Más de dos meses ¡demonios! De verdad lo lamento, pero no tenía inspiración para nada y la época de exámenes se acerca a mí. Trataré de actualizar el siguiente más pronto. Por ahora espero que les guste este capítulo, me esforcé mucho en terminarlo. Así que…

ACCIÓN…

CAPITULO 12: LAS MONTAÑAS NUBLADAS

Siguieron su camino sobre sus ponys y caballos respectivos durante varios cansados días, los pobres animales rogaban por un milagro para que sus patas siguieran moviéndose entre los caminos empedrados e inclinados de aquellos valles y colinas por las que pasaban. El par de elfos lo notaban pero en esa travesía estaban al servicio de la compañía así que no dirían nada al respecto.

Bilbo era el que tenía que mostrarse solidario con los animalitos pidiendo descanso cada noche aun cuando sabía que se retrasaban y que era muy probable que los orcos les estuvieran pisando los talones. Y cada noche cuando todos se iban a dormir menos aquel que estuviera de guardia, Bilbo y Dwalin comenzaban a entrenar algo alejados de los demás para evitar despertarlos. Bilbo no quería preocupar a Thorin y Dwalin ciertamente no quería que Thorin le cortara la cabeza por ser rudo con su merlar.

-Mueva los pies, señor Bolsón –siempre le llamaba por su apellido con rudeza a modo de regaño.

-Eso intento, pero es difícil teniéndote tan cerca –

-En una pelea no le podrás decir a tu adversario "aléjate un poco para que pueda clavarte la espada", debe ser impredecible, rápido, no le dé ni una sola oportunidad a su contrincante. Cuando tu familia y amigos estén en riesgo no podrás darte ese lujo –Bilbo suspiró cansado pero asintió. Sabía que tenía razón.

Dwalin no lo sabía, pero el par de elfos siempre estaban al pendiente de lo que hacían, y les cubrían la espalda de ataques inesperados, no dormían mientras alguno estuviera despierto pues hace unas noches Ori se levantó gritando al encontrarse frente a frente con la mirada penetrante de Legolas sin saber que los elfos dormían con los ojos abiertos.

Hubo gritos y maldiciones de los enanos veteranos y carcajadas del par de jóvenes príncipes mientras el mediano y Gandalf trataban de calmar las aguas.

No fue un día agradable para nadie.

-El mediano tiene agallas –dijo Tauriel con una sonrisa orgullosa, no había hablado con el castaño aún pero le tenía cierta estima por la manera en que los había defendido ante las palabras altisonantes de Escudo de Roble, al igual que ese enano… Kili.

-Sí, pero las agallas no sirven en batalla, sino la estrategia y habilidad. Ese enano solo lo aturde, y aunque así sea una pelea entre enanos necesitará más que eso –la pelirroja giró su vista al príncipe del bosque.

-¿Quieres ayudarle? –

-No queremos que Escudo de Roble pierda la cabeza ¿no? Entonces le enseñaré como pelear contra orcos y elfos –una risita escapó de los labios de la elfa -¿Qué es gracioso? –cuestionó enarcando una ceja.

-Es muy amable que quieras ayudarlo, solo procura que Thorin no te vea hacerlo –

-Tranquila, no quisiera provocar una guerra. Ya bastantes hemos tenido –

Thorin se despertó aun sintiendo la cabeza pesada, había dormido fatal, despertándose a ratos con frio por la helada cercanía que comenzaban a tener con las montañas, pero lo que le molestaba es que Bilbo no estaba a su lado dormido. Se sentó en la improvisada cama –pues solo era el piso tapizado con un par de pieles de zorro –buscando entre el mar de cuerpos que era su compañía, vio a Bilbo en una fogata preparando lo que aseguraba era el desayuno.

Bilbo había comenzado a preparar dos guisos, uno que solo contuviera verduras y uno más pesado con carnes y especias. Thorin creía que se podía evitar todo eso pero Bilbo insistía en decirle cada vez que lo había mencionado en los últimos días: "Ellos no deberían estar aquí, podrían estar en su bosque haciendo lo que quisieran pero están aquí por nosotros. Aunque no te agraden al menos les debemos respeto y consideración. Están tan cansados como nosotros".

Se levantó arrastrando los pies para abrazar por la espalda al castaño, Bilbo apenas le había dedicado una mirada, tenía grandes bolsas oscuras bajo los ojos síntoma de las cortas noches que había pasado.

