¡Buenas noches mis preciosas criaturas! Año nuevo, historia nueva! Este es un HaruMako! y es un fic de temática oscura.

Sigo actualizando mis otros fics.

Perdonen todos mis errores!

Disfruten de su lectura!


"Se pensaba afortunado"

Estaba feliz, en Tokio descubrió su nuevo sueño, porque él también quería apuntar al escenario mundial y ayudar a nadadores a superarse día a día. No era sólo por Haruka, se repetía muchas veces. Aquel hermoso joven de orbes oceánicos y hebras oscuras, de pasar a ser su mejor amigo, se había convertido en su mundo, y es que en la vida de Makoto no puede simplemente no estar aquel chico. Ambos sabían que su amistad había trascendido, que se había transformado en algo mucho más profundo y con sentimientos más complejos. Se confesaron el uno al otro al final del año universitario, no necesitaban la aprobación de nadie, en poco tiempo formalizaron su relación, convirtiéndose en novios, el hermoso adolescente de preciosos orbes esmeralda no podía estar más que dichoso, por fin podía estar al lado de su Haruka, a quien amaba más que su propia vida. Nunca se imaginó lo lindo que se comportaría el pelinegro en una relación, siempre que podía lo mimaba, y él muy feliz, aceptaba todo ese cariño.

Era el comienzo de un nuevo año, Makoto y Haruka ya estaban planteando el hecho de mudarse y vivir juntos como pareja, y es que estar en distintas universidades ya se les hacía complejo, en especial al menor, quien era el más meloso de los dos, pues él ya estaba pensando en el matrimonio, quería hacer a Haruka feliz y serlo él también de paso. Todo estaba funcionando de maravilla, los dos realmente estaban gozando de sus vidas.

El lindo chico de hebras olivas caminaba rumbo a su trabajo como entrenador ayudando a los niños a nadar, pasó por el departamento de Haruka, pensando en que su precioso novio ya estaría en clases. Un viento helado sopló provocando que se frotara los brazos del frío, a pesar de que llevaba una chaqueta puesta, el día estaba bastante helado, había oído en las noticias que habría un temporal de primavera y que lo mejor era volver temprano a casa pues podrían ocurrir apagones de luz en toda la ciudad. Él estaba acostumbrado a este tipo de situaciones, pues venía de una ciudad costera; saludó cortésmente al anciano guardia del recinto y se dirigió a la oficina que le habían proporcionado; su trabajo no sólo se basaba en entrenar y ayudar a los niños, también debía hacer planes personalizados de entrenamiento para cada niño, sino también inventarios y gestionar algunas cosas.

—Entrenador Tachibana —Un niño se asomó por la puerta de la oficina.

—Misaki-kun, llegaste temprano —Le sonrió dulcemente al pequeño niño de hebras oscuras.

—Sí, mis padres quieran que vuelva pronto a casa hoy por el temporal, así que decidí venir temprano para aprovechar de entrenar —Decía entusiasta y determinado.

—Tus padres tienen razón, cerraremos temprano la piscina para que todos vuelvan seguros a casa.

—Está bien, entonces ¿Puedo usar desde ya la piscina?

—Sí, pero ten cuidado.

—¡Sí! —Y el chico se fue corriendo hacia el lugar, Makoto lo miró con ternura, la verdad es que le encantaba su trabajo, le gustaba enseñarles a los niños lo bonita que era la natación.

El día transcurrió tranquilo, si bien el cielo se estaba nublando, la temperatura no era baja, Makoto traía su traje de entrenador y observaba a los niños nadar, haciendo sus ejercicios, vio al guardia acercándose para decirle que tenía una visita, por lo que llamó a Misaki para pedirle que cuidara de los demás por unos segundos, ya que él era uno de los mayores. Makoto salió rápidamente del lugar para encontrarse con los mares más hermosos que en su vida ha podido apreciar, como un tonto enamorado y sonriente, se acercó a su novio que traía una pequeña bolsa.

—Haru, ¿Qué haces aquí? —Saludó tiernamente al mayor— Pensé que estabas en clases.

—Ahora iré, vine a dejarte esto —Le entregó la bolsa, Makoto la miró curioso y sintiéndose dichoso rio por la linda acción de Haruka, quien le había traído comida. Estaba seguro que se lo había cocinado especialmente a él, pues aquel precioso pelinegro acostumbraba a comer en la cafetería de la universidad— Siempre te olivas de prepararte el almuerzo.

