Hola, princesas.

Perdón. Cambié el título xD

Creo que aquí me tienen. No puedo hacer capítulos más largos, la inspiración no es gratis(?) sea como sea, que actualice es lo que cuenta, ¿no? Al parecer, el fic tiene buena acogida y es justo y necesario que lo continúe ;)


Disclaimer: Aún no puedo obtener los derechos sobre los personajes de: Rumiko Takahashi. [Pero sí sobre los míos.]


Consecuencia| Chapter 2.


No esque estuviera en su mejor día, pero necesitaba salir del encierro en el que estaba.

Absorbió un poco más de café y suspiró. Su mirada divagó perdidamente por su grande apartamento mientras tomaba más cafeína; reflexionaba sobre su vida y lo sola que se encontraba en ese momento. Aún andaba con su batón blanco de tela toalla, el cabello azabache suelto y como era de costumbre: nada de maquillaje. Suspiró una vez más. Estaba hartándose de su propia vida.

Agarró el celular mientras dejaba la taza de café a un lado. Leyó sus notificaciones y no hizo más que tratar de dejar el aparato en otro lugar, al parecer no había nada interesante en ese momento. Volvió a tomar café, bajó de su silla de cocina alta y llegó al baño. Olvidó la taza blanca en algún lugar de su departamento mientras caminaba hasta allá.

Descubrió su delicado y suave cuerpo. La bata cayó con gracia y casi en cámara lenta, por toda su anatomía; llegando al piso, descubriendo sus pies blancos y finos. Kagome abrió la puerta de cristal de su bañera y entró. Un suspiró largo se extendió por todo el lugar cuando sintió el agua tibia recorrerle el cuerpo.


Su celular sonó de manera casi ensordecedora.

Gimió varonilmente mientras se removía en la cama. Al abrir los ojos, miró hacia su lado y pasó su mano por encima de la fémina de la cual no recordaba el nombre, para agarrar el estrepitoso teléfono. Se sentó en la cama mientras su otra acompañante se removía inquieta, por el sonido del aparato móvil.

—¿Qué diablos quieres a esta maldita hora, Sesshōmaru? —Gruñó con la voz adormilada, mientras se restregaba imperceptiblemente un ojo.

El aludido frunció el ceño del otro lado de la línea.´

—InuYasha no seas imbécil —le recriminó—, son las diez de la mañana, ¿entiendes?

—Sí, pero es domingo, ¿quieres? —Contraatacó—. ¿Debo recordarte que hoy es mi dia libre? Deja de joderme la vida por favor. —Se tiró de nuevo al colchón, despertando casi inmediatamente a las mujeres.

—Hoy tenemos una junta importante sobre el nuevo caso que vamos a resolver y es muy importante. —Informó el Taishō mayor, mientras estampaba el cigarrillo recién fumado en el cenicero—. Debes venir ahora mismo.

—¡¿Quieres que te rompa la cara?! —Gritó enojado, mientras su cara se desfiguraba con una mueca de coraje absoluto y exasperación. Sesshōmaru, no dijo nada más y cerró la llamada a su hermano—. Maldito, infeliz. —Masculló por lo bajo mientras sentía las manos de las chicas, acariciarle el torso—. Váyanse ya. —Quitó las extremidades de las jóvenes, mientras se levantaba.

—InuYasha…—Llamaron en tono infantil de reproche, mientras se sentaban en la cama y hacían pucheros, tapándose la desnudes con las sábanas amarillas.

El aludido las miró fijamente. El recuerdo de Kagome vino a su mente: ella siempre le ponía esa cara tan adorable que lo obligaba a besarla por tan hermosa y niña que se veía, cada vez que amanecía y tenía que irse a trabajar, luego de haberle hecho el amor toda la noche, recordándole que siempre sería suya.

En cambio; esas mujeres que estaban allí, le causaban repulsión. Simplemente las había usado la noche anterior, no las necesitaba más—. ¿Les pido un taxi?


Sacó la toalla de su azabache cabello mientras agarraba su celular. Marcó un número que se sabía de memoria y empezó a timbrar a su casi hermana.

—¿Hola? —Se escuchó la suave voz de la mujer.

—Kikyō —la aludida sonrió brillantemente del otro lado de la línea—. Tengo grandes ojeras como nunca las he tenido. —Informó Kagome, mientras ponía un tono dramático—. Necesito que me hagas un trabajo de esos que me haces nunca. —Sonrió la azabache.

Kiriyawa, sonrió abiertamente—. En veinte minutos estoy en tu casa, Kagome.

—Perfecto, adiós.

Higurashi, literalmente corrió hasta su habitación, mientras buscaba ropa. Optó por unos pantalones de cuero negros y una blusa de tras finas: blanca. Se colocó los botines negros también y se peinó el cabello, esperando a que su amiga llegara.

No pasó mucho tiempo para que Kikyō Kiriyawa, hiciera su aparición en el departamento de Kagome—. No sé cómo acepté hacerte esto, —habló la pelinegra mientras entraba y sonreía, moviendo negativamente su cabeza: Kagome no tenía remedio—. Traje todo lo que necesitas.

