Volví, ahora con un longfic (cruzo los deditos por que le vaya bien) He escrito dos capítulos más aparte de este y tengo bastante claro hacía donde dirigiré la trama. Va a ser mucho más complejo que mis OS (obvio xD), porque remarcaré personalidades y verán el proceso evolutivo de cada persona. Es mi trabajo más "ambicioso" se podría decir. Estoy apostando y haciendo crujir con fuerza mis neuronas para traerles una historia buena, agradable para leer y que las haga enamorarse de este fic.
También habrá NaruHina, y muchas parejas que irán viendo a lo largo de la historia.
En fin, eso es todo, no les meto más chachara para que se dediquen a leer y ya saben, cualquier critica, halago o error, hagánmelo saber a través de un review. Esa es la paga de todo escritor de fanfiction.
Un abrazo para todos los que lean mi nueva locura y son bienvenidos acá. Los apapacho a todos :)
Pd1: Pueden leer el capítulo escuchando la canción que puse de prefacio. A mi me sirvió para inspirarme y quizás a ustedes también les guste.
Pd2: Puse esto arriba, para darles la bienvenida
Pd3: Que pongan la historia en favoritos, pero no comenten, es como que me agarraran un pecho sin decir ni gracias xD
Disclaimer: Todo lo reconocido, pertenece a Kishimoto. El resto, es todo mío
Summary: {AU/SasuSaku} En cuanto los ojos verdes de la hermosa chica se cruzaron con sus negros, supo que no debía estar en otro lugar, que no se podía apartar. Había encontrado su destino. / − Sasuke, no importa. Recuerda que para el amor, no hay edad.
Rated M por escenas subidas de tono y lenguaje soez.
Cuídense
Lily Loop
Mi delito
Capítulo I
Serás mi perdición
You're just too good to be true
Can't take my eyes off of you
You'd be like heaven to touch
I wanna hold you so much
At long last love has arrived
Muse: Can't Take My Eyes Off You (cover)
Los flashes la cegaron algunos segundos y no le permitieron avanzar. El aire se apretujo en sus pulmones, sin deseos de salir, aunque intentaba con desesperación poder sacarlo afuera. El miedo aterrizo en su cuerpo como una lava hirviente, capaz de destruir todo a su paso. Quiso girarse y correr a su resguardo personal, a su lugar, a su casa, pero le fue imposible. Una mano se interpuso en su camino, más bien, se poso sobre su cintura y le infundió el valor que le faltaba. No fue necesario voltear para saber a quién pertenecía. El olor y el roce eran característicos de una sola persona. Un murmullo llego a sus oídos.
− Estoy contigo. – Y no necesito más. Tenerlo a él era lo único que necesitaba.
La frase vino acompañada con un beso en el oído, un roce sutil, como cuando las patitas de la mariposa se posan sobre alguna superficie.
Sakura sonrió y soltó el aire. Estaba ahí, estaba con él y nada ni nadie le haría cuestionarse nuevamente todo, pero fiel a su estilo, no pudo evitar dar la nota del lugar y en un arranque de sinceridad, tomó el micrófono más cercano que encontró y lanzo las palabras que la caracterizarían por el resto de su vida.
− Te amo, Sasuke Uchiha.
1 año y medio antes
1.
− Tienes cinco segundos para explicarme esto. – el choque de un grueso sobre contra la madera hizo un sonido sordo y elocuente. Estaba en problemas. – Estoy esperando.
− Digamos que ¿en serio quieres que en cinco segundos te expliques? – los ojos verdes de Mebuki lanzaban dagas de fuego. No señor, su pequeña niña no se iba a salvar.
− No escucho lo que quiero escuchar. – Sakura soltó el aire en un bufido y se levantó de la butaca.
− Voy a hacer una película. – Mebuki asintió con un rostro tan irónico que Sakura deseo ser tragada algunos segundos por la tierra, o por lo menos, hasta que a su madre se le quitara el mal genio.
− "Voy a hacer una película" ¿con permiso de quién? – Sakura se giró rápidamente y comenzó a caminar por su cuarto, con su madre pisándole los talones. – Te estoy hablando, maldita sea.
