Capítulo 7
Bella 16 años
Me desperté muy agitada, ¿James? ¿Mamma?¿Papà?¿dónde estaba?, me tomó un momento recordarlo todo, ellos ya no estaban más aquí, ahora estaba con Edward.
—Fue solo una pesadilla— me tranquilicé a mi misma.
Prendí la lámpara del buró para orientarme. En ese momento me di cuenta que estaba lloviendo, se escuchó un trueno, después se cortó la luz, emití un pequeño grito. No por favor no una tormenta, me aterraban y más si no había luz, reuní todo mi coraje y me levanté dispuesta a ir a la alcoba de Edward.
Toqué la puerta, nada, después de tres golpes más a la puerta Edward apareció frente a mi adormilado y solo con el pantalón del pijama, mierda se veía cansado.
—¿Estás bien?, ¿Necesitas algo? — me preguntó.
—Mmm— ¿Cómo le decía?, sonaría muy infantil decirle la verdad. Mientras decidía si decirle o no a Edward de mi infantil miedo a las tormentas, cayó otro relámpago e instintivamente me abrace a su torso desnudo.
—Te dan miedo las tormentas— no era una pregunta—¿quieres dormir conmigo esta noche?— me preguntó con su magnífica habilidad de leerme la mente.
Simplemente asentí esto era muy vergonzoso, era casi una adulta y aun me daban miedo las tormentas. Él me abrazó por la cintura y me guio hasta la cama, nos metimos a la cama y me abrazó gentilmente, un calor desconocido inundó mi corazón, era cómo regresar a casa, aquí era a dónde pertenecía, le pertenecía a él, él era mi hogar.
—Duerme tranquila, yo estoy aquí— dijo mientras besaba mi frente, el se durmió rápidamente.
Mientras que yo aproveché el tiempo para mirarlo, grabando a fuego sus rasgos en mi memoria, la pequeña arruga de su frente, su nariz recta, sus pómulos, sus largas pestañas, sus labios.
…
Me desperté porque sentía mucho calor y había un peso extraño sobre mi. Al abrir los ojos me di cuenta que estaba en otra habitación, era distinta a la de ayer, me costó un minuto recordar la noche pasada, la tormenta, los rayos, la luz, estaba en la habitación de Edward. Baje la mirada para encontrarlo completamente abrazado a mi cuerpo como si su vida dependiera de ello. Sin poder evitarlo comencé a acariciar su cabello cobrizo, disfrutando de su sedosidad. Cuando sentí que se movía trate de fingir que estaba dormida, pero era pésima mentirosa y actriz, por lo que espere quieta.
—Perdón no quise despertarte — le dije completamente sonrojada cuando me miró adormilado
—No hay problema— dijo mientras se acomodaba sobre sus codos de manera que ya no estaba cargando su peso. Se acercó a mi rostro y me besó, esté beso ya no era un simple roce de labios, no, era un beso, uno real y me encantaba— ¿Qué tal dormiste?— pregunto casualmente.
—Muy bien gracias— le dije con una sonrisa por qué era la verdad, dormir con él era dormir como en el cielo y no solo dormir, si no también el despertar.
Después de levantarnos de la cama, fui a mi habitación tome una ducha me puse un traje de baño debajo de mi shorts y una playera de tirantes, pues a pesar de la tormenta de anoche hacía mucho calor hoy y Edward me llevaría de excursión en el bote a una pequeña excursión por el lago.
Edward 30 años
Estaba profundamente dormido, creo que nunca en mi vida había dormido tan bien como hoy, tenia mis brazos rodeando una cintura perfecta, y ese olor, ese olor me tenía en las nubes, el olor a manzana verde que emanaba él pequeño y tibio cuerpo que está debajo de mi, me transportaba a un lugar muy grato de mi infancia el campo de manzanos del abuelo, me recordó cuando Alice y yo jugábamos todo el verano en el campo del abuelo.
