Antes de que me golpeen déjenme pedir disculpas por dejarlos sin capítulo casi un año. Fue un semestre difícil, y mi salud emocional decayó estos últimos cuatro meses así que mil disculpas por la tardanza.
Espero que les guste este capitulo. Extrañaba mucho volver a escribir.
¡ACCIÓN!
CAPITULO 16: BARDO, REY DE VALLE
Esperaron de rodillas frente al trono vacío, sabían que llegaría en cualquier momento, y sabían aún mejor que estaría sumamente molesto.
-Al menos ellos están a salvo –dijo Legolas al aire. Tauriel no podía sacar de su cabeza al menor de los príncipes enanos, consciente de que había sido herido.
-¿Realmente lo crees? –dijo la pelirroja mirando suplicante al príncipe esperando una afirmativa, algo que la hiciera sentir mejor. Legolas no pudo dársela.
-No lo sé, no estoy seguro –ambos se quedaron con la mirada gacha hasta que escucharon pasos y cadenas a sus espaldas, por el rabillo del ojo el rubio alcanzó a ver a su padre seguido por algunos guerreros elfos que arrastraban a una criatura a sus espaldas.
-Ahora que estamos todos… -dijo el rey Thranduil permitiendo que a la par de Legolas y Tauriel dejaran caer a un orco que luchaba por salir de esas cadenas –empecemos con ustedes –dijo mirando directamente a su hijo a pesar de que se refería a ambos.
-Teníamos que hacerlo, hay gente que está muriendo –dijo Legolas –gente inocente –
-Criaturas inocentes mueren a diario, a nosotros los elfos ya no debería incumbirnos lo que ellos hagan con sus efímeras vidas –
-Importa si podemos hacer algo para evitarlo –respondió desafiante el príncipe –no voy a quedarme de brazos cruzados cuando sé bien que lo que pasa en esa montaña también puede afectarle a nuestra gente –Thranduil frunció el ceño como si estuviera analizando la situación, aunque había algo de reproche en su mirada.
-¿Por qué nos afectaría? –Legolas se reprendió mentalmente, si le decía a su padre lo que pasaba dudaba aún más que ayudara a los enanos, conocía a su padre y lo obstinado que podía llegar a ser si consideraba que algo le afectaría directamente a él o a su pueblo.
-Porque… s-solo lo haría, vivimos en el mismo mundo. Es nuestra pelea también –dijo levantándose grácilmente del suelo acercándose a su padre aun con las muñecas encadenadas a su espalda -¿Es que no somos parte de este mundo? Mi madre no habría dudado en levantarse para pelear –dijo eso casi en un susurro pegando al corazón del rey del Bosque.
El silencio se prolongó varios segundos pero se vio cortado con la risa burlona del orco encadenado, los elfos presentes enfocaron su vista en la criatura de Morgoth que se carcajeaba libremente. La mirada del rey se afiló al igual que la de su hijo como si con ello pudiesen matar al orco frente a ellos.
-No pueden hacer nada contra mi señor… ya ha empezado… -Thranduil se acercó al orco llegando a intimidarlo a pesar de su mirada impasible.
-No te haré daño –dijo Thranduil suspirando con cansancio al ver el notable temor de la grotesca criatura –si me dices ¿por qué una horda de orcos persiguen a los enanos de Erebor? ¿Qué finalidad tiene? –
-Escudo de Roble y su compañía no llegará a la montaña, mi señor se prepara ahora… No es como si pudieran moverse muy lejos con un enano herido con una flecha envenenada –Tauriel casi sintió su cuello ceder tras el brusco giro que dio para observar al orco quien se burlaba –el enano castaño, le hemos dado con una flecha de Morgoth, no le queda aliento para más de dos días –en un ágil movimiento la pelirroja dio un salto llevando sus manos al frente ahora enredando las cadenas en el cuello del orco.
-¿Te gusta hacer sufrir, orco? ¿Te gusta asesinar? –Lo tentó la elfa apretando más las cadenas - ¡quieres que te… -
-¡Tauriel! –llamó Legolas con voz de mando evitando que la pelirroja asesinara a su nuevo informante.
-¿De dónde vienen? –Cuestionó Thranduil haciéndole una señal a Tauriel para que le quitara las cadenas del cuello -¿A dónde van? –una afable sonrisa apareció en el rostro del rey elfo –solo tienes que decirlo y podrás quedar en libertad –el orco dudó unos segundos para después aceptar su propuesta.
