Candy estaba ansiosa, la noche anterior no pudo dormir esperando a que amaneciera porque había llegado el día en que partiría a Florida, Albert llegó a buscarla con él chofer.
-¡Buenos días Candy!-saludó al entrar en el recibidor.
-¡Albert me alegra que estés aquí!
Se abrazaron prolongadamente, olvidándose de todo lo que tenían a su alrededor sólo eran él y ella fueron interrumpidos por la hermana María y la señorita Pony quienes salieron para despedirse de los rubios, el chofer fue a dejarlos a la estación, tomaron el tren y fueron al área de primera clase quedando juntos en un compartimento.
-¿Cómo lograste deshacerte de la tía Elroy?
-Te confieso que fue difícil ella quería viajar con nosotros—Albert cruzó los brazos e imitó a la señora Elroy diciendo: No es correcto que una Señorita decente viaje sola con un hombre.
-Ja,ja,ja ¡Me haces reír!
-Tuve que decirle que Sarah necesitaba su apoyo para la organización del evento así que la mandé antes y ahora henos aquí tu y yo solos en este compartimento-dijo con una mirada traviesa.
-Albert muchas veces te conté sobre Anthony, Terry y mi príncipe de la colina al cual nunca encontré
-¿Quieres saber quién de los Andrew?...
-No voy por ahí, lo que quiero saber es si alguna vez te has enamorado.
-Candy la verdad es que los caballeros no podemos hablar de ese tema-respondió Albert seriamente.
-¿Por qué? ¡Tú sabes todo sobre mí! Soy como un libro abierto para ti, en cambio tu todavía guardas muchos secretos ¿Acaso no me tienes confianza? Quieres que te cuente todo pero tú no quieres contarme si te has enamorado ¡Eres exasperante!—Candy cruzó los brazos y volteó la cara con el ceño fruncido.
-Yo creí que este viaje sería placentero y te has enojado conmigo, al parecer fue mala idea viajar solos.
Candy lo volteó a ver y comentó: Parece que el drama no funciona contigo, era una táctica que estaba usando para sacarte la verdad.
Albert sonrió: Pequeña, te prometo que sí tengo intenciones de declararle mi amor a alguna chica tú serás la primera en saberlo aunque puedo responderte que nunca me le he declaro a nadie y que por el momento no puedo pensar en eso, tengo tanto que hacer con los negocios de la familia que se me imposibilita enamorar a alguna dama por ahora-
-¿Y si no tienes que enamorarla porque ella ya está enamorada de ti?
-Pequeña ¡Yo jamás actuaría de una forma irresponsable como para mostrarle a alguien que me agrada o despertarle el interés en mí! No me atrevería a jugar con los sentimientos de ninguna si no estoy enamorado.
-¿Pequeña?
-Ahora ¿Te molesta que te diga pequeña?
-Sé que estoy chaparrita pero por si no te has dado cuenta ¡ya soy una mujer!
Albert miró fijamente a Candy con el rostro serio y con sus hermosos ojos azules recorrió su cuerpo al mismo tiempo que le dijo: Desde que cumpliste los quince me di cuenta que te convertiste en una hermosa joven tan codiciable como para que varios chicos se fijen en ti, te digo pequeña de cariño no porque no te vea como una mujer.
Albert miró hacia la ventana para no mirarla a los ojos.
-Albert ¿te molestaste conmigo?
-No
-Entonces ¿Por qué volteas la cara?
-Estoy admirando el paisaje, creo que tú deberías de hacer lo mismo y dejar de estar de parlanchina.
-Albert, bien sabes que es imposible para mí estar callada, ¿Y ya has pensado en cómo será?
-¿Qué cosa?
-Cuando tengas que declararte a la mujer que te agrade, creo que deberías de practicar conmigo.
-No he pensado en eso
-Pues debes de pensarlo—Candy se sentó a su lado, Albert la miró a los ojos, ella le dio la mano y el la sostuvo—Ahora dime algo hermoso.
Albert a son de broma le dijo: Algo hermoso
-¡Contigo no se puede! –Candy se cambió de lugar y miró hacia la ventana
Albert se puso a su lado y le agarró la mano: Dejaré las bromas por un lado, yo le diría mmm… finjamos que se llama Emma.
-¿Así se llama la que te gusta?
-Estamos practicando y es el primer nombre que se me vino a la mente pues recientemente le leí esa novela a la tía Elroy.