Una sensación muy placentera proveniente de mi cabello me sacó del campo de manzanas, se sentía tan bien, demasiado. Me desperté cuando ahogue un gemido y cierta parte de mi anatomía comenzó a doler, desesperada por liberarse. Al abrir mis ojos lo primero que vi fue a un ángel, mi ángel, la observé un minuto apreciando su belleza.
—Perdón por despertarte— dijo ese hermoso ángel con sus mejillas sonrojadas. Me di cuenta que estaba cargando todo mi peso y me apoyé sobre mis codos.
—No hay problema— no pude resistirme más cuando empezó a morder su labio perdí todo el control, uní nuestros labios en un beso, después de probar sus besos jamás volvería a conformarme con un simple roce, no, ahora necesitaba más que eso, la necesitaba por completo, ese pensamiento me hizo retroceder, aún era pronto para eso—¿ qué tal dormiste?
—Muy bien gracias— dijo mi hermosa Isabella con una sonrisa que me hacía suspirar, no pude contenerme y le devolví la sonrisa. Sus sonrisas eran tan contagiosas, ella emanaba alegría por cada poro de su hermoso y tentador cuerpo, creo que jamás en mi vida había sonreído tanto cómo cuando estaba con ella.
Mi polla, brinco exigiendo algo que ahora mismo no podía darle, por lo que necesitaba una ducha bastante fría y quizás un poco de ayuda de mi mano primero tenía que alejar a mi ángel.
—¿Qué te parece si nos arreglamos y te llevo de paseo por el lago?
—Me parece perfecto
—Bien ponte un traje de baño quiero nadar un rato— demonios eso sonó como una orden— si quieres, perdón no quise que sonara como una orden, pero es la costumbre, ya sabes en la oficina siempre debo tener el control y pues me gusta— admití
—Edward me encanta que tengas el control, y si me gustaría nadar.
Después de un beso más casto de lo que me gusta, salió de mi habitación, no me gustaba verla dejar mi cama, ojala fuera mía, así jamás la dejaría ir. Corrí a la ducha, donde gracias a mi mano derecha pude salvar mis bolas azules, lo suficiente para bajar a desayunar.
—Buenos días Sue— salude a la cocinera— ¿Qué tal están los niños?
—Hola Edward ¿Qué tal el viaje?— dijo con su característico acento— están bien gracias solo que dan mucha batalla
— Me imagino— dije con comprensión— tener a dos adolescentes como Jacob y Lea no debe ser nada fácil, el viaje estuvo bastante tranquilo.
— Si pero los controlamos cómo podemos, y ¿Qué tal tú?¿cómo controlas a una adolescente tú solo?— la noticia de que había adoptado a alguien corrió más rápido de lo que pensé, gracias a mi madre.
—Pues la verdad es que Isabella no necesita control, te ayudo a poner la mesa en lo que baja a desayunar— dije para distraerme— es encantadora, la vas a amar, es amable, inteligente, le encanta leer y escribe poesía— aunque ella no lo admitiera en voz alta, sabia de sus poemas
—¿A si qué la trajiste?, me parece bien, ya quiero conocerla. Pero sospecho por tu tono de voz y esa mirada de borrego a medio morir que para ti ella es más que una hija— desvié la mirada, Sue era muy intuitiva, nunca podría ocultarle nada, quizás era muy joven para ser mi madre, pero su espíritu era tan viejo cómo el bosque.
—Tal vez Sue— me encogí de hombros—pero es imposible— por más que me gustara besarla, que durmiera conmigo, sabía que las cosas no podían ir más allá, tenía que ser realista— alguien saldrá lastimado
— Si es mutuo, está bien— me reconforto— recuerda que él amor no es un número, cariño— Quería debatir pero nuestra plática se vio interrumpida por unos pasos
—Hola— dijo mi pequeña sonrojada
—Hola Isa— le dedique una sonrisa torcida, tome su mano y la lleve a la cocina — ven quiero presentarte a Sue, ella nos estará ayudando con la comida y el aseo de la casa.
—Mucho gusto— dijo mi angelito mientras extendía una mano hacía Sue.
Sue como siempre muy afectuosa, la tomó en un abrazo.
