Notas de autora:

Segunda parte, como siempre no cumplo lo que digo jajaja y convertí un one shot en mil partes, todo mal conmigo discúlpenme u.u Aun así espero y les guste, sobre todo a ti Jabed :) no sé cuantas partes más vaya a tener pues estoy tratando de que no sean muy largas para no perder el hilo, pero esta historia me parece la estoy haciendo bastante lenta metiendo muchos detalles de cómo surgen los sentimientos de ambos, y como sinceramente no he tenido mucho tiempo de escribir estoy subiendo mis avances conforme puedo, por eso no será un one shot D: pero la intención era esa jeje

Bueno, el punto era regalarles a cada quien una historia y pienso que eso se está cumpliendo de cualquier modo (yo intentando justificar mis malas mañas)

Sin más, continuemos con el Saga x Mu, que se darán cuenta no avanza casi nada jajaja besos (y disculpas ;o;)

…O…

-Por favor tómala, yo estoy acostumbrado a este clima y odiaría que te enfermaras...-dijo el tibetano a la par que le extendía a Saga su bufanda tradicional para que la tomase, este miró extrañado la prenda y no queriendo que el lemuriano insistiera la tomó; intentó colocársela pero viniendo de la cálida Grecia no estaba para nada familiarizado con la ropa invernal, por lo cual terminó por enredarse vergonzosamente. Mu hizo el esfuerzo de no reírse por respeto a Saga y con delicadeza desenredó la suave pero pesada tela colocándola correctamente sobre el cuello y hombros del mayor.

-Ahí tienes-le dijo con una sonrisa, que hizo que el géminis desviara los ojos al cielo. De pronto pasó por su mente que esta misión auto impuesta sería mucho más difícil de lo que creía.

El tibetano continuó avanzando por la empinada colina, llevaban cerca de una hora caminando y a medida que ganaban altura el clima empeoraba. Saga se rezagó un par de pasos atrás, incapaz de retirar su vista del largo cabello lila que se balanceaba de un lado a otro con el suave y elegante andar de su portador, dejando detrás de sí una estela de sutil incienso producto de sus meditaciones matutinas, muy agradable para los sentidos del griego.

-¿Pasa algo, Saga?-preguntó el menor con sincera preocupación, a lo que el géminis permaneció sereno, ocultando hábilmente su sentir para después negar con la cabeza y alcanzarle.

Ambos caminaron en silencio por una hora más, en la que ocasionalmente sus ojos se encontraban. Cuando esto ocurría el tibetano sonreía dulcemente y Saga tan solo giraba su cabeza a otra dirección, lo que causaba cierta ambigüedad en el muviano al no entender el porqué de la repentina actitud distante del géminis. Ellos solían ser cercanos y Mu al ver qué pasaba el tiempo y Saga no había intentado nada comenzaba a bajar la guardia, pensando que sus intenciones eran sinceras y existía, por la necesidad, una cierta tregua entre Mu y el santuario. Creyó entonces que Saga se alegraría al igual que él por el reencuentro, pero al parecer no era así, evitando dejar algo a la imaginación, se decidió a hablar apartando un poco su característico carácter reservado.

-Querido Saga…-dijo suavemente, lo cual hizo que el mencionado girara la vista hacia él, ocultando lo mejor que pudo su desconcierto por escuchar "querido" de aquellos finos labios.

-Se que yo me marché del santuario, dejándolos atrás a todos ustedes, mis hermanos de armas, cosa que me lastima hasta la fecha…-La mirada del aries de pronto se apagó al recordar a sus compañeros y lo solo que se había sentido todos estos años, ellos seguramente se veían muy diferentes al igual que él. El pensamiento de que probablemente se perdió de mucho al recluirse en Jamir le hizo un nudo en la garganta, pero era necesario, por lo menos eso se repetía todas las mañanas al desayunar en soledad.

