FIC

de Historias de Albert y Candy

presenta

Nada Personal

Por Mayra Exitosa

Capítulo 10

Mientras en el carruaje de William, las caricias más inesperadas, eran detenidas por vergüenza y consideración. - ¡Mi Lord! Siento que estamos muy acalorados y… llegaremos pronto. - Créame, contaré las horas para tenerla de nuevo en mis brazos, Candy, déjeme besarla de nuevo, no podré contenerme tanto, soy humano y usted es mi debilidad. - Ahora siento, que también usted es la mía, mi Lord, por favor, cuídeme, porque no podré cuidarnos. - Tiene razón, ya vamos a llegar y subirán sus damas, junto a nosotros, sabe que estaré esperando la noche de nuestra boda contando cada instante como un loco por poseerla. Y yo estaré complacida de poder ser lo que usted desea de mí, pero no tengo experiencia y no me gustaría saberla, si puedo aprender de usted cuando sea mi marido. - Y así será, me he pasado por dejarme llevar, pero le ruego a usted que no me tema, que sea mi cómplice, mi amiga y la única mujer a la que le entregue mi corazón, porque solo se lo daré a usted, a nadie más. - Mis pensamientos ya son suyos, y no creo posible que alguien más pueda erradicarlo de ese lugar. - Eso me da un enorme placer, usted será la mujer más amada y protegida, ¡lo juro!

Ella le besaba por su propia iniciativa y él se apasionaba al saber que le correspondía, que tenía una forma receptiva hacia él que ya podía sentir que nadie lo hacía vibrar como ella lo lograba con sus consideraciones, su ternura, y que no se dejaba vencer ante sus atenciones, sino que se daba su lugar, asegurando que no había un antes en otros labios, ni deseaba un después en otros brazos, tan solo en los suyos. Ese camino de regreso fue suficiente para perder la caballerosidad y saberla corresponderle en cada una de sus atenciones, fue ella tan apasionada, pero a la vez no permitía más allá de las caricias exteriores, siempre dándose su lugar, asegurando que ella sería suya y ambos tendrían el tiempo adecuado como pareja en cuanto ya fueran un matrimonio, sus palabras lo convencían de respetarla, porque se lo merecía, pero sus pensamientos lo traicionaban constantemente de robársela y llevársela a Escocia para no soltarla jamás, evitando que otro quisiera comprometerla o dañarla para quitársela, como si eso fuera a ser posible, no si él podía evitarlo, estaría cuidándola y si era necesario se la llevaría de forma inmediata a su lado, antes que alguien intentara ensuciar su reputación o robarle sus apreciadas atenciones. - ¡La Amo, Candy! Ella le sonreía ruborizada, notando que ya se detenía el carruaje y tocaban dos de sus damas, para subir notando que ambos estaban bien sentados con mucha propiedad. Y que la dama, se veía tal cual debería con solo sus labios un poco irritados, y ambas sabían porque, pero bajaban sus rostros al notar el amor que ya florecía entre ellos y que pronto culminaría en matrimonio.

Llegar al castillo Sutherland, enterarse del matrimonio de sus abuelitos, de que su primo Niel, al que mucho habían tratado mal, ahora sería un Marqués y que ya tenía todo para casarse, fue la firma de contrato matrimonial y la ceremonia sería después del baile de la reina, ahora legalmente y con documentos, eran un matrimonio, más tenían que casarse como Dios manda, nada de darse placeres juveniles antes del matrimonio, del plato a la boca se cae la sopa, ojo, mi niña que por eso nos cuidamos, porque el que más te ama, no te pone peros, sino te da su corazón sin miramientos ni escrúpulos, te lo da, por entero.

El baile daba comienzo, la fiesta excedía la elegancia de los Dupont, que con amistades muy importantes lograban negocios que avasallaban a sus competidores, así el derroche de licor, y toda clase de variedad de vinos, música y alimentos para todos sus invitados era la mejor celebración al haber casado ya a su última hija y ahora poder darse el lujo de realizar un baile importante antes del evento más esperado como lo era el baile de la reina, donde solo lo mejor de lo mejor asistiría a tan magno evento.

