Albert llegó a Chicago con Osvaldo, en todo el camino le había hecho preguntas sobre Candy, pero el trataba de esquivar el tema.
Al entrar a su casa se encontró con una revolución, los Cornwell y la señora Elroy discutían con Archie.
-¡No te casarás con Annie Britter! ¡Ella proviene del hogar de Pony al igual que Candice!
-¡Si me casaré con ella! A mí no me importa su procedencia.
-¡Los Britter están endeudados! ¡No te conviene esa chica!-le retaba Janis su madre
-Yo no me casaré con la fortuna de los Britter sino con Annie.
-¿Qué pasa aquí? –intervino Albert.
-Estamos persuadiendo a Archie de que no cometa el error de contraer matrimonio con Annie Britter, sus padres adoptivos están pasando por una crisis financiera y además ella es otra de las huérfanas del hogar de Pony.
-Archie ¿Estás seguro del amor que sientes por Annie?
Archie guardó silencio por unos momentos pensando: Sé que Candy nunca será para mí, Annie me ama, sé que con ella podré ser feliz.
-Si tío, la amo.
-No se diga más, tienes mi bendición para casarte con Annie Britter yo avalo esa unión.
Los padres de Archie guardaron silencio, la tía Elroy quiso contradecir a Albert pero se veía tan decidido que no quiso refutar nada en ese momento.
Candy supo por una carta que le mandó Annie que los Cornwell así como la tía Elroy estaban en desacuerdo con su enlace matrimonial, por lo que ella le mandó una carta a la tía abuela, de todas maneras la señora Elroy siguió pensando lo mismo referente a las dos, pero ella ya no tenía el poder en la familia ahora Albert era el que tomaba las decisiones.
Pasaron dos meses y llevaron los materiales para la remodelación del hogar de Pony, Albert no quería que Candy estuviera cerca de Osvaldo por lo que indicó que se pasara una temporada en Lakewood para organizar la fiesta de compromiso entre Archie y Annie.
-Tío abuelo, yo quiero ver como hacen la remodelación del hogar de Pony-dijo Candy mientras iba en el auto con Albert
El levantó la ceja y comentó: Annie requerirá de mucha ayuda, recuerda que la tía Elroy no apoya estos esponsales, tú serás la intermediaria entre nosotros, anotarás todo lo que requiera Annie para la celebración y me lo harás saber.
-Está bien papito.
-¡Candy! ¡No sabes lo mal que me haces sentir cuando me llamas así! O cuando me llamas tío abuelo, ¿Te parezco muy mayor?
-Albert quiero que comprendas, después de tratarte íntimamente me entero que eres mi benefactor, siempre te imaginé como un anciano, te reverenciaba en mi mente, la verdad no sé cómo tratarte- Si supieras que me he enamorado de ti, tengo que ahogar este amor, el sólo me ve como una chiquilla-meditaba Candy.
Candy se durmió en el camino al Lakewood, Albert la dibujó con la mirada y pensó: No debo de mirarla con lujuria, ella se ha convertido en una hermosa mujer, siento deseos hacia ella, tengo que reprimir estos sentimientos, ¡no permitiré que nadie se le acerque, nadie volverá a lastimarla!, ¿Pero que estoy pensando? Si ella llega enamorarse nuevamente debo dejar que sea feliz, ¿pero qué sucederá conmigo? No debo ser egoísta, debo pensar en su bienestar.
Candy hizo un movimiento y su pierna quedó descubierta, Albert la vio con lascivia y se recriminó por lo que estaba sintiendo, él se acercó y le acomodó la falda para no desearla.
El miró que Candy se estaba despertando y se hizo el dormido ella se acercó a él y aspiró su perfume varonil y puso su cabeza en su regazo, Albert abrió los ojos y vio que se había acomodado para seguir durmiendo pero usando sus piernas como almohada.
-¡No soportaré mucho tiempo esto! la cercanía de su cuerpo, estoy deseoso de acariciarla.
El pasó su mano por la cabellera de Candy y le pasó un dedo por la espalda, ella se estremeció un poco.
-¡Albert me…! No, él es así de cariñoso, no debo confundir las cosas.
Mientras en nueva York Terry volvía a tener éxito en los escenarios, en todas las presentaciones que el realizaba había alguien que lo apoyaba con sus aplausos, cada vez que el público lo ovacionaba el dirigía la mirada hacia aquella rubia que nunca le exigía nada.
Por fin llegaron a Lakewood Candy corrió hacia Annie para abrazarla.
-¡Felicidades Annie!- exclamó Candy con alegría.
-Gracias Candice, mi sueño se realizará con la ayuda del Señor Andrew, Archie y yo le deberemos la felicidad.
Archie se acercó y abrazó a Candy, tanto Annie como Albert se sintieron extraños al ver que se demostraban afecto.
-Bien, es hora que entremos ya me dio hambre-interrumpió Albert
Archie y Candy se separaron, todos se dirigieron al comedor.
-Archie y ¿Cómo saliste en tus estudios?-preguntó Candy
-Exenté todo el programa y es por eso que estoy despreocupado, después de la fiesta de compromiso iré por mi título.
-Candy, te agradezco que hayas venido para ayudarme con la organización de la fiesta de compromiso.
-Fue idea del tío abuelo, él no quiere que esté presente en la remodelación del hogar de Pony, yo creo que se siente celoso del ingeniero que tiene a su cargo el proyecto.
Albert abrió los ojos al doble lo mismo que Annie.
Candy miró su reacción y él se hizo como que no había escuchado.
-¿Por qué dijo eso Candy? ¿Acaso se ha dado cuenta que siento algo por ella? No, sólo le gusta molestarme, sigue siendo la misma chiquilla traviesa.
Annie y Candy fueron a recorrer el jardín.
-Candy, quisiera que fueras tan feliz como yo, a veces creo que Archie no te ha dejado de amar, pero soy egoísta, no pude renunciar a él, tú tampoco hubieses renunciado a Terry.
-Annie, nuestros destinos ya estaban escritos, yo estaba enamorada de él, he logrado superarlo.
-Dices ¿Qué estabas? ¿Ahora ya no?
-Ya no.
Albert miraba a Candy y pensaba: Si las rosas hablaran y le dijeran a Candy lo mucho que la amo.
Esa noche en la cena…
-Si, tengo que partir mañana a Chicago, Candy estará en constante comunicación con George para los arreglos de la fiesta.
-¿Te vas? Pensé que pasarías más tiempo conmigo.
-Candy, tengo trabajo acumulado por todo lo que no hice en el tiempo que estuvimos en él magnolia.
Todos se fueron a sus habitaciones, cuando todo estuvo en silencio, se abrió una puerta, caminaron hacia a la recamara de Albert, él tenía encendida una lámpara ya que estaba leyendo.
-¡Candy! ¿Qué haces aquí?
-¿Me permites quedarme a tu lado esta noche? Extraño los días en él magnolia.
-Candy, ahora todo ha cambiado
-Lo sé, pero quiero que por esta noche finjamos que estamos en el magnolia, que es una noche de invierno y que tengo mucho frío que ni el fuego de la chimenea me calienta, entonces tú me abrazas y me emites calor con tu cuerpo.
Albert pensó: Si supieras que cada vez que te miro siento que me quemo por dentro.
-Ven pequeña, durmamos juntos por unas horas, ya que mañana partiré.
