¡Buenas noches mis preciosas criaturas! Volví de mis vacaciones, por lo que, vuelvo a mis actividades como ficker.

Muchísimas gracias por sus comentarios, como siempre, los amo, también a ustedes mis lectores fantasmas, desde aquí les mando mucho amor.

Ya estoy moviendo los hilos de esta trama para que se vuelva más caótica. Esperen por ello.

Perdonen todos mis errores!

Disfruten de su lectura!


El temblor no lo abandonó en ningún momento, ni siquiera se movió, no quería verlo, no quería estar involucrado en esto, nunca lo pidió, nunca lo deseó, pero estaba ahí, en medio de la nada con un asesino y el cuerpo de un niño al que le cortaron la garganta tan grotescamente que parecía el corte de un cirujano que hacía su trabajo con odio.

—Eres más sensible de lo que pareces —Dijo el hombre a su lado, demostrando su maestría en la frialdad e indiferencia— Vamos, ayúdame a sacarlo, ya está apestando mi auto —Makoto no sabía por qué le hacía caso, quizás por el miedo de terminar como aquel chico, o que algo le ocurriera a Haruka si no cooperaba. Se acercó a la maleta, apenas respirando— Tómalo de los brazos y yo de las piernas, como es peso muerto costará moverlo.

Tembloroso, quizás pidiendo disculpas o sólo por el miedo que le provocaba la situación, tocó el cuerpo rígido, se sintió contaminado de inmediato, apenas sus manos tocaron las frías del pequeño, retrocedió, horrorizado, cubriéndose el rostro, dándole la espalda y de cuclillas, lamentándose tormentosamente.

—N-No puedo… No puedo hacerlo —Trató de no quebrarse, de ser más resistente, pero esto lo sobrepasaba— ¡No puedo!

—Cielos… —Suspiró Azuma viendo el desastre que era en ese momento Makoto— Supongo que debe ser difícil, es tu primera vez, después de todo —Abrió la puerta trasera y sacó una pala, entregándosela al menor— Al menos puedes cavar, ¿No? —Makoto sólo lo miró, el pelinegro empujó la pala contra él, obligándolo a que la tomara entre sus manos— No podemos tomarnos todo el tiempo del mundo, hay que hacer estas cosas rápido, tú cava lo más profundo, yo me ensuciaré por ti —Dijo como si le estuviera haciendo un favor, irónicamente el de hebras olivas le agradeció el gesto.

Fue alrededor de una hora, lo que les llevó en enterrar el cuerpo, Ryuuji se dedicó a borrar toda evidencia, del auto, mientras Makoto miraba a la nada, sentado en la tierra a un lado de lo que podría llamar tumba, pero que era lo más alejado a una ¿Cómo podía salir de esta situación? ¿Cómo probar su inocencia? Convencer a los policías que era una víctima y no un cómplice, ¿Tendría una oportunidad?

—No sientas culpa, te acostumbrarás —Dijo el mayor terminando de limpiar— Ya sabes que a esta altura no me puedes delatar —Otra vez parecía haberle leído la mente— Eres muy confiado de las personas.

—¿A qué se refiere? —Quitó su mirada del cielo nocturno para dirigirla al de orbes grisáceos, quien sólo le sonrió.

—Tú sabes, las calles de Tokio están repletas de cámaras de vigilancia, subiste a mi auto por voluntad propia, has hablado conmigo tranquilamente, ¿De qué forma podrías decir que no tienes ninguna conexión conmigo? Te he llevado hasta a tu universidad, además… —Tomó la pala, que estaba a un lado— Tus huellas están aquí, ¿Puedes borrarlas?

