...Y luego de una eternidad, he regresado. Mas cansada que nunca.

Este capitulo ha sido un desafio y lo sigue siendo, es muy flojo en mi opinion pero, ni modo, asi tiene que avanzar la historia. Espero lo disfruten y ya saben, dejen un review con sus comentarios, ¡adiosito!


Quedaba más de media hora para que Chihiro, su mejor amiga terminara de editar una nota para el Club del Periódico Escolar y Miyu deseaba, muy dentro suyo, que la computadora que utilizaba dejara de funcionar por arte de magia, lo que sea necesario para que ella ya no se vea encerrada en ese sala sin nada que combatir su aburrimiento. Sentada desde el sofá verde musgo, comenzando a creer que el color no era el original sino más bien por otras cuestiones de limpieza, Miyu miro con impaciencia el reloj de gato sobre la puerta. Las manecillas parecían avanzar en un paso ralentizado, casi invisible para el ojo humano que combinado con los ojos saltones de dicho gato, parecían observarla fijamente, fríos y aterradores. Esto le recordaba a Miyu porque los gatos no eran sus animales predilectos.

Suspiro derrotada y se recostó en el sofá. El sonido de las teclas siendo golpeadas ininterrumpidamente comenzó a calmarla y al poco tiempo, Miyu se vio batallando por permanecer despierta.

—No puedo creer que te metieras en esto —renegó y se reincorporo, tallándose los ojos y evitando bostezar. La chica centrada frente al computador, sonrió divertida.

—No tardare mucho, así que intenta no dormirte —dijo Chihiro y Miyu levanto los brazos, estirándose cual gato tras una larga siesta.

—Lo sé, lo sé, prometiste llevarme a Akihabara a probar tartas.

—Solo si me hablabas más de Koji.

La chica de cabello rojizo pestañeo un par de veces al sentir un gran ardor en sus ojos, se los froto con ambos puños y añadió, en un tono de fastidio:

— ¿Sabes? Sería más barato para ti si decidieras armarte de valor e ir y hablarle, es una sugerencia —se apresuro a decir al no sentir las teclas sonar y supuso que su amiga estaría estática y ruborizada cual tomate de solo pensar en hacer aquello.

— ¡S-sabes que no puedo hacer aquello!

—Lo cual es irónico, considerando que eres tú la que se enamora de cada chico lindo que ve por más de cinco segundos.

De inmediato, Chihiro, una chica de cabello miel que siempre lo llevaba recogido en una trenza lateral y grandes ojos cafés escondidos tras un par de cristales, se dio vuelta en su asiento y su ceño fruncido y mejillas infladas desconcertaron a Miyu. Había hecho enfadar a su mejor amiga, lo cual, no era muy difícil.

—No tienes derecho a mirarme así —advirtió esta.

— ¡Claro que lo tengo! Después de todo, eres tu quien va sola a buscar a los chicos para hablar de "cosas" —Chihiro gesticulo con las manos, alborotada —, y luego vienes y dices que no era nada importante, para yo luego enterarme que te sales con ellos después de clases.

La joven guerrera del agua (aun sin experiencia) no supo que decir al principio, sorprendida en parte de que Chihiro supiera de su encuentro con los restantes "guerreros legendarios" del día anterior, supuso que no era del todo secreto considerando el pequeño espectáculo que había dado al ir a buscarlos a su salón horas antes.

Pero, volviendo al presente, Miyu chillo exasperada y se llevo una mano a la cara, incapaz de comprender porque siendo su mejor amiga la interesada en el menor de los gemelos, ella misma debía comportarse como mensajera. Siempre sucedía este tipo discusiones.

—Tengo derecho a hablar con cualquier persona, y si la verdad te molesta tanto que me acerque a tu "amado Koji", ¡pues ve y háblale! Tienes una lengua y una boca y un par de pies sanos que pueden llevarte hasta él y decirle "Hola, Koji, Soy Chihiro, ¿Cómo estás? Me gusta tu pañuelo"!

Acabada la frase, su voz había aumentado de volumen y sin darse cuenta, su sarcasmo provoco cierto sentimiento de pudor y enojo en Chihiro. Pero, a Miyu no le importaba si eso llegaba a lastimarla, pues a ella comenzaba a serle escasa la paciencia.

—Necesito tomar aire.

Anuncio su partida aun a sabiendas de que Chihiro no la estaría escuchando y, una vez más, no le importo.

Cerró la puerta de la pequeña sala del club y camino por el pasillo ausente de estudiantes, los salones gritaban del silencio a pesar de poder oírse voces y mesas y sillas ser arrastradas no lejos de allí, supuso que los de segundo año debían quedarse a limpiar.