− No maldigas en mi habitación. Está libre de groserías y malas vibras. – Era muy probable que a su madre le diera un patatús, pero se tranquilizó respirando hondo. – Fui a un casting como extra y me gané el papel protagónico. Fin.
− Creo que te mato. – murmuro Mebuki, posando sus dedos en el tabique de la nariz. Comenzaba a respirar con dificultad. Sakura entró a preocuparse. No quería ver a su madre fallecer y menos alterar la armonía de su pieza. Se acercó a ella, pero su guapa madre se alejó con rapidez. – Ni lo intentes, soy capaz de ahorcarte y sabes que no soy dada a la violencia física. ¿Qué tenías en la cabeza?
− Mamá, ¿puedes tomar asiento? – Mebuki se dejó caer en la cama de su primogénita, aunque no la miro. Sakura lo hizo a su lado, comenzando a retorcer sus manos. – Es mi sueño. Aparte es la historia de la abuela, quiero ser yo quien la cuente. Alguien que la conoció.
− Que la conoce. – corrigió Mebuki.
− No todo el mundo sabe que vive. Tengo que acostumbrarme a tratarla como pasado. – Sakura tomo las manos de su madre. – Mami, la abuela se pondrá feliz, la conoces. Aparte es un filme bastante serio, no es como si estuviese trabajando en una producción triple x. – La castaña poso sus manos sobre el pecho. Conociendo a su pequeña, era muy probable que esos momentos de "descubrimiento" que tenía, le dieran ganas de postular a una película para adultos. – Es algo que quiero hacer.
− Pongamos algunos puntos a favor y en contra de esto. – Sakura asintió con vehemencia. – Punto a favor, y único por lo que logro entender está tontería: Es tu sueño.
− ¿Único? – Mebuki levantó una ceja. Sakura guardo silencio de inmediato.
− Puntos en contra: Supongo que se grabara en Tokio. Vivimos a más de cuatro horas. No has terminado la escuela. Tus notas no son las mejores, sin contar ese comportamiento al borde del vandalismo que cargas a tu espalda. Eres al extremo desordenada y no haces las tareas que te pido…
− Mamá te estás yendo por otras ramas. Esas razones que das son simplemente para no darme permiso y déjame decirte que son básicas.
− Tienes dieciséis años ¿acaso le dijiste eso a tus "jefes"? – Sakura puso los ojos blancos y murmuró algo inentendible.
− Fue lo primero que hice, bonita – contesto con tranquilidad. A la castaña, le picaban las manos por tirarse sobre ella.
− En fin, cuento corto, no tienes permiso. – dijo su madre con una sonrisa de suficiencia y recogiendo el canasto de ropa sucia.
− ¡Pero mamá! No me puedes hacer esto. – grito Sakura enrabiada, al borde de un colapso.
− Si lo puedo hacer. Yo te parí, yo te críe y yo te mantengo. No tienes permiso, fin de la discusión. – Sakura se levantó presurosa de la cama y tomo la carta con la que su madre había entrado al lugar para reprocharle.
− ¿Ves esto? Es el contrato. – Mebuki la vio correr a su escritorio y tomar un bolígrafo. – Creo que no podrás hacer nada, porque yo…
Y firmo.
Mebuki antes de desmayarse, la ahorco.
2.
Sasuke caminaba por las grandes oficinas de la productora. Su enfado era evidente y muchas de las secretarias que en un principio habían corrido a hacerle su estancia más satisfactoria, ahora corrían despavoridas al escuchar sus gruñidos. En la vuelta numero quinientos mil, vio la puerta del director abierta, instándolo a pasar.
− Señor Uchiha, puede pasar. – la secretaria rubia y de mirada fría, le hablo con resequedad. En otro minuto de su vida, ese hubiese sido un aliciente para intentar derrocar la coraza de vidrio que la protegía y mostrarle un mundo bastante entretenido, pero en ese instante, solo tenía ganas de matar a Jiraya.
− ¡Sasuke, que gusto verte! – El pelinegro camino furioso y eludió el saludo de su nuevo jefe, sentándose frente al escritorio. – Creo que alguien anda de malas.