En Escocia, un mensajero llevaba información, donde el Patriarca se había unido a Gordon en sociedad y ahora ingresaban siete enormes negocios y muy importantes en varios lugares de Gran Bretaña, donde uno de los yernos de la viuda del Duque de Sutherland, había estado administrando sin entregar todas las ganancias y que él sería el administrador principal que cobraría todo lo robado, con los bienes que tuviera de ser necesario a quien fungió como administrador, quedándose con más del setenta por ciento de las ganancias, siendo un reto agradable de parte de William para el mejor administrador de sus bienes. George Johnson, enviaba llamar al personal y pensaba llevar administradores directos a los negocios, mismos que le confirmaban que ya se encontraban ahí, en espera de darle las noticias a George, ya que ellos habían revisado todos y cada uno de los libros, solo se esperaba al jefe administrativo y que coordinara como cobraría todos los desfalcos que el yerno mayor de los Sutherland, había cometido. Así el preocupado por su Lady, dejaba instrucciones para que fueran obedecidas al pie de la letra, - Oye bien Mc Clint, quiero que te encargues de cuidar la llegada de nuestra Lady, no estaré aquí por semanas, hasta no haber acabado con ese hombre Eugene Marlow, yerno de los Sutherland, quienes robaron por años los negocios de su cuñado fallecido y que son parte del Clan Gordon y del Patriarca ahora, en cuanto tengas noticias de mi Lady, envía un mensajero con el nombre de la dama. ¿Comprendes? - Por supuesto Señor.

En la fiesta llegaban los abuelos custodiando a Candy, que le era dada su tarjeta de bailes y esta de inmediato la tomaba y la guardaba en su bolso, tras de ella se detenía su prometido, Lord William Albert Andrew Duque de Edimburgo y conocido fielmente como el jefe descendiente de los clanes escoceses, incomodo sin haberla alcanzado a ver cómo iba vestida. Este era detenido por varios hombres importantes de negocios, así los atendía con cordialidad, a final olvidaba ver el vestido de su Lady para elegir el atuendo y se quedaba con el traje gris con vino, esperando cambiarse en su carruaje para combinar con su dama. Pero algo lo detenía.

Patricia O´Brien llegaba del brazo de sus padres y la madre le colocaba su tarjeta de baile, misma que siempre regresaba vacía, ya que no podía bailar con cualquier tipo que se le ocurriera y no tuviera la posición adecuada para tocar la mano de la dama. Stear la observaba dándole un guiño y ella indicaba su tarjeta, esperando a que el fuera a nombrarla para bailar, por lo que ingresaba quedándose a un lado de la entrada.

Un par de hombres, recibían indicaciones y otro escuchaba atento, dos hombres en un costado de cada pared escuchaban sin ser vistos. Eugene Marlow afirmaba que le enviaría el ramo de flores, le quitaría a sus damas de compañía y la enviaría al balcón, donde la identificaría con el ramo y la abrazaría llevándola hasta el jardín del laberinto. Stear que estaba en un costado, de inmediato entraba, algún estúpido deseaba apropiarse de Patricia, mientras que William que no había ido a cambiarse el traje por el obscuro de noche con vistas verde esmeralda que ya había notado en el vestido de su hermosa dama, al escuchar asumía que venían por su Lady, ya que ese hombre debía estar deseando comprometerla y ganársela, este se iba por un costado del balcón para interceptar a Candy.

Dupont cerraba el balcón al ver que corría viento y podía hacer fallar el sistema de iluminación del salón, por lo que les indicaba a los empleados que encendieran las habitaciones cercanas por si eso pasaba, las personas pudieran ver aun y cuándo se ventilara o fallara la iluminación.