Finalmente y casi sin notar, salió del edificio, ya era media tarde y el sol todavía reinaba en lo alto del cielo. Las cigarras se oían a lo lejos, cantando serenatas eternas de verano. Ese pensamiento le hizo desear un té helado a Miyu. Decidió ir hacia la máquina expendedora al otro lado del edificio, ya que era la más cercana y en el camino el aparato que había obtenido, su digivice, comenzó a sonar.

— ¿Qué sucede Ranamon? —pregunto, una vez en sus manos.

Al igual que los salones, la escuela estaba casi vacía a diferencia de los estudiantes que se quedaban ya sea por los clubes o por que debían terminar deberes, no lejos de ella, la cancha de futbol se erguía. Miyu no debía pensar mucho para saber que Takuya y Koichi de seguro estarían ahí.

—Tu amiga, eso sucede —se quejo la digimon, provocando que su compañera humana se riera apenas —. ¿Cómo es posible que soportes a alguien así?

—Porque es mi mejor amiga.

— ¡Esas son patrañas! —la digimon protesto.

—Ranamon, no la conoces, no deberías juzgarla de antemano —dijo Miyu en un tono de represión. La digimon soltó algo parecido a una queja.

—Solo digo que si realmente fuese tu amiga, no tendría porque sacarte a relucir sus propios fallos como si fueran tuyos. Tu misma lo dijiste, ella es una cobarde.

Miyu vacilo ante el discurso de su digimon —Yo no dije eso.

—Pues, deberías empezar a leer entre líneas.

—Entonces…. —comenzó la chica, con un halo de misterio pero se detuvo pues al dar vuelta la esquina de la galería, vio la máquina expendedora no lejos de ella y apresuro el paso, mientras buscaba algunas monedas en sus bolsillos —, entonces, ¿tú y Agunimon…?

Quiso dejar esa frase al aire solo para dar a entender su punto. Aguardo por una respuesta mientras insertaba las monedas por la ranura para luego ingresar los datos del número de sección donde se encontraba la bebida que deseaba.

Un sonido de traqueteo broto de la maquina y la hizo sobresaltar y que fácilmente hizo pasar desapercibido el resoplido que Ranamon soltó, casi adrede. Miyu observo con detenimiento al bloque de metal frente suyo y comenzó a golpearlo en los lados.

— ¡Maldita sea…se trago mis monedas!

—…Como decía —Ranamon se aclaro la garganta y prosiguió —, quiero que quede claro para que no haya futuras confusiones y/o situaciones incomodas para tu anfitriona, así que escucha claramente, Miyu…—

— ¡Estúpida chatarra, quiero mis monedas o mínimo, mi té helado! —ella imploraba en suma de mas golpes contra la máquina expendedora, ignorando completamente lo que Ranamon tenía para decir.

—…Se que te sonara algo decepcionante, considerando que soy una de las más bellas digimons con una legión de fans allá en el Digimundo, pero, si…detesto a Agunimon y él me detesta de la misma forma.

Sus palabras iban acompañadas de solemne dedicación.

En cambio, la chica humana acompañaba sus golpes con graznidos frustrados.

— ¡No me estas escuchando! —finalmente, cansada de ser ignorada, Ranamon levanto la voz, indignada.

—…La maquina, se trago…mis monedas…—

Y así, Miyu se vio derrotada por aquella ordinaria máquina expendedora. Frustrada y cansada, golpeo al aparatejo con su cabeza y gruño. No había forma en que su día pudiese empeorar.

Sin embargo, se sobresalto al oír algo caer en la bandeja frente a sus narices. Confundida levanto la mirada y se sorprendió de ver a Koji apoyado sobre la maquina, manos en sus bolsillos y con una menguante sonrisa en su rostro.

— ¡Koji, eres mi héroe! —no pudo contener un chillido de alegría mientras saltaba hacia este y dejaba caer sus manos en los hombros del chico. Koji se froto la nuca, intentando encontrar las palabras.

—Solo es una máquina, suelen hacer eso.

Minutos después, Koji y Miyu estaban sentados en las gradas junto a la cancha de futbol, observaban casi sin prestar mucha atención el partido de práctica del equipo en el que estaban sus amigos, pues, se habían ensimismado en una conversación demasiado seria para la locación.

— ¿Has visto las noticias? —comenzó Koji, serio como de costumbre.

—Si, algo —respondió Miyu, haciendo girar el líquido dentro de la botella entre sus manos —. Sabes, el Departamento de Estado ha declarado una situación de emergencia naranja y ordeno a la policía estatal de que si volviese a haber algún ataque de esos monstruos, que simplemente evacuasen a la gente. Parece que los peces gordos del gobierno planean algo.

Koji se volvió para mirar a la chica con el ceño fruncido, desconcertado por esa información que los medios de comunicación no habían dado a conocer y que ella las decía como estuviese diciendo la hora.

— ¿…tu como sabes eso?