Kagome, sonrió en respuesta. Guió a su amiga hasta su habitación mientras se sentaba frente a su espejo. Suspiró mientras Kikyō se preparaba para su trabajo—. Veamos…—Evaluó la joven, mientras observaba el rostro de su amiga, estaba bastante deteriorado—. ¿No has dormido? ¿Qué pasa contigo? —Empezó a regañarla mientras aplicaba la base natural en el rostro de Higurashi.

—La culpa es del estúpido de InuYasha Taishō.

Un escalofrío —como era de costumbre—, recorrió a Kikyō, pero ya había aprendido a manejarlo: no se inmutó. Siguió maquillando a su amiga—. Deja de pensar en él, eso ya es pasado —aportó para fingir interés en el tema—. ¡Mira! —Chilló realmente emocionada—. Ya está tu maquillaje.

Kagome, bajó la mano de su amiga, con la mirada triste y perdida—. ¿Tú crees que pueda olvidar este amor que me carcome día a día? —Los ojos de Kikyō se dilataron, odiaba ver cómo los ojos de su amiga se llenaban de lágrimas. Cada día estaba más segura de que InuYasha, solo traía desgracias a la vida de todos—. ¿Crees que sea fácil olvidar todo cuanto siento por él? ¿Crees que pueda olvidar quince años de amor en un solo día?

—Kagome, por favor…

—¡No es fácil mantener esta fachada de mujer: "que me importa lo que hagas", diariamente! —Interrumpió mientras se levantaba y miraba por la ventana—. Estoy harta de fingir que lo odio —se giró a ver a su amiga—, mientras sé que lo amo más que a mí misma, Kikyō… —La aludida se sintió asquerosa una vez más. Esque no se podía perdonar a ella misma aquella estupidez cometida años atrás. No pudo decir nada, solo agachó la mirada—. Y estoy harta de amarlo. —Concluyó Kagome, mirando por la ventana mientras se secaba las lágrimas.

El silencio reinó por unos instantes. Kiriyawa, no entendió aquella reacción, si Kagome dejaba de amar a InuYasha, eso significaba la perdición de los dos. Kikyō sabía perfectamente aquel sentimiento que los unía por siempre, no podía pasar eso, Kagome no podía renunciar a su felicidad… Aunque si lo pensaba seriamente, InuYasha no era…

—¿Qué dices, Kagome?

—Que no quiero amarlo más. ¡Estoy harta! Basta, se acabó. —Resolvió enojada consigo misma.

—¡No puedes hacer eso! —Reprochó su amiga—. InuYasha te ama, aunque no lo quieras ver.

Kagome rió sarcástica—. ¿Amarme? ¿Luego de lo que me dijo hace trece años? ¿Me ama? —Volvió a reír—. Solo respóndeme, Kikyō, ¿a cuál crees que llevó a su cama anoche? —Sus lágrimas volvieron a aflorar, pero las detuvo.

La joven pelinegra, agachó la mirada. Bien, Kagome había ganado. Tenía razón—. ¿Dos? —Su voz tembló al deducir lo que tal vez habría hecho ese idiota en el fin de semana.

—Dejaré de ser la idiota, ¿sabes? —Habló lo que había planeado hacía mucho tiempo.

—¿Qué?

—Seré como él. Dejaré de ser la estúpida que sufre por todo y aprenderé a vivir la vida a plenitud, agarraré todo eso que él me ha enseñado siempre, lo guardaré y revolucionaré, para saber qué se siente ser una libertina. —Una sonrisa malvada y a la vez irónica, amarga, se posó en los labios de Kagome.

Kikyō, movió la cabeza en señal de desaprobación—. No dañes tu mente y corazón así, Kagome. —Le dolía, realmente le dolía desde el fondo de su corazón ver que su amiga se destruyera así sin que ella pudiese hacer algo. O al menos sin que cierto estúpido le permitiera ayudar a edificar.

—¡No escucharé eso, Kikyō! Desde ahora seré una nueva Kagome.

La chica se tragó la rabia y ganas de gritarle a los cuatro vientos lo que sabía—. Tú no sabes lo que InuYasha siente por ti, no sabes que también es una fachada tratando de sobrellevar su vida sin ti ¡entiende! —La agarró de los brazos. Ella había visto a InuYasha llorando una vez, llorando por Kagome y la historia que los envolvía.

Pero lastimosamente, él le había pedido que nunca se lo dijera. Le salió con la estupidez, que él era malo para ella, que trataba de olvidarla para no hacerle daño, que se mordía los labios diariamente para tratar de no besarla, para tratar de que sus labios no pronunciaran lo mucho que la amaba. Que se moría solo en las noche de insomnio en las que la necesitaba, en las que necesitaba su cuerpo, sus besos y escuchar su nombre de aquella manera en la que solo ella lo había enamorado.

Que la deseaba más que a nada en el mundo y que cada minuto era angustiante. Que cada mujer a la que llevaba a la cama, era nada comparado con lo que él quería sentir y escuchar.

Kagome no tenía idea de cuánto la amaba ese imbécil de InuYasha. Pero ese amor era demasiado tormentoso.

