Capítulo 25
Bella 17 años
Ha pasado medio año desde que dejé a Edward, creo que todo ha ido mejor de lo que esperaba, claro que esto dejando de lado el gran vacío en mi pecho que poco a poco me consume.
Después de haber estado toda una noche en el panteón considerando la idea de terminar con mi vida, decidí no hacerlo, ser fuerte y continuar, se lo debía a mis padres y a mi hermano, ellos no habían cribado a un cobarde. Tome mis cosas y camine a la central de autobuses, compre el boleto que me llevara más lejos el que resultó tener destino a San Francisco, California.
Donde ahora vivo, en un departamento in—law, que es verdaderamente pequeño pero lo suficiente para mi, soy camarera en un café del centro financiero. Debo aceptar qué me gusta aquí, el mar, el clima, los tranvías, las coloridas casas victorianas que están llenas de historia, me ayudan a distraerme lo suficiente cómo para funcionar.
Cómo siempre se me hizo tarde para ir al trabajo, ya que la cafetería estaba a más de 20 minutos en tranvía y caminando desde el barrio italiano donde vivía, en estos momentos de verdad extrañaba mi motocicleta, pero bueno debía empezar a olvidarme de esa vida y concentrarme en él ahora.
Llegue 5 minutos tarde, por lo que me gane una mirada de advertencia de mi jefe, para no hacerlo enojar más comencé a servir mesas cómo loca, una tras otra sin descansar, inclusive me salte mi hora de comida, pero por lo menos gane más $100 dólares de propina lo que me aseguraba la mitad de mi renta del siguiente mes y me permitía darme un pequeño lujo de $5 dólares, que consistió en ir a la costa y comprarme un hot dog mientras veía la puesta de sol.
Realmente no me quejaba de esta vida, pero debía ser honesta y admitir que extrañaba los privilegios de la antigua como tener una habitación más grande, comida decente y no solo enlatados o algún tipo de comida basura, agua caliente, calefacción o ir a la escuela, no había abandonado la idea por completo pero debía esperar a tener 21 para poder hacerlo por mi cuenta sin pedir ningún permiso a mi tutor, deseche esos pensamiento, me estaban llevando por un camino oscuro que conocía bastante bien para mi desgracia.
Me levanté de la arena y comencé mi largo camino a casa, gracias a mi lujosa cena me había quedado sin el dinero suficiente para permitirme un tranvía o un bus de regreso en estos momentos.
Edward 31 años
Cuando abrí los ojos, lo primero qué vi fue la melena rubia de la chica del bar de anoche, no recordaba mucho de ella, ni siquiera su nombre, pero eso no importaba, ella ya había cumplido su objetivo, calentar mi cama y celebrar mi estúpido cumpleaños número 31. Quité sus bronceados brazos de mi cuerpo y me levanté tenía qué tomar una buena ducha e ir a la oficina.
—Buenos días cariño—dijo la chica desde la cocina, en cuanto salí del baño—he preparado el desayuno— dijo con una gran sonrisa, debía admitir que era linda, pero no lo suficiente.
La ignore y me vestí rápidamente
—Hola, es tarde debo ir a trabajar, cuando salgas cierra la puerta— le deje un par de dólares para su taxi y sin más salí del apartamento.
Conduje por las calles de San francisco, hasta la oficina, debía aceptar qué Alice tuvo una excelente idea, al enviarme a California, era justo lo que necesitaba para despejarme, no tenía ni idea de cuanto necesitaba salir de esa casa qué solo me traía malos recuerdos, quizás deba mandar a derribarla y vender el terreno, no importaba si había sido un regalo de bodas que mis padres me habían hecho algunos años atrás.
Sacudí esos pensamientos fuera de mi sistema hoy tenía qué estar despejado, tenía una junta con los accionistas iríamos a los embarcaderos para ver la construcción de una nueva bodega en la zona, que nos permitirá reducir costes en el transporte.
En cuanto llegue a la oficina me dedique de lleno a mi trabajo, él distraerme me ayuda bastante a mantener a raya los recuerdos
—¿Señor Cullen?— entró mi secretaria italiana con su bonito acento, me parece gracioso— ya es hora, los inversionistas están en recepción esperándolo.
