Pasaron dos semanas, pero ya saben… después de lo del sismo creo que nadie tenía ganas de hacer otra cosa que no fuera apoyar a los demás. Aunque lo que más se sentía era tristeza y depresión a donde sea que fueras; pero ¡he vuelto! Y les traigo un sensual capítulo nuevo que espero disfruten. Ahora los dejo.
AAAAAACCIÓN.
CAPITULO 6: ESO A LO QUE LE LLAMAN "AMOR"
La popularidad de Thorin había subido en toda la comarca, incluso dejaron de tratarlo como extraño al momento en que el rumor se expandió como una plaga por toda la comarca: el rumor de cómo había salvado a los Bolsón. Y aunque eso tenía sin cuidado a Thorin, a Bilbo no le agradaba para nada. No mal entiendan; el hobbit estaba feliz de que al fin Thorin tuviera un lugar donde no sentirse excluido, un lugar que aunque no se mencionara era el hogar del enano; lo que le revolvía el estómago al castaño era ver como tanta hobbit se acercaba a darle atenciones al enano de porte real.
Ahora entraba al agujero hobbit diciendo que no tenía hambre a pesar de que hubiera trabajado todo el día. El Bolsón se dio cuenta que era debido a que muchas chicas hobbit se acercaban a darle alimentos, agua y atenciones que no le sobraban en su casa.
Pero no solo eso, sino que cuando no salía a la hora justa de la casa se escuchaba la puerta ser golpeada con insistencia siendo Bilbo el que la abriera todas las ocasiones solo para toparse con el nuevo "club de fanáticas" del enano quienes preguntaban cómo se encontraba el enano, las razones por las que no había salido aun y si estaba enfermo solo para que todas intentaran entrar a la casa para ver a Escudo de Roble.
En principio fue algo que consideró actitud normal en hobbits tan jóvenes; pero ahora podía llamarlo acoso. Ciertamente le hacía rabiar como nunca ver a tanta muchacha rodeando al enano. Aunque parecía que Thorin no les daba mucha importancia a Bilbo le molestaba ¿Por qué? No lo sabía, pero era suficiente el hecho de que se le comenzara a hacer normal el sentir el amargo sabor de la bilis en su boca.
-¿Me oíste, Bilbo? –Bilbo levantó el rostro para toparse con la confundida mirada de Thorin.
-Lo lamento, no prestaba atención ¿Qué me decías? –
-Que gracias por el desayuno… tengo que salir ahora a la fragua –el anfitrión simplemente asintió con la cabeza aun picando la comida en su plato -¿te encuentras bien? –
-De maravilla –dijo con hastío tomando ambos platos dirigiéndolos a la zona donde los acomodaba para luego lavarlos.
Thorin decidió pasarlo por alto. Se encogió de hombros resignado y salir por la puerta principal amarrándose el cabello en una coleta alta como era usual a la hora de trabajar.
Bilbo lavó los trastes mientras discutía consigo mismo el por qué se sentía de esa forma. Thorin era libre de hacer lo que le plazca, podía tener a todas las hobbits de la comarca si quisiera y eso no debía molestarle. Sin embargo, lo hacía; le molestaba en sobremanera el verlo rodeado de tantas mejillas sonrojadas y miradas coquetas.
-¡Valar! ¿Por qué me siento así? –se mojó el rostro con el agua que utilizaba sin importarle que estuviera enjabonada. Soltó un suspiro decidido a salir un rato. Ese era día de compras así que se dispuso a tomar su saco y salir con una gran canasta; le faltaban algunas frutas y algo de cordero para la semana, podría despejarse un poco saliendo de la casa.
Le anunció a Thorin desde lejos que saldría; pero el moreno estaba demasiado ocupado atendiendo las conversaciones con las féminas. Eso molestó aún más al mediano, pero no dijo nada.
.
Caminó por el pequeño prado donde se asentaban las carpas del mercado saludando a sus vecinos, comprando sus víveres y entablando una breve conversación con Ham. Hubiera deseado encontrarse con PrIm, Drogo e incluso con Frodo para hablar con libertad y decirles como se sentía pero no estaban ahí; quizá habían ido al río que era uno de los lugares favoritos de Prím para pasear; definitivamente su prima era extraña pero en ese instante anhelaba una platica con ella.
Tan sumido estaba en sus pensamientos cuando chocó accidentalmente con alguien haciendo que las cosas que ambos traían se cayeran al césped.
-¡Como lo lamento, discúlpeme! –una voz femenina y avergonzada, Bilbo se arrodilló para recoger tanto sus cosas como las de la hobbit frente a él. Apenas le dio un vistazo notando lo joven que era, de cabello castaño rojizo con unos ojos almendrados y mejillas casi carmesí; quizá por la vergüenza.
-No se disculpe, no miré por donde iba –la joven le miró a los ojos sintiéndose aun más tonta haciéndolo notar un un divertido puchero que a Bilbo le recordó a su querida madre.
-De verdad disculpe, estaba distraída –se levantó con una pequeña cesta llena de cerezas -¿usted no es Bilbo Bolsón? –
-Sí, así es –
-¡Vaya! Así que usted le da alojo a maese Thorin ¿verdad? –y Bilbo se arrepintió de darle su nombre pues claramente pertenecía a ese sequito que perseguía al enano.
-De hecho, si… pero… -
-Escuché lo valiente que fue en Bree, realmente no sé si yo hubiera podido hacer lo que usted –
-¿Qué? –dijo claramente confundido.
-Sí, mi madre me dijo que uno de los vecinos le había mencionado que usted defendió a maese Thorin para que no lo mataran. Ciertamente es muy valiente –no acostumbrado a los cumplidos, se sintió incómodo ante la ilusionada sonrisa de la hobbit.
-No fue para tanto. Por cierto, aun no le he preguntado su nombre –
-Que tonta… por supuesto. Mi nombre es Camelia, vivo al sureste de Hobbiton… Aunque usted no preguntó eso, ¡olvidelo! –dijo ella mordiéndose el labio no queriendo decir algo más que la hiciera ver como una niña frente al mayor. Bilbo sonrió del lado.
