FIC
de Historias de Albert y Candy
presenta
Nada Personal
Por Mayra Exitosa
Capítulo 9
En la mansión de Edimburgo, mansión de su tío William ya que en Escocia era mejor conocido por su legado como Patriarca, cosa que en Inglaterra su ducado tenía mayor influencia. Anthony meditaba que había dicho al señor Marlow dos semanas, y que sería después del baile la respuesta de su confirmación, tal vez era más prudente lo que su tío William le había pedido y así explicaba a su padre esperar hasta después del baile, para ver como lo recibía la joven en el evento de la familia Dupont y si le tenía verdadera estima, ya que ese día, no solo estaba ella, sino también la señorita Brighton, ambas habían mostrado su interés notorio hacia él aunque Archivald estaba a su lado, ahora que en el próximo baile, podía verla directamente, para saber si continuaba sus atenciones y su interés hacia él o si le daba piezas de baile a otros caballeros, con la intención de encontrar alguien con título, como le habían hecho a su primo Alistar al ir a sus primeros bailes.
Lord William llegaba a la villa un amanecer, esta ocasión ella estaba sentada en unas rocas viendo el mar con conchas y caracolas en su regazo una hermosa sonrisa y aun con el nublado de próximo invierno que ya estaba por llegar ella apreciaba el bello paisaje y los guardias estaban a discreción vigilándola, una de sus damas llegaba hasta ella, para anunciarle el desayuno y al levantarse, lo miraba a él, quien ocultaba su presencia con una sonrisa, le saludaba, - Lord William, pensé que tardaría más días. - Los contaba y ansiaba volver para verla de nuevo. - Me da gusto, ya vamos a regresar al castillo, - Estuve ahí, le tengo buenas nuevas. - Pasemos a desayunar, está usted cordialmente invitado. - Hoy vine de manera más formal, le traje unas rosas que son de mis jardines. - ¡Son preciosas! Me gustan los colores suaves y el olor tan delicado, - ¡Me alegro saber que son de su agrado! a mí me gusta darle rosas personalmente, no espere que le envíe flores, siempre se las daré en sus manos. - Es bueno saberlo, no me gustan las rosas cortadas, duran menos que en los rosales, solo las corto cuando ya están abiertas y que lucen su máximo esplendor. - En eso también estamos de acuerdo.
Lejos de ahí Alistar miraba salir a Patricia O´Brien de la mansión donde residía, una joven que le había dado todos sus bailes, el cual se había llevado a cabo con anterioridad, se tenía el concepto de que su padre era un hombre muy difícil de tratar, con un informe detallado de maltrato a todo aquel que osara ver o tratar de acercarse a su hija, cuando no era merecedor de ella. La fama lo había precedido por años y Paty ya contaba con casi diecisiete años y los hombres que la habían querido comprometer eran de bajo estatus social para el nivel socioeconómico al que ella pertenecía, eso para Stear no era problema, sino que ella lo había elegido al darle sus piezas de baile con toda preferencia sin saber siquiera su nombre, era lo que lo tenía fascinado. Verla salir con su dama al parque y de compras era algo casi imposible y él se encontraba con ellas pagando todos los listones y accesorios que habían adquirido. - ¡Póngalos a mi cuenta, por favor Sra. Hanson! - Por supuesto Joven Cornwall.
La dama sonreía y el rubor en Patricia era muy notorio, su dama de compañía más allegada le daba espacio para que platicara con él, antes de que la vieran sus guardias. - Deme el placer de contar con su presencia en el siguiente baile y haré todo cuanto esté en mis manos para acercarme a pedir su mano. - ¡Señor Cornwall! - Veo que ya sabe mi apellido, soy Alistar Cornwall y estoy plenamente atraído por usted madame. - ¡Señor! - Dígame que podré contar con sus piezas de baile y estaré más que dispuesto a asistir al siguiente evento en casa de los Dupont. - No he recibido mi tarjeta, pero puedo ocultarla si lo desea en cuanto me pida bailar. - Estaré más que complacido. Stear tomaba su mano y la besaba por encima de su guante tocando con sus labios su fina piel, y ella se tornaba ruborizada, ocultándose de la ventana donde continuaban los hombres de seguridad de su padre, al hacerlo se topaba con él más estrechamente y el pelinegro no perdía la oportunidad, tomando su boca, siendo esto su primer beso para la dama a lo que devolvía con avidez, al sentir como su brazo la envolvía por su cintura, y ella se lo agradecía porque sentía que sus piernas no le iban a sostener más. Así se ocultaba por uno de los estantes del pasillo de las telas y agregaba - Es usted maravillosa, considéreme su caballero exclusivo, mi preciosa dama O´Brien. Un beso más apasionado y por fin se despegaba a regañadientes de ella, ruborizado por alterarse ante los esplendidos labios de su dama. Ella suspiraba aún más ruborizada, y él se despedía con suspiros ansiosos para no comprometerla, habiéndose ganado las atenciones más personales y correspondidas de ella, él pedía una caja de pañuelos de caballero y de dama, insinuando que eran para ellos. Los pagaba de forma inmediata, separándose de ella donde su dama sonriente, se acercaba de nuevo a la señorita O´Brien, a la que le tomaba el brazo y salían de la tienda con todas las cosas que habían adquirido.
