¡Muy bien, otro capitulo!

No tengo mucho que decir al respecto, solo que espero que lo disfruten ;)


Takuya no miro atrás y simplemente corrió por entre los escombros, evitando tropezar con sus tiritantes piernas, a la vez que una figura imponente, cubierto de pies a cabeza de pesada armadura negra, con capa roja hondeando al viento en la fresca noche y cuya afilada espada lo seguía no muy lejos, pero no se veía con prisa, sino mas bien, con un paso tranquilo pero firme, pues, en el fondo, este caballero oscuro que atravesó el portal (momentos atrás) sabía que su misión no tomaría mucho tiempo.

Porque, esta vez, tenía a la presa correcta.

En cambio, Takuya sabía que no tenía mucho tiempo, el enemigo estaba detrás de él y aun esa pesadez en su corazón no se marchaba y no lo haria hasta ver a su perseguidor derrotado; el inconveniente aquí era que no había rastros de sus amigos y las calles estaban desiertas tras los ataques. Estaba completamente a su merced.

-¡Demonios, debo encontrar a los demás! -Dio un gran salto hacia el suelo y rodo para amortiguar su caída y siguió corriendo sin mirar atrás. Pero, cayó de bruces y noto que una mano oscura, emergente de las sombras, sujetaba su pie y no le tomo mucho descubrir que dicha sombra era la extensión de su perseguidor que a pocos pasos de él, lo observaba a contraluz de las luces urbanas a punto de morir. El corazón le palpitaba como nunca en su vida y los oídos le martilleaban como una estampida de elefantes enardecidos corriendo en círculos dentro de su cabeza; se tuvo que recordar como respirar o pasaría a los brazos de la oscuridad –Tu…–

-No importa a donde vayas, guerrero del fuego, siempre te encontrare y te atrapare -dijo el caballero en una voz profunda y serena, al tiempo que levantaba su espada y los ojos de Takuya se abrían asombrados, ante la inminente idea de que su fin sucedería en ese instante.

Revivir ese momento en que el tiempo se detiene y la oscuridad lo rodea, susurrándole que no se preocupara, que todo pasaría, que todo lo malo acabaría, era más que un vivido e intenso deja vú. A estas alturas, debería estar acostumbrado, pensó Takuya. Pero, uno jamás está preparado para enfrentarse a la muerte por más que lo mentalizara; era un hecho, bien lo confirmaba ahora. Sin embargo, de nuevo, aquella inquietud en su pecho de que esto se repetiría de alguna forma lo tranquilizo, sin siquiera percibir si saldría de esto vivo. Repetir este episodio cercano a la muerte revivía viejas dudas.

-Espera…esto, esto ¿significa que moriré de nuevo?

La espada bajo más rápido de lo que espetó. El golpe, de alguna forma, no llego. Takuya sintió calor, un acongojante pero vigorizante vendaval de exaltación que termino por arder hasta el polvo esas dudas. Al menos, por ahora.

Abrió los ojos (que no recordaba haber cerrado) y una abrasadora luz naranja lo cubría como escudo, le tomo unos segundos comprender la situación incluso después de que esa masa ardiente desapareciera y revelara a su enemigo con la cabeza dirigida hacia algo (o alguien) detrás suyo.

Aturdido por tantas emociones que no sabía interpretar, el adolescente oyó los pasos a sus espaldas y sin saber cómo o porque, una presencia armoniosa, intensa y tranquilizadora lo hizo recuperar el aliento. Se volvió al oír una voz que traía consigo no solo salvación, sino, recuerdos de tiempos remotos:

-Me parece que te diriges a la persona equivocada.

El caballero callo unos instantes y dijo -Me temo que te equivocas, Antiguo Guerrero del Fuego Agunimon, no es a ti quien busco ahora, necesito al chico. Así que -apunto la espada hacia el recién llegado-, ¿serias tan amable de retirarte o tendré que hacerlo por la fuerza?

-Me gustaría verte intentarlo -flamas estallaron en sus manos y levanto los puños-. Hey, Takuya, ¿no te molesta si hablamos luego, si?

Las palabras pendían de la punta de la lengua de Takuya pero su silencio era signo de aun estar confundido y Agunimon, su antiguo compañero digimon, el espíritu humano del fuego con el que peleo incontables batallas y que durante meses estuvo a su lado en forma simbólica; lo tomo una afirmación y se lanzo hacia la batalla de protegerlo de ese misterioso caballero de capa carmesí que podía confundirse fácilmente, bajo la luz de las luces urbanas con la armadura del digimon legendario.

