¡Buenas noches preciosas criaturas! Lamento la demora, me estoy mejorando de mi infección. Les traigo nuevo capítulo! Quiero decir que esta historia no será tan larga, creo, pero ya llegué a los capítulos que quería llegar. Así que va todo bien por el momento.

Perdonen todos mis errores!

Disfruten de su lectura!


Haruka estaba totalmente desconcertado, ¿Por qué tan de repente? Aún estaban en la universidad, a pesar de que tenían claro sus metas, el futuro era incierto. No estaba dudando, no, pero realmente lo encontró muy apresurado. Makoto simplemente espero en silencio los minutos que se volvieron eternos, sabía que no estaba haciendo bien, pero necesitaba tener al menos esa seguridad de tener al pelinegro a su lado. Arrugó la tela de su pantalón por la impaciencia, ¿Qué era lo que había en la mente de ese precioso chico de orbes oceánicos?

—De acuerdo —Dijo finalmente después de una terrible espera para el de hebras olivas.

—¿En serio? —Makoto sonrió aliviado y abrazó a su novio, emocionado por concretar su compromiso.

—Pero… Tengo una condición —Haruka pudo sentir una leve tensión en ese abrazo, con sus brazos rodeó su espalda y lo atrajo más— No puedes mentirme ni ocultarme nada, incluso si lo estás haciendo ahora mismo —Fue entonces en que Makoto se dio cuenta de que su hermoso chico se había dado cuenta de que algo estaba mal con él, no le sorprendía ya que el mayor siempre fue intuitivo, pero le asustaba ¿Cómo reaccionaría?

—C-Claro —Dijo acurrucándose en la calidez del otro, no tenía idea de cómo decírselo lo que le generaba una increíble ansiedad— Realmente… Sí te estoy ocultando cosas —Se separó para mirarlo a los ojos, no había templanza en él.

—Está bien, te daré tiempo para que me las digas —Se levantó para ofrecerle la mano— Hoy te ves bastante cansado —Sinceramente le hubiera gustado estar equivocado, pero su novio le había afirmado sus sospechas— Vamos a casa.

—Gracias… —¿Era Haruka piadoso? No, era extraordinario, por eso no podía permitir que lo lastimaran. Tomó su mano y suspiró, debía acabar con esto definitivamente.

Tomó las bolsas de sus compras y sonriente se dirigía al departamento de su novio, al menos estar más tiempo con Haruka lo calmaba y ahora que había aceptado comprometerse con él, le provocaba un cosquilleo en el estómago, siempre quiso vivir toda su vida con el nadador, y es que era el único que podía entenderlo a la perfección, su alma estaba destinada a él, le había entregado su corazón y su vida, porque sabía que Haruka los atesoraría y cuidaría. Subió las escaleras hasta llegar al piso donde se encontraba el hogar del pelinegro, buscó entre sus bolsillos la llave que compartían y abrió animado.

—Lamento la demora, estaba repleto el… —Se quedó en silencio al ver que no había nadie en la cocina ni en la sala de estar— ¿Haru? —Dejó las bolsas en el suelo y cerró la puerta tras de sí. Miró en la habitación, pero tampoco estaba, se dio cuenta que la luz del baño estaba prendida, suspiró relajado, como era de esperarse del nadador, debía estar dándose uno de sus baños— Haru, ya volví —Dijo apoyándose en la puerta de éste, no podía escuchar ningún ruido, ni siquiera del agua, eso le preocupaba un poco— ¿Estás ahí? —No había respuesta— Voy a entrar, ¿De acuerdo? —Puso una mano sobre la manilla y abrió siendo recibido por el vapor del agua caliente, se acercó lentamente a la bañera donde se encontraba la cortina cerrada— ¿Haru, estás bien? —Deslizó suavemente la cortina, el agua se rebalsaba de la bañera, y él cayó sin aire, viendo a su precioso chico con un gran corte en la garganta, tal cual como aquel niño que enterró, de pronto su mente se volvió un caos— No puede ser… No lo delaté… No lo delaté —Se agarró la cabeza con ambas manos, sintiendo poco a poco cómo se le iba el control de sí mismo— No lo delaté, No lo delaté, ¡No lo delaté! —Volvió su mirada a la bañera sólo para ver el cuerpo del niño que Ryuuji había matado, estaba en la misma posición en la que lo habían enterrado. Makoto no estaba entendiendo nada, ¿Estaba alucinando? ¿Azuma había desenterrado el cuerpo y lo llevó al departamento de Haruka? ¿Por qué? ¿Para que lo descubrieran? Si era así no podía dejar que el chico de orbes oceánicos lo viera. Torpe y nervioso se puso de pie para tomar el cuerpo del muchacho, cauteloso se acercó mirando el rostro sin vida del infante, que de un impacto abrió los ojos y miró directamente a los orbes esmeraldas que aterrados querían alejarse, pero el fuerte agarre del chico sobre sus brazos le impedían moverse. La mirada acusadora lo trastornaba, y ahora lo que rebalsaba era sangre, podía sentir cómo trataba de hundirlo junto a él— Yo no lo hice —Decía desesperado tratando de zafarse del agarre, siendo arrastrado a una bañera sin fondo — No lo hice, no lo hice… Por favor… —No podía respirar, la sangre lo estaba ahogando— P-Perdón —La desesperación de no poder respirar y el terror estaban causando estragos en él, iba a morir.