− ¡Ding Dong!, acertó. ¿En qué cabeza cae dejar a una actriz como Mei Terumí fuera de una película para traer a una chica aparecida? – El grande y canoso, camino hacía su asiento de piel, que lo esperaba para reconfortarle, como siempre.
− Es la nieta de Chiyo. Creo que con ese simple dato en su expediente basta y sobra. – Sasuke se lanzó hacia atrás en la silla y tapo su rostro con las manos. − ¿Por qué te desesperas tanto? Tienes fama, talento, una voz sensacional y por consecuencia una carrera promisoria en la música ¿Cuál es el problema de trabajar con una actriz emergente?
− Yo quiero ganar un "Oscar" y ahora con esto, me es imposible ¿Qué crítico verá una película que partió bastante Hollywoodense para convertirse en una independiente? ¿Qué crítico y jurado valorará mi trabajo si tengo a una persona a mi lado que en su vida ha leído un libreto? – Sasuke estaba encolerizado, pero más lo ofuscaba ver el rostro de Jiraya con una sonrisa – Creo que ni para Sundance postulamos.
− Si no te gusta la idea, no me es difícil sacarte del reparto y buscar a un actor idóneo que no tenga tanto ego. – Sasuke se sintió pasado a llevar, pero no lo vocifero, aunque le fue inevitable lanzarle una mira asesina. − ¿Qué opción tomas? ¿Embarcarte con nosotros o dejarnos? Estamos a tiempo de encontrarte un reemplazo. Además, todavía no salen a la luz quienes participaran. La prensa no tiene idea de que tú estás dentro de este proyecto, así que no veo el inconveniente para buscar un nuevo actor, obviamente, si así lo deseas.
− ¿Tengo tiempo para pensarlo? – Jiraya miró su reloj de pulsera y chasqueo la lengua.
− Diez minutos. Está por llegar la chica. – A Sasuke se le desencajo el rostro. – En cuanto la veas, entenderás porque la elegí. Vieras, es una monada, además que se parece un tanto a su abuela cuando era joven.
− ¿Cómo la encontraron? – El canoso acaricio su pernera y sonrió de medio lado.
− Vino a buscar un papel de extra. Kabuto me dijo que calzaba justo en el papel de cliente o caminante, mientras tú te besabas con Mei. Como yo no me preocupo mucho de quienes aparecerán tras la escena, acepté. – Sasuke asintió. – Pero el otro día, tuve que acercarme a las estancias de casting. Necesitaba urgente una chica para otra producción de un amigo y como era un favor personal, decidí ir yo mismo a hacerlo. En ese momento la vi. Es perfecta, destaca porque tiene un ángel divino y además, físicamente representa a una adolescente. – Concluyó el hombre, sonriendo a destajo.
− ¿Crees que dé en la talla? – Jiraya se encogió de hombros.
− No lo sé. Hay que ver todo eso, pero creo que te encantará en cuanto la veas. – dijo el peliblanco. – Es de las típicas chicas que usa leggins con imágenes rupestres y chalecos de lana.
− ¿Eso te parece atractivo? – preguntó Sasuke desconcertado. – Se me hace un tanto infantil.
− No es como se vea, ni cómo se vista. Ella desprende un aura de tranquilidad y amor. – Jiraya apretó el botón intercomunicador con su secretaria. − ¿Llego?
− Llamaron desde abajo avisando que estaba subiendo. – Inconscientemente a Sasuke se le atenazaron los nervios del estómago. Sintió un retorcijón y el corazón comenzó a latirle más rápido. Estaba nervioso y no entendía por qué.
− Gracias. – colgó. – Si decides quedarte, creo que harán una magnifica pareja.
− Lo dudo. – murmuró, aunque Jiraya no escucho.
Estaba contra la espada y la pared. Quería actuar, amaba su trabajo, pero también sabía que los premios los respaldaban y para ganarlos necesitaba un buen reparto. Una actriz emergente, si no era extremadamente guapa o no tenía encanto, no servía de nada. Era como tener un lastre en el proyecto, porque aparte de no aportar nada, había que enseñarle hasta los menores tips para calmarla. Además de eso, sabía la fama que arrastraba. Ser un hombre guapo le causaba muchos problemas y más ahora que tenía pareja estable hace más de un año.