Era una escena irreal, cualquiera que le dijese horas atrás que esto llegaría a suceder, Takuya se hubiese reído en su cara por sonar tan descabellado pero ahora, allí estaba, presenciando esa batalla donde hierro y fuego colisionaban y las chispas no dejaban de saltar emocionadas por las fuerzas opuestas.

Se hallaba demasiado perdido y aturdido y eso no era propio de su persona. Debía sacudir esa terrible confusión que bien había aprendido en el pasado que de nada servía y saltar a socorrer al digimon de armadura de fuego, pues, él también era un guerrero. Takuya noto que ya no había ataduras que lo detuvieran y se incorporo, notando algo caliente en sus bolsillos, era su teléfono que brillaba como las brasas. Aquel recuerdo del primer viaje en Trailmon en que experimento la fuerza de un digimon y la entrega de su digivice se repetía.

[...]

Agunimon evadió la estocada y lanzo una patada que fue bloqueada por la espada del caballero, ambos se miraron entre si y diferentes emociones se cruzaron por sus espíritus. Preocupación. Flagelo. Cólera. Ambos tenían motivos para llevar esa pelea hasta el límite de su capacidad. Sin embargo, se separaron al oír estática recorrer el aire hacia ellos y Agunimon sonrió al reconocer el rayo que acababa de impactar el suelo.

-Veo que el resto de tu camaradería ha llegado -observo el digimon de la espada hacia la distancia como dos figuras volaban hacia allí.

-¿Qué acaso te pone nervioso?

-¿Nervioso? -El caballero rio-, en lo más mínimo.

-Pues deberías -reparo Beetlemon tras aterrizar, seguido de Zephyrmon-. Takuya, será mejor que-

-Lo deje atrás, aparentemente, este tipo lo quiere -irrumpió Agunimon y agrego-, lo cual me tiene intrigado.

La mirada afilada y punzante del digimon se fijo sobre el caballero sin nombre y eso basto para contagiar el ánimo a sus camaradas que no tardaron en tomar posiciones de ataque. El misterioso digimon no dijo palabra alguna ni movió un musculo, simplemente los observo, con perspicacia y burda apreciación de sus enemigos, él prefería acabarlos de una vez, con un golpe siquiera pero viéndose en la situación de haberse desviado de su misión original, solo le quedaba seguir el plan alternativo. Escapar.

Y no porque fuese un cobarde, sino, porque era un soldado fiel.

-¡Oye, cabeza de Cthulhu! ¿¡Me buscabas!?

Todos oyeron a Takuya a espaldas del gran digimon de armadura, agitando un brazo en el aire y algo encerrado en sus puños. Agunimon no tardo en reconocer el aparato-scanner y tampoco, las llamas de determinación en los ojos de su portador.

-¡Agunimon! ¡¿Estás listo, ya sabes?! ¡Como en los viejos tiempos! -Exclamo Takuya. Entonces, el digivice brillo y un radiante anillo de datos apareció en su otra mano, al igual que alrededor de su compañero digital.

-¡Ya era hora! ¡Tú siempre atrasado, ¿eh, Takuya?!

-¡Dejen de parlotear y ya solo háganlo! -Zephyrmon levanto la voz, exasperada.

Ambos suspiraron exageradamente con resignación. En cambio, el digimon misterioso, continuaba observando sin soltar palabra alguna, más que satisfecho de que su oponente hubiese aparecido pero desilusionado de tener que dejarlo ir con las palabras en la boca.

-¡Ok, hagámoslo! -Una vez más, Takuya alzo el digivice en alto.

-Me temo que lo dejaremos para otra ocasión –anuncio su perseguidor, y luego, pensó para sí –Después de todo, finalmente te encontré, sacrificio.

Ahora, era la espada la que estaba en lo alto y antes de que alguno hiciera algo un portal rajado en la nada del espacio se abrió, humo negro brotaba de él y una sensación congelante para los huesos desconcertó a los guerreros. El general de un vasto ejercito oscuro, nacido desde las entrañas del basurero digital y creado con solo el propósito de destruir, avanzo con ímpetu, más que regocijado en la idea de que su simple presencia hacia paralizar a sus enemigos que no se movieron de sus lugares hasta que el desapareció en la noche.

