FIC

de Historias de Albert y Candy

presenta

Nada Personal

Por Mayra Exitosa

Capítulo 11

La pelinegra veía las rosas juntas en la barandilla, las tocaba tomándolas con ambas manos giraba a ver a los lados, buscaba con extrañeza al no encontrar a Candy, ella iba a unos pasos tras su prima, pero no la veía por ningún lado de pronto la jalaban tapándole la boca y llevándosela del balcón, un hombre alto, con jadeos al pensarla… su prima Candy. Annie sentía su corazón a punto de salir, ahora lo comprendía, el Duque la había atrapado antes de que alguien se diera cuenta, así ella pensaba a toda velocidad. Candy dejaba las rosas, se fue y ahora la confundía con ella.

Dentro del salón, todo era silencio, en espera nadie se movía para que encendieran el sistema de iluminación por alguna falla. En el laberinto, un hombre jalaba parte de la prenda del frente del vestido y se iba un cordón en sus manos sacando completamente los bustos de la dama al aire, ella asustada daba un tremendo grito. - ¡Aaaaaahhhh! Con eso posiblemente la escucharían ya que, si no, no tendría testigos de que el Duque deseaba hacerla suya, además estaba segura de que no la miraba en la obscuridad, por lo que, en un momento intentaba huir y el la jalaba urgido, necesitado, tal como le había dicho su madre que los hombres eran atrevidos y fácilmente caían con solo un poco de los encantos femeninos, la atrapaba y ella aprovechaba dejando al Duque con su rostro entre sus suaves pechos, al caerle encima en su supuesto intento de escape. Bueno se dejaba caer con el encima, para los testigos sería lo mismo.

En el salón el grito hizo un eco avasallador, al haber salido de los jardines y el viento a su favor, alarmando a los padres, abuelos y hermanos de las damas, corriendo de un lado a otro, tumbando a cuanta persona se encontraba a su paso. Los abuelos de Candy se detenían y este la colocaba en la pared cubriéndola entre un par de vitrinas acristaladas. Stear sentía el jaloneo de muchos hombres y como la madre de Paty se iba dejando llevar al ser empujada por varios de ellos, el atrapaba a Paty y la elevaba en sus brazos, con su rostro en su cuello ingresando en el primer salón que estaba cerca, con un poco de iluminación, ahí su hermano Archivald, se sorprendía al verlo con la dama, en sus brazos la cual era evidente estaba protegiendo. El duque de Grandchester abrazaba protector y con delicadeza a la joven Elizabeth por sus hombros, los que llegaban, entraban al ser el lugar poco iluminado. Paty temblaba y Stear la tranquilizaba,

- Tranquila cariño, él es mi hermano Archivald, ella es mi prima Elizabeth Legan, no estamos solos, tranquila, tu padre sabe que estás conmigo, en un momento más iré a buscar a tu madre. Terrance Grandchester, asombrado preguntaba, - ¿Son familiares de mi dama? Archivald confirmaba, - Por supuesto, la señorita Elizabeth Legan es nuestra prima, en eso entraba agitado y con evidente preocupación Niel que corría hasta ella gritando - ¿Te encuentras bien, Elizabeth? - Si, Niel. El señor Grandchester me trajo aquí, junto a Archivald.

Niel le ofrecía su mano al Duque en agradecimiento por rescatar a su hermana de toda esa obscuridad y movimientos generalizados, agradecía haber cuidado de ella, a lo que Terrance los miraba tranquilo, se encontraba en una situación bastante cubierta, pues no estaba comprometido al haber otra dama y todos los hombres eran familia de con quien había bailado, él le ofrecía su brazo a Elizabeth muy caballeroso para que continuara resguardada por él. O si era posible que ella le ayudara con su presencia a quitar a otras damas que podían llegar con cualquier pretexto acercarse de manera efusiva. Elizabeth meditaba que siendo un Duque inglés tal vez cuando supiera que tenía sangre escocesa, la ignorarían como sus primas que lo decían con desagrado.