-El haberme marchado del santuario sin despedirme de nadie, fue algo que me dolió mucho hacer…-continuó-…y estoy consciente de que probablemente tanto tu como los demás caballeros dorados no han podido perdonarme por ello, incluso, deben considerarme un vil traidor-se sonrió con melancolía, mientras mantenía la mirada en el suelo. El géminis lo vio con seriedad, pues no había reparado en los sentimientos que Mu albergaba al respecto ni de sus verdaderos motivos para marcharse, los cuales hasta la fecha para él seguían siendo un misterio.

-Sin embargo, quiero que sepas Saga, que no pasa un día en el que no piense en cada uno de ustedes…-los hermosos y serenos ojos verdes se inundaron de lágrimas, las cuales no tardaron en resbalar por las pálidas mejillas, el lemuriano alzó la vista sonriendo débilmente, mientras su rostro seguía empapándose.

-Perdóname, Saga...

Era tan irónico, el dulce joven le pedía perdón a aquel que pretendía manipular sus sentimientos para llevárselo con engaños a Atenas, y una vez ahí, hacerle terribles cosas como reprimenda por su traición al santuario, cumpliendo entonces con el fin de dejar claro que con el patriarca no se juega.

-Es inútil que te lamentes, Mu-le dijo Saga en un tono severo-Lo hecho, hecho esta. Nunca debes arrepentirte de tus decisiones, pues en su momento creíste que eran las correctas y siendo tu quien eres, no dudo que meditaras demasiado aquel paso que diste. Esa cualidad tuya vuelve poco probable que te equivoques-Le sonrió de lado, tranquilizando así a un afligido Mu y esperando que con ello se abriera y así fuese más sencillo adentrarse en su mente.

Aun que moría de curiosidad por saber los motivos que lo habían llevado a desertar, sabía que si presionaba al aries este levantaría un muro haciendo imposible que lograra su cometido, por lo que lo más inteligente era aguardar que la convivencia de este improvisado viaje hiciera lo propio, enterneciendo el receloso corazón del tibetano hacia él. Aun que algo dentro de sí le decía que si se tardaba más de lo debido, encontraría el mismo sentimiento en su persona y no se lo podía permitir.

…O…

Caminaron entonces la siguiente hora, al principio intercambiaron tan solo un par de palabras y preguntas impersonales, como lo desagradable del clima y lo cansado y peligroso que el camino era. Después Saga fingió interés por la labor de reparar armaduras encontrando que, tal como se lo imaginaba, era propia tan solo del pueblo de los lemurianos. Con ello buscó re direccionar sus pensamientos, debía convencer al ariano como fuese sino sus caballeros estarían a merced de los Dioses en una posible guerra.

-Mu, si extrañas tanto el santuario… ¿Por qué no has vuelto? ¿Qué posiblemente puede ser tan importante que te mantenga recluido en Jamir? Es acaso que ¿Tienes algún tipo de misión aquí?

El tibetano quería responderle, verdaderamente necesitaba sacar de su pecho todo el dolor que llevaba cargando hacia 9 años atrás, pero sabía que era poco prudente revelarle a Saga lo que el antiguo maestro le había confesado en ese entonces, y por lo cual tuvo que alejarse de todo aquello que conocía como hogar.

-En efecto Saga, tengo una misión que cumplir en Jamir, la cual es tan importante como para dejar de lado un momento mi papel de caballero de Athena…-bajó la vista con pesar, creyendo haber blasfemado con esa oración y sorprendiéndose a sí mismo por haber medio confesado sus intenciones, pues en parte era cierto que tenía una misión…aguardar.

El géminis mantuvo la vista al frente, escuchando al lemuriano con atención mientras ambos seguían avanzando a pesar del cansancio, el frío y lo pesado que era caminar sobre la densa nieve. Dándose cuenta que no le diría más se detuvo en seco, a lo que Mu aún dio un par de pasos enfrente antes de notar que Saga había detenido su marcha. Se giró para con él, viendo que este ultimo mantenía los ojos cerrados, sus azules cabellos junto con la bufanda de Mu eran mecidos suavemente por el viento que comenzaba de a poco a aumentar su fuerza a medida que se ocultaba el sol, el géminis acortó la distancia entre ellos abriendo finalmente los ojos y viendo al ariano directamente, quien tragó duro como cuando era un niño al verse reflejado en aquellos tan azules como profundos irises.

