Lo prometido es deuda, aunque yo no prometi nada, aca el primer capitulo en el que por cierto hay muchas referencias occidentales, tomando en cuenta que es una historia basada en japon (duuh), pero que yo creo que no cambien la esencia de la historia, y sin mas lean y disfruten!
*: Dan Reynolds -Cantante de Imagine Dragons, es demas obvia la referencia xD
El tiempo vuela. Así dicen una suma ridícula de personas, sin necesidad de considerarse sabios o de ser genios en lo que respecta al arte de vivir, y siendo justo; vivir es un arte en constante movimiento y con distintos matices. A veces rápido, casi como un parpadeo en medio de un cielo que estalla de fuegos artificiales, o lento; igualando la paciencia del pintor que le da al oleo su tiempo para secarse. Meses y meses de solemne espera.
El tiempo es relativo, dijo un físico hace tiempo atrás.
Takuya no era un físico, mucho menos un genio, eso era seguro y no existía duda si le echabas una mirada a su tabla de calificaciones; la cuestión era que, para él, el tiempo paso volando mas rápido que el parpadeo, un milésima de segundo de aventuras y emociones, de alegrías y tristeza, de victorias y derrotas habían pasado frente a sus ojos y que aun así perduran en su memoria (y lo seguirá haciendo por un tiempo mas, para alegría suya).
Eso fue muchas lunas y soles atrás, en un pequeño tramo de su niñez. Aun se consideraba el chico con la mejor niñez en el mundo, obviando claro, al resto de sus amigos. De vez en cuando, en esos momentos en que estaba solo aun en la multitud y se quedaba pensando en el vacio que las motas de polvo llenaban entre las personas, comenzaba a recordar con pesada melancolía esos días gloriosos para luego retomar su presencia en el mundo físico del ahora. Lo trastornaba algunas veces pero se le pasaba, pues así funcionaba la añoranza, lo había aprendido con el tiempo luego de volver a la Tierra y continuar con su vida o cuando tuvo que despedirse a Zoe en el aeropuerto, esta de camino a Italia para tomar una breves vacaciones. El extrañaba a menudo.
Pero, ahora, ese no era el caso. Ahora, el recordaba con ánimos, con alegría de dejar esos viejos recuerdos y crear unos nuevos.
Después de todo, la escuela comenzaba de nuevo. Y por primera vez en todos sus años de estudiante, estaba extasiado, las cosquillas infectaban su estomago y los pies se le movían inquietos y apresurados de poder finalmente alcanzar el edificio. Las palabras de Koichi aun resonaban en su cabeza, fuertes y claras:
"Te tengo una sorpresa el lunes, ¡así que tendrás que esperar!"
Ante el recuerdo, Takuya Kanbara de ahora ya dieciséis años no podía evitar reírse y mirar el cielo inanimadamente colocado sobre su cabeza sin evitar pensar que este seria, loca e improbablemente hablando diría Koichi, el mejor año de su vida y nadie, absolutamente nada ni nadie, ni el propio destino (o un apocalipsis zombi, gracias The Walking Dead) se lo iba a arrebatar de las manos pues lucharía con puño y fuego para conseguir su meta. Y si ocurría algo absurdo y genial, pues que bienvenido sea.
¡Ya no podía aguardar a llegar a la escuela! Se sintió extraño de pensar aquello.
-Dios, ¿Qué me sucede -se detuvo, alarmado y repentinamente con el corazón agitado-, me estaré convirtiendo en un amante de los libros como Koji? Nah, es imposible.
Esfumando esa descabellada idea de su cabeza, retomo su camino, ahora, mas apresurado.
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-Y…esta retrasado -dijo Koichi, mirando con desanimo la hora en su teléfono celular debido a la ausencia de su mejor amigo y compañero, haciendo guardia en la entrada del instituto. Su hermano gemelo y contraparte, en muchos aspectos, lo acompaña a su lado a pesar de detestar a la gente impuntual y sabía que Takuya era impuntual por naturaleza.
-Ese cabeza de globo -murmuro picado-, ¿Por qué simplemente no lo esperamos en clases? Estoy seguro que no es tan tonto como para no saber donde esta el salón.
-Koji.
- ¿Qué? -Miro a su hermano y este tenia las cejas torcidas hacia arriba y los labios estirados en un puchero, sus grandes ojos azules lo miraban con suplicas-. Ah no, ni si te ocurra Koichi.
-¿Por favor? -Gimoteo el mayor de los gemelos. Koji respiro hondo y se limito a cruzarse de brazos, Koichi casi salta de la alegría-, vamos, se que no tardara mas. O juro que lo mato.
