FIC

de Historias de Albert y Candy

presenta

Nada Personal

Por Mayra Exitosa

Capítulo 2

- ¡Candy! - ¡Abuelito! El reencuentro tenía a todo el personal y los familiares que la esperaban, con bandejas de comida, whiskey y varios animales que habían preparado para el arribo de la joven nieta del jefe del Clan, ahí ella se lanzaba a sus brazos, tenía una sonrisa radiante, cada vez que lo visitaba la veía más alta, a pesar de ser la más pequeña de todo el Clan, verla sonreír, mientras algunas sobrinas del jefe lloraban por verla y recordar a su madre, limpiando sus ojos, por la felicidad tan efímera que era recibir a la niña que alegraba el corazón del jefe del Clan Gordon. - ¿Tuviste buen viaje? - Aunque fuera con lluvia, con nieve o sin ruedas en el coche, llegaría hasta ti, abuelito. - ¡Mi niña! El hombre alto, colmado de canas y de su rubio cabello, muy poco le quedaba, llevaba dentro a su nieta, dando indicaciones para que bajaran su equipaje, atendieran al personal que venía custodiándola y a sus damas de compañía.

Candy como la llamaba su abuelito, se sentaba a su lado dando solo una caravana de saludo general a todos, pero sin despegarse de él, el hombre que a parte de su abuelita la Duquesa de Sutherland, era el hombre más importante para ella, sus días en Escocia, siempre vigilada, custodiada y escondida como la joya de la corona que significaba para la familia de su padre, por fin la tenía por solo un verano, pero era suficiente si con ello, le recordaban el origen de su madre, la esencia de su ser y la descendencia a la que pertenecía y por la cual su abuelo la nombraba su heredera única, no era el más rico, tampoco era el favorito de nadie, no tenía ninguna ventaja como el titulo de la abuela y su enlace a la realeza, pero era el hombre que más la amaba y que con indicaciones explicitas juraba su seguridad para que ella no tuviera ningún percance, enlace indeseado o compromiso que menos preciara el titulo nobiliario que portaba la ahora joven, su cuerpo ya mostraba su desarrollo, sus vestidos, marcaban una cintura, bustos y caderas que el año anterior no poseía, y ahora la abuela advertía que los escoceses no eran lo mejor para ella, pero había uno en particular que era le excepción de la joven, su abuelo, el hombre más importante y al que ella amaba con toda devoción ya que no tenía un amor paternal en su hogar, como sus primas, pero para ella, el significaba todo, su encorvadura a la estatura de un hombre que en otros años era muy alto, su porte de kilt y orgullosa forma de ser, era juego con la elegancia y porte que su abuela le inculcaba, el abuelo había ido cada cuando a verla, si se enfermaba o si solo tenía un refriado, su abuelo portaba pociones y medicinas desde su país hasta el reino unido, con tal de tenerla sana y salva, resguardada de las arpías que parecían cuervos vigilando sus pasos, así considera a sus tías, las hermanas del padre de Candy, a quienes odiaba por esa forma despectiva por ser hija de una Gordon y restarle linaje a su ducado, cuando sabía bien que era la envidia que les corroía por ser ella la descendiente que heredaría el titulo por orden de su padre y gracias a las leyes inglesas las mujeres podían heredar el titulo de su padre, si este lo estipulaba y si, lo había hecho al pensar que podía ser el heredero, y solo la suerte de que fuera una fina dama, la convertía por linaje en la descendiente de los duques de Sutherland y poseedora de mas de cincuenta mil libras esterlinas para su dote, de parte de su padre.

- Y ¿cómo están los cuervos de mal agüero que te rodean hijita? - ¡Abuelo! Mis tías se encuentran bien, un poco presionadas, este invierno seré presentada en los bailes y ahora seré una presión mayor para mis primas, mi abuela me iba a incluir en los bailes esta primavera, pero decidió esperarse al otoño para presentarme en sociedad. - ¡Para casarte! Eso es lo que desea, con un lord, un duque, un conde o hasta un príncipe según dice. - Si, ella dice que incrementara mi estatus social, pero abuelo, contigo soy feliz, para que quieres un nieto príncipe si no podrá salir de Inglaterra y me pondría una correa en el pie para prohibirme venir a verte. - ¡Mi niña! No dejes que lo hagan niégate, te esconderé en tierras altas si es necesario, te robare de todos y no podrán obligarme de nuevo a quitarme lo único que tengo.