-Me parece prudente que busquemos un lugar para refugiarnos, no conoceré bien los Himalayas como tú, pero mis años me dicen que se avecina una tormenta.

El muviano abrió grandes los ojos a esa declaración, ya que no se había puesto a pensar en ello, probablemente porque en todos estos años él se había visto atrapado en numerosas tormentas perdiéndoles incluso el respeto, pero no por ello Saga debía pasar por algo así, por lo cual comenzó a ver a sus alrededores en búsqueda de un posible refugio.

-Mira…-le dijo el griego señalando con su índice hacia el norte, en donde a unos cuantos metros se encontraba lo que parecía ser una cueva, el ariano comprendió y con ello ambos caminaron hacia allá.

Llegaron a la cueva con el tiempo justo, pues a pocos minutos de entrar una fuerte ventisca azotó la zona, ya no podían ver nada desde dentro pues era tan atroz la tormenta que la nieve que caía cubría completamente de blanco la vista.

Mu suspiró aliviado y simuló retirar con el dorso de su mano un inexistente sudor en su frente, mientras que Saga buscó el sitio más cómodo para tomar asiento, la temperatura estaba descendiendo rápidamente lo cual comenzó a preocupar al muviano, la bufanda no sería suficiente para proteger al géminis y no contaban con ninguna fuente de calor fuera de su cosmos, el cual también se veía limitado gracias a la poderosa y mística energía de los Himalayas. Con ese pensamiento en mente se sentó al lado de Saga hombro con hombro, a lo que el géminis dio un respingo al sentir el sutil calor del lemuriano y el inesperado contacto por la cercanía, la ya de por si erizada piel del géminis por el frío reaccionó intensamente al toque de la nívea y suave de Mu, que se asomaba por su túnica tradicional.

El griego mantuvo la mirada en un punto muerto, tratando de poner en orden sus ideas y respirando tranquilamente para tener ese mismo efecto en sí mismo, pero todo se fue al carajo cuando Mu, en un acto que rememoraba 11 años atrás, recargó su cabeza levemente sobre el hombro del géminis, este ultimo giró la propia rápidamente, sin poder creer que el lemuriano osara acercársele tan desvergonzadamente de manera intima. Más al encontrarse con que había caído profundamente dormido de pronto, resbalando entonces a su hombro, una inesperada sonrisa escapó de su boca y su corazón pareció ablandarse por la tierna escena, sin poderlo evitar, vio reflejado en aquel joven al dulce niño que en tantas ocasiones había tenido que cargar de vuelta a aries porque en medio de sus lecturas se dormía inevitablemente.

-Maldición-murmuró al notar que llevaba algo de tiempo contemplando las finas y hermosas facciones de su compañero de armas, cuyo semblante tan solo rebozaba una enorme paz, como si volviera a tener 5 años y dormirse en aquel hombro fuese lo más natural del mundo.

Saga suspiró, enfadado consigo mismo por no tener la frialdad suficiente para arrojar al aries lejos de él, pero desconocía que la verdadera intención de Mu con todo esto era proporcionarle algo de su calor al géminis para que este no muriese congelado. Así es, Mu de aries había fingido quedarse dormido sobre el hombro de Saga para protegerle.

El sueño terminó por vencerlos a los dos a los pocos minutos después, dando por terminado su primer día de camino.

A la mañana siguiente Saga abrió pesadamente un ojo, sobresaltándose al principio por no reconocer sus alrededores, pero sin hacer ningún tipo de gesto o ademan acorde a su sentir. Se sentó entonces en lo que sus ojos enfocaban sus primeras visiones del día y lo que tuvo frente a él le pareció, para su terror, la mejor manera de comenzar la mañana.