-Bienvenido a mi mundo.
Dicho esto, Koji Minamoto, aun poseedor de una pañoleta en su cabeza y largo cabello en una cola de caballo, que se negaba a dejar de utilizar aun bajo las peores amenazas que pudiese recibir, se apoyo contra la pared y aguardo, fielmente al lado de su hermano por la llegada de su mejor amigo, que, al igual que este, recordaba con mensura el pasado muy a menudo, en especial desde su ultimo cumpleaños por razones que escapaba de su razonamiento.
Tal vez era la edad o las hormonas, no estaba seguro, pero a menudo los sueños en donde se veía de nuevo convertido en aquel niño solitario y temerario de diez años que se aventuraba en un mundo extraño guiado por una voz que le prometía respuestas que el ansiaba conocer sobre si mismo, lo poseían y con agarre.
Miro a Koichi. Una sonrisa, apenas visible, se planto en su rostro. Había valido la pena tal desesperado deseo de respuestas.
El mundo continuaba moviéndose a su alrededor mientras el se perdía en su dimensión de recuerdos, gente pasaba a su lado, chicas murmuraban y reían en un huidas furtivas al verlo, picadas por un sentimiento fresco y joven; pero solo entonces un grito lo devolvió a este mundo.
-¡¿En serio?! -La imagen de Takuya de cierto modo lo sorprendió e irrito al recordarle lo tarde que llegaba, precisamente por que la campana sonaba de trasfondo-. Wau, lo hice a tiempo este año.
-Nunca vas a cambiar -dijo Koji.
-Roguemos que eso jamás pase -apremio el antiguo líder, pasando un brazo por los hombros de Koji y caminando hacia el interior de edificio, seguidos de Koichi-, entonces, ¿Cómo convenciste a tu papa de que te deje venir aquí? Pensé que esta escuela estaba demasiado lejos de tu distrito.
-Y lo esta, pero, ya sabes -dijo Koji con un tono de misterio-, tengo mis métodos de persuasión.
-O sea, yo -agrego Koichi, sonriente.
-¡Lo sabia! ¡Este año va a ser explosivo! ¡Sin duda, el mejor! ¡Lo siento en mis huesos! -Exclamo Takuya lanzando los brazos en el aire y brillo en sus ojos, Koichi se rio y Koji bufo.
-Como digas Dan Reynolds*, pero lo único que siento en mis huesos es que recibiremos castigo en el primer día, vamos.
Siguiendo el mandato de Koji, los tres viejos amigos reunidos marcharon al salón de clases y, efectivamente, recibieron como saludo una reprimenda por parte de una profesora de estricta mirada y rígida voz.
-Esa es la Profesora Kamiyo, enseña geografía y es solterona -susurro Koichi a su hermano, una vez ya sentados en la parte mas alejada del salón.
-¿Por qué tendría que importarme que sea solterona? -Respondió Koji, siguiendo el juego.
-Porque ese es un gran factor cuando cursas su clase, dependiendo de su día y estatus sentimental, pasas o no -añadió Takuya hallado sentado a su otro lado.
-Ustedes son unos idiotas.
El tiempo pasó lento, inclusive para el más entusiasta estudiante de ese salón y la salvación junto a la promesa de una tierra prometida llego con el sonido de la campana sonando. Ni una sola alma quedo allí holgazaneando.
-Hemos sobrevivido a la primera hora -dijo Takuya con los brazos en alto, esta vez, estirando cada centímetro de su cuerpo para deshacerse de la somnolencia que había acumulado en la ultima hora. En compañía de los gemelos, recorrió los pasillos y saludando a gente que lo veía incluye a compañeros suyos que formaban parte del equipo de futbol, al igual que él y Koichi. Koji no decía ni una palabra o seguía las indicaciones de su hermano que le presentaba gente que el no tenia intenciones de conocer ni interactuar, pero si eso hacia feliz a su hermano, lo haría.
El tan preciado exterior finalmente vino luego de ser desviados del camino pero que sin duda había valido la pena, el sol y la brisa de la entrante primavera funcionaba como estimulante, despertando sus mentes tras un largo periodo de ser bombardeados con información que apenas si comprendían. Ahora, faltaba encontrar un buen sitio donde descansar.
-¡Takuya! ¡Koichi! -Grito una voz detrás de ellos y al voltear, una chica de cabello pelirrojo que le llegaba a los hombros, ojos cafés se acerco a ellos, claramente agitada por correr-. Dios, debo hacer, ejercicio.
-Disculpa, ¿te conozco? -Pregunto Takuya, totalmente confundido de porque una persona que no conoce, sepa su nombre.