Candy abrazaba a su abuelito, cada que podía recordaba a su madre, que se había enamorado de un inglés y que para él, eso fue suficiente para perderla, cuando pudieron llevar un medico a la mansión, los obligaron a salir al hospital para dar a luz, si estaba por nacer el niño era correcto aliviarse en la mansión, pero él abuelo aseguraba que los cuervos no deseaban un heredero y que habían evitado la llegada del doctor a tiempo y el accidente lo consideraba provocado para que el niño no estuviera como duque de Sutherland.

- Mi abuelita no lo hubiera permitido, abuelo. Todavía llora por mi padre, lo sabes. - La única manera de que tu seas feliz es que te quedes a mi lado hija, jamás tu madre se hubiera muerto si se hubiera casado aquí, nosotros protegemos a los nuestros, allá en esa mansión inglesa, todos compiten contra todos.- Pero yo te tengo a ti, y no me casare con quien me prohíba verte y venir aquí, cada verano, y si me atrapa la nieve, pasar el invierno entero contigo. - ¡Candy!

El amor que desde niña Candy le prodigaba a su abuelo era con creces por no verlo durante mas de seis meses que pasaba en el reino unido, sabía sobre sus sospechas, sabía como sus primas competían entre ellas por la mejor propuesta de matrimonio y aun escondiendo la dote, siempre se sabía y se pregonaba entre los hombres como un logro para tener mayores propiedades, mejores niveles y estatus y sobre todo, enlace a la corona eso era oro molido, ser invitada todo el año al palacio real para cualquier evento que la realeza hacía y ser tomada en cuenta, eso desde el nacimiento, Candy lo tenía por herencia y por más que las primas deseaban tenerlo, la única manera era obtener un marido con un titulo nobiliario importante, para poder así contrarrestar la competencia tan desigual que tenían con la hija del heredero de Sutherland.

En el castillo, todos los hombres, de la familia estaba reunidos por ser el cumpleaños del principal de la familia, jefe de los Clanes escoceses y Patriarca de Escocia. La cena anunciaba el festejo que estaría brindando oportunidades a todos para conocer damas herederas y potenciales para competir en el crecimiento de los negocios que representaban todos ellos. Anthony Brown, sobrino directo del jefe del Clan, poseía negocios muy importantes gracias a la dote de su madre y el imperio que poseía el padre, por lo que se esperaba que Anthony tuviera una relación mas importante para incrementar el prestigio ya su vez beneficiaría al patriarca al ser su tío directo.

Los Cornwall también varones, estaban en edad de ser tomados en cuenta ambos hermanos representaban negocios mayores en Norteamérica, poseían fortuna y una herencia enorme de su padre, al pertenecer al Clan escoces por su madre las negociaciones y la dote de ella, había dado mejores rendimientos para sus inversiones en la trasportación y exportación de mercancías, siendo así herederos principales por lo que el padre pedía apoyo para que se les diera una oportunidad de conocer a damas de buen nivel social y económico que elevara las inversiones que heredarían ambos hermanos, aun con su tío William Andrew como socio principal e inversionista, requerían de su apoyo para lograrlo y esa idea los tenía ahora representando su visita ahí, en el cumpleaños del fin de semana que organizaban para el jefe del clan.

No estaba de más mencionar a Niel Legan, pertenecía a familias importantes inglesas, su padre era un descendiente de madre escocesa, aunque se mantenía a discreción para que su hija pudiera enlazarse con la realeza inglesa, procurando no mencionar que su padre era de origen escoces, por lo que Niel era sobrino de segunda línea del jefe del Clan escoces y se esperaba también el mejor apoyo de parte de este, para conocer a una dama de altos ingresos y dote espectacular para poder ceder al heredero único de los Legan. Su padre tenía la intención de que Niel buscara entre los socios más ricos de su tío William Andrew, un prospecto importante para su hermana, quien ya estaba mayor y debía casarse antes de que se presentara a su prima Candice futura duquesa de Sutherland, la idea era no mencionarla ni hacer del conocimiento de nadie de la existencia de esa joven y si se mencionaba, restarle años a su vida mencionando que aun era una niña y no estaba presentada ante la sociedad.