-De Gundabad. A Dale. Y luego a Erebor –
-¿Quién es tu amo? –
-Bolgo –
-Gracias por tu cooperación –Thranduil en ese instante sacó su espada y le cortó la cabeza de un tajo.
-¿Por qué lo hiciste? Prometiste liberarlo –preguntó el príncipe elfo incrédulo ante la frívola mirada de su padre.
-Y lo hice, liberé su patética existencia de este mundo al que no merece –pateó el cadáver para hacerse paso. Soltó un suspiro de cansancio –así que Bolgo… hijo de Azog, buscará venganza por la muerte de su padre –Legolas y Tauriel intercambiaron miradas, olvidaban que el rey no sabía de la repentina resurrección del orco pálido –Tres días, les daré tres días para que encuentren a Bolgo y detengan lo que sea que quiere hacer. Pero no quiero que vuelvan a fraternizar con los enanos. Son codiciosos, arrogantes… -Legolas sonrió irónico pues esos adjetivos bien podrían describir a su padre –si no, tendré que mandar a la guardia a Dale, no me importa que asunto tenga Escudo de Roble, quiero la cabeza de Bolgo –con un simple movimiento de la mano hizo que la pelirroja y el príncipe fueran liberados de las cadenas –Solo tres días –remarcó en cada silaba, ambos asintieron.
Tauriel a pesar de ello sabía que no cumpliría su palabra, Kili no tenía tiempo para la soberbia de su rey.
Mientras el rey del Bosque veía pasar en su mente aquellos momentos en Dol Guldur, donde vio por última vez a su esposa con vida.
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Los enanos llegaron a las orillas del rio escupiendo agua debido a la turbulencia que habían tenido en los rápidos. Llegaron casi arrastrándose debido al entumecimiento de las piernas al estar tanto tiempo tensadas para evitar salir del barril y que terminaran hundiéndose en el rio. Thorin fue el primero en salir contando que estuvieran todos presentes soltando un suspiro de alivio al ver que así era, Bilbo fue ayudado por Thorin a sostenerse para caminar un poco más lejos de la orilla.
-Legolas y Tauriel ya no nos podrán acompañar, tenemos que seguir –dijo Thorin
-Nos salvaron la vida, ¿no haremos algo? –dijo Fili mirando a su tío.
-Legolas es el primogénito de Thránduil, no le tocaría ni una hebra de cabello para lastimarlo. Van a estar bien –dijo de forma tosca.
-¿A dónde vamos ahora? –preguntó Bilbo.
-Si tenemos suerte el rey Bardo se portará amable con nosotros, Dale es nuestro siguiente destino así que avancen –dijo sin importarle lo cansados que todos estaban. Él también lo estaba pero no quería que su gente siguiera sufriendo, necesitaba hacer más, y eso no podía hacerlo sentándose a orillas del rio. Tendrían que caminar al borde del rio, ninguno quería entrar ahí de nuevo por un tiempo, así que prefirieron seguir hacia la ciudad de Valle.
Bofur notó como el príncipe más joven cojeaba, pero este solo le mandó una mirada de advertencia para que no dijera nada; a pesar de que no fue solo él quien se percató del momento en que contuvo un grito al sacar la flecha de su pierna.
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La princesa había mandado a investigar a todos los miembros de su grupo por sus allegados, aun buscaba a los soplones aunque prefería enfocarse en la estrategia; no podían perder el tiempo esperando a Thorin como su salvador. Mejor se apuraba y resolvía todo de una vez antes de que su gente perdiera completamente la fe. Miraba desde la ventana del hogar de su salvadora esperando una señal de Mahal, hasta que el rechinar de la puerta la alertó; sin embargo no entornó a ver quién llegaba. Ya lo sabía.
-Mi señora, las enanas han hecho un festín para los soldados. Han quedado tan satisfechos que anhelan un siguiente banquete. Les han prometido uno igual mañana –
-Todos los soldados deben estar ahí –ordenó a Maïn quien asintió efusivamente.
-Todos, ni uno solo quedará ni en las torres ni en las calles –se escuchó un leve gruñido que llamó la atención de la princesa, giró a ver a la enana quien se sonrojó notoriamente estrujando las telas de su andrajosa falda.
-¿Hace cuánto que no comes, Maïn? –se veía notoriamente angustiada.
-No importa eso, mi señora. Usted debe estar fuerte al igual que mi hijo –dijo avergonzada, maldiciendo a su cuerpo por traicionarla así frente a la princesa.