— ¿Ah? —una vez más, Miyu se vio sorprendida por Koji y al reconocer que hablaba de mas, se rio apenada —, lo siento, debí ser mas especifica, mi papa es detective y mi madre trabaja para la Secretaria de Defensa Civil.

—Entonces, sabes que es lo que planea el gobierno acerca de los ataques.

—Por desgracia no del todo, se están manejando con secretismo. Solo afirman que podrían ser ataques terroristas, solo para dar cierto "alivio" a las masas.

—Claro, es más creíble que nos atacan unos fanáticos religiosos suicidas que criaturas digitales de otro mundo —murmuro Koji, hundiéndose en su lugar y retomando su atención al partido. Miyu no supo que responder para aliviar la tensión en el chico y solo siguió su ejemplo, ambos observaron en silencio el partido, mientras la media tarde continuaba avanzando.

La suave brisa de la tarde lograba acariciar gentilmente el rostro de Koji que al cabo de unos minutos, nuevamente, se hallaba relajado. Busco con su mano la lata de soda que había dejado de lado y al corroborar que se había acabado su contenido, la aplasto con su pie y la dejo de lado, prometiendo arrojarla a la basura cuando tuviese oportunidad.

—Por cierto —dijo Miyu de repente, tomando desprevenido a Koji. Este levanto las cejas —, ¿oíste esa noticia sobre ese ataque en Estados Unidos?

Koji abrió la boca pero de inmediato la cerró, intento rebuscar en su cabeza algo relacionado sobre aquello, pues, algo le sonaba la noticia. Al final, el recuerdo lo golpeo y jadeo de sorpresa.

— ¿El sucedido en Washington? —Miyu asintió, aun sin mirarlo —, si…tengo que admitir que es extraño. Tuve una sensación de familiaridad al leer los detalles.

Apenas había ocurrido el día anterior pero sin duda que había dejado gran impresión en él. Según lo reportaban, como de interés común no era debido en si al ataque, descripto como un caso aislado por parte de personas sin identificar, sino porque había un implicado de lo más curioso: el hijo del embajador japonés en aquel país, quien a la vez fue protagonista de un accidente automovilístico un par de semanas antes en donde testigos visuales declararon haber visto y oído explosiones y un incendio cerca del lugar de lo ocurrido. Algo similar a lo sucedido en ese café en la zona urbana de Washington donde él estaba presente.

Cualquiera lo pasaría por alto, sin embargo, desde el ataque de Klayndemon, ya nada podía pasar por desapercibido. La inquietud sobre el aun desaparecido Mercurymon despertaba paranoia en el grupo y tras intentos fallidos de establecer un canal de comunicación por los digivices con este, decidieron estar alertas, en caso de que él hiciera contacto primero.

— ¿En que estaba pensando Mercurymon al desaparecer? —se quejo Lobomon, proveniente del bolsillo de la chaqueta de Koji y de inmediato, este tuvo su digivice en su mano.

—Calma, estoy seguro que él está bien —aconsejo el chico de largo cabello, con calma —. Después de todo, Agunimon cree en el.

—Eso es lo que me preocupa.

Koji quedo perplejo con esa respuesta y estuvo a punto de protestar cuando la imagen de Lobomon en la pantalla comenzó a distorsionarse y su voz al hablar, se entrecortaba.

— ¡¿Qué está pasando…?! —Koji se puso de pie de inmediato, Miyu se puso alerta también, ahora devolviéndole una mirada de explicación al chico.

—No lo sé…creo…una señal…de —las palabras de Lobomon llegaban interceptadas y eran difíciles de comprender.

— ¡Lobomon, que pasa! —la chica humana no pudo contener su preocupación e intento asomarse por sobre el hombro de Koji — ¿Qué está sucediendo?

—Yo…. no lo sé —fue la única respuesta de Koji.

Ambos observaron con asombro y terror los últimos segundos de la proyección del digimon lobo antes de que por completo la pantalla se tornara blanca y un símbolo de líneas verdes hiciera aparición. No le tomo ni una milésima de segundo a Koji reconocer aquel dibujo como el símbolo del Guerrero del Metal. Sus manos temblaron ligeramente ante el asombro.

—…no puede ser, es Mercurymon—

— ¿¡Que!?

— ¿Es Mercurymon? —cuestiono Ranamon desde el aparato, y se oía aliviada, al igual que tensa.

El ruido de la estática y lluvia solo generaba mas ansiedad en los jóvenes y digimons, debían saber si era realmente un llamado de Mercurymon. Había mucho en juego.

El corazón de Koji se detuvo al oír sonidos parecidos a balbuceos. Podía ser una voz, no estaba seguro pues la distorsión de la señal no se lo permitía, pero, parecía una voz, una muy conocida.