-Bueno Camelia, estoy a su servicio –dijo el castaño recogiendo una pequeña cereza que habían pasado por alto entregándosela a la pelirroja; esta la tomó dudosa pero sonriendo conectando sus ojos con el mayor –me debo ir pero, que estés bien –se retiró sin más siendo ignorante de la mirada de dulzura que le mandaba la pelirroja.
.
Se había hecho costumbre esas semanas que el enano y el hobbit habitantes de Bolsón Cerrado se durmieran en la misma cama; que platicaran su día y luego de un rato se dispusieran a dormir. Tal como cada noche Thorin se aferraba al torso del mediano para dormir en su pecho mientras Bilbo acariciaba su cabello buscando relajarlo lo suficiente para que pudiese dormir.
-Se les está haciendo costumbre venir aquí a todas ellas –
-Solo son niñas, se cansarán en algún momento –eso no daba tranquilidad al castaño quien frunció levemente el ceño con molestia por la poca importancia que le daba el enano.
-Pensarán que solo quieres aprovecharte de ellas –
-Les he dicho que no es necesario pero siguen trayéndome comida y obsequios –
-¿Obsequios? ¿Cómo cuáles? –
-Pañuelos bordados, collares, muñequeras… Ni si quiera sé como responderles los obsequios –
-No lo hagas –sin notarlo estrechó más al enano –No les respondas los obsequios; es claro lo que están haciendo. Te están cortejando –
-¿Cortejando? Bilbo, esa es una idea muy tonta para venir de ti. Ellas no están haciendo eso –
-Si lo hacen, están desesperadas por casarse pues es lo único que un hobbit puede hacer estando en un lugar como este. No somos enanos, Thorin; su ideal más alto es casarse –el pelinegro lo miró reincorporándose en su brazo izquierdo.
-¿Por qué luces tan molesto? –
-No lo hago –
-Estar a la defensiva no te ayuda –
-Eres tan… -reprimió los posibles insultos que saldrían solo tirando al enano de nuevo a la cama y acomodándose en su hombro –vamos a dormir –
.
Fue gracias a Prim y Drogo que las hobbits se dispersaban cuando la pareja de esposos llegaba. Casualmente las hobbits se iban cuando llegaba también el grupo de pequeños a jugar con Escudo de Roble.
Eran días salteados en ese mes cuando iban de visita, siendo el hobbit el que notara ciertas anomalías en el agujero hobbit; principalmente el hecho de que su dueño no se encontrara en el interior o alrededores.
-¿Han visto a Bilbo? –preguntó Drogo cargando a Frodo en su espalda mientras este peleaba por bajarse para seguir a sus amigos que planeaban hacer algo que el mayor consideraba "peligroso".
-Ahora que lo dices, no lo he visto tan seguido –dijo Prím.
-Ha estado yendo al mercado, dice que tiene que hablar con algunos de los mercaderes por lo que le pidió el Thrain –dijo Thorin terminando de recoger todo lo que había dejado tirado en la fragua.
-Es probable. Pues ya es tarde y nosotros tenemos que irnos –dijo Prím despidiéndose del enano mientras llamaba a los pequeños para que les acompañaran –despídenos de Bilbo y dile que no pudimos quedarnos a esperarlo –
-¡Adiós, Thorin! –gritaron todos los infantes siguiendo al par mayor. El pelinegro les despidió con la mano para después internarse en la casa.
Ahora que lo pensaba era cierto, Bilbo había estado ausente muchos días, solo había llegado en la noche o tarde-noche para cenar con él y después irse a dormir, no sin antes entablar una efímera charla de cómo habían estado sus días, qué habían hecho, etcétera. Si bien le preocupaba no tenía mayor inconveniente ya que era un hobbit adulto, y podía hacer lo que le viniera en gana. Aunque extrañaba sus almuerzos y comidas; estas se habían ausentado debido a que no había querido despreciar a las jóvenes que iban con la intención de darle de comer.
Se propuso a preparar algo antes de que llegara el hobbit, pero si lo pensaba mejor… él no sabía cocinar. En los viajes, y en la montaña él solo se dedicaba al entrenamiento de los ejércitos, a inspeccionar las fraguas y a las cenas con los reyes. No había tocado nunca un cuchillo con la intención de cocinar.
Su frustración se fue cuando se escuchó la puerta abrirse dando paso al castaño.
-Estoy agotado –pronunció quitándose el saco. Thorin se sentó en el sillón frente a la chimenea invitándolo a ir con él, entonces el castaño se desplomó sobre el pecho del enano queriendo descansar.
-¿Día pesado con los mercaderes? –
-No tienes idea. ¿Y la fragua?
-No ha diferido, de la misma forma que estos últimos días –
-Es decir, muchas hobbits yendo a por ti –dijo cerrando sus manos en puño a las espaldas de Thorin.
-Son simples niñas, se les pasará cuando llegue otra novedad –Bilbo gruñó por el comentario haciendo sonreír inconscientemente al enano, pero esa sonrisa se desvaneció al percibir muy de cerca el aroma a jasmín y rocío; muy diferente al de Bilbo que consistía más en avellanas y algo de hollín, debido a las horas que suele pasar cocinando –¿Usas alguna fragancia? –
-¿Hm? No, ¿por qué preguntas? –
-Simple curiosidad –dijo sin expresarle realmente la molestia que se llenaba en su estómago al alcanzar aquel aroma.
.
-Se discreto, y cuídate mucho –dijo Fili a su fiel cuervo quien aceptó la suave caricia de príncipe preparado ya para alzar el vuelo, con sus alas tornándose ligeramente azules a la luz de la luna. En su pata izquierda llevaba enrollada y atada una pequeña nota en el lenguaje de los hombres para no levantar sospechas –Vuelve con bien, y que Gandalf personalmente sea quien tome la carta –el joven cuervo asintió al fin alzando vuelo desde el balcón del príncipe.