Un sereno Mu entraba a paso lento a la cueva y al notar que Saga estaba (por fin) despierto le sonrió. Se acercó a su bolsa de viaje y sacó un trozo de pan, la leña que traía cargando al llegar de nuevo a su refugio le sirvió para poner un poco de agua a hervir y así preparar un té que acompañase el pan con mantequilla y mermelada de frutas.

-Gracias, Mu-dijo el géminis dándole un primer sorbo a su taza, agradeciendo en sus pensamientos por tener algo de calor adicional.

El muviano se limitó a asentir levemente, ambos desayunaron en silencio, propio de los seres sumamente reservados que eran y una vez listos continuaron su camino.

La tormenta los había retrasado, muy probablemente de no ser por ella ya estarían emprendiendo el viaje de regreso, pues el sitio se encontraba relativamente cerca de donde se habían refugiado.

Mu se paró de pronto, haciendo que Saga lo imitase pero un par de metros adelante, el tibetano cerró fuertemente los ojos y con un despliegue de su telequinesis abrió lo que parecía ser una puerta secreta tras la densa nieve. El géminis no supo si devolver sus pasos o permanecer en su lugar, pues el hecho de que el sitio estuviese oculto le daba la impresión de que tan solo los lemurianos podían acceder a él. El tibetano entró como si fuese solo, sin indicarle nada a Saga, pero a los pocos segundos asomó la cabeza, apenado.

-¡Perdóname Saga!-dijo un tanto alto y con las mejillas enrojecidas por la repentina pena que lo invadió al olvidar al griego, expresión que al mencionado se le antojó de adorable.

Maldijo en su mente de nuevo para inmediatamente después sentir que las piernas le temblaban y no precisamente por el frió, sino por caer en cuenta de lo inminente…se estaba enamorando sin remedio de Mu.

…O…

Ambos caballeros iban de regreso a la torre de Jamir con un saco que garantizaba la reparación no solo de la armadura de Pegaso, sino de muchas más. El lemuriano sonrió complacido, había sido un viaje muy productivo para él, pues además de lograr el objetivo principal, de cierto modo sentía renovada su conexión con Saga, en lo que era una afortunada consecuencia.

Esto lo sintió al ver la manera en la que Saga le miraba, sin mencionar que en el camino de regreso su trato dejó de ser distante y comenzó a comportarse, a su peculiar manera, cálido y cordial: Preocupándose por el sentir y bienestar del muviano, peinando los cabellos lavanda con sus largos y finos dedos un par de veces, incluso no le había reprochado por atreverse a recostarse sobre su hombro la noche anterior.

Saga había buscado durante todo ese viaje la oportunidad de ganarse el corazón de Mu y manipularlo por medio de los sentimientos, que eran probablemente la debilidad más grande del tibetano. Mas para su pesar, el plan le resultó al revés y ahora le parecía sumamente difícil hacer algo contra ese joven que lo había cautivado de maneras insospechadas en un tiempo tan corto ¿Cómo era eso posible? ¿De que místico encanto gozaba Mu de aries para hechizarle de ese modo? ¿Quién se creía que era?

El gemelo comprendió que esto no era cosa nueva, quería engañar su mente, pero eso era probablemente la cosa más tonta de hacer, se negaba en un principio, pero vamos…peores atrocidades había cometido en su faceta de patriarca, mucho peores que enamorarse de un niño pequeño…

Lo vio de reojo, caminando a su lado con aquel semblante sereno que parecía siempre estar sumido en una profunda contemplación de su entorno, esa mente seguramente jamás se estaba quieta y Saga podía imaginar los debates que el herrero de Jamir tenía consigo mismo dentro de aquella bóveda coronada por unos hermosos cabellos lila.