… —los primeros segundos, fueron eternos, hasta que una voz, hizo la claridad en ese mar de tinieblas que el misterio creaba —…Hola…gu-guerreros…—

Un velo de aturdidos pensamientos y apresuradas conclusiones se creó y agolpo en tan jóvenes mentes como las de Koji y Miyu.

—… ¿Mercurymon? —hablo Koji, a pesar del inexplicable nudo en su garganta. Una clara risa jocosa se escucho al otro lado de esa llamada.

¡Koji Minamoto! ¡Tu voz puede haber cambiado pero aun sigo reconociéndola! ¿Cuántos años humanos ha pasado desde la última vez? ¿Uno, cinco, diez? La verdad no he tenido tiempo para sacar las cuentas.

Un lamento casi imperceptible se escucho. Koji prefirió ignorar aquello junto con la charla poco elocuente que sostenía Mercurymon, especialmente, por el hecho de que estaban en apuros.

—Ehm, si ¿hola? Muy linda charla y todo eso pero, ¿eres Mercurymon, el digimon del metal? —Miyu aprovecho la breve pausa de Kouji para sumarse a la conversación que por poco se estaba perdiendo. Ella era un manojo de nervios pero, hizo lo mejo que pudo para cubrirlos.

Mmh, esta voz no reconozco —reflexiono Mercurymon —, pero, me gusta. Eres confiable.

—Bien por mí —

He de suponer que eres elegida por uno de los elementos, mi querida así que, dime, ¿Cuál eres tú?

Una respuestas espero y sin embargo, no obtuvo nada por parte de la chica humana (era obvio) pero si, de una vieja voz muy conocida para Mercurymon.

— ¡Que es esa indecencia de actuar todo relajado, eh! ¡Nos tienes a todos muertos de preocupación, sabes, eres un desconsiderado y…!—

Oh, Ranamon, debí suponerlo —podía oírse la sonrisa en su voz —, me sorprende que pudieras estar tanto tiempo sin decir palabra alguna. Hasta comenzaba a asustarme de que también te hubieras perdido.

— ¡Mendigo, maldito….! —la digimon soltó un grito ahogado.

Mercurymon, ve al grano, no sabemos cuánto tiempo podrás mantener esta conexión.

Una nueva voz se unió a la conversación y ninguno de los dos adolescentes podía decir a ciencia cierta que significaba y por eso, prefirieron oír más.

Oh, lamento haber sido tan descortés —se disculpo Mercurymon, aclarándose la garganta —, guerreros, les presento a Takashi Hoshino, mi compañero humano.

— ¿Compañero humano, dices? —exclamo Lobomon, atónito.

Ni más ni menos, te daré los detalles luego así que, escuchen bien: nos tomo mucho tiempo y esfuerzo poder lograr esta conexión y estoy seguro que no todos están reunidos por lo tanto, volveré a llamar en un par de horas, luego de que Takashi duerma un poco —el digimon de metal rio animado —, esto del cambio horario no es bueno para su humor.

—Cállate idiota —Mascullo Takashi.

Como decía, llamare de nuevo en tres horas a tu digivice Kouji; por favor, ten al resto reunido para ese tiempo, no sé cuando podre volver a contactarme antes de nuestro viaje.

—Si, lo hare, lo prometo —asintió el muchacho.

—Siempre tan confiable, Kouji, gracias. Los veo en tres horas.

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Mercurymon sonrio una vez finalizada esa llamada y se volvió hacia Takashi y casi se cae por la gracia que el rostro del joven le provocaba.

—Deja de reírte, idiota —ordeno este, entornando los ojos y clavándole la mirada casi cual dagas.

—Realmente te pareces a él —reía con fuerzas Mercurymon. Takashi pestañeo sin comprender las palabras del digimon que una vez más lo confundían con la mención de "él".

—Aun no se a que te refieres con "el", pero, algún día lo averiguare y si resulta ser un mal chiste ¡te las veras conmigo! —lo señalo y Mercurymon estallo en más risas.

No podía imaginarse peleando al lado de este digimon extraño y tampoco, se imaginaba ya su vida sin este.

[…]

—… ¡A este paso, jamás podre lograrlo! —exclamo Katsuharu en potente frustración. Apretó con fuerza el digivice en su mano. Sus amigos, solo pudieron observar en silencio como descargaba su enfado a modo de insultos.

— ¿Deberíamos decirle que puede tomar un tiempo tratar de transformarse por primera vez? —comento Jp al resto de sus acompañantes de pie a su lado.

Shhh —Grumblemon lo callo, presionando un dedo en su boca —, déjalo, es divertido ver como pierde la paciencia, la cual, no es mucha.

—No creo que sea buena idea alterarlo más de la cuenta —Kazemon, cruzada de brazos, le aconsejo y señalo —, temo que pueda desmayarse.

