No puedo creerlo. Cumplí, tardó menos que el anterior... que alguien me dispare. Ok, pasando de eso, deben agradecerle a alguien que atacó a mi conciencia y a mi mente que no paró de lanzarme formas de hilar las ideas de este capítulo hasta que las escribí.

Sin nada más que decir, vamos~

Diclaimer: The Legend of Zelda: Ocarine of Time no me pertenece, solo tomo su grandioso universo para hacer cosas como esta (mis pequeños pedazos de basura~).

Advertencia: Contiene referencias de Breath of the Wild, como algunas palabras del idioma Gerudo las que facilito el final de los capítulos, pero nada trascendental del juego. Contiene Spoilers indirectos de Skyward Sword. Y pues esto se publicará en simultaneo en AO3, literalmente será un copy paste.


Se despertó jadeando y con el corazón latiendo con tal fuerza que le era doloroso.

En el último tiempo las pesadillas se habían vuelto algo recurrente. No podía decir que lo aterraban porque al despertar solo sentía un odio cegador que le impedía recordar con claridad... todo quedaba perdido entre fuego y sangre.

Al menos hasta ahora.

En medio de toda la niebla apareció una silueta empuñando una espada de aspecto regio que emanaba una luz celeste; parecía casi divina y -por razones que no comprendía- le repugnaba. Algo en su mente le decía que esa arma era peligrosa.

Suspiró antes de proceder a levantarse; ya casi amanecía, dormir era inútil a esas alturas.

Tenía la sospecha de que su instrucción en los misterios de la magia se relacionaba con el aumento de sus pesadillas, después de todo -en palabras de Koume y Kotake- el conocimiento arcano activaba otros sentidos. Por eso mismo se sentía incapaz de compartir aquello con nadie: si veía esas cosas eran para él y solo para él.

Levantó la cabeza antes de salir del fortín ya vacío -después de todo sus madres sustitutas solían salir antes del amanecer para ir al Templo del Espíritu-, tenía una imagen que mantener ante su pueblo. Siempre fuerte, sin vacilar.

Con zancadas largas pero firmes recorrió la fortaleza mientras el sol apenas asomaba por el horizonte. Las vais levantaban los puestos que se habían vuelto frecuentes con su nueva estabilidad económica; vestuario, armamento, alimentos frescos e inclusive joyería de la más alta calidad se exhibían en sus calles, ya no solo para las gerudo, sino que para las visitantes de otros pueblos... la posada nunca había tenido tantas alojadas.

Examinó las mercancías con ojo crítico, siempre ofreciendo una pequeña muestra de respeto que le era correspondida. Sin duda era su mayor logro, un respeto que había ganado con las iniciativas que, con aprobación de la matriarca, había puesto en marcha.

Esos proyectos habían sido los sueños de un vehvi, sueños que se transformaron en los deseos de un voe... deseos que terminaban por traducirse en una sola palabra: Poder. Aún quería las mismas cosas para su pueblo pero necesitaba poder e influencias para esas metas y eso volvía todo lo demás secundario y etéreo. Él no tenía ese poder y lo necesitaba antes de ascender al trono para que el sueño fuera una realidad.

En medio de sus pensamientos el relincho de un caballo lo sacó de su ensoñación. Volteó a la entrada solo para ver a una mensajera hyliana herida y con un único mensaje.

Había estallado una guerra civil entre hylianos.


La reunión posterior a la noticia había sido larga. La matriarca, las hermanas Twinrova, Nabooru y él mismo habían discutido durante horas el curso de acción. Aprovechar la situación y expandirse fue una de las primeras opciones, seguida por apoyar a alguno de los bandos aunque fuera económicamente -la pregunta era a cuál- y por último permanecer neutrales; ante todo era un conflicto hyliano... probablemente los otros pueblos tomarían el mismo curso de acción.

Fue entonces cuando las gemelas adquirieron cierto aire de seriedad, aquel que aún con sus años viviendo con ellas se le hacía extraño de ver en algo que no fuera la magia.

—Por siglos, más de los que he vivido— de alguna manera, rastros de magia quizá, sabía que era Kotake quien hablaba—, la familia real de Hyrule ha tenido la misma línea de sangre.

—Hay muchas historias de porque ha sido así —continuó Koume—. La más "popular" dice que fueron bendecidos por las mismísimas diosas que veneran.

—Por la naturaleza de algunos relatos no es descabellado pensar que, en efecto, tienen esa protección.

—Si aquel que reclama el trono tiene sangre real, si es legítima su causa... no hará falta intervención de los otros pueblos.

—Sin duda las diosas intervendrán en su favor —finalizaron al unísono.

"Diosas", tácitamente querían decir Din, Nayru y Farore. Pero... en lo profundo de su mente, otro nombre era susurrado con ira: Hylia. Retazos de sus pesadillas se materializaron con tan solo ese nombre, hordas de demonios matando a todo lo que se cruzara en su camino, destrucción en todas partes y, en el medio de todo, un hombre combatiendo con una espada reluciente y una mujer de luz propia, ambos resguardados por el poder de tres triángulos dorados ¿o eran ellos quienes resguardaban ese poder?

El Alma del Héroe, la Sangre de la Diosa... La Trifuerza.

Sacudió la cabeza con vehemencia, esos pensamientos no parecían suyos y no era el momento; tenían una crisis entre manos.

Por un instante creyó ver regocijo en las expresiones de Koume y Kotake, pero al siguiente lucían como siempre, joviales. No había rastro siquiera de la seriedad de hace un minuto, menos aún de que hubieran notado su exabrupto.

Aunque él sentía que algo había cambiando.


La postura oficial del pueblo Gerudo había sido decretada y él mismo entregó el mensaje a la vai hyliana que partió apenas sus heridas habían sido tratadas.

La Fortaleza Gerudo se había declarado neutral.

Incluso cuando cada uno postuló razones diferentes la conclusión había sido la misma: no era su guerra, no les correspondía inmiscuirse.

—Ganondorf —él volteo ante la mención de su nombre solo para encontrar a Nabooru a sus espaldas—, pareces ligeramente distante ¿Qué está pasando? Y no te atrevas a decirme que es por la guerra de los hylianos...

Mientras escuchaba lo que podría llamar "sermón" viniendo de Nabooru, consideró decirle todo lo que pasaba por su mente: como lo que alguna vez soñó se materializaba frente a sus ojos, como aquello no era suficiente para satisfacer sus deseos, como ansiaba poder con frecuencia, como sus pesadillas lo acosaban por las noches -y ahora también durante el día-. Todo lo que suponía podía compartir con su Reina. Pero... ella no era su Reina, él le había asegurado que no lo sería; no era una carga que podía poner en sus hombros.

—... tiene que ser algo malo porque si fuese algo bueno, sí, estarías distante, pero tendrías esa extraña sonrisa en tu cara.

Él sólo emuló la expresión socarrona a la que ella se refería y ella supo que todo estaba mal, solo que no sabía por qué.


Vai: Mujer.

Vehvi: Niño.

Voe: Hombre.

Como es costumbre, le agradezco a las personas que hayan llegado hasta aquí. Siempre pueden comentar, preguntar y/o compartir puntos de vista; a la larga todo ayuda a mejorar.

Nos leemos en el siguiente, que espero sea dentro de este mismo año XD -fuera de broma, si será dentro de este año ¿a más tardar Agosto?-.