Personajes de Mizuki e Igarashi
La mirada es posiblemente la más asombrosa técnica humana de cortejo: el lenguaje de los ojos (Helen Fisher)
Una mirada, un suspiro, el silencio son suficientes para explicar el amor (Voltaire)
"El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada" (Tristan Bernard).
Candy al día siguiente despertó a las ocho de la mañana, se alistó con tranquilidad, quería lucir un atuendo digno de una mujer coqueta y hermosa para ir a clases, tenía más de dos años sin estar al día con la moda; lo único decente que encontró para verse sensual fue un pantalón de mezclilla, corte bajo ajustado al cuerpo, haciéndole lucir un trasero bien contorneado, de blusa eligió una de color verde menta, escotada en la espalda con cuello en v, que sutilmente se podía apreciar su busto bien definido; sintió hambre matutina, pero no quería verse obesa, a pesar de que es una mujer delgada, así que optó por comer una galleta de fibra ligera y una taza de avena tibia, Candy conoce muy bien las propiedades de la fibra natural. Al salir se dio cuenta que sólo le faltaban calzados apropiados para su atuendo por lo que tuvo que detenerse en una zapatería, escogió unas sandalias doradas cruzadas de tacón mediano; no sabía caminar con tacones altos, pero esa sería su siguiente meta de aprendizaje. Hizo una parada rápida en una tienda de cosméticos, compró: un esmalte de uñas color perla, pintura labial tono carmesí suave, rímel, polvo facial traslucido, seguidamente tomó un taxi, donde iba pintándose las uñas y maquillándose, exclamó:
― ¡rayos!
― ¿Le sucede algo señorita? ― preguntó el taxista de facciones étnicas.
― Nada, en realidad sí, el esmalte de uñas se me corrió.
― Descuide señorita en la guantera, tengo un removedor de pinturas de uñas y algodón, mi esposa deja todas sus cosas en el taxi, es previsiva―. Candy sintió ver la luz de Dios.
― ¿Cuánto le debo?
― Diez dólares.
― Una pregunta, por favor, no mienta ¿Cómo me veo? ¿Tengo demasiado maquillaje? ¿Me veo vulgar?
― No quiero herir sus sentimientos, pero si se ve un poco obscena, quizás sea, porque no tenía espejo.
― ¡Demonios, sólo faltan 45 minutos! Lléveme a una tienda, compraré lo habitual, otro día cambiaré el look.
Candy, entró nuevamente al auto, se paró en el centro comercial más cercano; compró un vestido juvenil corto hasta siete centímetros por encima de las rodillas, semi holgado de algodón suave de rayas estilo marino, manga corta, cuello semi redondo y zapatos deportivos blancos, ingresó al baño de damas, se lavó la cara y colocó desodorante en spray, no sólo en las axilas; sino también en sus pies. Su piel facial es verdaderamente como la piel de un bebe, libre de grasa, por lo que optó por aplicarse en los labios un simple brillo, se palmeó las mejillas para darse ese toque rosa, que sabía que a los hombres tanto les gustaban. Al salir vio un sombrero blanco, que hacía juego con su vestimenta y decidió adquirirlo sin dudar.
― Gracias, por esperar ahora, ¿cómo luzco?
― Inocente―. Respondió el taxista.
Candy, suspiró, su verdadera intención no era la de verse precisamente inocente por el contrario; quería despertar el interés sexual de cierto rubio, ojos azules como el cielo, pero silenció su real sentimiento; que apenas empezaba a florecer. Pagó el taxi y corrió velozmente hasta el salón de clases.
‹‹ ¡Dios santo, llegué tarde, por suerte mi profesor es amable! Me dejó pasar, mostrándome su dulce sonrisa.››
― Adelante, Candy. Esperemos que en la siguiente clase no se le peguen las sábanas―. Candy apenada pasó al salón, en su estomago sentía como revoloteaban mil mariposas con sólo percibir el perfume de su profesor.
En ese momento Mili, una compañera de estudios, explicaba la sensación que sintió al realizar la tarea del profesor, ponerse frente al espejo y darse cuenta que es una mujer hermosa a pesar de tener alguna cicatriz corporal, que a los ojos de los demás les puede parecer desagradable; a ella por el contrario le resultó genial, porque es parte de ella; parte de su vida; pues daba testimonio de ¿Cómo se ha sobrepuesto a cualquier enfermedad? Por tanto el que la ame, debe apreciar cada parte de su cuerpo.
Todos aplaudieron. El profesor Ardlay se dirigió a Candy:
― Candy, ¿hizo la tarea asignada para la casa?
― Sí, la hice profesor.
― Perfecto, venga y comparta sus emociones con la clase.
Candy temblorosa e insegura, con temor de ser juzgada, trató de detallar sus sensaciones:
― Yo, me… duché, al salir del baño…― a Candy le costaba hablar, le daba vergüenza. Su maestro se dio cuenta que debía trabajar más en ella, tuvo que detenerla, tenía el rostro enrojecido con mirada llorosa, incluso tartamudeó.