No quería imaginarlos, quería saber todo de él, escuchar de su boca aquellas abstracciones que si bien de niño ya eran complejas, ahora a sus 16 años debían de ser mil veces más trazadas e interesantes…

Su boca…el géminis bajó la vista clavándola en los finos y delgados labios, que de pronto parecieron curvarse como si el lemuriano fuese a decir algo. Saga desvió la vista lo más rápido que pudo para no ser descubierto viendo a su acompañante tan descaradamente, pero al parecer tan solo se lo imaginó, pues el peli lavanda continuó su andar sin hacer sonido alguno. Claramente Saga se estaba volviendo loco, pero era una locura tan deliciosa y cálida, alimentada por las repentinas sonrisas y gestos involuntariamente adorables del menor.

Aún era un niño, el griego a sus 24 años estaba muy consciente de ello, pero en sus oscuras y retorcidas perversiones encontraba aquello aun más atrayente. Como si el hecho de pensar que, muy probablemente, ese hermoso joven desconocía todos los placeres mundanos que él podía brindarle, encendiera dentro de sí una flama que solo se extinguiría al hacerlo su virginal inocencia.

Debía controlarse. No era el momento, y quizá no lo seria nunca…

…O…

Poderoso, si. Inteligente, también. ¿Humano? Hoy más que nunca…

Habían llegado de vuelta a Jamir, la armadura de bronce yacía resplandeciente al ser reparada con sangre y polvo estelar por el herrero ermitaño, quien se limpió con el antebrazo la perlada frente para después esbozar una amplia sonrisa.

-Esta lista, Saga.

El géminis pasó sus dedos delicadamente por la caja de pandora a la cual Mu introdujo, tan ordenadamente como si de un ritual se tratara, la armadura de Pegaso. Los ojos del géminis se clavaron en la caja, sabía que ahora debía marcharse…

Al igual que el resto de los guerreros del santuario…había fracasado.

Poderoso, si. Inteligente, también. ¿Terrible? Sin duda, el enemigo más terrible al que se había enfrentado jamás.

¿Cómo le había podido pasar esto a él? Centenares de hermosas creaturas, hombres y mujeres, habían desfilado por su sala tan solo para complacerle, todos y todas dotados de una singular belleza además de una devoción a su persona digna de la que se le tiene a un Dios. Y aun así…aun así nadie había logrado cautivarle realmente, ni siquiera una decima parte del sentimiento que albergaba ahora su corazón por ese bello y sencillo muviano, quien estaba preparándole una bolsa con comida para su largo viaje de regreso, sin que el géminis siquiera se lo pidiese.

Maldita creatura, maldita belleza, maldito hermoso y bondadoso corazón… ¡Mil veces maldito seas Mu de Aries!

El cabello azul comenzó a tornarse gris mientras el tibetano seguía con la vista clavada en la miel que untaba con cuidado al pan, al terminar se giró para hacérselo saber a Saga y por un par de segundos se encontró con la mirada sombría de la parte más oscura del caballero del tercer templo, la cual desapareció casi inmediatamente cuando sus ojos se encontraron.

-¿Saga?-preguntó el joven con voz temblorosa, aun que había sido por un efímero segundo, Mu lo había notado.

Al géminis lo invadió una repentina y profunda preocupación al pensar que aquel bello joven podría temerle y descubrir la horrible persona que era en realidad, muy alejada de la percepción que tenía el tibetano en ese momento de él.

-Debo irme, Mu, la indicación era volver con la armadura cuanto antes…-mintió, pero ya no podía permanecer un minuto más en ese lugar, bastante pesado era admitir que sería incapaz desde ya de forzar al muviano a irse y que no había hecho ni el intento por convencerle, pues dentro de sí respetaba cualesquiera que fuesen sus razones para recluirse en aquella torre, muy a pesar del sufrimiento que, como el mismo dijo, le ocasionaba.