Anthony ingresaba y junto a él llegaba el Duque de Grandchester, quien causaba sensación al ser el primer Duque que se anunciaba y que no sabían que asistiría, llegaba al salón, al ingresar observaba a la dama del vestido verde esmeralda, y su belleza lo deslumbraba, Candy por su parte no portaba la tarjeta de baile y eso era ante el Duque significaba que se encontraba comprometida y no bailaría con él, pero eso no evitaba que la observara inquisitivamente, era deliciosa, una hermosa sonrisa y un escultural cuerpo. Annie lo miraba, hasta donde sus ojos observaban, al presentarlo, Susana corría al frente para ser ella elegida en bailar empujando a otras damas que estaban en el pasillo, una de ellas demasiado joven llamaba la atención de Anthony, al ser la dama que el pretendía la que había tumbado a la belleza escondida tras su timidez quien, avergonzada se hacía hacia atrás, para no sentirse más humillada, al tener que levantarse sola sin que nadie la apreciara.

Otra dama era la despampanante señorita Brighton que lucía un vestido que ensalzaba sus bustos casi como si fueran a salir de su aprehensión. Poniéndose al frente directamente de la mirada del Duque, y eso miraba Archivald Cornwall, quien, desilusionado, ahora veía a todas las damas que parecían estar interesadas en el Duque de Grandchester, como cuando en Escocia querían a su tío William.

Anthony atendía a la joven, para no avergonzarla, la delgada y hermosa rubia de mirada cielo, se escondía tras un muro, él muy cortes le pedía apuntarse en su tarjeta de baile, en las piezas que deseara darle, ella avergonzada, le daba su tarjeta y se disculpaba por no traer la pluma cerca, pero le aseguraba que con gusto bailaría con él, no había dado bailes a nadie y le confirmaba que contara con las piezas musicales que más le agradaran. La joven le dio tal ternura que la forma de su rostro le hizo recordar a su bella madre, solo que ella era más exquisita, mientras que su madre era alta, la joven al frente apenas le superaba la estatura quedándole arriba de su pecho a él. Y alzaba su cabeza para verlo a los ojos con una seguridad de pureza que estaba notando que no había malicia en su ingenuidad natural- No debió decirme eso preciosa dama, me haré su exclusivo admirador y oyente de la música, así elegiré todas las piezas para bailarlas a su lado. Ella le sonreía agradecida, sabía que había mujeres más imponentes de una belleza extraordinaria, ella apenas era su primer baile y todavía no cumplía los quince años.

Alistar llegaba hasta donde se encontraba Patricia, mostrándose bastante preocupado, le indicaba que se acercara a sus padres. El señor O´Brien molesto porque su hija llegaba con un hombre, que de inmediato le comentaba, - Señor, escuché que van a robar a una dama, por favor no se aleje de su hija, no quisiera que fuera a ella a quien tomaran con engaños. El hombre alto, mirándolo a los ojos giraba y llamaba a su esposa, la acercaba a su hija y mirando inquisitivo a Stear, agregaba, - Usted me responde por ellas, cuídelas, mandaré traer a mis guardias en estos momentos para evitar un bochorno a alguna dama. Sabe usted que Dupont es mi amigo y no puede darse un escándalo en este lugar. - Como usted guste señor. - O´Brien, Malcolm O´Brien, - Cornwall, Alistar Cornwall, señor. O´Brien le pedía a su mujer que no se separara del joven y Stear trataba de llevarse a un costado a ambas damas.

La música estaba animada, Anthony bailaba con la joven tímida Nicole De Kent, sin ser presentados, bailaban la pieza y los abuelos de Candy como novios en su romance, bailaban también la melodía, junto a muchas parejas, entre ellas el Duque de Grandchester, quien la joven Susana casi se le pone encima para que la eligiera al bailar. Finalizaba la pieza, Marlow hacía la seña, a lo que William corría al ver que abrirían el balcón rumbo al jardín, donde pensaban llevarla para atraparla, los abuelos continuaban bailando, mientras las damiselas eran devueltas a su lugar entre ellas la señorita Nicole y la señorita Susana. Grandchester al querer quitarse de encima a la dama, buscaba a otra señorita una que no fuera tan insinuante y que no se viera exagerada casi encima de él, así observaba a una pelirroja, acompañada con un hombre que la custodiaba - Señorita, si me podría separar el siguiente baile disponible que tenga, si lo permite usted caballero. - Soy su hermano, por supuesto que se lo permito. - Ella es Elizabeth Legan, él es el Duque de Grandchester. Niel hacía las presentaciones le daba la mano de su hermana al caballero y esperaba a que se la regresara, el baile comenzaba.