Archivald hablaba con su padre para ver si le interesaba la dote mencionada de la señorita Brighton a lo que él le respondía, - Sabes bien que ninguna dote compra el amor verdadero y la fidelidad, tu madre me ha enseñado eso, me dijo que ella era leal a mí, jamás me comparó con otros, ni les dio lugar a más caballeros, ella siempre supo que yo sería para ella y desde que fue mía, la he hecho muy feliz, por eso están tú y tu hermano. Tu madre me dice que si no tuviera dote, que importaba si lo mejor era el amor que nos tenemos. ¿Dime hijo? ¿La señorita bailo con otros caballeros? - Si Padre, -si fueras de su interés y agrado, no miraría a otros, solo a ti, y eres muy atractivo, rico y… - Sin título como mi hermano que posee el de ustedes. - El título no te hará feliz, te hará esclavo de las responsabilidades, somos libres hijo y tu mi amado Archivald, eres rico, y eso no cualquier título lo posee., - Gracias padre, desearía tener a una mujer tan buena como mi madre. - La tendrás y cuando lo hagas, no me preguntarás, simplemente, me confirmaras que ya la has encontrado.
Alistar entraba y sonriente abrazaba a su hermano elevándolo para luego lo soltaba y comentaba a su padre, - ¡Ella es mía! ¡Solo mía! Arthur, padre de ambos miraba a Archie y este sonreía, su hermano estaba perdidamente enamorado de la hija de un inglés escrupuloso, riquísimo y muy meticuloso que nadie podía acercarse a su hija sin ser humillado prácticamente por él, como si no existiera ningún hombre en la faz de la tierra que mereciera a su hermosa hija, la cual no lo era tanto, puesto que había muchas jóvenes inglesas que eran mucho más atractivas, pero ella, había atrapado el corazón de su hermano sin proponérselo y desde que bailo con él, ya no bailaba con nadie más, escondía su tarjeta y su mirada siempre buscaba solo la de él.
Sara y Robert Legan se daban cuenta que su madre ahora estaba casada con el jefe del Clan Gordon, dejando impactados a la familia, al ser tomados en cuenta solo a ellos de parte de su nuevo abuelo y Niel estaba más que complacido, sus primas Susana y Annie los relegaban constantemente porque su padre era de madre escocesa, y ahora al ser un gran escoces su abuelo, y ver la felicidad en el rostro de su abuelita, era más que agradable que ambos estaban bien juntos.
Para Danielle, ver a su nieto feliz por ella, era agradable, casi siempre tanto su nieta Elizabeth que era una de las más hermosas de sus nietas, vivía siendo alejada por la nieta mayor, como Niel que ni siquiera fue tomado en cuenta para las presentaciones de sus primas Susana y Annie, al ser desagradable que las unieran a él, cuando este se parecía tanto a su padre y a los hombres de Escocia que formaban su familia. Su abuela Elroy quien era familiar del Patriarca, le había heredado su tez bronceada tanto al padre como al hijo, ambos eran buenos administradores de bienes y habían sido tomados en cuenta en negocios muy importantes con la familia Andrew, donde tenían mayor impulso socioeconómico. Además, que su marido le aseguraba que el Patriarca y Duque de Edimburgo ya había solicitado la mano de su nieta Candice, de manera formal y discreta, sin siquiera negociar su dote, a lo que emocionada al saber que su nietecita ya ella tuviera doble ducado. Pero esto aun no era público, sin embargo, la petición formal ya estaba y ahora le prometía su nuevo marido casar no a una a todas sus nietas y su nieto, a quien necesitaba favorecer ella, para que compitiera con hombres de mayor nivel, ya que las nietas poseían todo para lograr casarse con hombres de título nobiliario.
Así ella comentaba lo que ya había decidido con su nuevo abuelo. - Niel, hijo, eres mi único nieto varón y tu nuevo abuelo desea que te otorgue mi título de Marqués. - ¡Abuela! No es necesario si lo deseas para… mi hermana, ella debe casarse y mantener un estatus mejor. - No hijo, tu abuelo lo ha decidido junto a mí, pero no se lo diremos a nadie aun, solo a ti y a tus padres, porque ese título no es tan reconocido por el público ya que solo mis hijas y mi familia lo conocen, nadie lo ha peleado aun, así que tu abuelo me dice que por ser mi único descendiente varón es quien debe poseerlo y estoy completamente de acuerdo con él. Niel lo tomaba como un regalo y abrazaba a su abuelita, para luego darle un abrazo a su nuevo abuelo por procurarlo cuando no imaginaba que alguien de la familia de su madre lo tomaría en cuenta. El pergamino con el listón era entregado a Niel frente a su padre y madre, quienes emocionados porque en efecto, el titulo lo uniría mas a la corona, a su legado y a los futuros hombres que llevaran a la familia a otro nivel.