—¡Muchas gracias Haru! Estaba hambriento —Dijo pensando en la afortunado que era de tener a Haruka como novio— Bien, debo volver al trabajo, ten cuidado con el temporal, ¿Si? —Le dio un beso rápido, a lo que el de orbes oceánicos se sonrojó.

—No hagas esas cosas en público —Lo regañó avergonzado.

—Nadie está mirando —Sonrió, Haruka sólo suspiró, no iba negar que le gustaban los besos de Makoto, aunque a veces eran muy dulces— Que tengas un buen día, Haru —Se despidió el más alto volviendo a su lugar de trabajo. El de hebras oscuras se le quedó mirando por unos segundos esbozando una pequeña sonrisa, su vida había mejorado desde que estaba junto con Makoto, esperaba estar junto a él hasta el final de los días.

Haruka se sumergió a la piscina para entrenar, Azuma Ryuuji se había vuelto oficialmente su entrenador, con él las prácticas eran exigentes, cuando lo escuchaba, en su mayoría era terco y no le hacía mucho caso, pero debía aceptar que su entrenamiento estaba dando resultados, estaba dominando los cuatro estilos de natación, aunque ya no lo sentía necesario, pues había podido arreglar sus problemas con Ikuya y volver a ser amigos como antes. Aun así, la presión de los nadadores internacionales le hacía recapacitar de sus propias habilidades. Lo reconocía, habían mejores que él, en una sola competencia lo pudo notar, su natación no estaba pulida, por ello debía exigirse más y no ser tan necio para sus cosas, de alguna forma estaba agradecido con Azuma, por ofrecerse a entrenarlo.

Makoto se despidió del último niño y se dirigió a su oficina, pues aún quedaban planificaciones por hacer, y no quería llevarse el trabajo a casa. Un fuerte viento corría a esa hora de la tarde por Tokio y el cielo estaba totalmente cubierto por nubes negras, al parecer el temporal estaba por comenzar. Se dispuso a terminar pronto sus obligaciones para volver luego a casa y no toparse con la lluvia.

—¿Aún estás aquí, Tachibana-kun? —Preguntó el guardia que hizo su última ronda para marcharse— Deberías irte, el clima no tiene buena pinta.

—Terminaré esto y me iré —Contestó cordialmente al anciano como acostumbraba hacer— Su casa queda apartada de aquí, ¿Verdad? Si quiere puede irse, un resfrío a su edad no sería bueno. Yo me encargaré de cerrar el recinto, no se preocupe.

—¿Estás seguro? En ese caso sería mejor que los dos nos marcháramos —Insistió el hombre mayor, evidentemente preocupado por el muchacho— Los temporales en Tokio son un real desastre.

—Preferiría no llevarme el trabajo a casa, estaré bien señor Tanaka, no se preocupe y vaya a casa —Le sonrió angelicalmente, el hombre cedió entregándole las llaves del lugar.

—Ten cuidado al regreso, Tachibana-kun —Se despidió.

—¡Sí, usted también!

El precioso muchacho de hebras olivas suspiró al ver que aún le quedaban cosas por hacer, por lo que se dio ánimos para terminar. A las horas después la fuerte lluvia comenzó a inundar Tokio, Makoto podía escuchar perfectamente los truenos, algo que le asustaba, ya había anochecido para cuando terminó todo su trabajo, guardó y ordenó sus cosas, le estaba dando una última ronda al lugar cuando las luces se apagaron, lo que provocó un grito por su parte, al menos estaba solo y nadie lo había escuchado. Usó la linterna de su celular que ya no le quedaba mucha batería, y con gran temor siguió rondando para verificar que todo estaba bien. Siempre que estaba sumido en la oscuridad su mente lo traicionaba y lo hacía ver cosas que realmente no estaban ahí. Ya acabadas todas sus labores, tomó su bolso y se dispuso a irse. Al salir del recinto sólo pudo toparse con la lluvia y una tremenda oscuridad, no había luz por ningún lado y las estrellas junto a la luna fueron cubiertas por las nubes, la única luz que poseía era la de su móvil.

—Con que sí fue un apagón —Se dijo así mismo, inmediatamente se preguntó en cómo estaba Haruka, era tal la oscuridad que ni siquiera podía ver su departamento a lo lejos— Será mejor que me apresure.