— ¿Eso no es un poco exagerado? —Jp comento, escéptico.

—Mira y aprende.

Zoe rio para sí al oír las palabras de su compañera digimon, les hacia recordar a las de su madre, que siempre de forma estricta pero cariñosa, intentaba darle una lección, incluso, cuando ella se armaba en plan de obstinada, propio de su personalidad. Se hizo muchas preguntas respecto a Kazemon que con el tiempo, esperaba poder resolver por lo que, ahora, dejaría de enredarse en sus propios pensamientos para enfocarse en un tema mas urgente que era ayudar a sus nuevos compañeros a lograr la digievolucion.

Katsuharu, aun sintiendo sus venas palpar de enfado, observo el digivice en su posesión y suspiro, una ola de fatiga relajo sus músculos e hizo a sus parpados tan pesados como una montaña, se reprimió de bostezar pues, aun tenía mucho que practicar antes de dejar abierta la opción de rendirse. No, aun no, el Digimundo le había dado tanto y era su turno de devolver algo a cambio.

Esa había sido su motivación días atrás cuando recibió aquel artefacto en mano en compañía de un mensaje de, ambos, auxilio y agradecimiento que supuso, como de manera no podía ser, habría sido de Ophanimon. Fue en aquel mismo día en que dos digimons desconocidos atacaron en Shibuya.

Si bien desconocía por completo la verdadera razón para que los antiguos guerreros legendarios se embarcaran a cruzar la barrera que ellos mismos establecieron era una prohibición, prefirió seguirles la corriente y no indagar de mas, ya todos estaban muy estresados con el tema de tener a uno de sus camaradas desaparecido, él no crearía más problemas al menos por ahora, pero eso no significaba que no tuviese dudas al respecto.

—Grumblemon, intentémoslo una vez más.

El digimon obedeció y se dejo absorber por el aparato y Katsuharu le dio la espalda a sus acompañantes y casi por obra del destino, un suave viento se levanto y el silencio afloro; esa vieja bodega abandonada por una empresa constructiva hace ya varios años, desapareció para el joven chico y dejo que la oscuridad en la que ahora se hallaba (a causa de haber cerrado los ojos) lo guiara por la dirección correcta. Escucho el latir de su corazón y en lo profunda que su respiración se había transformado, era difícil confiar en sus instintos en los años de adolescencia y más ahora, que la presión los ameritaba. Podia sentir el peso del digivice en su mano y en la otra un pequeño cumulo de chispas, quizás era la emoción o los nervios pero, sentía algo. Presiono los parpados y se concentro aun mas, el silencio persistió y nadie se atrevió en romperlo.

[…]

Katsuharu gimió y abrió los ojos. Sintió gran confusión cuando su vista no pudo enfocarse para distinguir mejor la figura de sus amigos, prácticamente, encima de él. Necesitaba una explicación pues, no recordaba mucho luego de ver un destellante aro en su mano.

—… ¿Qué, diablos paso? —pregunto al sentarse. Una punzada le atravesó la frente.

—Te desmayaste justo antes de que pudieras hacerlo —explico Zoe con una leve sonrisa en su rostro —. Ten, bebe un poco, tal vez el calor te afecto.

Katsuharu vio la botella que la chica le ofrecía y lo tomo, le dio un sorbo con gusto. Cerro y abrió sus ojos un par de veces intenta acostumbrarlos a la nueva luz. El grupo solo podía observarlo con alivio tras el susto que les había dado al desplomarse sobre el suelo, un tanto pálido y con la respiración agitada.

— ¡Casi lo logramos, demonios! —Grumblemon lanzo un puño al aire —, ¡estuvimos cerca de lograrlo!

—Tal vez para la próxima puedan lograrlo —dijo Jp, un tanto optimista, demasiado para el gusto Katsuharu que sacudió la cabeza tras su comentario.

—"Tal vez" no es suficiente —declaro, tensando los músculos de la mandíbula —, debemos hacerlo, no tenemos mucho tiempo que perder.

Katsuharu intento levantarse pero las fuertes manos de Jp sobre sus hombros lo detuvo — ¡Nada de intentar hacernos los héroes antes de tiempo! ¡Debes descansar! Te acabas de desmayar, ¡por dios, la juventud de ahora!

— ¿La juventud de ahora? —Katsuharu rio, levantando una ceja —, Jp, solo tienes dos años más que nosotros.

—Aun así —se llevo las manos a las caderas y enderezo la espalda, su pecho se inflo de orgullo —. Katsuharu, se que sientes mucha presión con este tema de la digievolucion ahora que tienes un digivice, pero, presionándote solo te lastimaras a ti mismo y, te necesitamos en una pieza para patearles el trasero a los malos.

—Es por eso que debemos lograrlo —renegó Katsuharu.