La chica logro componerse de la agitación e hizo un mohín con la nariz.
-Claro que te conozco, estas en el equipo de futbol, todo el mundo te conoce -dijo ligeramente fastidiada, como si se tratara de lo mas obvio, pero llegando a halagar a Takuya-, pero ese no es el punto. Tú, el de la cola de caballo, ¿eres hermano de Koichi, no?
-En un 99,9 por ciento de compatibilidad de ADN, si -espeto Koji con una ceja levantada, extrañado.
-Bueno, pues veras -la chica se rio, apenada-, una de mis amigas te vio en la mañana y le pareces lindo aunque tengas esa cara de matón y una actitud…bueno, la cuestión es que es muy cobarde como para venir ella misma-
-¿Podrias ir al grano?
-¡Ella quiere tu número! Listo, ya lo hice -confirió y se cruzo de brazos.
-¿Por qué no viene ella a pedirlo? No es que vaya a morderla o algo por el estilo -dijo Koji.
-Admito que mi buen amigo aquí sea un poco gruñón o cascarrabias -dijo Takuya en un acto de diversión propia en señalar a Koji-, pero el es como los perros: ladra mucho pero no muerde. Hasta puede ser un encanto cuando lo llegas a conocer.
-Mejor cállate -el menor de los gemelos dijo avergonzado a la vez que se golpeaba el rostro con su mano, deseando que la tierra lo tragase. Por otra parte, la chica, usando toda su fuerza de voluntad para no reírse, se sintió apenada por el chico pero a la vez conmovida.
-Bien, bien, bien, tú ganas. Te dejare en paz y le diré a mi amiga que deje de ser una tonta y que venga -dijo entre risas y con intenciones de marcharse-. Y si en algún momento, necesitas de mi alto conocimiento en ella si es que llegan a salir, búscame en el otro salón, soy Miyu Yamamoto.
Extendió su mano y los tres chicos se miraron entre si, anonadados por la confianza desmedida que esta chica de nombre Miyu tenia hacia ellos, la mayoría de chicas que conocían se intimidaban o ruborizaban hasta el punto de no poder pronunciar dos palabras seguidas; en parte les recordaba a Zoe, que en grandes rasgos, era una excepción al resto de féminas que conocían.
-Miyu -pronuncio Koji que reaccionando de entre los tres y saboreando el nombre en su lengua, a modo de acostumbramiento, estrecho su mano-, bien, gracias. Supongo.
-Entonces, nos vemos.
Un guiño y un gesto con las manos fue lo necesario para que Miyu se convirtiera en el tema de conversación de los antes poseedores de los espíritus digitales legendarios.
-Esa chica es rara -opino Koichi.
-Si, pero es agradable -añadió Koji, apoyado sobre el tronco del árbol mas cercano a ellos.
-Aguarda un momento, ¿la chica te agrada y apenas la conoces?
-¡Te gusta! -Señalo Takuya.
-Eso es absurdo -grazno Koji.
-Claro que no, hasta tiene sentido. Es tu primer día y ya alborotaste a las chicas pero claro, siempre hay una que es como "no me importa si eres lindo, eres un tonto" y ¡BAM!, obtiene de inmediato tu atención. Plus, me conoce.
Dicho aquello, los gemelos imitaron el gesto de levantar la ceja hacia Takuya, por un lado, poco impresionados por lo que acababa de decir; su amigo podía tener el ego del tamaño de la Muralla China y por el otro, todo ese asunto incomodaba a Koji por no decir, que lo irritaba la manera en como Takuya lo acusaba de algo altamente improbable. Las chicas era un tema que no le interesaba en el presente debido a que todas les parecía por igual, excepto Zoe pero ella era mas como una hermana y no una potencial novia, lo cual llegaba a ser provechoso por no tener que enfrentarse a las tensiones de permanecer solo en un lugar junto a ella. Sin mencionar, de que sabia que a JP y Takuya (aunque este lo negase a los cuatro vientos) les gustaba.
Koichi también era conocedor de este hecho.
-Mas bien, conoce a todos los chicos del equipo de futbol, así que deja de creerte especial -Koji se le acerco y lo golpeo en la nariz antes de marchar de vuelta hacia el edificio, soltando una risa triunfante a su paso. Takuya se froto la nariz para nada feliz por como su plan de molestar a Koji no había funcionado.
-Ya déjalo Takuya -aconsejo Koichi-, o saldrás perdiendo.
-Es divertido molestar a tu hermano o al menos cuando me sigue la corriente ¡A veces me pregunto si realmente es tu hermano!
-Pues, ya lo oíste, el 99,9 por ciento de compatibilidad lo confirma.