-Consigue algo de comida y degústala a placer con tu crío, no necesito alimentarme más que de recuerdos y venganza para vencer a mi padre. Tú por el contrario debes ver por ti y por el pequeño Gimli –una sonrisa cálida fue obsequiada a la enana frente a ella. Maïn sintió la calidez que solo una madre o hermana podría dar, así que asintió y salió en busca de alimento, podría robar aunque fuera una fruta de las cocinas y quizá algo de pan para Gimli, algo con azúcar para su pequeño.
Miró nuevamente por la ventana apreciando la luz del sol que parecía tocar solo los límites de Erebor, dejando brillar la ciudad de Dale y se prometió que los rayos del sol volverían a bañar la roca de la montaña. Distraerían lo suficiente a los soldados para rodear el salón del trono, pondrían a dormir a los guardias mientras su padre quedaba vulnerable. Pediría su rendición por las buenas y Mahal no lo quiera, si no lo conseguía tendría que ser por las malas.
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Vagaron por el campo a orillas del río, pues sabían que eso los llevaría al lago y de ahí buscarían una forma de cruzar. Después de caminar por un sendero imaginario que rodeaba el río llegaron al lago que se veía congelado por el invierno que se daba paso del otoño, el invierno no parecía aquejar tanto al bosque negro como a las tierras de los hombres; por lo que Balin consideró cruzar el lago caminando.
-No está lo suficientemente congelado, la capa de hielo aun es delgada –dijo Bilbo presionando con su mano con la poca fuerza que poseía después de esa caminata notando como el hielo se cuarteaba –no vamos a lograr cruzar.
-Tenemos que buscar un bote –dijo Ori.
-Si el Bosque Negro y la ciudad de Dale intercambian mercancías por el lago seguro debe haber mercaderes por aquí -concordó Bofur. Fili observó el panorama ubicando no muy lejos a la orilla unos cuantos hombres recogiendo barriles del agua.
-¡Allá! Hay un barco –dijo el rubio con entusiasmo contagiando a los demás. Apuraron el paso llegando cerca de esos hombres.
-Grandes sean los ojos con los que los ven los Valar –saludó Balin dando una reverencia.
-Buenas tardes, maese enano ¿Han perdido su camino? –preguntó un joven castaño, tenía una sonrisa afable y porte educado. Claramente no era un simple mercader.
-En efecto, buscamos la ciudad de Dale, sin embargo nuestro bote ha sido hundido por bandidos –todos lo miraron incrédulos por la facilidad de mentir del enano canoso.
-Pues la suerte los acompaña hoy, porque vamos saliendo a Dale –dijo el joven siendo detenido por uno de sus compañeros.
-Príncipe, no puede hacer esto. Son enanos; la desdicha llega a Dale cada que un enano pisa la tierra –dijo.
-Pues yo no creo en supersticiones –dijo el chico.
-¿P-Príncipe? –dijo Bilbo.
-Así es, mi nombre es Bain, hijo de Bardo, señor de Dale –el hobbit se preguntó ¿por qué nunca podía conocer gente normal? ¿Por qué en cada parada que hacían no se podían encontrar con un simple campesino? Ahora resulta que el príncipe de Dale los llevaría –estaré feliz de ayudarlos si lo necesitan –los enanos y el príncipe ignoraron las expresiones inconformes de los acompañantes de Bain, y subieron al barco.
-Claro que tendrán que pagar por su estancia en este bote –dijo uno de ellos, con ojos saltones y mala postura haciéndolo ver más pequeño debido a la curvatura en su espalda.
-No será necesario –dijo Bain mirando mal al marinero –Suban, el viaje no es corto –dijo sonriendo incitando a los enanos y al hobbit.
Bain era un joven servicial y cándido que les proveyó de alimento y bebida mientras conversaban. Bain les habló de las recientes noticias de la montaña –Pues suponía que se dirigían hacia allá –El rey había encarcelado a muchos de sus súbditos en su paranoia pensando que querían derrocarlo.
-Mi padre cree que ya no hay salvación para ese pueblo. Si van hacia allá les recomiendo que cambien de dirección, ahí ya no hay nada para hombres o enanos que no sea desolación –dijo el muchacho bebiendo de su copa de madera sin ser conciente de las miradas de rabia y desazón que tenían los enanos.
-¿Y cómo está su pueblo? –preguntó Bilbo al sentir el tenso ambiente que se propagaba.