− Muchos de los que han trabajado conmigo, han ganado premios de la Academia. Danos esa chance. Si tú lo haces bien, es muy probable que lo logres. – Sasuke asintió sin haberlo decidido todavía. – Pero no te puedo obligar a nada, si deseas marcharte, no soy quien para retenerte. Solo quiero decirte que… Llego. – Jiraya apretó el intercomunicador con mucho entusiasmo y dio la orden para que la dejaran pasar a su oficina. – En cuanto la conozcas quiero saber que decides.
− Hmph – fue su escueta respuesta.
La puerta se abrió y como todo comienzo, donde se sabe que algo importante y único pasará, el aire se tornó pesado.
En cuanto la chica puso su pie dentro del lugar, Sasuke estuvo consciente de que había conocido a su perdición
3.
− ¿Cómo se llama? – Mebuki caminaba a paso apresurado. Iban muy atrasadas.
− Jiraya, mamá. – Repitió por doceava vez con los ojos blancos. − ¿Por qué viniste?
− No te iba permitir viajar sola a Tokio para encontrarte con dos hombres. – Sakura quiso replicar, pero Mebuki no se lo permitió. – Si para la audición viniste sola, fue porque no lo sabía. Ahora trataré de acompañarte lo que más pueda.
− Si todo este escándalo de madre "súper protectora" es por mi asma, te recuerdo que está muy controlada. Desde que tengo siete años que no sufro una crisis. – Mebuki se paró en seco. – Mamá, vamos atrasadas. – le recordó.
− Se me había olvidado ese problema. – Sakura se quiso lanzar a un tren por ser tan bocaza. – Cariño, vámonos a casa. Prometo cocinarte lo que más te guste, pero no cometas está estupidez.
− Mamá es mi sueño, es todo lo que siempre he querido. – Se acercó a su madre y le tomo el rostro entre sus manos. – "Todo pasa por algo", eso me enseñaste cuando tenía cinco años y te reclame por sufrir este problema. Yo solo quería un papel normal para ganar unas monedas, estar en la peli que le hace honor a mi familia y conocer a mi actor favorito, aunque me gusta más su veta de cantante, pero no entraré en detalles. – dijo rodando los ojos. Mebuki la miro confundida con tanta información dada de sopetón. – La vida o Dios me pusieron frente a esto. Algo quiere que esté actuando. No me arrebates este sueño.
− En cuanto tu padre se entere, me va a odiar por apoyarte. – Sakura se lanzó a sus brazos y la apretujo. – Te apoyo solo porque así lo deseas, pero me tendrás detrás de ti vigilando cada uno de tus pasos, no permitiré que te saltes tus medicinas y menos que hagas acrobacias que puedan lastimarte. – la pelirosa asintió feliz.
− Gracias Mamá. – Mebuki la soltó un momento para mirarla a los ojos e infundirle mucho calor.
− Tú abuela estará muy orgullosa y espero que tú padre no se lo tome a mal. – Sakura se carcajeo aunque con nerviosismo. – No te preocupes, yo hablaré con él. Ahora entremos al edificio y firma todo lo que falte.
− Eres lo mejor. –Se adentraron en el lugar y caminaron a recepción, dando aviso de que estaban ahí y que necesitaban entrevistarse con el señor Jiraya. Los empleados corrieron por el lugar para dar pronto aviso y las instaron a ponerse cómodas. Sakura sonrió y su madre también. Se miraron con complicidad. – Mejoraré tú vivir, mamá.
−Espero que hasta aquí lleguen tus locuras. – Sakura asintió. – Conseguiremos un piso para que vivas, pero sobretodo terminaras tus estudios ¿me oíste? – la pelirosa volvió a asentir.
− ¿Dónde terminaré la escuela? – Mebuki le iba a responder, pero un hombre de no más de veinte años se acercó a ellas con una bandeja rebosante de comida. Las dos declinaron de comer.
− Creo que te inscribiré en la escuela que va la sobrina de nuestra vecina. – Sakura puso cara de terror.
