Capítulo 15

Bella 17 años

Cuando me desperté me sentía mal, me dolía horrible la cabeza, la garganta me picaba y me sentía mareada, me costó un poco recordar cómo había llegado a casa pero en cuanto lo hice, mire él lugar qué había ocupado Edward anoche, estaba frío, eso significaba que se había ido hacía un buen rato, me sentí abandonada nuevamente, pero sobre todo estúpida por desear que el estuviera ahí, era lo mejor, si no había pasado no dolía.

Con ese pensamiento me fui a duchar, cuando estaba en el baño escuche que alguien entraba a mi habitación, no pude evitar emocionarme quizás era Edward, tome una bata y salí rápidamente.

—Bella — no pude evitar la decepción al darme cuenta que solo era Ely— El señor te mando este vestido, dijo que vendrá por ti a las 5— quería preguntarle sobre Edward pero me contuve, era mejor olvidar lo que había pasado anoche aunque eso significara arrancarme el corazón de nuevo

—Gracias— dije simplemente desviando la mirada, no quería que ella viera mi tristeza. Mire el reloj sobre mi buro por primera vez, eran las 3 de la tarde, tenía sentido que Edward no estuviera aquí. Vi el vestido que Ely había dejado en mi perchero, era realmente hermoso, un vestido en crop top de David Koma negro acompañado de unas zapatillas rojas de jimmy choo.

Pase el resto de la tarde tratando de arreglar mi cabello y maquillarme un poco, alas 5 decidí que era hora de bajar, cuando comencé a bajar las escaleras vi que Tanya ya iba a la mitad y Edward la veía embobado, quise retroceder, regresar a mi habitación, pero no me dejaría humillar, le demostraría que yo también era bonita, quizás no tanto como la supermodelo que tenía por novia, pero si lo suficiente, levante el mentón, cuadré mis hombros y comencé a descender por el largo camino que eran las escaleras.

Edward 30 años

Ya eran las 5 pm y ninguna de las mujeres de esta casa estaba lista, salí de mi despacho enojado, odiaba la impuntualidad, cuando llegué al vestíbulo vi que Tanya venía descendiendo por la escalera seguida de Isabella.

No pude evitar compararlas, Tanya lucía un vestido de sirena color rojo pasión con un corsé que enmarcaba sus pechos, un poco muy descarado si me preguntan, se veía muy sensual no lo podía negar, ella era hermosa de la clase que todo el mundo apreciaba, admiraba y sobre todo codiciaba, pero Isabella me hechizaba completamente con su sola presencia, reconocía la sensualidad escondida en aquellos ojos marrones tan expresivos donde se reflejaba la sabiduría e inocencia, aquellos ojos que ahora tenían un poco de maquillaje resaltándolos, el suave bamboleo de sus caderas al caminar me hipnotizaba, el vestido que había escogido para ella le quedaba maravilloso, cómo si hubiera sido hecho para ella.

Estudie sus facciones torturándome un poco más, la nariz respingona de Isabella contra la nariz aguileña de Tanya, las cejas bien dibujadas de Isabella sin necesidad de usar maquillaje contra las cejas delgadas de Tanya, las orejitas parcialmente escondidas bajo una melena caoba que caía en rizos hasta la mitad de su espalda, contra las orejas adornadas de diamantes que resaltaban de la melena rubia atada en un moño elegante, las largas piernas de Tanya contra las cortas pero firmes de Isabella.

Bella era simplemente hermosa, tan hermosa, tan inteligente, tan bondadosa y dulce, jamás se podrían comparar, eran polos completamente opuestos. Isabella tenía una belleza simple y sin igual, mientras Tanya tenía una belleza que encajaba en todos los estándares, tan común.

Bella 17 años

Edward miró entre Tanya y yo un par de veces, la comprensión encendió la furia en mí, ya que sabía perfectamente lo que estaba haciendo, ¿Cómo se atrevía a compararnos?, era un maldito. Apresure el paso, queriendo terminar con esto de una buena vez, antes de que le plantara una muy merecida bofetada.