-¿Tampoco puedes dormir? –preguntó el moreno.

-He estado teniendo pesadillas –dijo con simpleza revolviendo el guiso para los elfos y agregándole sal y albahaca a la comida de los enanos.

-Yo también –admitió en voz baja.

-Cuéntame y yo te cuento –Thorin esbozó una diminuta sonrisa.

-Con que al llegar a Erebor, yo tenga que pelear con mi padre… no quiero lastimarlo, no quiero pelear con él –lo que no le decía era "no quiero matar a mi padre" –ahora tu –

-Yo… ¿Crees que le agrade a tu hermana? Digo, sé que a tu padre no, después de todo no está muy saludable que digamos pero Fili, Kili, Dwalin, Balin… todos, incluso Glóin dicen cosas increíbles de ella y tú hablas con tanto amor que tengo miedo de no agradarle, solo eso, sueño que ella me hecha a patadas montada en un dragón –tuvo que ahogar una carcajada al imaginarse a su hermana montando un dragón persiguiendo al pobre Bilbo, y luego la imagen de Dís hablando con Bilbo de cualquier cosa le pareció hermoso.

-Ella te amaría si te conociera, cuando te conozca estoy seguro que estará tan enamorada como yo. Tendré que evitar que se te acerque –dijo con seriedad que hizo resoplar a Bilbo como si hubiera dejado escapar una risa entre sus labios.

El largo bostezo de Nori llamó su atención.

-Hmmmm… eso huele bien, ¿ya está el desayuno? –no hizo falta decirlo dos veces cuando todos ya se habían levantado casi brincando de sus mantas para esperar ansiosos la comida del hobbit, el único paciente fue Gandalf y Thorin, pues incluso los elfos parecían un par de niños deseando saborear nuevamente la comida del mediano.

El desayuno prosiguió tranquilo entre bromas, anécdotas y alguna que otra travesura de Fili y Kili. En unos minutos tuvieron que recoger todo el campamento para seguir su camino, pero un anuncio del mago fue el que les produjo un escalofrío a todos –sin excepción –.

-Tengo que irme, pero no desesperen que no los dejaré solos. Los alcanzaré al otro lado de las Montañas Nubladas –

-¿A dónde irás? –preguntó altivo Escudo de Roble como ya era su costumbre cuando estaba entre molesto e interesado.

-Los magos vamos a donde debemos, sin importar cuanto deseemos otra cosa. Los veré, eso se los aseguro, solo no pierdan la marcha y no se separen –miró a los enanos, a los elfos y al hobbit quien sintió sus piernas temblar, estaba completamente aterrado; no sabía que haría si no se lograba defender como esperaba pero la mano calida de Thorin sujetó la suya dándole la fortaleza necesaria para ese momento –necesitarán la ayuda de cada uno para sobrevivir este viaje. Bien, el desayuno estuvo delicioso, Bilbo. Los veré en las montañas –dijo y se retiró en su caballo galopando velozmente.

Sin más opción la compañía comenzó a andar en sus ponys y caballos hacia las montañas.

Bilbo y Thorin cabalgaban muy cerca uno del otro, tanto que sus ponys ya comenzaban a conocerse. A veces sin hablar y otras veces con conversaciones triviales que les daban un toque cálido a su corazón; pero en esa ocasión fue extrañamente diferente, mientras estaban rozando sus manos al tenerlas tan juntas sujetas a las riendas de su respectivo pony llegó Dwalin.

-Maese Bilbo, ¿podemos hablar? Necesito decirle algo importante –

-Claro –dijo con nerviosismo, cosa que alertó a Thorin. El enano robusto y su merlar se adelantaron cabalgando en frente casi en susurros cual confidentes. La espina de los celos se clavó en Escudo de Roble al verlos, y se hundió más al escuchar una carcajada de Bilbo de la que se sentía único propietario.

-Tú querías que todo estuviera bien. Bueno, ahora son amigos –dijo Balin acercándose a él –tranquilo, Bilbo no tiene ojos para nadie más –Thorin deseó realmente sentirse más calmado con esas palabras, pero lo que en realidad aligeró el peso en sus hombros fue esa mirada que le dedicó el mediano, en medio de la conversación con Dwalin le sonrió con dulzura. Escudo de Roble sonrió.