Tres golpes pausados y dos rápidos se escucharon tras su puerta anunciando en clave la llegada de su hermano, Fili se acercó tocando dos golpes largos y tres rápidos dando entrada al moreno quien escondía en una manta a sus espaldas algunas espadas y hachas que había tomado de la armería real.
-¿Cómo hiciste para encontrar suficientes? –
-Puse un pequeño tónico en la cerveza de los guardias de la armería, aceptaron mi regalo sin rechistar –dijo orgulloso de su trabajo ensanchando las comisuras de los labios del rubio.
-Bien, entonces: armas –
-Listas –respondió Kili.
-Ponys –
-Listos, junto con bolsas de comida rebosantes pero no tanto como para no movernos con rapidez –
-Perfecto. Gente –
-Pues… encontré algunos, los únicos seguros eran Balin y Dwalin, tendremos que sacar a Balin de la custodia del abuelo y con Dwalin no es problema; su orgullo está tan herido que haría lo que sea con tal de salvar a nuestro pueblo –
-¿Y a quienes encontraste? –
-Al escriba real, junto con sus hermanos: el médico y uno de los herreros. Si, tenemos a Ori, Nori y Dori; también de las cocinas a Bofur y Bombur, además de su hermano Bifur –
-¿El que solo habla Khúzdul? –
-Sí, él. No dudaron en venir a ayudar. Bombur fue a cargar los ponys con comida, y los demás ya empezaron el plan de huida –
-Ok, Glóin también aceptó. Creo que es de los que más ha pasado penas –ambos hermanos se miraron comprensivos recordando como el pequeño de maese Glóin había robado una manzana, pues hacía casi dos días que no comía. Los guardias lo querían llevar a juzgar, y Glóin aceptó la reducción de su cargo en la armada para salvar a su hijo. Su esposa parecía que ya no la contaba con todas las penurias que albergaba en su corazón.
-Doce enanos, un número de suerte –dijo Kili dando un suave golpe en el hombro de su hermano.
-Doce enanos y un mago querrás decir –Kili lo miró confundido –he enviado una carta a Gandalf para pedirle ayuda; solo falta que acepte, espero que Rokya mueva rápido sus alas; necesitaremos la mayor eficacia en todo lo que hagamos. Si en dos días no llega respuesta tendremos que irnos al anochecer del segundo día. Nuestra gente no puede esperar más –
-Bien, entonces iré a decirles a todos. Si el abuelo nos llama cúbreme –
-Sabes que si –ambos enanos se abrazaron con pena en el alma, sufriendo y esperando que Thorin hiciera lo que debía, necesitaban esperanza –
.
Parpadeó desperezándose poco a poco debido a la luz que llegaba de lleno en su rostro. Se estiró destensando los músculos y peinando con sus dedos su melena oscura mirando el lado contrario de la cama notando la ausencia de Bilbo; no podía negar que se sentía decepcionado de no despertar junto a él como todas las mañanas pero desde hace días que lo veía ocupado, no podía negarle la oportunidad que estaba teniendo con el Thrain de la comarca así que lo dejó pasar de nuevo a pesar de la amarga sensación que bajaba por su garganta.
No reprimió el deseo de acostarse de nuevo aspirando el aroma de la almohada. Ese si era el aroma de Bilbo, no a flores y pasto, sino a avellanas, a avellanas recién caídas de árbol, de las que usaba para hornear el pan de cada semana. Se inhundó de ese aroma preguntándose ¿Por qué había llegado perfumado de otra forma? Tal vez era por la temporada temprana de primavera. Sus cuestionamientos se vieron interrumpidos al ver el sol, serían más de las nueve de la mañana.
Se levantó poniéndose los pantalones y ajustando su playera para no verse tan desgarbado. Las pesadas botas calzaron sus pies y haciéndose una coleta alta como se había hecho costumbre desde que comenzó con la fragua se acercó a la cocina escuchando a Bilbo conversar con una fémina. Concluyó apresuradamente que sería Prím pero al llegar notó a una joven de cabello castaño rojizo y las mejillas arreboladas mientras bebía de su taza de té.
-¡Oh! Thorin, despertaste –dijo; aunque el tono fue ameno a Thorin le pareció la forma simple en que le das direcciones a un foráneo por el bosque.
-Buen día –dijo ausente solo mirando fijamente la hobbit quien se comenzaba sentir cohibida.
-¡Lo lamento! No los había presentado. Thorin ella es Camelia, Camelia él es Thorin –
-Es un gusto –dijo la joven con una blanca sonrisa.
-Igual –dijo de forma tosca, aunque a ninguno de los hobbits les importó, pues Bilbo estaba ocupado calentando el desayuno que le tenía al enano y la joven estaba muy ocupada viendo a Bilbo hacer lo propio. La mirada que le regalaba no era grata para Escudo de Roble, y la sensación de molestia cuando alguien quería tomar algo que era suyo lo llenó.
-Bilbo me estaba contando mucho sobre usted, realmente es como los niños dicen. Es como sacado de un cuento de héroes –dijo ella; aunque lo estaba alagando él solo podía pensar en que esa niñata trataba con demasiada confianza al castaño como para llamarlo simplemente "Bilbo".
-Disculpen la pregunta pero ¿de dónde se conocen? –
-Nos conocimos en el mercado hace algunos días –"unos días… ¿y le permites que te llame simplemente Bilbo?" pensó frustrado –y comenzamos a frecuentarnos para conversar; Camelia tiene un jardín enorme y me está dando consejos para cuidar mis plantas por mí mismo –
-Ham ya hace un excelente trabajo –le retó Thorin.
-Pero no puedo depender siempre de Ham, Thorin –dijo el castaño sirviendo más té a la joven quien agradeció con una sonrisa.
-Me voy a la fragua –cortó la conversación.
-¿Qué? Pero si no haz desayunado –
-No tengo hambre –salió del agujero hobbit dejando a Bilbo con un nudo en la garganta. No sabía por qué lo trataba de nuevo de esa forma, como si esos meses no importaran, el corazón le dolió inexplicablemente pero su rostro simplemente reflejó sorpresa.
