Asumo que si estás aquí tienes un poco de curiosidad por una perspectiva algo más "extraña" del personaje o que en algún minuto pensaste algo así, pero lo escribí yo primero… ¿pero qué rayos es esto? Básicamente no imagino que el "monstruo" estuviera desde siempre al 100%, quizá vestigios (qué si se rebusca y se conectan unos puntos con detalles frikis estarán presentes).
Son unos cinco capítulos, al menos es el cálculo actual en base a las ideas que tengo.
Sin mucho más que decir: lee criatura llena de curiosidad ~
Diclaimer: The Legend of Zelda: Ocarine of Time no me pertenece, solo tomo su grandioso universo para hacer cosas como esta (mis pequeños pedazos de basura~).
Advertencia: Contiene referencias de Breath of the Wild, como algunas palabras del idioma Gerudo las que facilito el final de los capítulos, pero nada trascendental del juego. Contiene Spoilers indirectos de Skyward Sword. Y pues esto se publicará en simultaneo en AO3, literalmente será un copy paste.
Apretó los dientes firmemente observando el panorama que ya se le hacía cotidiano, pero no por ello menos molesto ¿Qué parte de "los voe tienen prohibido el ingreso" no entendían?
A su parecer no entendían siquiera una palabra y por ello se había vuelto parte de su rutina alejarlos a pedradas cuando intentaban entrar trepando por las paredes de la fortaleza. Después de todo era su deber. Desde que tenía uso de razón sabía que era el siguiente en la línea sucesoria de la Tribu Gerudo; debía proteger a su gente y hacer respetar sus costumbres. Aunque era consciente de que la validez de sus reglas perdía peso cuando lo veían a él.
Era un vehvi, un voe, a fin de cuentas. El único que estaba permitido en la Fortaleza Gerudo.
El único voe entre las Gerudo... Al menos hasta que pasaran cien años.
"Ganondorf Rey de las Gerudo", sonaba tan bien en su mente. Una lástima que la matriarca no permitiera que se le instruyera en el arte de gobernar, al menos no mientras siguiera siendo un vehvi. Pero no importaba, eran un pueblo de tradiciones arraigadas, sin importar cuanto tardara él llegaría a liderar la tribu, era su destino. Estaba seguro, tan seguro como que el sol saldría cada mañana, como que el calor azotaría el desierto durante el día, como que el frío le calaría los huesos por la noche; un hecho innegable, una certeza.
Mientras lanzaba su última munición a un voe -que, por cierto, no lograba entender porque creía tener una oportunidad con su gente; no veía forma en que fuera digno de alguna de ellas, si siquiera podía traspasar la muralla principal, ni hablar de ingresar a alguno de los fortines- alguien a sus espaldas lo llamó. Volteó sin bajar del muro en el que encontraba para reconocer a quien lo había llamado... siquiera tuvo tiempo para recordar su nombre cuando la realización lo golpeó: no podía ser nada bueno, una guardia no abandona su puesto y menos sin portar su lanza.
La muerte era algo que no comprendía y los cuerpos inertes de las vais no hacían nada por ayudarlo a comprender, tampoco el hecho de que entre ellas se encontrara su madre. Las guerreras decían que era el fin de todo, aquellas vais apegadas a su fe afirmaban con vehemencia que era un nuevo comienzo junto a la Diosa de la Arena. Fuera cual fuera la explicación el alma era lo que se iba lejos a un lugar donde no podría llegar hasta que fuese su turno, nada explicaba porque la sentía cerca de todos modos.
Sabía que intentaban consolarlo, que por ello le revolvían el pelo mientras le explicaban que ante una tormenta de arena siquiera una vai bien entrenada podía hacer mucho ¿Acaso no veían que no era a él a quien había que consolar? Una a una le hablaron suavemente -o al menos lo más suave que podían-, hasta que la matriarca alzó la voz.
—¿Quién cuidará de los vehvis que dejaron con su partida?
Le enorgullecía lo rápido que se estabilizaba todo, lo unida que era la tribu, fácilmente estaban siendo reubicados en otra familia. Sería extraño, pero estaba seguro de que se acostumbraría rápido; había visto como sucedía, las vehvis no tardaban en volver a ser como de costumbre, en los casos más extremos rezaban ante la Diosa de la Arena casi a diario.
—Nosotras cuidaremos a Ganondorf.
No sabía exactamente porqué, pero el ambiente había cambiado drásticamente, Koume -o Kotake, sus voces eran demasiado similares- había hablado y si bien nadie se oponía, tampoco parecía que la matriarca accediera. Era una atmósfera tensa, aunque él no veía el problema: eran dos vais mayores que gozaban de una salud de hierro, fuera de eso, sus constantes visitas al Templo del Espíritu permitirían que él siguiera haciendo de las suyas en la fortaleza.
—Está bien, pero bajo mis términos.
La matriarca rara vez se mostraba tan reacia a una petición y las hermanas Twinrova rara vez dejaban de lado las sonrisas socarronas de su rostro, probablemente eso era lo que no terminaba de encajar en la escena. Entonces Kotake se acercó a él para alejarlo del lugar, lo último que escuchó de la conversación fue a Koume, volviendo a su "jovialidad".
—Si esa es su orden.
Caminaron con lentitud -después de todo las ancianas solían volar ¡Sabían usar magia!- hasta el campo de tiro, donde Kotake habló.
—Te ves muy tranquilo vehvi, sin duda serás un gran rey.
—En realidad no lo comprendo— miró sus pies descalzos antes de continuar—: la muerte.
—Es solo otro paso en la existencia de un individuo.
Y lo creyó. Resonó en su mente durante un tiempo, como si fueran palabras que hubiese escuchado antes, calando profundo en su subconsciente. Tal vez tuviera que ver con la edad de la vai, pero ninguna de las explicaciones que le habían dado tenía ese toque de verdad indiscutible.
—Eso es mucho más real. Sahku, Vaba.
—¿Vaba? Solo tengo unos cuatrocientos años, Kotake estará bien.
La aspereza del tono de voz le hizo comprender rápidamente que eso era una orden, aun cuando había usado palabras cordiales. Asumió una posición firme, la que había aprendido mirando a las guerreras para ocultar su nerviosismo.
—¡Sí, Kotake!
Desde entonces había estado bajo el cuidado de las gemelas. Siempre le dijeron que sería más que el Rey Tribal... nunca mencionaron lo que perdería en el proceso.
Voe: Hombre.
Vehvi: Niño/a.
Vai: Mujer.
Sahku: Gracias.
Vaba: Abuela.
Si llegaste aquí ya me sorprendes y agradezco tu tiempo. Siéntete en la libertad de comentar algo bueno o algo malo, ayudarme a mejorar, después de todo, la idea es hacer cosas mejores.
Hasta el siguiente~