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Otro gemido salió de su boca, acompañado de un golpe al escritorio. Sus amigas, de pie, frente a ella, se preguntaban cuanto mas tardaría hasta rendirse, llevaba mas de 10 minutos intentando mandar un mensaje pero sin éxito.
-Zoe -dijo una de ellas, de cabello castaño y ojos pardos.
-Cállate Nami -amenazo la rubia antes de intentar de nuevo escribir un mensaje, las dos chicas intercambiaron miradas totalmente preocupadas -¡agh, maldito servicio de telefonía! ¡Somos el país con la mayor tecnología en el mundo pero no puedo mandar un simple mensaje de texto!
-Ni que fuera tan cierto -comento otra de sus amigas, de cabello corto y negro, cruzada de brazos.
-De todas forma -intervino Nami-, Zoe, estas exagerando, es solo un mensaje. No creo que sea de vida o muerte.
-¡Claro que lo es! ¡Es de suma importancia porque Opha!- De inmediato Zoe callo, consciente de lo que estaba a punto de decir y de lo descabellada que la considerarían si la oían decir cosa como esa. Pero como ella dijo, era una cuestión de vida o muerte.
-Opha ¿Qué? -Dijo Nami.
-¿No habrás querido decir Oprah? Y ¿Qué demonios tiene que ver Oprah con tu teléfono? -Dijo su otra amiga.
Zoe no sabia que mentira decir. Solto lo primero que se le vino a la mente y que de seguro se arrepentía.
-Ah, si, ¿jamás vieron Oprah? Entrega teléfonos muy buenos en su programa y …y -la risa nerviosa que se escapaba de ella no convenció mucho a su amigas, por suerte, la campana la salvo y todo se olvido rápidamente. Excepto, ella.
Sus clases continuaron y Zoe, aburrida de estar en una escuela de chicas donde no podía ver a sus amigos muy a pesar de tener buenas amistades allí, no se comparaba con sus compañeros de aventuras que compartía en su viaje al Digimundo. Los recuerdos le reconfortaban e inquietaban. El mensaje que acababa de recibir en su teléfono, más que inquietarla, la perturbaba.
Esa misma mañana, Zoe Orimoto creía que seria otro primer de escuela como cualquier otro pasado, normal y corriente. Pensó en mandarles un mensaje a sus viejos amigos, en caso de que las clases fuesen muy aburridas, y planear verlos luego de clases con la simple excusa de ponerse al día. El plan iba a la perfección hasta que un mensaje lo cambio todo y ahora, necesitaba estar segura de que no fuese una fantasía echa por ella misma creada por su deseos de revivir el pasado, de volver a sentir la emoción y adrenalina que estar en el Digimundo le causaba, pensar en esa posibilidad de estar inventándolo la mortificaba, pues en el fondo, deseaba que fuese real.
Su ferviente deseo de que el mensaje en su teléfono fuese realmente Ophanimon era aterradoramente poderoso, una parte de ella se avergonzaba de ese pensamiento, pues de ser real, significaba que algo estaba muy mal en el Digimundo.
Niños, los necesitamos. El destino los convoca de nuevo
El tic toc del reloj la desesperaba a niveles ridículos pero Zoe sabia controlarse, no por algo había soportado tantos meses de viaje junto a sus compañeros sin querer arrancarse sus cabellos rubios en vano, agradecía que su paciencia al fin diera frutos y a medida que la hora para salir se acercaba los nervios hacían su tarea de aguardar cada vez mas titánica, debía saberlo y esa ansiedad de verlo con sus propios ojos para convencerse de la realidad no la derrotaría con facilidad.
-El arte contemporáneo nació como un movimiento propiamente dicho a principios del Siglo-
La clase acabo y Zoe tomo sus cosas y se lanzo por la puerta, decidida a llegar a la estación de Shibuya, incierta de si sus amigos irían o no. Alguien lo habrá visto, alguien. Se motivaba a continuar sin tener que preocuparse de ser la única convocada. Sin embargo, el tráfico y la hora pico no ayudaba a su intranquilo ser, las calles atestadas y los saturados metros se estaban convirtiendo en un obstáculo indeseable que ahora mismo no necesitaba que derrumbara su confianza, ella debía continuar.
Se coló en el último segundo al vagón antes de que las puertas se cerraran tras si y se apoyo sobre las mismas, intentando recuperar el aire y de contener las lágrimas que se asomaban en sus ojos. Por alguna razón estaba asustada, tal vez por verse sola o por saber que lo próximo que sucediera fueran un sinfín de malos acontecimientos peores a lo que había enfrentado en el pasado, sola. Cualquiera que fuese, debía empujarlas a un lado o jamás lo haría y eso seria algo que jamás podría perdonarse.