-¿Siempre es así? –preguntó ella con incomodidad -¿o parece que no le agrado? –Bilbo miró acongojada a la joven, simplemente le tomó la mano con cariño fraternal, aunque ella lo identificara de otra manera.
-Él es así, no te preocupes. Debiste verlo cuando apenas llegó, era un cascarrabias –dijo Bilbo sacándole una carcajada a la más joven.
Por otro lado Thorin salió con cara de pocos amigos siendo recibido por la aglomeración que era su nuevo club de fanáticas quienes ya le tenían preparados bocadillos para esa mañana. No dudó en aceptarlos a diferencia de las veces pasadas que simplemente fingía que estaba lleno, pero esta vez no; esta vez estaba enojado, frustrado y hambriento sin entender bien la razón.
.
Drogo había ido con Frodo a casa de Ham, la cual colindaba con el mercado; ya que era uno de los últimos días de trabajo en la semana decidieron que podrían ir a beber mientras los pequeños se quedaban jugando con el resto de los infantes de Hobbiton.
Avisándoles a algunos de los mayores que no irían con ellos, dejaron a los menores en las colinas alfombradas de césped divirtiéndose.
Pasando por un par de caminos llegaron a Bolsón Cerrado donde vieron inmediatamente a Thorin recoger todas sus cosas y apagar el fuego improvisado que utilizaba para la forja.
-¡Thorin! –Llamó Drogo captando al instante la atención del enano quien sonrió cansado a ambos.
-Buenas noches Maese Drogo, Maese Ham ¿Qué necesitan? –
-Nada en realidad, y sabes que puedes llamarme solo Drogo –dijo con una amplia sonrisa que no solía conocerle hasta hace poco, desde la fiesta de fin de año –Algunos vecinos iremos a la taberna del Dragón Verde, ¿quisieras ir? También Bilbo puede ir –un casi imperceptible gruñido salió de la garganta de Escudo de Roble.
-Bilbo no está, ha salido –
-Oh… Es una pena, pero ¿tú quieres ir? –Thorin se lo pensó unos segundos para finalmente asentir para regocijo de sus dos vecinos.
.
Los tres llegaron al "Dragón Verde" viendo a la multitud de hobbits bebiendo y riendo; Thorin se alegraba de que ya todos se hubieran acostumbrado a su presencia como para no mirar hacia la entrada como si lo inspeccionaran –caso de las primeras veces que se presentó en la Comarca –. Se acercaron a la barra pidiendo la especialidad: pintas de cerveza.
Charlaron entre varios, con bromas y carcajadas disfrutaron las horas que estuvieron ahí; incluso el moreno afirmaba mentalmente que se estaba divirtiendo, sintiendo algo de mostalgia por el dëjà vu que estaba teniendo al ver a toda esa gente divirtiéndose deseando que fuesen los días de antaño en que estaba en la montaña con toda su familia, en las fiestas de su pueblo, cumpleaños de su familia u honores para los reyes que los visitaran. Despejó esos recuerdos con otro trago de cerveza solo esperando que su hermana, sus sobrinos y amigos se encontrasen bien.
-¡Hablando del hobbit! –Thorin giró a ver quién llamaba tanto la atención. Su pecho se estrujó viendo al castaño entrando junto con aquella joven de la cual no recordaba ni le importaba recordar su nombre.
-¿Esa no es Camelia? –dijo uno de ellos.
-¡Por Yavanna! Es la joven que tiene como pretendiente al hijo del Thrain ¿verdad? –
-Es su pretendiente, pero ella siempre lo ha rechazado, no apresuren sus juicios –dijo otro de los hobbits.
-Vaya que Bilbo tiene buen gusto –
-Y mucha suerte, lo que daría solo por tener una conversación con esa hermosa pelirroja –dijo uno de los más jóvenes con aire desanimado.
-Hasta Escudo de Roble no puede dejar de verla –susurró Ham a Drogo para que este voleara a ver a Thorin quien tenía las manos tensas haciéndole notorias abolladuras al tarro que contenía su cerveza. Drogo se separó un poco del grupo de hobbits para hablar con algo más de privacidad con el enano.
-¿Estas bien, Thorin? –
-¿por qué la pregunta? –
-Solo mira tu tarro –hasta ese momento el moreno notó lo que había hecho con el recipiente de su bebida; un bufido escapó por sus fosas nasales.
-No lo sé, siento bilis en la boca al ver a Bilbo con esa mujer, tengo la necesidad de levantarme y alejarlo de ella –Drogo se lo pensó unos segundos mirando a la pareja que recibía la comida que ordenaron junto con sus bebidas.
-¿Solo con ella? –
-Si… -Thorin recordó aquella vez en la fiesta cuando tuvo la misma sensación al ver a Bilbo bailando con Prím. Ella le agradaba, era cómodo hablar con ella pero aun así se sintió molesto por verlo cerca de la morena –No –Concluyó el enano al recordar aquella vez. Se perdió en la espuma que quedaba de su cerveza cuando Drogo reprimió una carcajada tapándose los labios.
-Si lo pones así pareciera que estas celoso –
-¿Celoso? –
-Claro, conozco viene esa sensación. Antes de que Prim aceptara casarse conmigo me molestaba verla con otros hobbits, incluso con Bilbo pero pasó tiempo y aprendí a controlarme; además de que Prím lo notaba, siempre diciéndome que yo era al que guardaba con más cariño –
-Quisiera entender tu punto –
-Pareciera que estás enamorado de Bilbo –dijo a modo de burla, pero al ver que Thorin lo consideraba se arrepintió de decirlo; aunque ahora podía decirle a Prim ciertas cosas que seguro la llenarían de jovialidad. Eso claro que se lo tenía que contar.
.
Atardecía tornando el cielo rojizo con las nubes contraponiéndose con el sol. Fue en ese instante en que llegó un cuervo joven a posarse en la ventana del príncipe de Erebor. Sus graznidos insistentes llamaron la atención del rubio quien se aproximó corriendo al ave quien le estiró su pata para que tomara la contestación a su carta.
-Lo hiciste bien –un trozo de carne dado por Fili fue bien recibido por parte del ave quien disfrutó ese bocado luego de algunos días sin probar comida.