—Mucho gusto, Isabella
—Solo Bella, por favor
—Bien, Bella, ¿que quieren desayunar?, tengo de todo…
Después de las presentaciones, desayunamos en el silencio tan cómodo que caracteriza nuestra relación, por ponerle un nombre a lo que teníamos.
Después del desayuno, tome mi mochila en donde iban un par de toallas, una soga, snacks, bloqueador solar y las cosas que pudiéramos necesitar. Caminamos hasta él pequeño embarcadero y subimos al bote.
—¿Tu vas a conducir?— pregunto asombrada
—Si, se manejar botes y una vez maneje un catamarán— sonrió burlonamente—¿que?— no me gustaba que se rieran de mí
—¿Hay algo que no sepas hacer?— pregunto alzando una ceja— eres perfecto—susurro
—Cariño estoy lejos de ser perfecto
—No me lo parece—debatió
—No se cocinar
—Apuesto que si decides aprender, lo harás excelente, podrías robarte el trabajo de Sue en un segundo
—Bueno pues para su información, ya lo intente señorita y fracase
—No te creo
—En la universidad había un curso sabatino, me inscribí y me echaron a la semana, después de haber quemado un horno— su risa estallo tal cómo esperaba— ahí fue donde aprendí a hacer huevos revueltos
—¿De verdad quemaste un horno?— pregunto incrédula entre risas
—En realidad fueron 2, le dije a mi compañero que yo lo cubría y cuando regreso todo estaba en llamas— dije recordando la expresión de Chad, se había esforzado mucho en aquel pan
—Tendré que enseñarte
—Entonces tendré que aprender, no puedo decepcionarte— mis palabras contenían más verdad de lo que ella jamás sabría.
—¿A dónde vamos?— cambio de tema
—Vamos al otro lado del lago— dije emocionado— hay un lugar donde solía jugar en verano con Alice y su ahora esposo Jasper, la hermana de este Rose y mi buen amigo Emmett.
—¿Hace cuanto no venías aquí?
—Años
Asegure el bote a la orilla, caminamos un poco ya que fue fácil encontrar el viejo roble. Saqué de mi mochila, la soga y comencé a atarla al brazo más fuerte. Cuando acabé vi a una muy asustada Isabella.
—¿Qué sucede?— le pregunté mientras tomaba sus manos.
—¿No estarás pensando qué me arroje desde ahí o si?
—Si no quieres, podemos hacer algo más— dije con un poco de tristeza, saltar al agua con una soga es algo que me encantaba, me hacía sentir joven y libre. Pero yo haría cualquier cosa por que mi angelito sea feliz.
—¿Podría por lo menos intentarlo si me ayudas?
— De acuerdo— comencé a sacarme la playera y los zapatos
Cuando Isabella se quedó en traje de baño mi boca automáticamente se secó, su traje no era especialmente revelador, de hecho todo lo contrario, era de una sola pieza ocultando sus curvas, el problema era que ya las conocía y quería verlas nuevamente.
—¿Vamos?— me pregunto Isabella completamente roja.
—Te ves hermosa— mierda, lo dije en voz alta, aclare mi garganta,— sí pero primero, debe ponerse bloqueador señorita— no quería que su piel estuviera roja, bueno si quería especialmente la de su trasero, pero no por el sol, quizás por mi mano. Deseche esos pensamientos. Le pase un bloqueador a Isabella, y yo tomé otro, comencé a aplicarlo en todo mi cuerpo.
—¿Me ayudas?— me pregunto, totalmente sonrojada, tome el bloqueador de su mano, y comencé a masajear su espalda, manteniendo a raya mis manos.
—¿Lista?— pregunte subiendo a la gran roca
—Si— sonaba nerviosa pero a pesar de todo subió junto a mi. La tome de costado, manteniendo una mano firme en su cintura y otra en la soga
—Sujétate con la piernas— ella lo hizo con un poco de torpeza— ¿Sabes nadar?— me encantaba sentir su tibio cuerpo rodeando por completo el mío.