― ¿Luisa, eres amiga de Candy?
― Sí.
― Por favor, acompáñele al sanitario, tomen un receso de 15 minutos ―dijo Albert al resto del alumnado.
En el sanitario.
― Candy, ¿qué te pasó allá? ¿Por qué tan nerviosa?
― Entiéndeme, no es fácil hablar tan abiertamente de mi sexualidad, me cuesta.
― Como quieras, pero déjame arreglarte. Por un momento creí que te desmayarías en el salón de clases. Listo volvamos al salón para que sigas al lado de tu galán.
― Él no es mi galán, él tiene pareja.
― Y ¿Qué?― expresó Luisa encogiéndose de hombros de la manera más indiferente.
― Y ¿Qué? Que no debo fijarme en alguien comprometido.
― ¡Aja! Ja, ja, ja ¡Te caché, si te gusta!
― ¡Cállate, cállate! Que nos pueden oír.
― Tranquila te guardaré el secreto, pero ya veremos, ¿cómo lograremos que seduzcas a ese hombre? Mírate Candy pareces una niña.
― Ya no me molestes Luisa. Corramos que otra vez llegaré tarde y eso que estoy a pocos metros del salón.
― Pasen señoritas, usted Candy espere quédese a mi lado. Hoy avanzaremos con otra parte importante del cortejo, punto indispensable en el preludio del amor. Lea en voz alta este fragmento―. Candy tomó aquella hoja y con voz decidida leyó:
― La mirada es posiblemente la más asombrosa técnica humana de cortejo: el lenguaje de los ojos (Helen Fisher).
― ¡Exacto! Usted se pondrá frente a mí, nos veremos directo a los ojos, le alzaré la quijada con sutileza para mirarle a los ojos. Candy, debes entender que: una mirada, un suspiro, el silencio son suficientes para explicar el amor y sobre todo que… El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada…
Continuará.
Se ha comprobado científicamente en el área psicológica que dos personas de sexo opuesto al verse profundamente una frente a otra, durante más de 5 minutos y que no ocurra ninguna distracción, puede generar el efecto de enamoramiento inmediato. (Richard Escalona, je, je je mi esposo). Buscar información en Youtube.
Cordiales saludos a todas las seguidora de esta historia de Albert y Candy, pareja protagónica de la serie animada Candy Candy, que creen: somos los primeros esposos en hacer una historia en conjunto ja, ja, ja. Creo yo ja, ja, ja.
Yagui Fun: gracias por leer la historia y seguirla tus comentarios me mantiene activa ja, ja, ja bueno a mí y a mi esposo que ha decidido incursionar en el mundo literario el me vio tan triste en estos días que para hacerme feliz decidió hacer conmigo esta historia. Espero te vaya bien en tus estudios de estrategias digitales te auguro grandes éxitos.
Tuty: hermana gracias por seguir la historia estoy al pendiente de tu historia de navidad del mínimo realmente me gusta y bueno todas el intruso ja, ja, ja.
Lucy: me fascina tus reflexiones eres más linda cuando ríes que cuando lloras genial. Estamos conectadas. Richard piensa igual que tú, aunque te confesaré algo ja, ja, ja Richard es tan maquiavélico como yo, pero en esta oportunidad lo frené je, je, je, quería matar a Albert por Dios, además ya lo hice y fue a ambos ja, ja, ja puedo matar a Candy, pero Albert ¡No!
pivoine3: estoy feliz, me agrada que te guste la historia en verdad me horas.
Invitado: Ya ves estoy actualizando seguido gracias a sus comentarios.
Sakura-Ardlay: para mí es un honor tener a una escritora como tú de renombre y exitosa de apoyo a la historia lo mismo que he dicho a Tuty, estoy a la espera de sus actualizaciones; ustedes sí que están dándole duro con las actualizaciones, felicitaciones por su ímpetu. Una cosa sí, es cierta es la ventaja de escribir hombre y mujer, porque dejamos ver todas las emociones, no queda nada por fuera y te puedo asegurar que los hombres también lloran y se enamoran tanto como una mujer. Así que el mito de que los hombres son malos es falso, como existen mujeres malas existen hombres malos. El asunto está en saber elegir como hizo Candy que optó por Albert, en vez del sombrío.
jimenezesperanza184: hm. ¿Quién eres tú? Serás Lorena Hm. El rubio tiene dueña así que control, control. Cuidado con esos pensamientos que el rubio tiene mujer y es Candy, ja, ja, ja así sea ficción je, je, je.
Besos y bendiciones a todas de parte de nuestro amado Dios. Les confieso algo nunca me sentí escritora hasta ahora, saben me hacía falta tener a mi lado a Richard apoyándome como siempre todo lo que soy se lo debo a Dios y a él, que me perdona todas mis metidas de pata creo que eso es amor de verdad.