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-Eres patético.

-¿Ah?

-Lo que oíste, eres patético y estúpido.

-Koji…-

-Shh, déjalo continuar.

-…-

-Esto es ridículo.

-Tenías una tarea, una simple tarea Agunimon y lo arruinaste.

-Siendo justos, ese sujeto se marcho. Así. Sin más. Desapareció. No fue mi culpa; vamos Beetlemon, Kazemon, díganles.

El guardián del trueno y la portadora del aire prefirieron que su silencio hablara por ellos.

-Admítelo Agunimon, lo arruinaste.

-¡Juro que vuelves a decirme que lo arruine y te convierto en fósil!

-Chicos, podrían…ya saben, ¿bajar el volumen de la voz?

Silencio se materializo.

Ahora, los 5 reunidos, 10 si incluían a los digimons, todos dentro de los digivices; a la espera de un tren que los llevara a casa en plan de no llamar mucho la atención, debatían todo lo extraño sucedido hasta ahora.

-Retomando el tema -prosiguió Takuya-, ¿Qué demonios sucede? Es decir, es genial volver a verlos y todo eso, pero… ¿Qué demonios sucede ahora en el Digimundo?

-¿Quién era ese tipo de la armadura? -Se apresuro a preguntar Jp.

-¿Acaso Lucemon volvió? O, ¿es algo mucho peor sucediendo? -Añadió Tomy y por primera vez, todos consideraban esa opción, inclusive Koji que durante todo este tiempo la negaba rotundamente. El silencio retomo.

-No y si, si eso responde tu pregunta -dijo Loewemon.

-Y hablando del sujeto de la armadura, pues -prosiguió Agunimon, sombría su voz y preocupante las noticias que daría-, no hay mucho que sepamos de él.

"Al principio, fue algo aislado, un incidente menor que se propago más rápido de lo que nuestro confianza nos dejaba ver y de pronto, teníamos digimons corrompidos, contados por miles y miles, amenazando con atacar y desperdigar odio y caos. Y lo hicieron. No se midieron y Los Ángeles ya no podían controlar la situación. Nosotros estuvimos fuera del fuego de la batalla por mucho tiempo y nos costó más volver a acostumbrarnos, aun habiendo pasado mucho tiempo desde su partida. Entonces, cuando creíamos que peor no podía ponerse esta treta, él apareció en el norte, luego de una cruzada y fue allí, que los rumores crecieron sin límites."

-¿Rumores? -Pregunto Zoe.

-Si, rumores.

Las puertas se abrieron e intentaron confundirse con la gente, esperando volver a sentir cierta tranquilidad y despreocupación a pesar de lo sucedido y del relato. Sin más, Agunimon continuo:

"Nadie sabe donde comenzó o quien lo esparció al principio, ni siquiera sabemos en qué momento llego hasta nuestros oídos y aun así, se expandió a cada rincón como la peste; rápida e intensamente. Se decía que había puertas que llevaban a otros lugares y poderes tan oscuros que ni el mismo Lucemon por si solo pudiera enfrentar. Los mitos sobre Dracmon se hicieron más fuertes que en el pasado, pero, no fue aquello los que nos preocupo.

Nos tomo tiempo pero, pudimos escarbar en lo más profundo de nuestra historia como mundo y al parecer, la presencia de Lucemon y su inevitable descenso a la codicia y poder solo era la punta del iceberg, si quieren ponerlo en palabras que ustedes comprendan"

-Lucemon-pensó Koji -; entonces, mis instintos estaban en lo cierto

-Sigo confundido -dijo Jp, cruzado mezquinamente de brazos.

-Zoe, tú fuiste la primera en reunirte con ellos, tú debes saber más que nosotros -expuso Koichi y ella asintió, tensa.

-No es mucho más que lo que Agunimon dice, pues no tuvimos mucho tiempo antes de que Kimeramon atacara -dijo-, pero, lo que comprendí es que, Lucemon era una entidad individual pero… ¡Por dios!

-¿Qué sucede? -Sus amigos pronto se tensaron al oír la preocupación en voz de Zoe. Ella pretendía retomar camino hacia la puerta apenas el tren parara.

-¡Bokomon y Neemon! Por dios, los olvide en la estación luego del ataque, debo-

-No te preocupes por ellos -dijo Kazemon con calma-, de seguro deben estar de regreso con Worm. En todo caso, lo mejor serán que se calmen y continuemos con esto en la mañana…-

[...]

