Personajes de Mizuki e Igarashi.

Candy despertó del profundo sueño, pudo comprobar con satisfacción, que lo recomendado por su profesor, es cierto. Nunca había dormido profundamente. Se paró de la cama con más energía que en otros días. Se duchó y, vistió para luego preparar un ligero desayuno: un sándwich de pavo con rodajas de tomates acompañado de jugo de naranja recién exprimido. De este modo, inició un nuevo día.

En clases el profesor Albert, habló:

―Hoy aprenderemos, un nuevo tema, para ello les citaré al fallecido líder de los años 60 Malcolm X, quien dijo: "Todas nuestras experiencias se funden en nuestra personalidad. Todo lo que nos ha pasado es un ingrediente." Se preguntarán, ¿qué tiene que ver la personalidad con la sexualidad? Sencillo alumnos, nos sirve para determinar si tendremos éxito o no con esa persona, que nos llama la atención o simplemente nos gusta―. Albert, mostró en la diapositiva dos imágenes, el que tiene la estima baja y alta. ― Como podemos ver en nuestra vestimenta y forma de hablar reflejamos lo que somos: cultos o incultos, honestos o deshonestos, humilde o déspotas, aventureros o recatados, en fin la lista es enorme, pero aún así nos permite escoger la persona que vaya más con nuestra personalidad. Por lo tanto, es poco probable que una persona que vista de roquero se fije en una persona que vista de hippie.

Candy, bostezó en plena clase, Albert, le preguntó: ― ¿qué pasa señorita White, le resulta aburrido el tema?

Candy respondió: ― No, profesor es que estamos acostumbrados a temas más ardientes, perdone la interrupción―. Expresó con una picara sonrisa, el resto de sus compañeros, también rieron por su gracia.

― Alumna, este tópico de la psicología es importante para el desarrollo de la sexualidad en ustedes, los alumnos ―dijo el profesor con la mano izquierda metida en el bolsillo del mismo lado, al tiempo que con su mano derecha la movía de un lado a otro para ejemplificar mejor su relevancia en el área del aprendizaje. Por un lado, Candy, se estremecía al tener a Albert, tan cerca y dirigiéndose a ella en tono semi severo; todavía recordaba que hace algunas horas tuvo un orgasmo gracias a él, también se había imaginado a su joven profesor de ojos azules, masturbándose en frente de ella de manera perversa. ― Chicos en el escritorio ven dos cajas, ¿cierto?

―Sí―. Respondieron los alumnos.

―Una azul y otra rosada, las hembras colocarán en la caja rosada como desean, que vista su hombre y en la caja azul los varones, colocarán como desean que vista su mujer. Ahora, cada uno pasará y tomará un papel; es así como vendrán vestidos en la siguiente clase, no teman… será divertido, por favor guarden el papelito y dennos la sorpresa.

Albert, se quedó en el salón, todos los alumnos salieron.

―Luisa, se me olvidó algo en el pupitre, ya regreso.

― ¡Claro, Candy, ve!―dijo, su amiga guiñándole el ojo. Al mirar que se alejaba a gran velocidad, expresó en voz baja: ―Claro, se te quedó el profesor.

No obstante, en el salón Albert, recordaba el pasado:

― ¿Dónde está Amanda?

― Ella se fue―. Contestó, el ama de llaves.

― ¿Cómo, a dónde?― preguntaba Albert, sosteniéndole a la mujer por los brazos, se veía alterado- preocupado.

― ¡Señor, me lástima!

― Perdóneme― expresó Albert cayendo a un lado de rodillas, se sentía débil abatido por saber que su novia le había abandonado, sin dar explicación alguna, se culpaba por su ida sin avisar, quizás se debió a la discusión que tuvieron la última vez que se vieron.