− Pero mamá, van puras mujeres. – Mebuki se levantó de hombro.
− Es una escuela buenísima y por lo que he escuchado, tiene un horario más corto. Tendrás tiempo para grabar y a la vez para estudiar ¿no te parece grandioso? – La pelirosa comenzaba a molestarse y aunque sabía que no ganaría nada, tenía claro que haría de las suyas en esa nueva escuela.
− Ok, si eso es lo que deseas, lo haré, pero que quede claro que no es una idea que me agrade del todo. – La castaña levantó una ceja dispuesta a replicar, pero nuevamente fueron interrumpidas, está vez por una chica no muy alta de ojos extremadamente negros.
− La secretaria del señor Jiraya dice que suban. Es en el piso 14, la primera oficina que encuentren es donde tienen que ir. – apunto hacía el ascensor. – Muchas gracias por venir y si no le han dicho: Bienvenidas a la productora "Icha Icha Paradise"
Las dos mujeres caminaron por el lujoso lugar, cubierto de mármol y se adentraron al ascensor lleno de espejos. Sakura comenzó a impacientarse y verse reflejada en todas las paredes de ese claustrofóbico lugar, más la alteraban. A Mebuki las dudas la comían. Quizás era un error, a lo mejor no deberían estar ahí. En cuanto sus miradas se cruzaron a través del vidrio, se dieron cuenta de que sus cavilaciones eran solo tonterías. Sakura lograría su sueño y Mebuki estaría a su lado apoyándola.
− Ahora que recuerdo ¿Cómo es eso de que te gusta el protagonista? ¿Es guapo? – la pelirosa asintió risueña.
− Es más que guapo. Es perfecto. – Sus ojos verdes se convirtieron en dos estrellas resplandecientes y llenas de pasión. – Actúa bien, canta hermoso y tiene unos ojazos negros que derriten.
− ¿Actúa en alguna película Disney o canta en alguna banda como One Direction? – Sakura bufo casi herida. Se sentía prácticamente atacada con lo que había dicho su madre.
− ¿Cómo crees, mamá? Es un actor de renombre. Le dicen el tigre negro. Ha hecho películas geniales desde que tiene ocho años, además canta en una banda de rock, the real rock. No es algo creado por la industria del entretenimiento. – Sakura junto sus manos y las reposo sobre su pecho, soñadora como siempre. – Es perfecto.
− ¿Lo conozco? – Sakura asintió.
− Se llama Sasuke Uchiha. –Mebuki abrió la boca desmesuradamente. Sakura pensó que se le desencajaría la mandíbula. − ¿Qué sucede?
− Tiene a lo menos diez años más que tú. – Sakura se levantó de hombros. – Además por lo que sé es un mujeriego empedernido. Sobre mi cadáver trabajas con él. – Mebuki se acercó al tablero del lugar para apretar el botón de bajada.
− Ni lo pienses mamá. – La voz aterradora de la pelirosa provoco escalofríos en el cuerpo de su madre. – Tengo dieciséis, casi diecisiete si contamos los dos meses que faltan, pero eso no te permite decidir por mis sueños. – Mebuki se hizo la desentendida y la miró como si lo que hubiese dicho recién, le importara menos que un dulce.
− Me da lo mismo, no te dejare cerca de alguien que te pueda pervertir. – iban en el piso 10 y seguía avanzando.
− Internet de por si me pervierte. Konohamaru ve pornografía todos los días y tú ni te enojas. – Mebuki enrojeció. – Déjame cumplir mi sueño. Además él jamás se fijara en mí. Tiene pareja hace más de un año y hay rumores de matrimonio. Lo de mujeriego era antes, ahora es tranquilo.
− ¿Cuántos años tiene? – Sakura pensó algunos segundos que responder, para no causarle una conmoción, pero decidió decirle la verdad.
− Tiene veinticinco años. – Mebuki asintió retraída. – Escúchame mamá, a lo más llegaremos a los besos, pero son de película. Es ficción, falso, una mentira cinematográfica aunque cuente una historia verídica. Relájate por favor.
− ¿Me podrías decir en qué momento me encontraba como para haber aceptado todo esto? – pregunto la castaña llena de dudas. – Creo que no sirvo para tener una hija famosa. No quiero que te lastimen.