En la villa de descanso de Candy, ya en sus carruajes salían cerrando completamente el lugar, dejando los guardias de costumbre que vivían cercanos y mantenían vigilada la propiedad. Dentro del carruaje de él, ella iba a solas a su lado y este la convencía de que así fuera, donde ambos se probaban besos furtivos y sus manos eran desnudadas de sus guantes, besándolas constantemente, hasta que le confesaba el secreto que le iba a contar desde su llegada, que ya tenía el compromiso de ellos oficialmente con la Reina y con sus abuelos, ella se lanzaba encima feliz y sonriente por la noticia que por muchas horas no le había dado, hasta que ambos estuvieron dentro del carruaje a solas y con las cortinas cerradas.
- ¡Es usted demasiado misterioso!, mi Lord William - Me agrada mucho cuando estamos a solas que me llames como el día que nos conocimos, Albert. - Es muy bueno, porque me dio tanta pena traerlo en mente cuando no debía pensar en usted, sin saber siquiera que llegaría a ser mi prometido. - ¿Desde entonces, Candy? - Me temo que usted me atrapo con su sonrisa y su agradable manera tan respetuosa, aunado a esa escena que una y otra vez me hacía recordarlo y reír por la situación que ambos pasamos. - Desde ese día, me prometí a mí mismo que sería mía si Dios la pusiera en mi camino. - ¿Está hablando usted con la verdad? - Completamente, me quede atrapado entre su mirada y esa radiante sonrisa que me agita interiormente. - ¡Mi Lord!
William tomaba su boca, atrayéndola hasta sentarla sobre sus piernas, aprovechando el camino al castillo y gozar de estar a solas, dando la orden de parar antes de entrar a la puerta principal, para traer dos de sus damas de compañía, pero mientras el largo camino pasaba ellos iban completamente a solas, deseosos de mostrar sus afectos ya no delicadamente, ahora con todos los detalles que él quería enseñarle, para ganar sus preciadas atenciones y se mezclaran con sus efusivas emociones que ya no podía detener por más tiempo.
Susana se encontraba en su casa, mientras comentaba con algunas amistades que se había escuchado que el Duque de Edimburgo y quizás algunos barones y marqueses estarían en el baile de Dupont, a lo que exigía a su madre que se le comprara el mejor vestuario para la noche del baile, ya que podía tener la posibilidad de atrapar a un duque y el título de duquesa, no por menos era la más hermosa de las nietas de Sutherland. Una de las damas de compañía de la señorita Susana, le llevaba esa información a la joven Annie Brighton, misma que su madre daba unas monedas por la cuanto había avisado de la confirmación, adquiriendo en la boutique los más hermosos vestuarios antes de que su sobrina llegara, y poder tener el mejor y más atrevido atuendo para el baile dado por los Dupont.
La madre de Annie estaba desesperada, con la llegada de su sobrina Candice las cosas le favorecían más a la menor de las nietas, por lo que asesoraba a su primogénita para llegado el caso, atrapar a un hombre de mayor posición, - Hija, tienes que darlo todo, el duque lo vale, si hay una posibilidad puedes quedarte a solas con él y los caballeros no pueden evitar la atracción de sus cuerpos, si lo sabré yo, tu padre quedo cautivo porque le di a mostrar de mis atributos y él ya no pudo escapar de mí. - ¡Madre! - El duque de Edimburgo lo vale, y sé que vendrá el Duque al baile, ya que ha confirmado su asistencia. - ¡Oh Por Dios! ¡Seré duquesa como la heredera de Sutherland! - Así es hija, Susana se cree que atrapará al duque, pero tu estarás más allá de ella, cuándo por un accidente se quede en un saloncito, encerrado a solas contigo… ya sabes, puedes acercarte impúdicamente y porque no, dejarlo caer en el sillón y darle caricias que nadie más pueda otorgarle. La madre utilizaba a uno de los sirvientes y le mostraba como podía acercarse y acariciar, siempre y cuando estuviera a solas. El hombre era mostrado completamente antes las damas de compañía, la hija y la madre, que lo mostraba y le daba placer, enseñándole cómo hacerlo a su primogénita. La joven dama se sentía incomoda y le gustaba el hombre al que ahora ya sin la camisa y con el miembro expuesto, se aguantaba, pero ya había solicitado el cambio al palacio de Sutherland para servir a la abuela y no a esa madre e hija tan faltas de propiedad. Que abusaban de su personal, exhibiéndolos y haciéndose vulgares y promiscuas, cuando estaba la madame sola en su habitación al elegir al cochero, al caballerango y a todo aquel que le gustara poseer y que le hiciera favores mientras su marido trabajaba.
Gracias por comentar, eso me anima mucho a subir diariamente, también quisiera continuar con la meta de subir capítulos de otras historias
así poder completar el máximo posible y de haber la posibilidad de nuevas historias darles un desarrollo continuo.
Agradezco a todas las personas que ya la consideran favorita, ojala pueda darles esa seguridad en otro de mis fics
en Historias de Albert y Candy continuamos subiendo historias, continuando fics pendientes
y apreciando su sincero apoyo,
Un abrazo a la distancia
Mayra Exitosa
