Rivaille Ackerman atravesó el edificio con un humor de perros. No podía quitarse de la cabeza su última vista a su tío, Kenny Ackerman, un hombre ambicioso, cínico y sin una pista de amor hacia sus semejantes. Que inclusivamente intento matar a una "rata de alcantarilla" cuando se quiso sobrepasar con su prima Mikasa, sin embargo eso es lo que quería lograr aquel hombre.
Kenny siempre ha sido importante en su vida, cabeza de la familia, sobretodo, una figura paterna cuando la madre de Levi murió por causas naturales, dejándolo solo e indefenso a la tierna edad de 4 años, Kenny lo crio para ser el futuro sucesor de su compañía, pero conforme pasaba el tiempo, el pequeño Ackerman se volvía frio y violento con los demás, Para Kenny era un orgullo verlo así, pero sería una desventaja para más adelante. En la actualidad el azabache mayor era un hombre enfermo que se aferraba tenazmente a la vida, había caído víctima de un mal desconocido y los doctores al no ver mejores, tomaron la decisión de dejarlo tranquilo hasta el último suspiro.
Levi pasada por delante de los demás sin mostrar una pisca de afecto o tan siquiera una amable mirada, solo su ceño fruncido hacia que varios de sus empleados se hicieran a un lado para que no estallara su enojo contra ellos, tan solo recordar la conversación con su tío lo hacía enojar más.
-Hazme feliz antes de que muera, Levi- había dicho Kenny
-Viejo ya estas empezando a delirar
-Pendejo. No estoy medicado mocoso
-Nonno, sabes que haría cualquier cosa- Levi se sentó a su lado y agarro la frágil mano de su tío, lo había puesto en alerta la debilidad y temor de sus dedos.
-Dime que nuestro apellido no se perderá
Levi había apretado la mano de su tío, pero había sido incapaz de hablar, sabía lo que le pedía pero no podía hacerle una promesa que no cumpliría. Y más con el sabor de boca amargo que tenía tiempo atrás. Kenny al ver su silencio, frunció el ceño y solo pido apoyo para lograr acomodarse en la cama- Tienes 29 años es hora de que asientes-
-Tch... Eso no es importante
-Vas de mujer en mujer como si nada, incluso eres capaz de cometer pedofilia- Su sobrino lo miro mal- Tienes que parar y pensar en el futuro, tengo los días contados .Antes de morir, quiero saber si ya tienes algún niño regado por ahí.
Rivaille se levantó de golpe y se dirigió a la ventana para mirar los barcos que pasaran por ahí, cerca del Gran Canal, ese anciano era testarudo. A pesar de estar muriendo no le quitaba el humor negro para molestarlo tan solo una vez, Kenny se había negado a abandonar el Palazzo barroco, en una de las zonas más céntricas y bulliciosas de Venecia.
Había sido su hogar por cuarenta y nueva años, y decía que el ruido constante de turistas y comercios le molestaban demasiado, pero que ya estaba acostumbrado a ellos, pero lo que acabaría con el seria que lo llevaran a una de las fincas familiares, en las afueras, pues le traían recuerdos que ni siquiera el mismo podía explicar. Y lo cierto era que Levi, aunque no lo demostrara muy seguido, le gustaba tenerlo en la cuidad y supervisar su tratamiento médico.
Tenía la esperanza de que pudiera vivir en casa hasta el final. Sin duda toda su fortuna cubriría los costes médicos necesarios para atenderlo.
-El legado familiar es importante
-Tu salud igual
-Por favor- Kenny estaba molesto- ¿De qué sirve tu cabeza si no sabes cómo usarla?
-Eso de la familia ya no me interesa- dijo Levi que miraba a como su tío sacaba un puro de uno de los cajones de la mesita de noche, al azabache no dijo nada, aunque le reclamara, no dejara de fumar.