Shibuya, Shibuya, Estación de Shibuya
La voz de aviso la despabilo, rápidamente se limpio las lagrimas y salió con la cabeza en alto en dirección a ese ascensor que esperaba que la llevara hacia lo mas profundo de allí, un lugar desapercibido para el resto del mundo. Se guío por sus instintos y recuerdos y tras esquivar muchas personas, finalmente estaba de pie frente al ascensor y las piernas le temblaban cual gelatina, también el corazón le latía con fuerza. Pero no por mucho. Su corazón se detuvo un segundo tras sentir una corriente de aire subir por su espalda y un punto arder detrás de su cabeza, esa sensación incomoda la había sentido antes, era la sensación de ser observada de forma grotesca e intimidante. La misma que las bestias les dan a sus presas antes de atraparlas en sus fauces. Zoe se volvió a todos lados, intentando localizar al menos una mirada sobre ella pero era inútil, por más que hubiese un mar de gente, nadie se fijaba de ella por más que ese sentimiento no desapareciese.
-Vamos, Zoe, se fuerte -murmuro para su conciencia, respirando hondo y soltando todo el aire antes de presionar el botón y meterse de lleno, ya sin mirar a nadie, al ascensor-. Bien, aquí vamos.
El cubículo de metal comenzó a moverse, las luces comenzaban a descender por cada nivel que traspasaba, todo era normal y tranquilo hasta que la luz se salió de la escala y el ascensor comenzó a tomar velocidad y a sacudirse tanto que Zoe tuvo que sostenerse de algún lado para no caer al suelo, siempre reprimiendo un grito a pesar de haber hecho esto en el pasado. Se sentía tan fuera de si, descolocada de la realidad que se sorprendía por tan innatural comportamiento en ella, todo estaba mal.
Confió en ti, Zoe.
Aquella voz gatillo un recuerdo y una renovada confianza dentro suyo. Quería creer que oír la voz de su compañera digimon no era imaginación suya y de serlo, se dio la libertad de no juzgarse, después de todo, estaba desesperada y si eso significaba una manera de calmarse, pues que así fuese.
Llegado el momento de detenerse, Zoe estaba demasiado ensimismada en sus pensamientos como para olvidar el golpe que anunciaba su destino a lo más profundo de la estación, a un lugar de receloso conocimiento para unos pocos, esa estación de trenes que partía hacia el Digimundo. Y para su mala suerte, no había allí nadie. Zoe se quedo pasmado de que su temor de estar volviéndose loca por la añoranza la haya hecho hacer tal locura y actuar de forma descabellada ante los demás.
-Esto…no puede ser.
Salió del ascensor dando pequeños pasos, el silencio la abrazo y la dura realidad de que no volvería a ver a sus amigos de existencia digital fue lo último que colmo el vaso. Se dejo caer en una banca y se perdió en el vacio de la nada, ahora deseosa de poner capaz de llorar pero lamentablemente, las lágrimas no aparecían. Su cuerpo se sentía frio. La cabeza comenzaba a darle vueltas, su completo juicio sobre lo que era real o no le revolvía la consciencia. Vaya estúpida que se sentía en ese momento.
-¡Soy una gran tonta! -Grito entre sus manos y se encogió sobre si rogando a quien sea que la escuchase arriba, que le permitiera desaparecer en aquel momento. Todo se veía injusto. La ingenuidad de revivir las mágicas cosas que paso de niña la cegaron por completo a tal punto de crear mentiras e ilusiones tan falsas como que podría verse cerdos volar el día de mañana.
Todo estaba envuelto en oscuridad. Sin embargo, algunos dicen que por más oscuro que sea el camino y el pronóstico no fuese el mejor, siempre hay una luz que puede devolverte la esperanza.
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El juego para decidir tu futuro te ha elegido, Zoe Orimoto
La luz broto desde la pantalla de su teléfono de una forma destellante y, muy difícil, desapercibida para Zoe que sorprendida y atónita dejo de lado su lamento y observo esa avasallante luz limpiar sus penas, además, de cubrir lentamente su teléfono hasta tomar una forma muy bien conocida para la joven.
Y fue allí que no solo la esperanza antes perdida se restauro, sino que además, con ese aparato que le traía gratos recuerdos sujeto en sus manos, un silbato sonando a la distancia dentro de ese túnel y la marcha impotente de pistones chirriando contra las vías, la hicieron recordar quien era. Y ella, jamás se dejaría caer de nuevo por el miedo.