-No puedo decir que mal pero… se ha sembrado terror entre la gente, creen que la presencia de enanos es un mal augurio. Tras la huida del príncipe Thorin, Thráin mandó muchos guerreros a inspeccionar la ciudad, mi padre tuvo que sacarlos a punta de espada y las relaciones con el rey de la montaña se rompieron con mi pueblo hace ya casi un año –Thorin sintió la mano cálida de su merlar entrelazarse con la suya, no se había dado cuenta hasta ese momento lo mucho que apretaba los puños –además, han salido caravanas de Dale para llevar vino al reino del Bosque… y no volvieron; supusimos que fueron del ejercito del rey Thranduil. Dale se ha quedado sin aliados –dijo con pesar.
-Lo dudo, joven príncipe. Hemos venido de esa parte del rio antes de… que… nuestra embarcación se hundiera –mintió Bilbo –creo que han pasado hordas de orcos muy seguido por aquí –
-¿Orcos dice? –dijo más intrigado que atemorizado -¿Cómo es posible? –
-Tal vez podríamos hablar de eso también con su padre, creemos que algo muy grande se avecina –dijo Balin con congoja, no le gustaba ser el portador de malas noticias.
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Pasaron algunas horas hasta que divisaron no muy lejos entre la bruma la gran torre de campana de la ciudad, junto con sus altas construcciones sin llegar a ser ostentosas como las de los Rohirrim, o las de Gondor. Era austero pero no dejaba de ser una ciudad que despedía belleza.
Bilbo se acercó a la proa inhalando el aroma que desprendía el lago junto con los árboles y la vegetación de los lindes del Valle.
-Caballeros, bienvenidos a la ciudad de Dale –dijo el adolescente presentando la ciudad, se veía mucha gente en el puerto saludando a los marineros recién llegados. Sacaron la tablilla de madera del barco para usarla como puente y desembarcar los barriles vacíos –bajen los barriles hacia los viñedos –dijo el príncipe a sus subordinados quienes no dudaron en acatar la orden –Síganme, necesitarán asilo después de tan trágico incidente con su embarcación –dijo llenando de culpa a la compañía; habían mentido a un niño prácticamente. No era algo muy honorable de su parte.
Kili sentía el cuerpo sudoroso y pegajoso, su pierna estaba adormecida y su cuerpo se sentía adolorido como si estuviera saliendo de una fiebre terrible. Tropezó al bajar del barco justo en la espalda de Bofur.
-¿Kili? –se veía preocupado por la salud del príncipe pero Kili sabía que tenían más prioridades que él estando herido.
-No vi aquella grieta en el piso, estoy bien –dijo con una ligera sonrisa que buscó calmar la preocupación de su compañero. No funcionó.
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Maïn caminó por los pasillos del palacio escondiendo entre su vestido la carne y el queso que había robado de la cocina. Se sentía satisfecha sabiendo que su bebé tendría para comer pero también como una cobarde al saber que ella podía robar eso mientras el resto de su gente moría de inanición. Frunció los labios con culpa justo en el instante que sus pasos se vieron interrumpidos por tres guerreros del rey.
-Miren nada más, ¿qué no eres la esposa de ese traidor? –dijo uno de ellos, una cicatriz cruzaba su ojo derecho y parte de su labio superior formando una grotesca sonrisa.
-No sé a qué se refieren –dijo lo más estoica que pudo, dio un paso a la izquierda queriendo evadir al soldado pero otro se le interpuso.
-¿Y te abandonó aquí? Es una lástima, siento tan hermosa –dijo el segundo posando una mano en su mentón acariciando su barbilla, su sangre hirvió por la ira contenida –Glóin no sabe lo que se pierde contigo aquí –
-Tienes un hijo ¿verdad? ¿No crees que le interese tener un nuevo padre? O si quieres podríamos divertirnos también con él –dijo otro llegando por atrás.
-Mi hijo no necesita otro padre, y yo no necesito otro esposo –dijo dándole un golpe con el codo al soldado a su espalda justo en la nariz; un puñetazo al de la izquierda y un empujón bastante fuerte al de la derecha, pero su descuido provocó que la comida se cayera de su soporte entre sus ropas.
A medio recomponer el soldado de la cicatriz notó la comida en el suelo.
-Zorra y ladrona –Maïn perdió el color de su piel en un segundo, pero alcanzó a reaccionar corriendo por los pasillos hasta llegar a la plaza dentro de la montaña -¡Detengan a la ladrona! –les escuchó gritar, siguió corriendo sin rumbo llegando a la gran puerta de la montaña pero fue detenida de un brazo antes de si quiera tocarla. Fue lanzada al suelo y amenazada con una espada en su cuello.