Para los clanes Escoceses, el Patriarca ya debía estar casado, aun siendo muy joven, tenía el compromiso de tener un heredero, por lo que todos esperaban casar a una de sus hijas o de sus descendientes con él, ya que poseía por parte de su madre un ducado de Edimburgo, pero ante su padre, heredaba el titulo de Laird Escoces y representante de todos los Clanes, por lo que para ellos era mas grande ese titulo que el nobiliario que le heredara su madre.

- Un brindis por mi Tío William Andrew, que este fin de semana celebrará su cumpleaños y se unirá a la presión de todos nosotros con una delantera y desventaja enorme. Todos soltaban las carcajadas a la ironía que mencionaba Anthony, al ser el heredero principal y el mas redituable para contraer el mejor matrimonio, con una posible mujer de la corona inglesa o de la realeza, todas las damas pelearían por ser elegidas por él, ya que poseía muchas propiedades, inversiones y era socio principal en muchos de los negocios importantes, propietario de las navieras escocesas y de las exportaciones e importaciones del país, así como de la fabricación de whiskey, donde era propietario único y que a la fecha se estaba incrementando el crecimiento de esa fabricación.

La noche era estrellada y un aire cálido entraba por los ventanales del castillo Gordon, así su abuelo había madrugado, feliz de tener a su nieta, salía a cabalgar con ella, siendo rodeados de hombres del servicio enviado por su abuela, vigilada para no ser presentada ante nadie y custodiada en todo momento para que la joven no conociera hombres antes de ser presentada en Inglaterra, por orden de la duquesa de Sutherland. - ¡Vamos abuelo! Creo que te ganare otra vez. - Candy si te viera tu abuelita nos mataría a los dos por salir tan temprano. - No querrás que salga tarde y sabes bien que no saldría sin ti.

Del otro lado del río con las vistas en la colina, William Albert ataba su caballo a un árbol de manzano silvestre para ver el amanecer que anunciaba el inicio del día, el aire fresco agitaba sus rubios cabellos, vestía de kilt y jugaba con un animalito que peleaba con otro por una manzana. - ¡El árbol tiene muchas! Reía al ver como la mofeta perseguía a la ardilla roja por una manzana silvestre y esta al ganársela, iba tras ella haciendo reír al hombre que observaba con comicidad toda la escena.

El abuelo Gordon, agitaba el caballo y un pozo detenía a Candy haciendo que este se riera por lo bajo y demostrarle a su nieta que no había quien le ganara. Ella, molesta, se detenía a revisar la pata del caballo, habiendo dejado muy lejos de ambos, la vigilancia de los chalanes que fungían como guardias del servicio de seguridad de ella, - ¡Tranquilo! Vamos te voy a revisar, no te muevas. Candy revisaba la pata y estaba lastimado, tenía que llevarlo caminando, por lo que esperaba a que llegaran los hombres que la custodiaban y que se habían quedado atrás, quienes se llevarían con cuidado al corcel y ella tomaría uno de los caballos de ellos.

Pero giro su mirada al ver como un hombre en kilt que caía resbalando por la colina con una ardilla y una mofeta encima, llenándose de lodo, con el kilt sucio y para colmo de males las manzanas silvestres cayendo sobre su cabeza, haciendo reír a Candy por ver la escena tan divertida del hombre que por lo que veía se había levantado con el pie izquierdo. William al escucharla, se reía avergonzado soltando una sonora carcajada, quedando cerca del río que dividía las tierras de él con las del Clan de los Gordon.

El caballo de la dama que cojeaba por su pata al sentir dolor se recargaba en la espalda de ella y esta caía por el otro costado, resbalando de igual forma que la del hombre que había observado y ahora él era quien la miraba como se iba cayendo, formando una banda de lodo como un resbaladero y al encajar los pies para detenerse, terminaba con lodo en sus caderas, quedando de frente al hombre que traía el kilt enredado entre sus piernas y sucio todo su traje incluso la camisa, brazos y parte de su rostro. Al verse el no se reía de ella aguantaba ajustando su boca para no hacerlo, pero ella soltaba una carcajada al verlo por su esfuerzo y al saber cómo el caballo la había empujado. Fue tal la risa que ambos con el riachuelo en medio, se miraba riendo por como ellos estaban en las circunstancias similares.


Lo prometido es deuda, si la comentan, la seguimos ;)

Gracias por su consideración y por darle una oportunidad a esta historia

Un abrazo a la distancia

Mayra Exitosa