La ama de llaves al verlo tan triste con los ojos llenos de lágrimas, le entregó un sobre: ― Joven, espero esto le sirva, se lo dejó la señorita Amanda. Espero que el contenido de ese sobre sea la respuesta que usted tanto busca y necesita―. A la vez, que cerraba la puerta dejándole allí sólo.

Albert, abrió el sobre con las manos temblorosas, la desdobló, le causaba temor conocer lo escrito en aquella carta, pues probablemente le generaría más dolor del que ya sentía.

Para: Albert.

De: Amanda.

Amor, mi dulce amor de niña y adolescencia, sin duda, todavía somos unos niños, para cuando te llegue esta carta yo, de seguro ya habré partido muy lejos a un lugar que sin duda no te diré, quiero protegerte, por ello me fui, muy, pero muy lejos. Ahora sabrás ¿el por qué?

Respiro, profundamente para darme valor y confesarte una verdad que, ¡cielos! Vaya que es difícil, aún escribiéndolo, pero tomo valor y te lo digo: ¿sabes? Te preguntarás los motivos por el cual nunca permití un beso entre nosotros, o peor aún ¿por qué cuando me cortaba huía de todos sin dejar que me tocaran? La mayoría me veían como una odiosa, que se cree superior a los demás, sin saber las verdaderas razones, muy a pesar de todo tú siempre fuiste flexible conmigo y me respetaste al punto de ¡rayos! Esto lo plasmo en esta hoja con las mejillas sonrojadas por la vergüenza, que siento, pero lo haré tú claramente me dijiste; que esperarías por mí para estar juntos en la intimidad, me siento mal, porque te ilusioné al dejar que siguieras con tus planes, de un modo u otro yo sentí alegría por ello, pero después de esa discusión donde tú me reclamabas tan sólo un beso para sellar nuestro amor, me di cuenta, que… no podía… permitir avanzar más en esta relación.

Albert, sin rodeos te lo digo; nací con una cruz, la peor de las cruces, que pueda existir sobre la faz de la tierra, ¿es mi castigo o el de mis padres? No sé.

Albert, mi padre un hombre culto, poderoso, considerado un ejemplo en la sociedad, no es lo que aparentó en vida, sí, que lloró lagrimas de arrepentimiento por haber actuado de manera hormonal, claro es hombre y se le justifica andar con una y con otra. Albert, te podrás imaginar lo difícil que fue para mi madre confesarme, que unas semanas antes de yo, ser concebida, mi padre tuvo una relación extramarital con una dama, hermosa y elegante; está dama en cuestión era portadora del virus de la inmunodeficiencia humana, él continuó teniendo vida marital con mi madre, quien posteriormente se embarazó de mí, sin saber. Albert, esto te lo digo con lágrimas en los ojos… con un profundo nudo en la garganta… Albert, mi madre al igual que mi padre contrajo VIH. Perdóname, por eso no puedo estar contigo nunca más, Albert, ¿acaso: el cuerpo desnudo de una persona no sólo debería pertenecer al que ama con el alma desnuda? ¿Por qué el ser humano sólo actúa por instinto animal; que sólo busca saciar su sed sexual?

Albert, te lo imploro no me busques, vive tu vida, halla a la mujer de tus sueños que en definitiva no soy yo. Estoy desahuciada, déjame partir en paz de este mundo; agradezco a mi Dios amado por haberte encontrado en la vida, me hiciste feliz y, te digo algo, aunque tu digas o pienses que nunca nos besamos, sí, lo hicimos, porque el primer beso se da con la mirada.

Adiós.

Posdata: siempre te amaré.

Albert no paró de llorar, después de leer aquella carta; con ese recuerdo regresó a la realidad.

Candy al entrar al salón se percata que Albert, está recogiendo sus implementos académicos:

― ¿Olvidó algo, señorita? ―preguntó Albert, al observar a su bella alumna ojiverde.

Candy, pensó: ‹‹Sí, a usted.››

― Profesor, quería hacerle una cordial invitación, ¿si es posible? ¿Qué tal si vamos a un café y me explica mejor el tema de la personalidad? En realidad me costó entender.