-Serás encarcelada por robo directo al rey –a pesar de su respiración errática no perdió su semblante taciturno hasta que divisó a lo lejos a su bebé.
-¡Mamá! ¡Mamá! –gritaba Gimli corriendo hasta ella "Si se acerca más, van a matarlo" pensó la enana, se levantó haciendo a un lado la espada y se acercó a abrazar al menor.
-Todo está bien, todo está bien –alguien la retenía de los hombros queriendo alejarla del infante que luchaba para no ceder –ve a Dale, busca a tu padre, no dejes que te vean. Buscalo –susurró siendo arrastrada por los guerreros del rey –Todo va a estar bien, ghivashel –dijo de último, el niño intentó seguirla pero unos brazos lo detuvieron. Era el minero que su padre frecuentaba para fundir metales.
-No Gimli, por el bien de tu madre no los sigas –dijo el anciano consolando al menor quien lloraba silenciosamente entre sus brazos.
Solo hasta que se pudo calmar escuchó las palabras de su madre ve a Dale, busca a tu padre. Su padre… ¿estaría realmente en Dale?
Lo sabría, iría a buscarlo.
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Legolas y Tauriel cabalgaron siguiendo el río forzando de más a sus caballos; aunque sabían que no debían no podían darse el lujo de tardar. Tauriel solo tenía en mente la risa burlona del orco al confesar que Kili había sido envenenado, no quería pensar que quizás ya era tarde, no podían perder más tiempo.
Se detuvieron donde encontraron algunos de los barriles, rotos o abandonados a la intemperie.
-Aquí se detuvieron –dijo Legolas. Desmontó el caballo y palpó el suelo buscando huellas –no hay nada –
-Si te quedas esperando a que el césped te diga si pasaron por aquí claramente no verás nada –tanto Tauriel como Legolas tensaron sus arcos apuntando al joven Dúnedain que se encontraba detrás de ellos. Tauriel bajó su arma al identificarlo pero el príncipe elfo bufó molesto e hizo un mohín que bien podría pasar como el de un niño.
-¿Tú que haces aquí? –dijo con tedio mirando al moreno bajar de su caballo.
-Quizá lo mismo que ustedes, la situación se está tensando mucho al norte, la montaña de fuego parece estar en movimiento –dijo con seriedad llamando la atención de los elfos –Algo está creciendo ahí como una crisálida a punto de romperse. El rey Bardo debe saberlo, porque además de Gundabad hay cosas que se están acercando. Vengo para avisarle –la mirada del montaraz esquivó a los elfos mirando a su alrededor de una forma que Legolas sintió casi como una burla -¿Y la compañía? –
-Tuvimos ciertas dificultades –dijo Tauriel antes de que Legolas soltara algo inapropiado.
-Déjame adivinar, a tu padre no le pareció que fueras de excursión con los enanos –dijo con aires de grandeza.
-¿Y tú como…? –
-Elrond. Me dijo que Thranduil no tiene en alta estima a los enanos, ni a él… creo que a ninguna otra criatura que no sea él mismo –
-Pues te equivocas, mi padre es un gran rey… solo que… ¡Por todos los…! ¿Por qué te estoy dando explicaciones? Vámonos Tauriel –ordenó. La pelirroja creyó divertida la situación pero siguió al príncipe.
-No los encontrarán sin huellas. No saben si llegaron a Dale. Los ayudaré a rastrearlos –dijo el azabache montando su caballo a la par de los elfos.
-¿Por qué crees que querríamos tu ayuda? –dijo soberbio.
-Sé que no la quieres, pero la necesitas –una media sonrisa arrogante asomó en los labios del montaraz que hizo sonreir a la pelirroja e hizo refunfuñar al elfo. Aragorn se adelantó unos trotes que el otro par de caballos siguió.
-Es muy tenaz –dijo ella con picardía.
-Es un fastidio –
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Agradecieron llegar al fin al hogar del señor de Dale, pues se habían sentido muy incómodos durante su trayecto con tantas miradas y murmullos desconfiados a sus espaldas. Pero al fin tras las puertas de madera de aquella torre se sintieron seguros lejos de los ojos de la gente. Al llegar el príncipe fue recibido por una espada de madera picando su costado.