El camino a casa fue confuso y ligero. Podía describirse como tener la cabeza llena de nubes, flotante, sin rumbo y sin estabilidad, ninguna idea anclada y nada concreto para que pensar pero a la vez, sentirse completamente pesado. El pensamiento de Takuya se hallaba completamente tomado por aquella impertinente preocupación de querer saber que significaba aquel dolor punzante en su pecho. Ocurrida una vez, no sería algo preocupante, inclusive dos, pero tres veces consecutivas en una noche, seguida de un misterioso digimon que quería atraparlo; no era algo que se pudiera pasar por alto. Sin embargo, aun tenía la extraña sensación de que necesitaría conocer mejor la situación para comprender a que se debía aquella dolencia. Abandono la posibilidad de preguntarle a Agunimon. Pero aun así, tras tanta preocupación, no podía evitar sentirse regocijado con la bendición de volver a ver a su compañero, aun en estas circunstancias.

-Sabes, pese a todo esto -dijo pasando bajo las farolas en el trayecto a casa-, es bueno volver a verlos.

-Lo mismo digo, aunque, no creo llegar a acostumbrarme a tu mundo -respondió Agunimon-. Tiene toda esta tecnología que es más que interesante para nosotros, pero, es tan extraño.

-Bueno, así nos sentimos nosotros cuando llegamos al Digimundo por primera vez, debía tocarlos a ustedes ahora.

Ambos se rieron y el clima de la conversación se aligero, por bien de Takuya y Agunimon, y permaneció así hasta que el joven adolescente llego a casa y se gano una reprimenda cortesía de su madre por aparecer a estas horas de la noche.

-¡El centro es un caos y tu dando vueltas por allí perdiendo el tiempo! ¿Sabes lo preocupada que estaba por ti?

-Ya, no es para tanto, estoy bien -dijo Takuya, ya a medio camino a su cuarto por las escaleras, deseaba poder hablar más con Agunimon sobre ciertas cosas. Shinya, su hermano menor, asomaba la cabeza por la abertura de su cuarto, ubicada junto al de Takuya.

-Apuesto a que te estabas viendo con una chica -esbozo una burlesca sonrisa el niño de ahora 13 años.

-Metete en tus asuntos, Shinya.

-¡Entonces si tienes novia!

Prefiriendo no comenzar una pelea con su hermano, Takuya cerró la puerta de su habitación y se reclino sobre la misma, sintiendo todo el cansancio consumiendo su cuerpo. Y apenas era el primer día, se atrevió a pensar.

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-Ahora que lo dices, ¿Qué sucede con el resto de los Digi-Spirits?

Koji observo a su hermano, tumbado de espaldas en la calma y con su digivice en alto, claramente digiriéndose a Loewemon. Debió admitir que esa era una pregunta que no se había pasado por su cabeza y que ahora alimentaba su curiosidad.

-Bueno, ustedes saben que ellos no les pertenecen a nadie -respondió Loewemon.

-Aun no -añadió Lobomon y de inmediato, capto la atención de los gemelos.

-¿A qué te refieres que aun no? ¿Hay otros chicos como nosotros? ¡Debemos encontrarlos entonces! -Dijo Koji, con aparato en mano.

La simple idea de que hubiese una posibilidad de no ser los únicos, esta ocasión, y de poder obtener una oportunidad de aumentar su fuerza en número, significaba que lo que estuviese sucediendo, podría no ser un reto tan difícil y arriesgado como la última vez.

-Es preferible que aun no, después de todo, debamos esperar a que encuentren a sus compañeros.

-¿Compañeros? -Repitió Koichi, intrigado.

-El resto de los Digi-spirits vinieron con nosotros-

"Todos nos embarcamos hacia aquí en el Trailmon pero siendo nosotros 6 los únicos con compañeros, válgase la redundancia, el resto tuvo que seguir sus propios caminos y encontrar a sus compañeros humanos. En este momento, Mercurymon, Ranamon, Arbormon y Grumblemon andan en la búsqueda de chicos iguales a ustedes que puedan unirse a defender al Digimundo y su mundo sin dudarlo."

-Y, ustedes no sabrán…ya saben, ¿Quiénes son estos chicos? -El mayor de los gemelos vacilo-, es decir, ¿no saben donde están ellos ahora?

-Gracias al cielo, no -Lobomon no evito soltar un graznido y Loewemon rio por su actitud.