—Andando, la limosina nos espera—dijo Edward en tono impersonal, aferrándose al brazo de Tanya cómo si su vida dependiera de ello.

Al subir a la limosina trate de aprovechar el vasto espacio, me senté lo más lejos que podía de ellos, verlos tan juntos, tan cariñosos, era muy doloroso abrían un poco más el buque en mi pecho. Me concentré en la ventana, no tenía ni la menor idea de a donde iríamos, pero me negaba a preguntarle a Edward, 2 podían jugar a la ley del hielo.

El camino fue tortuoso, mi cuello dolía por la incómoda posición que me obligaba a mantener, mis ojos ardían por las lágrimas no derramadas, por no mencionar que salimos de Seattle rumbo a Forks, era extraño generalmente los eventos de caridad de Edward eran en el centro de la ciudad.

Después de unas horas, una mansión apareció frente a nosotros, no pude evitar que mi mirada interrogante viajará a Edward, que estaba muy concentrado acariciando la mano de Tanya, desvié la mirada rápidamente, reprimiéndome mentalmente por haberlos mirado.

Fui la primera en bajar de la limusina, necesitaba aire fresco y espacio, mientras yo estaba ocupada en reprimir mis lágrimas, Edward y Tanya entraron a la mansión sin molestarse en esperarme, por lo que prácticamente corrí tras ellos, ya que por más que me pesara venía con ellos. La decoración de la mansión y sobre todo los colores, me recordaron mucho a mi jaula de cristal y mármol, la casa de Edward.

Pasamos de largo por el salón principal, hasta el patio trasero, donde una carpa que ocupaba casi todo el jardín nos esperaba, me sentí incómoda ya que por donde pasábamos la gente nos miraba con grandes sonrisas en el rostro, mejor dicho miraban a Edward y a Tanya, era como si todos compartieran un secreto que nadie se había molestado en decirme. En la entrada de la carpa una mujer de rostro amable nos estaba esperando con una gran sonrisa.

—Hola querido— se arrojó a los brazos de Edward en cuanto lo vio— querida— dijo tomando a Tanya entre sus brazos—¿ cómo están?— La observe y reconocí en su rostro los ojos de Edward, quizás ella era su madre

—Hola mamá— dijo Edward frívolo mientras le besaba la mejilla, tenía razón, ¿que hacíamos en casa de sus padres?, mejor dicho ¿que hacía yo ahí?

—Esme luces maravillosa— El saludo tan jovial de Tanya no me pasó desapercibido— ese vestido te sienta increíble

—Gracias querida— las sonrisas entre ellas me estaban destruyendo los nervios, ¿por que Tanya conocía a su madre y yo no? yo que había vivido con él 6 meses, yo que legalmente era parte de su familia.

—Mamá, te presento a Isabella— dijo Edward recordando de pronto que existía, me apresure a dar un paso al frente para saludarla

—Hola— dijo sin mucha emoción al verme

—Hola, mucho gusto — trate de ser lo más educada que pude, pero a ella simplemente no le importo, inclusive me dejó con la mano en el aire.

—Pero pasen por aquí— dijo ignorándome por completo.

La humillación por parte de la madre de Edward caló hondo en mí, yo no era lo suficientemente buena para que él me presentara a su madre, después de haber estado juntos 6 meses, pero Tanya era suficientemente buena para irse a vivir con el en menos de 3 semanas, para presentársela a sus padres en menos de 3 meses.