Fili alzó el puño celebrando aquellas tres palabras escritas en el pergamino que le respondió el mago gris.
"Voy para allá"
Habían designado ya el punto de encuentro en la frontera del Bosque Negro, que estaba a un par de días, podrían llegar sin problemas si eran discretos al salir. Salió corriendo de su habitación con la urgencia de mostrarle a su hermano las buenas nuevas.
"Ya vamos, Thorin"
.
No se hablaron cuando llegaron, simplemente se acicalaron antes de meterse entre las cobijas diciendo austeros "buenas noches" dándose la espalda. Bilbo había sentido la mirada penetrante de Thorin cuando estaban en el Dragón Verde pero la ignoró lo más que pudo queriendo enfocarse en lo que la joven le decía.
Pero cada que desviaba la mirada parecía que el ceño de Thorin se fruncía más cada que se topaba con él. No le pidió explicaciones ni tampoco las esperó; solo esperaría, sería paciente como lo había prometido.
Por otra parte Thorin no dejaba de pensar en el comentario que le había hecho Drogo ¿Enamorado? ¿Sentía ese tipo de amor por Bilbo? ¿Estaba celoso de esa joven? Sus pensamientos lo orillaban a pensar en varias posibilidades. Si estaba enamorado entonces sentiría regocijo al verlo, su pecho latiría con fuerza: Acertado. Ahora, si estuviera enamorado se imaginaría a si mismo estando con Bilbo de una forma más hogareña, caso no muy diferente al que se encontraban en la actualidad. Si estuviera enamorado desearía tocarlo de una forma más… pasional; había estado deseando sus labios por un largo tiempo ¿eso contaría?
Aunque sus ojos estaban cerrados no lograba conciliar el sueño, su cabeza seguía formulando posibles situaciones en que se podría encontrar con Bilbo si fueran algo más.
La noche se le hizo corta cuando se dio cuenta de que el alba comenzaba a hacerse presente. Giró para ver a Bilbo respirando acompasadamente boca arriba tendido en la cama, deseaba esos labios como no tenían idea; por ello se permitió solo por esa ocasión hacer caso a un impulso inusual en su cuerpo.
-Bilbo… -le llamó deseando que este no le respondiera –Bilbo… -llamó un poco más fuerte pero el hobbit no se inmutó. Se posicionó lo más cerca que le permitió el colchón para no despertar al mediano y se inclinó cerrando los ojos queriendo disfrutar lo que iba a hacer.
Sus labios chocaron con los del menor moviéndose delicadamente sobre estos no queriendo ser brusco y despertarlo. Solo fue eso, un contacto casto que duró apenas unos segundos para Thorin cuando realmente habría sido más de un minuto. Cuando se separó no notó cambio en el rostro del mediano, para su alivio.
Escuchó algunos golpes en la puerta principal, así que dejó descansando al castaño levantándose para ponerse los pantalones y encaminarse a abrir la entrada del agujero hobbit.
La tranquilidad de esa mañana se fue cuando al abrir la puerta se encontró con aquella hobbit de ojos almendrados dedicándole una tierna sonrisa, pero eso le pasó como agua por los dedos al enano; sentía un rencor por ella a pesar de que no le había hecho nada.
-Buenos días maese Thorin, ¿Se encontrará Bilbo en casa? –
-Está durmiendo –dijo tajante. Ni si quiera se inmutó al ver la mirada decepcionada de la joven sabiendo que el enano no la dejaría entrar.
-Oh… de acuerdo. Solo quería dejarle un pequeño presente, las hornee yo misma esta mañana –dijo entregándole dentro de una servilleta bordada con un par de "B" mayúsculas en cursiva sobre una de las esquinas; dentro de ella se percibía el aroma de algunos panquecillos que –aunque odiase admitirlo –daban la pinta de ser deliciosos.
-Se los entregaré en cuanto despierte –dijo casi arrebatándoselos a la chica.
-D-De acuerdo, gracias –la hobbit se había dado la vuelta dispuesta a irse, pero decidida se armó de valor plantándose frente al contrario para confrontarlo –Maese Thorin, tengo la impresión de que no le agrado así que quisiera que me disculpe por lo que sea que haya hecho para ofenderlo. Bilbo me dijo que sus costumbres son muy distintas a las nuestras, por lo que si lo he agredido de alguna manera le doy mis más sinceras disculpas –eso tomó desprevenido al enano, realmente ella no había hecho nada, nada para que él la tratara de esa forma pero… el simple hecho de verla cerca de Bilbo le ponía colérico.
-Señorita, no puedo ni si quiera explicarlo yo mismo –
-Aun así… Quiero llevarme bien con usted, maese Bilbo lo trata en cada conversación que tenemos por lo que puedo ver que usted es muy importante para él. A mi realmente me gusta Bilbo, lo respeto y lo admiro; pero sé que si no tengo su aprobación para acercarme aquí no conseguiré nada; usted puede ser el único amigo real de Bilbo –el corazón de Thorin parecía tener algún tipo de bipolaridad pues el saber que el mediano siempre hablaba de él lo llenaba de regocijo, pero el escuchar que esa pequeña lo quería hacía que bajara su pulso casi a detenerse.
-Será mejor que se retire, no quiero hacer algo de lo que sé me arrepentiré –"aunque no tanto en realidad".
-De acuerdo, que tenga buen día maese Thorin –la pelirroja se retiró de la casa después de que el enano le cerrara prácticamente la puerta en la cara.
Se quedó recargando la espalda en la puerta haciendo un vano intento por relajarse, pues le dolía el pecho; aquella joven era lo que seguro cualquier hobbit desearía: era hermosa –no lo negaba –, al parecer buena cocinera, amable, humilde y sinceramente todo lo que merecía Bilbo. A pesar de ello un deseo egoísta se instalaba en él, no quería que el castaño fuera de ella, no quería que fuera de nadie; ¿Acaso era eso a lo que llamaban "amor"? Estrujó en sus puños aquel obsequio que la joven había traído para su anfitrión. En ese momento realmente deseaba hablar con alguien, más específicamente con su hermana.