-No lo culpen, Grumblemon había estado todo el viaje inquieto sobre quien sería su compañero y no dejaba de decir que esperaba que fuese alguien fuerte y no una "niñita".-

-Honestamente, espero que siga perdido un tiempo más.

-¿Y qué hay del resto? -Dijo Koichi.

-Mercurymon es el único que me inquieta.

-¿Hay una razón especifica de porque? -Pregunto Koji, sentándose junto a su hermano que permanecía acostado.

No hubo respuesta inmediata.

-Digamos que -fue Loewemon quien hablo luego -es una situación complicada. Creemos que él ni siquiera este en este país.

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Klayndemon marchaba con destino al salón del Trono, ignorando a todo aquel que se cruzara por su camino e intentara interrogarlo sobre su última misión. El solo le debía cuantas a un solo digimon. Daemon. Su amo y Señor.

Sin embargo, se encontró a la sombra de un indeseado visitante sentado allí, una pierna sobre el apoya brazos y su fiel pistola "Berenjena" colgando de su mano. Tal insolencia lo sacaba de quicio, aun así, se controlo.

-Klayn -saludo Beelzemon con una mueca en su rostro.

-Lord, es una sorpresa verlo aquí, aunque no grata.

-¿Mmm? -Se enderezo en el trono cubierto de sombras, Beelzemon se torno serio -¿Qué acaso buscabas a "Papi"? El no está en casa y no volverá por ahora.

Klayndemon no respondió, simplemente ingreso a la habitación y se quedo en medio del salón, bañado a medias sombras, luz que cortaba el aire tras los ventanales y el cielo marchito y desteñido de aquella are particular que no tenía ubicación en los mapas del Digimundo. El Área Oscura era su nombre.

Su capa, de igual tono con la alfombra que dividía la sala y guiaba hasta el trono que ahora Beelzemon usurpaba gracias a que su dueño estaba ausente, no se agitaba como cuando caminaba. Su figura estática lo observo, siendo indescriptible su rostro para Beelzemon, escondido tras la máscara.

-Pensé que andarías paseando en aquel cacharro tuyo -dijo Klayndemon tras meditar en silencio sus palabras y Beelzemon chisto, malhumorado-. Así que, dime, ¿Qué pretendes hacer aquí mientras mi Señor no está?

-Asuntos de la realeza, son cosas que no te incumben, General.

- Son de incumbencia mía si es que pretendes poseer un ejército, no es muy sensato liderar huestes que desconocen porque arriesgan sus vidas, ¿Qué acaso no piensas, mi querido Lord? O ¿será cierto lo que el resto de los Demon Lords dicen sobre ti? ¿Qué eres impulsivo y suicida? -Beelzemon se levanto de golpe, provocado por la impertinencia y condescendiente actitud de un digimon que el suponía, debía respetarlo.

Ambos se miraron de frente y sostuvieron las miradas de forma tal que el aire era irrespirable para terceros, de estar presentes y pensaban lo irritantemente inútil y obstinado era el otro.

Pasos se oyeron a través de ecos hasta allí pero ellos lo ignoraron por mantener la concentración en una batalla silenciosa de egos que Lilithmon pondría fin por el bien de su cordura.

-¡Oigan, oigan par de idiotas! -Entro al salón a viva voz sin intenciones de pasar desapercibida y avanzo, contorneando las caderas, hasta quedar en medio de ambos aun separados por varios metros entre si-. Aun tendrán tiempo para matarse pero hasta que no nos dejen de ser útiles, guárdense las garras, señoritas. ¡Beelzemon, ¿Qué demonios haces allí?! ¡Baja de una vez, cabeza hueca!

-Como tú digas, Lilithmon, ¡solo ya cállate, ¿quieres mujer?!

Fundiéndose la pistola a la espalda, este marcho hacia la puerta no sin antes dirigir una mirada de recelo al General del Ejercito de las Sombras y mano derecha del más poderoso de ellos.

-Lárgate de una vez, demonios -renegó Lilithmon y largo un suspiro irritante-, ¿Por qué tiene que hacer todo tan difícil?

-En eso está la diversión, mi querida -dijo antes de desaparecer.

-Algún día tendré tu cabeza en mi espada.

Klayndemon se dio la libertad de pensar lo que se había convertido en un anhelo, esperaba, alcanzable. Solo que no sabía que él no sería el perpetrador de tal fantasía.