CAPITULO I.- UNA NUEVA AMENAZA.
Medio Oriente, Siglo XIII a. C
Me encuentro caminando sin rumbo por aquella ciudad, sin interesarme en que siglo me encontrara o lugar, o bien que lengua se hable. Esquivo a la multitud del lugar, caminando sin saber dónde dirigirme, solo continúo y deseo que en ese instante pudiera encontrar un poco de tranquilidad; las pequeñas batallas en las que me vi involucrado se muestran en mis ropas sangrientas, así como la espada que cargo en mi espalda que aún gotea algo del líquido rojo. No me encuentro cansado físicamente porque para mí no existe esa sensación, pero si me preguntaran por mi espíritu, apenas puedo andar.
–Hijo, ¿quieres un vaso de agua? –la voz masculina detiene mi paso, más aún porque se encuentra postrado enfrente de mí, sin darme otra alternativa que observar al hombre, vestido de finas ropas, extendiéndome un vaso de agua.
Me encamino a estirar mi mano sin rechazarlo. Me encuentro confundido, aunque no lo demuestro al tomar del líquido del vaso, nunca me habían ofrecido un vaso de agua, por lo menos no en el tiempo que llevo en la tierra; los humanos me solían ver con miedo, algunos con adoración, otros con deseo y hasta con odio, pero nunca antes con esa mirada de bondad.
–¿Cuál es tu nombre? –La pregunta del hombre ocasiona que le devuelva de inmediato el vaso. Esa pregunta no la deseo contestar ahora.
–Tengo que irme, gracias –digo y comienzo a caminar.
–Espera, no es necesario que me des tu nombre, te ofrezco que te asees en mi hogar.
Sin decir palabra sigo al hombre de estatura mediana, cabello negro con barba del mismo tono, ojos cafés y tez blanca, aunque bronceada a causa del caluroso clima de la región. Dejamos atrás a la multitud y a lo lejos comienzo a visualizar una construcción grande, con piedras de gran tamaño que podrían abarcar aproximadamente más de diez metros de altura, la construcción es cubierta por una muralla, aunque ahora al paso que caminamos se vuelve de un tamaño razonable, la entrada da a un patio muy amplio donde somos recibidos por demasiadas personas, algunas solo saludan para continuar con los quehaceres, que he de suponer cuentan cada uno, otros se acercan a besar la mano del señor que sigo, escuchando que lo llaman "Rey". Me pregunto cuál de todos es ese reino, como si a lo largo de mi vida en la tierra no hubiera conocido demasiados.
No entiendo el afán del ser humano para nombrar a otro hombre Rey.
–Joven, ellas te guiarán a la habitación en la que podrán asearte y cambiarte de ropa.
–Gracias –agradezco con el asentir de mi cabeza y comienzo a seguir a las dos mujeres que simplemente caminan rápido, como si huyeran de mí, ocasionando que ruede los ojos al percibir el miedo que emanan de esos cuerpos femeninos; no me sorprende que me tengan miedo, la raza humana solía temerme, y aterrarse en mi presencia más cuando estaba en campo de batalla.
–A… aquí podrá asearse –tartamudea una de las chicas sin desear mirarme a los ojos, mientras la otra no pasa la puerta de la habitación, la cual entro solo.
–¿Dónde me encuentro? –pregunto antes de que se retiren las mujeres, ambas me miran sorprendidas, como si fuera mi deber saber el lugar en el que me encuentro.
–En el palacio del Rey Salomón… –Es lo último que escucho al ambas desaparecer.
¿Rey Salomón?...
El que es hijo del rey Akitoki, que se extendía desde el Valle Torrencial en la frontera con Egipto, hasta el río Éufrates, en Mesopotamia.
Llegué caminando a Mesopotamia desde Hititas, ya no me sorprendía el tiempo que pasaba en el camino, por ser inmortal podía durar días enteros avanzando, sin comida o dormir. Había aprendido a que no me vieran los humanos, dormir, comer o descansar, lograba asustarlos, por ello había decidido comportarme en su presencia y realizar esas actividades que no me afectaban en absoluto si se cumplían.
Comienzo a desnudarme para meterme al estanque que se encuentra en medio de la habitación, dejo con cuidado en la orilla las pocas pertenencias con las que cuento, deteniéndome a observar mi anillo bañado en oro puro, compuesto por dos triángulos entrelazados que forman una estrella de seis picos, con inscripciones de la lengua de mi hogar, una lengua muy antigua que el ser humano no conoce. Observo mi espada hecha con plata, oro blanco, oro dorado y su mango con un oro color azul intenso; en la puerta del mango se encuentra grabado el mismo símbolo y letras de mi anillo.