Makoto no contestó, comprendiendo que cada acto de aquel hombre, fue totalmente planeado, sí, fue inteligente, en ningún momento se descuidó, nunca confió en su palabra y sutilmente lo hizo cada vez más cómplice de él, logrando crear pruebas de su participación en los crímenes. Ryuuji siempre estuvo dos pasos más adelante. Sí, tenía razón, era muy confiado de las personas, tanto así que ahora no podría separarse del asesino porque ya no podía demostrar absolutamente nada, en ese instante lo supo, no había nada de inocencia en él.

—¿Por qué? ¿Por qué me hizo cómplice? —Fue lo único que tenía en su cabeza, ¿Por qué lo eligió a él? ¿Acaso le vio cierto potencial? No lograba entenderlo.

—Ya te lo dije, fue por seguridad para mí, y una terrible coincidencia para ti —Miró el cielo estrellado, algo que no se podía apreciar en el centro de la ciudad— De alguna manera me alivias un poco el peso de esto.

—Si le digo que me deje en paz y que no diré absolutamente nada acerca de esto, no me creerá, ¿Verdad? —Su tono resignado y gastado ya le había respondido a su propia pregunta.

—Por supuesto que no, aunque lo jures no te creería —Sentenció acercándose al auto— Vamos, te dejaré cerca de tu casa.

Makoto prefirió no hablar más por el resto de la noche.

Al llegar al departamento, se sintió derrotado, cerró con llave la puerta y sin prender luz alguna, se dirigió a su habitación, intentando pensar cómo debería actuar después de haber enterrado el cuerpo de un niño asesinado, si Haruka estuviera a su lado en ese momento, todo sería más ligero, podría al menos sonreír un poco, sólo por él. Se recostó en la cama y cerró los ojos, considerando en no salir de su departamento jamás.

Haruka abrió los ojos algo somnoliento, miró la hora y vio que eran cerca de las cuatro de la madrugada, una hora extraña para una llamada de su novio, se alarmó pensando en que le había pasado algo, sin embargo, se relajó un poco al saber que se trataba de una pesadilla que impedía al de hebras olivas dormir. Con voz suave trató de calmarlo, pues sí, se escuchaba alterado, pero tuvo la paciencia suficiente para escucharlo sin hartarse, era Makoto después de todo. No volvió a conciliar el sueño después de ese incidente, estaba preocupado, el muchacho de orbes esmeraldas estaba actuando totalmente extraño, ¿Debería preguntarle aun sabiendo que le mentiría? Algo le decía que tenía que ver su entrenador en todo esto, ya que las veces en que él y Makoto interactuaban podía notar la tensión del menor. No conocía del todo a Azuma, su relación simplemente era de entrenador y nadador, nada más, pero sabía que el hombre era algo excéntrico y no muy apático, aunque quizás en sus años de juventud haya sido todo lo contrario. El tema le estaba haciendo ruido, y empezaba a ser molesto, pero se mantendría cauteloso y atento, descubriría algo sin duda alguna.

Los niños nadaban enérgicos como siempre, sin embargo, Makoto apenas podía ponerles atención, su noche atormentada de pesadillas donde el protagonista era aquel pequeño degollado, simplemente le puso los nervios de punta, aún podía sentir el frío de ese cuerpo, y el horrible olor a sangre pudriéndose, ni siquiera quería pensar en comer algo.

—Entrenador… —Salió de sus pensamientos al sentir que lo jalaban del brazo, bajó su mirada para encontrarse con la mirada de la pequeña niña de coletas.

—¿Pasa algo, Suzume-chan? —Se agachó hasta su altura, sonriendo falsamente, las ojeras no las podía ocultar.

—Lo he estado llamando hace un rato —Dijo la pequeña, entregándole los flotadores de brazos que llevaba puestos— Aprendí a flotar, Misaki-kun me enseñó, ¿Puede ver cómo lo hago? —Sonrió dulcemente.

—¿En serio? —Miró a Misaki quien avergonzado miró hacia otro lado.

—Lo hice en forma de agradecimiento por llevarme a casa —Explicó el muchacho apenado.