-Sí, tienes razón –una estruendosa carcajada se escuchó de Dwalin que le dio un amistoso –pero violento –golpe en el brazo al mediano quien luchó por no quejarse más de la cuenta. Thorin agrandó su sonrisa, ciertamente no tratas así a tu merlar, así tratas a un compañero o amigo. No debería de preocuparse.

Unos lugares más atrás Kili escuchaba interesado al par de elfos conversar en sindarin alegremente, le fastidiaba el no saber que estaban diciendo, así que solo frunció el ceño a modo de berrinche con su hermano mirándolo con extrañeza.

-¿Qué te sucede? –

-¿Eh? ¿De qué hablas? –dijo a la defensiva.

-Estás haciendo berrinche, como si te hubieran quitado tu arco favorito –el semblante de el moreno se relajó dando paso a una triste mirada viendo hacia abajo como si las pezuñas del pony fueran lo más interesante del mundo.

-No es nada –

-Sabes que puedes confiar en mi ¿no? Eres mi hermano –Fili tomó su mano consiguiendo que Kili elevara la mirada, sus ojos estaban cristalinos.

-No quiero volverme como el abuelo, pero duele tanto… Es que… yo… encontré a mi merlar –dijo en un susurro para que la compañía no los escuchara, los elfos no importaban, después de todo estaban hablando en khuzdûl.

El enano rubio quedó impactado hasta que comprendió lo que sucedía. Él tenía miedo de perder la cordura al no ser correspondido, pero ¿Quién sería quien robó el corazón de su querido hermano al punto de hacerlo temer por su cabeza?

-¿Quién…? –Kili miró de reojo a la elfa pelirroja y Fili siguió su mirada –No… Cualquiera menos ella, es una elfa ¿tienes idea de cómo se podría Thorin? –

-Bilbo es un hobbit –dijo con pocas esperanzas.

-No es lo mismo, Thorin ODIA a los elfos, si se llega a enterar… -

-¡no puedes decirle a nadie! –dijo en susurros exaltados.

-Yo no dije que hablaría –dijo –sabes que nunca diría nada, solo temo por lo que pueda pasar. Aunque debo decirte que tienes pésimo gusto –

-¡Hey! –exclamó molesto, pero Fili siguió burlándose sonrojando terriblemente a su hermano.

A lo lejos se escuchó un aullido que les heló la sangre, todos clavaron su vista en las colinas rocosas no muy lejos donde se alzaba un huargo y el grito de su jinete en el grotesco lenguaje de orco los alertó a todos. De entre las rocas salió toda una jauría, sobre ellos llevaban hasta dos jinetes quienes sonreían mostrando sus afilados y podridos dientes.

-¡Armas! –exclamó Thorin sacando su espada. Todos lo imitaron desenvainando sus espadas, cuchillos y flechas; esperaron a que su enemigo se acercara y atacara primero, la jauría se acercó rauda. Entonces uno de los orcos apuntó con una flecha y tiró acertando muy cerca de Ori, pero su pony se había levantado en sus patas traseras protegiéndolo del ataque provocándole la muerte. Cayó al asfalto junto con su jinete quien se levantó lo más rápido posible con su resortera en sus manos temblorosas.

Legolas tomó sus cuchillos y galopó hacia los orcos seguido por Tauriel quien lo siguió armada igual. Bilbo bajó de su pony y lo corrió del lugar no deseando que corriera la misma suerte que el de Ori, ya se las arreglaría después si salían con vida. Un orco pasó muy cerca de Ori dispuesto a cortarle la cabeza si no hubiera sido porque Dwalin con su hacha lo atravesó en el abdomen bajándolo del huargo que montaba, y le dio el golpe final con un grito de guerra clavando su hacha ahora en el cráneo de la grotesca criatura.

Todo era un caos. Tauriel se vio impedida a seguir montando cuando un huargo se atrevió a morder las piernas de su caballo, este se defendió ferozmente pero no consiguió salvarse cuando las fauces del depredador se clavaron en la extensión de su cuello llenando su garganta de sangre. Cayó con gracia del caballo lanzando uno de sus cuchillos a la garganta del huargo y otro al pecho de su jinete corriendo a su corcel, aun respiraba y la miraba con esperanza. La elfa contuvo las lágrimas de ver a esa criatura sufriendo, sacó los cuchillos del cuerpo de sus atacantes y lo clavó en el corazón del caballo dándole paz con la muerte.