—Si
—Bien— comencé a retroceder para tomar vuelo— cuando caigamos suéltame— le ordene, ella asintió— Aquí vamos nena
Comencé la carrera por la roca y me lancé despacio, ya que era su primera vez, no quería que se asustara. Entramos al agua en un enredo de piernas y brazos, cuando salí, lo primero que escuche fue una melodiosa risa, que adoraba
—Estuvo increíble— me dijo con una gran sonrisa— hagámoslo de nuevo
Saltamos juntos desde la soga un par de veces más, ninguno de los 2 nos cansábamos de hacerlo.
—¿Puedo intentarlo sola?— pregunto tomando la cuerda
—Por supuesto— Retrocedió y se lanzó con un grito— ahí voy— anuncie antes de arrojarme detrás de ella.
Isabella era muy competitiva, comenzamos un pequeño juego, ganaba el que lograra llegar más lejos en el agua, secretamente la deje ganar, ella lo adoraba. Nos divertimos mucho nadando, bromeando y compitiendo, pero comenzaba a hacerse tarde
—¿Tienes hambre? empaque un par de snacks
—No mucha pero está bien.
Salimos del agua, le tendí una toalla en la que se envolvió rápidamente, me coloque mi playera, nos sentamos sobre la roca a ver el atardecer y a comer dedos de queso.
Jamás había sido fan de compartir silencios largos con las personas, me sentía incómodo, sentía que esperaban que dijera algo impresionante o mínimamente interesante, pero con Isabella era completamente diferente, podría pasar horas, sentado junto a ella, sin decir una palabra, apreciando el rubor de sus mejillas, tratando de acompasar mi respiración a la suya, observando su cara de asombro, perdiéndome en sus pozos chocolate derretido.
Cuando el sol cayó, no pude contenerme más y la besé, ella se entrego por completo a mis labios, tratando de imitar mis movimientos, era maravillosa.
—Creo que es hora de irnos— dije cuando me separe de ella, el sol había caído y el aire comenzaba a enfriarse
—Si, ya es tarde— comenzó a vestirse— ¿podemos regresar mañana?— pregunto emocionada
—Por supuesto, podemos venir a diario si quieres
Recogimos nuestras cosas, y partimos hacia la casa, cenamos algo simple ya que estábamos llenos de dedos de queso, jamón y fruta picada.
Bebí a conciencia mi café, estaba nervioso, quería que Isabella se durmiera conmigo otra vez, pero no sabía cómo decírselo o si ella quería dormir conmigo. Esto era tan nuevo, para mi, las mujeres prácticamente saltaban a mi cama, sin que tuviera que pedirlo, pero ella era diferente, era tan inocente, bondadosa y la quería para lo que jamás había querido una mujer, quería compartir toda mi vida con ella, quería darle todo, por que se lo merecía.
—Isabella— llame su atención del libro que leía— creo que hoy va a llover otra vez
—¿Enserio? pero si es verano
—Los veranos aquí son lluviosos— su mirada se perdió entre los árboles—Vamos—le tomé la mano con mi estúpida excusa, la lleve escaleras arriba, la metí directamente en mi habitación, ella no rechisto en ningún momento.
—Voy por mi pijama— dijo nerviosa, mierda ella no quiera dormir conmigo nuevamente— y regresó— agregó rápidamente
—Te puedes poner esta— le dije, dándole mi camisa de led Zeppelin— te puedes cambiar en el baño, también hay un cepillo de dientes.
—Gracias— con su precioso rostro sonrojado, se metió al baño a cambiar.
Cuando salió, ya la estaba esperando en la cama, se metió e instintivamente la abrace, ella correspondió mi abrazo, colocando su cabeza en mi pecho, esto se sentía cómo si lo hubiéramos hecho toda la vida y por dios, esperaba que así fuera. No era difícil hacerme a la idea de despertar con su sonrisa el resto de mi vida, dios daría todo lo que tengo por que así fuera. El delicioso olor de su cabello me arrulló llevándome a los buenos recuerdos de mi infancia, hasta que los dos nos quedamos profundamente dormidos.