—¡Makoto!

Abrió los ojos, sintiendo como sus pulmones volvían a llenarse de aire, miró los intensos ojos azules que lo miraban preocupados en medio de la oscuridad, ¿Fue otra pesadilla? No tenía idea, pero al ver a aquel precioso chico vivo no pudo evitar abrazarlo con todas sus fuerzas.

—Gracias a Dios —Estaba empapado en sudor, pero no le importaba, sólo quería tener a Haruka entre sus brazos— Estás aquí —Besó su mejilla, sólo fue un mal sueño, se repetía mentalmente.

—Hey, tranquilo —Haruka no comprendía, sólo abrazaba a su novio y le acariciaba la espalda, tratando de calmarlo, sintiendo ese eufórico temblor que no abandonaba el cuerpo del más alto, ¿Qué clase de pesadilla estaba teniendo para despertar así?— Makoto tranquilo, estoy aquí contigo, está bien —No, no estaba bien, esto era aterrador— Te traeré un vaso de agua.

—¡No! No te vayas —Makoto lo abrazó más fuerte, no queriendo separarse nunca más de él.

—Está bien —Se separó un poco de él tomando su rostro lloroso, quitando aquellas lágrimas con sus pulgares— Sólo fue una pesadilla, trata de olvidarla.

—No puedo… —Bajó la mirada a sus propias manos que no paraban de temblar, y es que para él había sido tan real, que no podía quitarse aquella sensación.

—Entonces… Yo te haré olvidarla —Makoto volvió la mirada a los orbes oceánicos que lo miraban de forma intensa y a la vez, con un amor único, cerró los ojos y se dejó besar por Haruka, él sabía que cómo hacer para que todo estuviera bien. La oscuridad dejó de ser aterradora y les otorgó la privacidad que merecían.

Los niños se despedían llevando con ellos el consentimiento que debían firmar los padres para la ida al acuario, Makoto ya había informado a los adultos que estaban encargados de cada niño, que desde mañana los niños ya no podían irse solos, no los alarmó, pero sí los preocupó, y algo de preocupación por parte de padres y tutores no estaba mal, al menos así no se encontraba solo, protegiendo a los niños. Se sentía mejor después de haberse quedado en el departamento de su novio, Haruka si había logrado hacerle olvidar todo mal sueño, ahora le debía una explicación, debía contarle todo, si se comprometían podían mudarse juntos, realmente estaba pensando en Kyoto como una alternativa, pero primero debía resolver las cosas aquí. Hoy el pelinegro se encontraba entrenando, por lo que no se verían, pero al menos sus mensajes han sido tranquilizadores, y Ryuuji parece permanecer calmado por el momento, ¿Se habrá dado cuenta que la policía ya lo estaba buscando? Realmente esperaba que la amenaza de la presencia policial lo haya hecho detener sus actos, pero de Azuma nunca se podía esperar nada. Miró a ambos pequeños que esperaban al padre de la chica.

—Entrenador Tachibana, entonces ¿Sí iremos al acuario? —Preguntó Misaki sonriente.

—La inauguración es mañana, ¿verdad? Sólo los llevaré si tienen permiso de sus padres —Dijo con tono dulce.

—Ya les pregunté y si me dejaron ir —Decía cruzando sus brazos detrás de la cabeza.