Kazemon sintió simpatía por la frustración mal intencionada del muchacho, por lo que se acerca y le toco el hombro, en gesto cariñoso.

—Tus intenciones son nobles pero los muchachos tienen razón, lo más importante, es el bienestar de ambos —miro a Grumblemon y les sonrió, ampliamente a ambos guerreros —, por favor, piensen mas en ustedes. Después de todo, somos un equipo, no deberíamos dejar a uno de los nuestros solo.

—Pff, díganselo a Takuya y Koji —se mofo Jp, fingiendo enfado.

—Ahora, ellos ya no se llevaran toda la diversión —aseguro Beetlemon, lleno de confianza —, ¡esos tontos de Agunimon y Lobomon no sabrán que los golpeo cuando consigamos de una vez la doble evolución! Tal vez, hasta tengamos que hablar con Seraphimon.

Beetlemon adopto una postura pensante que género gracia en sus compañeros, inclusive en Katsuharu que ahora, podía sentirse más relajado, pero, que no lo hacía olvidar por completo su dilema. Al contrario, lo hacía recapacitar y replantearse algunas cosas, con mayor claridad de juicio.

Sin embargo, sus pensamientos fueron irrumpidos abruptamente cuando un pitido se oyó, proveniente del digivice de Zoe, quien al ver la pantalla se extraño de ver el símbolo de Lowemon brillando, como si fuese un apuro.

— ¿Koichi? ¿Sucede algo? —pregunto, un poco nerviosa.

— ¡Zoe, gracias al cielo! —Koichi sonaba agitado y con la respiración rápida —, ¡dime, en donde estas!

—E-estoy con los chicos, dime, ¿sucede algo? ¿Estás bien, que hay de los demás?

Ella intercambio miradas con sus compañeros, humanos y digimons por igual, aguardando por lo peor.

— ¡Es Mercurymon, recibimos una llamada suya!

—Espera —se adelanto Jp a reaccionar — ¿Mercurymon? ¿C-como? ¿Es verdad?

—Si, pero fue breve, quiere que nos reunamos, el volverá a contactarse en 3 horas —explico el mayor de los gemelos, tropezando con sus propias palabras —, dijo algo del cambio horario y que la recepción no es buena—

Koichi comenzó a desvariar y esas palabras sueltas generaron dudas y sorpresa en sus amigos.

— ¡Olviden eso! ¿Dónde estás? Debemos reunirnos lo antes posible.

—Estamos en el distrito de Senkawa, estoy con Katsuharu y Jp.

— ¡Porque demonios están en Toshima! —Podía oírse a Takuya chistar molesto — ¡esa mierda está lejos, y el metro debe estar un caos a esta hora!

—No exageres, ni siquiera es hora pico —Koji lo reprimió.

— ¿Ustedes en donde están? —pregunto Jp, ignorando su pleito.

—Todavía en la escuela —suspiro Koichi, oyéndose cansado.

—Bien, haremos esto, nos encontraremos en un punto intermedio —propuso Katsuharu y todos lo oyeron en silencio —, será en el parque Ueno.

—Nos queda más cerca el edificio Metropolitano —se opuso Takuya.

—Necesitamos un lugar más tranquilo y dudo que frente a un edificio gubernamental sea lo más adecuado, si es queremos mantenernos en secreto. No se ustedes, pero, sería bueno que nos manejemos con mayor cuidado de ahora en más.

Se pudo oír a alguien gemir exasperado, no era muy seguro decir si era Koji o Koichi pues, a veces, sus voces eran muy similares.

—Bien —accedió Takuya —, será el parque Ueno, intenten contactar a Teppei, nosotros iremos por Tomy.

—De acuerdo —asintió Zoe —, nos vemos ahí, ¡suerte!

[…]

Koichi bajo su digivice, dada por finalizada esa llamada.

—Ahora, a por Tomy.

Prosiguió por llamar a su amigo en ese instante, alejándose unos pasos porque la inquietud que desprendía su hermano lo estaba preocupando a él también y ni que hablar de la impaciencia de Takuya al comenzar a notar lo mucho que Miyu se estaba tardando en regresar.

—Dijo que iba y volvía —farfullo entre dientes —, demonios, ¿Por qué se tarda tanto?

—Por lo que tengo entendido —dijo Koji, en un intento de despabilase de sus propios malestares al entablar conversación —, debía ir al club de Periodismo, eso está en la otra ala de la escuela.

Una extraña sonrisa curvo a medias los labios de Takuya —Vaya, ya te tienes bien fichada la escuela.

—Eso es porque yo al menos si uso la cabeza para algo y no ando matando mis neuronas dándole cabezazos a pelotas —se le escapo ese comentario mordaz que no hizo otra cosa más que aumentar la sonrisa en su compañero de clase y de armas.