Stear les contaba todo cuanto sabía y como pensaba que Patricia iba a ser secuestrada. Elizabeth nerviosa, le daba la mano a Paty y comentaba, - ¡Por Dios! La única dama con más alto nivel es mi prima Candice, la duquesa de Sutherland. Niel tienes que ir a buscarla, si la roban, nuestra abuela morirá de angustia. Niel asustado le pedía ayuda a Archivald y comentaba quien era ella, - Nuestra prima es la nieta menor con la que bailo Anthony la última vez, ¿la recuerdas? - Por supuesto, hoy traía un vestido verde esmeralda, me temo que ya está comprometida, porque no portaba su tarjeta. Terry intervenía, - Lo mejor es no salir de aquí, si los ven, podrían acusarlos a ustedes o comprometerlos con una situación fuera de su alcance, aquí están más seguros, sé quién es la dama, sus abuelos estaban custodiándola la última vez que la vi y lo seguro es que el prometido ya este cuidando de ella. Terry la recordaba muy bien, tenía una mirada encantadora y envidaba al hombre que haya ganado su corazón, porque si por el fuera saldría a buscarla, sin embargo, era más probable encontrarse con la rubia que se inventaba cosas con tal de abrazarse a él y ahí con la pelirroja no le sucedería eso. La señorita se portaba con cierto distanciamiento y ahora que la observaba mejor era muy hermosa, era prima de la joven Duquesa, interesante, de buenas familias.

En el pasillo con el correr de los hombres, la dama mayor O´Brien, se recargaba en un mueble con todo el peinado suelto, acercándose a una pareja quienes la abrazaban para que no callera. El abuelo Gordon, la unía a su mujer y se lo decía, - Madame, quédese junto a nosotros, mi esposa se encuentra aquí conmigo.

Mientras tanto tirada en el suelo dolida de un pie y una mano, la joven Nicole, trataba de hacerse hasta la orilla, tratando de no interrumpir el paso de todos esos señores que no les importaba si la aplastaban, vio como un hombre iba a caer encima de ella, cuando Anthony se atravesaba y la cubría, ella lo abrazaba aterrada, pues su salvador, empujaba al hombre y lo hacía seguir su camino, para luego le miraba su mano y su tacón enganchado en la alfombra, - Pequeña espera, te sacaré de aquí. Ella reconocía su suave voz, él la tomaba con tal facilidad, tenía un cuerpo enorme y fornido, le abría una habitación que solo tenía una lámpara encendida y entraba con ella en brazos, sacando su pañuelo, le curaba su mano, dándole tiernos besos, por haberla dejado sola y luego le dejaba su mano con cierta preocupación al haber visto sangre en su pie, para con gran dolor quitar la zapatilla, luego de levantar su vestido mostrándole ambos tobillos, se quitaba su corbatón de seda y con este lo vendaba al sentir que salía demasiada sangre de su herida. Ella se notaba pálida del dolor y se aguantaba para no gritar o alarmar a alguien, por lo que el la miraba con admiración era una chiquilla adorable, definitivamente le robaba sus atenciones, que por mucho ella las merecía todas. Con una lagrima comentaba suavemente apenada,

- Soy tan torpe, no pude correr, me caí. Lloraba silenciosa más avergonzada, - No preciosa, no debí dejarte sola, todas tus piezas eran mías, conmigo a tu lado, nadie te tumbaría, él la abrazaba delicadamente con su camisa abierta de su cuello al haberse quitado el corbatón y con el pie desnudo salir bajo sus faldas, sentada en un sillón recargada encima de él, que la detenía al sentir que en cualquier momento podía desfallecer.