Se quedó pegado a la puerta discutiendo consigo mismo ajeno a que dentro de la habitación hecho un ovillo en la cama se encontraba un sonrojado hobbit cubriendo sus labios donde había una sonrisa que podría romperle las mejillas; se sentía feliz, sabía que el que Thorin lo hubiera besado no estaba bien por el hecho de que eran amigos pero hasta ese momento no se había dado cuenta que deseaba ese beso desde hace mucho tiempo.
.
Era ya casi medio día, esa noche se irían de ahí en búsqueda de su tío. Dieron aviso a los que serían parte de su compañía de rescate, atendieron cada uno de los mandatos de su abuelo para dejarlo contento y que no sospechara de lo que estaban a punto de hacer.
Kili no pudo evitar reir internamente de que seguro su madre estaba muy molesta con ellos por haber decidido eso de forma tan apresurada y sin su aprobación; aunque ese pensamiento jocoso se alejó al recordar que seguro estaría molesta o haciendo un berrinche pero estaba en una celda, estaba encarcelada sin tener permitido verlos. El moreno negó con la cabeza alejando esos pensamientos para concentrarse en lo que haría ahora.
Fili le había pedido que él fuera con Dwalin que se encontraba en las minas sacando rocas –cuando era un guerrero entrenado por su propio tío, era un golpe muy duro a su orgullo –por lo que se vistió como uno de aquellos extractores de metales, los cuales eran los más explotados por su abuelo quien se había embriagado por la codicia.
Las lágrimas estaban al borde de sus ojos al ver a todos ellos, a su gente tan delgados como no debería ser un enano, envejecidos por el esfuerzo del trabajo forzado, apretó el paso buscando entre todos ellos a Dwalin hasta que lo divisó en una de las prensas sobre una voluptuosa columna de rocas. Con el cabello enmarañado aun dejando a la vista los tatuajes de su calva, había perdido algo de músculo pero no dejaba de verse intimidante.
Se apresuró a llegar con el único amigo conocido de su tío para avisarle de la situación.
-Maese Dwalin –dijo cuándo lo tuvo cerca.
-Kili, ¿Qué haces aquí? –
-Ya es tiempo, todo está listo –dijo tendiéndole una mano para ayudarlo a salir de aquel péndulo en que se encontraba picando rocas.
-¿Ahora? –
-Esta noche, pero tenemos que prepararnos ya. Maese Balin aún se encuentra recluido así que debemos sacarlo –no hubo necesidad de decirlo por segunda vez cuando Dwalin tomó su brazo impulsándose con ayuda del príncipe para salir.
-Como siempre, estoy a tu servicio –Kili le obsequió una sonrisa que le daría un niño a un ser querido de su familia. Así se dirigieron escondiéndose de los guardias a los pasillos del reino.
-Ve afuera, con cuidado. Bombur, Dori y Ori ya deben estar ahí; los demás irán en un rato. Mientras Fili y yo sacaremos a Balin –
-Es peligroso, solo dos enanos no sacarán a un "criminal" como han osado llamar a mi hermano. Los guardias no cederán fácilmente –
-No lo harán si se enteran; solo procura que no te vean –dijo, estrecharon sus brazos a modo de despedida temporal cada uno yendo a lados diferentes del reino.
El príncipe en ese momento necesitaba algo antes de salir de viaje. Llegó corriendo a su habitación sacando debajo de su cama un pequeño cofre donde guardaba ciertas cosas de valor para él; no quería dejarlo en el castillo cuando su abuelo podía simplemente decidir que era un traidor y mandar a la guardia a inspeccionar su habitación. Lo abrió solo para darle un vistazo a su contenido: la última carta que les envió su padre, un broche que le había regalado su madre, la punta de la primera flecha que dio en el blanco durante sus entrenamientos con su tío, una figura tallada que su hermano le había obsequiado en algún invierno, el último regalo de corazón que le había obsequiado su abuelo –un dije con el símbolo real de Durin –y dos cuentas, aquellas dos cuentas que se escucharon como truenos en un huracán al caer luego de la riña entre su abuelo y su tío. Las llevaría, se llevaría las cuentas y cuando viera a su tío se las daría.
"Lo lograremos. Vamos a ganar"
.
No estaba de humor para estar todo el día en la fragua, ni para estar con Bilbo, no luego de que esa mañana viera su rostro adquirir una mueca de decepción dirigida a él.
Después de que esa chica se fuera, Bilbo salió campante y fresco de la habitación diciéndole que quería hablar con él de algo muy importante, pero sinceramente Thorin no estaba de ánimos así que solo le dio el presente que la pelirroja tuvo la consideración de llevar a su casa.
-¿Y esto? –
-Te lo trae esa hobbit –dijo con hastío.
-¿Camelia? Es muy temprano para que haya venido –
-Pues claramente no venía para verme, ella siente algo especial por ti. Amor, tal vez –
-Ya veo –eso irritó más al enano ¿Qué clase de respuesta era esa? "Ya veo" eso no era una respuesta, ¡Ya veo! ¿Por qué no le decía que él no sentía nada por ella? Que solo la veía como amiga, que era para pasar el rato ¿Por qué no le decía nada de eso? ¿Acaso él también sentía lo mismo que ella? ¿La deseaba como ella a él? Nuevamente lo llenó la rabia, odiaba sentirse de esa forma; impotente y frustrado solo por los sentimientos de otra persona.
-Voy a salir –dijo con simpleza el enano.
-¿Salir? Pero el desayuno, aún no hemos comido –Thorin le dio una mirada cargada de pena al mediano, aunque este no la notó pues estaba inmerso en sus propios sentimientos; quería que el moreno se quedara y pudieran hablar de "aquello".
-No tenemos que hacer todo juntos ¿verdad? Eso lo dejaste claro hace unos días –tomó su abrigo y su espada saliendo de la casa. Alcanzó a notar aquella mirada decepcionada en el rostro del mediano pero no quería sentirse peor de lo que ya se sentía.