-Creí haber criado a un magnate, no a un marica
Dejo de pensar en todo lo ocurrido en la mañana y siguió paseando por los pasillos enmoquetados de la planta ejecutiva, inconsciente de su expresión, no estaba de humor para tratar con los directores de Empresas A&S, pero aun así asistiría a la reunión de una junta directiva. De repente, se detuvo y contemplo la sala de reuniones a través del cristal, sin dar crédito a sus ojos.
Eren Jeager.
Verlo allí fue como recibir un martillazo en el estómago, aunque no lo parezca, su tracción seguía siendo una herida sin cicatrizar y, verlo, fue como si el ahondara en la herida. La noche en que se descubrió lo que había hecho sufrió tal ofensa que se limitó a echarlo, era mucho menos de lo que él se merecía.
Por si no bastara para irritarlo, era obvio que a él le había ido muy bien, porque ahí estaba, contestando las preguntas minuciosas que la loca desalmada y su equipo de manera tranquila, fresco como una lechuga. Como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, y nada que temer en él. Lo miro de arriba hacia abajo, buscando indicios de su embarazo, pero aún no se notaba, si acaso, había perdido peso, estaba increíblemente delgado.
El traje estaba un poco holgado pero hacia que su complexión se hiciera presente, por un momento eso lo hubiera vuelto toda una bestia, pero él ni siquiera merece tal merito, sin embargo no podía quitarle los ojos de encima, el cabello castaño y su manera de vestir hacían que desatacara como un faro entre los ejecutivos presentes vestidos para ir a un funeral.
¿Por qué lo había hecho?, la pregunta se impuso en su mente, su rostro se tornó completamente enojado, apretó los dientes, intentando que su pensamiento no siguiera ese rumbo, el autocontrol era muy importante en estos momentos, pero siendo sinceros no sabe muy bien cuanto tiempo era capaz de soportarlo. Él era quien mandaba, tanto en su vida privada como en los negocios.
Todas las mujeres en su vida lo sabían. Nada permanente, ninguna atadura, pero con total fidelidad por ambas partes, mientras durase. No había sido problema hasta que ocurrió lo de Eren, para ser directos, él no había esperado quedar cautivado por un joven de 23 años a quien le apeteció saber más de su vida, y no esperaba saber que era un doncel que para su familia eran "basura", desperdicio en el mundo, y de ninguna manera, esperaba tenerlo como pareja. Después de todo era lo bastante hombre para cualquiera. O eso había creído.
Levi contemplo al castaño con los ojos entrecerrados, a través del cristal, solo tardo un momento en comprender que había buscaba una "oportunidad" para seguir con su patética vida. El azabache sabía que no llegaría lejos con ese grupo, sabia como era Hanji en cuestión de los negocios, ella no aceptaba a ninguna persona que no llevara su paso, para el beneficio de la compañía, y sabía muy bien que Eren era más que peso muerto para su sección. Intentaba despejar su mente con varias cosas que observaba en el lugar pero siempre volvía a lo mismo.
¿Por qué le había sido infiel Eren?
La pregunta taladraba en su cabeza. Todo había ido bien entre ellos, tanto dentro como fuera del dormitorio, el tiempo que habían pasado juntos había sido un excelente contrapunto al ajetreo y a la tensión de su vida ejecutiva. Y el sexo... El sexo ha sido increíble, tan solo recordar como aquel cuerpo, envuelto en el deseo del placer, pedía a gritos más, hacía que su mente girara en sentido contrario a las manecillas del reloj. Él le había entregado su virginidad, algo que para el castaño era un regalo especial, pero para él, no era más que una tontería, pero le dolía que hubiera tardado tan poco en caer en la cama de otro hombre.
La idea de ver a Eren con otro hombre era insoportable, una vena latió en su sien, abrió la puerta y entro en la sala de reuniones, dejando a todos los ejecutivos mudos, a una Hanji sonriendo maquiavélicamente y a un castaño, que quería lanzarse por la ventana para no morirse en el lugar.