El tibetano lo miró con aquellos ojos grandes y verdes, los cuales estaban inundados de melancolía, nuevamente se quedaría en completa soledad y la compañía de Saga, la cual siempre le había parecido grata, ahora la sentía como indispensable…

-Que tengas suerte con aquella misión, Mu…-le susurró el géminis después de colocarse la caja de pandora en la espalda, sujetársela y después…

Un beso, solo un beso…

Al fin que nunca mas lo he de volver a ver...

Se inclinó con el objetivo de robar de los vírgenes labios aun que fuese un roce, pero se acobardó a medio camino y giró el rostro para alcanzar una de las delgadas y níveas mejillas, que cambiaron de color a uno carmesí en cuanto sintieron el delicado toque.

El griego no esperó por la reacción del tibetano, girándose rápidamente y caminando, casi a zancadas, en dirección contraria a la torre de Jamir.

-Saga…-escapó de la pequeña boca como un murmulló, que se perdió entre la nueva ventisca que comenzaba a formarse.

-SAGA!-gritó para después correr hacia él, este ultimo se giró para con Mu, confundido.

El aun suave viento mecía los cabellos de ambos, Mu se paró en seco al quedar lo suficientemente cerca de Saga como para que le escuchase a pesar del soplido del aire y tomando un poco del mismo en sus pulmones, se armó de valor y le dijo-Siempre seras bienvenido a Jamir, por favor, si en el santuario llegaran a requerir que reparase alguna otra armadura...-bajó la vista, sonrojándose-...haz lo que este en tus manos para que te envíen a ti...-dijo con un hilo de voz, aun así eso fue suficiente para que el sensibilizado corazón de Saga hacia el diera un brinco de gusto. Sin buscarlo, el tibetano le había dado resolución a su principal problema: siempre que tuviese su simpatía podría acudir a el para que las reparase.

Pero poco sabia Saga, que al poner de nuevo sus pies en el santuario, ya nada volvería a ser igual.

Continuará...

…O…

Contestando Reviews

BN-Eternal-Soul

¡Hola! No te preocupes, me imagine que estabas súper ocupada y que por eso no habías podido leer la historia, me temo que tu y yo ya formamos parte del gremio adulto y trabajador que tiene que hacerse campo para disfrutar ocasionalmente de un hobby ;o; trabajamos para vivir pero en realidad vivimos para trabajar u.u ok no, no nos pongamos melancólicos en este espacio :P

Hiciste un resumen bastante acertado de todo lo que quise plasmar en ese one-shot, que reitero, es con mucha estima y agradecimiento por tu apoyo que la verdad, es de los que más me ha movido. Mira que no desprecio para nada ninguno de los amables comentarios que se le han hecho a mis disparates, incluso si de pronto no son del todo de mi agrado, pero para mí los tuyos son especiales, pues siempre logras sacar una sonrisa en mi con tus bellas palabras, enserio c:

Bueno, dejando las cursilerías de lado :P me hace muy feliz que la historia haya llenado tus expectativas pues de eso se trataba y te agradezco que hayas sembrado ese nuevo OTP en mi :P ya tendré tiempo para arrepentirme en el purgatorio por haberlo hecho, por ahora lo disfrutare gustosa jeje.

Y ejem, si, no pude evitar meter a mi hermoso par de greñudos andróginos a la trama u.u jajaja los amo demasiado, que bueno que no te molesto sino todo lo contrario :v

No entendí lo de la extensión, supongo que te refieres al largo del capítulo, de hecho precisamente por eso estoy cortando este en pedacitos (como Jack el destripador, ok…desvariando como Shaka nuevamente lol) para que igual puedan leerlo rápido y saber en qué se quedaron en el siguiente, yo espero que el que sigue ya alcance a concretar todas las ideas del Saga x Mu.

Finalmente gracias por tus felicitaciones n.n y no te preocupes por aparecer "Guest" me imaginaba que eras tu jeje aun que ya me regalaste dos comentarios de un tirón jajaja

Saludos, cuídate y hasta la próxima que te puedas dar un tiempito de leer mis locuras :v abrazos n.n