-Te he capturado, Bain. Iras a juicio por tus crímenes –dijo una niña de cabellos castaños con un vestido tan simple que podría pasar por campesina.
-Me haz capturado, así que iré con padre a recibir mi sentencia –dijo acariciando su cabeza.
-¿Quiénes son? –preguntó la niña.
-A pues… -
-Thorin… -dijo una voz masculina al fondo del pasillo, ahí se encontraba Bardo junto a su hija mayor Sigrid quien tenía varios pergaminos en la mano que se veía anteriormente estaba leyendo –Thorin Escudo de Roble –dijo el hombre.
-Bardo, señor de Dale. Me siento complacido de que me recuerdes –
-¿Cómo olvidarte? Thráin envió caravanas de soldados a buscarte después de tu exilio –dijo con un deje de rencor, era un hombre alto de barba algo descuidada y cabello ondulado siendo moderado por la delgada corona que adornaba su cabeza –creí que habías ido al oeste –
-Así fue, pero me llegaron noticias de la situación aquí –
-Eso veo –dijo mirando a la compañía pero guardando especial atención en el mediano -¿Usted es un enano? –
-Oh no, mi señor. Mi nombre es Bilbo Bolson, soy un hobbit y estoy a su servicio –dijo dando una leve inclinación ganando una sonrisa por parte del gobernante de la ciudad –no lo molestaremos, solo venimos buscando a Gandalf –
-¿Quién es ese Gandalf? –preguntó el gobernante.
-Es un mago –dijo Balin.
-Alto –continuó Ori.
-Túnica gris –dijo Oin.
-Larga barba y sombrero puntiagudo –dijo Bombur.
-Nadie con esas características ha cruzado la ciudad –Bilbo se sintió inquieto, no lo veía desde que iniciaron su recorrido en el bosque. Ya debía haber llegado –pero si solo vienen por eso creo que pueden quedarse aquí a descansar el tiempo que necesiten.
-No más de dos días, se lo aseguro –dijo Thorin –gracias por su hospitalidad nuevamente. Ha ayudado a mi pueblo en tiempos de dificultad y le estoy sinceramente agradecido –dijo Thorin.
Después de tanto tiempo consiguieron buena comida, confort y paz. El rey Bardo mando a preparar sus habitaciones anunciándoles que tendrían que compartirlas, pues no creía conveniente que su pueblo se enterara de que había una compañía de enanos en el Valle descansando de su viaje a Erebor –A pesar de que ya toda la ciudad los había visto vagando por la ciudad –
Cayó la noche, y todos fueron a dormir. Mientras, Thorin y Bilbo se encerraron en su habitación dispuestos a descansar por fin. Se quitaron la ropa más pesada, y se sentaron junto al fuego de la chimenea dentro de la habitación mientras fumaban tabaco del viejo Toby haciendo aros en el aire. Bilbo sentado entre las piernas del enano mientras este lo abrazaba acariciando su cintura.
-¿Crees que Gandalf llegue a tiempo para irnos? –preguntó el mediano a su amante.
-Es probable, Gandalf siempre llega al último segundo –dijo exhalando humo de su boca.
-Espero que esté bien –la angustia era palpable en su voz.
-Estará bien, es un mago; son escurridizos como serpientes –
-Es que… tengo un mal presentimiento desde que estuvimos en el reino del Legolas, siento que algo malo va a pasar –dijo entrelazando los dedos de su mano con los de Thorin que se encontraban aferrados a su abdomen.
-Seguramente, los orcos deben estar aún más cerca. Si nos encontramos de nuevo a Bolgo es seguro que Azog no tardará en llegar aquí. Lo más probable es que no esperemos tanto a Gandalf como desearía –Bilbo hizo un mohín con los labios que causó tanta ternura en Escudo de Roble que no pudo evitar besarlo en la mejilla. El hobbit giró su rostro para besarlo en los labios. Ese tierno beso se comenzó a hacer demandante con el pasar de los segundos entremezclándose entre sus suspiros y el crepitar de la leña.
Bilbo giró sobre su eje hincándose frente a Thorin abrazando su cuello para profundizar el beso, de a poco Thorin se recostó en el suelo alfombrado con Bilbo sentado a horcadas sobre su entrepierna, sintiendo la fricción que se ejercía sobre su miembro prefirió detener a su pareja para hacer lo que tenía planeado esa noche.
-Bilbo, espera… -
-No puedo, te necesito ahora –continuó besando a Thorin haciéndole a este más difícil la tarea. Con toda su fuerza de voluntad se incorporó con el mediano aún sobre sus piernas.