—Eso me alegra —Makoto tomó los flotadores de la chica y con el mejor de sus esfuerzos, le habló en un tono más animado— Muy bien, Suzume-chan, muéstrame, si lo dominas bien, después te enseñaré a bracear.

—¡Sí! —Contestó entusiasta, dirigiéndose a la piscina, los demás niños también detuvieron sus ejercicios para mirarla, pues del grupo, era a la que más le costaba el tema de la natación.

Al lograr su hazaña, todos aplaudieron y el de hebras olivas les dio tiempo libre para que se divirtieran antes de que el día terminase. La verdad es que no quería salir del trabajo, se sentía más protegido aquí que afuera enfrentando su realidad. Llamó totalmente su atención, los orbes oceánicos que entraban con total calma, era un espectáculo hermoso de ver, Haruka era un ensueño hecho realidad. Su corazón palpitó animoso, el sólo hecho de ver al amor de su vida, sano y a salvo, le devolvía el alma al cuerpo.

—Haru, llegas temprano, ¿No entrenaste? —Saludó cariñoso, el de hebras oscuras era el calmante perfecto para cualquier herida que tuviera.

—Azuma-san lo canceló —Se encogió de hombros, restándole importancia, a Makoto se le hizo algo amarga esa frase, ¿Por qué cancelaría el entrenamiento de Haruka? Desechó de inmediato esos pensamientos, ya tenía suficiente con lo de ayer.

—Ya veo —Suspiró, se preguntaba si Haruka le propondría quedarse en su departamento esta noche.

—¡Nanase-san! —Misaki se acercó al nadador para saludarlo, viendo que tenía un folleto en su mano— Ah, ese es el nuevo acuario que inaugurarán —Señaló el papel.

—Me lo dieron cuando venía para acá —Explicó el pelinegro mirando el folleto.

—En mi escuela han estado hablando todos los días de él, dicen que será el más grandioso de todos—Decía el chico con una bella sonrisa, los otros niños también se acercaron para hablar sobre el nuevo acuario. Fue entonces cuando una idea salió del grupo— ¿Qué tal si vamos todos a visitarlo, Entrenador Tachibana?

—¿Eh? —El de orbes esmeraldas se tensó al ver todos esos ojos llenos de ilusión que esperaban su respuesta.

—Me parece bien —Dijo Haruka esbozando una leve sonrisa— Es bueno hacer una actividad distinta de vez en cuando.

—Haru… —Suspiró— Está bien, pero primero hay que hablar con sus padres, sólo si tienen su permiso los llevaré.

Los niños asintieron contentos, y continuaron con su tiempo libre. El atardecer llegó de forma tan brusca que Makoto sintió que le arrebató su tranquilizador día, estaba junto a Haruka en la entrada del recinto, observando a los dos niños que hablaban cosas sin mucha importancia, le gustaba esto, estar sin la presencia de Ryuuji, cuidando de los pequeños en compañía de su novio, ¿Era malo preguntarse cuánto duraría el efecto de este calmante? El auto del padre de Suzume finalmente llegó, el hombre salió de él y su hija corrió a abrazarlo, aún estaba con su uniforme de policía.

—Misaki-kun, ¿Vendrás con nosotros? —Preguntó la muchacha al pelinegro que estaba algo reacio por la propuesta— Es más divertido cuando vuelves a casa acompañado —Sonrió.

—Ah, supongo… —Decía algo incómodo, pero aceptando de todas maneras.

—Esperen en el auto, debo hablar algo con Tachibana-kun —Dijo el hombre amablemente a los dos niños.

Makoto no pudo evitar ponerse nervioso, pues estaba frente a un policía después de todo, su mente comenzó ansiosamente con la paranoia. Haruka se dio cuenta de su nerviosismo disfrazado de dulzura, decidiendo simplemente mantenerse en silencio y observando cómo entraba junto al oficial hacia la pequeña oficina.