–¿Señor va a querer algo de comer? –La voz masculina que entra al salón logra sacarme de mis recuerdos.
–¿Qué hay de comer, Shippo? –pregunto, al pasar los siglos me había acostumbrado a comer, aunque no lo necesitara mi cuerpo, había aprendido a disfrutar de la comida y del sabor que se producía en mi boca.
–Spaghetti a la Bolognesi –Sonrió al escuchar el italiano de Shippo mientras recuerdo que se encuentra en clases de aquel idioma y a todo deseaba darle ese acento.
–Me encantaría probar el Spaghetti a la Bolognesi –digo dándole la pronunciación correcta del italiano.
–Eso es injusto señor, usted tiene una pronunciación impecable –reprocha.
–Años de práctica– Vaya que es cierto.
–Nunca podré igualarlo, pero por lo menos se preparar excelente comida –Y eso no puedo negarle el mérito.
–¿Nos acompañará tú novia en la comida? –pregunto ocasionando que Shippo se sonroje.
–Si es posible, señor –me responde inseguro.
–Shippo –suspiro al tomar asiento en el sillón–, no soy tú dueño y mucho menos tú amo –le recuerdo–. Reconozco que tú familia me ha ayudado por generaciones y tú sigas haciéndolo, so-lo quiero que seas consciente que agradezco la discreción y no me molesta que tu novia venga a la casa y convivir con ella en la comida –le repito la misma conversación que ya había tenido con él hace unos días atrás cuando me presento a Aranza.
–Lo sé, señor –Veo como se asusta ante mi cara de frustración al escucharlo decir de nuevo señor.
–Algún día, Shippo, tendrás que dejar de decirme señor y llamarme por mi nombre.
–¿Desea algo más? –Puedo sentir su desesperación por salir del lugar.
–Solo dile a tu padre que si puede venir –solicito al ver como asiente el joven de apenas unos dieciocho años, de tez morena y ojos cafés con un estilo que, por lo que refería el padre de Shippo, era la moda en esa época.
Mi vista se posa en el anillo que porto en el dedo anular de mi mano derecha, un anillo del cual llevo con él desde que mi padre me lo obsequió junto con la espada, y pensar que gran parte de lo que mencionó Kagura, es por culpa mía y de ese anillo.
–He escuchado muchas cosas de ti –No me sorprende que el Rey supiera quién soy, a pesar de que no me presenté.
–Entonces ¿para que deseaba saber mi nombre? –pregunto al compartir los alimento con ese hombre.
–Lo supe por tu anillo y espada –dice al señalarme ambas pertenencias.
–¿Qué desea? –pregunto fastidiado al querer ir al grano del asunto.
Ahora que deseaba ese hombre, ¿dinero?, ¿fortuna?, ¿ganar una batalla?, ¿vida eterna?, solían pedirme tantas barbaridades que a esa altura ya no me sorprendía nada.
–Se rumora que es un dios –resoplo de fastidio ante esas palabras.
¿Un dios?... me han llamado de tantas formas.
La raza humana nos llamaba a mí y a mis hermanos junto con mi padre, dioses…
–No lo soy –Y no miento, continúo comiendo.
–Hace unas noches tuve un sueño –comienza a relatarme– y lo vi a usted portando el anillo y la espada, pero no podía ver su rostro –Esas palabras captan mi atención–. Apareció ante mí una figura masculina deslumbrante, no podía verle su rostro, pero sé que era Dios, y me decía que te buscara.
Me sorprenden sus palabras, ¿acaso mi padre realmente se estaba tratan-do de comunicar conmigo a través de ese humano? No podía ser posible… o ¿sí?, aunque… mi padre solía mandarles mensajes a los humanos para que hicieran cosas y darles oportunidad de mejorar su mundo. Algo como una ayuda extra, eso me había comentado Umbael.
–¿Cuál es el propósito de la búsqueda? –pregunto intrigado al querer saber qué es lo que supuestamente mi padre desea.
–Que me prestes por unos años tu anillo y espada –responde a mi pregunta, aunque en su cara puedo deslumbrar y percibir por primera vez algo de mie-do ante mi respuesta.
–Inu, ¿me llamaste? –De nueva cuenta me sacan de mis recuerdos.
–Sí.