—A mi me parece que es por otra razón.

—Oigan, par de volados, tenemos algo que hacer —la voz de Agunimon rompió la conversación a modo de recordatorio.

—Hasta que Miyu regrese, ¡déjame divertirme, hombre! —se quejo este, prestando atención a su digivice.

—No encuentro lo divertido en sacar conclusiones estúpidas —expuso Koji.

—Además, si no me fijo, te distraerás —añadió Agunimon, en tono áspero.

—Y ¿eso qué tiene de malo? —exigió Takuya, un tanto ofendido por las posturas de sus compañeros humano y digimon.

—Digamos que eres más útil si no te dejas llevar tanto por…lo que sea que esté pasando por tu cabeza ahora mismo.

— ¿Ah?

Antes de que Takuya pudiera agrega algo mas, Miyu apareció por el pasillo, agitando una mano. Paso corriendo por su lado, sin detenerse, ganándose una mirada confusa por parte de los tres muchachos.

— ¡Vamos, no hay tiempo que perder!

Sin demora ni pronta, Miyu se adelanto. Koichi se reunió con los restantes del grupo con un brillo de comitiva en sus ojos.

—Hable con Tomy —informo a la vez que tomaba su bolso y se lo cruzaba sobre los hombros —, dijo que nos alcanzara allá, sería bueno que también nos movamos.

Finalmente, el grupo de cuatro guerreros se encaminaba hacia el encuentro con sus demás compañeros.

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Por millonésima vez en el día (eso presumía), Klayndemon suspiro. Evito lanzar una mirada a su lado y continúo concentrado en el mapa del Digimundo desplegado frente a él, grandes sectores estaban marcados en rojo, otros en azul y muy pocos en gris pero, la mayor parte del territorio de su mundo estaba limpio, señal de no haber sido tocado aun con la fuerza destructiva de la guerra. Eso era algo bueno porque significaba que sin el empleo de tácticas repetitivas, aun así, había captado con éxito la atención de no solo los Ángeles Protectores, sino también, de los Guerreros Legendarios que por ende, lo habían conducido hacia los Niños Elegidos. Estaba tan cerca de tomar posesión del sacrificio, solo debía esperar un poco más para dar el golpe correcto.

Por su parte, Beelzemon, frustrado a más no poder, barrio con su parte de la mesa, volaron mapas y libros y un gruñido escapo de sus labios. Noto que el general a su lado ni se percato de su reacción o, supuso, que pretendió no hacerlo, la verdad no importaba, él solo tenía tiempo para preocuparse por un problema a la vez.

— ¡Nada, absolutamente nada! —camino con inquietud por la sala, lanzando maldiciones. Klayndemon continuo ignorando al Señor Demonio, caso contrario al del par de Gazimons que resguardaban la entrada del salón de guerra e intercambiaban miradas de incomodidad cada tanto, temerosos de que las reacciones de Beelzemon se saliesen de control, otra vez.

La incertidumbre se esparció por la habitación y a Klayndemon no podía importarle menos pero, a medida que los minutos corrían y la ansiedad sacaba lo peor de Beelzemon, volaron mas objetos por el aire y otros se destrozaban contra las paredes, patadas fueron dadas y hasta algunas balas fueron disparadas; la paciencia era una virtud que debía ser bien sembrada, sin embargo, si no se hallaba en un buen suelo, era un desperdicio de siembra.

— ¿Podrías parar? —demando Klayndemon, con una voz rasposa y firme. Era veneno transformado en palabras. Pero, sus palabras fueron ignoradas, pues, Beelzemon continuo arrasando con furia la habitación y esta vez, tomo una silla y la lanzo contra la ventana que, eventualmente, cedió y voló fuera del castillo con estruendo y después, un sorpresivo silencio se extendió, la pesada respiración del digimon demonio se podía oír con claridad. Los Gazimons se petrificaron en sus lugares y Klayndemon podía al fin, respirar aliviado.

—Gracias.

— ¡Ni creas que he terminado! —Beelzemon se volteo y disparo, alborotado —, ¡ustedes, traigan más!

— ¡S-si señor! —ambos Gazimons saludaron y salieron corriendo de la habitación. El general dejo caer la cabeza y se sostuvo sobre la mesa con sus manos, dejando salir un penoso suspiro de su parte.

—Esto es ridículo —mascullo por lo bajo —, jamás llegaremos a ningún termino si actúas de esa forma, mi Lord.

Beelzemon miro a Klayndemon, una mano en su cadera y chasqueo la lengua, en molestia —Guárdate tu cortesía, recuerda: quisiste despellejarme solo para validar las alucinaciones de Daemon. Tú y yo sabemos cuanta fuerza de voluntad estoy empeñando para no tener que volarte la cabeza.