Caminó rápidamente a lo que según él era la dirección correcta, nunca había visto a Tokio tan desolado, con suerte se había topado con un par de personas en el trayecto, la luz de la linterna de su celular cada vez era más débil, pronto se apagaría, apresuró su pasó, podía escuchar las sirenas los autos policiales a lo lejos, suponía que era normal el aprovecharse del apagón para cometer algunos robos. La lluvia se hacía más fuerte, la luz de su teléfono terminó por extinguirse, quedándose sin batería, lo que no le agradaba para nada. Forzó la vista lo más que pudo, para distinguir la estación de trenes, iba a entrar, pero se tropezó con otro hombre, quien, para no caer, se sujetó fuertemente de su camisa.

—Disculpe, ¿Se encuentra bien? —Preguntó ayudándolo a estabilizarse, no podía verle el rostro ya que llevaba un sombrero.

—No entres a la estación muchacho, los trenes no están funcionando —Dijo antes de seguir su camino.

Makoto miró extrañado, pero supuso que tendría razón al no haber electricidad, por lo que se dirigió a la parada de bus, los pocos autos que pasaban lograban alumbrar un poco la penumbra en la que estaba envuelta la ciudad, después de varios minutos por fin pasó uno de los buses que lo dejaba cerca de su departamento. Se sentó en uno de los primeros asientos, iba completamente solo, pero al menos ya no se estaba mojando, pues no llevaba paraguas consigo. Cerró los ojos por un instante, estaba cansado, la vuelta a casa lo había agotado. De pronto notó un extraño olor, el cual no era muy agradable, quizás era la humedad de su ropa, pensó quitándole importancia.

Se bajó del bus y corrió hacia su departamento para no empaparse más de lo que ya estaba, al estar en oscuridad le costó un poco abrir la puerta, pero al fin lo había conseguido. Con un gran suspiró entró a su departamento, inconscientemente encendió el interruptor, pensando en que era un bobo. Miró el teléfono de casa y se preguntó si las líneas telefónicas estarían funcionando, quería llamar a Haruka, pues no quería preocuparlo, tomó el teléfono y marcó, sólo para escuchar que la línea estaba ocupada, suspiró decepcionado, su novio tenía esa mala costumbre de dejar descolgado el teléfono; no había de otra, tenía que esperar a que la luz volviera. Se sentó en el suelo para no mojar el sillón y reposó su espalda en la pared, no había duda, hoy dormiría temprano. Nuevamente, aquel molesto olor se hizo presente, era extraño, no sabía distinguirlo muy bien, olió su chaqueta, pero no era ésta, quizás lo mejor era cambiarse de ropa, aunque no viera nada. Se dirigió al baño cuando en unos leves parpadeos, la electricidad había vuelto, lo que lo aliviaba; prendió la luz del baño para mirarse al espejo, lo que le congeló por completo.

Su corazón empezó a palpitar frenéticamente, y su respiración se volvió pesada, en el lado derecho de la camisa que llevaba puesta, hacía un grandioso debut, una gran mancha de sangre. Alterado, se sacó la chaqueta para apreciar mejor la horrenda imagen, aquel molesto olor, era de esa sangre. Y en su cabeza no podía dejar de pensar cómo ocurrió, se tocó su torso para ver si estaba herido, pero no… Eso significaba que esa sangre no era suya, entonces, ¿A quién le pertenecía? Fue en ese instante en que lo recordó, aquel hombre con el que había tropezado, ¿Se encontraba malherido? Como todo estaba tan oscuro no lo pudo ver, algo de angustia lo invadió, esperaba a que se encontrara bien, pues no pudo ayudarlo debidamente. Se quitó la camisa, una mancha así costaría en salir, de alguna manera se sentía muy tenso. Se iba a duchar cuando el teléfono de casa comenzó a sonar.

—¿Sí? —Contestó temeroso, pero se alivió en cuanto escuchó la voz de Haruka, quien estaba preocupado por él— Llegué bien a casa, mi celular se quedó sin batería por eso no contestaba, pero ahora lo cargaré. Luego te enviaré un mensaje, ¿De acuerdo? Te veo mañana —Colgó dejando ir un gran suspiro, fijó su mirada al baño, aquella prenda manchada de sangre le daba escalofríos.