—Todos me dijeron eso hoy, pero si no traen el papel firmado, no los llevaré —Explicaba paciente, dirigió su mirada a la niña de hebras castañas, que esperaba en silencio y algo aislada— ¿Pasa algo, Suzume-chan?

—No es nada… —Dijo cabizbaja. Notándose algo triste. Levantó la cabeza cuando vio el auto de su padre estacionarse frente al recinto— Es papá, nos vemos entrenador —Se despidió rápidamente, subiéndose al auto.

—Nos vemos mañana, entrenador Tachibana —Misaki hizo una reverencia y fue con la chica.

Makoto se despidió de ambos niños, podía decir que se sentía tranquilo.

—Bien, es hora de cerrar —Dijo el anciano guardia saliendo de la recepción.

—Sí… —Le sonrió el de hebras olivas, y entró para ayudarlo.

Misaki miró a la niña que estaba a su lado, entendía un poco su frustración.

—Todos irán, ¿Por qué yo no? —Alegaba la chica a su padre que se encontraba conduciendo.

—Ya la hablamos, Suzume —Contestó con templanza, sabía que su hija estaba enojada, pero era por su seguridad.

—Está bien, Suzume-chan —La muchacha vio a su compañero quien le sonreía— Mi mamá me prestará su cámara, así que le sacaré muchas fotos al acuario para que lo puedas ver.

—Misaki-kun… —A pesar de eso, no podía sentirse animada, realmente quería ir— No importa —Desvió su mirada por la ventaba, lo encontraba injusto.

—Muy bien, Misaki-kun, hemos llegado a tu casa —Dijo el padre de la chica deteniendo el auto frente a la casa del de hebras oscuras.

—Ah, muchas gracias Inue-san, nos vemos Suzume-chan —Decía bajándose del auto, pero la pequeña no lo miraba, lo que le desanimó— Su-Suzume-chan, el acuario no se moverá, así que podemos ir juntos un día... Sí quieres —Suzume lo miró algo sorprendida al avergonzado muchacho.

—Gracias, Misaki-kun —Sonrió, agradeciendo su gesto.

—Bien —Misaki le devolvió la sonrisa y se despidió, dirigiéndose a su casa.

El auto comenzó a andar, Suzume miró por la ventana a su amigo mientras se alejaba, moviendo su mano en forma de despedida, sin embargo, no fue vista, pero no le importó, estaba bastante agradecida del muchacho.

Miró el plato que le sirvió su padre, no lo había tocado desde que empezó la cena. El hombre dejó de comer y dirigió su mirada a la pequeña, desde que su esposa había muerto se le había vuelto difícil criar a su hija, en especial por el poco tiempo que le entregaba su trabajo.

—Suzume… ¿No vas a comer? —Le preguntó con cariño, paciente.

—¿Realmente no puedo ir al acuario? —Decía la chica con la mirada gacha.

—Creo que hemos hablado suficiente de ese tema —Respondió sin darle chance de protestar— No insistas, ya dije que no.

—Ni siquiera me has dado un motivo para que no vaya a parte de que es peligroso, no estaré sola, además…

—Suzume, basta —No podía explicárselo, aunque quisiera no lo entendería, después de todo sólo era una niña y él un padre que intentaba hacer lo mejor por ella.

—Eres un egoísta —Sollozó mientras dejaba caer sus lágrimas por la frustración que sentía en ese momento— Mamá si lo hubiera permitido.

—¡Pero mamá ya no está! —Contestó agrio, perdiendo la paciencia. Miró a su hija al percatarse de su error, él nunca le gritaba ni le hablaba así— Perdón, Su… —Pero no pudo decir nada, la muchacha se había levantado de la mesa y subió corriendo las escaleras para encerrarse en su habitación. El policía se sentó mirando a su propio plato, se le había ido el apetito.

Era de mañana cuando el padre de Suzume entró a su habitación para despedirse como siempre, vestido con su traje de policía, vio el pequeño bultito envuelto en sábanas durmiendo. Se sentó en la orilla de la cama y se inclinó para acariciar su pelo y depositarle un beso en la cabeza.

—Prometo pedir un día libre para que vayamos juntos al acuario —Susurró para no despertarla— Lamento haberte gritado, te traeré esos pasteles que te encantan, Recuerda que te amo mucho —Se despidió saliendo de la habitación.