—Lamento si te estoy quitando algo de tiempo, Tachibana-kun —Dijo el hombre, quitándose la gorra de policía— Pero siento que es importante informar sobre esto.

—No se preocupe, puedo escucharlo con toda calma —Mintió, ¿Lo habían descubierto? ¿Azuma los delató o lo culpó de todo?

—Verás, en la estación no han querido hacer público esto para evitar el pánico, pero creo que es importante que lo sepas, ya que en este lugar frecuentan muchos niños —Dijo serio, notoriamente alarmado— Hemos recibido muchas denuncias de niños perdidos, esta semana recibimos dos, desgraciadamente no podemos localizarlos, sin embargo, no son los dos únicos casos, en el mes ya han sido cinco, uno de ellos fue el caso de la niña que encontraron en la estación… —No era necesario para el de hebras olivas actuar que estaba asustado por lo que estaba escuchando, pues era obvio que todo se trataba de los crímenes de Ryuuji, lo que significaba que también se trataba de él— Te diré la verdad, no creemos que encontremos a ninguno de estos niños vivos, el caso de la niña asesinada, y estas desapariciones, están relacionados, por lo que hay un criminal suelto tras esto.

—¿Un criminal? —No sabía cómo lo estaba haciendo para no sudar frío en frente del policía.

—Tachibana-kun, desde ahora, no dejes que los niños vuelvan solos a casa, es necesario hablar con los padres, y que los vengan a recoger en lo posible, yo no tengo problemas en llevar a otros niños a parte de Misaki-kun, pero evita que se vayan solos, ¿Puedo contar contigo?

—Yo… —Se sentía horrible, era el cómplice del criminal que la policía estaba buscando, y lo peor es que el hombre frente suyo está contando con su apoyo para proteger a los mismos pequeños que luego vería muertos dentro de la maleta de un auto, ¿Es que no haría nada para defenderlos? ¿Qué clase de escoria se estaba convirtiendo? Aceptaría la responsabilidad, el lobo no tendría cómo cazar si las ovejas estaban refugiadas; prácticamente tendría que jugar a dos bandos— Cuente conmigo —Se sentenció, con la mínima esperanza de poder parar con todo esto.

Después de aquella conversa, el precioso chico de hebras olivas se quedó junto a su novio, sentados en la plaza cerca del departamento de éste último, simplemente estaban disfrutando de la compañía del otro en silencio.

—Me alegra poder quedarme esta noche contigo —Dijo el más alto casi en un suspiro de alivio.

—Sí… —Haruka miró el árbol frente a él, estaban en el mismo lugar donde se habían confesado, aquí ninguno podía mentir, no quería ser oportunista, pero este podía ser el momento adecuado para disipar todas sus dudas sobre el extraño comportamiento de su amor, el por qué tenía una camisa con manchas de sangre y la rara interacción entre él y Ryuuji— Mako…

—Haru… Comprometámonos —Lo interrumpió abruptamente el de orbes esmeraldas, desconcertando totalmente al pelinegro.

—¿Qué? —Haruka lo miró extrañado, con comprometerse, ¿Se refería a formalizar oficialmente su relación? ¿Por qué le estaba pidiendo eso tan de repente?

—Quiero vivir contigo, sin tener problemas —Los japoneses eran muy conservadores respecto a las relaciones, no podías vivir junto a tu amante si no estabas comprometido oficialmente, no era una ley, pero la sociedad lo había impuesto así, la reputación lo era todo, en especial en Tokio. Sin embargo, Makoto no lo hacía específicamente por eso, sino más bien, como una manera de protegerlo.

Porque era capaz de hacer mil locuras por él.


Eso es todo por el momento!

Algún spoiler? Haru ama demasiado a Makoto.

Actualizo la próxima semana, entre jueves o domingo.

Hasta entonces, se despide su servidora.

Aiiri.

¡Muchos kissus llenos de amor virtual!