-Espera, es importante –Bilbo lo miró expectante, ansioso por continuar lo que hacían, Thorin sacó de su pantalón un pequeño dije de piedra que se sostenía en una cadena de plata, ese dije tenía las runas con su nombre en Kúzdhul -lo tallé cuando estábamos en la prisión de Thranduil, encontré una piedra brillante, casi tanto como una roca de río –Bilbo miró fijamente aquel obsequio perfectamente tallado, sin imperfecciones –es mi tercer regalo de cortejo –Bilbo regresó su vista a Thorin con un rubor cubriendo sus mejillas mientras el enano le sonreía con amor.
-También tengo algo para ti –dijo buscando entre sus bolsillos hasta que lo halló –Tómalo como mi primer obsequio de cortejo, no es mucho pero creo que tiene valor sentimental, aunque si no lo quieres no es necesario que lo tomes –dijo torpemente cuando Thorin tomó entre sus manos una bellota amarrada a un cordón de cuero marrón –es para cuando… volvamos a la comarca, nos recordará este viaje y reviviremos lo bueno, lo malo… y lo que vale la pena –dijo con la mirada baja, avergonzado por lo cursi que se había escuchado.
-Gracias Taerin –dijo con una tonta sonrisa de enamorado en sus labios, lo amarró alrededor de su cuello y lo ocultó debajo de su camisa –me honra que correspondas a las costumbres de mi gente –besó sus mejillas, su nariz y su frente –si todo esto sale bien, quiero que gobiernes a mi lado en la montaña –
-¿Qué? –eso había tomado por sorpresa al mediano.
-Quiero que seas mi consorte y tomes tu lugar a mi lado en el trono. Quiero que te quedes conmigo para siempre –Bilbo contuvo la respiración debatiéndose entre alejarse o quedarse entre los brazos del enano. Sintió una sensación electrizante en su columna, en su mente figuraba él al lado de Thorin, viviendo en la montaña casados y felices para siempre, pero del otro lado aparecía Frodo, con sus ojitos llorosos suplicándole que no se fuera nunca. Thorin debió notar su debate interno porque lo detuvo besando sus labios saboreando el néctar de estos haciendo que los pensamientos del mediano se esfumaran –no tienes que responderme ahora, tomate tu tiempo –Bilbo agradeció el gesto respondiendo al siguiente gesto de cariño que se transformó en lujuria cuando Thorin lo levantó del suelo cargándolo mientras Bilbo se aferraba con sus piernas a su cintura para luego caer en la cama.
Thorin le fue quitando los pantalones bastante rotos de los pantalones sintiendo de nuevo aquella piel tersa que escondía su amante, sus labios pasaron de sus rodillas hacia su pelvis mientras el mediano se retorcía entre las sabanas desesperado por más contacto, el cabello de Thorin le hacía cosquillas en los muslos y su barba le provocaba una sensación electrizante.
-Thorin… t-te necesito –dijo entre suspiros intentando quitarle aquella harapienta playera de manta que le impedía tocar directamente su torso. Thorin se apiadó de él y le ayudó a quitárselo a la vez que se deshacía de la camisa del hobbit.
Sus labios chocaban con violencia como si no se hubieran tocado en años, aunque así lo sentían. Las uñas del menor rasguñaron delicadamente la piel del enano erizándole la piel. Se inclinó hacia el miembro del mediano tanteándolo con su aliento endureciéndolo más –si era posible –de lo que ya estaba. El dulce suspiro que escapó de sus labios se convirtió rápidamente en gemidos desenfrenados cuando el enano introdujo su lengua en su entrada queriendo humedecerla lo suficiente para poder entrar.
Sus corazones palpitaban raudos en sus pechos queriendo romperles las costillas para al fin conectarse el uno con el otro. Mientras Bilbo se deshacía en gemidos Thorin frotaba su erección con su mano ansioso por entrar en su merlar.
-Ya… no… por favor… Thorin –
-Dime lo que quieres –dijo separándose de su cavidad para apreciar los gestos adormecidos del hobbit –te daré el mundo si me lo pides, dime lo que deseas –acercó su boca a su cuello marcándolo como suyo ante la mirada de todo aquel que apreciase su belleza.