-¡Tauriel! –Tan distraída estaba que no vio lo cerca que se encontraba el capitán de la jauría de ella, Kili le gritó intentando llamar su atención, decidió hacerlo él mismo y lanzó una flecha a la yugular del orco y otro par al huargo. Llegó junto a la pelirroja -¡Tauriel! ¡Hay que irnos! –la meció con brusquedad haciéndola despertar de su transe.

Ambos se levantaron y siguieron con la pelea.

Bilbo peleaba tratando de recordar sus lecciones con Dwalin pero era difícil, esto no era una lección, y ahora sí podía morir. Sus movimientos eran torpes, lograba esquivar los ataques por mera gracia de los Valar –al menos eso creía él –, cuando un huargo intentó atacarlo solo movió frenéticamente su espada con los ojos cerrados escuchando después un chillido del animal, abrió los ojos solo para ver a Thorin con su espada en la yugular del gigantesco lobo.

-¿Estás bien? –preguntó Thorin preocupado, pero Bilbo solo podía pensar en una cosa "Tuvo que protegerme. No pude hacerlo solo. Casi muero. Le estoy causando problemas." Esos pensamientos se fueron cuando a espaldas de Thorin se acercaba un orco corriendo.

-¡Cuidado! –exclamó empujando al enano a un lado; Bilbo ahora levantó la espada listo para atacar. Cortó los tendones en las piernas del orco pero a pesar de todo el arma de su enemigo logró darle una gran cortada en el brazo. El mediano se quejó recordando las clases de Dwalin: "Regla número 4. La defensa es más importante que el ataque" ¡Claro! Debió pensar en eso pero ahora estaba herido con la sangre brotando sin cesar.

El orco seguía vivo, al menos hasta que Legolas le lanzó uno de sus cuchillos justo en medio de la cabeza. Thorin fue espectador de todo lo sucedido, su vista se clavó en Legolas lanzando muy cerca de él su espada llegando a la garganta de uno de sus contrincantes que planeaba atacarlo por la espalda.

Cuando creyeron poder cantar victoria una multitud de orcos se acercaba a ellos, al menos otros quince. Estaban agotados, sin más ponys ni caballos así que decidieron ejecutar una "retirada estratégica" corriendo a todo lo que sus piernas daban.

Bombur tenía una gran herida en el estómago que tuvieron que tratar cuando dejaron de escuchar los aullidos de los huargos, cosa que fue llegando el atardecer. Todos trataron sus heridas cerca de un riachuelo limpiándose en silencio. Dori curó las heridas de la compañía con ayuda de Bilbo, Legolas y Bofur. Ninguno tenía ganas si quiera de replicar por la ayuda del elfo.

Su único consuelo era ver cada vez más cercanas las Montañas Nubladas, estaban a quizás un par de días.

La noche llegó, todos estaban desmoralizados, con la pena latente en la piel y débiles por las heridas en batalla. Legolas agradeció mentalmente que las armas no estuvieran envenenadas, si no sería un gran problema. Con la tenue luz que se asomaba por las nubes anunciando el anochecer pudieron ver una choza, o las ruinas de ella pues el techo estaba derrumbado, las paredes apenas se sostenían y había solo una pequeña parte un poco cubierta.

Se acercaron esperando encontrar provisiones pero al entrar el ambiente se hizo pesado. El primero en hablar fue Bofur.

-Aquí vivía una familia –dijo mirando las paredes de piedras aglomeradas una sobre otra de un color negruzco.

-Quemaron en lugar, y se los llevaron –dijo Dori mirando con tristeza los muebles destruidos por el tiempo.

-Menos a uno –dijo Thorin hincándose en el suelo para ver de cerca los restos de lo que pudo haber sido un hombre, por su altura y la forma de sus huesos, aunque era difícil de saber pues estos estaban en muy mal estado, quemados y su cuerpo atravesado por una flecha de hierro –orcos –dijo de último –Que Mahal te aguarde en su palacio –dijo una frase enana usual en los funerales, la sensación de dolor se expandió en sus corazones.

-Tenían una hija –dijo Bilbo sin saber cómo una muñeca de trapo y semillas había aguantado tanto hundida entre la madera podrida. La tomó sacudiéndola y a su mente llegó Frodo, abrazó la muñeca deseando que esa niña no haya sufrido; Tauriel la tomó de las manos del mediano y acarició sus cabellos quemados y opacos de estambre.

