempo que necesites

—Gracias

Al colgar vi que era muy temprano a las 7 am, por lo que intente volver a dormir, pero no pude, los recuerdos invadieron mi mente por completo, los labios de Isabella, su cuerpo de sirena.

Necesitaba distraerme o de lo contrario sabría que terminaría en la habitación de enfrente. Me puse la ropa deportiva y salí a correr. Corrí alrededor de todo el lago hasta que el ardor en mis pulmones borró la imagen de Isabella de mi mente.

Al llegar a la casa ya eran las 9 am, pero aun no había señales de Isabella, por lo que subí a su habitación.

Seguía dormida, exactamente en la posición en la que la había dejado, la desperté suavemente.

Bella 16 años

—Buenos días— escuchaba una dulce voz a lo lejos— Isabella, despierta— ahora la dulce voz soñaba cómo un pitido molesto en mis oídos.

Abrí los ojos demasiado rápido, la luz me cegó un momento.

—Dios, es muy brillante— me queje

—Eso pasa cuando bebes sin medida— dijo Edward, cerrando la cortina.

—Pero yo no bebí sin medida— me queje, me senté lentamente y abrí los ojos, esta vez mis ojos se ajustaron a la luz, estaba en mi habitación, no recordaba haber llegado— ¿Cómo llegué aquí?— pregunté confundida— lo último que recuerdo es que estábamos en la sala, tú me estabas leyendo— sostuve mi cabeza que de repente me dolía horrores

—Yo te traje— desvió la mirada nervioso, raro— te quedaste dormida en el sofá

—Me siento mal— declare finalmente, no me gustaba ser quejumbrosa, pero nunca me había sentido así de mal

—Tienes resaca— dijo con diversión

—¿Que?

—Vamos, tienes que comer algo, después te daré una aspirina y te sentirás mejor— tomo mi mano y me sacó de la cama

Edward 30 años

—No tengo hambre— se quejó— preferiría volver a dormir

—Ni hablar señorita, usted tiene que desayunar algo

—Estoy en pijama— señaló su cuerpo, flashes de la noche pasada me golpearon con relámpagos

—No importa— trate de sonar casual, ella no recordaba nada y quizás era mejor de esa manera.

Bajamos las escaleras con un poco de torpeza de su parte, cuando entramos a la cocina la senté en la barra mientras le preparaba un café bien cargado y unos huevos revueltos, no era un gran chef, pero si podía hacer un desayuno decente.

—Bébelo, te sentirás mejor— le dije mientras le daba una taza de café. Tomó un trago me hizo una mueca graciosa

—No volveré a tomar, jamás en mi vida— declaró dramáticamente

—Eso espero

—¿Dónde está la cocinera…

—Sue— complete por ella— llamó temprano, iba a llevar a sus hijos al doctor, pero mañana estará aquí. Ahora come — dije dándole un plato con huevos revueltos

—No tengo mucha hambre

—Lo se, pero te hará sentir mejor— Comió a regañadientes, era gracioso mirar sus pucheros, me encantaban— Sube a ducharte, yo me encargo de esto— dije recogiendo los platos. Tenia que admitirlo, me gustaba cuidarla, provocaba un calor extraño en mi pecho.

—Podemos quedarnos hoy aquí— pidió— de verdad no me siento muy bien.

—Esta bien, podemos hacer lo que quieras

—Gracias

El resto de la tarde fue demasiado incómoda para mi, Bella estaba disfrutando de la tarde de películas, mientras yo solo podía concentrarme en su hermosa sonrisa, en su dulce risa, es sus piernas, mierda, me removí incómodo en mi asiento. Ese par de shorts que había escogido deberían ser ilegales. Traté de mantener a raya mis pensamientos pero simplemente no podía.

—No te gusta la película— declaró llamando mi atención

—Claro que me gusta— no tenia ni la menor idea de que se supone que estábamos viendo— solo me he perdido un poco

—Oh, mira— se levantó del sofá y se sentó junto a mi— Está situada en la época de la gran depresión— comenzó a explicarme con una gran sonrisa en su rostro— un joven estudiante de veterinaria se ve obligado a dejar sus estudios tras la muerte de sus padres. Es entonces cuando empezará a trabajar en el circo de los hermanos Benzini…

Su voz se perdió, lo único que podía escuchar era mi propio deseo rogándome que la besara. Sin darme cuenta lo hice, sostuve su rostro entre mis manos con delicadeza y uní nuestros labios en suave beso.

—Lo lamento— dije cuando nos separamos, me levanté rápidamente del sillón y salí corriendo a la cocina, me estaba comportando cómo un adolescente — ¿quieres café?— pregunte por lo alto, para que me escuchara

—Si, gracias— gritó de vuelta

Ocupé mi mente en hacer el café, funcionó, sólo hasta que tuve que volver a la sala, ella había regresado a su sofá, pero estaba tensa, la sonrisa se había borrado de su rostro y tenía la mirada perdida.

—A qui tienes— le tendí la taza

—Gracias— le dio un sorbo con la mirada perdida— sabes…— se sonrojo y bajo la mirada

—¿Que sucede?— silencio— dime— le pedí— por favor

—Noo… me molestaaa

—¿Que no te molesta?

—Que… me… beses— dijo retorciendo sus manos ansiosamente

—¿Segura?

—¿A ti te molesta?— pregunto inocentemente

—Me encantan tus labios— las palabras salieron de mi boca, antes de que pudiera detenerme a pensar en ellas. Sonrió ampliamente, era hermosa cuando sonreía. Se sentó nuevamente a mi lado.

—Entonces— acercó su rostro al mío, podía saborear su aliento en mis labios, era dulce— no te molesta— su delicada mano se poso en mi mejilla, la electricidad atravesó mi cuerpo cómo jamás lo había hecho. Giro mi rostro lentamente hacia el suyo y me beso. Sus labios eran tan tiernos y tan dulces, era cómo beber agua después de estar en el desierto. Se separó de mí lentamente con una gran sonrisa que era imposible no corresponder— Me gusta la película

Terminamos de ver la película tomados de las manos en el mismo sofá, ella tenía razón, la película era interesante. Me di cuenta que no había sentido esa paz con alguien más fuera de mi familia, había pasado demasiado tiempo solo, pero finalmente había encontrado a la persona correcta.