− Y no lo harán, te lo prometo. – se acercó a su madre y beso su mejilla. – Soy fuerte desde pequeña y luego de que papá nos abandonara, yo madure y comencé a ser más decidida. Por favor, no me abandones en esto. No me saques de acá.
− Sakura…Sakura ¿Por qué me saliste tan rebelde? – la pelirosa se irguió de hombros. – Camina pequeña, intentaré no poner más pegas.
Las puertas del ascensor se abrieron apenas Mebuki tocó el botón. Cuando se fijaron en la sala, no pudieron obviar la belleza y riqueza que hacían presencia en está. Aunque era obvio, Jiraya era un director destacado, ganador de la estatuilla tres veces y obviamente su productora tendría a los mejores y lo mejor.
Sakura respiro hondo y camino por el piso alfombrado. En cuanto vio la primera oficina que se erguía, de madera y piso flotante, se acercó a la secretaria. Una rubia que se movía como robot y apenas levantaba la cabeza del monitor. La pelirosa carraspeó levemente y de inmediato se cruzó con los ojos verdes de ella.
− Dígame ¿Qué necesita? – Sakura no entendió nada y Mebuki tampoco. − ¿Vende algo en especial?
− Vine a entrevistarme con el señor Jiraya. – la chica asintió automáticamente.
− Lo siento, pero eso será imposible. El señor Jiraya espera a una actriz importante, así que no creo que pueda recibirte para esas típicas entrevistas escolares. – Sakura se sintió completamente atacada y denostada. El tono desdeñoso que uso la mujer, sin contar el veneno que inyecto, la hizo sentir disminuida. Agacho la cabeza y miro su vestimenta.
Calzas negras, con una polera blanca de tirantes y encima un chaleco de hilo. En su hombro, reposaba su fiel compañero, el morral que la acompañaba a todas. No pudo evitar pensar en que esa, era su ropa más decente y aun así era tratada como una simple chica.
− Discúlpeme señorita, pero ella es Sakura Haruno, la chica que esperan. – La secretaria se quedó sin habla y la pelirosa también. Nunca había escuchado a su mamá tan enojada y contenida como en ese momento. Ni siquiera cuando la había descubierto fumando marihuana en el techo de la casa. – Está gente tan incompetente, las contratan solo por ser bellas. – la mecánica rubia iba a responderle, pero una voz proveniente desde el teléfono la hizo callar.
− Si llegó, hazla pasar. – La voz cantarina del director se escuchó fuerte y clara para las tres. Sakura avanzo como autónoma y su madre la siguió, aunque no pudo evitar sonreírle con burla a la secretaria que la miraba con odio.
− Vamos, bonita. – murmuro la castaña, mientras se ponía al lado de su hija. – No tengas miedo, yo estoy contigo.
− Tienes razón. – Sakura tomo la perilla de la puerta y la giro rápidamente. Levanto los ojos y los conecto con su madre. Estaba completamente segura, nada podía salir mal.
Al entrar la luz proveniente del gran ventanal le impidió ver algunos segundos, pero en cuanto pudieron visualizar bien, las dos quedaron estáticas.
Sasuke se encontraba en todo su apogeo, con su metro ochenta y siete, sus ojos negros y vivaces, sus tatuajes cubriendo los brazos, y la camisa blanca que dejaba entrever un pecho tan níveo como ella. Sakura no pudo evitar tragar saliva y sonreír nerviosa.
Quizás su mamá no estaba equivocada, quizás no sería un simple hombre que se atravesaría en su vida y cumpliría a lo más, el papel de compañero de trabajo. Quizás su aura de mujeriego la estaba envolviendo, o de ex mujeriego, ¿que sabía ella? Solo sentía que sus piernas temblaban y su boca comenzaba a secarse nuevo. Eso no pintaba para bueno, para nada bueno.
Sakura pudo quitar la vista de su nuevo compañero, aunque con mucha dificultad y apelando a la fuerza de voluntad. Miro a Jiraya, que sonreía como si se hubiese ganado la lotería. La pelirosa no supo qué hacer y le respondió.