—He dicho que no, Kikyō, no te creo y es mejor que…

El sonido del celular de Kiriyawa, las interrumpió—. Es mi marido. —Frunció el ceño al ver el reconocedor—. ¿Sesshōmaru? —Respondió al amor de su vida, mientras se preguntaba internamente el porqué de la llamada—. ¿Qué sucede? —Mientras su esposo le hablaba, Kagome miraba hacia otro lado.

A veces envidiaba un poco a su amiga, estaba tan enamorada y era feliz con su esposo, realmente feliz. Estaban pensando en tener hijos y aunque los dos no eran personas muy expresivas, desde que habían sido novios, se les notaba cuanto se adoraban.

Y hasta esos ocho años de casados, seguía notándose lo mismo. No habían cambiado.

—¿Qué te dijo? —Una vez terminó Kikyō de hablar con su marido, Kagome pudo inquirir.

—Hay una junta, parece que es importante. —Informó, mientras comenzaba a hacer ademanes para irse—. Debes venir. —Kagome asintió—. Vamos entonces.


Estaba que no se lo creía.

¡Carajo!

Cuando vio llegar a Kagome, comenzó la farsa de todos los días. Él, con su postura de macho seductor que no le importaba un comino los sentimientos y que principalmente jugaba con la Higurashi, la cual detonaba una clara exasperación cada vez que lo veía y un fastidio que no podía irse de los ojos chocolates que lo hipnotizaban.

Pero ese día, al verla llegar con una sonrisa lúdica, especialmente puesta para él, no pudo estar más impresionado. ¿Qué le pasaba?

—Feliz domingo, InuYasha. —Le saludó Kagome, sentándose a su lado como nunca antes lo había hecho. No supo de algo más sobre la tierra cuando la mano de Higurashi, se posó sobre su miembro, apretándolo de manera única y lujuriosa mientras sonreía ante los demás, como si no pasara nada.

La excitación le había subido en los tres segundos en que la mano de la azabache estuvo estimulando aquella parte tan sensible de él, no salía del asombro—. ¿Kagome, que…?—Quiso maldicionarla cuando ella sacó su angelical mano. Disimuladamente y gruñendo por lo bajo, InuYasha sacó unas hojas de la mesa y las puso sobre aquella parte abultada de su pantalón—. ¿Qué mierda tienes en la cabeza?

Kagome se acercó al oído del ambarino y le susurró de manera disimulada y sensual—. Quiero tener sexo.

El sonrojo de InuYasha subió a su rostro y la excitación aún más—. ¿Qué…?

—¡InuYasha! —Su atención fue llamada por su hermano mayor—. ¿Quieres prestar atención?

—Keh —eludió el Taishō menor, mientras desviaba la mirada—. Habla de una vez, me aburres.

—¡Siento llegar tarde! —La voz de Kōga, alarmó a todos los presentes—. Los siento, estaba…

—No me importa. —Interrumpió Sesshōmaru—. Siéntate y escucha. —Los presentes: InuYasha Taishō, Kagome Higurashi, Minako Fukushima, Kōga Ma, Kikyō No Taishō Kiriyawa y Sesshōmaru Taishō No Kiriyawa, empezaron con el diálogo de para lo que estaban allí—. Nosotros, estamos aquí para llevar a cabo el plan por el que hemos estado trabajando durante tres años.

—Ya estoy aquí, Sesshōmaru. —La voz y postura imponente de Aby, los puso alerta.

—¡Aby-sama! —Gritaron en forma de saludo mientras se paraban para hacer una reverencia.

—Es hora, chicos. —Sonrió con determinación—. La organización de Naraku va a caer. —Todos se miraron—. Ya las investigaciones se han hecho, todo está listo. La infiltración está hecha, todo está listo para que los mejores agentes secretos de las 'Fuerzas Especiales de Tokyo' entren a derribar a la mafia más importante de Japón, y los primeros en ejecutar la entrada sonla pareja de recién casados: InuYasha y Kagome No Taishō.

Sí, el mundo se les vino encima.

Continuará…


Hahahahaha, por fin di el ¡BUN! Que explotará y explicará de cómo esque esta pareja llega a casarse. Bien, ahora ya saben, la corporación de Fuerzas especiales de Tokyo es la encargada de llevar abajo a la mafia de Naraku, el cual tiene sus secuaces y todo eso.

Quisiera informar algo para no tener inconvenientes: Kikyō NO es la zorra del cuento, en este cuento no hay zorras. Lo digo en verdad, solo hay pequeños detalles que unen cosas raras, pero no quiero que piensen mal de ella.

Muchas gracias a las reinas que comentaron y agregaron a favoritos y seguidores.

Vale-Chann (July-miko)

Marlene Vasquez.

Breen Martinez.

Aky9110.

Drako61.

Vanu-chan. —PD: Yo también te adoro. —PD2: Me esconderé en el polo norte pa que no me encuentres ;)

Neri Dark.

Oaky-chan.

KEwords.

Las adoro con mi alma y les mano un beso enorme, muchísimas gracias por sus reviews.