Después de una larga ducha, quiso lavar la camisa, pero para su desgracia el detergente se había acabado, por lo que decidió dejarla remojando hasta mañana que podía ir a comprar uno. Decidió prepararse una sopa caliente antes de irse a dormir, dejó su celular cargando para poder así, enviarle un mensaje de buenas noches su precioso novio. Encendió el pequeño televisor que tenía para generar algo de ruido ante tan abrumador silencio. Una noticia de último minuto le llamó la atención. Parado desde la cocina, con una humeante taza de sopa entre sus manos, miró atento al televisor.

Una pequeña niña que había desaparecido esa misma tarde, fue encontrada muerta. Si bien la noticia ya era horrible, lo que más le aterrorizó y le cortó la respiración a aquel hermoso muchacho, fue el lugar donde la encontraron. La estación de tren que siempre usaba para ir a casa, la misma en la que se encontró con aquel hombre. Su cabeza conectó rápidamente los puntos, el sonido de la loza romperse al estrellarse contra el piso no era nada comparado al ruido de su mente. Aquella sangre que estaba impregnada en su camisa, no era de aquel hombre, si no que le pertenecía a una niña muerta, cruelmente asesinada como decía el titular del noticiero, entonces se dio cuenta, se había topado con un asesino aquella oscura noche.

Con la respiración entrecortada, refregó una y otra vez la prenda para quitarle la sangre, pero era inútil. Debía calmarse, no había manera de que supiera que aquel sujeto era un asesino, ni mucho menos saber que dentro de la estación estaría el cuerpo de una pequeña niña. Empezó a sentir náuseas, sólo quería descansar de ese terrible día; agotado de lavar la camisa, se dirigió a su habitación, tomó su celular para enviarle el mensaje a Haruka y se durmió.

A la mañana siguiente, se levantó con un poco más de ánimos, hoy tendría una cita con el lindo chico de orbes oceánicos, antes de cualquier cosa que se le ocurriera hacer, fue directo a la tienda que se encontraba cerca de su departamento y compró un detergente, por supuesto que no había olvidado lo ocurrido anoche. Caminaba devuelta cuando vio al de hebras oscuras que se dirigía a su departamento.

—¡Haru! —Lo llamó sonriente, ver a Haruka lo calmaba— Llegaste temprano.

—Sí… —Lo miró para luego desviar la mirada algo avergonzado — Es para aprovechar el día.

—Ya veo —Caminaron juntos hasta llegar al hogar del de hebras olivas— ¿Iremos a aquel restaurant que habías mencionado?

—Sí, aunque podemos ir a otra parte si gustas —Entró al departamento, estaba tan familiarizado con aquel lugar, que en parte ya era como su casa. Muy pocas veces ambos muchachos se quedaban solos en sus propios departamentos.

—Está bien, si Haru lo escogió debe ser bueno —Miró de soslayo el cuarto del baño, no podía dejar que Haruka viera la camisa ensangrentada.

—¿Estás bien? —La voz de su novio lo trajo a la realidad, su profunda mirada oceánica lo analizaba, ¿Acaso estaba siendo evidente? No, pero Haruka lo conocía tan perfectamente que era difícil ocultarle algo.

—Sí, sólo no dormí bien por el temporal —Se excusó con su dulce voz— Dejaré lavando algo de ropa antes de salir, si quieres puedes preparar té.

—Como digas —Lo observó detenidamente, Makoto se veía algo tenso, pero lo dejó pasar, a su precioso chico no le gustaban las tormentas, por lo que quizás si estaba así por el temporal.

Caminaron tomados de las manos por las transitadas calles, aún estaba el clima frío, habían anunciado que el temporal aún no había acabado y lo más probable que volviera la tormenta en la tarde. Makoto se dio cuenta que se estaban acercando a la estación de trenes, por lo que se detuvo en seco, no quería ni siquiera pisar aquel lugar.

—Me gustaría tomar el bus esta vez —Le sonrió al pelinegro. Haruka sólo asintió, también prefería el bus al tren que siempre estaba repleto— Realmente se puso muy helado —Decía apegándose más a Haruka.

—¿Qué sucedió con tu otra chaqueta? Era más abrigadora que la que llevas ahora.

—Se empapó con la lluvia de ayer —La verdad es que también se había logrado manchar con sangre, sólo que no se notaba descaradamente como en su camisa, ya que esta era de color negro.