Dio dos pasos y el sonido de algo cayendo al suelo, la hicieron detenerse.
− Lo siento. – murmuro Mebuki, quien no había quedado indiferente a las miradas recién lanzadas por parte de su hija y de ese hombre.
− Ya que estamos acá, quisiera presentarlos. – murmuro Jiraya salió detrás de su escritorio y se acercó a Sasuke, instando a Sakura para que se acercara. Su castaña madre la acompaño al encuentro, casi pisándole los talones. – Sakura, te presento a Sasuke. Sasuke te presento a Sakura.
Los dos estiraron sus manos como autónomos, sin dejar de mirarse.
− Un gusto. – la voz ronca y sensual la envolvieron por varios segundos, quedando prendada de su mano. – ¿Sakura?
− Disculpa. – agito la mano de él fuertemente y la soltó. – Si, me llamo Sakura, el gusto también es mío.
Se giró rápidamente avergonzada, mientras los otros presentes la miraban extrañado, o más bien divertidos, como era el caso de Jiraya.
− Yo soy Mebuki, la madre de Sakura. – Sasuke miro sin entender. Sabía que en la industria del entretenimiento habían muchos actores que tenían a sus madres como representantes, pero aun así se le hacía extraño la defensa que hacía esa mujer hacía su hija. – Joven, lo salude. – le reprocho levemente.
− Disculpe, estaba distraído. Yo soy Sasuke Uchiha. – Mebuki asintió.
− Sakura, pequeña, no te alejes tanto. Ven a acercarte a nosotros. – le pidió Jiraya. La pelirosa que se encontraba de espaldas a la escena, no dejaban de sentir que su corazón saldría por la boca. Estaba frente al hombre que más admiraba en el mundo y no podía actuar con la normalidad que se le pedía. Era casi imposible comportarse como lo hacía generalmente. ¡Era como si tuviera al frente a Brad Pitt!
− Es nueva en esto. No se acostumbra a estar con estrellas. – trato de justificar Mebuki, aunque no estaba ayudando mucho. – Es su primer trabajo.
− Algo así me dijo Jiraya. – secundo Sasuke.
Cuando la vio acercarse nuevamente a ellos, no pudo evitar reparar en su rostro de niña y esas pecas traviesas repartidas sobre su nariz. Tenía los ojos verdes más bonitos que conocía y su pelo era rosado chillón. Un color muy extraño, pero atrayente como ningún otro. Su vestimenta a pesar de no tener nada de sensual, se le hacía bastante bonita. Era probable que no pasara los veintiún años. Sintió un poquito de compasión por ella, se veía muy contrariada y desvalida. Sasuke sintió unas ganas locas de protegerla, de resguardarla y asegurarle que estaría todo bien, que solo era cosa de tiempo el acostumbrarse a ese nuevo mundo.
− Sakura, tienes que estar tranquila. – dijo Jiraya y Sasuke no pudo evitar asentir, dándole énfasis a esa acotación. – Todos te cuidaremos.
− No estoy intranquila, solamente que esto es nuevo en mi vida. – la voz suave y relajante, se le antojo hermosa al pelinegro. Comenzaba a aportar muchos puntos en su cabeza el quedarse en el proyecto. Sentía como si no debiese estar en otro lugar. – Disculpa la primera impresión. – En cuanto esos ojos verdes volvieron a posarse sobre él, un vuelco dio su corazón. A pesar de ser unos 20 centímetros más pequeña, se vislumbraba una chica decidida y fuerte.
− A todos nos pasa la primera vez. – trato de tranquilizarla. La leve sonrisa que le otorgo, le hicieron sentir bien, muy bien para su gusto. − ¿Cuándo partimos las grabaciones? – le pregunto a Jiraya. El peliblanco sonrió con complicidad. Había aceptado quedarse.
− La próxima semana. Hay que hacer unos cambios en los guiones y estaremos listos. – Lo vio acercarse a Sakura – Eres bellísima a pesar de tener dieciséis años, pequeña.
¿Dieciséis años? Sasuke quiso morir. Ella era delito.
Pero sin saberlo, sería su delito más exquisito.
Nos leemos !