-Te quiero dentro… hazme el amor, Thorin… hazme tuyo – se aferró al cabello del enano con sus puños frotando con sus piernas su propio miembro. Esa imagen logró que la mente de Thorin se desconectara y deseara verla por su vida entera, nadie más podría apreciar esos ojos bañados en lujuria y dulzura a la vez, solo él tenía derecho a marcar su piel, nadie lo lastimaría y nadie lo tocaría de esta forma más que él.
-Como órdenes, mi merlar –cambió de lugar con Bilbo dejándolo arriba de él –haz lo que quieras –Bilbo mordió su labio inferior ansioso de anticipación al ver al enano a su disposición, colocó la punta del miembro contrario en su entrada deslizándola de a poco; en ese tiempo que habían peleado, se habían reconciliado y habían casi muerto había olvidado lo grande que era y lo mucho que amaba tenerlo en su interior a pesar del dolor inicial.
Thorin lo sintió rodearlo con sus paredes internas provocándole un gutural gemido salido de lo más profundo de su ser; no había podido disfrutarlo tanto en Rivendel como ahora. Tomó sus caderas incitándolo a moverse, el mediano no se hizo del rogar haciendo movimientos circulares con sus caderas presionando el pene del enano con cada movimiento.
Sosteniéndose de los hombros del enano comenzó a saltar sobre la entrepierna de su amante buscando aquel punto que lo hacía perder la conciencia; fue el enano el que lo tomó de las caderas moviéndolo con rapidez hasta que encontró aquel punto suave que hizo a Bilbo gritar de éxtasis. Sin si quiera haber tocado su miembro se había corrido en el pecho de Thorin. Las estocadas fueron más certeras dando directo a aquel botón en su interior provocándole espasmos al mediano combinados con los del postorgasmo.
Thorin tuvo que sentarse en posición del loto para sentir su miembro aun más profundo en su querido Bilbo quien se recargo en sus manos sobre la cama para no irse de espaldas ante las descargas de placer que recorrían su columna.
-No aguanto más –
-Solo… un poco –dijo Thorin entre gruñidos de placer mezclados con los de Bilbo que se escuchaban cada vez más roncos por los gritos que anteriormente había dado –Bilbo… -
-Asi… ahí… -el mediano rodeó con sus brazos el cuello del Escudo de Roble besándolo con desenfreno -¡Thorin! Ah… te amo, te amo tanto –
-Te amo, Bilbo –por segunda vez Bilbo se corrió entre sus cuerpos. Los espasmos consiguieron que Thorin llenara las entrañas de su amante con su semen escurriendo entre los glúteos de Bilbo y el pene de Thorin.
Buscaron moderar su respiración recostándose en la cama para descansar. Bilbo se recostó en el pecho del enano mientras este los cubría con las cobijas; el invierno se había hecho presente empañando las ventanas debido al contraste de temperaturas con el exterior y el interior de la habitación.
Sin saber cuánto tiempo había pasado despiertos pero disfrutando solo del latir del corazón del otro las velas se consumieron al igual que el fuego de la chimenea dejándolos casi en completa oscuridad de no ser por la luz de las antorchas exteriores.
-Tuvimos demasiados conflictos después de Rivendel –dijo Bilbo con voz cansada.
-Sí, no podíamos hacer esto a un paso de la compañía –
-¿No crees que… nuestra irascibilidad tuvo que ver con la falta de este tipo de contacto? –se quedaron mirando a la nada unos segundos analizando la posibilidad de que, en términos más coloquiales, había demasiada tensión sexual.
-Estábamos tan acostumbrados en la comarca a hacer esto cuando quisiéramos. Es posible que haya sido un factor para que nuestros sentimientos explotaran de otra manera –Bilbo miró hacia arriba acomodándose en el cuello del enano. Acercó su mano a su barba para acariciarla con amor y dar besitos en su mandíbula que hizo sonreír a Escudo de Roble.
-Definitivamente extrañaba esto –dijo el mediano –a la siguiente serás tú el sometido –dijo Bilbo con una sonrisa crispando los nervios del enano.
Eso quería decir… ¿Qué Bilbo quería metérselo a él? Thorin no pudo conciliar el sueño por un par de horas pensando en esa afirmación por parte del mediano.
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¿Algún tomatazo, réplica o recomendación? Todos son válidos x3
Espero que les haya gustado. Disculpen si el lemmon está algo… raro, hace mucho que no escribía lemmon y siento que de alguna forma mi cerebro se desconectó con ese tipo de escritura, como si no pudiera desglosarlo bien xD
Los leo en el siguiente cap. Bye bye.
CaocHatsune.