Quería largarme de ahí, correr tan lejos como podía de esta gente, estaba cerca de la push, podía llegar a la reservación con Emily, Sam y los chicos ellos me recibirían con los brazos abiertos y yo no les daría muchos problemas, mire la salida de la carpa ideando un plan, había suficiente gente cómo para pasar desapercibida, solo necesitaba... una risa me sacó de mis planes de huida, mire al lugar donde provenía, Tanya y Esme estaban tomadas de la mano platicando amenamente, mientras Edward saludaba a todos a su paso, bien podría irme y nadie lo notaria, es más les aria un favor. Tenía que ser fuerte, huir solo les daría la satisfacción de haberme humillado, y no se los permitiría, si algo teníamos los italianos era orgullo, cuadré mis hombros nuevamente y caminé con el paso más desafiante que podía frente a Tanya y Esme, solo justo detrás de Edward, ya que no sabía a dónde íbamos.

Esperaba que por fuera pareciera una adolescente arrogante hastiada de la situación, ya que por dentro estaba rompiéndome, estaba a un suspiro de llorar desconsoladamente, quizás fastidiarles la noche no valía la pena si yo también iba a salir fastidiada. Llegamos a una mesa que estaba al fondo y al centro de la carpa, en esta, ya estaba la mitad de la gente en sus lugares, rápidamente una cabellera negra azabache se levantó, la reconocí cómo Alice, la hermana de Edward, era imposible no darse cuenta que algo había cambiado en ella y era su enorme panza de embarazada, la ultima y primera vez que la vi no lo había notado.

—Edward, Tanya, Hola, que gusto tenerlos finalmente aquí—saludo muy alegre y un tanto exagerada, enredando sus brazos en cada uno de ellos

—Alice— dijo muy serio Edward a modo de saludo, al ser su hermana esperaba que quizás su máscara de hielo cayera, pero me equivoque.

—Alice no lo puedo creer, mírate, estás hermosa— dijo Tanya tocando su panza con plena confianza.

Genial, otra persona de la familia de Edward que Tanya conocía yo no, ¿acaso ella conocía a toda la familia de Edward?, ¿por qué carajos ella los conocía y yo no?, me mantuve al margen, esperando que alguien recordara que existía, aunque me habría encantado desaparecer, ¿para eso había insistido e traerme a esta mierda, para humillarme, para ignorarme? quizás el solo me quería torturar por haberlo molestado en la madrugada. Edward me miró antes de sentarse en su lugar.

—Hermana, te presento a Isabella— dijo finalmente con un gesto vago.

—Hola, un gusto— dije con un poco de recelo, no podía evitarlo, estaba apunto de estallar.

—Oh Bella, finalmente, soy Alice y él es mi esposo Jasper— dijo señalando al hombre que se encontraba detrás de ella.

Asentí desconcertada tomando asiento, ¿por que ella me llamaba así?, Edward me había presentado cómo Isabella, nadie me había llamado Bella desde que habíamos llegado, ¿el le había contado de mi?¿ella sabia algo que yo no? Me miro por más de lo que era educadamente hacerlo, hasta que Edward la reprimió, entonces ella desvió la mirada y me ignoro completamente como el resto de las personas en la mesa.

El tiempo pasaba lentamente, la gente en la mesa conversaba entre ellos, gente de otras mesas se acercaban a hablar con Edward y Tanya, bebían, hablaban y reían, estaban disfrutando la maldita fiesta, mientras que yo me quedaba sentada en la mesa cómo un florero al que nadie le prestaba atención, estaba hastiada, tenia que salir de ahí probando mis nuevos poderes de invisibilidad me escape a la barra por un trago, con un poco de suerte y un par de sonrisas, podría conseguir que me dieran alcohol sin importar mi edad.

Un par de shot´s de tequila y tres cosmopolitans después recordé a mi nuevo novio, Jacob, el también me había abandonado, esta mañana el no estaba por ningún lado o quizás lo habían echado de la casa. Debía llamarlo o pasaría a la historia cómo la peor novia del mundo, tomé mi teléfono dispuesta a llamar cuando sonó la canción, esa maldita canción, la que alguna vez había llamado nuestra canción Moondance.