—Claro, voy— tome mi saco y mi teléfono era mejor no hacer esperar a estos Californianos, que tienen un humor muy malo—Caballeros, buenas tardes, ¿nos vamos?— los salude de rápido pues se nos haría tarde si nos quedamos conversando.
—Señor Cullen, distraído como siempre, hoy mi nieta Antonella está con nosotros, espero que no le importe— dijo el viejo, creo que se llamaba Aro. Dirigí mi mirada a la mujer que estaba junto a él
—Por supuesto que no, Mucho gusto, señorita Antonella— dije lo más caballerosamente que podía, odiaba perder el tiempo con estás estupideces
—Un gusto señor Cullen— dijo profesionalmente
Después de las presentaciones fuimos directamente hasta el embarcadero, revisamos, los planos de la bodega, el terreno, hablamos con los arquitectos, resolvieron todas las dudas del viejo Aro.
—Señor Cullen— me llamo Antonella, su nombre me recordó mucho al de Isabella pero, ella no era ni de cerca tan hermosa cómo mi ángel, deseche esos pensamientos antes de qué fuera muy tarde
—Señorita Antonella, dignamente en que puedo ayudarle
—Tengo algunas dudas que me gustaría resolver personalmente contigo
—Claro, te escucho
—Me gustaría hacerlo en la comida— dijo audazmente, tenía una regla de oro, jamás mezclar los negocios con la vida personal, había aprendido mi lección con Irina.
—Lo lamento mucho Antonella, pero tengo una cita para el almuerzo— le mentí pero ahora mismo tengo tiempo, dime en que te puedo ayudar— dije amablemente.
—Bien, es respecto a …— Ella no oculto ni por un segundo su descontento con mi rechazo
La visita salió bastante bien, resolví las dudas de la mayoría y no solo eso, logré que aumentar el presupuesto en un 20%, había sido un día bastante bueno, por lo que me permití salir temprano para poder ir al que pronto se había convertido en mi bar favorito, había un whisky escoces maravilloso y era fácil encontrar compañía.
Al entrar junto a la barra vi a quién probablemente sería la afortunada o desgraciada de irse conmigo a casa, una rubia, enfundada en un aprendo vestido rojo que no dejaba nada a la imaginación.
—¿Que tomas?— pregunte acercándome rápidamente a ella
—Un cosmo para comenzar— dijo con una enorme sonrisa
—Un cosmo para la señorita…— deje en el aire la palabra
—Rebeca— dijo con una tonta risita
—Y un whisky para mi— le dije al barman
—Y dime cariño, ¿a quién debo agradecerle por mi bebida?— me preguntó de manera sugerente con el popote entre los labios
—Edward…— dije con una sonrisa arrogante, la tenía justo donde la quería
Bella 17 años
—¿Marie?— Margaret mi arrendadora estaba llamando a mi puerta, algo raro, ya que pasaban de las 10 pm
—Margaret, ¿sucede algo?, ¿estás bien?— pregunté abriendo la puerta
—Todo está bien cariño— me dijo con su sonrisa maternal— solo quería traerte un poco de cena y decirte que este mes necesito el dinero antes— tome el tupper que me daba
—Claro sin problema— mentí, obviamente había un problema, aún me faltaba la mitad de la renta, tendría que tomar turnos extras en la cafetería o conseguir otro trabajo— ¿para cuando lo necesitas?
—Para la siguiente semana cariño, vengo por el o …
—Yo te lo doy en cuanto lo tenga, bueno gracias por la comida tengo que dormir, mañana trabajo temprano— dije despachándola
—Claro nena, descansa
—Tu igual— le cerré la puerta prácticamente en la cara.
Deje el tupper de comida en la mesa de la cocina y me fui a dormir, hoy había sido un día muy pesado y mañana me esperaba otro, iría desde temprano a la cafetería a pedir otro turno y probablemente también irá a buscar otro empleo para los fines de semana o para cuando no hubiera suficientes turnos en la cafetería. Suspire conteniendo las lagrimas, sabia que no iba a ser fácil, no me podía rendir ahora, tenia que seguir adelante.