-Que Eru te guarde –dijo en voz queda, Kili tomó su mano sintiéndola más fría y temblorosa. Ella le dedicó una forzada sonrisa al igual que él. Solo buscaron consuelo mutuo.

Encendieron una fogata afuera de las ruinas, cenaban en silencio escuchándose solo los sonidos de la naturaleza y el crepitar del fuego en la madera hasta que Fili regresó con un gran baúl escondido más adentro del lugar. Contenía instrumentos algo desgastados pero aun serviles. Un arpa, violines, flautas, mandolinas eran lo que llenaba el baúl.

-Debió de estar desafinado por años –dijo Fili analizando las cuerdas de un violín que sacó de ahí.

-No sabía que tocaban instrumentos –dijo Bilbo.

-Es casi una obligación, aunque no nos quejamos, todos los enanos o al menos la mayoría toca al menos un instrumento –eso tomó desprevenido al mediano.

-Thorin ¿tocas un instrumento? –este asintió tomando lo último que quedaba en su plato antes de responder.

-El arpa. Llenábamos los salones de música en las fiestas –dijo con aquellos bellos recuerdos en mente, viendo a su hermana bailando junto con todos los enanos de la corte.

-Démosle una demostración a Bilbo –dijo Bofur tomando su flauta esperando que alguien respondiera pero todos se veían nerviosos. Aunque ambos elfos fingieran indiferencia recostados en las ramas de un árbol estaban atentos a la conversación.

Fue el joven moreno el que comenzó alzando la voz entonando la canción que hace décadas se compuso al acercarse el dragón a Erebor, cuando pareció que el Rey perdió la cordura.

Oh, ojo lloroso de debajo de la montaña,sigue mirando cuidadosamente el alma de mis hermanos,y si el cielo se llena con fuego y humo,sigue tu vigilancia sobre los hijos de Durin.

Thorin le siguió la tonada con el arpa que le pasaron del baúl. Y Dwalin lo siguió con una Mandolina tocándola con la misma delicadeza que Escudo de Roble pasaba por las cuerdas. Bilbo no pudo evitar cerrar los ojos disfrutando la tonada imaginando cada palabra que salía de los labios del enano al cantar.

Si esto tiene que acabar con fuego,entonces todos arderemos juntos.Veremos las llamas escalar alto hacia la noche.Te convoco padre,oh, espera y veremos las llamasarder de color cobrizo sobre la ladera

Y Dwalin comenzó a rasgar las cuerdas con dolor sintiendo un nudo en su garganta; gratificante era que no fue el único, todos sentían esa misma sensación al recordar ese día a pesar de que algunos de ellos ni si quiera hubieran nacido o fueran muy pequeños. Tauriel se enderezó sobre la rama para ver a los enanos con interés, su corazón se sentía acongojado por la triste canción, sin embargo no evitaba que en su interior se expandiera una sensación de amenidad. Se sentía como cuando hace siglos su madre la arrullaba con un dulce arrullo mientras miraban las estrellas.

Y si debemos morir esta noche,moriremos todos juntos,levantaremos un vaso de vino por última vez.Te convoca padre,oh, prepárate mientras vemos las llamasarder de color cobrizo sobre la ladera.La desolación se cierne sobre el cielo.

Todos los enanos alzaron la voz y cantaron la estrofa.

Ahora, veo fuego dentro de la montaña,veo fuego quemando los árboles,y veo fuego vaciando almas.Veo fuego, sangre en la brisa,y espero que me recuerdes.

Kili se levantó de su asiento cantando con más fuerza y su hermano lo siguió con el violín tocando con una intensidad emocional que hasta al mismo Sauron hubiera conmovido, o eso pensó la elfa. Por otro lado Legolas no pudo evitar pensar en su padre, le había contado con pesar como fue a batallar con dragones y como ella no volvió. Aunque Thranduil no quisiera mostrarlo, era imposible con un curioso Hoja Verde entrando a escondidas a su habitación cuando se recuperaba, le dolió mucho ver a su padre con la mitad del rostro hecho trizas unido solo por hilos de su propia carne. Fuego. Fuego seguro fue lo último que vio su madre.