Mis ojos buscaron a Edward por el lugar sin mi permiso, sorprendentemente él también me miraba, tan rápido como nuestras miradas se conectaron el salto a Tanya y comenzó a caminar hacia mi, mi respiración fallo al igual que mis rodillas.

—¿Me permites?— pregunto tan caballerosamente cómo la primera vez

—Siii— tartamude hipnotizada, mientras extendía mi mano temblorosa hacia Edward, ¿Que demonios estaba haciendo? el me había ignorado y dejado que me humillaran toda la noche y aquí estaba yo, poniéndome a su entera disposición, como si nada de eso importara, era tan estupida.

Edward tomo mi mano antes de que pudiera recapacitar y me llevó hasta la pista de baile, el mundo a nuestro alrededor de pronto desapareció, el ruido de las charlas se había ido, lo único que podía escuchar era la música, mi errática respiración y mi corazón latiendo cómo loco.

—¿Sabes?— me pregunto Edward de repente— desde que te conocí, no he bailado esta canción con nadie más y creo que jamás seré capaz de bailarla con nadie que no seas tú— su voz era tan suave como el terciopelo, me envolvía, casi me hacia sentir querida.. no podía permitírselo

—¿Por qué me dices eso?— lo enfrente — ¿acaso no ves qué me lastimas o es que no te importan en absoluto mis sentimientos?— pregunte con el corazón en la mano

—Adoro bailar contigo— dijo Edward ignorándome

—¿Acaso Tanya no baila bien? con esos tacones no la culpo— trate de recomponerme, esto era un juego, el que mostrara sentimientos perdía y yo ya había perdido un par de puntos— aunque con lo bonita que es a nadie le importara que se caiga o que te pise, ella es igual a ellas— dije señalando a las esposas trofeo— esta diseñada para verse perfecta incluso en las peores circunstancias.

—¿Podrías guardar silencio?, trato de disfrutar mi baile — dijo Edward bromeando como antes, dolió, pero él tenía razón, si este era el camino al infierno ¿por que no disfrutarlo?

Lentamente recargue mi cabeza en su pecho, inhalando su intoxicante aroma que tanto había extrañado, quizás por ultima vez, nos movimos al ritmo de Van Morrison, conforme la canción fue terminando el mundo a nuestro alrededor reapareció

Edward me alejó tan gentilmente cómo pudo, mientras besaba mi frente, su suave roce envío cientos de corrientes eléctricas a través de todo mi cuerpo, erizándome la piel, juraba que había escuchado un suave "te amo" de sus labios antes de irse. Si fuera lo suficientemente lista diría que fue una alucinación, que quizás había bebido alcohol adulterado o algo por el estilo, pero cómo era tremendamente estúpida una pequeña esperanza se instaló en mi corazón, quizás y después de todo el me quería.

La mirada que me dio Edward antes de regresar con Tanya se sintió cómo un "adiós", era todo tan extraño, yo estaba tan confundida que no podía moverme de mi lugar, sabía que debía moverme, estaba en medio de la pista de baile, alguien terminara chocando conmigo en algún momento y aria el ridículo de mi vida, frente a la familia de Edward.

Pero estaba hipnotizada por Edward, lo seguí con la mirada a cada parte de su cuerpo, tomó la mano de Tanya y la guio hasta el escenario, donde la música se detuvo y él tomó el micrófono

—Hola, buenas noches, gracias por acompañarnos hoy en nuestro día— dijo con una gran sonrisa, tomando a Tanya mas cerca de el. Mi corazón no podía comprender lo que sucedía aun seguía hipnotizado por el aroma de Edward, por su palabras, pero mi mente comenzaba a hacerlo.


Gracias a las 103 personas que marcaron la historia en sus favoritos y a las 99 personas que activaron las alertas, muchas gracias de verdad me motivan a seguir escribiendo.

También quiero agradecerle a las personas que comentaron el capitulo anterior: Terewee y a Adriana Molina

Nos leemos pronto:)