…
En mi búsqueda de un segundo empleo en el centro financiero, vi un fantasma; Edward estaba en el tráfico manejando un audi R8 convertible, se veía aún más guapo de lo que recordaba llevaba su impecable traje sastre y unos lentes de sol, rápidamente el tráfico avanzó y el desapareció en la jungla de asfalto. Por lo cual era obvio que era una alucinación, si eso era, había estado caminando bajo el sol sin haber comido algo o bebido, era imposible que él estuviera en California, también era imposible que él me hubiera encontrado, no solo había cambiado mi apellido de Cullen al apellido de soltera de mi madre D' Angelis, también usaba mi segundo nombre Marie.
Eso era lo que me repetía de camino a mi trabajo, para no regresar a casa tomar mis cosas y cruzar el país entero, para desaparecer nuevamente. Quizás debía mudarme más al sur, a una ciudad o un pueblo menos conocido, Edward era un hombre de negocios el viajaba a las ciudades más importantes del país todo el tiempo, podría arreglármelas en un pueblo.
Mi mente estaba tan ocupada preparando un posible plan de huida que estaba más torpe de lo normal, ganándome un buen regaño de mi jefe y varias muecas molestas por parte de los clientes, lo que me aseguraba propinas bajas.
Edward 31 años
Un maldito dolor de cabeza me despertó, mierda había bebido demasiado anoche, arrojé el pequeño cuerpo apretado al mío lejos de mí al otro lado de la cama, necesitaba una maldita aspirina. Busqué por todo el maldito apartamento pero no había nada, me bañé y me vestí rápidamente, también necesitaba un café.
Sali a la soleada mañana de Agosto que California me ofrecía, que en estos momentos odiaba, solo hacia que mi puto dolor de cabeza aumentara, fui a una cafetería cerca del trabajo.
—Buenos días, ¿que le puedo ofrecer?— dijo un chico amablemente
—Un americano, sin azúcar— ordene rápidamente
—¿Tamaño?
—El más grande que tengas
—¿Quisiera agregar algún pastelillo o galleta?, tenemos croissants recién horneados— mierda por que este chico no se callaba y me daba mi puto café
—Solo el café, pago en efectivo— dije dándole un billete de 20 dólares con la esperanza de que se callara de una vez por todas
—Bien, en un momento se lo doy
Me senté en una de las mesas cerca de la barra, con mi cabeza entre las manos, debía controlarme mejor, ya no era un adolescente que podía beber cantidades industriales de vodka y despertar al día siguiente cómo si nada.
Estaba tan ocupado reprendiendo mentalmente que no escuché cuando el barista me llamó con mi orden por lo que una chica me lo trajo.
—Gracias— murmure pero sonó cómo un gruñido
Bebí un gran trago disfrutando el sabor amargo, me coloque los lentes de sol nuevamente, camine rumbo a la puerta y de pronto vi una larga cabellera castaña que yo conocía demasiado bien entrando a la parte de atrás de la cafetería, quise seguirla pero el chico de la barra me lo impidió argumentando que solo podía entrar el personal.
—¿Cómo se llama la castaña que acaba de entrar?— pregunté desesperado, tenía que saber si era ella, el tipo me miró raro pero al final accedió
—Marie D' Angelis— no era ella, obviamente, ¿que mierda estaba esperando que ella apareciera así cómo así frente a mi?— ¿necesita reportarla, señor?— preguntó nuevamente el tipo
—No, es solo…— ¿Que mierda hacía balbuceando frente a este niño?— nada— dije finalmente saliendo de la maldita cafetería directo a una farmacia, necesitaba la puta aspirina el dolor me estaba haciendo alucinar.
Gracias a todes por su apoyo en especial a:Ary Cullen 85, Jupy (A mi también, pero era un mal necesario, Edward tenia que vivir las consecuencias de sus actos), Aliceforever85 (si, es un camino un poco largo, pero al final vale la pena), Diannita Robles (Saludos, Edward tiene que aceptar y ver todas las consecuencias de sus errores) Adriana Molina, por sus comentarios que me encantan.
Nos leemos pronto :)