Oh, (si) mi gente debe caer,seguro que yo haré lo mismo,confinados en los corredores de la montaña,nos acercamos demasiado a las llamas.Te convoco padre,oh, agárrate rápido y veremos las llamasarder de color cobrizo sobre la ladera.La desolación se cierne sobre el cielo.

Ahora, veo fuego dentro de la montaña,veo fuego quemando los árboles,y veo fuego vaciando almas.Veo fuego, sangre en la brisa,y espero que me recuerdes.

Ori se dispuso a acompañar a Kili con la siguiente estrofa con una voz más aguda, aniñada, pero no por eso menos emotiva. Y los pies golpearon el suelo sin dejar de tocar sus instrumentos, Bofur tocaba la flauta mitigando la rudeza que le daba la mandolina y el violín, combinándose con la melancolía del arpa.

Y si arde la noche, me taparé los ojos,ya que si vuelve la oscuridad, entonces mis hermanos morirán,y mientras el cielo está cayendo,se estrella en este solitario pueblo,y con esa sombra sobre el suelo,oigo a mi gente gritar.

Y todos cantaron.

Y veo fuego dentro de las montañas,veo fuego quemando los árboles,

Los pies golpearon el piso con la fuerza de un tronco al caer en una tormenta.

y veo fuego vaciando almas.Veo fuego, sangre en la brisa.Veo fuego.

Kili cantó casi desgarrando sus cuerdas bucales.

-Oh, sabes que vi una ciudad ardiendo

Y el coro de enanos lo siguió, incluyendo al mediano que repetía la única parte que recordó del resto de la canción, Tauriel acarició su propia voz dejando salir un leve canto; tan suave que acompañó perfectamente la canción.

Fuego.Y veo fuego-Siento el calor sobre mi piel-Fuego

Y veo fuegoarder de color cobrizo sobre la ladera.

Al concluir la canción Bilbo se sintió completo, como si toda esa gente ahora fuera su gente y ellos fueran su familia. Soltó un suspiro recargándose en el hombro de Thorin quien correspondió al gesto recargando su propia cabeza en la contraria.

-Fue algo hermoso –dijo Bilbo a la compañía quienes se encontraron satisfechos ante la respuesta del hobbit.

-Lo fue –concordó Tauriel mirando con una dulce sonrisa al que interpretó principalmente la canción, el enano moreno sintió sus mejillas arder por la mirada cristalina de la pelirroja posada en él.

-Cuando dicen fuego es… -iba a preguntar el mediano cuando Balin se le adelantó.

-Un dragón. Afortunadamente no llegó a la ciudad, el señor de Dale de ese tiempo consiguió darle con una flecha negra justo en el corazón –dijo el viejo enano de barba blanca.

-Una flecha negra hecha con manos enanas en obsequio a la ciudad de Dale –dijo Thorin acariciando con el pulgar el hombro de su amante logrando relajar su cuerpo completamente. Legolas bajó del árbol de un salto arrastrando sus pies hacia la oscuridad.

-¿Legolas? –preguntó la pelirroja.

-Vigilaré los alrededores –dijo encaminándose al mar de arbustos y árboles enano. La preocupación la embriagó sabiendo que su amigo sufría. Bilbo lo notó pero no dijo nada, y Kili solo pudo notar la mirada entristecida de Tauriel tras la partida de Hoja Verde, no pudo evitar que se le rompiera el corazón. Solo pudo mirar a otro lado.

Bilbo se levantó esa noche apartando los brazos de Thorin de su cintura delicadamente para no despertarlo, las memorias de esa tarde ahora serían una pesadilla recurrente supuso. Se levantó evitando pisar a los demás, Tauriel estaba dormida en la rama de un árbol –eso lo supo al ver que sus pupilas no se movían –, se internó en el bosque buscando al príncipe elfo, se había ido con un aura oscura a su alrededor por lo que supuso que necesitaba apoyo; ciertamente le recordaba de alguna forma a Sam, Merry, Pippin y Frodo a pesar de que seguramente era siglos mayor que él, un instinto paternal brotó en él.

Lo encontró mirando las estrellas acostado en el césped iluminado apenas por la luz de luna. Un hobbit era silencioso pero no a los oídos de un elfo.

-¿Qué desea Maese Bilbo? –

-Solo Bilbo, no necesitas formalidades –dijo sentándose a su lado –supuse que no querrías estar solo –Legolas suspiró con el entrecejo arrugándose.