En el laberinto, llegaban muchos hombres, al frente el señor O´Brien con cara de que el diablo le hacía los mandados, encontraba a un hombre encima de una mujer, quien le mostraba sus pechos con total descaro, luego de haberlo estado poniéndolos en su boca y deteniendo al Duque encima de ella, con sus faldas completamente alzadas casi en la cintura, que sin prendas interiores se veía las zonas más velludas de la dama ya que con las piernas más que abiertas, para la acción que había planeado, previamente habiéndole abierto la bragueta del pantalón para que no escapara el Duque de su dama, al haberla atraído astutamente con las rosas rojas ya que él deseaba comprometerla, no lo dejaría escapar, él le había quitado el cordón de su corsé que ella hábilmente tenía listo para que el Duque quedara muy comprometido ante todos esos hombres que lo identificaran y que vieran como su boca tenía su pezón introducido, algunos levantaban y acercaban más con las lámparas que los iluminaban ahora ella giraba y reconocía ampliamente al que… no era el Duque sino el primo de Susana Marlow.

- ¿Maximus? Decía ella al reconocerlo y él, abriendo enorme sus ojos, después de que casi lo ahogaba con un pecho metiéndoselo en el hocico, confirmaba - ¡Annie!

O´Brien molesto los hacía levantar, asqueado por como la joven deseaba escapar con su enamorado y no se notaban prendas interiores tiradas o rotas por algún lado, asegurando que ella estaba de acuerdo en estar con ese hombre. Maximus se quitaba el saco cubriéndole para que nadie viera su desnudez, imposible de ocultar, ya que todos los hombres sabían de qué tamaño y medida eran todos y cada uno de los detalles, al ser tan descuidados.

El propietario de la casa hacía gestos de vergüenza y bochorno tras la espalda de O´Brien. Dupont solo negaba con su cabeza. La luz se volvía a encender dentro del salón principal. Y se notaba hasta ahí, al inicio del camino al laberinto, ni siquiera se habían escondido un poco para que les dificultaran encontrarlos, lo hicieron tan cerca y tan de forma indecorosa que eso era demasiado vulgar.

O´Brien llevaba a Annie y Maximus frente a los padres de ella, por una situación tan vergonzosa en un baile decente, a lo que se les pedía que salieran discretamente, que serían llamados para una investigación formal, por las situaciones que la pareja haya provocado, por lo que no estarían solos, sino se iban con ellos cuatro hombres de O´Brien, para custodiarlos y ver si había más situaciones como esa, antes de revisar todos los detalles y las reparaciones a los agravios cometidos.

Al encender las luces, el vestido de Susana estaba todo rasgado, el peinado desgajado y el labial movido y untado en un señor mayor que estaba junto a ella en el suelo, ya con las zapatillas y las tiras de sus pantaletas sueltas, ella se levantaba acomodando velozmente su vestido, pero ese evento lo observaba el abuelo Gordon avergonzado, al ver a su nieta con un hombre casado, posible equivocación de compromiso que mostraba cuan definitivamente estaba desesperada. Tapaba la mirada de las mujeres que él estaba protegiendo, no era justo lo que estaba sucediendo.

Candy asustada abrazada por su captor al reconocer a su prometido que permanecía en la obscuridad, él le besaba tapándole la boca, para que nadie los viera en esa posición tan indecorosa, ya que ella había quedado encima suyo cubierta dentro de su saco, para que las ramas del arbusto que los rodeaban no le arañaran el rostro o le dañara su hermoso vestido, - ¡Mi Lord! - Silencio mi Lady, es una trampa, no envíe esas rosas y lo mejor es que te quedes escondida aquí conmigo ahora.

Ella asentía en completo silencio, se acomodaba para no lastimarlo podía sentir los músculos de su prometido y el olor de él al estar tan cerca de su cuello, se colocaba armoniosamente abrazando dentro de su saco colocando su rostro en su pecho cubierta por las solapas de dañado traje, ambos permanecían juntos tratando de no ser vistos, al estar sin ver hacia el exterior cubriéndose el rostro ocultos en la orilla de la barandilla y tras los arbustos, era imposible de visualizar, aun si alguien salía y se colocaba en esa esquina, ellos quedaban debajo de esta, para poder salir por otro costado, en cuanto no hubiera nadie que los reconociera al salir de ese estrecho lugar.