Ahora se encontraba ahí, descargando su ira con blancos imaginarios, imaginaba sus tiempos de guerrero atravesando orcos y cortando cabezas de trasgos, cada uno teñidos de un color castaño-rojizo como el de aquella joven que tanto pretendía a su hobbit. ¿Su hobbit? No sabía que ahora Bilbo era suyo.
Dio varias estocadas hasta que accidentalmente le dio a un árbol clavando la hoja de su espada con profundidad en este atascándola.
-¡Maldición! –exclamó molesto al batallar con la corteza del árbol que había atascado su espada.
-¡Thorin! Esa es una mala palabra, no deberías decirla –dijo una vocecilla que bien conocía.
-¿Frodo? ¿Qué haces aquí? –
-Solo paseaba con mamá –dijo el niño ignorante del tono descortés con el que el mayor le había hablado.
-No parece ser un buen día para usted, maese Thorin ¿o sí? –Prímula le dedicaba una sonrisa amable acercándose a su pequeño y al enano -¿tiene hambre maese Thorin? –
-No en realidad –dijo tajante, pero su estómago lo traicionó emitiendo un fuerte gruñido reclamando alimento a la fémina que le ofrecía comida.
-Claro, como diga –soltó una risita contagiando al infante –Frodo, ¿por qué no me ayudas recogiendo algunas flores para la casa? Sería agradable que ese aroma recibiera a tu padre cuando llegue –
-¡Claro! –el pelinegro se alejó al pequeño prado para recoger las flores que él consideraba más hermosas.
Los adultos miraron a lo lejos al pequeño correr hacia las flores aunque se dio el lujo de tirarse sobre estas queriendo hacer una figura sobre ellas con su cuerpo.
-Le invito algo de fruta recién cortada de la casa de los Tuk –se sentaron en el césped, Prímula se quedó mirando la espada atascada en el tronco disimulando una sonrisa –el árbol lo atacó de alguna forma, me imagino –se burló.
-Fue un accidente –recibió gustoso las manzanas y bayas que le obsequió la pelinegra.
-Todos tienen malos días, no tiene por qué ocultarlo –dijo dándole una probada a las coloridas frutillas en su regazo –Bilbo parece divertirse mucho con la joven Camelia, es una chica muy dulce. Es vecina de los Ciñatiesa, una joven de oro, eso creo yo –la hobbit se percató de la agresividad con la que Thorin mordió la manzana al mencionar a la chica –pero a usted no le agrada ¿verdad? –
-No es como si me hubiera agredido de alguna forma –
-Entonces ¿por qué le desagrada? –un suspiro salió de sus labios llevándose otro bocado de la manzana.
-No lo sé, solo… no me gusta verla cerca de Bilbo, cuando ella le sonríe y él le corresponde hace que la sangre me hierva, casi como si un fuego me recorriera el cuerpo, me molesta que ella sea tan "perfecta", es como si… como si Bilbo la mereciera y… yo sé que merece a alguien como ella pero… -
-No quieres que sea ella –Thorin asintió tomando una de las bayas y llevándosela a la boca –pero según tú, ¿con quién debería de estar Bilbo? –"conmigo" esa palabra quedó en la punta de su lengua, habría salido si no fuera porque la mordió antes de decirla -¿Sabes? Es extraño que diga esto pero así me sentí cuando estuve con Drogo, me molestaba verlo cerca de otra hobbit pero no decía nada, pues era su decisión si quería estar con otra persona –
-¿Qué? –
-Lo que digo es que cuando se quiere a alguien uno desea que esa persona solo esté contigo, que no mire o esté a alguien más. Los deseos egoístas llenan tu corazón y tu cuerpo. Pero no puedes dejar que te dominen –Thorin la miró atento esperando que continuase –El amor es una combinación perfecta entre el egoísmo y el altruismo. Aunque uno desee que esa persona esté contigo, no puedes esperar que lo esté solo porque tu lo quieres, si quieres a esa persona entonces la aislarás, la tomarás y serás egoísta. Pero cuando amas a alguien, deseas que sea feliz a cualquier costa, incluso si es lejos de ti –El pelinegro no supo el porqué de esas palabras pero realmente se clavaron en su ser con un dolor punzante.
-¿Crees que estoy enamorado de Bilbo? –Prímula le obsequió una sonrisa maternal tomando su mano y acariciando el dorso de esta con su pulgar.
-Sí, lo creo. Pero no importa lo que yo crea sino lo que tu sientes; asegúrate de estar enamorado porque si es simple deseo no valdrá la pena que luches por alejar a Camelia de él. Ella es una buena chica, de corazón noble y que quiere a Bilbo; así que tienes dos opciones si lo amas: puedes pelear por él de forma justa o alejarlo de ella y ser egoísta –
Se vio a si mismo con Bilbo cada mañana, siendo el dueño de sus sonrisas, de sus labios, de su corazón, de todo; pero sobre todo se vio a si mismo siendo solamente de Bilbo, su corazón, alma y cuerpo siendo solo del hobbit. Y eso estaría bien; pero aunque Bilbo decidiera estar con alguien más consideró que sería feliz solo con saber que se encontraba cómodo y alegre con alguien más. Así que eso era el amor.
Realmente estaba enamorado de Bilbo.
-Gracias Prím –soltó de improvisto logrando que Prímula se sintiera orgullosa.
-No tienes que agradecer, Thorin –
-¡Las tengo! ¡Son las más bonitas de todo el prado! –llegó corriendo Frodo con un gran ramo de flores abrazándolas entre sus pequeños brazos con algunos pétalos y polen manchando su cabello y esparcidos por su rostro.
-Creo que son demasiadas, cariño ¿Quisieras llevarte algunas, Thorin? –El enano asintió con una imperceptible sonrisa.
.
Era lo último de agua que le quedaba dentro de la casa, y dudaba que los guardias del rey le llevaran algo de beber. La había estado guardando para ese momento en el que sentía que la lengua se le comenzaba a pegar en el paladar; no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba preso: Thorin había sido expulsado quizás hace ocho meses, él había sido encarcelado dos meses después. Realmente no era consciente de cómo pudo sobrevivir hasta ese momento.