Pasó un tiempo, la supuesta muchacha dormida abrió los ojos, escuchando cómo el auto de su padre se alejaba, por lo que se levantó para cambiarse de ropa. No le gustaba ser aislada, su padre era muy sobreprotector con ella, desde la muerte de su madre que no ha logrado a hacer ningún amigo, lo más cercano que tenía a uno era Misaki, y era algo que le alegraba, pero que le entristecía, no quería que por culpa de su padre se terminara por alejar. Tomó su mochila y sacó el papel del consentimiento que debían firmar los padres, había recordado las palabras de Makoto, pues no llevaría a nadie que no tuviera firmado el consentimiento. Dio vueltas por la casa buscando algún papel que tuviera la firma de su padre, hasta hallar con uno, así que lo tomó para calcarla, practicó varias veces, hasta que logró poder copiarla lo más parecida posible, y con sumo cuidado, firmó el consentimiento.

Arregló su mochila y al darse cuenta que la puerta estaba cerrada con seguro, decidió salir por una de las ventanas que daban al jardín, asegurándose que nadie la viera, abrió la ventana y salió por ella, agradeciendo que la altura no fuera tanta. Se dirigió a la puerta de la verja que daba a la calle, la cual tuvo que hacer un gran esfuerzo para treparla y poder saltarla, se sentía alegre de que la natación le haya estado ayudando a su mínima fuerza.

Caminó por las calles algo desorientada, no estaba acostumbrada a andar sola, su padre siempre la llevaba a todas partes en su auto, recordaba un poco las rutas, pero nunca les ponía atención para memorizar el recorrido. Se topó con una calle en la que no sabía si debía ir hacia arriba o abajo, estaba en un dilema, ¿Debería preguntarle a algún adulto? Miró a su alrededor y no había nadie, así que siguió su instinto, y tomó el camino cuesta arriba, caminó unas cuatro cuadras dándose cuenta que reconocía un poco el lugar.

—¡Suzume-chan! —La chica se volteó a ver a la vereda de enfrente, alegrándose instantáneamente al ver al chico de hebras oscuras quien la saludaba. Miró para ambos lados antes de cruzar hacia donde estaba Misaki— ¿Qué haces por aquí?

—Ah, bueno, me dirigía a la piscina para luego ir al acuario —Decía algo tímida.

—¿Eh? Pero ese no es el camino para llegar —Misaki rió ante el rostro avergonzado de la muchacha— Espera… ¿Tu padre al fin te dio permiso?

—Yo… Me escapé —Se sinceró bajando la mirada— Sé que está mal, pero realmente quería ir y divertirme como todos.

—Pero te meterás en problemas —Frunció el ceño preocupado por su amiga, no quería que la regañaran.

—Está bien, si vuelvo antes que papá, él no se dará cuenta —Dijo insistente, mirando suplicante a Misaki— Por favor, no se lo digas a nadie.

—¿Qué hay del consentimiento? El entrenador Tachibana dijo que no llevaría al que no lo tuviera firmado —De alguna forma entendía a Suzume, quizás él también hubiera escapado para poder disfrutar de un paseo con sus compañeros y amigos.

—Todo está bien, copié su firma.

—¿En serio? ¿Falsificaste la firma de un policía? —Se asombró un poco por la determinación de la de hebras castañas y su inteligencia— Eres muy valiente, Suzume-chan.

—Entonces… ¿No me delatarás? —Preguntó la chica mirando expectante a Misaki.

—Cielos —Suspiró— Está bien, no diré nada.

—¡Muchas gracias! —Suzume sonrió alegre y en una muestra de cariño lo abrazó, sorprendiéndolo un poco y provocando que se avergonzara un poco— Me alegra poder ir al acuario con todos.

—Bien, entonces vamos o llegaremos tarde —Misaki también sonrió— Por cierto, ¿Estabas perdida? Porque para llegar a la piscina debemos ir hacia abajo.

—Bueno… —Desvió la mirada apenada.

—Está bien, supongo que es mi turno de llevarte.

Suzume sonrió mirándolo directamente a los ojos, Misaki también sonrió, y juntos se volvieron cómplices de un secreto.


Eso es todo! nos leemos en el siguiente capítulo.

Hasta entonces se despide su servidora.

Aiiri.

¡Muchas kissus llenos de amor virtual!