Una breve pausa paso en Klayndemon, ahora, observando con ojos cautelosos y por decir palabras capaces de cortar la carne —Realmente ¿te crees tan especial? No eres el único aquí que controla sus pasos, Beelzemon.

—Si, me creo así de especial —aseguro Beelzemon y una sonrisa cómplice se torció en sus labios —, mientras tu juegas con tu pequeño mapa del Digimundo, yo, debo encargarme de asuntos más importantes, redes más grandes y complejas.

—Que no tienen que ver con el plan mayor de mi señor —retruco Klayndemon y Beelzemon le dedico una mirada fiera, al tiempo que apretaba la mandíbula —, es tu búsqueda personal, así que, sería bueno que dejaras de quejarte.

—Aun así, es importante —le lanzo una última mirada de soslayo, una mezquina, antes de caminar hacia la mesa y tomar los mapas en posesión del general. Los examino en alto con un gran interés, para asombro de Klayndemon pero, lo dejo ser sin añadir palabra alguna que reanimara la disputa.

Un par de miradas aquí y allá lograron formar que el digimon demonio frunciera los labios en descontento —Esta todo mal.

— ¿Mal? —Klayndemon dijo, una vena palpando en su frente.

—Si, todo está mal —continúo Beelzemon en su sermón —. Sé que intentas ganar la atención de papi poniendo todo tu empeño en esto, pero la verdad, intentas demasiado. Y antes de que digas algo, te explicare porque —menciono ante el próximo reprocho pintado en boca del general.

—No necesito que alguien quien no puede arreglar sus propios problemas, intente darme consejos —determino Klayndemon, cruzándose de brazos.

—Con esa actitud, no es ninguna sorpresa que te deteste —reconoció Beelzemon, arqueando una ceja —, pero… —se mantuvo pensativo por unos instantes, conflictivo con sus propios pensamientos —, tengo que proponerte algo.

Klayndemon no dijo nada al principio, principalmente, intrigado por esta súbita propuesta —Eres una caja llena de sorpresas —se concedió a decir y Beelzemon le agradeció con una sonrisa complaciente.

—Me conmueves, pero ya, enserio —su típica cara de fastidio volvió y explico —, al ver tu mapa y tus…intentos de causar revuelo, no estás viendo lo más importante.

—Y, ¿eso qué sería?

Beelzemon enrollo el mapa y lo sacudió —No pienses solo en el presente del Digimundo.

Klayndemon ladeo la cabeza, en señal de incomprensión. A esto, el digimon demonio suspiro disgustado — ¿Acaso, no sabes la historia de este Digimundo?

—Claro que la sé —afirmo, un tanto inseguro.

—Esto me da a entender que no —una vez más, sacudió el mapa —, tienes que alejarte de aquí, al menos por un tiempo y yo, tengo el lugar perfecto para ti.

—Eso que propones no tiene sentido —dijo Klayndemon, un cierto deje de condescendencia teñía su voz y tensaba sus hombros —. No tenemos tiempo para acertijos. Debo encargarme del sacrificio.

—Ya lo sé y créeme, todo a su tiempo —dijo Beelzemon, dejando caer sus manos sobre los hombros del general, sonriendo confiado — pero, para eso, necesitas aprender a quienes realmente debes fastidiar y yo, soy un experto en aquello.

—Eso no me cabe duda.

—Hare de cuenta que no dijiste eso —una torcida mueca entre molestia y una cínica sonrisa se dibujo en el rostro del Demon Lord. Se dio la vuelta para darse tiempo de cerrar los ojos y practicar un par de ejercicios de respiración que hacia un tiempo atrás, Barbamon le aconsejo usar en casos como este, pero que jamás llegaba a utilizar por, bueno, olvido. Mientras tanto, Klayndemon analizo las palabras de Beelzemon con cuidado. Temía que todo fuese una jugarreta para dejarlo mal parado o, peor, una trampa. Bajar la guardia no era una opción y tampoco desacatar ordenes de Daemon. Debía jugar bajo las reglas de Beelzemon, al menos, por ahora.

—Bien —Beelzemon se dio la vuelta, sonando más relajado y refrescado y comenzó a caminar hacia la salida —, ¡andando, no hay tiempo que perder, debemos movernos si queremos causar un efecto en nuestros enemigos!

Klayndemon iba a dar un paso, pero, la duda lo punzo en la mente —Puedo saber, ¿de quién estás hablando?

Sus palabras hicieron detener al Demon Lord, quien le dio la espalda los primeros segundos, permaneciendo en silencio. Beelzemon se volvió, finalmente, con una sonrisa tan penumbrosa como el salón mismo y su tercer ojo se movía por todos lados, frenético, como si estuviese extasiado.

—Klayn, vamos a tener que visitar a nuestros buenos amigos, Los Caballeros Reales.