–¿En qué puedo ayudarte? –me pregunta aquel hombre de edad madura mientras toma asiento en el sillón que se encuentra en frente de mí.
–¿Sabes la historia de este anillo? –le pregunto, aunque se perfectamente la respuesta.
–¿La que circula en el mundo o la que realmente es? –pregunta con una sonrisa.
–La verdadera –solicito.
–Hace años fuiste engañado por Kagura, quién entro a los sueños del Rey Salomón realizando la ilusión de que el mensaje que pretendía dar era procedente de tu padre, e hiciste lo que te pidió, le dejaste tu anillo y espada y regresaste cuando casi estuvieron a punto de liberar a Naraku, pero gracias a que pudiste detenerlos, sino podría haber sido una catástrofe mundial–. Vaya que tenía razón, liberar a ese demonio podría traer graves consecuencias a la humanidad.
–¿Por qué me preguntas por eso?, ¿acaso ha sucedido algo? –me pregunta con cara preocupante.
–Kagura ha aparecido de nuevo –menciono.
–¿Cómo? –pregunto sorprendido.
–Algún humano imprudente lo invoco de nuevo a la tierra –le explico.
–¿Crees que deseé de nuevo liberar a Naraku?
–Ese es su propósito.
–Para eso necesita de tu espada y anillo –refiere al saberlo desde la primera vez en que devolví a Kagura al infierno.
–¿Qué harás? –vaya pregunta que me hace.
–Tengo que encontrar a Kagura, antes de que libere a Naraku y con él traigan a Belcebú –Ante el último nombre puedo sentir como se estremece.
–¿Te ayudo a buscarla? –Niego con la cabeza, porque sé que esa búsqueda sólo me corresponde a mí.
–Solo quiero que estés atento y puede que sea hora de que les expliques a tus hijos, si es que deseas que continúen con lo que me ha ayudado tu familia por generaciones –le recuerdo– no es obligación de nadie.
–Lo sé, Inu, pero desde que mi ancestro te ayudo ese día a detener a Kagura, él juro que nuestra familia te apoyaría en todo lo que pudiese –me recuerda.
–Y han sido de mucha ayuda desde ese día –se lo reconozco.
–Te seguiremos ayudando en todo lo que podamos, y hablaré con mis hijos, les explicaré… –Lo detengo al señalarle que pare con mi mano.
–Se que no quieres este destino para tus hijos –le refiero con un suspiro y puedo comprender, al conocer a la familia por gene-raciones–, no tienes que hacerlo.
–Inu…
–No lo hagas Miroku, no le digas la verdad a Shippo y Hisui si no es necesario –sonrío al sentir como se relaja–. Solamente si es forzoso les dirás la verdad, únicamente hazles entender que deben de ser discretos con las personas que traen y los lugares que muestran de la propiedad –le recuerdo al ser consciente de que Shippo le gusta traer a sus amigos.
–Le he dicho al muchacho en repetidas ocasiones que se mantenga en nuestra casa, pero conoces que es muy terco.
–No les prohibiré que vengan, ya que ambos sabemos que las cosas prohibidas para el ser humano son las más atractivas, solamente diles que prefiero la privacidad de mi casa y se encuentran invitados como siempre a la hora de la comida.
–Gracias.
–No tienes que agradecerme, simplemente sigue ayudándome –le pido.
–Iré a ver si Shippo ya puso la mesa –me refiere Miroku mientras se levanta del sillón.
–Está bien, en un momento los alcanzo.
–Inu… –me llama Miroku antes de salir de la habitación, aclamando mi atención–, ¿crees que Naraku pueda salir del sello que marcaste en lo profundo del Mar Rojo?
–Espero que no, espero que no… –repito al ver como asiente y desaparece por el corredor.
"Llega el momento en que la humanidad pide que los demonios convivan con ella".
Continuaraaaaa…..!.
Hola chic s, ¿como han estado en este encierro global?, mil gracias por sus mensajes, me animan mucho el que sigan leyendo a pesar de los años y les encante el prólogo, aquí les traigo el primer capítulo, espero que les agrade y l s logre cautivar, dentro de poco espero ya darles la liga de donde podrán encontrarlo por sí desean adelantarse a leerlo.
Konichiwa!.
Trayéndoles la historia completa de "Tinieblas", la pueden encontrar en Amazon por sí gustan leerla, también me pueden encontrar en Facebook "Fesabi Phelline", Instagram "Fesabi Phelline" y TikTok "Fesabi Phelline".
Un Saludo.
Se despide su leal
Fesabi.