-Pues te equivocas, no necesito a nadie –

-Yo no dije que necesitaras, creo que no quieres estar solo. Vamos, dime que te pasa –dijo sentándose en flor de loto esperando respuesta. Hoja Verde consideró retirarse dejando solo al mediano pero la mirada del castaño transmitía calidez, empatía y confianza; algo que en mucho tiempo no había encontrado.

-Solo pienso en mi padre –dijo reincorporándose ahora sentado abrazando sus piernas –No me fui en buenas condiciones, me preocupa el hecho de que se quede solo –

-Tu padre no estará solo mientras tú lo quieras. Siempre estás con él aun cuando la distancia los separe, estoy seguro de que él lo sabe –Legolas frunció los labios recordando las palabras de su padre antes de su partida.

-¡No voy a perderte a ti también! –dijo con enojo y tristeza a partes iguales. La mitad de su rostro que ocultaba logró verse debido a las emociones tan fuertes experimentadas.

-¡Me estás perdiendo reteniéndome como prisionero! ¡Ya no soy un niño! –

-¡Solo intento protegerte! –

-¿¡Y quien protegerá a nuestra gente cuando tome el trono!? ¡Ellos no podrán confiar en mí si no les muestro de lo que soy capaz! –

-Yo confío en ti –una mueca de tristeza fue lo que desarmó a Hoja verde -¿Eso no es suficiente? –

-No, no lo es –dijo tajante dándose la vuelta a buscar sus cosas. Se iría con o sin su consentimiento.

-Si es suficiente… Es suficiente con su confianza en mí –ocultó su rostro entre sus brazos que abrazaban sus piernas.

-Él te verá, y la confianza no será lo único que tenga en ti. Me salvaste la vida y la de Thorin, eres un guerrero valiente y gentil. Cuando él te vea convertirte en rey, lo verás –dijo Bilbo acariciando la espalda del príncipe elfo quien le correspondió con una leve sonrisa.

-Pero tengo que admitir… que me he sentido más vivo en estas semanas con ustedes que en más de dos milenios en el Bosque –

-¡Vaya! Dos milenios, te creía más joven… -dijo avergonzado, Legolas rió ante el sonrojo del mediano.

-Estoy en la adultez joven de un elfo –

-Ahora por tu culpa me siento viejo –dijo pensando que él ya era un hobbit adulto a su edad.

Pasaron conversando un rato hasta que ambos se sintieron realmente cansados.

-Bilbo, si no te molesta ¿me dejarías darte entrenamiento? –

-¿Entrenamiento? –

-No te ofendas, pero parece que tu estilo no es el de un guerrero que aprenda con intento y error –entonces Bilbo comprendió que Legolas ya lo había visto entrenar con Dwalin, se sintió cohibido –estas aprendiendo a pelear como bárbaro, con ataque y defensa pero sin estrategia real, creo que yo te podría ayudar con eso. No queremos que le dé un ataque a Escudo de Roble si vuelves a estar en peligro –dijo.

-No sé cómo se lo pueda tomar Dwalin –dijo con nerviosismo.

-Él está muy herido como para enseñarte, le dirás que entrenarás solo por un tiempo y yo te ayudo –Bilbo pensaba en tantas formas en que eso podía terminar mal pero Legolas tenía razón. Explorar varios métodos no era algo malo.

-De acuerdo, podemos entrenar después –

-Claro, ahora volvamos que el alba está cerca y necesitamos descansar al menos un par de horas más –el rubio se levantó seguido de Bilbo. Caminaron hacia el campamento inmersos en un cómodo silencio para evitar despertar a los demás.

Al llegar, con un ágil movimiento Legolas trepó a una rama recargándose en el tronco dispuesto a descansar, le dedicó una sonrisa cómplice al mediano el cual la correspondió. Legolas durmió casi al instante mientras Bilbo se adentraba en las mantas junto a Thorin inhalando su masculino aroma, se sentía tan pacífico en sus brazos quedándose dormido con facilidad, tanta que no se percató de que el enano abrió los ojos cuando se terminó de acomodar, miró a Bilbo que descansaba y pasó su mirada al príncipe del Bosque Negro con desconfianza sembrada en su corazón.

¿Qué hacia Bilbo con el elfo a esas horas de la madrugada? ¿Por qué estaban solos? Le molestaba, realmente le molestaba. Esas sonrisas cómplices, esos gestos y esa mirada que no pudo identificar. Bilbo no sería capaz de traicionarlo ¿verdad?