-¿Es romántica?
-Si es de Jane Austen
-Está bien pero mejor no me digas Emma, di mi nombre que se me hace raro que me llames de otra manera.
-Está bien, Candy hemos pasado muchas cosas juntos pero creo que lo que empezó como una linda amistad se ha tornado en amor y quisiera que fueses mi esposa.
-¡Acepto!
Se miraron, Candy cerró los ojos y alzó la cara para recibir un delicioso beso, Albert interrumpió el momento preguntando: ¿Qué tal lo hice?—sacando a Candy de su ensueño.
-¿Eh? estuviste genial, estoy segura de que no se negará
-Lo sé, no podrá resistirse a mis atenciones.
Después de unos días llegaron a Florida
-¿Este es el hotel de los Legan?
-No
-¿Entonces? Creí que nos quedaríamos en su hotel.
-Llegamos con tres días de anticipación al evento para poder disfrutar de la playa o quieres ir de una vez con ellos.
-¡Claro que no! Me alegra que lo hayas planeado así.
-¿Quieres descansar o de una vez quieres ir a la playa?
-¡Quiero ir a la playa!
-¿Trajiste bañador o vamos de compras?
-Si traje, mujer precavida vale por dos
-Entonces vamos a cambiarnos
Cada uno se metió a su habitación, no era un hotel tan lujoso ya que Albert quería privacidad pero era lo suficientemente cómodo.
Ella salió con su bañador pero sin nada encima y Albert hizo una mueca.
-¿Qué sucede?
-Ponte algo encima caminaremos un buen tramo hasta la playa y varios te estarán mirando.
-Ok, veré si traje algo para ponerme encima
Él la fue siguiendo—No traje nada sólo vestidos
-Te prestaré una de mis camisas, las mías están largas.
Cuando estuvo lista fueron a la playa, Candy se quitó la camisa de Albert para nadar y el la siguió.
-Ten cuidado que hay tiburones
Candy lo abrazó despavorida
-Ja,ja,ja miedosa
-¡Malo!
Después de estar varios minutos jugando con las olas, fueron a la orilla.
-Quiero enterrarte en la arena-le dijo Candy
-Está bien me dejaré, espero que no haya debajo algún cangrejo que pueda morderme
Candy parecía una niña jugando con la arena, lo enterró pero hizo la figura de una sirena, le puso bubis y una cola de pescado, luego ella se acostó a su lado y lo abrazó, él se quedó dormido por unos minutos despertó al escuchar las risas de las personas que pasaban por ahí.
-¿Por qué se reirán de mí? —Albert alzó la cabeza y trató de ver la figura y vio las dos montañitas— ¿Me pusiste bubis?
-Hice la figura de una sirena
-¡Me las pagarás!—Albert trató de salir pero Candy se le puso encima, con todo y arena era muy pesada.
-Eres mi prisionero—Candy se acercó a él—Te liberaré si me das un beso.
-¡Candy!
-Creo que no quieres salir de aquí
-Está bien acerca tu mejilla
Candy acercó su mejilla pero luego ella misma lo besó en los labios.
Esa noche fue la presentación de Terry en la obra Hamlet fue todo un éxito, preparó algo romántico para agradar a Susana.
-Me alegra acompañarte en esta noche tan importante para tu carrera
-Gracias Susana, ¿Quieres que cenemos? O sólo quieres vino
-Sólo algo de tomar
Terry le sirvió vino diciendo al mismo tiempo—Con ese vestido te ves más hermosa.
-¡Gracias Terry!
Le dio fresas en la boca y la besó, la cargó y la llevó hasta la cama.
-¿Estás segura de que quieres esto?
-Si
Terry esa noche la hizo suya, para Susana fue algo mágico, el hombre a quien amaba le demostró que también podía sentir deseos por ella aún en su condición.
Mientras tanto Albert y Candy cenaban a la luz de las fogatas que había alrededor para alumbrar el restaurante.
Candy pensó: Sería lindo hacer el amor con Albert en la playa—Se le escapó un suspiro.
-¿Por qué suspiras?-Le preguntó Albert
-Me parece romántico este escenario, el sonido de las olas, las fogatas y antorchas alumbrando la noche, la luna…
-La luna está excelente como para ir a cazar Zorros-dijo Albert echando así a perder el encanto.
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