La pequeña ventana de la habitación le daba la idea de que serían las cinco o seis de la tarde, tomando un sorbo de agua más y guardar después la jarra de un litro de nuevo entre sus cosas. "Mahal, no nos abandones" suplicó al aire.
Por la ventana entró una daga, sin la intención de agredirlo. Confundido se acercó a tomarla muy débil entre sus dedos arrugados.
-Balin –susurró alguien tras la ventana –Balin, aquí –
-¿Fili? –Por la ventana sobresalieron dos pares de ojos que conocía desde que eran unos infantes -¿Kili? –
-Shh… no hagas ruido, te sacaremos de aquí –
-Jóvenes, no puedo correr si lo que planean es un escape así –
-Hemos dormido a los guardias, al parecer Kili tiene un talento oculto –el moreno se mostró alegre ante el cumplido –no durará mucho, así que espero que puedas caminar –
-No tan bien como quisiera, pero aun soy un guerrero –ambos príncipes se alegraron por la actitud recia del que también fue su maestro. Clavaron la espada en la cerradura consiguiendo abrir la puerta.
Balin se levantó del lugar en el que reposaba, estuvo a punto de caer pero Kili logró sostenerlo de un lado, y con la misma rapidez Fili se acercó para apoyar al enano más anciano en su hombro.
-Vamos, no podemos esperar al anochecer. El abuelo parece que sospecha y esto no lo pondrá muy feliz que digamos –se escabulleron por pasillos con mucha dificultad pues Balin apenas y estaba lo suficiente lúcido para caminar pero sus fuerzas se desvanecían a ratos. Cruzaron medio reino hasta que sin pensárselo mucho lanzaron a Balin por la torre de vigilancia cayendo sobre dos gruesos costales llenos de semillas, comida y mantas para el viaje.
-¡Balin! ¡Balin! –el mencionado abrió un poco los ojos para ver a su hermano quien se veía más demacrado de lo que recordaba.
-Te ves horrible, hermano –Dwalin sintió que se le quitaba un peso de encima al ver que Balin aún tenía energías para hacer comentarios.
-Puedo decir lo mismo de ti –ambos sonrieron, sintiéndose sin ataduras después de mucho tiempo.
Por una cuerda atada a la estatua de su bisabuelo bajaron ambos príncipes llegando hasta la carreta. No podían salir por la puerta ya que gran cantidad de guardias la vigilaban, muy a su pesar esperando que Balin no se hubiera hecho daño, no más del que ya le había hecho su rey.
-Gandalf nos esperará en los límites del Bosque Negro, hay que apresurarnos –dijo Fili ya estando en presencia del resto de la compañía –y apurarnos aún más antes de que se den cuenta que nos fuimos –levantaron las provisiones del suelo donde había preparado aquella cama improvisada para esa situación. Dwalin tomó a Balin y lo colocó sobre uno de los ponys sosteniéndolo para que no cayera.
Así emprendieron marcha de forma apresurada antes de que el rey notara su ausencia y los recluyera de nuevo en la montaña. Después de mucho tiempo, al menos ellos doce eran libres.
.
Thorin llegó a casa cuando el crepúsculo se anunció en el cielo, con su espada en el cinto y el abrigo en los hombros; tocó la puerta del agujero hobbit esperando que el castaño se encontrara en el interior de su hogar; y para su suerte así fue.
-¡Thorin! –Bilbo le recibió con un fuerte abrazo que sobresaltó al enano –estaba muy preocupado, no desayunaste ni comiste, llegar hasta la cena no es saludable para nadie –
-Lo lamento, tenía algo que hacer –
-¿Qué puede ser tan importante? –cuestionó con sincera molestia por su ausencia.
-Necesitaba aclarar mi mente –Bilbo bufó por la nariz irritado, pero se enfocó en su prioridad de ese momento. Guió al enano al comedor donde ya se encontraban dos platos preparados para cenar, en el centro se encontraba un plato con golosinas que tenían un listón rosado adornando el velo transparente que las contenía -¿Y esas golosinas? –
-Me las dio Camelia –dijo con simpleza dando un bocado a su comida, Thorin lo imitó evitando el amargo sabor que se formaba en su boca.
-Ella te está cortejando –
-Lo sé, pero sería grosero rechazar sus obsequios –el silencio se hizo presente por escasos segundos cuando Bilbo continuó –de hecho, hoy me declaró sus sentimientos hacia mí –
-¿Y… que le respondiste? –la genuina curiosidad del enano extrañó al mediano.
-Que gracias, pero yo no sentía la misma forma de afecto que ella me profesaba –la tensión en los hombros de Escudo de Roble se iba poco a poco, entendía que era incorrecto el sentirse aliviado y jovial por el rechazo de Bilbo hacia la joven pero no podía evitarlo; tenía ganas de estrechar entre sus brazos a Bilbo en ese instante -¿y qué tal tu grupo de fanáticas? –
-Les pediré que se alejen de la fragua, que no deseo estar con ninguna de ellas –ese comentario tan directo dejó sin palabras al mediano.
-P-Pero… -
-Solo quisiera comer lo que tu cocines, y estar en mis ratos libres contigo y no con ellas –esbozó una sonrisa que dejó fuera de combate al anfitrión de Bolsón Cerrado.
Definitivamente Thorin era una persona muy confusa; a veces estaba bien, a veces no, feliz, molesto… todo en menos de una semana. Pero a pesar de todos esos defectos hacían que su corazón latiera aún más en su interior.
¿Qué era eso que lo hacía sentir asfixiado? Ese sentimiento que estrujaba su corazón causándole dolor y luego lo hacía sentir cálido y confortable. No era nada que hubiera sentido antes, al menos no que recordara.
.
Gracias por leer el nuevo capítulo. Como prometí es más largo de lo normal xD aunque tardé más y lo subí en sábado, espero que haya valido la pena la espera.
Dejen comentarios si quieren, y nos vemos la siguiente semana x3 Bye bye.
CaocHatsune.
