Al día siguiente Candy despertó, miró a todos lados notando que Albert estaba sentado en un sillón cercano a ella observándola, ya se había duchado y vestido para partir.
Ella avergonzada se cubrió impulsivamente con las sábanas.
-¿Qué pasa Candy? ¿Por qué te escondes?
-De seguro soy un desastre ¡Me he de ver horrible!
Albert pensó: No la haré sentí mal, aunque extrañaba sus ronquidos anoche volví a escucharla, en él magnolia eran los que me arrullaban hasta quedarme dormido.
-Candy te contemplaba pues eres la bella durmiente, si yo fuese un príncipe no dudaría en despertarte con un beso.
Candy pensó- ¡Para mí si eres un príncipe! ¡Eres tan romántico! Y yo sin lavarme la cara ni los dientes ¡Qué bueno que no me besó! Si no estaría más apenada.
-¿Cuál es la pena? Si compartíamos la litera en el magnolia ¿Te acuerdas tú arriba y yo abajo? se todo sobre ti, sé que estando dormida aun sigues de parlanchina- El recordó, hasta sé cuándo está en sus días, siempre es muy puntual –se le subieron los colores al rostro solo de pensarlo
-¡Es por eso que dormía en la litera de arriba! No quería que me escucharas –replicó Candy
-Está bien me saldré de la habitación, apresúrate pues te llevaré a la estación de tren para que regreses al hogar de Pony, yo viajaré a New York con George, pero primero desayunaremos juntos.
Ella se destapó y se sentó en la cama no importándole su aspecto- Llévame contigo- le pidió
-No puedo pequeña, contigo cerca no puedo ser frio en los negocios y sólo pienso en las travesuras que estás haciendo o si te estás metiendo en algún lío, por eso prefiero que partas al hogar de Pony.
Candy lo miró seriamente porque la estaba tratando como una niña
Al ver el ceño fruncido de su amada comentó-Lo cierto es que la tía Elroy no ve correcto que estemos solos aunque ya vivimos juntos por tres años fingiendo ser hermana y hermano no obstante sean otros nuestros sentimientos- lo expresó con una voz desconocida a los oídos de Candy, la verdad usó un tono seductor pero ni él mismo se dio cuenta.
-Está bien, comprendo que no quieras llevarme, ya me convertí en una carga para ti- casi se le salían las lágrimas, usaba a cada rato esa técnica de manipulación que Albert se estaba volviendo inmune.
-¡No llores Candy! sabes que no puedo verte triste ¿Quieres ir a New York por verlo a él?- le preguntó Albert refiriéndose a Terry
Candy ni se acordaba en ese momento del actor
-¿A quién?
-A Terry
Candy tuvo que dejar sus tácticas femeninas por un lado, no quería que Albert pensara que seguía añorándolo.
-Quisiera ir a New York pero para acompañarte, no para verlo a él, tienes razón es mejor que regrese al hogar de Pony y supervise los avances de la remodelación.
Albert asintió-Te dejo para que te cambies – le dijo y salió de la recámara
Candy se fue al WC a ducharse, se vio al espejo y expresó: ¡Padre Santo! Me parezco al cuadro del grito de Edvard Munch ¡Y así me vio Albert!- ella golpeó su frente en el espejo del baño lamentándose, volvió a ver su reflejo y notó una marca en su cuello, recordó aquel momento en que Albert se olvidó que era un simple mortal y cual Drácula se apoderó de su cuello succionándolo y provocando que su temperatura se elevara.
Candy fue al restaurante del hotel y un botones bajó su equipaje, Albert recordaba que aparte de besarla en los labios, acarició sus hombros y recorrió su cuello a besos dándole una pequeña mordida, se sentía culpable, desorbitó los ojos al verla con una mascada alrededor cubriendo así su delito, lo que hizo que reaccionara en la noche fue un gemido que ella emitió, en cambio la pecosa actuaba de lo más normal como si nada hubiera pasado, quería que él le confesara que la amaba de forma romántica pero sabía que no sería fácil hacerlo declarar.
Los Legan no los acompañaron excepto Neal.
Fueron juntos a la estación del tren, él la vio pensativa y se le ocurrió averiguar lo que le sucedía…
-Es que tuve un sueño tan raro
-¿Qué soñaste?
-Soñé con el conde Drácula, ahora que recuerdo se parecía a ti en lo fuerte y guapo pero él tenía una mirada seductora, no cómo la tuya tan tierna que irradia luz, que parece que no matas ninguna mosca sino que todas las agarras al vuelo.
George escuchó la conversación y tosió al atragantarse con su saliva.
Ana Iris con esta actualización cumplo con lo prometido en la dinámica del grupo del príncipe de la colina, FandeAlbert, Nelly sigue pendiente lo tuyo. Bendiciones a todas y gracias por sus comentarios que actúan como catalizador para escribir más rápido.
Tengo un fic llamado creí que mi destino eras tú (de época) y mi primer y quizás único Terryfic.