El haberlo visto con Dwalin o con el elfo tan cercano le hacía sentir inseguro. Tenía miedo, tanto miedo de perderlo. Y esa noche con el pasar de las horas sus temores se transformaron en rabia.

Dos días comieron ardillas y ratas de campo, los elfos no pudieron comer debido a la falta de vegetación consumible a los alrededores, solo unas cuantas moras en matorrales ocultos entre los árboles.

Caminar cada vez se hacía más pesado para las adoloridas piernas de los viajeros, sin embargo no flaqueaban en lo absoluto. El par de elfos elevaron el rostro al cielo sintiendo la húmeda brisa en el aire, esa brisa en poco tiempo se convertiría en viento torrencial y esa humedad en una tormenta que inundaría gran parte del suelo en que se encontraban. Las montañas estaban a la vista, a unos cuantos estaban las Montañas Nubladas.

-¿Estas son las Montañas Nubladas? –preguntó Bilbo viendo las grises rocas en formas afiladas e irregulares intimidando a cualquiera que tuviera el interés de pasar por ellas.

-En efecto, Maese Bilbo –dijo Balin –hay un camino atravesando la cadena de montañas que nos llevará hacia el Bosque Negro y luego de ahí a Erebor –

-No lo cruzaremos –dijo Legolas alertando a los enanos, la mayoría lo miraron con reproche.

-Hay algo que no huele bien aquí, será mejor rodearlo –concordó Tauriel mirando de Bilbo a Thorin y luego a Kili quien se debatía entre sus sentimientos y el respeto que le tenía a su tío. Fili se dio cuenta de esto.

-Principito, aquí eres solo un miembro más de la compañía que dirijo así que seguirás MIS órdenes. Vamos a atravesar las Montañas Nubladas –dijo arrugando el entrecejo en un gesto despectivo.

-Escudo de Roble, no es un lugar seguro. Si te importa al menos una mínima parte de los miembros de esta compañía rodearemos la montaña –

-La atravesaremos. Yo no sigo ordenes de elfos –dijo cruzado de brazos mirando firmemente a Hoja Verde, el elfo apretó los puños. Él no estaba para aguantar los berrinches de un viejo enano, el orgullo de Legolas no le permitió discutir con civilidad, a cambio le dirijo una mirada a Tauriel.

-Vamonos, Tauriel –ordenó a la pelirroja en su idioma natal, la elfa se mostró contrariada.

-Pero mi señor, estamos aquí para protegerlos y ayudarlos, no es tiempo de… -Legolas le dirijo otra mirada a la elfa quien contuvo el aire al ver la ira en los ojos del príncipe.

-Ellos no quieren ayuda –se dio la vuelta y caminó por un camino distinto. Thorin comenzó a caminar siendo seguido por la compañía, excepto Bilbo, él se mantuvo estático unos segundos analizando la situación. Kili le dedicó una mirada a la pelirroja quien les daba la espalda ahora caminando tras Legolas; le lastimaba el hecho de que al parecer ese elfo tenía más relevancia para ella que cualquier otro, pero contuvo la presión en su pecho volviendo su vista al frente.

Bilbo alcanzó a la compañía trotando hacia ellos.

-Thorin, debes considerar que tengan razón. Son elfos, sus sentidos son más agudos y… -

-Si crees más en ellos que en mi bien puedes desviar tu camino y seguirlos; no sería la primera vez que me dieras la espalda –El hobbit se detuvo en su lugar sin percibir la mirada impactada de todos los enanos al pasar junto a él.

¿Eso que significaba? ¿Cuándo había traicionado a Thorin? Los ojos le picaban intentando desahogar sus emociones pero no cedió, solo caminó hasta a tras de todos en silencio. La última vez que Thorin le había dirigido una mirada así fue cuando Camelia había ido a visitarlos pero en esa ocasión tampoco supo que le sucedía con certeza. Sus pasos eran cortos, arrastraba los pies.

¿Por qué Thorin lo trataba así? ¿Qué había hecho mal?

¿Qué les pareció? Díganme que opinan. Lo hice con mucho amor y drama para ustedes :3 por cierto, la canción es de la segunda película: I see fire de Edd Sheeran

Nos leemos pronto. ¡Los/Las adoro!

CaocHatsune.