Los hombres de O´Brien abrían el saloncito, revisando una a una las habitaciones de los costados del salón principal. Ahí Paty corría a abrazarlo, su madre llegaba tras ellos y comentaba que la señora y su esposo el Sr. Gordon la habían protegido, al ser empujados en el salón. O´Brien abrazaba a su esposa y a su amada hija y comentaba - Cornwall, ya pudimos atrapar a la pareja, un tal Marlow y su novia, la Señorita Brighton no volverán a ser invitados jamás a ningún baile inglés, te espero mañana, quiero conocer a tu padre. - Si señor. Ya se iba a salir, pero los comentarios como todo metiche, perdón investigador policiaco lo detenían.

Grandchester, continuaba tomando el brazo de la señorita Elizabeth con la seguridad de que con ella no lo comprometerían las mujeres sin escrúpulos. Un hombre se acercaba al grupo y preguntaba por su preciada hija, todos se iban abriendo los salones y en el cuarto de té una pareja estaba abrazada, Anthony reconocía a sus primos y el padre a su hija - ¡Nicole! ¡Mi pequeña! - ¡El me salvo, Papá! - Señor, me hago responsable de la dama, ella tenía sangre en su pie. Tuve que traerla aquí, para que no fuera lastimada.

El zapato yacía destrozado y tirado en la alfombra con sangre no solo en él, sino goteaba desde la entrada y su mano delgada traía un pañuelo vendado, - Vamos a atenderte hijita, te debe ver un médico. Miraban claramente como los pies de la dama habían sido tocados por él, avergonzado el padre bajaba el rostro, antes de que se dijera algo, Anthony elevaba en sus brazos a la dama y comentaba, - Señor, ellos son mi familia, le juro que su hija se encuentra en buenas manos, le doy mi palabra de que sé responder. - Gracias joven, sígame, mi carruaje se encuentra afuera, - El mío también, Señor.

Stear miraba a O´Brien y comentaba, - Es Anthony Brown, Señor, mi primo dueño de las navieras inglesas. - Supongo que es un buen hombre, - Por supuesto, mi tío es el Duque de Edimburgo y tenemos su respaldo. Gordon aparecía tras ellos y abrazaba a Niel, - ¿Todos ustedes se encuentran bien?, no se preocupen por nada, solo necesito encontrar a mi nieta Candy.

Elizabeth se cubría la boca, soltando un gemido y luego le respondía, - Iban a secuestrar a una dama, ella es la duquesa. La abuela que estaba atrás, alarmada preguntaba - ¡Elizabeth! ¿Cómo que iban a secuestrar a una dama? Stear frente al señor O´Brien comentaba lo que había escuchado y salían todos a buscarla ahora que se encontraban las luces encendidas.

En los jardines, los hombres de seguridad de los Duques de Edimburgo y la Duquesa de Sutherland, seis de ellos que custodiaban no solo el carruaje sino a la Duquesa Candy y otros muchos más caballeros vestidos con trajes elegantes que estaban rodeando al Duque de Edimburgo, William Andrew, daba la orden de buscar a las damas de compañía de su Lady, William comentaba donde las había visto. A lo lejos se escuchaba un grito de una mujer que hacía correr a todos,

En una habitación de las orillas del gran salón, dos mujeres abrazadas, una de ellas llorando era la que había gritado mientras que la otra de las damas traía sangre de recibir un golpe en la cabeza, al despertar y al verla gritaba, llamando la atención del grupo que salía del cuarto de té. Aseguraba, - ¡Se llevaron a la duquesa de Sutherland!


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Agradezco a todas las personas que eligieron como favorita y pueda darle continuamente a esta historia hasta completarla

en Historias de Albert y Candy seguimos imaginando, creando y escribiendo para que nos lean

Un abrazo a la distancia

Mayra Exitosa