Anthony permanecía cercano a la señorita Nicole que le había cedido todos los bailes que deseara, no bailaría ni una sola pieza con Susana Marlow, quien parecía clavar su mirada en el Duque, olvidándose que algunos duques habían llegado con discreción y no fueron mencionados como el Duque de Wellington ni siquiera hacía el menor caso al Barón de Greenwich o al Conde de Inverness al estar tan atenta al Duque de Grandchester para que girara a verla y volverlo a atrapar con su abrazo efusivo, su torpeza de intento de caída falsa o su mareo por el perfume de algún santo que se inventara. Mientras Nicole, se movía inquieta para no presionarlo o comprometerlo, cuando el solo deseaba estar a su lado, acompañarla y que se sintiera segura junto a él.

Alistar permanecía atento, Patricia muy cerca de él, preocupada, la madre miraba de reojo al joven, que le parecía bastante atractivo y agradable, con su brazo muy formal protegiendo a su hija y asegurando que nadie la rosara o la tocara, se notaba seguro de si mismo y que estaba realmente viendo hasta donde su esposo se movía con varios hombres que se adelantaban a los pasillos para salir y sorprender a quien quisiera secuestrar a alguna de las damas.

William al ver el balcón cerrado ya no se iba a realizar su cambio de ropa e ingresaba por un costado del salón para ver donde se encontraba su Lady. Ahí la vio completamente alejado de ella, en un costado del salón a una larga distancia observaba y notaba como una de las damas de compañía era jalada bruscamente, a lo que esta se negaba forcejeando, mientras que el otro hombre tomaba a la otra dama, le cubría la boca y la nariz para desaparecerla llevándola hacia atrás. Los abuelos bailaban la pieza dejando a Candy completamente sola, un hombre le daba una tarjeta y el ramo de rosas rojas.

Candy estaba asustada con la tarjeta y unas rosas, el hombre la empujaba por la espalda hacia el balcón indicándole que la esperaban ahí, molesta porque no eran para ella, deseaba aventarlas y regresar junto a sus damas, que por algún motivo no las veía.

Annie al verla, la seguía por como ella ya había atrapado la mirada del Duque de Grandchester desde su llegada, se juraba que ese ramo era de él para poder comprometer a su prima al ser la Duquesa de Sutherland, pero ella fraguaba un plan como le había enseñado su madre, iría un paso adelante sería quien lo finalizaría comprometiendo a él, así que perseguía a su prima de cerca para buscar la forma de ser ella, o acercarse y comprometerlo quitando a Candy de en medio como se estaba imaginando, si era necesario jalaría a Candy, le quitaría las rosas y saldría en la zona mas obscura para que no viera que no era rubia. Al abrir la puerta del balcón en una ventilada del viento, la iluminación se detenía. Maximus Marlow, pensaba que su tío había tumbado el sistema de iluminación y al acercarse veía a una joven con las rosas en la barandilla.

Candy salía colocando las rosas en la barandilla, muy molesta alejándose de las mismas cuando sentía un jalón desde la obscuridad cayendo encima, siendo cubierta sin que nadie la viera.


Gracias por cada comentario, anima a seguir y subir cada capítulo diariamente posible hasta dos o mas en un día,

todavía hay muchas historias que completar.

Agradezco a todas las personas que dieron su seguimiento, eligieron como favorita y les da gusto recibir sorpresas de dos capítulos juntos

en Historias de Albert y Candy continuamos subiendo historias

Un abrazo a la distancia

Mayra Exitosa