― Claro, señorita, le haré un breve resumen de la clase. Y así degusto un capuchino, mientras conversamos.

Candy, respondió con una gran sonrisa: ― Yo, probaré una excelente cocada, que preparan en ese sitio.

― ¡Vayamos, entonces!

Albert y Candy, iban por las anchas calles de la ciudad de Chicago, disfrutando del hermoso atardecer; aunque no conversaron mucho durante la caminata, ambos expresaban la alegría de andar juntos hacia aquel café.

Llegaron a la fuente de soda, Albert como buen caballero le abrió la puerta, Candy pasó y ubicó una mesa con dos puesto en una esquina reservada de aquel lugar. En efecto, Albert tomó un delicioso capuchino y Candy su divina cocada. Hablaron un largo tiempo, reían. En ocasiones, ambos se ruborizaban por las ocurrencias de cada uno. Era evidente la atención, que se prestaban el uno al otro, donde el tema principal de aquella conversación era la personalidad y sensualidad en el ser humano.

Salieron de aquel café rumbo a sus residencias; él ofreció acompañarla hasta su casa, ella aceptó encantada.

Candy, caminaba y planeaba la forma para que su atractivo profesor, subiera a su apartamento.

― Profesor, soy escritora, en realidad soy un intento de escritora, ja, ja, ja.

― No digas eso; el simple hecho de escribir en una hoja, ya es un gran logro y es parte de un merito, que merece todo el respeto y consideración.

― Gracias, aún, así me gustaría, que usted leyera un poco de lo que he escrito, para saber que debería mejorar ―dijo sacándole la lengua de medio lado de forma juguetona.

Albert, encantado accedió a su invitación. Al entrar al apartamento, vio el lugar organizado; admirado dijo:

― ¡Santo cielos! ¿Cómo haces para tener todo orden? Eres una mujer sola y con tantas ocupaciones, tengo entendido, que eres enfermera de tiempo completo.

― La limpieza y el orden son parte del habitó, me lo inculcaron mis madres del hogar de Pony, soy huérfana ―dijo Candy, sintiéndose orgullosa de sus raíces.

Candy, se dirigió a su recamara y se puso una fina bata blanca, que tenía sólo dos tiritas, que la sujetaban a sus hombros, el largo de aquella bata estaba muy por encima de sus rodillas, polveó su nariz, echo crema a su cuerpo y salió descalza de la habitación.

Mientras tanto, Albert, se sentó en un sillón cómodo que vio. Al ver a su joven alumna salir de la habitación con un atuendo seductor, exclamó: ― ¡Qué bien te ves!

― Gracias por el cumplido―. Candy, le acercó sus historias con una sonrisa. Ella tenía las mejillas totalmente ruborizadas, a su vez, le informó, antes de que él pudiera abrirlo y leerlo: ― son de erotismo.

Albert, expresó: ― será un placer leerlo.

El joven profesor, enseguida revisó sus escritos y le dijo: ― está bien plasmado; el detalle está en que vas directo al acto. Candy, hacer el amor no es cualquier cosa se debe sentir, vivir, disfrutar de cada pormenor del preludio del amor, como hemos visto en clase, esos detalles son lo que debes plasmar aquí.

Ella apartó el libro que él tenía en sus manos y, se sentó en sus piernas. El rubio de ojos azules claros como la mañana, quedó impactado por la cercanía de aquella hermosa mujer de piel suave, pelo rizado y ojos verdes como las esmeraldas. Albert, disfrutó el contacto con Candy; en ese momento se miraron directo a los ojos y con deseo de probar mutuamente sus labios, la rubia le dijo: ― Profesor, enséñeme… todo lo que usted sabe de sensualidad…― Así, nació su primer beso.

Continuará.

Gracias a todas por comentar. Dios nos bendiga.