—Ya veo… —Nuevamente podía ver la tensión en aquel muchacho, tan imperceptible, pero, no a la vez.

Después de unos cuantos minutos, habían llegado al restaurant que Haruka había elegido. Makoto estaba algo más relajado, lo que le aliviaba al precioso nadador. Entraron y se sentaron en una mesa cerca de la ventana, había varias personas comiendo en el lugar. Rápidamente les tomaron el pedido, por lo que ahora estaban esperando sus platos. Hablaban de cosas triviales cuando un conocido se le acercó a la mesa.

—No pensé encontrarme con el par de tórtolos en este lugar —Era Ryuuji Azuma, el entrenador de Haruka, se sentó junto al de hebras olivas a quien saludó de paso.

—¿Qué hace aquí? —Preguntó el de orbes oceánicos algo molesto, estaba en una cita con Makoto, nadie debería interrumpirlos. El hombre le mostró su celular, en dónde tenía abierto su blog de comida.

—Haré una reseña de la comida de este restaurant —Dijo con una media sonrisa— Supongo que ustedes están en una cita.

—No le importa.

—Ah, Haru… —Makoto habló tímido, no encontraba bien que Haruka le hablara tan groseramente a su entrenador. El muchacho de hebras oscuras captó el mensaje que le quiso dar su novio por lo que sólo suspiró.

—Iré al baño —Se levantó sin ocultar su molestia, dejando a Ryuuji y Makoto solos.

—Realmente tienes paciencia, Tachibana-kun —Dijo el hombre cruzándose de brazos.

—Diría que es lo contrario, Haru es el que debe tener mucha paciencia conmigo —Sonrió alegre.

—¿Y qué tal? ¿Pudiste sacar la mancha de sangre de tu ropa?

—¿Eh? —De pronto se sintió totalmente fuera de contexto, su sonrisa se borró y su dulce mirada se volvió a una de consternación, ¿Por qué le estaba preguntando eso? ¿Cómo podía saberlo?

—Yo no he podido, cuando la sangre se seca es muy difícil de quitar —Decía con total naturalidad, Makoto se puso tenso, tratando de analizar cada palabra que le estaba diciendo, no podía ser cierto, ¿Acaso él?— Deberías agradecerme, te salve de ver una escena espantosa —Sonrió— Realmente esa niña quedó hecha un desastre.

—¿Qué? —Su corazón comenzó a latir a mil por hora, ¿El entrenador de Haruka, era el asesino de aquella niña? ¿Era él con quién se topó anoche? Todos sus sentidos de alerta se encendieron a la vez, debía llamar a la policía. Iba a tomar su celular que estaba sobre la mesa. Pero el mayor puso su mano sobre la suya.

—Tú sabes… Que paso mucho tiempo con Nanase a solas, realmente sería muy malo si le pasara un accidente, ¿No crees? Te sentirías muy triste sin él, ¿Verdad? —Makoto estaba aterrado, ¿Lo estaba amenazando? Lo entendió al ver sus ojos, si decía algo le haría daño a Haruka… No, lo mataría. Lentamente soltó el teléfono, su cuerpo temblaba del miedo, tenía un asesino a su lado, ¿Realmente se callaría? La imagen de su novio le vino a la mente, sí, lo haría— Veo que eres inteligente.

—¿Por qué? —Susurró totalmente sumiso, no podía creerlo, no podía creer que esto estaba pasando.

—Debía asegurarme, a pesar de que estaba todo oscuro, no tenía la certeza de si me habías visto realmente y te estabas haciendo el idiota —Explicó tranquilamente— Además si lo piensas bien, al tener sangre de esa niña en tus pertenencias, te involucra directamente con el crimen, yo puedo fácilmente acusarte de haber participado del asesinato.

A Makoto comenzó a dolerle la cabeza, las náuseas no tardaron en aparecer, ¿En qué momento se vio envuelto en esta terrible y horrorosa situación? Azuma sonrió al ver al muchacho trastornado.

—Está bien, Tachibana-kun, no estás solo —Suspiró mirando su celular— Desde ahora… Nos hemos convertido en cómplices.

"Se pensaba afortunado, hasta ese fatídico día"


Eso es todo! espero les haya gustado.

Nos leemos en el siguiente capítulo!

Hasta entonces, se despide su servidora.

Aiiri.

¡Muchos kissus llenos de amor virtual!